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-En 30 años enseñando a enseñar, ¿cuál es la principal carencia que percibe en quienes
llegan a la facultad para ser maestros?
-Con este sistema de enseñanza tradicional, los conocimientos que de verdad traen consigo
a la universidad son pocos. Pero para mí eso no ha cambiado en 30 años. Tengo la misma
experiencia con ellos desde el principio hasta ahora: saben muy poco prácticamente de
casi todo.
-Muchos docentes se quejan de que van a contrarreloj, de que tienen que impartir
mucho en poco tiempo...
-Hay demasiados contenidos, sí. Pero el problema no es sólo ese, es que no saben enseñar
de otra manera. La gente enseña del mismo modo en que les enseñaron a ellos. Ese
método se reproduce sin que nadie rompa el círculo vicioso.
-¿Aún es obligatorio aprender los ríos de España o la tabla periódica de los elementos?
-Claro, cuando estudias eso tienes que memorizarlo mecánicamente. Muchos estudiantes
escriben una fórmula química sin saber lo que significa. Así que su forma de resolver los
problemas es absolutamente operativa, aprenden el sistema de resolverlo, pero no
entienden lo que hacen. Cuando a los niños de Primaria les plantean una situación real en
la que tienen que saber si hay que añadir, quitar o repartir cantidades, no lo identifican con
la suma, la resta y la división.
-¿No se enseñan bien las Matemáticas?
-El método está totalmente caduco. Los niños tienen que memorizar la tabla de multiplicar,
que ahora puede hacer cualquiera con una maquinita. Lo lógico es que el maestro les
explique la esencia de sumar y restar, y que las operaciones las haga la calculadora. Perder
tiempo en hacer operaciones no tiene sentido hoy en día. ¿Qué sentido tiene aprenderse
de memoria la tabla de multiplicar si la máquina lo hace todo? Y las horas que desperdician
en eso en la escuelas?
-Sabe que una de las críticas más recurrentes que recibe la escuela ahora es que los
niveles de excelencia han bajado mucho...
-Eso es un mito. Lo que ocurre es que hoy día los niños tienen acceso a información fuera
de la escuela que es más potente que la que la propia escuela les ofrece. Muchos aprenden
más fácilmente fuera del colegio que dentro. ¿Qué ocurre entonces? Que los niños de
ahora son más rebeldes. Antes nos tragábamos esas cosas absurdas y nos aguantábamos,
pero hoy cuesta más que se aguanten. Y eso es razonable. No es que haya menos
excelencia que antes, es que los alumnos son menos dóciles a aguantar cosas que son
infumables en la escuela. Por eso se rebelan, por eso dicen: esto por qué lo estamos
aprendiendo si no sirve para nada, si está en internet... ¿Cuántas veces has usado tú una
raíz cuadrada para resolver un problema de tu vida? Ninguna, ¿verdad? Ni tú, ni el 90% de
la gente.
-Con sus años en la enseñanza, ¿cómo sigue este debate sobre el pacto de Estado en
educación?
-Con escepticismo. No tengo expectativas porque no creo posible el pacto. Me temo que si
se da no va a ser un pacto para cambiar a mejor la pedagogía, sino para cambiar a peor, en
el sentido de redoblar la obsesión por la disciplina, ser más exigente con los alumnos, cosas
así. Eso de la autoridad del maestro... El alumno aguanta mucho en el aula. El docente es el
dueño dentro de clase, se hace lo que él dice. Este debate se está enfocando mal.
-Las diferencias entre el modelo de escuela de PSOE y PP son ideológicas. ¿Está de
acuerdo?
-Creo que el PP es más recalcitrante que el PSOE. El PSOE es más sensible a la necesidad de
llevar la innovación a la escuela, aunque luego tomen medidas efectistas, como un
ordenador por niño...
-¿Ninguna de las seis leyes de educación que han existido planteó una reforma
pedagógica real?
-La Logse fue la única, y paradójicamente es la más vilipendiada. Era una ley moderna, pero
no llegó a permear en las aulas porque tuvo un problema: que se hizo de espaldas a los
profesores. Y no puedes cambiar la escuela de espaldas a los profesores. El ritmo de
cambio que tú quieres imponer es el ritmo al que los profesores puedan ir. La ley era
buena, pero los maestros no la hicieron suya.
-Su manifiesto ‘No es verdad', que critica la enseñanza tradicional, apunta la formación
inicial del profesorado como uno de los grandes déficit de la escuela...
-Ésa es la clave. Cualquier reforma tiene que empezar por abajo.
-Tampoco los que enseñan a los maestros de Primaria en la Universidad son maestros...
-Eso es otro déficit importante. Los maestros de Primaria no pueden acceder a la Facultad
de Educación como docentes, porque son diplomados y necesitan estar licenciados en otra
carrera. Cuando se instaure el Plan Bolonia y se pase de los tres años actuales de
Magisterio a los cuatro años que tendrá el grado, los futuros egresados que salgan de la
facultad sí podrán formar a maestros en la universidad.
-El máster que sustituye al CAP para ser profesor de ESO, ¿supondrá un salto de calidad?
-El máster dura un año completo y se divide en tres módulos: uno de pedagogía general,
otro de didáctica de la materia concreta que tendrá que impartir el futuro profesor y el
tercero de prácticas. En teoría será mejor, aunque en la universidad de Sevilla lo están
haciendo de forma lamentable.