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“Santo Toribio de
Mogrovejo”
T O R IB
T O I
Facultad de Ingeniería
O
N
Escuela de Ingeniería
DE
A
D S
M O G R O V E
PROFESOR : Mgtr. ROMERO SALAZAR JULIO
A
CURSO :
D
SON EQUIVALENTES
S
CICLO :
R
2009 - III
E
AULA :
I V
214
J
N
ALUMNO :
O
U
Página
1
INDICE
INTRODUCCION………………………………………………...3
FELICIDAD COMO
PLACER…………………………………………………………..6
PLACER………………………………………………………....13
CONCLUSIONES………………………………………………16
BIBLIOGRAFIA…………………………………………………17
INTRODUCCION
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En este trabajo queremos hablarles del placer y de la felicidad. Ambas cosas
pudieran ser confundidas a primer vista y sin embargo son bien distintas si nos
paramos a pensar en ellas. El placer pertenece más al mundo de los sentidos,
esta ubicado en nuestro cerebro más a nivel biológico, sin embargo, la felicidad
es un estado más puro o sublimado del ser humano cuya ubicación no está tan
al alcance de la neurociencia.
El placer es un mecanismo por el cual damos curso a las múltiples necesidades
que nuestro organismo demanda para mantenerse en plena forma. El placer
viene a ser el reclamo que utiliza el cerebro para conseguir aquello que le falta.
El alimento es placentero cuando se padece la necesidad de consumirlo para
saciar el hambre. Comer es un placer en tanto que su consecución última es
saciar el hambre y cumplir con una necesidad puramente biológica. Sin
embargo, cuando estamos hartos de comer el placer por la comida desaparece
y dejamos de interesarnos por ella. Así pasa con todos los placeres. Cuando la
causa que dispara la necesidad deja de existir, el placer por conseguir el
estado de satisfacción deja de ejercer su acción en nuestro cerebro.
La felicidad es otra cosa distinta al placer, si bien esta íntimamente unida a
éste. Podemos decir que la felicidad es el estado que sigue a la consecución
del placer, es decir, la felicidad comienza cuando uno se siente satisfecho,
cuando el placer ha terminado y no sentimos necesidad de alcanzar estado
alguno distinto al que nos encontramos. Así, siguiendo con el símil de la
comida, la felicidad sería la sensación que sigue al momento de no sentir
hambre y de haber consumando la ingesta de comida movidos por el placer de
comer.
Es muy importante que sepamos distinguir la frontera entre el placer y la
felicidad con el fin de despejar de conflictos nuestra mente y nuestra vida ante
las miles de situaciones a las que debemos de enfrentarnos. Se dice, y es
verdad, que “el dinero no da la felicidad” y luego algunos también añaden,
“pero ayuda a conseguirla” y es verdad que ganar dinero y conseguir bienes
materiales es un placer que nos mueve a la mayoría de los seres humanos,
como habiendo conseguido sus metas económicas con sumo placer, terminan
siendo infelices, o al menos siendo incapaces de gozar de ese segundo estado
de bienestar que es la felicidad.
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La Felicidad
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1.1 Felicidad como último fin natural:
Los fines serán medios para un último fin, que dan razón a los otros. El último
fin es la felicidad (eudaimonia).
-Un bien perfecto: Se busca por el mismo y no por otro.
-Un bien suficiente por él mismo: Quien lo tiene ya no necesita otra cosa.
-Actividad más propia del ser humano
-Actividad continúa
2.1 Cínicos:
Consideran que la felicidad consiste en la libertad radical del individuo frente a
todas las normas e instituciones sociales
2.2 Estoicismo:
Se es sabio según se vive la naturaleza, es imprescindible saber cual es el
orden del somos, sólo así sabremos como debemos comportarnos.
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3. La Felicidad como placer (hedonismo):
Hay moral porque los seres humanos buscan el placer y huyen del dolor.
Investigación empírica sobre cuales son los móviles de la conducta humana.
El Hedonismo es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la
supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Las dos escuelas
clásicas del hedonismo son la escuela cirenaica y los epicúreos.
Hedonismo es la doctrina que considera el placer como el fin de la vida, por lo
que se deduce que los seres humanos deberíamos dedicarnos exclusivamente
a vivir en su eterna búsqueda. En la Grecia antigua se formularon las primeras
teorías sobre el placer:
En la primera doctrina se plantea que los deseos personales se debían
satisfacer de inmediato sin importar los intereses de los demás. Esta teoría fue
expuesta por un grupo llamado los cirenaicos.
La segunda doctrina fue formulada por los epicúreos o hedonistas racionales,
seguidores del filosofo Epicuro de Samos, quien vivió en Grecia entre el 341 y
el 270 a.c. La doctrina que predicó Epicuro de Samos ha sido tergiversada a
través de la historia, hasta el punto de que algunos lo toman como un libertino
mientras que otros lo consideraron una faceta.
Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer,
porque para muchas personas el placer es concebido como algo que excita los
sentidos. Epicuro consideró que no todas las formas de placer se refieren a lo
anterior, pues lo que excita los sentidos son los placeres sensuales. Existen
otras formas de placer que según él se refieren a la ausencia de dolor o de
cualquier tipo de aflicción. También afirmó que ningún placer es malo en sí,
sólo que los medios para buscarlo pueden ser el inconveniente, el riesgo o el
error.
Existen escritos del filósofo y de sus seguidores que nos muestran sus
doctrinas: entre los deseos, algunos son naturales y necesarios, algunos
naturales y no necesarios y otros ni naturales ni necesarios, sólo consagrados
a la opinión vana. La disposición que tengamos hacia cada uno de estos casos
determina nuestra aptitud para ser felices o no.
• Dentro de los deseos naturales y necesarios encontramos las
necesidades básicas físicas, como el alimentarse, calmar la sed, el
abrigo y el sentido de seguridad.
• Dentro de la clase de naturales e innecesarios están, la conversación
amena, la gratificación sexual, las artes, etc.
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• Dentro de los placeres innaturales e innecesarios están la fama, el poder
político, el prestigio, etc.
Epicuro formuló algunas recomendaciones entorno a todas estas categorías de
deseos así:
• Debemos satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más
económica posible.
• Podemos perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la
satisfacción de nuestro corazón, no más allá.
• No debemos arriesgar la salud, la amistad, la economía en la búsqueda
de satisfacer un deseo innecesario, pues esto sólo conduce a un
sufrimiento futuro
• Hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios pues el
placer o satisfacción que éstos producen es efímero.
La filosofía epicúrea ganó un gran número de adeptos. Fue una importante
escuela de pensamiento que perduró por 7 siglos después de la muerte de su
creador. Hacia la Edad Media decayó y fueron destruidos muchos de sus
escritos. Sin embargo hoy existen remanentes de esta doctrina que han sido
compilados y difundidos por el mundo.
Los epicúreos sostenían que el placer verdadero es alcanzable tan solo por la
razón. Hacían hincapié en las virtudes del dominio de sí mismo y de la
prudencia. En los siglos XVIII y XIX los filósofos británicos Jeremy Benthan,
James Mill y Jhon Stuart Mill hicieron la propuesta de una doctrina universal
más conocida como utilitarismo. Según esta teoría el comportamiento humano
debe tener como criterio final el bien social. Hay que guiarse moralmente
buscando todo aquello que proporciona y favorece el bienestar de un mayor
número de personas.
Después de analizar el documento sobre el Hedonismo hemos llegado a las
siguientes conclusiones:
• Todos los seres humanos hemos nacido con la posibilidad de
experimentar placer.
• El placer no es bueno, ni malo, simplemente existe.
• Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se busca y hasta dónde
llega.
• Todos los extremos son inconvenientes, el exceso de placer se convierte
en vicio.
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• El placer no es solamente la gratificación sensual o sexual como piensan
la mayoría de las personas.
• Hay placeres tan simples y deliciosos como comerse un pedazo de torta,
o mirar la última alineación planetaria.
• Existen placeres que a la postre traen infelicidad, insatisfacción o
contratiempos, por ejemplo la popularidad o la fama.
• El mayor placer para el género humano debe girar entorno del servicio
de los demás.
• Si aprendemos a distinguir verdaderamente lo que es placer, podremos
vivir muchos momentos de felicidad.
3.1 Epicureismo
El epicureísmo es un sistema filosófico, enseñado por Epicuro de
Samos, filósofo ateniense del siglo IV a. C. y seguido después por otros
filósofos, llamados epicúreos.
En el año 306 a. C. Epicuro adquirió la finca llamada "El Jardín" en las
afueras de Atenas y fundó su escuela de filosofía. Formada tanto por
varones como por mujeres (gran novedad en las escuelas griegas), en
ella vivió aislado de la vida política y de la sociedad, practicando la
amistad y la vida estética y de conocimiento.
Epicuro proponía la realización de la vida buena y feliz, la ataraxia y los
vínculos de amistad entre sus correligionarios. Este placer no debía
limitarse sólo al cuerpo, como preconizaba el hedonismo cirenaico, sino
que debía ser también intelectual, ya que el hombre es un todo. Además,
para Epicuro la presencia del placer o felicidad era un sinónimo de la
ausencia de dolor, o de cualquier tipo de aflicción: el hambre, la tensión
sexual, el aburrimiento, etc. Era un equilibrio perfecto entre la mente y el
cuerpo que proporcionaba la serenidad o ataraxia. El placer puro es el
bien supremo, el dolor el mal supremo. Los placeres y sufrimientos son
consecuencia de la realización o impedimento de los apetitos. Epicuro
distingue entre tres clases de apetitos, por tanto placeres:
• los naturales y necesarios, como alimentarse, abrigo, y el sentido
de seguridad, que son fáciles de satisfacer;
• los naturales pero no necesarios, conversacion amena,
gratificacion sexual.
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• los no naturales ni necesarios, la busqueda del poder, la fama, el
prestigio.
También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división
del hombre en dos entes diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma:
• placeres del cuerpo: aunque considera que son los más
importantes, en el fondo su propuesta es la renuncia de estos
placeres y la búsqueda de la carencia de apetito y dolor corporal;
• placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del
cuerpo: el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es
efímero y temporal, mientras que los del alma son más duraderos y
además pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.
Pese a que el placer es un bien y el dolor un mal, hay que administrar
inteligentemente el placer y dolor: en ocasiones debemos rechazar
placeres a los que les siguen sufrimientos mayores y aceptar dolores
cuando se siguen de placeres mayores. La razón representa un papel
decisivo en lo que respecta a nuestra felicidad, nos permite alcanzar la
total imperturbabilidad (ataraxia), la cual Epicuro compara con un mar en
calma cuando ningún viento lo azota y nos da libertad ante las pasiones,
afectos y apetitos.
La finalidad de la filosofía de Epicuro no era teórica, sino más bien
práctica. Buscaba sobre todo procurar el sosiego necesario para una
vida feliz y placentera en la que los temores al destino, los dioses o la
muerte quedaran definitivamente eliminados. Para ello se fundamentaba
en una teoría empirista del conocimiento, en una física atomista
inspirada en las doctrinas de Leucipo y Demócrito, y en una ética
hedonista.
El hombre debía rechazar la enseñanza de miedos y supersticiones. No
había motivo para temer a los dioses porque estos, si bien existen, no
pueden relacionarse con nosotros ni para ayudar ni para castigar, y por
tanto ni su temor ni su rezo o veneración posee utilidad práctica. La
muerte tampoco puede temerse, porque siendo nada, no puede ser algo
para nosotros: mientras vivimos no está presente y cuando está
presente nosotros no estamos ya. El dolor y el mal se evitan fácilmente
porque ningún tormento dura demasiado y cuanto más intenso es menos
duro.
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El epicureísmo es una doctrina de un paganismo típicamente laico y
mediterráneo y en este ámbito ganó gran número de seguidores que la
consideraron una doctrina verdadera que solucionaba todos los
problemas. Su escuela de pensamiento perduró largamente aun siete
siglos tras la muerte de Epicuro; pero después fue casi relegada al olvido
al advenir la Edad Media, periodo en el que se perdió o fue destruida la
mayoría de los escritos de este filósofo griego a causa del rechazo que
por sus ideas experimentó el Cristianismo, que no pudo adaptarlas a su
sistema de creencias por la visión cristiana del dolor. Por otra parte lo
intentaron el platonismo y el aristotelismo.
3.2 Utilitarismo:
El utilitarismo fue propuesto originalmente durante los siglos XVIII y XIX
en Inglaterra por Jeremy Bentham y su seguidor James Mill, aunque
también se puede remontar a filósofos de la Grecia Antigua como
Parménides. Tanto la filosofía de Epicuro como la de Bentham pueden
ser consideradas como dos tipos de consecuencialismo hedonista, pues
juzgan la corrección de las acciones según su resultado
(consecuencialista) en términos de cantidad de placer o felicidad
obtenida (hedonismo).
Hay un debate sobre quién usó, por primera vez, el término "utilitarismo",
si Bentham o Mill: James Mill; dice que él fue el primero en utilizar el
término "utilitarianism" en relación con la "sociedad" que había propuesto
fundar: "Utilitarian Society". Pero en una obra de Bentham, de 1780 (solo
editada póstumamente), se descubrió que este autor lo usó primero que
Mill, cuando quiso crear la "Secta del Utilitarismo" por esos años.
"Como movimiento, dedicado a la reforma -escribió Bertrand Russell-, el
utilitarismo ha logrado, ciertamente, más que todas las filosofías
idealistas juntas, y lo ha hecho sin grandes alharacas"
El utilitarismo es un marco teórico para la moralidad, basado en una
maximización cuantitativa de consecuencias buenas para una población.
La moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para
la humanidad. Utilidad es una palabra que significa que las
consecuencias positivas deben estar maximizadas. Estas consecuencias
usualmente incluyen felicidad o satisfacción de las preferencias. El
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utilitarismo es a veces resumido como "el máximo bienestar para el
máximo número de personas". En resumen, el utilitarismo recomienda
emplear métodos que produzcan más felicidad o aumenten la felicidad
en el mundo
El Placer
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sensibilidad, y en algunos casos produce la tortura de los deseos
violentos”.
El hombre íntegro se complace en las acciones virtuosas y siente
desagrado por las viciosas, lo mismo que el músico disfruta con las
buenas melodías y no soporta las malas. Además, muchas de las cosas
por las que merece la pena luchar, no son placenteras. Por tanto, ni el
placer se identifica con el bien, ni todo placer se debe apetecer.
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moderación, y huir con rapidez del desenfreno. Creo que debemos
poner nuestros esfuerzos y los del Estado en facilitar la justicia y la
moderación a todo el que quiera ser feliz, en poner freno a los deseos y
no vivir fuera de la ley por tratar de satisfacerlos. Porque un hombre
desenfrenado no puede inspirar afecto ni a otro hombre ni a un dios, es
insociable y cierra la puerta a la amistad”.
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consiste en satisfacer los primeros, limitar los segundos y esquivar los
terceros. Entre los naturales necesarios se encuentran los que apuntan
a la conservación de la vida: comer, beber, vestirse y descansar; de este
grupo excluye el deseo y la satisfacción del amor, porque es una fuente
de perturbación. Entre los placeres naturales pero innecesarios
menciona todos los que constituyen variaciones superfluas de los
anteriores: comer caprichosamente, beber licores refinados, vestir con
ostentación, etc. Finalmente, entre los placeres no naturales y no
necesarios se citan los nacidos de la vanidad humana: deseo de
riquezas, de poder, de honores, etc.
CONCLUSION
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BIBLIOGRAFÍA
• http://serypersona.blogspot.com/2007/01/el-placer-y-la-felicidad.html
• http://www.librosintinta.com/biblioteca/ver-
pdf/www.mundodescargas.com/apuntes-
trabajos/filosofia/decargar_aristoteles.pdf.htx
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