Sunteți pe pagina 1din 34
us roo wuss0 10 {Por cardad, padre, no le tenga en cuenta sus palabras! ;Y sélvelo! jDigale que abandone esa soberbia que Te posee y que se humille, que se humille!) Duaso.—(Al tiempo.) (jPor Dios y por la Virgen Santa, sefioral... Serénese... (Usted sabe que he venido a ofte- cerme!..) Gova—Casi al tiempo se acerca, desasosegado, y consi- {ue levantar a LEOcADIA.)jLlevo teinta ais presenciando ‘una comedia que no entiendo!... Levantal (Ella queda en pic, Jiadeando en el silencio. Duaso le pone a GOYA una mano en ‘el hombro y le insta a que atienda. Luego escribe, sin sen- tarse.) No. Por nada tengo que pedir perdén. [(ARRIETA fo ‘mira. LEOCADIA intenta atisbar lo que DUASO ha escrito Go¥A va a apartarla.) No metas ti la nariz! (DUASO lo de- tiene ¢ indica con un gesto de aguiescencia que LEOCADIA puede leer también, Luego sigue escribiendo.) ¢Es un chiste? (Duaso lo mira, sorprendido.) ,Pedir perd6n por las faltas que él cree que hemos cometido, aunque no las haya? Que le arreglen ots las carambolas en su billar. Yo no poné Ia ca- bbeza junto al taco. (Duaso escribe.) Conforme, Siempre co- ‘metemos faltas. ,Pero contra Dios! Perdén, el de Dios, no el del Narices. (DUASO menea la cabeza con pesar. ARRIETA taza répidos signos de advertencia) Gracias, dector No hay ccuidado,] LEOCADIA—(jEl padre tiene razéa! ;Humillate!) Gova.—jNo me humillaré ante el rey! (LEOCADIA se ‘parta, consternada. DUASO escribe y GOYA lee.) Que? (El Dintor rompe a retry pasea. LEOCADIA corre a la mesa para leer.) Conque el derecho divin, jeh, paisano? (DUASO ‘sient La sumisi6n ala autoridad real aunque sea injusta, [pues Dios ha dispuesto que los monarcas herede por la san- {ge el mando de sus reinos.] ;Doctrina de la Iglesia? (DUASO 0 mira fijamente, sin responder.) Qué le patece, Arrieta? (ARRIETA sefala al padre DUASO, inhibiéndose.) Padre Duaso, usted no s un curita de aldea, sino un sabio lingdista a suo aba made ns quien aguarda un sillén en la Acadomia®. Usted no cree eso. (QvASO afirma con energta.);S1?.. : le consta sila sangre ‘denuestro anmadisimo Fernando es Ia de su antecesor el rey Carlos? (Con los labios apretadas, Duaso escrbe.) ;Pues yo ‘ime atrevo a pensar mal! (Nervioso, DUASO empieza a escri- bir) Dé por cierto que nuestra Virgencica del Pilar no ereyé en Ja Virtud de la reina Maria Luisa. (Muy contrariado, DUASO arroja et ldpie y da unos pasos. LEOCADIA gestcula, rogdn- dole que perdane al pintor su irreverencia,y mira a GOYA con ‘ewe, cemented |Y pur 9 alin de as ein de Mai! Vamos ‘dros, ie yo pra mi ,S6nde est el erent? Fue deauo? Un ve ‘igo ization apo do my comenot aver car. cemestro ets Genre de Madr, Madr ess mente Pero vasto cements onde ‘da css ee ico de us ania ea eal el eplcro Je i cones ‘eno, ala coe aura cine de una esperanza ode un deseo. Al final el real, el exertar deat expen: , (Otro fuerte golpe sobre una puerta. Las mésca- ras enmudecen.) GovA—Yo sélo quiero comer sopas. "© Thao del Cpricbo se sveto Dea nao 161 (EI HoM=RE-MURCIELAGO ondena silencio con un protongado siseo y sefala a la mesa. GOYA ‘mira. Tras ella emerge despacio otra mascara ‘que se sienta con suavidad en el sillén. Viste un ‘amplio dominé negro con capucha, de la que sa len fuertes cuernos de toro; el rostro es una tosca calavera)"™, ‘ConnuDo.—(Levanta una mano.) En nombre del cura de ‘Tamaj6n (Los de ta cara de CexD0 levantan, entre risas, us martllos para asestarlos contra el erdneo de Gova,) ‘MuRCIELAGO.—No. (Golpea en el libro.) Vean si tiene abo, Gova—{Rabo? (Untenta desasirse.) ‘MunciéLAco.—(Lze en ef libro.) Judfos y masones tienen rabo, Dios Nuestro Seior Is inflgis ese estigma infernal para aviso de las almas cristanas. Procédase. (Los de la cara de CERDO vuelven a GOvA de es paldas.) Gova—iNo 0s atrevdis! (Los de la cara de CERDO le levantan los faldo nes y miran.) ‘Esta mascara provlen de Karr de a sardin, deo gues ba considera pecoent deat Piura negra po ania ado 6 ‘MuRcIELAGO.—gTiene rabo? (CeRDO 1—Moy largo. ‘CeRD0 2°—Peludo y grueso. ‘CeRDO 1.°—Muy verde. Gova.—jCerdos malditos! CeRD0 2°-—¥ lo mueve. Gova.—j0s reventaré a coces, bandidos! jOs despan- zorraré como a gusanos! (EICORNUDO hizo una sea, al tiempo que ha ‘la GovA, los de ia cara de CeRDo le dan media vuelta, La Gata se acerca le encaja el bozal de ‘lambre, cerrando el candado con una ruidosa vuelta de lave. Aunque sus labios siguen prof riendo improperios tras el enrejado, la voz del pintor se apage.) Murcifi.aco.—zTiene algo que alegar el acusado? (CeRpo 1. —Nada, (Gova se debate y habla sin que se le oiga.) ‘CeRDO 2°E] acusado confiesa poseerrabo. ‘CeRDos.—Es masén y judo. ‘ConNuDo.—Su Majesiad se digna bordar una flor. ‘Gata. — Viva el rey absolutamente absoluto! ‘CERDOS.—{AI tiempo que giran con GOYA, canturrean:) ‘Tedgala, pero! ‘76, franemasén! ATW que no quieres Inquisicién! ™ © ‘Cuont Mesonero Romanos (Memoras de un Stent, Mai, Te ‘ba, 197S ps 191-192), a prope del episodio enelgne Rigo etond st opi itn ea el Teatro del Picipo (septembre de 1820), gue el Trgala suet pea aoN 163 (Después obligan a GOYA a postrarse de rodillas ¥ levantan los marilios. El CORNUDO se pone en pile y extiende una mano solemne.) ‘ConnuDo.—Adin no. MuRciELAGo.—Soltadlo. (Los dela cara de CERDO sueltan al pintor y se repliegan hacia las puertas. GOYA mira a todos, expectante.) Gata —Miaut. "MURCTELAGO.—Su Majestad se digna bordar otra flor. (EL ConnuD0 se acerca a GOYA, que se incorpora y retrocede ha- cia una puerta, El cara de CERDO que alli le aguarda levanta ‘el martillo y agita sus cencerros. GOYA intenta cruzar y el Connuno ie embiste, GOYA esquiva la comnada, corre a la otra puerta y alle esperan el mariloy los cencerros del otro fenmascarado. Al retroceder le roza otra embestida del COR- ea una instante cancin qos ao de Cie y qu avo gran ame de Strlconcs ea len y mse. Go de mca popalarad ene fos bes Jee, poe gis seria de desogo a quienes tno bemgo esi sre {dos idl Novels, Las socledades parca, Ic pgs 128 y sigs). Hobo vesiones absolut el Taga Ta creda en ca obra po BOE {ecstacy tins dou dea eres habiles Gl Taga it ‘a ierodeida por Meson: “Tesgalao muce servi, ti, gus no gulees Coasts, Be Masoes conunersy carbonarior (Mads, Siglo XXI, 1971 pgs. 345- 18) ofpecs ine M Zavala ow intresntes documeros sobre et casi, ‘ge dei ser antic l sg Xx y que Goya lige a eyendn el Capi 058 (gla pe en slg so exten a gnrania de uine sedan fentanear per vfs, uo e Tos eae eva un ran jerings didn 2 ‘bem ininady epee 164 arom meso vsss10 \NUDO. Por un momento se miran los das, inméiles. El CORNU- DO embiste de nuevo y Gova lo burla con dificultad; roma a ‘embestiry derriba a GOVA. La GATA, que maull6 a cada em- Destda, emite ahora un estridente maullido y los regociiados ‘caras de CERDO cencerrean.) Basta (El CORNUDO levanta la ‘cabeza y permanece rigido.) Vosots. (Los de ta cara de CeRDO vanse acercando a GOA con los martllos a media altura.) Gata. —jMueran los negros! ‘MuRCIELAGO.—{(Leyendo en su libro, ganguea, aburrido.) Por judfo, mas6n, liberal, jacobino, insolente, impertinente, reincidente, pitor, masturbador, grabador... ‘Gata. —eiQué pico de oroly (Los de la cara de CERDO estén junto a GOYA, ‘aldo y de espaldas.) MuRcuELAGO.—... Te entregamos al brazo secular Gata.—jViva el rey neto y muera la nacido! Cennos—{Elevan despacio los marillos y cantan con vo- ‘ces de sochantres.) ‘Trégala, pero... (Ataviada como la Judith de la pintura y con su ran cuchillo en la mano, LEOCADIA aparece ppor la derecha,) "Tia det Copco 53, Loe vival sry nos o a rey absolutamete ascot eran ca smacooes feces en poe y Gals ls recog ons pisos Nacio tales Morya (Mistota., VI ct, pg. 86) eflee qu, coer) ma. ‘hab en ote de 825 camian de Sei, le gtaban en Users «Viva {ey absoltamente sion, «jiven Ins aden, «Moers It Nasa, ‘Mera lo eprossyeroaaba a moles cneia La Pate, suo pea aan us Lrocabta.—iQuietos! (Todos la miran, GOYA levanta la cabeza y se incorpora con visible temor) Yo seré el brazo Secular. (GOYA se arrodilla de frente. Ella llega a su lado y, ‘agarrdndole de los cabellos, le obliga a presentar el cuello Cuando adelanta el cuchillo para degollarlo vuelven a otrse testrepitosos golpes contra una puerta, LEOCADIA se yergue, ‘medrosa. Los ojos del pintor billan.) Ellos! (LeocabiA huye por la izquierda. El MURCIE- AGO cierra su libro de golpe y se levanta. La uz baja répidamente,) MurcisLaco—fBllos? (Gov asiente con arene ale- ‘aria, Los golpes se epiten, apremiantes. Los de la cara de ‘CexDo levantan al pintr y lo sientan aprisa en ta sill donde dormitaba,) ;Quiéaes son ellos? (Batir de alas gigantescas en el aire. La GATA se ‘apresura a abrir el candado y libra a GOYA del bpozal. La luz se vuelve mortecina,) Gova.—jLos voladores estén Hamando a todas las puertas de Madrid! (Liwvia de golpes sobre la puerta.) ‘Top0s.—{Menos Gova y el ConsuD0,) No! (Y huyen, gritando y maullando, por ambas ppuertas. El CORNUDO Levanta la barbilla del Dpintor con inesperada suavidad. Ya no hay mds uz en el aposento que lade la luna y el velén.) ‘ConnyD0.—Yo volveré. 106 roo sux waz0 (Empuia despacio la cabeza del pintor, de tal ‘modo que éste vuelve a caer adormilado y de bruces sobre la mesa. EI CORNUDO se deslia si siloso y desaparece por la izquierda. Momentos después se oyen tremendos golpes. En el fondo ‘parecen Saturno, ef Aquelarre y Judith. GOYA se despabilay levanta la cabeza. Los golpes ce- san en el mismo instante. Con los os lenos de na loca esperanza, GOYA se levanta.) Gova—jTan fuertes que yo mismo los ofa! (Corre al in- Visible baleén, pero no logra distinguir nada. En su atuendo ‘habitual, LEOCADIA irrumpe por la derecha, horrorizada Llega junto a Gova y tira, nerviosa, de su brazo. GOYA se vuelve y ella sdlo acierta a semalar, con la garganta apretada, hacia la derecha. Los latidos suenan de improvso, rdpidos, 9 ‘continian durante la siguiente escena. Al comendar su son, LBOCADIA huye por la izquierda, desprendiéndose del an. iano, que intenta retenerla.) ,Qué sucede? (GOYA va hacia la derecha para mirar, cuando aparecen en la puerta cinco ‘VoLuntarios REALISTAS. No traenfusiles; tan slo sus sa. bles al cinto. Las carilleras™ dle sui morriones ™ enmarcan ‘aviesas sonrisas. El primero de ellos es un SARGENTO de re- ios bigotes, buen mozo, de aire presuntuoso, en cuya easaca se advierte la falta de un botén de metal. Los dos que le si. guen traen el sable desenvainado; uno de los dos iltimos porta un Ifo de tela que envuelve algo. GOYA corre al arcén ‘Para tomar la escopeta, pero uno de los que blanden el sable mds rapido y corre a poner la mano sobre el arma, mien tras el otro sujeta al pintor. EI SARGENTO avanza y se apoya en el respaldo del sofé. Atusdndose las mostachos, hace una sefa. EI VOLUNTARIO portador de fa de ropa lo arroja sobre 2" Carrilers: Corea qu penden dos nos de asco od goo a jetta, "8 Mrsga: Gon militar con vse y cope st ur asunto pe.anszon blado de latidos, todos rien a carcajadas. Quienes lo sujetan (ELSARGENTO ahoga sus palabras metiéndole tun trapo en la boca y luego lo amordaza, anu- dando con fuerca en el pescuezo. El pintor grufe 1 se debate en vano, El SARGENTO se recuesta fen la mesa, hace una seta y los dos sicarios ‘rrojan al suelo al anciano, quien, al ponerse de rodillas para levantarse, recibe en la espalda el primer sablazo de plano. GOYA lanza un feroz ‘grunido; intenta zafarse, pero un segundo sa- blazo lo abate; después los dos sables caen y ‘caen, con vivo ritmo, sobre su cuerpo, que va en- cogiéndose bajo el dolor) Voz mASCULINA.—(En el air.) Para eso habsis nacido» (Cuando los VOLUNTARIOS que salieron por la ‘cquienda retornan trayendo a LEOCADIA, GOYA no gruiie ya y aguanta en silencio, LEOCADIA ‘welve desgrenada y despechugada, soportando visas procaces torpes caricias. Los que la traen 1a obligan a mirar y ella gra. Uno de ellos pre- tende besarla y el SARGENTO se Yergue.) ‘SARGENTO.—{(\Con la mujer nada, ya oslo he dicho!) Tul del Dente 12 (Gora perdié fuerzas y, bajo los sablazos, cae al suelo como una pelota de trapo. El SAR (OBNTO hace una sefta. Los VOLUNTARIOS envai- nna los sables entre risas e improperios. Uno de ellos corre al sof y desig el envoltorio, mien- ‘ras el otro incorpora a medias a GOYA le le- vanta la cabeza para que mire. Vuelve su com- aftero con la tela extendida y se la muestra @ Gova: es un sambenito™” inquisitorial que, en el lugar de las habituales lamas toscamente pintadas entre las aspas, ostenta negras siluetas de marillos™. Todos rien a carcajadasy el aire se puebla de chillidos de murcilagos y lechu- as. LEOCADIA gime y farfulla inaudibles spl as. El SARGENTO y un VOLUNTARIO sostienen @.GOYA arrodillado, mientras el portador del sambenito se lo encaja por el euello, Luego lo atzan por los sobacos y, medio a rastras, le lle van ala silla donde dormité y le sientan. L¥0- CADIA grita y forcejea. Latidos y chillidas de ‘animales arrecian.) Voz Mascun.nva.—{En ef aire.) «(No grites,tontal» ™ Voz FEMENINA—(En el aire.) «{Mejor es holga!» (GovA mira a LeocaDiA, El VOLUNTARIO volvié al sofé y regresa con una coroza™', mientras 1% Sambento:Hscapsario qu se pont os eos Ings Lalasisenci ica yveral els mars coset con a pebe- asin moral de Goya pore asesiato trans del cue de Tamsin (Gi nots BS y 87) cons tae en stony despot, esr naads ton Sg abtos "Tia del Cpicho 7, "Tito ge Copco 73. ‘Coron: Cpiote nico de papel que se colocba ea Ia cabezs de enos condense mo neva mcd 169 otros dos de ellos atan las manos del viejo pintor con una soguilla que aseguran tras el respalde, y us pies, con otra cuerda, a las patas del asiento,) ‘Vor MASCULINA—{En el aire.) «jTanto y més!» (Entre las risotadas de todos, el VOLUNTARIO (que trajo la coreza saca de ella wna cruz negra de madera, la encaja en las atadas manos del artista y luego le encasqueta la coroza, transfor ‘méndolo en uno de los penitenciados que él ‘grabé y pints tantas veces.)*® Vouuntario 1.°—(A mantllazos te romperemos la tismal) zs ‘VoLUNTARIO 2.*—{A marillazos!) (RisueRo, l SARGENTO cruza hacia el sof, ante "a maliciosa mirada del que sujeta a LEOCADIA. Los otros tres se balancean ante GOYA, can ‘urreando.) * VotunTaRtos. (Tedgala, pero! 17%, francmasén! IT que no quieres Inquisicién!) (Aceredndose, lo voctferan en su ros; luego Dailotean en corro y reiteran el Trégala. Quien {a sujetaba lanza a LBOCADIA de un empellin a "8 Tia det Desse 2 1 Recutese, por elempl, a impesioname Ener igus bla cleo den Rel Acari dials Are San Pesan cya evelon nds simi coa ade ns Pinas mgr. los pies de Gova, y ella queda apoyada en la silla, mirando al viejo a través de sus lagrimas EISARGENTO hace una sefia desde el sof y los danzantes se reinen con el otro VOLUNTARIO, ‘canturreando todavia retazos del Trégala, Los chillidos de alimafas se amortiguan poco a poco.) suo pea zi m ran su ritmo. GOYA mira fijamente a la mujer. Ella se vuelve despacio y sus desorbitados ojos tropiezan con la sonrisa del SARGENTO, que deja caer al suelo su tahali. LEOCADIA ahoga un arito, se levanta y corre hacia el fondo, pero el 'SARGENTO a atrapa brutalmente y,con un beso vorazen la boca, la arrastra hacia el sof, LEO- CADIA forcejea, pero es derribada. El impulso uelca el sof y la frenética pareja desaparece tras él En el mismo instante una tempestad de ruidos estalla. Al latir, que no cesa, se suman dde nuevo los chillidos de las alimafas y, con ellos, rebuznos, cacareos, carcajadas, estreme~ cedores alaridos. El pandeménium continia unos segundos y luego se aplaca un tanto, resol- viéndase en largas oleadas de rsas entre las que descuellan voces diversas.) SaRGENTO.—(Aceredndose a los cuatro les habla con si- silo.) (Desvalija lo que quersis. La casa es vaestra,) VOLUNTARIO 1."—(Risuefo y sigiloso,) (A las aleobas!) VoLunranio 2°—{(Lo mismo.) (A la despensal) VoLUNTARIO 3°—(Lo mismo.) (\A la cocina!) (Los Vouunranios 1.° y 2.° salen por ta iz ‘quierda casi de puntilias; al pasar ante el Sa- tumo uno de ellas le dedica una burlona mueca de fingido temor. Los VOLUNTARIOS 3.°y 4° sa len, entre maliciosos guios, por la derecha. Los ruidos animales, ya escasos, cesan del todo en ese momento. GOYA mira al SARGENTO y a LE0- CADIA, és sigue mirando al pintor espantada, ‘el SARGENTO, sonriente, observa los dos. Los latidos se vuelven mds fuertes y angustiosos. Con sus chispeantes ojos clavados en la mujer el SARGENTO se deseubre con aparente calma y tira el morrién sobre el sofé. Luego empieza a sacarse el tahall™ de donde pende su sable. De repente, LEOCADIA nota que Ya no hay ruidos en laestancia y evanta sus aterrados ojas sin atre- verse a mirar hacia atrds, sintiendo en su e5- ppalda la mirada del macho. Los latidos apresu- "Tl del Capccho 5 6 Thi del Dense 26 ‘Pui del Desae 16 "Mahal Tira de cue ora materia qu cru dese ome ders ‘a Tal el Deere 5 ho pore nd inglerdo hasta In ir, donde we wen lou den aos 5 Thule el esate 15 foloc la espa DRAE), Tia el Beate 32 Vou reMenana—(Urénca) «(Tl para coals, Voz MASCULINA—(Indignada,) «|No se puede mirae!» (Goya desvia la vista y la pierde en el vacto.) ‘Voz FEMENINA —aiSe aprovectan!» ‘Voces FEMENINAS.—(Sobre las risas.) «/Y son fieras! )Y son fieras!» "4, ‘Vor MASCULINA.—ai¥ no hay remediol» ™, Voces FEMENINAS.— «iY son fieras!y Voz MASCULINA.—«{Por qué? ™, (Chillidos y risas allan, Goya vuelve a mirar tras el sofé volcado, Los latidos cesan también, En el hondo silencio se oye la vor de MARI- ura) ‘MARIQUITA—(Su vox.) Me hacen dao. (El anciano escu= cha, estremecido.) ,Qué me pasa, don Francho?.. Me aplastan Ja mano, mi brazo se derrite, mis cames se corrompen.. Ya no siento les pieras, son un charco en el suelo... Gova—(Su voz, en el aire.) er lo del Desai 6. tras se abotona mira a GOYA, que no se mueve Luego recobra el tahal, se lo pone, aleanza su ‘morrin y se lo cala.Irénico, da unos pasos ha cia el pintor y considera su aspecto; luego te vuelve ylanaa una risuehaojeadea ala mujer que yace en el suelo. Tentando su ojal vacto cruza ‘ante GOYA, se acerca a la mesa y curiosea. Son- riendo, toma na cosa: es el botén de metal. Se 10 muestra a GOYA, que sigue inmvil, y se lo. ‘guarda, ufano. Su expresiOn se torna grave; Imueve el reloj de la mesa para comprobar la hhora y, con paso marcil, se encamina al fondo, dando inaudibles palmadas hacia la izquierda rlentras vocifera.) SARGENTO.—(jPascual! jBasilio! ;Os quiero aqut sin tar- ar! ja es hora!) (Nuevas palmadas.) (jAprisal) (Segundos después regresan los dos VOLUNTARIOS. Uno de ells trae un cofecillo de madera y en la otra mano una gran torta de la ‘que come. El otro exhibe, sonriente, un pernily también mas- fica algo. El SARGENTO abre el cofrecillo y aprueba con un ‘esto. Vuelve al lado de Gov, que apenas abre sus vidriosos fos, le levanta la cabera y con la otra mano indica que es ‘Pere, mientras dice:) (‘Nolveremos!) (Luego sale por ta derecha, sequido de los dos VOLUNTARIOS, que se codean y sefalan, son- rientes, el cuerpo de la mujer. Larga pausa, du- rante la cual ef Saturno y la Judith se esfuman espacio. LEOCADIA se incorpora tras el sofd y ‘asoma lentamente, mostrando tus ropas sueltas ‘yuna mejilla amoratada. Apoyéndose en el mue- ble se levanta y contempla largamente al sambe- nitado. GOYA la estd mirando sin pestafear. El Aquelarre aumenta de tamatio, Llorosa y titw- Dbeante, LEOCADIA avanza unas pases, pero hay m ‘algo en los ojos del viejo que la obliga a dete: nnerse. No obstante, vuelve a caminar ), a su lado, se arrodillay le desata los pies. Luego se incorpora, le quita la cruz de las manos para de- Jiarla sobre la mesa, desanuda la cuerda del es- aldo y libera sus manos. Acusando el dolor de 1a espatda, Gova alza sus brazos y desata su ‘mordaza, escupiendo el trapo de la boca. Des- és se Levanta y ella lo ve erguido ante sus ojos ‘como wn gran fantocke grotesco. Con airado re- vs, arroja GOYA la coreza, que rueda por et suelo, y continia mirando a la mujer De pronto corre al fondo, aunque la paliza recibida le hace renquear y quejarse muy quedo. LEOCADIA ‘acude para ayudarle a caminar; él se detiene y la rechaza,) Gova.—{jNo me toques! (Ella retrocede.)} Ti los has traldo. (Bila lo niega muy débilmente.);Para gozat! (LBOcADIA vuelve a denegar. El se abalanza ala ‘escopeta, la empufta y levanta, trémulo, el a till.) LbocADIA—fAsustada.)(}Prancho!) (Retrocede aterrada y tropieza con el sofécaido. Suspirando de dolor y de rabia, GOYA avanza espacio hacia el frente, sin perderla de vista, Ela va a girar para mirarlo) GovA—jNo te muevas! (LEOCADIA permanece de espal- das bajo la amenaza.) ¥ suplicale a Dios que te pesdone. (Con la escopeta en ristre, la acecha desde el primer ter. ‘mino,) (Rezas? usuntopeLARI2ON ms (Sin volverse, ella asiente. El anciano se echa la escopeta a la cara.) Leocapia—(Su voz, dolorida y serena, se oye perfecta- ‘mente.)Dispara (Sin bajar el arma, GOYA enarca las cejas; cree Faber oido y aguca su atencién, De momento nada percibe; la voz de la mujer lega después a réfagas que a veces se apa- ‘an... Teminaré entzegdndome a ots sino me matas... Soy culpable, aunque no sé quién lo es mts... GOYA baja poco a Poco la escopeta y continta fijo en la nuca dela mujer) .. Mi pobre Francho, te he querid... sin entenderte.. TH vivias tras ‘una murallay, sin embargo, seguf a tu lad... [Protegiendo la cata] velando por i, suftiendo mi temor, ue oes el tuyo.. Es- cuchando el galope de caballos que se ajan sin que ninguno me alce a su grupa... Acareo el carbs, alimento a la bestas, mis ‘manos encallecen, mi cuerpo se marchita... Las noches de sole- ad, el lecho fro... Escucho los grufidos de tu desvelo desde mi aleoba, sabiendo que ya no vendrés, [que ya no te ateves..] y prefirigndolo asf, porque las escasas veces que me buscabas Ya ‘no sent ami lado el toro que fuist, sino aun abvelo fatigado, ‘Sola, salvando a mis hijs y a esta inca y at y am de tw espan- tosa obstinaci6n, que cerraba todas las pueras...(Comienza a vvolverse despacio sin dejar de hablar y se la sigue oyendo con

S-ar putea să vă placă și