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Lenguaje y Poder en la Sociedad del Conocimiento

II

La abundante circulación de información que posibilitan las NTIC ha transformado el


escenario de oferta y demanda mundial de bienes y servicios, poniendo al tráfico de
datos, información y comunicaciones en la primera línea de productividad, reduciendo
sus costos de transferencia y haciendo accesible la información y comunicación para
miles de millones de seres humanos, a la velocidad de la luz, aunque también, desde
luego, excluyendo a otros miles de millones que habitan en extensas áreas en las que,
por lo demás, ni siquiera se han alcanzado los niveles de desarrollo de la era industrial.

Estas nuevas diferencias en ciernes probablemente están produciendo ya clases de


personas que, como en el caso de anteriores saltos tecnológicos, tendrán acceso y
desarrollarán sus necesarias habilidades para integrarse a los grupos de punta de la
evolución humana, mientras que otras permanecerán atrapadas en fases anteriores del
conocimiento, tiempo y visión del mundo, como, por lo demás, podemos constatarlo en
diversos puntos del globo, en los cuales hay conjuntos sociales que habitan aún en el
siglo XV o, aún más, en la Edad de Piedra.

La convergencia y multimedialidad que permiten las NTIC están modificando los modos
en que las personas aprehenden y comprenden el mundo, tanto en lo que se refiere a
lo que entendemos como experiencias directas, como las mediatizadas, impactando y
transformando procesos neurobiológicos básicos para el futuro del conocimiento, tales
como la memoria (almacenamiento y recuperación), sistemas de búsqueda y captación
de información pertinente y relevante, así como las maneras de organización interna
que le hemos dado.

El aprendizaje parece no requerir ya tanto de la memorización de hechos y fenómenos


pasados –que pueden transferirse a bases de datos accesibles en cualquier momento y
lugar en la Web e Internet y sus artefactos nómades on line, con la sola condición de
una correcta indización- como de desarrollar las competencias para saber detectar y
ordenar oportunamente los nuevos hechos al alcance, aquellos que importan a la hora
de la innovación, en un entorno de conocimientos que se duplica cada 18 meses y que
deja obsoletas múltiples tecnologías, prácticas y productos en ciclos cada vez más
cortos. Desde luego, soportes revolucionarios de hace apenas una década, como el CD,
se encuentran el proceso de desaparición, reemplazados por “pendrive”, “discos
externos”, almacenamiento virtual y bases de datos universales en la red.

Las NTIC están produciendo un profundo cambio en la estructura de nuestros intereses


(las cosas en las que pensamos), el carácter de los símbolos (las cosas con las que
pensamos) y la naturaleza de la comunidad (el área en la que se desarrolla el
pensamiento)1. El comportamiento de las fuerzas de producción en su estado actual
promueve a un tipo de productor-consumidor que requiere valorar más lo que no sabe
y/o no tiene, que el corpus de conocimientos que almacena, suscitando en aquellos un
estado de alerta y tensión que incita a los agentes a una producción de innovación
acelerada, segmentada y personalizada, en un proceso de “desindustrialización
tecnológica” creciente.

Por lo demás, aquello está ocurriendo en un entorno de generación de información en


infinitas cantidades, de modo caótico e indiferenciado, que afecta los fundamentos de
la metódica y paciente estructuración de un cuerpo de conocimientos “validados y
estables”, como el de las ciencias, que incite la concordancia de voluntades en torno a
la importancia y probabilidad de hechos y permita seguir líneas de desarrollo e
investigación que profundicen y mejoren nuestro conocimiento y relación con el medio.

Es decir, la explosión de información de toda naturaleza, junto con incrementar las


posibilidades de conocimientos, ha producido también su opuesto, dado que, a medida
que se multiplica, el tiempo necesario para poder analizarla disminuye, convirtiendo al
buscador en un “infoconsumidor”, las más de las veces acrítico y descontrolado, cuya
memoria de corto plazo termina por eliminar enormes flujos de información, sin que
mucha de aquella, incluso útil para su desenvolvimiento eficaz en el entorno, pueda
integrarse en la de largo plazo.

Y mientras los canales a través de los cuales el cerebro del hombre que habita en la
Sociedad de la Información y del Conocimiento sigue captando señales que se
multiplican al infinito y cuya reproducción de realidad mediata mejora dramáticamente,
los sensores biológicos con los que se nutre de lo externo son los mismos con los que
percibía su medio hace 14 mil años, impactando sus concepciones de cómo conocer,
qué conocer y cómo y con quienes compartir estas experiencias con las que ha estado
enfrentando el medio pertinente para su supervivencia.
1 Sancho, J.Mª (2002, 2006) citando a Tedesco, Juan Carlos. El nuevo pacto educativo. Ed. Anaya. (1995).
Investigaciones realizadas en diversos países muestran que parte no irrelevante de la
memoria de sujetos nacidos después de los años 60 esta formada por hechos que
fueron captados a través de la TV, pero que éstos han archivado como experiencias
personales. Si bien la TV analógica no se incluye entre las denominadas “nuevas”
tecnologías de la información y las comunicaciones, la influencia de estas últimas en
las tradicionales (radio, teléfono, TV abierta) las ha llevado a un perfeccionamiento que
se observa en la calidad de reproducción de la radio digital, así como en tecnologías
como la TVDT (televisión digital terrestre), de cable o satelital; teléfono celular y otros.
Si la TV analógica dejó recuerdos ajenos como propios en las memorias de la gente,
imaginemos que estará ocurriendo con las actuales NTIC.

El proceso de modelaje de la visión de mundo que el fenómeno implica es un tema de


enorme importancia a la hora del análisis respecto de las perspectivas de la libertad
(de pensamiento, expresión y opinión), en la medida que, además, encuestas y
sondeos revelan que más del 70% de las personas reconoce informarse acerca de lo
que sucede en su entorno y el orbe sólo a través de la TV o medios audiovisuales y
cada vez menos, mediante textos, no obstante la abundancia de aquellos en Internet.

Se ha estado generando así una suerte de “tercera” realidad, de “sensorialidad” ficta,


determinada y construida por los intereses de la mediación que realizan las estaciones
de TV y demás medios audiovisuales sobre hechos y “noticias” previamente editados y
que una vez transmitidos, el espectador reputa “reales”, porque son ostensibles (los
“ve”), aun cuando al no mostrar entornos, causas y consecuencias (por requerimientos
de tiempo y rating), sea sólo conocimiento “mosaico”2, desmembrado, muchas veces
sin sentido, pero que redefine emociones, impulsos, conductas y actitudes que
terminan construyendo mundo de modo a-crítico y espontáneo.

La libertad de la voluntad de ser, la autonomía responsable, que debería caracterizar el


comportamiento humano civilizado, se mediatiza peligrosamente, porque no es la
persona quien críticamente conoce, sino que terceros que seleccionan, editan y
distribuyen según sus especiales intereses. Si a este fenómeno se agrega la reciente
avalancha de piezas audiovisuales enviadas por las propias audiencias, gracias a las
facilidades que otorgan cámaras digitales de bajo costo o incluidas en celulares a

2 Mar de Fontcuberta y Héctor Borrat. Periódicos: Sistemas Complejos, Narradores en Interacción. Ed.
Crujía. B. Aires. 2007.
través del “periodismo ciudadano”, la sensación de realidad que esos medios producen
aumenta exponencialmente, aunque no necesariamente el conocimiento de aquella.

Se escucha argüir que junto a las imágenes se entrega información textual fonética,
adecuada para dar cuenta de entornos sociales y políticos que den más densidad y
espesor de conciencia a la estructuración de las opiniones ciudadanas. Pero los mismos
estudios muestran que de dichos datos, sólo se retiene el 10% de la información
textual transmitida. Tal es el poder de la imagen.

Pero en la nueva sociedad, ya hay amplios segmentos de personas que se informan


sobre sus campos de acción con arreglo a la programación específica de sus
ordenadores aprovechando los sistemas Really Simple Sindication, o RSS, que lleva los
contenidos al usuario en vez de que éste acuda a las páginas Web a buscarlo;
mediante alertas Google y otros buscadores a través de e-mail, mensajes y noticias
enviadas automáticamente a celulares y otros artefactos nómades. Digg, en tanto, un
sitio Web principalmente sobre noticias de ciencia y tecnología que combina blogging y
sindicación en un colectivo sin jerarquías, con control editorial democrático, permite
que se publiquen artículos sobre una gran variedad de géneros. Los usuarios envían
noticias y recomendaciones de páginas Web y los ponen a disposición de la comunidad,
quien las juzga y jerarquiza, rompiendo el monopolio editorial de las grandes cadenas.

Se trata pues, de un proceso de revolución del conocimiento de proporciones en la


que, por un lado, la información como bien abundante se esparce como reguero de
pólvora alcanzando a miles de millones de personas que hasta hace poco no tenían, o
tenían acceso restringido a ella, y que, por consiguiente, induce a aumentar el uso de
aquella, aún cuando tales informaciones transfieran experiencias vicarias no
verificables que se asumen como realidad. Es decir, esta abundancia se nos presenta
como masa de datos informe, caótica, múltiple, indiscriminada, donde se mezcla
información y comunicación válida con engañosa; de calidad con bazofia; perenne y
perecible, que exige a las personas desarrollar competencias para distinguir hechos de
ideas, afirmaciones, opiniones, apreciaciones y juicios que les pueden ser útiles para
integrarlos a sus corpus de conocimientos para su mejor ajuste a un mundo en
constante cambio.

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