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UNIVERSIDAD CATÓLICA

“Santo Toribio de
Mogrovejo”
T O R IB
T O I
Facultad de Ingeniería

O
N
Escuela de Ingeniería

DE
A
D S

M O G R O V E
PROFESOR : Mgtr. ROMERO SALAZAR JULIO
A

CURSO :
D

FILOSOFIÍA – TEMA; FELICIDAD Y PLACER


I

SON EQUIVALENTES
S

CICLO :
R

2009 - III
E

AULA :
I V

 214
J
N

ALUMNO :
O
U

 Izquierdo Rivera, Juan Artemio

MANAYAY CABRERA IRVING

Chiclayo, Noviembre del 2009

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1
INDICE

INTRODUCCION………………………………………………...3

FELICIDAD COMO AUTORREALIZACION…………………..4

FELICIDAD COMO AUTOSUFICIENCIA…………………......5

FELICIDAD COMO
PLACER…………………………………………………………..6

PLACER………………………………………………………....13

CONCLUSIONES………………………………………………16

BIBLIOGRAFIA…………………………………………………17

INTRODUCCION
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2
En este trabajo queremos hablarles del placer y de la felicidad. Ambas cosas
pudieran ser confundidas a primer vista y sin embargo son bien distintas si nos
paramos a pensar en ellas. El placer pertenece más al mundo de los sentidos,
esta ubicado en nuestro cerebro más a nivel biológico, sin embargo, la felicidad
es un estado más puro o sublimado del ser humano cuya ubicación no está tan
al alcance de la neurociencia.
El placer es un mecanismo por el cual damos curso a las múltiples necesidades
que nuestro organismo demanda para mantenerse en plena forma. El placer
viene a ser el reclamo que utiliza el cerebro para conseguir aquello que le falta.
El alimento es placentero cuando se padece la necesidad de consumirlo para
saciar el hambre. Comer es un placer en tanto que su consecución última es
saciar el hambre y cumplir con una necesidad puramente biológica. Sin
embargo, cuando estamos hartos de comer el placer por la comida desaparece
y dejamos de interesarnos por ella. Así pasa con todos los placeres. Cuando la
causa que dispara la necesidad deja de existir, el placer por conseguir el
estado de satisfacción deja de ejercer su acción en nuestro cerebro.
La felicidad es otra cosa distinta al placer, si bien esta íntimamente unida a
éste. Podemos decir que la felicidad es el estado que sigue a la consecución
del placer, es decir, la felicidad comienza cuando uno se siente satisfecho,
cuando el placer ha terminado y no sentimos necesidad de alcanzar estado
alguno distinto al que nos encontramos. Así, siguiendo con el símil de la
comida, la felicidad sería la sensación que sigue al momento de no sentir
hambre y de haber consumando la ingesta de comida movidos por el placer de
comer.
Es muy importante que sepamos distinguir la frontera entre el placer y la
felicidad con el fin de despejar de conflictos nuestra mente y nuestra vida ante
las miles de situaciones a las que debemos de enfrentarnos. Se dice, y es
verdad, que “el dinero no da la felicidad” y luego algunos también añaden,
“pero ayuda a conseguirla” y es verdad que ganar dinero y conseguir bienes
materiales es un placer que nos mueve a la mayoría de los seres humanos,
como habiendo conseguido sus metas económicas con sumo placer, terminan
siendo infelices, o al menos siendo incapaces de gozar de ese segundo estado
de bienestar que es la felicidad.

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La Felicidad

Tres modelos de felicidad:

1. La Felicidad como Autorealización (eudemonismo):


El eudemonismo, cuyo principal representante fue Aristóteles, es un concepto
filosófico de origen griego (de eudaimonia palabra griega) compuesto de "eu"
bueno y "daimon" divinidad menor, que recoge esencialmente diversas teorías
éticas; tiene como característica común, ser una justificación de todo aquello
que sirve para alcanzar la felicidad. Se ha considerado eudemonismo, al
hedonismo, la doctrina estoica, así como también al utilitarismo. Todas estas
doctrinas basan sus normas morales en la realización plena de la felicidad,
entendida como estado de plenitud y armonía del alma, diferente del placer y
pudiéndose presentar ésta de forma personal, como en Demócrito, Sócrates,
Aristóteles, Arístipo y la escuela cirenaica, el estoicismo o el neoplatonismo, o
bien de forma colectiva, como se estableció a partir de David Hume.
Entre los eudemonistas cabe destacar a Aristóteles que fue uno de los
primeros y el más importante, y además, a los eudemonistas que afirmaban
que para llegar a la felicidad hay que actuar de manera natural. Es decir, con
una parte animal (bienes físicos y materiales), una parte racional (cultivando
nuestra mente) y una parte social, que se concretaría en practicar la virtud, que
según Aristóteles se situaba en el punto medio entre dos pasiones opuestas.
Los seguidores de esta teoría ética afirmaban que no se puede ser siempre
plenamente feliz. Siglos más tarde que Aristóteles, Tomás de Aquino afirmaría
que sí se puede llegar a esa felicidad plena y total, pero en otra vida, ya que en
este mundo sólo existe felicidad relativa. Los eudemonistas pensaban que el
placer era un complemento de la felicidad.
La propuesta principal del eudemonismo es "el bien es aquello que nos hace
felices y la felicidad es el aumento de nuestras fuerzas para obrar".

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1.1 Felicidad como último fin natural:
Los fines serán medios para un último fin, que dan razón a los otros. El último
fin es la felicidad (eudaimonia).
-Un bien perfecto: Se busca por el mismo y no por otro.
-Un bien suficiente por él mismo: Quien lo tiene ya no necesita otra cosa.
-Actividad más propia del ser humano
-Actividad continúa

1.2 Vida teorética y sabiduría práctica:


Persona que ejerce en sociedad, la felicidad consiste en ejercerla a lo largo de
la vida, la virtud que ayuda a hacerlo es más perfecta

1.3 Acciones que tienen el fin en ellas mismas:


Son más perfectas, los efectos son más importantes que las acciones

2. La Felicidad como Autosuficiencia:

2.1 Cínicos:
Consideran que la felicidad consiste en la libertad radical del individuo frente a
todas las normas e instituciones sociales

2.2 Estoicismo:
Se es sabio según se vive la naturaleza, es imprescindible saber cual es el
orden del somos, sólo así sabremos como debemos comportarnos.

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3. La Felicidad como placer (hedonismo):
Hay moral porque los seres humanos buscan el placer y huyen del dolor.
Investigación empírica sobre cuales son los móviles de la conducta humana.
El Hedonismo es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la
supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Las dos escuelas
clásicas del hedonismo son la escuela cirenaica y los epicúreos.
Hedonismo es la doctrina que considera el placer como el fin de la vida, por lo
que se deduce que los seres humanos deberíamos dedicarnos exclusivamente
a vivir en su eterna búsqueda. En la Grecia antigua se formularon las primeras
teorías sobre el placer:
En la primera doctrina se plantea que los deseos personales se debían
satisfacer de inmediato sin importar los intereses de los demás. Esta teoría fue
expuesta por un grupo llamado los cirenaicos.
La segunda doctrina fue formulada por los epicúreos o hedonistas racionales,
seguidores del filosofo Epicuro de Samos, quien vivió en Grecia entre el 341 y
el 270 a.c. La doctrina que predicó Epicuro de Samos ha sido tergiversada a
través de la historia, hasta el punto de que algunos lo toman como un libertino
mientras que otros lo consideraron una faceta.
Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer,
porque para muchas personas el placer es concebido como algo que excita los
sentidos. Epicuro consideró que no todas las formas de placer se refieren a lo
anterior, pues lo que excita los sentidos son los placeres sensuales. Existen
otras formas de placer que según él se refieren a la ausencia de dolor o de
cualquier tipo de aflicción. También afirmó que ningún placer es malo en sí,
sólo que los medios para buscarlo pueden ser el inconveniente, el riesgo o el
error.
Existen escritos del filósofo y de sus seguidores que nos muestran sus
doctrinas: entre los deseos, algunos son naturales y necesarios, algunos
naturales y no necesarios y otros ni naturales ni necesarios, sólo consagrados
a la opinión vana. La disposición que tengamos hacia cada uno de estos casos
determina nuestra aptitud para ser felices o no.
• Dentro de los deseos naturales y necesarios encontramos las
necesidades básicas físicas, como el alimentarse, calmar la sed, el
abrigo y el sentido de seguridad.
• Dentro de la clase de naturales e innecesarios están, la conversación
amena, la gratificación sexual, las artes, etc.

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• Dentro de los placeres innaturales e innecesarios están la fama, el poder
político, el prestigio, etc.
Epicuro formuló algunas recomendaciones entorno a todas estas categorías de
deseos así:
• Debemos satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más
económica posible.
• Podemos perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la
satisfacción de nuestro corazón, no más allá.
• No debemos arriesgar la salud, la amistad, la economía en la búsqueda
de satisfacer un deseo innecesario, pues esto sólo conduce a un
sufrimiento futuro
• Hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios pues el
placer o satisfacción que éstos producen es efímero.
La filosofía epicúrea ganó un gran número de adeptos. Fue una importante
escuela de pensamiento que perduró por 7 siglos después de la muerte de su
creador. Hacia la Edad Media decayó y fueron destruidos muchos de sus
escritos. Sin embargo hoy existen remanentes de esta doctrina que han sido
compilados y difundidos por el mundo.
Los epicúreos sostenían que el placer verdadero es alcanzable tan solo por la
razón. Hacían hincapié en las virtudes del dominio de sí mismo y de la
prudencia. En los siglos XVIII y XIX los filósofos británicos Jeremy Benthan,
James Mill y Jhon Stuart Mill hicieron la propuesta de una doctrina universal
más conocida como utilitarismo. Según esta teoría el comportamiento humano
debe tener como criterio final el bien social. Hay que guiarse moralmente
buscando todo aquello que proporciona y favorece el bienestar de un mayor
número de personas.
Después de analizar el documento sobre el Hedonismo hemos llegado a las
siguientes conclusiones:
• Todos los seres humanos hemos nacido con la posibilidad de
experimentar placer.
• El placer no es bueno, ni malo, simplemente existe.
• Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se busca y hasta dónde
llega.
• Todos los extremos son inconvenientes, el exceso de placer se convierte
en vicio.

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• El placer no es solamente la gratificación sensual o sexual como piensan
la mayoría de las personas.
• Hay placeres tan simples y deliciosos como comerse un pedazo de torta,
o mirar la última alineación planetaria.
• Existen placeres que a la postre traen infelicidad, insatisfacción o
contratiempos, por ejemplo la popularidad o la fama.
• El mayor placer para el género humano debe girar entorno del servicio
de los demás.
• Si aprendemos a distinguir verdaderamente lo que es placer, podremos
vivir muchos momentos de felicidad.

3.1 Epicureismo
El epicureísmo es un sistema filosófico, enseñado por Epicuro de
Samos, filósofo ateniense del siglo IV a. C. y seguido después por otros
filósofos, llamados epicúreos.
En el año 306 a. C. Epicuro adquirió la finca llamada "El Jardín" en las
afueras de Atenas y fundó su escuela de filosofía. Formada tanto por
varones como por mujeres (gran novedad en las escuelas griegas), en
ella vivió aislado de la vida política y de la sociedad, practicando la
amistad y la vida estética y de conocimiento.
Epicuro proponía la realización de la vida buena y feliz, la ataraxia y los
vínculos de amistad entre sus correligionarios. Este placer no debía
limitarse sólo al cuerpo, como preconizaba el hedonismo cirenaico, sino
que debía ser también intelectual, ya que el hombre es un todo. Además,
para Epicuro la presencia del placer o felicidad era un sinónimo de la
ausencia de dolor, o de cualquier tipo de aflicción: el hambre, la tensión
sexual, el aburrimiento, etc. Era un equilibrio perfecto entre la mente y el
cuerpo que proporcionaba la serenidad o ataraxia. El placer puro es el
bien supremo, el dolor el mal supremo. Los placeres y sufrimientos son
consecuencia de la realización o impedimento de los apetitos. Epicuro
distingue entre tres clases de apetitos, por tanto placeres:
• los naturales y necesarios, como alimentarse, abrigo, y el sentido
de seguridad, que son fáciles de satisfacer;
• los naturales pero no necesarios, conversacion amena,
gratificacion sexual.

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• los no naturales ni necesarios, la busqueda del poder, la fama, el
prestigio.
También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división
del hombre en dos entes diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma:
• placeres del cuerpo: aunque considera que son los más
importantes, en el fondo su propuesta es la renuncia de estos
placeres y la búsqueda de la carencia de apetito y dolor corporal;
• placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del
cuerpo: el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es
efímero y temporal, mientras que los del alma son más duraderos y
además pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.
Pese a que el placer es un bien y el dolor un mal, hay que administrar
inteligentemente el placer y dolor: en ocasiones debemos rechazar
placeres a los que les siguen sufrimientos mayores y aceptar dolores
cuando se siguen de placeres mayores. La razón representa un papel
decisivo en lo que respecta a nuestra felicidad, nos permite alcanzar la
total imperturbabilidad (ataraxia), la cual Epicuro compara con un mar en
calma cuando ningún viento lo azota y nos da libertad ante las pasiones,
afectos y apetitos.
La finalidad de la filosofía de Epicuro no era teórica, sino más bien
práctica. Buscaba sobre todo procurar el sosiego necesario para una
vida feliz y placentera en la que los temores al destino, los dioses o la
muerte quedaran definitivamente eliminados. Para ello se fundamentaba
en una teoría empirista del conocimiento, en una física atomista
inspirada en las doctrinas de Leucipo y Demócrito, y en una ética
hedonista.
El hombre debía rechazar la enseñanza de miedos y supersticiones. No
había motivo para temer a los dioses porque estos, si bien existen, no
pueden relacionarse con nosotros ni para ayudar ni para castigar, y por
tanto ni su temor ni su rezo o veneración posee utilidad práctica. La
muerte tampoco puede temerse, porque siendo nada, no puede ser algo
para nosotros: mientras vivimos no está presente y cuando está
presente nosotros no estamos ya. El dolor y el mal se evitan fácilmente
porque ningún tormento dura demasiado y cuanto más intenso es menos
duro.

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El epicureísmo es una doctrina de un paganismo típicamente laico y
mediterráneo y en este ámbito ganó gran número de seguidores que la
consideraron una doctrina verdadera que solucionaba todos los
problemas. Su escuela de pensamiento perduró largamente aun siete
siglos tras la muerte de Epicuro; pero después fue casi relegada al olvido
al advenir la Edad Media, periodo en el que se perdió o fue destruida la
mayoría de los escritos de este filósofo griego a causa del rechazo que
por sus ideas experimentó el Cristianismo, que no pudo adaptarlas a su
sistema de creencias por la visión cristiana del dolor. Por otra parte lo
intentaron el platonismo y el aristotelismo.

3.2 Utilitarismo:
El utilitarismo fue propuesto originalmente durante los siglos XVIII y XIX
en Inglaterra por Jeremy Bentham y su seguidor James Mill, aunque
también se puede remontar a filósofos de la Grecia Antigua como
Parménides. Tanto la filosofía de Epicuro como la de Bentham pueden
ser consideradas como dos tipos de consecuencialismo hedonista, pues
juzgan la corrección de las acciones según su resultado
(consecuencialista) en términos de cantidad de placer o felicidad
obtenida (hedonismo).
Hay un debate sobre quién usó, por primera vez, el término "utilitarismo",
si Bentham o Mill: James Mill; dice que él fue el primero en utilizar el
término "utilitarianism" en relación con la "sociedad" que había propuesto
fundar: "Utilitarian Society". Pero en una obra de Bentham, de 1780 (solo
editada póstumamente), se descubrió que este autor lo usó primero que
Mill, cuando quiso crear la "Secta del Utilitarismo" por esos años.
"Como movimiento, dedicado a la reforma -escribió Bertrand Russell-, el
utilitarismo ha logrado, ciertamente, más que todas las filosofías
idealistas juntas, y lo ha hecho sin grandes alharacas"
El utilitarismo es un marco teórico para la moralidad, basado en una
maximización cuantitativa de consecuencias buenas para una población.
La moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para
la humanidad. Utilidad es una palabra que significa que las
consecuencias positivas deben estar maximizadas. Estas consecuencias
usualmente incluyen felicidad o satisfacción de las preferencias. El

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utilitarismo es a veces resumido como "el máximo bienestar para el
máximo número de personas". En resumen, el utilitarismo recomienda
emplear métodos que produzcan más felicidad o aumenten la felicidad
en el mundo

3.2.1. Tipos de utilitarismo

3.2.1.1 Utilitarismo Negativista:


Muchas teorías utilitaristas defienden la producción del máximo
bienestar para el máximo número de personas. El utilitarismo negativista
cree necesario prevenir la mayor cantidad de dolor o daño para el mayor
número de personas. Los defensores de esta interpretación del
utilitarismo argumentan que ésta propone una fórmula ética más eficaz,
pues hay más posibilidades de crear daños que de crear bienestar, y los
daños mayores conllevan más consecuencias que los más grandes
bienes. Es lo contrario del utilitarismo positivo. Defienden la producción
del máximo bienestar para el máximo número de personas.

3.2.1.2. Utilitarismo del acto contra el utilitarismo de las normas


Se han propuesto otras formas de utilitarismo. La forma tradicional de
utilitarismo es la del utilitarismo del acto, que afirma que el mejor acto
es el que aporta la máxima utilidad. Una forma alternativa es el
utilitarismo de las normas, que afirma que el mejor acto es aquel que
forme parte de una norma que sea la que nos proporciona más utilidad.
Muchos utilitaristas argumentarían que el utilitarismo no sólo
comprende los actos, sino que también los deseos y disposiciones,
premios y castigos, reglas e instituciones.

3.2.1.3 Utilitarismo preferencial:


En un tipo particular de utilitarismo que define a la utilidad en términos
de satisfacción de las preferencias. Los utilitaristas de la preferencia
afirman que lo correcto a hacer es aquello que produzca las mejores
consecuencias, pero definiendo a las mejores consecuencias en
términos de satisfacción de las preferencias, que incluiría conceptos
como la "reputación" antes que el puro hedonismo.
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3.3 Utilitarismo del acto:
Exige valorar la corrección de cada acción por sus consecuencias.
La formulación utilitarista clásica que sostiene que la moralidad de cada
acción debe ser determinada en relación con las consecuencias
favorables o desfavorables que resultan de su ejecución.

3.4 Utilitarismo de la regla:


Exige considerar si la acción ante la cual nos encontramos se somete a
alguna de las reglas que ya consideramos morales por la bondad de sus
consecuencias. Aprovecha la experiencia adquirida.
La formulación utilitarista contemporánea que sostiene que una regla o
un código de comportamiento son moralmente correctos si las
consecuencias derivadas de su adopción son más favorables que
desfavorables para cada persona

El Placer

 El placer en la conducta humana es patente. El placer se


presenta íntimamente asociado a nuestra naturaleza; que la razón y el
deseo son los dos caracteres por los que definimos lo que es natural;
que todo el mundo persigue el placer y lo incluye dentro de la trama de
la felicidad; y que no existen personas que no estimen los placeres,
porque tal insensibilidad no es humana.
 Según Aristóteles, el hombre está hecho de tal manera que
lo agradable le parece bueno, y lo penoso le parece malo. Por eso
piensan algunos que el placer es el bien supremo, porque todos los
seres aspiran a él, tanto los racionales como los irracionales. Pero no
puede ser el bien supremo, pues también se observa que el placer
esclaviza a muchos hombres. De ahí concluye Aristóteles que el placer
no es malo ni bueno en sí mismo, y que es malo cuando “hace al
hombre brutal o vicioso”. Después comenta de pasada que “este peligro
es mayor en la juventud, porque el crecimiento pone en ebullición la

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sensibilidad, y en algunos casos produce la tortura de los deseos
violentos”.
El hombre íntegro se complace en las acciones virtuosas y siente
desagrado por las viciosas, lo mismo que el músico disfruta con las
buenas melodías y no soporta las malas. Además, muchas de las cosas
por las que merece la pena luchar, no son placenteras. Por tanto, ni el
placer se identifica con el bien, ni todo placer se debe apetecer.

 Según el poeta Horacio resumió en dos palabras el programa de


vida que busca el placer por encima de todo: carpe diem. Es la invitación
a vivir al día, a exprimir el instante, a extraer de cada momento todo el
placer que pueda contener.
Placer se dice en griego hedoné, y el primer programa hedonista lo
encontramos en tiempos de Platón, en boca de un sofista llamado
Calicles: “Lo que es por naturaleza hermoso y justo es lo que con toda
sinceridad voy a decirte: el que quiera vivir bien debe dejar que sus
deseos alcancen la mayor intensidad, y no reprimirlos, sino poner todo
su valor e inteligencia en satisfacerlos y saciarlos, por grandes que
sean” (Platón, Gorgias).

 Según Platón y Sócrates el placer plantea un problema de


equilibrio. Platón lo explica con belleza y plasticidad en el célebre mito
del carro alado. El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por
dos briosos caballos: el placer y el deber. Todo el arte del auriga
consiste en templar la fogosidad del corcel negro y acompasarlo con el
blanco para correr sin perder el equilibrio.
Pero el tema del placer no se resuelve en un mito. Platón lo plantea por
extenso en el Gorgias, donde dialogan Calicles y Sócrates. Ahora es el
momento de escuchar la gran respuesta de Sócrates a la propuesta
hedonista de Calicles: “¿Afirmas que no hay que reprimir los deseos si
se quiere ser auténtico, más bien permitir su mayor intensidad y darles
satisfacción a cualquier precio, y que en eso consiste la virtud?
Entonces, dime: si una persona tiene sarna y se rasca, y puede rascarse
siempre a todas horas, ¿vivirá feliz al pasarse la vida rascándose? ¿Y
bastará con que se rasque sólo la cabeza, o también otras partes? Yo, al
contrario, pienso que el que quiera ser feliz habrá de buscar y ejercitar la

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moderación, y huir con rapidez del desenfreno. Creo que debemos
poner nuestros esfuerzos y los del Estado en facilitar la justicia y la
moderación a todo el que quiera ser feliz, en poner freno a los deseos y
no vivir fuera de la ley por tratar de satisfacerlos. Porque un hombre
desenfrenado no puede inspirar afecto ni a otro hombre ni a un dios, es
insociable y cierra la puerta a la amistad”.

 Según Epicuro a diferencia del hedonismo, que identifica el bien


con el placer, también es clásica la postura que busca, ante todo, la
tranquilidad de ánimo. Y para ello, como condición necesaria, la
liberación del deseo de placer. En esta pretensión coinciden estoicos y
epicúreos, dos grandes escuelas filosóficas de la antigüedad.
Llevó a cabo Epicuro un exhaustivo y matizado estudio de los placeres,
destinado a demostrar que nuestra dependencia del placer es excesiva e
inconveniente. Y distinguió en su análisis, como en las setas, placeres
convenientes y placeres venenosos. Pero la opinión pública de su
tiempo, poco dada a sutilezas, tomó el rábano por las hojas y adjudicó al
filósofo la etiqueta de hedonismo puro y duro. El propio Horacio resumió
su juventud admitiendo que fue “un puerco de la piara de Epicuro”.

El maestro había dicho que “el placer es el principio y el fin de la vida


feliz”, y estas palabras le explotaron en la cara. No tuvo más remedio
que salir al paso: “Cuando decimos que el placer es el soberano bien, no
hablamos de los placeres de los pervertidos y de los crápulas, como
pretenden algunos ignorantes que nos atacan y desfiguran nuestro
pensamiento. Hablamos de la ausencia de sufrimiento para el cuerpo y
de la ausencia de inquietud para el alma. Porque no son las
borracheras, ni los banquetes continuos ni el goce con jovencitos o con
mujeres, ni los pescados y las carnes con que se colman las mesas
suntuosas, los que proporcionan una vida feliz: más bien es la razón,
buscando sin cesar los motivos legítimos de elección o de aversión, y
apartando las opiniones que llenan el alma de inquietud” (Carta a
Meneceo).
Epicuro distingue tres grandes familias de placeres: los naturales
necesarios; los naturales innecesarios; y los que no son ni naturales ni
necesarios. Después nos dice que la mejor relación con los placeres

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consiste en satisfacer los primeros, limitar los segundos y esquivar los
terceros. Entre los naturales necesarios se encuentran los que apuntan
a la conservación de la vida: comer, beber, vestirse y descansar; de este
grupo excluye el deseo y la satisfacción del amor, porque es una fuente
de perturbación. Entre los placeres naturales pero innecesarios
menciona todos los que constituyen variaciones superfluas de los
anteriores: comer caprichosamente, beber licores refinados, vestir con
ostentación, etc. Finalmente, entre los placeres no naturales y no
necesarios se citan los nacidos de la vanidad humana: deseo de
riquezas, de poder, de honores, etc.

CONCLUSION

Pese a la indudable importancia que tiene en la vida humana, el placer sólo es


una pieza de un rompecabezas mucho mayor. Una vida feliz no puede ser
identificada con el puro disfrute, puesto que el placer no es lo mismo que la
felicidad.
Hay multitud de casos prácticos que corroboran esta tesis. No poca gente rica y
famosa, después de haber probado todo tipo de placeres, terminan por tener
tendencias autodestructivas y suicidas.

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BIBLIOGRAFÍA

• Julián Marías.1987.”La felicidad Humana”. Madrid, España. Alianza


Editorial S.A.

• Enciclopedia Católica Copyright © ACI-PRENSA.2008

• http://serypersona.blogspot.com/2007/01/el-placer-y-la-felicidad.html

• http://www.librosintinta.com/biblioteca/ver-
pdf/www.mundodescargas.com/apuntes-
trabajos/filosofia/decargar_aristoteles.pdf.htx

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