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Introducción
al pensamiento global de
Gramsci
José María Laso Prieto
Introducción al pensamiento global de Gramsci
José María Laso Prieto: «Introducción al pensamiento global de Gramsci» en Asociación Cultural
Wenceslao Roces: Cuadernos Edición Popular, nº 1, Gijón, 2004.
También en: «Introducción al pensamiento global de Gramsci» en M. Ballestero, Y. Krasin, J. Reinoso, J.
Capella, J. Laso, J. Moral Santín y V. Romano: El marxismo en el debate teórico-cultural actual. Madrid:
PCE, 1991, pp. 137-160 (Colección Debate, nº 5). También como texto separado en un folleto: Introducción
al pensamiento global de Gramsci. Oviedo: Fundación Isidoro Acevedo (colabora el Partido Comunista de
Asturias), 1997.1
Su renovada actualidad.
Vida y obra.
1 Este trabajo fue elaborado originalmente, como ponencia, para un seminario organizado por el Centro de
Profesores del Gijón (Nota del autor).
2 Nota de los editores digitales. Presentamos dos textos con el mismo nombre elaborados por José María
Laso en 1991 el primero y en 1997 el segundo. No hay muchas diferencias de estilo entre ellos, así, aunque
la corrección de algunas palabras indica que se ha revisado el texto completo, en lo esencial permanecen
idénticos. En todo se ha mantenido el formato y el texto de 1997 salvo erratas. En cuanto al contenido, el
segundo texto incluye los dos epígrafes que hemos encerrado entre corchetes.
Antonio Gramsci nació en Ghilarza (Cerdeña) el 22 de enero de 1891. Su padre era un
modesto funcionario de la administración estatal. A partir del bachillerato, se inicia en él
una etapa de nacionalismo sardo. Por entonces, en Cerdeña, era muy fuerte el
sentimiento nacionalista y Gramsci llega a identificarse con su lema ¡Al mar los
continentales! A partir de las elecciones de 1.913 se puede considerar superada esta
etapa sarda de Gramsci. En 1911 comienza a leer a Marx, «por curiosidad intelectual» y,
al igual que su compañero Palmiro Togliatti, consigue una beca para estudiar en la
Universidad de Turín. Al iniciar sus estudios de filología, entra en contacto con el
movimiento obrero de Turín. Simultáneamente participa en el movimiento de la reforma
intelectual y moral promovido por el filósofo idealista Benedetto Croce, cuyo primer
postulado es que el hombre puede, y debe, vivir sin religión revelada. De esta época
datan sus primeros escritos, publicados en los diarios socialistas Il grido del popolo y
Avanti (1914-1918).
Durante su breve vida (1891-1937), Gramsci descolló como publicista a través de la
revista L´Ordine Nuovo –fundada en 1918– llevando a cabo con especial rigor intelectual
una gran labor de esclarecimiento y crítica de los fundamentes sociológicos de la cultura
nacional italiana. No menor importancia revistió su actividad como dirigente político ya que
se convirtió en el teórico y organizador de los «consejos de fábrica» y de otras
organizaciones obreras italianas. Posteriormente, tras un breve pero intenso periodo de
militancia en el Partido Socialista Italiano, Gramsci adoptará una decisión que determinará
toda su trayectoria ulterior. El 21 de enero de 1921, en el Congreso del Partido Socialista,
Gramsci, Togliatti y otros portavoces del ala izquierda rompieron con la mayoría reformista
y fundaron el Partido Comunista Italiano. Proclamado el Fascismo, Gramsci es detenido
no obstante la inmunidad parlamentaria de que gozaba como diputado, y en tan difíciles
circunstancias redacta sus célebres Cuadernos de la cárcel que le consagraron como
gran teórico marxista. La labor ingente que Gramsci desarrolló con su característico
«lenguaje de Esopo» –ya que no sólo se trataba de aportar nuevas categorías científicas
sino también de burlar el control de sus vigilantes– constituye un ejemplo con pocos
precedentes similares acerca del poder de la voluntad humana. Según su biógrafo
Giuseppe Fiori, «Trabajaba en condiciones difíciles, con los libros que el director –
inclinado por conformismo de burócrata a resistencias y pequeñas vejaciones– le permitía
recibir irregularmente desde el exterior. Así escribía diariamente, con ejemplar tenacidad,
pese a los muchos factores desfavorables, los generales de la vida de todo recluso y
además la imposibilidad de consultar ampliamente los libros y documentos necesarios, así
como la progresiva deteriorización física. Pero –como señala Fiori– el trabajo, los apuntes,
las notas breves con una idea fijada en su primer esbozo, los ensayos a completar o
reelaborar eran para Gramsci la vida misma, su modo de continuar la lucha
revolucionaria, de permanecer vinculado al mundo, ideológicamente activo de la sociedad
y de los hombres». Tan abnegado esfuerzo no fue por ello baldío, en su doble faceta
cuantitativa y cualitativa. Las casi tres mil páginas de los 32 cuadernos que Gramsci
cubrió en once años de cárcel, con notas y apuntes, constituyen una de las aportaciones
más importantes realizadas por un solo pensador a la problemática de nuestra época. La
monumental edición de Einaudi las inserta –junto a sus escritos juveniles– en seis
volúmenes, en el siguiente orden: El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto
Croce (1948), Los intelectuales y la organización de la Cultura (1949), Notas sobre
Maquiavelo, la política y el Estado Moderno (1949), El Risorgimento (1949), Literatura y
vida nacional (1950) y Pasado y Presente (1951). En la edición de Einaudi se agrupan así
orgánicamente temas desarrollados en diversos cuadernos, incluso con varios años de
distancia. No se trata, sin embargo, de materiales preparados para su inmediata
publicación sino para su ulterior reelaboración. El propio Gramsci describe en carta
dirigida a su cuñada, su plan de trabajo: «...Se puede decir que ya tengo un verdadero
programa de estudio y trabajo, cosa que había de ocurrir forzosamente. Me había
propuesto reflexionar sobre una serie de cuestiones, pero era forzoso que al llegar a
cierto punto tuviese que pasar a la fase de documentación y, por tanto, a una fase de
trabajo y elaboración que exige grandes bibliotecas... Hay que tener en cuenta además
que el hábito de severa disciplina filológica adquirido durante los estudios universitarios
me ha hecho adquirir unos escrúpulos metodológicos quizá excesivos». Evidentemente
no se cumplió el designio del fiscal del Tribunal Especial para la Defensa del Estado
cuando, tras una violenta requisitoria, dijo refiriéndose a Gramsci: «Hemos de impedir
durante veinte años que este cerebro funcione».
En 1947, la publicación de sus Cartas de la prisión le valieron a Gramsci para obtener, a
título póstumo, el más importante galardón literario de Italia: el Premio Viareggio. Las
Cartas de la prisión, en su mayor parte dirigidas a sus familiares, están impregnadas de
una patética humanidad y reflejan la entereza moral con que Gramsci afrontó su largo y
doloroso martirio. En ellas Gramsci trasciende su propia vicisitud individual para
plantearse globalmente la condición del combatiente político: «Cuando se ha ligado la
propia vida a un fin y se concentra en éste todas las energías y toda la voluntad, ¿no es
forzoso que queden al descubierto algunos, o muchos, de los aspectos individuales?». Y,
prosigue «Yo no hablo más del aspecto negativo de mi vida. Antes que nada por que no
quiero ser compadecido; fui un combatiente que no ha tenido suerte en la lucha
inmediata, y los combatientes no pueden ni deben ser compadecidos cuando han luchado
no porque han sido obligados, sino porque ellos mismos lo han decidido
conscientemente». Gramsci falleció el 27 de abril de 1937, tras once años de dura prisión
fascista en cumplimiento de una condena de 20 años, 4 meses y 5 días, dictada contra él
por el Tribunal Especial de Defensa del Estado. Sentencia totalmente ilegal debido a que
Gramsci gozaba de inmunidad parlamentaria, para sus actividades políticas
Su revalorización.
Gramsci, que está considerado como el más destacado y original teórico marxista
occidental, ofrece especial dificultad para la comprensión inicial de su pensamiento. La
razón de ello estriba no sólo en que fue un elaborador de categorías políticas originales
sino también en el carácter de su obra. Ésta se estructura en dos vertientes: 1) La
periodística (política, sindical y cultural) que abarca hasta su detención en 1926. Es de
estilo directo, brillante y de fácil comprensión. 2) La propia reflexión carcelaria (filosófica,
política, económica, sociológica y cultural), constituida por innumerables notas y
comentarios que llenan totalmente 32 cuadernos. Estos textos son de comprensión
mucho más ardua que la de los textos periodísticos, a causa de su mayor grado de
abstracción y por no estar destinados directamente a la publicación. Sin embargo, la
monumental edición de Einaudi los insertó en seis volúmenes con los títulos ya indicados.
Su lucha antipositivista.
En esta etapa de la evolución del pensamiento de Gramsci, las tesis centrales sobre los
Consejos de fábrica se mantienen pero enriqueciéndose en una síntesis más amplia, en
una estrategia política global. Gradualmente Gramsci evoluciona desde la «vanguardia
obrera» de los Consejos de fábrica a la concepción del «partido de vanguardia». Así se
produce el salto cualitativo por el cual el partido pasa a ser la forma superior de
organización de la clase obrera, en tanto que los sindicatos y Consejos de fábrica
constituyen las formas subordinadas de organización en las que se agrupan los
trabajadores para la lucha cotidiana contra el capital.
Un gran avance en la evolución de Gramsci, se produjo cuando tuvo que abordar, por
primera vez, de forma sistemática los problemas de la Italia rural. Gramsci se planteaba,
concretamente, no sólo el análisis de la situación de esa Italia subdesarrollada sino
también el de concretar el fundamento ideológico de las distintas dominaciones de clase.
Es decir, la función de la hegemonía política, cultural, intelectual y moral de un bloque
histórico. A juicio de Gramsci, la clase emergente sólo puede lograr tal hegemonía si
consigue despojarse de todo residuo corporativo y estar así en condiciones de crear un
sistema de alianzas de clase que le permitan erigirse en clase dirigente y dominante. De
ese modo el proletariado urbano, como protagonista moderno de la historia de Italia,
destruirá el bloque histórico constituido por los terratenientes del sur y los industriales del
norte, creando así las condiciones para una sólida alianza con las masas campesinas. O
sea, la constitución de un sistema de alianzas de clase que le permita movilizar contra el
Estado burgués a la mayoría de la población trabajadora.
Empero la cuestión campesina está en Italia históricamente determinada. No es «la
cuestión campesina y agraria en general». En Italia, la cuestión campesina tiene, por el
determinado desarrollo de la historia italiana, dos formas típicas peculiares: 1) la cuestión
vaticana (para la integración de los católicos de base en un proyecto revolucionario). 2) La
cuestión meridional (para resolver el problema de las alianzas de clase). Para Gramsci,
conquistar políticamente la mayoría de las masas campesinas significaría dominar esas
dos cuestiones desde el punto de vista social. Profundizando en tal análisis, Gramsci llega
a la conclusión de que la sociedad meridional italiana era, de hecho, un gran bloque
agrario constituido por tres estratos sociales: 1) La gran masa campesina amorfa y
disgregada. 2) Los intelectuales de la pequeña y media burguesía rural. 3) Los grandes
propietarios terratenientes y los grandes intelectuales.
Según Gramsci, los campesinos meridionales encuentran perpetuamente en
fermentación, pero, como masa, son incapaces de dar una expresión centralizada a sus
aspiraciones y necesidades. A su vez, el estrato medio de los intelectuales recibe de la
masa campesina el impulso para su actividad política e ideológica. Los grandes
propietarios, en el terreno político, y los grandes intelectuales, en el terreno ideológico,
centralizan y dominan, en última instancia, todo ese conjunto de manifestaciones. Como
es natural, la centralización se verifica con mayor eficacia en el terreno ideológico:
Giustano Fortunato y Benedetto Croce, desempeñan una relevante función en esa
unificación, como grandes intelectuales orgánicos que son del bloque histórico dominante
(paralelismo entre Croce y Ortega y Gasset en su respectiva función de grandes
intelectuales orgánicos del bloque dominante).
Para Gramsci, los intelectuales meridionales eran muy interesantes. Mas de las 3/5 partes
de la burocracia estatal está, por otra parte, constituida por meridionales. Tratando de
profundizar en el estudio de la Psicología de estos intelectuales, Gramsci comprobó que:
1) En todos los países, el estrato de los intelectuales ha quedado totalmente modificado
por el desarrollo del capitalismo. El viejo tipo de intelectual era el elemento organizativo de
una sociedad e base campesina y artesana predominantes; para organizar el Estado,
para organizar el comercio, la clase dominante cultivaba un determinado tipo de
intelectual. 2) La industria ha introducido un nuevo tipo de intelectual: el organizador
técnico, el especialista de la ciencia aplicada. 3) En las sociedades en las cuales las
fuerzas económicas se han desarrollado en sentido capitalista, hasta absorber la mayor
parte de la actividad nacional, este segundo tipo de intelectual ha prevalecido con todas
sus características de orden y disciplina intelectual. 4) En cambio, en los países cuya
agricultura ejerce una función todavía notable e, incluso, preponderante, sigue
prevaleciendo el viejo tipo, el cual proporciona la parte mayor del personal del Estado y
ejerce también localmente, en el pueblo y en el burgo rural, la función de intermediario
entre la administración en general y el campesino. En la Italia meridional predomina ese
tipo con todas sus características: democrático en su cara campesina, reaccionario en la
cara que dirige hacia el gran propietario y el gobierno, politicastro corrompido y desleal; no
se comprendería la tradicional figura de los partidos políticos meridionales si no se
tuvieran en cuenta los caracteres de este estrato social.
La clase dominante –la aristocracia, por ejemplo, en el modo de producción feudal– crea
en el curso de su desarrollo capas intelectuales –los empleados– que en el seno de una
de sus organizaciones (por ejemplo, la Iglesia) cumplen esas misiones específicas: esos
intelectuales son denominados orgánicos, en la medida en que pertenecen a una
organización íntimamente ligada a una clase esencial. En ese sentido, el partido es el
intelectual orgánico por excelencia. Los intelectuales no constituyen pues una clase
social, sino una capa social que dispone, vis a vis de la clase social a la que están unidos,
de cierta autonomía. El intelectual no discute el poder hegemónico de la clase social de la
cual constituye el funcionario organizador, pero puede entrar en conflicto con ella. Sin
embargo, incluso en esto los intelectuales se despegan de la clase dominante para unirse
a ella más íntimamente.
Intelectuales tradicionales.
Bloque ideológico.
Sociedad civil.
Hegemonía.
Gramsci –aparte de alguna referencia aislada en L´Ordine Nuovo– utilizó por primera vez
operativamente el concepto de hegemonía en su trabajo La cuestión meridional. Lo
profundiza y concreta en sus Cuadernos de la Cárcel. Después de una referencia inicial al
aspecto filológico. Del término griego «eghestai»: conducir, actuar de guía, actuar de jefe.
Tiene, por lo tanto, el significado de dirección y en ese sentido se empleaba para precisar
el carácter de ciudad hegemónica (polis eghemos) en las guerras del Peloponeso.
Gramsci se propuso elaborar con más rigor el concepto en el plano teórico-político, en
este aspecto, Gramsci se consideró deudor de Lenin, ya que el dirigente soviético lo
empleó por primera vez en su trabajo Dos tácticas de la socialdemocracia en la
Revolución Democrática. Sin embargo, Gramsci –en su terminología carcelaria–
consideró que era la más relevante aportación de Lenin a la «filosofía de la praxis» (el
marxismo) a causa de la relevancia filosófica de la política. Gramsci consideraba también
que el concepto de hegemonía podría ser incluso equivalente al concepto de dictadura del
proletariado. En esa perspectiva, la dictadura del proletariado sería la forma política y
estática, en la que se realiza la hegemonía, mientras que la hegemonía estaría constituida
por el momento en que se realizan las alianzas que constituyen la base social necesaria
para la «dictadura del proletariado», interpretando a ésta no sólo como la coerción sino
también como dirección política e ideológica.
Ahora bien, a pesar del explícito origen leninista del concepto de hegemonía, Gramsci
tuvo la oportunidad de elaborarlo a niveles de mucha mayor profundización teórica, al
interrelacionarlo con el concepto de bloque histórico. Y es que, en realidad, para Gramsci
sólo existe bloque histórico cuando la hegemonía de una clase sobre el conjunto de la
sociedad logra realizarse. Es la ideología de la clase dominante, «interiorizada»
socialmente mediante los aparatos ideológicos constituidos por los medios de
comunicación, la enseñanza, al Iglesia, etc., la que permite a esa clase dominante soldar
en torno suyo al bloque de fuerzas sociales diferentes. En los textos de Lenin, el concepto
de hegemonía aparece ante todo, como hegemonía política. Como ya señalamos,
Gramsci concede un gran valor a esta hegemonía política –incluso filosófico– pero
distingue también otras formas de hegemonía.
Gramsci y la cultura.
Nacional-Popular.
Transformismo.