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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación

Escuela de Filosofía

UNA INTRODUCCIÓN A LA FENOMENOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN

Palabras clave: Fenomenología, Percepción, Subjetividad.

Por Fenomenología podemos entender dos cosas; una disciplina filosófica y


un movimiento en la historia de la misma. En lo que se refiere a la disciplina, ésta
se ha desarrollado como el estudio de las diferentes estructuras de la experiencia
o de la conciencia, sin embargo, vale señalar que el movimiento filosófico en sí
surgió en la primera mitad del siglo XX teniendo como pioneros a Edmund
Husserl, Martin Heidegger, Maurice Merleau-Ponty y Jean-Paul Sartre. La
percepción, por otro lado, ha sido una preocupación para muchos filósofos que
tratan de descubrir en qué consiste tener conciencia o aprehender las cosas del
mundo. En el presente escrito se tratará de presentar una imagen de qué es la
fenomenología de la percepción, cuáles son sus principales preguntas y, no
menos importante, por qué vale la pena revisar los asuntos que se plantean.

Carlos Torrealba

Si literalmente fenomenología es el estudio de phenomena, lo que nos


interesa entonces es, como hemos dicho introductoriamente, las cosas como se
presentan en nuestra experiencia y, aunque parece sencillo expresarlo de esa
manera, revisaremos varias sutilezas necesarias para aclarar supuestos sobre lo
que percibimos, cómo lo percibimos y el papel de estos contenidos en la vida
misma.
En la actualidad las personas estamos acostumbradas a vivir y a responder
sobre la marcha a las exigencias de lo cotidiano, situación que genera espacio
para dar por sentado muchas cosas, en especial la manera en que se perciben. El
aparente simple acto del león viendo a la gacela y luego dirigiendo sus
movimientos hacia ella reúne una serie de complejidades dignas de perplejidad,
en otras palabras, toma sólo un instante para darse cuenta que el fenómeno de la
percepción es mucho más complejo.

Lo primero que podemos decir en vías de exponer tal complejidad es que la


visión siempre está sujeta a movimiento, elemento necesario para poder pensar
que no tendríamos noción alguna de visión sin movimiento, ya sea propio o
externo.

Sin embargo, no se trata simplemente de impresiones diferenciadas a


través del tiempo-como ya lo notaba el filósofo británico David Hume-o de
diferentes momentos perceptivos de movimientos aislados en el mundo. Se trata
es de que nunca vemos algo aislado, algo fuera de un contexto integral; vemos lo
que vemos como un todo, esto es, que vivimos cosas concretas en un mundo con
una tendencia innata a cerrar la figura, como lo propone la terapia Gestalt en el
campo de la psicología de la percepción. Un ejemplo de esto es cuando vemos un
dibujo de dos líneas iguales paralelas unidas en uno de sus extremos por otra de
la misma longitud, no vemos estas tres líneas así expuestas sino un cuadrado
incompleto.

Lo que hay que resaltar de esta proposición que compartimos con la terapia
Gestalt es que nosotros somos los que cerramos las cosas formando el todo, el
contexto, así se nos hace posible ver posibles trasfondos o relaciones, y para esto,
debe haber primacía en algo, algo que enfocar, es decir, se nos hace natural- o al
menos debería hacérsenos-localizar una figura primordial donde lo otro se
convierta en el fondo.

Ahora bien, hasta ahora se han dado pistas sobre cuán compleja puede ser
la percepción pero es momento de mostrar que dentro de este proceso tan
espontáneo hay que aclarar dónde quedan dos conceptos fundamentales tanto en
la vida como en la propia tradición filosófica, a saber, los de subjetividad y
objetividad. Ya que, aunque las generalidades expuestas hasta ahora e incluso lo
que se piensa comúnmente sobre la percepción guían a pensar que la subjetividad
juega un papel fundamental, en un sentido ésta puede ser universal también.

Al estudiar las propiedades y relaciones del sujeto que percibe-ser ahí o


Dasein-con lo que le rodea, Martin Heidegger nos dice primero con respecto al
espacio que este es “constitutivo del mundo”1 o sea, lo que llamamos mundo tiene
espacio, pero, ¿Qué significa esto? Parece que a lo que apunta el filósofo alemán
discípulo de Husserl es que la naturaleza de esa tenencia es tal, que es
precisamente en el mundo donde adquirimos la noción de espacio; como sucede
en los otros animales superiores, ellos viven y actúan teniendo como posibilidad
de movimiento esta noción sin necesidad de reflexionar al respecto, pero dicha
posibilidad se manifiesta sólo en función del mismo movimiento en el mundo, no
es algo previo como veremos más adelante.

Por ahora es menester resaltar que nuestro ser es ya espacial. El autor de


Ser y Tiempo bien señala que “la espacialidad del Dasein tiene las características
de des-alejación y direccionalidad o intención, son modos de ser”2 y, si bien este
tema de los <<modos de ser>> ha sido lo suficientemente fructífero en las
discusiones filosóficas desde el mismo Aristóteles, las dos características que trae
a la mesa Heidegger dan un giro fundamental en las concepciones sobre
ontología.

Teniendo como axioma la pasada cita podemos sentirnos libres entonces


de decir que-del mismo modo que se menciona anteriormente sobre el espacio-es
esta capacidad de des-alejar y direccionarse que determina las nociones de arriba
o abajo, izquierda o derecha; no existe entonces el arriba o el abajo, estos no son
una suerte de entidades abstractas dignas de analizar detenidamente. En otras
palabras, dependiendo de hacia dónde me dirija, en dónde esté, de qué me aleje o

1 M. Heidegger, Ser y Tiempo. Traducción de J. E. Rivera. Madrid: Trotta. 2009

2 M. Heidegger, Ser y Tiempo. Traducción de J. E. Rivera. Madrid: Trotta. 2009


des-aleje, el arriba será el cielo, el techo de mi casa y el abajo la grama de Tierra
de Nadie o el piso de granito del apartamento de un familiar.

Este alejamiento y des-alejamiento del que habla Heidegger es una


consecuencia del movimiento del Dasein, el movimiento se explica en función de
cosas de las cuales me alejo y al mismo tiempo de otras cosas de la cuales me
des-alejo. Lo importante de este señalamiento es que sólo a partir en estos
términos es que podemos hablar de distancia; lo que se convierte en una
afirmación muy fuerte ya que, al definir distancia de esta manera, las nociones de
lejanía y cercanía no llegan de alguna forma previa ni se pueden definir en
dialectos objetivos.

Es aquí donde la noción de vivencia toma su rol capital; una distancia


nunca se vive del mismo largo ni nunca vivimos una distancia objetiva. Es fácil
recordar cualquier trayecto de casa al trabajo que se <<haya hecho>> un día más
rápido y otro más lento, quizás un poco de música acompañaba, una buena o
mala compañía, pero nunca vives la misma distancia ni el trayecto traducidos en
metros o kilómetros. De la misma manera sucede con el tiempo, las cosas
transcurren pero si le hacemos caso a Einstein y ponemos nuestra mano en un
horno caliente durante un minuto nos parecerá una hora, luego sentémonos junto
a una chica preciosa-o chico- durante una hora y nos parecerá un minuto.

Hay que recordar que la intención de Heidegger es la de separarse de la


metafísica-aunque veremos que todavía tiene cierta carga-que se encontraba llena
de abstracciones, universalizaciones extremas y vaguedad. Será un gran aporte
para la filosofía en general su decisión de abandonar el tan mentado <<ser>> por
algo más determinado como el novedoso <<ser-en-el-mundo>> y es que lo que
está imaginando es una subjetividad en tanto descubridora de lo más real. Así
pues, se desarrolla progresivamente una postura en contra de: 1) los sí mismos,
del 2) prejuicio cientificista mundano y de 3) los a priori.

Efectivamente, alejándose de lo que pudiera sugerir un estilo de platonismo


conceptual, lo que se propone aquí con respecto a 1) es que las nociones implican
un sujeto, no existen en sí mismas, en este o en otro mundo, sino que existen en
relación al tiempo y el espacio, que no pudieran ser tales sin un sujeto.
Refiriéndonos a 2) es menester aclarar en qué consiste este prejuicio para así
saber lo que se crítica; y es que esta creencia de que las ciencias prácticas
pueden hablar exhaustivamente de la realidad y del mundo dista de tener
fundamento alguno.

Áreas como la matemática, la biología, la ingeniería parecieran ser menos


ambiguas o parecieran plantear las cosas más claras, pero esto sucede sólo
porque su campo de estudio es más limitado y restringido, en otras palabras, el
que las disciplinas de la ciencia tengan criterios de verificabilidad más palpables
no implica que los resultados que aquellas nos brinden sean la verdad o abarquen
toda la realidad; reducir la realidad al ámbito de una ciencia es pretender que la
primera es del tamaño de la segunda, suprimiendo así también el papel de la
subjetividad.

En cuanto a 3), que representa uno de los postulados más recordados de


Immanuel Kant, la crítica de Heidegger consiste en concebir a las cosas como
aprendidas en el mundo y luego puede que pasen a cierto estado a priori, es decir,
nacemos con potencialidades pero estas se desarrollan en el mundo, no hay sí
mismos debido a que las entidades bajo este nombre gritan pidiendo subjetividad.

Como se ha visto hasta ahora la subjetividad es capital en la


Fenomenología pero esto no quiere decir que el mundo no hace falta también. El
mundo ofrece algo, la noción no ocurre sola, sólo interconectada; no existe
espacio sin sujeto, no existe espacio sin mundo. La noción de ser-en-el-mundo se
conforma pensando un sistema entre sujeto, mundo, espacio y tiempo en el que
no se pueda concebir ninguno de los componentes sin recurrir a los demás.

Es fácil ver ahora que el aporte anti-metafísica de Heidegger es digno de


atención, sin embargo-como decíamos un poco más arriba-todavía el filósofo
alemán tiene una sutil pero importante carga de metafísica y para demostrar esta
acusación será necesario, de ahora en adelante revisar los aportes del
pensamiento de cierto filósofo francés al ejercicio fenomenológico. Y es que dicho
ejercicio para Maurice Merleau-Ponty invita a dar el salto que Heidegger se resiste
dar, esto es, aceptar que el Dasein es ser-en-el mundo y ocupa el mundo en tanto
cuerpo.

Teniendo como meta demostrar cuán importante es la corporalidad, la


subjetividad en el estudio de la esencia de la percepción, este filósofo francés-
tanto en El Ojo y el espíritu como en Fenomenología de la Percepción-le muestra
al lector, a través de ejemplos vivenciales, cómo lo que propone está ahí al
alcance.

En este sentido, dicho autor nos dice que “es prestando su cuerpo al mundo
que el pintor cambia el mundo en pintura”3 y partiendo de esta proposición nos
debemos preguntar qué significa el pintar un cuadro.

Lo primero que podemos pensar al revisar la pasada frase es que el cuerpo


luce imprescindible para que el pintor pueda cambiar el mundo en pintura, pero
¿Cómo puede el cuerpo de un pintor cambiar el mundo a través de un cuadro? Lo
primero que hay que atender es que nuestro artista no pudiera trazar los colores
correctos sin una mano, sin un cuerpo que pueda plasmar lo que está pensando,
esta sutileza raya en la obviedad-como muchas cosas luego que se ven mejor-sin
embargo es importante traerla a la mesa ya que, en lo que se refiere a las
personas que hacen filosofía, a veces se olvida metafísicamente que no se puede
hacer filosofía sin cuerpo y, siguiendo a J.J Martínez, importante es en muchos
aspectos el planteamiento de Ponty sobretodo porque estamos en una tradición
donde no se presta mucha atención a nuestro aparataje corporal y perceptivo.

Ahora bien, en relación al cuadro, éste suscita y activa desde su fórmula


carnal nuestra propia fórmula carnal, el pintor <<presta>> su cuerpo, deja un poco
de sí y un poco de su visión del mundo que no funciona sólo como representación
sino que también es algo en el mundo, en otras palabras, se plasma una visión
subjetiva que afecta mi subjetividad y esta conexión de interioridades hace que la
pintura no sea una abstracción. La interioridad del artista está conectada con la
mía en ese momento y estas no son sólo auxiliares para una persona poder
expresar cosas, son parte del sistema paradójico de la percepción.

3 Maurice Merleau-Ponty, El ojo y el espíritu, Paidos, Buenos Aires, 1977.


Paradójico en el sentido de que se debe recordar que de la misma manera
que se plantea una cercanía también se marca una distancia o al menos se debe
marcar ya que sigue siendo un cuadro en una pared, un trazo lejano. Y paradójico
porque en este proceso el sujeto puede ser objeto, somos seres visibles que a la
vez vemos. Y, como en el mismo mundo en que vivimos, nunca podemos olvidar
las inevitables paradojas en las cosas. “El ojo ve al mundo y lo que le falta al
mundo para ser cuadro”4 dice Merleau-Ponty y es que a partir de lo mundano-que
ya es paradójico-es que ocurre la magia de las expresiones artísticas, entre otras.

La propuesta fenomenológica para Ponty, en su rechazo a la metafísica y al


reinado cientificista de la objetividad, es fundamentalmente reencontrarse con la
experiencia, tanto las personas como en el ámbito de las teorías, y es que otra de
las razones de los delirios de la abstracción es que-como decíamos a principios de
este ensayo-damos por sentado muchos de los actos fenomenológicos. El autor
del Ojo y el Espíritu nos brinda un ejemplo de esto al recordar que ahí mismo, en
los planos de una casa se debe ver que adoptan una forma determinada porque
hay un cuerpo que percibe la casa de ese modo, siempre hay perspectivas.

Otro ejemplo de esto es el de la percepción de un cubo, puede que éste se


me presente como un panel cuadrado, yo nunca veo el cubo de la geometría con
sus seis caras, es una abstracción en el sentido de que nunca accedes a él
inmediatamente, sólo después de analizarlo mejor. Yo puedo manejarme con
cubos sin saber que son cubos, la percepción, la experiencia y el bagaje cultural
pondrán las condiciones para llamarlo cubo. La exageración de la teoría nos
puede alejar de las cosas como son. Se trata es de aclarar las ficciones de nuestra
percepción.

Ficciones y rarezas tiene nuestra percepción y al tratar este tema Merleau-


Ponty en el preámbulo de Fenomenología de la Percepción muestra algunos
ejemplos de ellas:

• Como ya se daba cuenta el propio Aristóteles, en ocasiones la posición no


acostumbrada de los dedos hace imposible la síntesis de las percepciones.

4 Maurice Merleau-Ponty, El ojo y el espíritu, Paidos, Buenos Aires, 1977.


Los dedos cuando no trabajan como ordinariamente lo hacen el sujeto le
atribuye al índice lo que estocado por el dedo del medio y viceversa.
• En la heautoescopia el sujeto pasa a un estado donde su imagen se
externaliza, es una percepción del propio cuerpo como si se viera del
exterior.
• Otra alteración-la diplopía-es cuando alguien se adapta a la visión a larga
distancia probablemente tendrá imágenes dobles siempre; percepciones
dobles porque se sucede un desdoblamiento del cuerpo.

La síntesis de las percepciones del objeto es afectada por la propia síntesis


de nuestro cuerpo, son correlativas. Esto muestra como la percepción interior y la
exterior son caras de la misma moneda; como es adentro es afuera y por eso la
percepción de lo malo puede ser más pesada, o de lo bueno sobreestimada.
Muchas veces nos encontramos en una ciudad bastante poblada con ciertas
condiciones de vida y, o podemos verla como la ciudad perfecta llena de calor
humano y vida o como un calvario o condena digna de un escape veloz.

Merleau-Ponty sentencia de la siguiente manera: “Será preciso despertar la


experiencia del mundo tal como se nos aparece en cuanto somos-del-mundo por
nuestro cuerpo, en cuanto percibimos el mundo con nuestro cuerpo”5 Y aunque la
frase habla por sí misma y engloba mucho de lo que se ha dicho hasta el
momento es importante recordar que el cuerpo-siguiendo el sistema que ya
pensaba Heidegger-es sólo cuerpo si es del mundo, no percibimos el mundo por o
desde el cuerpo sino con él. Merleau-Ponty traza su línea argumentativa como una
crítica al <<Yo Racional>> de Descartes; propone en cambio un Yo que vive, no
sólo un yo que piensa, un Yo misterioso, paradójico en un mundo de paradojas, un
Yo que se constituye por vivencias, percibiendo no sólo cosas sino a él mismo y
otras subjetividades, en fin, un <<Yo Natural>> siempre primero y con base en él
es que podrían haber condiciones para ciencia y reflexión posteriores.

En suma, la intención que en este ensayo se pretende presentar no es


saber cómo se preparan los materiales del edificio, sus secretos y propiedades,

5 Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la Percepción, Ed. Península, Barcelona. 1975


saber todo del edificio y predecir su futuro. No se trata de tenerlo todo claro, se
trata de ampliar el panorama. La Fenomenología disgusta porque no te deja en un
bando, no te da una respuesta. Disgusta porque estamos acostumbrados a pensar
que el mundo se puede dividir entre buenos y malos y siempre estamos dentro del
grupo de los buenos.

Husserl habla de volver a las cosas mismas. Volver a las cosas mismas es
despertar entendiéndose como en un mundo de relaciones donde no hay bandos
ni verdades últimas, donde no todo es subjetividad pero definitivamente tampoco
todo es objetividad, es reencontrarse con la importancia de la interacción con el
sujeto. Nuestra propuesta es simple: la de volver a ver, atar cabos, darse cuenta y
reencontrarse con lo que dabas por sentado.

¿Qué significa que mi percepción esté sujeta a mi subjetividad? Significa


que solemos reducir la realidad en los términos en que la coloca la manera en que
yo percibo, dejando a la realidad como la que falla si en algún momento no se
adecúa. Y, aparte de nosotros mismos como agentes reductores, existen muchos
otros como los diferentes << -ismos>> y la exageración cientificista que cierran
horizontes exhibiendo sus diferentes retóricas que distan de mostrar la cosa como
un reducir; las ciencias y los –ismos muchas veces se inventan mundos y, el que
está, les sigue regañando.

Entonces, ¿Qué es lo que vemos? Si no se vuelve a las cosas mismas,


estás se esconden, comenzamos a creer para ver, lo más fundamental en la vida
no se divorcia nunca de la percepción, y si no nos damos cuenta, lo percibido
siempre se ajustará a nuestra concepción del mundo. Eso que está ahí y no
vemos está entre las cosas, está ahí y muchas veces puede encontrarse tan cerca
que no lo podemos ver. Habría que preguntarse ¿Cómo me percibo? ¿Cómo
percibo la realidad? Habría que preguntarse de qué material son los lentes que
porto, que están ahí muy cerca y modifican mi percepción, y así, surgir como un
Yo Natural.

Podemos finalizar lo que John Baldessari nos dice en su pintura:


“What is painting? Do you sense how all the parts of a good picture are involved
with each other ? Art is a creation for the eye and can only be hinted at with
words’’6

6 John Baldessari, What is Painting ?, synthetic polymer paint on canvas, 1998 MoMA, New York

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