Sunteți pe pagina 1din 3

Economizando Nuestra Energía

A.R. Orage
Orage examina como perdemos una gran porción de nuestra energía física, mental y
emocional cada día. Hace sugerencias de cómo puede ser economizada con el
propósito de servir al desarrollo consciente.

El organismo humano es una máquina capaz de hacer trabajo; y la


energía para echarlo a andar se deriva de la comida, aire e
impresiones. Comemos alimentos, respiramos aire y a través de
nuestros órganos sensoriales recibimos impresiones; y el intercambio
entre estas tres formas de alimentación crea las varias energías que
manifestamos. Estas energías son de tres tipos: física, emocional y
mental; y para cada uno de los usos de energía es necesario crear los
medios en nosotros mismos. No podemos gastar más de lo que
obtenemos. No sólo no podemos hacer físicamente más de lo que nos
permite nuestra comida, sino que no podemos sentir ni pensar mas
que lo que nuestros ingresos correspondientes nos permiten. Nos
“cansamos” de pensar, hasta que no pensamos más; y nos
“cansamos” de sentir, hasta que no podemos sentir más –
exactamente como nos cansamos con el ejercicio físico. La fatiga en
cualquiera de estos respectos significa la misma cosa, a saber, que
hemos, temporalmente, utilizado por completo nuestra reserva de
energía. Después de dormir o comer o cambiar de aire o de situación,
podemos actuar y sentir y pensar de nuevo; pero por el momento
estamos vacíos.

Existen, sin embargo, dos grados de fatiga – la imaginaria y la real. Es


bastante común que la gente piense que están cansados cuando
realmente no lo están. Si se les da un nuevo motivo, se sorprenden por
la energía que encuentran que poseen. Este fenómeno en términos
físicos, es, a veces, llamado “segundo aire”; y es como si hubiera un
segundo reservorio de energía que solo entra en uso cuando el
primero se termina. El mismo fenómeno puede ocurrir en los casos de
sentir y pensar – solo que normalmente nos damos por vencidos
después de que se termina nuestro “primer aire.” Pero podemos, por
decirlo así, trabajar mas allá de nuestra primera fatiga hacia un
segundo aire o reservorio.

La fatiga real, a diferencia de la fatiga primera, ocurre cuando el


segundo o quizá el tercer reservorio se ha utilizado por completo.
Entonces son necesarios el descanso y la recuperación o la máquina se
descompondrá. Nuestra máquina esta construida de tal manera que
prácticamente cada día creamos dentro de nosotros mismos una
superabundancia de los tres tipos de energía. No nos gastamos mas
que una pequeña parte de nuestro ingreso. Sin embargo, se gasta; y
nos vamos a la cama cansados, acabados. ¿Por qué es esto?

La máquina humana puede ser comparada a una casa con tres pisos,
en la cual cada piso es dedicado a un tipo particular de trabajo. En el
primer piso llevamos a cabo nuestra vida física; en el segundo piso
llevamos a cabo nuestra vida emocional; y en el piso de hasta arriba
llevamos a cabo nuestra vida intelectual.

Ahora, cuando estamos trabajando en uno de estos tres pisos, no es


necesario que lo otros trabajen también. No prendemos la luces de
toda la casa cuando solo utilizamos un piso. Eso seria un desperdicio
de luz. Similarmente, no deberíamos de estar utilizando energía en los
tres pisos de nuestro organismo cuando solo estamos realmente
utilizando uno. Por ejemplo, si estamos pensando, no es necesario que
el cuerpo gaste energía también; o si estamos trabajando físicamente
no es necesario que la mente divague y gaste energía haciendo nada.
Debemos de aprender a cerrar nuestra energía en cada piso a
voluntad, para que la máquina no este “andando” cuando no estamos
en el piso para dirigirla.

Toda acción “inconsciente” gasta energía; solo la acción consciente la


guarda. El primer principio de economía es, pues, ocuparnos a
nosotros mismos conciente y voluntariamente y no dejar que ninguna
actividad escape nuestra atención o salga corriendo con la energía en
sí. Las tres fuentes principales de perdida corresponden a los tres pisos
de nuestro organismo; y pueden estar definidas como pérdida por
ejercicio muscular inconsciente; pérdida por divagación mental; y
pérdida por preocupación.

Solo examina el estado de tus músculos en este instante. Observa que


en toda probabilidad estas sentado con un esfuerzo innecesario. Tus
piernas están apoyadas, tus músculos del cuello están tensos, tus
brazos no están sueltos. Todo esto significa que tienes las luces
prendidas en tus cuartos del primer piso, aunque, de hecho, no las
necesitas; y el medidor marcando la perdida inútil de tu energía. La
cura es relajar el cuerpo cuando este no este en uso. Siempre que no
estés usando el cuerpo, déjalo suelto. A través de largo tiempo de
hábito el cuerpo no se relaja por sí mismo; pero puede ser entrenado a
hacerlo; y el consecuente ahorro de energía es enorme.

Pensar sin objetivo es dejar las luces prendidas en el piso de arriba,


cuando no se necesitan realmente. Pero todos lo hacen. Observa a tus
compañeros de pasaje en un camión o tren. No están ocupados en
solucionar algún problema definido. Sus mentes sólo están repasando
los incidentes del día o de ayer o del año pasado. No están tratando de
arribar a conclusión alguna; de hecho, no están pensando. Pero su
mecanismo esta siendo trabajado por asociación de ideas; y conforme
repasa memorias e imágenes, consume energía. Y cuando, después,
deseamos pensar realmente, y utilizar nuestros cerebros para algún
propósito, nos encontramos con que nuestra reserva del día esta
agotada. El remedio es nunca pensar sin objetivo. Cuando descubras a
tu mente pensando por si misma – soñando despierta,
entreteniéndose, hundida en ensueño, perdida en la memoria – hazla
pensar definitivamente. Di una tabla de multiplicar al revés, o repite
algún verso para ti mismo. Escribe una carta o un discurso. Piensa
claramente en el trabajo de mañana. Recuerda con exactitud los
eventos del día. Haz lo que sea para que sea intencional, pero no dejes
que tu mente sea hecha. Este esfuerzo de hacer trabajar a la mente
puede parecer cansado; pero realmente es refrescante. Utiliza sangre;
mientras que el pensamiento inconsciente e incontrolado simplemente
esta sangrando hacia el cansancio.

La preocupación, o sentir involuntariamente, es la tercera causa de


nuestra fatiga; y es aun más común que el gasto por pensar y que el
gasto del cuerpo. Como dijo Shelley: “Miramos antes y después y
suspiramos por lo que no es.” Acerca de los eventos de ayer o de
mañana no solo es absurdo dejarnos sentir, ya que no están presentes,
y existen solo en la memoria o en la imaginación; pero el hábito nos
roba de la energía con la que sentimos hoy día. Llamamos
sentimentalistas a aquellos que se sumergen en sentimientos o en
eventos del pasado o del futuro. Las luces en su segundo piso siempre
están prendidas. Al mismo tiempo es notorio que los sentimentalistas
no sienten intensamente las situaciones inmediatamente presentes; es
atora el ayer, atora el mañana, pero nunca atora el hoy con ellos.

El remedio consiste en concentrar la atención en la persona o situación


inmediatamente presente. Aquí, justo enfrente de nosotros, y no en la
memoria o en la imaginación, es lo que se debe sentir, con lo que se
debe simpatizar o a lo que se debe ayudar. Deja que mañana y ayer
se ocupen de sí mismo. Aquellos que practiquen estos tres métodos,
muy pronto se encontraran a sí mismos con mas energía de la que
ahora ya saben utilizar. Serán difícilmente cansables.

A.R. Orage Economizando Nuestra Energía – Derecho de Autor “Psychology


Magazine” 1925.

S-ar putea să vă placă și