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El parcializado y politiquero ministro del interior volvió a entrar en estado de histeria y abusando de su poder falló en torno a determinaciones de la Registraduria Nacional señanandole aplicabilidad a sus dispociones. Según la Constitución la Registraduría es autónoma y solo los altos tribunales tienen atribuciones para hacer lo que el ministro pretende.
El parcializado y politiquero ministro del interior volvió a entrar en estado de histeria y abusando de su poder falló en torno a determinaciones de la Registraduria Nacional señanandole aplicabilidad a sus dispociones. Según la Constitución la Registraduría es autónoma y solo los altos tribunales tienen atribuciones para hacer lo que el ministro pretende.
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El parcializado y politiquero ministro del interior volvió a entrar en estado de histeria y abusando de su poder falló en torno a determinaciones de la Registraduria Nacional señanandole aplicabilidad a sus dispociones. Según la Constitución la Registraduría es autónoma y solo los altos tribunales tienen atribuciones para hacer lo que el ministro pretende.
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El Ministro del Interior volvió a entrar en estado de preocupación,
como la ocurría hace seis o más meses atrás, cuando lo veíamos a través de la televisión enloquecido de un lado para otro dándole órdenes y haciendo ofertas a senadores y representantes sobre procedimientos legales o ilegales a utilizar para alcanzar la aprobación de la señalada y dudosa ley del referendo reeleccionista. La meta era logarla por las buenas o las malas. Como ya se está haciendo costumbre en este personaje, parcializado, fanático partidista y parcializado hasta los tuétanos, busca interferir en las labores de otros funcionarios que actúan con rectitud. Ahora su objetivo es el Registrador del Estado Civil, a quien trata de subyugar y darle instrucciones sobre qué debe hacer para garantizarle Uribe su continuidad en la presidencia. Vuelve y “falla sobre la legalidad y alcances de una determinación oficial”, tratando de suplantar a los altos tribunales. En un boletín de prensa busca señalarle dónde, cómo y cuándo tienen validez sus acciones, que deben ser autónomas y sin interferencias de otras dependencias oficiales, según la ley y la Constitución. Se muestra derrotado en sus intensiones politiqueras, mientras otros sectores diferentes al Uribismo recalcitrante del ministro, aceptan el nuevo censo electoral una acción democrática válida.
El desespero del ministro se fundamenta en que ellos “jodieron”
hasta donde les fue posible para que se revisara el Censo Electoral. Esgrimieron algunas teorías entre ellas que debía dar de baja algunos muertos, personas sin derechos civiles, militares, etc. pero a la hora de la verdad el respaldo económico para hacer, por parte del gobierno, fue negativo. El censo electoral en cambio de bajar, por el ingreso de nuevos ciudadanos, subió. Al gobierno Uribe, no le interesó la revisión del censo electoral y no giró los recursos necesarios para que esa labor fuera altamente minuciosa. Solo entregaron una parte, algo insuficiente. El tope para que resulte aprobado el referendo, en la eventualidad que la Corte la pase, no es de cinco millones de sufragantes como querían los uribistas, es de siete y medio millones de votos válidos. El Partido Liberal y Polo Democrático dijeron a través de sus voceros que no les preocupa el incremento del censo electoral porque no los afecta en nada. Los uribistas están que se orinan en la ropa que tienen puesta. El Ministro del Interior así lo demuestra con sus boletines de prensa. El Registrador señaló que, “Desde marzo le advertimos al Gobierno sobre la grave carencia del censo electoral, pero sólo hasta el próximo año habrá presupuesto para poder retirar las cédulas que sobran. No he contado con la partida suficiente para realizar la depuración. Hubo total despreocupación del gobierno”.
El Registrador que “es autónomo”, no lo ha dicho, pero el Ministro del
Interior, pasó por encima de esa autonomía y ordenó perentoriamente que, “tras las elecciones del Congreso, la Registraduría realizará nuevos censos electorales depurados para los comicios presidenciales y para los referendos, si surten el trámite en la Corte”. El aturdido Ministro del Interior dispuso que, “a partir del 1 de enero del 2010 la Registraduría podrá hacer uso de la Ley de Presupuesto, que lo habilita para utilizar los nuevos recursos”. Ese concepto lo debería haber emitió el Registrador en uso de su autonomía, pero no ha hecho. ¿Acaso el dos de enero ya le llegan los recursos al registrador y no tendrá que hacer esos tramites burocráticos, largos y engorrosos como todos los colombianos sabemos que ocurre en el gobierno? El Ministro del Interior dogmatizó que, “el censo electoral publicado por la Registraduría del Estado Civil el pasado 24 de diciembre, no puede ser el mismo que se utilice en las elecciones presidenciales de mayo ni en la eventualidad de aprobarse los dos referendos que estudia la Corte Constitucional”. Otro fallo que no le corresponde dar a él sino a los tribunales de justicia. ¿El ceso depende del ministro o del registrador? El peor acontecimiento de desespero uribista lo vimos en televisión cuando un atontando senador propuso, sacar del censo dos millones de ciudadanos que no han tramitado la cédula nueva para lo cual les dieron un semestre como nuevo plazo. Propuso otra puñalada trapera a los derechos ciudadanos y el respeto a la constitución. ¿Se le pueden quitar los derechos ciudadanos a 2 millones de colombianos porque un grupo de politiqueros quieren bajarle a Uribe el costo electoral de su reelección?
La verdad es que el censo electoral colombiano incluye a un total de
29.882.147 personas con derecho a ejercer el voto en las elecciones generales de 2010. “El censo se debe depurar, eso es verídico, lo repugnante es que en otros tiempos no muy lejanos eso le hubiera importado poco al uribismo, antes por el contrario lo utilizaron y en la costa hicieron votar a millones de muertos por Uribe, senadores y representantes. Como ahora han quedado en evidencia sus corruptelas, monstruosidades jurídicas de marca mayor les urge cuanto antes rebajar el umbral para seguir en el uso indebido del poder, pelechando en una orgía de la indecencia e inmoralidad. La posibilidad de que entre un nuevo gobierno y los juzgue, los aterroriza inmensamente por lo que tienen que apresurarse a tratar de implantar una dictadura a bajo costo electoral. El uribismo no está convencido de las supuestas cifras de popularidad, 86%, de su “Masquedios”. Están encalambrados del miedo porque saben que las verdaderas mayorías están hastiadas del elevadísimo nivel de corrupción, politiquería sucia, agros robo seguro, de las zonas francas para los hijitos de Uribe, de asesinatos de civiles indefensos en falsos positivos, de los desastrosos ministerios de desprotección social y de transporte, del desempleo creciente e imparable, del hambre generalizada 79% entre pobreza y miserables, desatino en el manejo de la economía en barrena, entre otros logros y régimen antidemocrático y pervertido. Los uribistas desde ya se sienten derrotados para siempre, de ahí el histerismo en el Ministerio del Interior.