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DocIndex=719
Allí estuvimos entonces, compartiendo con Morin un encuentro que (como si fuera un
holograma) tuvo mucho de lo que conviene a caminos alternativos al actual modo de
desarrollo: afectividad, comprensión mutua, pensamiento crítico, intercambio y
aprendizaje.
Dada la riqueza del pensamiento moriniano, no fue sencillo tratar de capturar en escasos
cuarenta y cinco minutos de registro filmado algunas de sus más importantes
reflexiones sobre un tema caracterizado por su gran complejidad. En este marco,
decidimos transitar por algunas avenidas centrales del campo de la ética y el desarrollo
construidas desde las propuestas de Edgar Morin.
¿Cuáles vías para repensar de manera integrada el diálogo entre ciencia, ética y política?
¿Cómo articular una nueva perspectiva macropolítica planetaria con una necesaria
reforma de las micropolíticas cotidianas? ¿Cómo operan, en este sentido, las
definiciones de lo que Morin denomina Política de Civilización?
Llegamos aquí con una reflexión que nos supo dar en su momento el escritor
uruguayo Eduardo Galeano, quien en un pasaje de su obra nos dice: “El sistema, que
no da de comer, tampoco da de amar: a muchos condena al hambre de pan y a muchos
más condena al hambre de abrazos.”1 Galeano en ese momento plantea estas dos
grandes pobrezas: la pobreza de alimento y la pobreza del alma. Edgar, tú has
reflexionado largamente acerca de estas dos pobrezas; ¿cuál es tu perspectiva en este
sentido?
EM – Mira, la cosa sorprendente es que uno de los rasgos de la crisis del capitalismo
viene del interno de sí mismo. El caso Enron, por ejemplo, es de una corrupción interna
que hace a la desintegración de algunos sistemas... pero es sólo un rasgo. El otro rasgo
es la mundialización de la economía de mercado, en donde no hay ninguna regulación.
Vale decir que la regulación del FMI no es ninguna regulación, al contrario; tenemos el
ejemplo no únicamente en la Argentina, sino también en Marruecos y en otros países,
donde lo único que se ven son los aspectos económicos del presupuesto fiscal, y todo
esto es un producto de crisis. La crisis de Argentina es típica, producto del sistema
mismo, y también con factores endógenos evidentes, como la esclerosis de los partidos
políticos. Pero esta esclerosis no es únicamente argentina, la hay en otros países, pero
ahí hay la conjunción de varios factores: se produce una crisis y la política no puede
encontrar el pensamiento que permite salir de la crisis. De este modo, la debilidad del
pensamiento político al frente de los grandes problemas es también un factor de la
crisis.
LC – Tú piensas que allí hay dos niveles de problemas políticos: uno, a nivel nación –
donde podemos ver corrupción, ineficiencia en las administraciones– y otro a nivel
planetario. Tú has promovido la idea de una eficiente y humanizada administración
planetaria de las economías. Por lo que tú dices, ciertos organismos internacionales
pueden tener la forma pero no tienen todavía el desarrollo suficiente para generar o
promover una concepción más humanizada de la economía. ¿Es que reclamas otra
forma de gobierno planetario, otras instancias?
EM – Pero es que no hay otra forma. No hay. No hay ninguna forma de gobierno
planetario. Yo pienso que la dificultad del problema hoy día, cuando vemos la situación
del planeta, es que remite a las infraestructuras de una sociedad a un nivel planetario.
Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de
Capital Social, Etica y Desarrollo - www.iadb.org/etica
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¿Por qué? Bueno, una sociedad necesita un territorio con comunicaciones múltiples, es
el hecho; necesita también una economía interconectada, es el hecho. Pero lo que falta
es lo que existe en los Estados: en un Estado hay un poder de control, de regulación, de
Derecho, pues bien, este poder de control no existe. Lo que se necesita hoy día no es un
gobierno planetario, sino algunos poderes; un poder con un control de regulación sobre
la economía, como modo de luchar contra la especulación, como del tipo de la Tasa
Tobin –que no sé si funciona, en realidad–, pero podemos imaginar modos de luchar
contra la especulación. Hay posibilidades, si contamos con estos poderes de control y de
regulación de la economía. Una instancia que tenga poder para luchar contra la
degradación de la biosfera (cosa que no se hizo en Johannesburgo –se hizo una reunión,
pero sin ninguna decisión, ningún poder); falta una instancia internacional para asegurar
la protección de las culturas, que ahora están en camino de destrucción, sobretodo las
pequeñas culturas de los pequeños pueblos. Bien. Pero todavía más: la necesidad de que
las Naciones Unidas se vuelvan instancias para impedir las guerras y no favorecer las
guerras.
EM – Pienso, primero que nada, que hoy día lo que hace falta es la esperanza. La gente
es muy realista, no ve una esperanza en el porvenir. No hay más una idea de un
progreso mecánico, automático. En el porvenir no ve la esperanza, sino la
incertidumbre, el miedo. No ve ninguna perspectiva. Pienso que debemos hacer una
regeneración de la esperanza con esta idea de una política de civilización. Hay un
camino –no un programa–, un camino... Entonces se puede generar un movimiento, una
esperanza colectiva que ayuda mucho a las cosas, porque las gentes sencillas están
aisladas, no saben qué hay, pero... si hay un camino, entonces sería una resurrección de
una esperanza colectiva que puede traer mucha solidaridad y mucha información para
ayudar a los otros. Mira, no sé qué va a ocurrir en el Brasil, pero es evidente que hay un
movimiento de esperanza, un “se puede” que es necesario! Hay un movimiento
colectivo y también hay confianza, porque la persona de Lula no es del establishment
político clásico, es una persona que salió de la experiencia de la vida y también de la
experiencia de la pobreza... Entonces, pienso yo que hay una resurrección de la política,
y si hay una resurrección de la política se puede ayudar a las gentes, se puede hacer que
las gentes sencillas sean integrados en una esperanza y en un movimiento.
EM – Bien. Digamos que no basta hacer discursos o cursos sobre la ética. Pienso que
debemos entender que, si hubieran cátedras en la Universidad para la educación en la
comprensión humana –ya que una base del comportamiento ético es la de comprender al
otro...
LC – La ética de la comprensión...
EM – ...la ética de la comprensión. Si hay cátedras con estas cosas, que utilizan no una
disciplina, sino que utilizan los datos de la Psicología, los datos de la Sociología, los
datos de la Literatura..., bueno, si hay una cátedra sobre la condición humana, sobre la
identidad humana, entonces podemos entender lo que significa ser humano. Ser un
humano es una noción trinitaria. Porque es ser un individuo, es ser una parte de la
sociedad, y es ser una parte de la especie humana. Tres partes interrelacionadas: no se
puede separar las partes. Pero esto significa –desde el punto de vista ético– que hay una
ética individual del individuo por sí mismo y para los otros individuos, que es muy
fundamental porque la conciencia ética es el encuentro de dos individuos. Pero hay una
parte de la ética que es la relación con la sociedad. Si hay derechos, como derechos
democráticos, hay deberes también. Y hoy día, en esta situación planetaria, claro, hay
una ética más general de los humanos para salvaguardar la especie humana en esta crisis
de hoy. Entonces, si nosotros entendemos, si los alumnos entienden lo que significa ser
humano, lo que significa la comprensión, lo que significa la necesidad de enfrentar la
incertidumbre, en fin... todas las cosas que he desarrollado en el libro “Los 7 saberes...”3
estas son las cosas que pueden constituir las condiciones de la formación ética. Nos
preguntamos: ¿cuál es la diferencia entre la palabra “ética” y la palabra “moral”? La
moral significa lo que tú debes hacer como un deber; la ética también, pero con una
reflexión sobre los deberes, sobre lo que se va a hacer. La ética tiene una parte de
evaluación y de reflexión. Y pienso que para la ética es muy importante enseñar esta
reflexión. Tomamos, por ejemplo, la relación ciencia, ética y política. La ciencia
necesitaba –a partir de su desarrollo inicial en el siglo XVII, XVIII y XIX– una
independencia total frente a la ética, a la política, era una necesidad vital para su propio
desarrollo. Estoy pensando en Galileo, en Giordano Bruno y otros... En ese momento la
ciencia no tenía ningún juicio de valor, únicamente un juicio de hechos... Pero la
ciencia, hoy día, tiene poderes gigantes y no se puede más eliminar la ética; al contrario
de los primeros tiempos, debemos reintegrar la ética, y esto necesita una toma de
conciencia muy difícil por parte de los científicos, porque ellos viven en los
compartimientos de sus disciplinas. Sin embargo, algunos entienden los peligros: los
primeros fueron los científicos atómicos, hoy día hay varios biólogos... Bueno, es una
conciencia que también debe venir de los ciudadanos y debe venir de los políticos, para
hacer una conjunción. Porque se hace la conexión ética en ciencia, pero se necesita la
intervención política del ciudadano y también de los partidos. Hace falta esto, debemos
militar hacia esta conciencia. Debemos entender hoy día que es necesaria la integración
de la ética en la ciencia, en la economía, en la técnica, y una cosa fundamental es
ensanchar el concepto mismo de política. Y esto también se puede y se debe enseñar en
las Universidades.
EM – Sí, aunque yo no puedo resumirlo aquí, pero hay dos cosas importantes que
quiero plantear. Por un lado, la ética de las buenas intenciones no basta. Digamos, la
ética del tipo kantiano tradicional. ¿Por qué? Porque podemos hacer acciones con
buenas intenciones y con resultados terribles. No bastan las intenciones. Hay un
proverbio que dice “el infierno está empedrado de buenas intenciones...” Es lo que yo
llamo la ecología de la acción. Cuando se empieza una acción, la acción entra en un
circuito de interacciones con el ambiente y la sociedad, que puede cambiar su camino,
que puede hacer como el boomerang, volver en la cabeza. Y hay muchos casos en la
historia en donde las buenas intenciones han traído catástrofes. Gorvachov tenía las
mejores intenciones para reformar la Unión Soviética, pero el proceso de reforma hizo
una catástrofe. Como éste hay muchos casos en la historia. La ecología de la acción es
una cosa importante, no basta saber de las buenas intenciones, debemos controlar la
acción y si es posible cambiar el camino de la acción. Eso es un punto fundamental.
medicina, ¿qué hacer con las personas que viven en un coma profundo de donde no
pueden salir? ¿Sacar sus órganos para darlos a otro que pueda así sobrevivir? No lo sé...
Existe el imperativo hipocrático del respeto absoluto de la vida, pero también existen
otros imperativos para ayudar a otros. Debemos saber que la ética no es una cosa tan
simple, es una cosa difícil que necesita un empeño personal. Y pienso que si en la
educación podemos hacer entrar todos estos conceptos, podemos ayudar a la
transformación ética sin utilizar únicamente palabras como “hacer el bien”; no, porque
“hacer el bien”... bueno, la ecología de la acción muestra que no basta con hacer el bien,
ya que se puede constituir en un mal. Eso hace también parte de la reforma profunda de
la Universidad. Pero la cuestión, pienso yo, es que la educación puede tomar un papel
muy grande para el mejoramiento de las relaciones humanas en general; para todo: para
la paz, para la convivencia, para la comprensión. Puede tomar un papel muy importante.
Pero se debe reformar la educación para que la educación pueda tomar su papel. Ahora
la educación no puede tomar este papel. ¿Por qué? Porque hace un papel contrario.
Porque lo que la educación produce en masa son técnicos especializados, expertos,
todos especialistas que pierden la posibilidad de concebir los problemas fundamentales
y globales. La educación hoy día no es un factor que da la posibilidad de conocer las
cosas. Es también un factor de oscurantismo.
LC – Por eso en la reforma del pensamiento que tú propones, tres verbos claves son
contextualizar, globalizar y anticipar. En esta problemática de las contradicciones y de
las resonancias de las acciones, es bueno generar una forma de pensamiento que no
aísle –que contextualice–, que no mire sólo localmente –que globalice–, y que no
considere solamente el “aquí y ahora”, sino que anticipe los efectos de cualquier
acción.
EM – De verdad, porque en general las personas que han pensado en reformar las
relaciones humanas en el modo político, como en el socialismo, se han olvidado
totalmente de que hay una parte importante a reformar: las personas. Debemos
combinar las dos reformas. La reforma individual sola no es suficiente; mira, hay
muchas morales –éticas, del Evangelio, de muchas filosofías y religiones– que no han
dado ningún resultado: muchas religiones de amor se volvieron religiones de odio. Bien,
entonces, no debemos olvidar que hay una reforma ética, una reforma interior de las
personas, y que debe ir junto con las reformas de las instituciones y de las estructuras
sociales. Hasta ahora, los que han buscado la reforma institucional por sí sola han
fracasado también; en mi opinión, la experiencia de la Unión Soviética es muy
importante, porque se destruyó toda una estructura de explotación, de dominación
anterior y, a partir de esto, se crearon nuevos tipos de dominación y de explotación.
Entonces, debemos combinar los caminos.
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El autor hace referencia a la obra de Edgar Morin “Mis Demonios” (Ed. Kairós, Barcelona, 1995).
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EM – Es esto. Entonces, para andar por este nuevo inicio, en une nouvelle
recommencement, hay muchas preliminares que se hacen necesarias, así como también
la idea de la reforma de vida. Porque cuando buscamos la reforma de vida, hablamos
también, por ejemplo, de promover la agricultura biológica, de luchar contra la
standardización, contra las cosas terribles que trae la rentabilidad, y tantas otros
desafíos. Hay muchas cosas que permiten de vivir el sí mismo en mejor relación con los
otros. El redescubrir la dimensión estética de la vida, la dimensión poética de la vida.
Digamos que, si nosotros podemos saber que hay tres caminos, si podemos combinar un
camino político-social, un camino de cambiar la vida y un camino de la reforma ética,
podemos empezar a abrir un camino de la esperanza.
LC – Muchas gracias, Edgar. Ha sido muy grato compartir este tiempo contigo, en tu
estudio, en tu casa, en un día otoñal pero esperanzado. Y esperamos que estas
reflexiones sirvan también para promover entre todos nosotros estas necesarias
solidaridades.
EM – Gracias a ustedes.