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El lazo rojo

Por Sergio José Martínez Primiani


yeyopepe@gmail.com

Enero 2010
-¡¡DIOSSSSSS!! ¡¡CÓMO DUELE!! Aún ahora le resultaba una sensación rara. Se sentía como si estuviera
sumergida en un líquido muy denso. Llevaba ya bastante tiempo
-Tranquila, cariño, tranquila. Estoy aquí contigo y todo va a salir bien, sintiéndose así, pero nunca dejaba de producirle sorpresa cuando
ya verás. He llamado a la ambulancia y estarán aquí en un minuto. pensaba en ello.

-¡No quiero que estén aquí en un minuto! ¡¡QUIERO QUE ESTÉN El tiempo parecía discurrir más despacio. Aún más que de costumbre.
AQUÍ YA!! No porque tuviera la impresión de que todo ocurriera a cámara lenta,
sino porque en aquel sitio no era capaz de ver nada en absoluto y, por
Los gritos resonaban en la amplia y casi vacía sala de estar. Poco más lo tanto, no tenía referencia alguna. Llevaba ya un tiempo a oscuras
de dos semanas después de haberse mudado apenas habían tenido allí quieta, pero parecía que hasta ahora nunca había sido consciente
tiempo de amueblarla con lo mínimo: una cama para el dormitorio y un de ello. Era ahora cuando "veía" la oscuridad. Una oscuridad sólo rota
sofá para la sala. por un débil y diminuto punto luminoso por encima de ella y que,
juraría, antes no estaba.
Todo había sido quizás demasiado rápido, teniendo en cuenta las
circunstancias, pero la oferta por aquella casa había sido irresistible. El Sus movimientos eran lentos, pero no de forma deliberada. Sabía
mismo día que el camión de la mudanza transportaba sus cosas a su exactamente qué hacer, pero mientras lo hacía no creía que fuera ella
nueva casa, unos pocos obreros se afanaban en reparar las ventanas la que lo estuviera haciendo.
rotas y otros males menores antes de su llegada.
Percibió una sombra sobrevolando su cabeza.
Aparte de la cocina, la única estancia que se podía considerar
amueblada era la que sería para el nuevo miembro de la familia, en la Alzó primero los brazos y un segundo después la cabeza, como si cada
primera planta. parte de su cuerpo se moviera coordinadamente con las otras, pero
manteniendo cada una su independencia.
Uno que ya estaba dando guerra antes de llegar - Pensó Carlos.
Sintió como si algo tirara de ella suavemente hacia arriba. Algo la
-¡Venga, mi vida! Respira como nos enseñaron. Así, así... Tranquila, elevó del suelo, aunque no tenía muy claro si era ella misma la que
tranquila - Él ya casi no tenía esperanza ninguna en que la ambulancia "subía" o era esa fuerza misteriosa. O las dos cosas a la vez. O una
llegara antes de que su mujer diera a luz, pero no podía dar ninguna primero y otra después.
señal de ello. No quería ni imaginarse lo que sería que tuviera el bebé
allí mismo. La sombra parecía enmarcar el punto de luz que por momentos parecía
un poco más intenso. Notó como algo le pasaba por la cabeza,
-CÁLLATE YA. ¡JODER! ¡NO PUEDO MÁS! - Ana sabía que Carlos lentamente, acariciéndole primero las sienes y luego el lateral de la
estaba haciendo todo lo posible por mantenerse tranquilo y, de paso, no cara, hasta su cuello.
alterarla más a ella. Aunque en esos momentos ella creía que era
imposible estar peor - ¡NO PUEDO, NO PUEDO! Su instinto le decía que tenía que mirar hacia abajo, pero creía que
hacerlo era una mala idea. Un acto que no haría sino más difícil todo
Carlos había intentado preparar todo como lo hacían en la tele. Lo aquello. Optó por alzar aún más su cabeza, concentrándose en captar
primero que hizo cuando Ana le llamó desde la cocina para informarle la imperceptible calidez de aquella luz.
de que había roto aguas fue acompañarla al sofá y recorrer la casa
como un poseído en busca de toallas limpias, un cubo para llenarlo de En todo este tiempo tampoco había dicho nada, ningún sonido había
agua caliente y todas las gasas que había podido reunir. No recordaba salido de su garganta. No creía que pudiera hacerlo aunque quisiera.
dónde había visto lo de las gasas, pero en aquel primer momento de Sentía un malestar en el pecho, como si tuviera algo allí dentro que lo
sorpresa la idea le había parecido lo más normal del mundo. ocupara todo. Por momentos le era tan difícil respirar que creía que no
iba a poder seguir haciéndolo.
Sólo después de todo aquello había llamado a la ambulancia, apenas
cinco minutos después de que Ana empezara a gritar. Cinco minutos Y, de golpe, el tiempo se aceleró.
que ahora se le antojaban cruciales.
Sintió una fuerza intensa que tiraba de ella en una dirección mientras
-¿Pero no se supone que los partos pueden durar horas? - Estaba visto parecía que su cuerpo deseara ir en dirección contraria.
que aquel no era el caso.
Sucesivas oleadas hicieron que esa fuerza fuera aumentando. Era
Entonces lo vio. Allí, entre las piernas de su mujer, vio lo que supuso como un vaivén que empezaba en los pies e iba subiendo hasta su
sería la cabeza. Levantó la vista hacia Ana y cuando sus miradas se cabeza.
cruzaron, no hizo falta que él dijera nada para que ella se diera cuenta
que no había manera de parar aquello. La presión de su pecho iba en aumento.

-Va... Vale, cariño... Tienes... Tienes que empujar... Empujar. Ya no Desobedeciendo a su instinto no pudo resistirse e intentó girar su
puedes parar... Así que tranquila - Carlos agarró un par de toallas del cabeza hacia dónde creía que estaban sus pies... Y por última vez el
montón que tenía preparadas y las colocó como pudo debajo de la tiempo volvió a cambiar.
pelvis de su mujer y cubriendo parte del sofá. Luego dudó un segundo
y finalmente abrió apresuradamente un paquete de gasas y las esparció Todo pareció detenerse.
por encima de las toallas. Mal no van a hacer - Pensó.
De repente dejó de sentir la tensión entre su cuerpo y aquella
Ana había dejado de gritar y ahora se concentraba en gruñir y apretar misteriosa fuerza.
los dientes todo los posible mientras intentaba recordar las clases para
el parto a las que había ido: un empujón intenso mientras exhalaba el Aquella luz pareció entonces volverse progresivamente más y más
aire, seguido de una relajación y una inspiración. A partir del tercer intensa.
intento ya no sabía cuando inspirar o cuando expirar y sólo quería que
aquello saliera de una vez. Supo que había llegado la hora, que el camino que llevaba tiempo
recorriendo se había terminado.
Carlos no sabía como coger aquella pequeña cabeza que ya sobresalía
por completo del cuerpo de Ana. No se atrevía a tirar de él, así que se A dónde quiera que sea, he llegado.
limitaba a ir sujetándolo según iba saliendo poco a poco mientras
respiraba ruidosamente para ayudar a Ana a seguir el ritmo adecuado. Cerró los ojos y lo último que pensó fue que era extraño. Nunca se lo
O al menos el que él recordaba como adecuado. hubiera imaginado así.

De repente el bebé quedó completamente tendido sobre sus manos.


Volvió a levantar la vista y vio que Ana había relajado finalmente la
cabeza, recostándola sobre el sofá, con los ojos cerrados y respirando
trabajosamente.

Pero no lloraba. Tiene que llorar, ¿no? - De repente Carlos sintió una
opresión en el pecho fruto del miedo - ¡Ah! Claro, hay que ayudarle.

Delicada y lentamente Carlos agarró a su hijo por los tobillos, con su


mano izquierda, elevándoselos por encima del resto del cuerpo, sin
soltar con la otra mano su cabeza por miedo a que se le escapara - Esto
es lo que se suele hacer, ¿no?

Afianzando de nuevo su agarre, retiró muy lentamente la mano que


aún sostenía al bebé, y cuando se sintió seguro le dio lo que resultó ser
un pequeño empujón en las nalgas. Nada. Lo volvió a intentar, un poco
más fuerte. Nada.

Por un momento se fijó en sus manitas, tan pequeñas y aún inertes. En


uno de sus deditos de la mano izquierda tenía como una pequeña
marca que lo rodeaba.

Ya sabía yo que el pobre no podría librarse de antojos y cicatrices


familiares.

Cuando retiraba un poco la mano derecha para volver a intentarlo con


más fuerza y determinación, un agudo grito resonó en la estancia,
mientras a lo lejos se empezaba a escuchar la sirena de una
ambulancia.

***
-Deberíamos decirle algo. Desde que había nacido, Lucía había demostrado que necesitaba poca
gente a su alrededor.
-¿Tú crees? A mí me parece normal.
Una noche, antes de cumplir el año de vida, sus padres pasaron a ver
-Normal cuando tenía 5 años, pero con 8 ya me preocupa un poco - como dormía su hija antes de irse ellos mismos a la cama. Cuando
Ana estaba todavía en bata, esperando a que sus tazas de leche se entraron en su habitación la encontraron de pie en el centro de la cuna.
calentaran en el microondas. Su equilibrio era inestable, pero se mantenía erguida, con los brazos
estirados, pero sin apoyarse en nada. Y sin decir nada en absoluto.
-Es sólo que tiene demasiada imaginación, mujer, como se suele decir.
Mi madre me dijo una vez que yo también tuve amigos imaginarios Dos meses después sus padres ya estaban acostumbrados a no tener
hasta los 7 años. Y que se acabaron "marchando" por sí mismos. Justo que estar tan pendientes de ella, ya que hacía tiempo que su andar era
cuando nos mudamos a la ciudad y empecé a tener más compañía que seguro y había aprendido a que no todo lo que había en las mesas y
los animales de la granja. estanterías se podía tocar, aunque pudiera.

-Lo que tú digas, pero ni aquí estamos en una granja ni yo soy tan Antes de cumplir los dos años su madre dedicaba bastante tiempo a
despreocupada como tu madre. No digo que haya que destrozarle la buscar por Internet colegios que ofrecieran programas para niños con
inocencia, sólo que a lo mejor deberíamos hablar específicamente de capacidades especiales, al tiempo que analizaba el presente y el futuro
sus "amigos". Si le hacemos consciente de que nosotros no los vemos de la contabilidad familiar, calculando lo que podría ahorrar por año
ni oímos, puede que empiece a analizarlo todo de una vez y acabe para pagar lo que esos colegios cobraban.
madurando un poco, ¿no?
Cada vez que llegaba a un resultado que parecía imposible sin la ayuda
-Pero si no veo problema ninguno. Primero tenía un puñado de de un crédito bancario miraba a ver qué nuevo libro estaba leyendo su
"amigos" y ahora, poco a poco, se ha ido olvidando de ellos. Sigo hiija. Libros que ni ella ni su marido habían leido nunca. Muchos de
opinando que es un proceso natural que debe seguir su curso - Carlos ellos que ni tan siquiera conocían.
todavía creía que aquella charla podía terminar sin que tuvieran que
enfadarse. Menos mal que por el momento las bibliotecas siguen siendo gratis -
Pensaba.
El microondas emitió la alarma que indicaba que había terminado el
tiempo. Mientras Ana abría la puerta y sacaba con cuidado ambas Meses antes de cumplir los cuatro Lucía solía contarle a sus padres lo
tazas, Carlos buscaba el bote de café y el de azúcar en una de las interesante que sería viajar a las reservas naturales de África, los
estanterías. beneficios del uso de células madre con fines médicos, o los peligros y
maravillas del uso de las redes sociales en Internet. Sus padres nunca
-Ya, pero la primera que tuvo fue la niña esa de la que siempre habla supieron cuando fue la primera vez que su hija tocó el ordenador
y, casualmente, es la última que queda. ¿No tendrá algún tipo de personal de la casa, mucho menos cuándo y cómo se había creado un
obsesión o algo? perfil en alguna de las más famosas redes sociales.

-Vale, vale - Carlos decidió que ya había tenido suficiente sobre el Primero pensaron que había sido el otro el que la había estado
tema por el momento - Veré qué puedo hacer, pero no empieces con lo instruyendo y vigilando; y luego que en el colegio se habían
de que sólo piensa en niñas. extralimitado un poco enseñándole ciertas cosas a tan temprana edad.
Vale que la niña fuera muy madura e inteligente para su edad, y que el
-¡No te estoy diciendo que lo hagas tú solo! Te digo que AMBOS colegio aquel les cobraba lo suficiente para enseñarle eso, y mucho
debemos hablar con él. más, pero todo debía tener un límite.

-Que sí, pesada, que sí... Finalmente se dieron cuenta de que había sido ella sola la que había
rellenado los datos de su perfil en dicha red. Así Lucía figuraba como
Desde su habitación el segundo Carlos de la familia escuchaba el una mujer de 45 años, médica, casada y con 2 hijos. Lo supieron el día
apagado y familiar rumor que producía la conversación de sus padres que ella les avisó de que les había enviado una invitación para
en la cocina. añadirles como "amigos" en su "red".

Se obligó a centrar de nuevo su atención en su mejor amiga: Es mucho más fácil así - Les había dicho - Así nadie me molesta con
invitaciones inútiles. Y podéis ver todo lo que hago, que tampoco es
-Te digo que tienes que decirle a tus padres que te ayuden a usar el gran cosa.
ordenador. Así podría enviarte un montón de cosas interesantes y no
sólo tendrías que escucharlas por mí - La voz de la niña se notaba un Cualquier objeción a aquello parecía no tener sentido, así que
poco impaciente, como si esta conversación ya la hubieran tenido decidieron hacer lo que hacían siempre que su hija los asustaba con
muchas veces antes. comportamientos tan impropios para una niña de su edad: la dejaron en
paz.
-Te digo que no es que no quiera, pero no tengo tiempo. Prefiero ir a
los entrenamientos de balonmano, o a la piscina, o a jugar con mis Sólo había una cosa que les resultaba familiar a los padres de Lucía.
amigos. Un detalle que les recordaba que, efectivamente, su hija era apenas una
niña sin experiencia real en la vida, por más que fuera un cerebrito:
-¡Hiiiii! - Carlos ya estaba acostumbrado a los chillidos de su amiga -
Parece mentira que con tu edad y en pleno siglo XXI no tengas ni Lucía tenía un amigo imaginario.
correo electrónico.
Cierto era que ya con ocho años resultaba un poco raro que tuviera un
-La verdad es que me da igual - Carlos se encogió de hombros. amigo imaginario. Más aún cuando se había convertido en una
enciclopedia con piernas y físicamente parecía tener cuatro años más.
-¿Y qué pasó ayer que no nos vimos? - Los cambios rápidos de tema Pero ese pequeño detalle les parecía tan inocente, tan infantil, que, de
eran una de las manías de la niña. momento, preferían hacer la vista gorda. Hacía mucho tiempo que
Lucía no se comportaba como una verdadera niña.
-No sé. Estaría cansado. Tampoco me acordé, lo siento - otro
encogimiento de hombros. -Se llama Carlos y tiene mi misma edad - Le había dicho un día a su
padre, poco antes de su séptimo cumpleaños.
-No estoy enfadada, sólo te pregunto. Desde hace un tiempo pasa que
de vez en cuando no nos vemos ni hablamos. A veces se me olvida a -¿Ah, sí? ¿Y es guapo?
mí también, ya lo sabes, pero ha habido alguna vez que quería y no fui
capaz. No sé... -No sabría decirlo, ya que eso es algo muy subjetivo. Me gusta estar
con él, y cuando se echa a dormir me gusta mirarle la cara porque
-Pues con tanto que sabes me extraña que no lo hayas investigado ya. parece tan relajado...

-Ya te dije que a lo mejor a tí no te importa el por qué de las cosas, -Eso es que es guapo. Pero... ¿dormís juntos?
pero...
-¡No! No tendríamos sitio en mi cama, papá, no sería correcto con
-No me quita el sueño - dijo mientras bostezaba y pensaba en que nuestra edad y, además, físicamente es imposible.
todavía podría dormir un poco más antes de que su madre viniera a
despertarle del todo. -Menos mal - Le dirigió una sonrisa a su hija mientras le ponía la mano
sobre el muslo - Está bien que se eche aquí la siesta cuando quiera,
-Decía... Que aunque a tí no te importe, a mí sí, por eso me fastidia pero mejor es que se vaya a su casa a dormir. Sino sus padres le
tanto no haber encontrado nada dónde hablen de algo ni reto... re-mo- echarán de menos.
ta-men-te parecido a esto. Y si además parece que cada vez es más
frecuente... La miró durante un segundo a los ojos - ¿Y de qué habláis?

A Carlos le seguía haciendo gracia como a Lucía, después de tanto -Bueno, no habla mucho. Entre que él es más bien callado y yo, que me
tiempo, le seguía resultando difícil pronunciar palabras que tuvieran gusta hablar mucho...
erres y emes tan juntas. Re-mo-ta-mente... - Pensó mientras su amiga
se alejaba y él volvía a caer dormido con una sonrisa en los labios. -Qué me vas a contar...

-Aunque cuando pregunta se nota que ha estado pensándoselo. Suele


hacer las preguntas más interesantes - Los ojos de la niña bailaban
contínuamente entre un punto indefinido a su izquierda y el rostro de
su padre.

-Un chico listo - Antes de levantarse de su silla y dar por terminada la


charla mantuvo su mano sobre la pierna de su hija un segundo más de
lo necesario.

***
-¿Y dices que esta noche otra vez? Lucía no recordaba exactamente cuando había sido la primera vez,
pero siempre le quedaba grabado a fuego, en el cuerpo, la última.
-Joder, macho... A este ritmo no vas a poder aguantar.
Cuando intentaba hacer memoria, cosa que le producía más daño aún
Carlos miró una vez más al otro extremo de la calle, deseando que el pero que no podía evitar, sólo podía pensar en una fecha aproximada.
autobús de las 18.30 apareciera antes de que todo el mundo se enterara Eso era lo máximo que se permitía recordar.
de lo que había soñado la última noche. Eso le pasaba por contárselo a
esos dos. Cuando tenía trece años llegó a casa con su primer suspenso. No te
preocupes - Le había dicho a su madre - Fue un despiste. No volverá a
-¿Queréis hacer el favor de bajar la voz? Ni que fuera tan raro. pasar.

-Hombre, que tengas sueños cachondos con tias buenas no es raro. ¡Lo Antes de que cumpliera catorce sus padres fueron llamados al colegio
raro es que nunca llegues al final y siempre sea con la misma! - Sus en cuatro ocasiones para hablar con los profesores acerca de los malos
dos compañeros de clase se rieron y miraron, cómplices. resultados que su hija había estado obteniendo los últimos meses. Su
cambio de actitud también había sido detectado, pero durante un cierto
En eso tenían algo de razón, admitió Carlos. Con 17 años lo normal tiempo sus malas notas fueron el eje de todas las discusiones.
era estar cachondo todo el día, tener sueños húmedos por las noches,
comentarlo con los amigos y cosas así. Pero calificar a sus sueños de Durante los últimos 3 años la cosa había ido empeorando, hasta el
"húmedos" era una simpleza que él, al contrario que sus amigos, no punto de que su madre ya había tenido que suplicar dos veces al
cometía. No eran ellos los que tenían aquellos sueños casi todas las director una nueva oportunidad para su hija.
noches...
- ¡No lo entiendo! - Le decía mientras la veía sentada en el sofá, con la
La primera vez que recuerda haber soñado con ella fue hace unos cabeza baja, mirando fíjamente la marca de nacimiento que tenía en el
años. Fue un sueño aislado, dónde veía a una chica de, más o menos, dedo anular de la mano izquierda. A sus 17 años Lucía se había
su misma edad, durmiendo sobre una cama. convertido en una joven de rasgos delicados y atractivos, pero hacía
tiempo que no quedaba en ella ni rastro de la alegría y energía que le
La segunda vez: dos semanas después. Lo mismo. había sobrado de niña.

La tercera vez fue cuando la chica no estaba dormida, sino despierta. - ¡No lo entiendo! - Repitió - ¿Qué es lo que te pasa? Primero que si la
Parecía la misma habitación, pero en esta ocasión ella se encontraba pubertad, luego que si la adolescencia, ahora que si depresión... ¿Qué
sentada enfrente de un ordenador. es lo siguiente que me dirán en tu colegio?

Poco a poco los sueños fueron aumentando su frecuencia y, poco a - No pasa nada...
poco también, fue cambiando el sueño en sí. Al principio parecía que
él estuviera en aquella habitación, junto a ella. Al cabo de un año más - ¡Claro que pasa! Llevamos ya un montón de tiempo en el que "pasa"
o menos, y sin que se hubiera percatado del cambio, soñaba que "él" algo. ¡Y lo peor es que, cada vez que voy a hablar con tus profesores,
era "ella". tengo que escuchar que lo que pasa es que no haces nada de lo que te
mandan! No es que no seas capaz o no seas lo suficientemente
- Es raro de explicar - Le contó una vez a su madre una tarde que su inteligente, sino que... no te da la gana.
padre aún no había llegado del trabajo - Siento que soy yo, pero
cuando me veo en un espejo, es el cuerpo de ella. Es la misma chica - Pero sigo aprobando, ¿no? - Lucía mantenía la misma expresión
con la que soñaba antes, pero ahora parece que me he convertido en desde el inicio de la discusión con su madre.
ella.
- ¿Y eso qué significa? ¿Qué crees que ganas sacando aprobados al
- ¿Quieres decir que... "¿Estás dentro de ella?" - Ana se sentía siempre segundo o tercer intento? Para hacer eso te vas a un instituto público,
un poco incómoda tratando aquellos temas con su hijo, sobre todo que no nos cuesta nada y aprobarás sin problemas y sin dar un palo al
teniendo en cuenta que casi era mayor de edad. Normalmente era agua. ¿Es eso lo qué quieres?
Carlos quién se encargaba de esas cosas - ¿Qué es exactamente lo que
hacéis? - No.

- Te he dicho que no es eso, mamá. Yo por mí mismo no "hago" nada, - Pues o me dices de una vez qué es lo que te pasa o a ver qué
porque es "ella" la que lo hace. Quiero decir... Yo estoy dentro del hacemos...
cuerpo, siento lo que ocurre... Pero no tengo control sobre ello. ¡Uf!
No sé como explicarlo mejor, pero... Es raro. Y no sólo por estar en el Antes de que el ruido de la llave girando en la cerradura de la puerta se
cuerpo de una mujer. oyera con claridad, Lucía se levantó y se dirigió a su habitación.

- Por lo que me cuentas eres bastante consciente de todo mientras - ¿Y ahora te vas? ¡Lucía! ¡Puf!
sueñas eso, ¿no?
Lucía escuchaba como su madre la llamaba y refunfuñaba desde la
- Sí. Aunque la mayoría de las veces, cuando me doy cuenta, es sala, pero ella no podía estar más allí. Tenía que subir las escaleras,
cuando me despierto. A veces me da la sensación de que "ella" sabe irse a su habitación y...
que estoy allí, pero cuando eso ocurre también me despierto.
¿Y qué? Hacía ya mucho tiempo que la pequeña Lucía que su madre
- Y... ¿Soléis estar solos, en una casa? - Ana quería estar segura de que añoraba no existía. Ya casi nada importaba, nada tenía sentido. Hacia
aquello no era un asunto para su marido. tiempo que los dias se habían convertido en... en un ruido... un ruido
blanco, que llenaba el vacío que se formaba entre noche y noche. Y ese
- Hasta ahora siempre estamos en una casa que no conozco, aunque vacío era mil veces más deseable a lo que la esperaba por las noches.
hay algo que me hace pensar que sí. Pero por más que lo pienso no
soy capaz de reconocerla. Y lo peor es que no era cada noche. Nunca sabía cuándo sería. Había
periodos en que era cada noche, había otros en que a lo mejor pasaba
- Es lo habitual en los sueños, Carlos - Ana miró la hora en el reloj de una semana, o dos, sin que ocurriera nada. En esos dias de tranquilidad
pared y se arregló la falda - Tu cerebro recurre a recuerdos pasados, parecía que recuperaba un poco su antiguo yo. Sentía como empezaba
cosas que ha visto u oído, aunque tú no los recuerdes... Puede que de nuevo a pensar con claridad. Sentía vergüenza y pena de sí misma.
hace tiempo hayas visto algo en la tele y te haya marcado sin que te No entendía cómo había llegado a esto, cómo había aguantado tanto...
dieras cuenta... Yo no le daría mayor importancia - Le cogió la mano y
se levantó de la silla mientras se la apretaba suavemente - Ya verás Y entonces volvía a ocurrir. Y entonces todo volvía a como era desde
como en unos dias ya ni te acuerdas. hacía mucho tiempo.
- Eso pensé la primera vez, mamá, pero no hay manera. Llevo mucho Pero era también durante las noches cuando ella tenía su mejor
tiempo así... y cada vez va a "peor". Quiero decir, cada vez los sueños momento del día. Cuando lograba conciliar el sueño de madrugada,
duran más, todo parece más vívido y cuando me despierto tengo una soñaba. Y soñaba siempre con él.
sensación muy extraña.
Cuando cumplió los 9 años pensó que ya no tenía edad para seguir
- Bueno, pues no sé... Si no quieres hablarlo con tu padre porque dices diciéndole a sus padres que tenía un "amigo imaginario", así que un día
que "no es lo que nosotros pensamos"... ¿Quiéres que vayamos a un decidió dejar de hablar de él. Tampoco había sido una mentira, porque
psicólogo, se lo cuentas y a ver qué te dice? la verdad es que ya hacía tiempo que casi no le veía ni le oía. Había
dejado de "sentirlo" cuando estaba despierta y había pasado a soñar
- ¿Tú crees que servirá de algo? con él cuando dormía.

- Lo que no va a servir es que estés todo el día pensando en ello y, ni Por más que había buscado e investigado sobre el tema, nunca había
estudies, ni atiendas en clase, ni nada. Si es importante para tí, mejor encontrado otra explicación a aquello. Al menos nada más allá del
intentar averiguar qué es todo esto, ¿no? diagnóstico de esquizofrenia u otra larga lista de desórdenes mentales
que Lucía estaba convencida que no sufría.
- Supongo que sí... Gracias, mamá.
Con el tiempo todo se volvió más difuso y... etéreo, diría. Poco a poco
- De nada, cariño. Intenta relajarte y olvidarte de esto un rato a ver si fue olvidando los detalles, y llegó el día en qué ya no se acordaba de él.
esta noche puedes descansar.
Años después encontró sus diarios. La idea de escribirlos, unos diarios
dedicados exclusivamente a aquella extraña experiencia, le había
Mientras veía a su hijo salir de la cocina con cara pensativa, Ana parecido genial de niña. Ahora, aquello sólo parecía una extravagancia
pensó a su vez en la discusión que tendría luego con su marido. más de una niña "especial".

¡Habíamos quedado en que no sacaríamos la idea del psicólogo, sino En aquellas libretas todo lo que leía le parecía extraño, como si hubiera
que fuera él el que lo acabara pidiendo si sentía que lo necesitaba! - sido otra persona la que las hubiera escrito. No se reconocía entre toda
Diría todo enfadado cuando le contara la conversación con el chico. aquella palabrería, como tampoco reconocía ni recordaba al tal Carlos
cuyo nombre aparecía en todas aquellas hojas.
¡Me da igual! - Diría ella - Esto ya lo teníamos que haber abordado
hace mucho tiempo. Primero fue cuando de niño tenía a esa "chica" Leer todo aquello resultó ser un detonante y empezó a soñar con él. A
como amiga imaginaria y ahora seguía soñando con ella de esa manera priori no sabía si era el mismo Carlos o cualquier otro chico,
tan... ¡Y con 17 años que tiene ya! Y tampoco estoy segura de que físicamente no lo reconocía, pero "sabía" que era él. Y aunque no era
fuera buena idea no decirle a estas alturas lo que pasaba cuando era capaz de dar una explicación racional, sólo el creerlo la tranquilizaba.
pequeño. ¿Qué pasará cuando se lo tengamos que decir al psicólogo y
él esté delante? Al principio soñaba viéndolo hacer deporte, estudiar en lo que supuso
era su clase en un instituto, en una casa extrañamente familiar viendo
Soy yo la que está enfadada. ¡Y que Dios le ayude como se atreva a la tele... Meses después ya no soñaba que estaba con él, sino que era él.
decirme algo! No tenía ningún control sobre sus acciones, pero disfrutaba y sufría
como si fuera ella la que hacía todo aquello.
Mientras Carlos salía de la cocina y se encaminaba hacia su Sentía que aquellas cortas horas de evasión nocturna eran lo único que
habitación, pensaba en qué le diría al psicólogo. Lo mismo que a su la mantenían con vida.
madre, desde luego, pero había algunas cosas más que no le había
contado para no preocuparla. De todas formas, lo importante era soñar Es triste pensar así con 17 años - Reflexionó por enésima vez.
siempre lo mismo, no lo que se soñaba, ¿no?
Cuando escuchó el sonido del pomo de la puerta de su habitación
girando, se sobresaltó y se encogió involuntariamente.
Pero tenía que contarle todo al psicólogo si no quería que aquello
fuera una pérdida de tiempo. Tenía que decirle como al principio se Miró el reloj y vio que eran las 23.41.
excitaba cuando soñaba con ella y lo que le gustaba verla cuando ella
se quitaba la ropa para cambiarse o ducharse. Pero también tendría que Llega temprano - Pensó.
contarle la primera vez que se fijó en que tenía un moratón en la
pierna. Y como ese moratón, con el paso del tiempo, se fue
convirtiendo en muchos.

Probablemente piense que soy un blandengue - Reflexionó - Pero no


aguanto más despertarme llorando justo cuando sueño que se abre la
puerta de la habitación y esa sombra se me echa encima.

***

- ¡HE DICHO QUE ME VOY Y ES QUE ME VOY! - Carlos salió de Cada vez que lo pensaba llegaba a la misma conclusión: era demasiado
su casa dando un portazo. Antes de que pudiera alejarse de ella cinco cruel hacerle aquello. Pero no había otra alternativa ni otra posibilidad.
metros, se volvió a abrir.
El último año los sueños se habían vuelto más y más vívidos, hasta el
- ¡No digas estupideces, Carlos! ¡Ya hemos hablado de esto mil punto de que ya nunca estaba segura de estar despierta o dormida.
veces! - Se notaba que su padre estaba haciendo un gran esfuerzo por Salvo cuando él venía por las noches. En aquellos momentos sabía a
no dejarse llevar por la ira. ciencia cierta que no era un simple sueño.

- ¡Me da igual lo que digáis! ¡Volveré cuando la haya encontrado! - Se había llegado a obsesionar con Carlos. Analizaba cada sueño al
Dio la vuelta a la esquina, en dirección a la estación de tren. Al menos detalle, buscando pistas y señales de dónde podía estar exactamente. Al
su padre tenía el suficiente sentido del ridículo como para no principio aquella casa le sonaba vagamente familiar, pero con el
perseguirlo calle abajo, montando el espectáculo. tiempo la llegó a conocer casi al detalle, por lo que dejó de preocuparse
por las antiguas sensaciones y se concentró en él. Con el tiempo
Tres dias antes fue la primera vez que lo había hablado con sus padres: también había dejado de verlo en otros sitios (nunca había podido
soñar con él mientras estaba al aire libre, y así poder ver alguna calle
- Todo esto tiene que existir - Carlos puso sobre la mesa una serie de que le diera una pista definitiva de dónde estaba). Toda su vida
anotaciones y algunos dibujos - Sé que no lo he visto en ningún otro "conjunta" acabó reduciéndose primero a la casa, luego a su habitación.
sitio y lo que he visto es demasiado detallado como para habérmelo
inventado. Un día, no hacía mucho, había descubierto finalmente dónde vivía
Carlos, despertándose sobresaltada de la impresión:
- Carlos, cariño, recuerda lo que te dijo el psicólogo... - Odiaba cuando
su madre utilizaba ese tono con él. ¡Es aquí! - Por la ventana de su dormitorio aún no entraba ninguna
claridad - ¡Vive en esta ciudad!
- ¡A la mierda el psicólogo y todas las charletas del último año! Os
estoy diciendo que ví claramente unos billetes que parecían de avión o Desde entonces duplicó sus esfuerzos por saber exactamente dónde
de tren. ¡Joder, sí incluso sentía como los tenía en mis manos y pude vivía, pero asombrosamente nunca soñaba con él mientras leía una
leerlos con total claridad! carta o revisaba el correo, o mientras rebuscaba en su cartera. Por más
que agudizó la vista, el panorama desde la ventana de aquella otra
El doctor ya les había avisado que su hijo podría acabar sufriendo habitación nunca le dio pista alguna.
algún brote paranoide grave en el futuro, por lo que era importante
empezar a medicarlo y a controlarlo cuanto antes. Pero así como Con el tiempo sus esperanzas terminaron por desaparecer y su ánimo
Carlos había accedido a empezar a ver a un especialista, se había entró en una nueva fase.
negado en rotundo a medicarse. Y después de casi un año de una
obsesión cada vez mayor por sus sueños y la famosa chica que Sabía que nunca lo encontraría. Sabía que nunca encontraría a nadie.
aparecía en ellos, ahora las discusiones y peleas sobre sus sueños eran Sabía también que aquello no terminaría nunca... Salvo que ella misma
cada vez más frecuentes. le diese fin.

- A ver, Carlos, seamos serios - Su padre había demostrado ser Como todo aquel que piensa en suicidarse la primera vez, pasó por
bastante razonable con todo este tema desde un principio - Si te varias fases:
tranquilizas un minuto y lo piensas friamente, tú mismo tendrás que
reconocer que no tiene ningún sentido. Primero dedicó su tiempo a pensar en qué método sería mejor. A
fantasear acerca de cómo sería el proceso si tomara pastillas, si se
- Bueno, pues entonces, ¿qué problema hay para que vaya un par de cortara las venas... Anticipaba el dolor que sentiría, el tiempo que
dias? tardaría...

- ¡Joder, pues ese precisamente: que no tiene sentido, que allí no vas a Luego hubo unos pocos dias en los que experimentó un profundo
encontrar a nadie, que en una semana empiezas los exámenes! sentimiento de pena: por su madre y por ella misma, por todo lo que
había sido y por todo lo que ya no sería nunca.
- Vale. Decir lo que queráis, pero voy a ir.
Tras esto, tomó la decisión definitiva: el cómo, el dónde y el cuándo.
- ¡YA ESTÁ BIEN! - Aquél momento fue el elegido por su padre para
dejar de ser razonable - ¡Te vas a dejar de gilipolleces de una vez y ¿Demasiado vulgar, quizás? - Dudó un momento - No puede doler
vas a empezar a tomar tu medicación! ¡Demasiado tiempo llevamos ya tanto si lo hago bien. Y, si lo miras bien, resulta una forma bastante
con estas tonterías! ¡Me da igual que me digas que has visto esos poética, aunque en la antigüedad estuviera mal considerada.
billetes en sueños, que has leído que son a dónde sea y todo lo demás!
Decidió el día y una hora aproximada - Hay que ser un poco flexible
Dos dias más habían transcurrido desde aquello. Carlos haciendo los aunque tampoco es plan de eternizarnos o que nos hagamos de rogar -
preparativos para su viaje. Sus padres convencidos de que al final no Le costó un poco más decidir el lugar. Aunque pueda parecer extraño
se atrevería a irse. tenía claro que no quería que fuera en su dormitorio, que con el tiempo
se había convertido en su prisión, así que al final eligió la habitación de
Y ahora estaba allí, de camino a la estación de trenes, con un billete de la casa que mejores recuerdos le traía. En aquella parte de la casa había
ida a quién-sabía-dónde porque en sus sueños había visto un billete crecido formando parte de una familia. Todas las fotos que allí había
igual sobre la mesa de ella. Todo parecía una locura, pero no lo era daban testimonio de ello, aunque ahora, salvo en las que aparecía sola
más que la mayoría de las cosas que había vivido Carlos durante las con su madre, le producían una dolorosa sensación.
noches del último año.
Aquella noche no tuvo visita y durmió extrañamente relajada. El sólo
Los sueños habían sido cada vez más intensos. Cada vez duraban más hecho de haber tomado la decisión parecía que la había liberado ya, y
y, aunque quisiera, era casi imposible despertarse hasta que todo se quedó dormida rápidamente.
terminaba. Se levantaba casi siempre sudoroso y temblando, muchas
veces llorando, y se pasaba el día deambulando como un zombi por el Carlos estaba escribiendo o dibujando. No entendía nada de lo que
instituto. anotaba: parecían palabras sueltas y garabatos sin sentido. En un par de
minutos parecía que había terminado y empezó a recogerlo todo,
Recordaba la primera vez que experimentó "aquello" completamente. metiéndolo en una carpeta. Pero cuando la estaba cerrando pareció
No sabía como explicarlo, por más que lo intentó a los psicólogos que haberse acordado de algo. Volvió a abrirla, sacó la última de las hojas
visitó, pero sentía lo que aquella chica sentía, lo que le hacían cada en las que había escrito y con un rápido movimiento anotó algo en la
noche. Sentía el olor de aquel hombre (porque lo que empezó siendo parte superior derecha. Y de nuevo lo guardó todo.
una sombra, acabó convirtiéndose en un hombre del que ya había
memorizado todos sus rasgos); como se le echaba encima y le (la) Lucía se despertó, todavía con la cabeza dándole vueltas. No podía
manoseaba; como luego empezaba el dolor y los golpes; el quitarse de la cabeza aquello. El último trozo de esperanza que aún
sentimiento de asco, la humillación... tenía, un trozo que ella había confiado le acompañaría en sus últimos
momentos y le permitiría afrontarlo con la tranquilidad necesaria, se
Sentía también el alivio cuando terminaba y se retiraba en silencio, escurría lentamente entre sus dedos.
dejándola sola. Los escalofríos que le recorrían el cuerpo mientras
seguía echada en la cama, sin moverse, hasta que el frio la obligaba a Buscó rápidamente un calendario y miró la fecha: 7 de Abril de 2021.
levantarse y abrigarse. A veces luego venían las arcadas y los vómitos. Lo dejó caer mientras recordaba lo que Carlos había escrito: 7 de Abril
Otras, un fuerte dolor de cabeza que sólo remitía cuando se tomaba de 2039.
doble dosis de lo habitual de las pastillas para dormir.
Si aquello hubiera sido otra cosa, Lucía no habría dudado de que, al fin
Y siempre, siempre: la tristeza. Un nudo en la garganta y en el y al cabo, todo aquello había sido un espejismo, una locura de su
estómago que, una vez despierto, de vuelta a su otra vida, tardaba cerebro. Al fin y al cabo, después de todo, sí estaría loca.
varias horas en irse.
Pero sabía que no era así. Hasta ahora había creído que todo aquello
Pero no siempre era así. Había unas pocas veces que no soñaba eso, sucedía a la vez, en aquel momento, en algún otro sitio. Pero ahora
sino simplemente que estaba en aquella habitación, siendo ella. entendía que el principal problema no había sido nunca el "dónde",
sino el "cuándo"...
Y fue una de esas veces cuando vio el billete de tren. Ya la había visto
veces anteriores usar el ordenador, buscando en lo que parecían ser El dónde... Lucía sintió como en su cabeza la piezas se movían y
páginas de viajes. Él sabía que ella sabía que la estaba viendo, por lo encajaban con un ruido sordo. Esa habitación... La casa... Era la suya...
que, aunque no se lo pudiera decir de palabra, le estaba diciendo que Carlos no vivía en otro sitio, vivía en aquella misma casa. Estaba
tenían que verse. decorada diferente, ahora lo veía, pero era la misma. O al menos sería
la misma en el futuro.
No hay otra explicación - Pensó justo cuando llegaba a la puerta
principal de la estación. Miró su reloj y se dio cuenta que había salido La desesperación le atenazó la garganta y tuvo que esforzarse en
de casa con más de una hora de antelación. tranquilizarse, su cara apretada fuertemente contra la almohada.

Sólo espero que a mis padres no se les ocurra presentarse aquí a Pero no puede ser. Toda mi vida ha transcurrido en paralelo a la suya,
formar un escándalo. siempre ha estado ahí: creciendo al igual que yo. Era como si
estuviéramos...
Cuando Carlos localizó la información de su tren en la pantalla de
avisos de salidas sintió un pequeño escalofrío cuando vio la fecha y la Una nueva idea irrumpió fuertemente en su cabeza. Ahora que, depués
hora del suyo: 13 de Abril, 19:15 h. de tantos años, los cabos sueltos empezaban a atarse, hubiera preferido
que no lo hicieran. Volvió a revisar las fechas... Las coincidencias...
La misma que había visto en el billete en sus sueños. Los paralelismos... Causa y efecto...

Tardó un día en decidir qué hacer. Era o aquello o no hacer nada. Y


aunque le podía parecer cruel cada vez que lo pensaba, sabía que al
menos él contaba con la "ventaja" de no saber nada. O eso creía ella.
¿Era mejor dejarlo así y que fuera lo que fuera?

Siempre había supuesto que lo mismo que le ocurría a ella, le ocurría a


él. Es decir: soñar con el otro pero sólo en situaciones en las que no se
pudieran obtener pistas de dónde estaba (o cuándo, hasta ahora). No
sabía a ciencia cierta si él había intentado ponerse en contacto directo
con ella, pero Lucía estaba convencida de que las casualidades no
existen. Si no le había visto nunca escribiéndole algo o haciéndole
alguna señal deliberada, no era porque no lo hubieran intentado.

Ella misma lo había hecho al principio, sintiéndose un poco tonta


escribiendo mensajes sola en la habitación, en un papel o en la pantalla
del ordenador, hablando en voz alta... Pero al cabo de un tiempo
entendió que aquello no funcionaba así y se concentró más en
descubrir que en ser descubierta.

Hasta ahora.

Si ella había podido ver aquella pequeña pista, había alguna posibilidad
de que a él le sucediera igual. Y si todo el tema mantenía el
paralelismo que ella creía, confiaba en que él no hubiera visto nada de
sus preparativos.

Mejor entonces dejarlo así. Así tenía que ocurrir para que todo se
cumpliera y se cerrara el círculo.

O quizás no...

¡No! Sabía que aquello tenía que pasar así, de esa manera. No podía
continuar con aquella vida. Pero tampoco quería que él pasara aquel
trago como lo pasaría ella: en soledad y sin esperanza. Daba igual lo
que pensara, sólo había un camino, y ella sabía que lo mejor sería darle
una ilusión. Y después de mucho pensarlo, se puso en movimiento.

Compró un billete tras pensar un momento el destino: tenía que estar a


un mínimo de distancia para que no llegara antes de tiempo. Y mejor
que estuviera durmiendo que despierto. Algo lo suficientemente lejos
como para que mereciera la pena pagar por una cama.

Eligió el día y hora en el que había decidido irse.

Una vez impreso, lo puso bien visible sobre su mesa y luego se pasó
horas y horas en su habitación, sentada delante de la pantalla, siempre
con la misma página de viajes en ella.

Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, uno de ellos mostrando su


extraña marca de nacimiento que siempre le había recordado a un
anillo.

Quedan seis dias. TIENE que verlo.


***

El tren había salido hacía sólo 10 minutos y ya estaba impaciente por Lucía había bajado al salón con la cuerda en su mano y había apagado
llegar. Teniendo en cuenta que tenía por delante unas 15 horas de todas las luces de la casa, menos la pequeña lámpara que pendía del
viaje, se había llevado un par de libros, pero estaba demasiado techo de la estancia. Graduó su intensidad lo justo para iluminar la
nervioso para leer nada. cuerda que había colgado debajo de ella.

En su estación, inicio del trayecto, poca gente había subido al tren, y Ya no podía dar marcha atrás. Respiró hondo y, sintiéndose
ninguno tenía su camarote en el mismo vagón que Carlos. extrañamente liviana, deseó con todas sus fuerzas que Carlos hubiera
visto y entendido el mensaje y que, si alguna vez entendía todo
No sabiendo qué hacer, optó por echarse en su cama e intentar aquello, llegara a perdonarla.
relajarse con el rítmico sonido del tren antes de que en la siguiente
estación subiera más gente.

***

El vaivén del tren y sus fantasías habían hecho que Carlos cayera en un tranquilo sueño menos de un minuto después de haberse recostado. Era la
primera vez que dormía y no soñaba con ella.

Es una sensación rara. Como si estuviera sumergida en un líquido muy denso... Parece que el tiempo discurre más despacio. Aún más que de
costumbre.

Lucía levantó la vista hacia la tenue luz. Un segundo después alzó los brazos y asió lentamente la soga que pendía del techo. En silencio, y casi sin
darse cuenta, se la pasó por la cabeza y la fijó en el cuello con un suave pero firme tirón. Por un instante dudó si mirar hacia abajo, hacia el
taburete que había traído de la cocina y sobre el que se había subido. Desechó la idea y volvió a mirar fijamente a la bombilla que ahora tenía a
pocos centímetros de la cara. Respiró hondo por última vez intentando dominar sus sentimientos. Exhaló suavemente el aire y empujó el taburete.

De repente Carlos se despertó, sintiendo como se le cerraba la garganta. Se incorporó en la cama boqueando, intentando desesperadamente coger
aire mientras golpeaba fuertemente las paredes de su compartimiento. Calló al suelo e intentó levantarse para salir de allí por la puerta abierta,
hacia el pasillo.

Aunque era lo esperado, el tirón y la falta de aire la pilló por sorpresa. No había creído que el instinto de supervivencia fuera tan fuerte. Su cuerpo
intentaba por todos los medios librarse de aquello y se sorprendió a sí misma balanceándose violentamente en todas las direcciones. Miró hacia
abajo y vio sus pies moviéndose, a una distancia imposible del suelo.

Las fuerzas le empezaron a fallar y volvió a caer al suelo justo cuando cruzaba la puerta, derrumbándose en el pasillo del vagón. Miró
desesperadamente a ambos lados buscando a un revisor o a un viajero. Por la ventana no se veía más que la oscuridad de la noche.

Al poco tiempo las sacudidas habían cesado, pero el cuerpo de Lucía aún se mecía suavemente en mitad de la habitación. Antes de que la última
señal de vida se hubiera extinguido de sus ojos, pensó que el salón parecía ahora mucho más luminoso, bañado por un tono rojizo que parecía
proceder de una delgada cuerda que se encontraba suspendida en el aire enfrente de ella.

Cerró los ojos y lo último que pensó fue que era extraño: Nunca lo hubiera imaginado así.

Boca arriba y a punto de perder el conocimiento, Carlos giró la cabeza a un lado, aceptando ya que no aparecería nadie. Entonces se fijó en que
algo parecía brillar en su mano izquierda. Con un último esfuerzo forzó su cuello y vio como, alrededor del dedo dónde siempre había tenido
aquella cicatriz, un especie de lazo rojo brillaba emitiendo una luz propia. El extremo del lazo estaba atado a su dedo anular, mientras el resto se
elevaba en el aire, desapareciendo en algún punto por encima de su propia cabeza.

A oscuras, el cuerpo de Lucía fue testigo mudo de los crujidos producidos por la rotura de todas las ventanas y cristales de la casa.

A solas, cuando el silbato del tren anunció la siguiente estación, el último pensamiento que Carlos tuvo antes de morir fue para Lucía.
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