Sunteți pe pagina 1din 25

Arias Morfología de la concentración de poder lenitivo en Costa Rica:

La Sala de lo Constitucional”

Bernal Arias Ramírez1

Nota Introductoria:

El presente trabajo2 surge de la reflexión del autor a lo largo de los últimos años en torno al
incremento de la esfera resolutiva del Tribunal Constitucional en Costa Rica (Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia) y su papel de órgano de poder que
sustancia, conduce, reconduce, interpreta, ordena hacer o no hacer, define políticas públicas
y palia los conflictos generados en la sociedad y en las Instituciones (Arias: sf, 1).

En este momento para unos el Judicial es vértice, pilar de la democracia, órgano neutro y
arbitro que, por intermedio de los amparos, los conflictos de competencia, las acciones de
inconstitucionalidad y las consultas legislativas, adquiere capacidades centrales en la toma
de decisión en medio de:

a) Un proceso de franco deterioro del Poder Ejecutivo, a falta de liderazgo, carencia de


propuestas de mediano y largo plazo, incoherencia en las políticas públicas, desequilibrio
entre el Consejo económico y social de gobierno, indefinición de un modelo de desarrollo
productivo, sujeción a recomendaciones de organismos internacionales externos, en medio
de renuncias y despidos de los Ministros y principales colaboradores y;

b) Desgaste del Poder Legislativo por inoperancia, falta de respuesta normativa oportuna,
disputas innecesarias de pequeña escala, descrédito de los partidos, reglas de organización
interna acordadas para un modelo de bipartidismo plural que no calza con la actual
composición de embrionario congreso pluripartidista y, por supuesto, pérdida de imagen y
credibilidad de los políticos, por ende, de los diputados, que abraza a la Institución como
órgano colegiado. (Arias: sf, 1).

Para otro grupo, el Tribunal Constitucional ha expropiado poder a otros órganos


constitucionales, siendo el juez una figura ilegítima en democracia para cumplir roles que
por definición corresponde a los políticos, ello, en el tanto que el juez no surge de la
decisión de las mayorías populares (Arias: sf, 1).

Muy bien señala la justificación del curso de Administración de Justicia y Políticas


Públicas que me ha correspondido fundamentar e impartir en el Postgrado Centroamericano
de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, al establecer en esa ocasión que:

Hoy en día se reconoce por unos y se critica por otros que el Poder Judicial está
cumpliendo un papel fundamental en el diseño, intermediación y orientación de políticas
públicas. A falta de resolución y responsabilidad de cumplimiento de las atribuciones de la
Administración (Poder Ejecutivo y Gobiernos Locales), de la Asamblea Legislativa y del
Tribunal Supremo de Elecciones; la judicatura inició un cambio sustantivo en sus roles –
judicialización de la política-, de manera que, es un elemento susceptible de ser objeto de
estudio de la Ciencia Política. Los Votos de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de
Justicia y demás Salas de Casación; así como de Tribunales administrativos y laborales
están cargados de puntos de vista discursivo-ideológicos y por ende generan reacciones a
favor o en contra de grupos de interés y de presión y del ciudadano común. El sistema
judicial y las consecuencias que de él se derivan, pueden estar trastocando el sistema
político y la asignación de las acciones y las políticas (Arias: sf, 2).”

Bajo la óptica de la Ciencia Política hay Interés y polémica para emprender el estudio de un
nuevo actor en el espacio democrático, fenómeno impensable en Costa Rica hasta antes de
la década de los años noventa, actor que está presente en los principales cambios, statu quo
y retrocesos de esta democracia centroamericana (Arias: sf,2).

Aún cuando el concepto “Ciencia Política” siempre sea controvertido, hay líneas generales
que aproximan su enfoque, como el estudio del poder, las estructuras, incluidos los
elementos constitutivos e institucionales, los procesos tanto en contexto como en actores y
la política como resultado3. En atención a este planteo, es posible determinar que los jueces
y el órgano que representan está en cada uno de esos niveles. Los casos sub judice obligan
al órgano judicial a conocer la materialidad, la historia, observar la necesidad de la
convivencia social, intimar el conflicto, buscar la solución confrontando la pretensión con
lo que el magistrado cree es acorde con el marco conceptual supremo (Arias: sf, 2).

Fruto de los comentarios anteriores, es prudente detenerse en una resumida caracterización


de la división de poderes en Costa Rica y la aparición de la Sala Constitucional como
órgano jurisdiccional adscrito a la Corte Suprema de Justicia (Poder Judicial), tribunal que
sin lugar a duda vino a modificar las estructuras administrativas y de poder de este país,
primero, por las competencias dadas, y luego vía interpretación (Arias: sf, 2).

I. La Sala en el ámbito de la división de poderes


Primeramente, se ha de indicar que la soberanía reside exclusivamente en la Nación (art. 2
de la C.P. de Costa Rica) siendo el Estado quien ejerce la soberanía completa (art. 6 CP)
cuya composición de Gobierno es propia de las democracias occidentales, constituida por
tres poderes distintos e independientes entre sí: Legislativo, Ejecutivo y Judicial (art. 9 CP)
sin posibilidad de delegar el ejercicio de funciones que le son propias el uno hacia el otro
(Arias: sf, 2).

Bajo el enfoque de Teoría General de Sistemas4 son complejas estructuras de ingeniería


jurídico-social que acepta la teoría de los compartimientos que consiste en subunidades con
ciertas condiciones de frontera, entre las cuales se dan lógicos procesos de transporte –
interfases-. Añadimos, que datan de la división esbozada por Locke y, reformulada,
finalmente, por la clásica teoría de Montesquieu. Entonces, tenemos una separación por
ramas que representan estructuras (órganos) y funciones (atribuciones y competencias)
producto de la fundación o revisión integral del Estado-Nación y su ordenamiento superior
que deviene del depósito de autoridad a un cuerpo originario (Constituyente) (Arias: sf, 2).
En principio es una división horizontal de poder vista desde el Derecho. No obstante, es
nuestro criterio que la Historia y la Ciencia Política tienen mucho que aportar,
profundizando en la hipótesis que determina que la división de poderes en Costa Rica,
desde la fundación como Estado libre e independiente y hasta el año 1989, tuvo una
expresión de poder semi vertical, en el tanto, se venía ejerciendo una fuerte presencia del
Poder Ejecutivo sobre los otros poderes, por la dimensión de un marcado régimen
presidencialista de Estado, aunque siempre se haya considerado, por lo menos de nombre,
que el Primer Poder de la República es el Legislativo por ostentar la “representación del
pueblo” (Arias:sf,3).

La cuestión cambia a partir de 1989, gestándose, poco a poco, conforme avanzaba la


expansión jurisprudencial, la subordinación del Ejecutivo y el Legislativo al imperio de la
exégesis a cargo del Tribunal Constitucional cuyo poder ha sido suficiente para ejercer lo
que se ha denominado “poder de los jueces” con las sentencias como fuente, hipótesis que
manejaremos a lo largo de este pequeño ensayo (Arias: sf, 3).

En otras palabras, la subrayada presencia del Presidente y sus Ministros en la toma de


decisión con influencia preponderante en el Legislativo y en el Judicial, fue desplazada y
cedida con la creación de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia,
configurándose un nuevo modelo de control absoluto de normas y actos de cualquier sujeto
de Derecho Público, incluido el Presidente (decretos, directrices, circulares, etc.), salvo dos
excepciones, que el acto sea propio de una jurisdicción del mismo Poder Judicial o de la
declaratoria de elección que hace el Tribunal Supremo de Elecciones (Arias:sf,3).

La reforma colocó al nuevo órgano por encima y como árbitro de los conflictos de
competencia entre los poderes del Estado, incluido el Tribunal Supremo de Elecciones
(TSE) y demás entidades u órganos creados por ley, cuestión que no es extraña para ese
tipo de Tribunales si hacemos revista al Derecho Comparado, de ahí el enconado debate
sobre su papel (Arias: sf, 3).

La fuerza normativa con que fue creado el Tribunal Constitucional le dotó, paralelamente,
de fuerza política intrínseca, al apropiarse de roles de control o fiscalización institucional;
en palabras de SAGÜÉS6 en una suerte de antídoto o garantía que prepara el propio
sistema constitucional para conservar su salud jurídico-política como impulso de la
actividad de los órganos y poderes del Estado, papel positivo de medidas y
pronunciamientos que vinculan directamente al aparato o engranaje administrativo,
acotamos, bajo algunos vértices, por ejemplo:

a) dirimiendo conflictos y disputas,


b) definiendo la superficie y la profundidad de los derechos individuales y colectivos,
c) delimitando cuotas de poder entre los particulares y el Estado o entre los órganos del
mismo Estado,
d) determinando las obligaciones de la administración cuando violen derechos y libertades,
e) obligando a la administración a subsanar actos lesivos de derechos y;
f) anulando normativa contraria a la Constitución.
En efecto, el órgano constitucional se convirtió en “guardián del proceso político” según
la terminología de Jonathan Miller asumida por SAGÜÉS, en una misión que le impone
adoptar soluciones tendientes a preservar el sistema y la eficacia del régimen democrático
constitucional (Arias: sf, 4).

El poder que emanó por carta de origen, o bien, que se ha atribuido sobre la marcha el
órgano judicial, tiene múltiples contornos, es evidente que en él se depositó autoridad con
el objeto de superar antinomias interviniendo con sus “sentencias” todos los campos que la
causa patrocine ubicados en cualquier sector político de la administración. Nace con poder
de esencialidad y sobre la base de precedentes agrega atributos, cualidades de especificidad,
mismos que brotan de la interpretación constitucional (creación de la razón de sus
miembros) extendiendo su frontera con nuevas ecuaciones de realidad, descubriendo y
articulando orillas, algunas con una cierta relatividad y especulación de impronta y prueba,
que van galvanizando su ejercicio (Arias: sf, 4).

Si pudiéramos resumir lo acaecido con la estructura político institucional diríamos que


Costa Rica pasó de ser una madura democracia formal de procedimientos y legitimación de
las autoridades popularmente electas, de suyo, representantes del pueblo por voto directo y
secreto a una Democracia Constitucional, mediante la cual cobran vida los contenidos de la
Carta Fundamental por el diseño y la consolidación de una serie de principios y parámetros
que germinan en el reducto de la judicatura; en ese sentido, cada vez que se hable de una
decisión de importancia de la comunidad, hay que observar lo que en definitiva determine
el Tribunal Constitucional, poder de jurisdicción, poder de poderes, que asegura la
obediencia de sus reglas por medio de coerción (Arias:sf,4).

Adoptar la Democracia Constitucional ha traído consigo importantes consecuencias


institucionales por cuyo modelo, la Asamblea Legislativa aún cuando sancione leyes, o el
Poder Ejecutivo ejerza su función administrativa y reglamentaria, están sujetos al control y
decisión de una autoridad sin representación popular, la que no debería bloquear la acción
de los primeros, sino por evidente abuso de funciones y en general, violación de las normas
constitucionales y derechos fundamentales. La proximidad y el umbral de la legitimidad
necesaria para crear o derogar derechos por el Judicial, puede, sino se aquilata y auto
controla, avasallar competencias de los otros poderes, acciones que dañarían el equilibrio y
la Democracia como tal (Arias: sf,4).

En otras palabras, aún cuando exista en un Estado Democrático autoridades con toda
legitimidad, consecuencia del ejercicio de procedimientos que desencadenan el derecho al
sufragio activo y pasivo; en el Estado de Democracia Constitucional, la esencia
democrática se supedita a las decisiones del Tribunal Constitucional órgano que da vida a la
democracia por vía de interpretar los preceptos de la Carta Fundamental, en una especie de
construcción de teoría política y constitucional reedificada, a partir de 1991 con los
primeros “votos”. Obviamente, se trata de contribuciones democráticas, en adhesión a una
visión de práctica política centenaria en la que se ha desenvuelto la vida institucional de
nuestro país. La Sala ha ido corporizando lo que ha considerado los mejores ideales de
democracia en cuyo caso se ha convertido en centro de toda acción política significativa.
Así lo manifestó en el Voto No. 980-91:
“...el régimen costarricense se fundamenta en el sistema del Estado de Derecho y en los
principios que lo informan de democracia representativa, participativa y pluralista, así
como en la concepción occidental y cristiana de la atribución de la dignidad, libertad y, en
consecuencia, derechos fundamentales a todo ser humano por su sola condición de tal. (En
sentido similar: 3062-96, 2253-96 y 1267-96). (Arias: sf, 4).

Aún cuando esa concepción no integró el principio de igualdad, solidaridad y justicia


social, éstos se fueron fusionando en otros votos redactados con posterioridad. No obstante,
la concepción de poder está latente en el órgano cuando señaló “En nuestra particular
interpretación, la democracia es una forma de estado que implica relación entre el poder y
los hombres, que se resuelve de modo favorable a la dignidad de su persona, a su libertad
y derechos...”. La clave para desentrañar las relaciones de poder está en el proceso de la
“voluntad general”. ¿A quién le corresponde? ¿Quién lo ejercita? Si por “voluntad general”
entendemos el proceso de formación de la ley para delimitar las relaciones de los
ciudadanos, éste sería un concepto restringido al Derecho parlamentario, en ocasiones,
carente de todo contenido sociológico y político. Ahora bien, si la “voluntad general”
informa el “principio democrático” y éste se constituye en núcleo, en pilar del sistema
republicano, algunas actuaciones del Tribunal constitucional se alejan a nuestro criterio de
ese ideal, la Sentencia sobre “Fecundación In Vitro”8 cerró en Costa Rica todo debate
nacional en el sector salud sobre el particular, en ese sentido, la llamada voluntad general
quedó subsumida en una decisión judicial. En tal ocasión se determinó: “Según la Sala ha
podido constatar, la aplicación de la Técnica de Fecundación In Vitro y Transferencia
Embrionaria, en la forma en que se desarrolla en la actualidad, atenta contra la vida
humana. Este Tribunal sabe que los avances de la ciencia y la biotecnología son tan
vertiginosos que la técnica podría llegar a ser mejorada de tal manera, que los reparados
señalados aquí desaparezcan. Sin embargo, las condiciones en las que se aplica
actualmente, llevan a concluir que cualquier eliminación o destrucción de concebidos
-voluntaria o derivada de la impericia de quien ejecuta la técnica o de la inexactitud de ésta-
viola su derecho a la vida por lo que la técnica no es acorde con el Derecho de la
Constitución y por ello el reglamento cuestionado es inconstitucional por infracción del
artículo 21 de la Constitución Política y 4 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Por contravenir la técnica, considerada a sí misma, el derecho a la vida, debe
dejarse expresa constancia de que, ni siquiera por norma de rango legal es posible autorizar
legítimamente su aplicación, al menos, se insiste, mientras su desarrollo científico
permanezca en el actual estado y signifique el daño consciente de vidas humanas. Salvan el
voto los Magistrados Arguedas Ramírez y Calzada Miranda y declaran sin lugar la acción.”
No solo se anuló el Decreto del Poder Ejecutivo No. 24029-S, sino, con efectos pro futuro,
se obligó y vedó al Poder Legislativo “creador de la voluntad general normativa” de
intentar un marco legal avanzado con elementos de bioética (Arias: sf, 5).

La discusión quedó zanjada en una audiencia oral y en la deliberación de los siete


magistrados de la Sala de la Corte Suprema, sustrayéndose competencias legislativas y de
sanidad pública de un ministerio y una institución autónoma, por imperativo de un acto
axiológico lejano a posiciones de movilización familiar, social o colectiva. El peso de
voluntad general quedó en manos del judicial en adopción de una de las corrientes de la
ciencia médica que dice que hay concepción desde el momento en que se une un gameto
masculino con uno femenino (cigoto) en contraposición a la otra corriente que indica que la
vida embrionaria comienza 14 días después de la fecundación con los primeros esbozos de
tejido nervioso y con ello la individualización. No estamos en capacidad para descifrar esta
disputa que evidentemente es científica, queremos hacer eco que faltó una profunda
discusión nacional (Arias: sf, 6).

El anterior es un ejemplo de la yuxtaposición de criterios entre poderes de la República y el


criterio finalista y prevalente en el sistema político costarricense, incluso al margen de una
decisión participativa amplia. Aquí cabe perfectamente lo dicho por HABERMAS sobre un
modelo de orden jurídico materializado que “...puede aparecer como una socavación o
conmoción, e incluso como una corrupción de la arquitectura constitucional.”9 Una suerte
de “agavillamiento” institucional de funciones cuyo proceso está articulado en términos de
teoría del discurso, técnica que es compatible en la administración de justicia sobre todo si
se ajusta a un esquema de teoría de los valores (Arias: sf, 6).

II. La Constitución como plan básico de Gobierno


en el Sistema Político
Empezar este apartado diciendo que quien controla la interpretación de las normas en todos
sus rangos a la luz de la edificación de los parámetros constitucionales, controla en buena
medida la carga conceptual e ideológica de la acción de la Administración Pública (Arias:
sf, 6).

En la interpretación está en juego la suerte del proyecto político que prefija la Carta
Fundamental para un país, para una sociedad dada. Ese marco es un límite inquebrantable
frente al cual colisionan los proyectos políticos de los partidos y de los grupos de interés y
de presión (Arias: sf, 6).

Ciertamente, cuando se gobierna se vela por los grandes intereses nacionales proyectando y
solucionando los asuntos. Lo interesante es anotar que la función de gobierno, lo que se
solía llamar “visión de Estado” hoy se sostiene y deriva directamente de la ejecución de la
Constitución (Arias: sf, 6).

BALBÍN10 diría que hay un acto de Gobierno y un acto de la administración, es decir,


depende de la finalidad del acto de gobierno es de dirección o impulso, en tanto que acto
administrativo desarrolla una acción complementaria o subordinada. Cuando la Sala
desarrolla el derecho a la educación o libertad de enseñanza o bien que el sistema
costarricense de seguridad social parte de un principio de solidaridad según el cual la
contribución de todos permite la prestación de adecuados servicios de salud en beneficio de
todos los habitantes de la República (voto 7728-99 y 8411-98) está posicionándose en un
acto de política de Estado, obligando de manera subordinada al Ejecutivo y a las
Instituciones Autónomas como la Caja a adoptar actos administrativos como la prescripción
de medicamentos y tratamiento antirretroviral a pacientes VIH+ no importando el costo
económico o incluso sin estar dentro del cuadro básico o lista oficial de medicamentos.
(Arias: sf, 6).

Entonces, el acto político según su naturaleza en sede jurisdiccional es discrecional, empero


interpretado, mientras que el acto administrativo es reglado. Si colocamos esos actos
mentalmente en Poderes del Estado, la Sala impulsa actos de Gobierno en sus principales
sentencias, tal como aquella que avaló la figura de Gestión Interesada en la contratación
administrativa12 que desemboco en la adjudicación y contrato de la concesión del principal
aeropuerto internacional de Costa Rica “Juan Santamaría”. (Arias: sf, 7).

Ahora, eso no quiere decir que el Ejecutivo y el Legislativo en uso de sus capacidades
esenciales intransferibles no ejerciten lo propio en materia de actos de Gobierno Sin
embargo, hasta en esos casos se ve revisada la decisión, sólo observar los Votos relativos a
las Comisiones Especiales de Investigación13que restringieron su capacidad de control
político ó, recientemente, en política exterior, materia típica de un acto de gobierno del
Poder Ejecutivo, la Sala está participando y pronto verterá opinión, nos referimos a la
decisión del señor Presidente de la República y su Ministro de Exteriores de incluir al país
en una lista de aliados en el ataque de los Estados Unidos de América y sus socios contra
Irak.14 En este caso no solo estaba de por medio la política exterior sino aspectos ligados a
la concepción de neutralidad y civilismo contrario a ejércitos y guerra que ha adoptado
nuestro país desde hace varias décadas. Este es un fiel reflejo de que la integración de
normas constitucionales siempre va a afectar cualquier decisión de Estado o de Gobierno a
cargo del Poder Ejecutivo, por ende, del gobernante de turno. Claro, un viraje o un desliz en
una errónea interpretación puede trastocar un sector del sistema político como ocurrió con
la aplicación del Convenio 102 de la OIT, homologando el concepto “residencia” al de
pertenencia a un régimen de pensión, en este caso de educadores.15 (Arias:sf 7).

Cuando se Gobierna a partir de la interpretación de la Constitución los que están en la


cúspide reflexiva como vértice de poder generado comunicativamente, pregonan una lógica
de teoría del discurso16, que además de ensamblar y entrelazar los poderes del Estado
disponen de supervisión y se casan con corrientes éticas, morales o de pensamiento
político. (Arias: sf, 7).

Esto quiere decir que la posición de último contralor del poder es un estadio que se mueve
en áreas poco seguras, casi siempre bajo agitadas perturbaciones por los intereses en juego,
de suyo, subyacen fines políticos, en ocasiones como última ratio que puede seguir
modelos económicos y sociales, según sea que s.e enfatice un Estado Liberal de Derecho o
un Estado Social y Democrático de Derecho17 (Arias: sf, 7).

En este punto es pertinente citar a SAGÜÉS cuando señala que “La interpretación
funcional de la Constitución es y debe ser “política”, primero en el sentido de “política
arquitectónica”, al definir y redefinir a la Constitución-instrumento de gobierno, al
efectivizarla, al graduar y delimitar las competencias del Estado y armonizarlas con las de
los particulares (jurisdicción constitucional “de libertad”), y además, al tener el juez
constitucional que dirimir los conflictos entre los poderes del Estado (jurisdicción
constitucional “orgánica”). (Arias: sf,7). 18

El “shock” que se da en ese momento en Costa Rica con la Sala Constitucional de la Corte
Suprema, como garante del equilibrio y la estabilización de la Democracia es una corriente
que no es franquicia de nuestro medio, otros Estados viven esta misma lógica: el llamado
Gobierno de los Jueces19 y la reivindicación de la participación ciudadana son dos objetos
a examinar detenidamente en los últimos tiempos. (Arias: sf, 7).
Aún cuando los mismos políticos y, por supuesto, los ciudadanos utilicen la jurisdicción
constitucional para resolver disputas individuales y colectivas, en otro extremo, hay cierta
adversidad para el empleo alternativo de ese tipo de salida. La judicialización de la política
está cerrando deliberaciones y ciclos políticos, lamentablemente bajo el alero de una
sentencia sin recurso ulterior, salvo autorreflexión del mismo órgano por giro de sus
antecedentes jurisprudenciales. Así, una discusión en el sector salud como la citada
“fertilización in vitro” o la “inseminación artificial” quedó sellada en nuestro medio, tema
de agrias disputas por estar vinculado a posiciones morales o deontológicas de sentido
humano lejanas a un parámetro constitucional, mismo que no existía en 1949 cuando se
promulgó la Carta Magna que rige a la Nación. (Arias: sf, 8).

A nuestro juicio el modelo que se perfila, o plan básico de Gobierno del Tribunal
constitucional va en cuatro sentidos rectores:
a. Consolidación de la propiedad privada, las libertades públicas y los derechos
fundamentales inherentes a todo ser humano (derechos naturales).
b. Carácter prestacional, si se quiere social, en los sectores trabajo, salud, ambiente y
educación. Ha emitido votos en favor de los más débiles y ha evitado diferencias y
desigualdades sociales.
c. Lucha contra el abuso del poder y de autoridad, árbitro finalista de los principales
contratos del Estado y medio para imponer obligaciones a los sujetos privados y a los
funcionarios públicos.
d. Intermediario de las principales decisiones ejecutivas y legislativas, en uso de facultades
que en ocasiones sobredimensiona el Judicial. (Arias: sf, 8).

La búsqueda de solución adecuada sitúa al órgano jurisdiccional en espacios de análisis de


situación, de finanzas públicas y de aspectos presupuestarios, de gobernabilidad, de
conocimiento técnico de la materia tratada y de pérdidas y ganancias de determinados
actores y sectores. Lo anterior quiere decir que no hay neutralismo axiológico ni valorativo,
ya que del análisis que haga un magistrado instructor se infiere una determinada
arquitectura racional discursiva añadiendo contenidos político ideológicos so pretexto de
categorías formales de un ordenamiento jurídico que de resulta son abstracciones (tipos
jurídicos) aplicados a la lógica del sistema político (Arias:sf,8).

Esta tarea pasa de la significación operativa y aplicativa de sentencias a la edificación, por


agrupamiento global de precedentes, de un tipo de modelo de Gobierno (enfoque de los
jueces) al que deben adherirse los Gobiernos legítimos electos popularmente cada cuatro
años. Es decir, las nuevas autoridades electas (ejecutivo y legislativo) cuando llegan al
“poder” se encuentran con la existencia de un armonioso patrón de pautas de cumplimiento
desde el judicial (Arias: sf, 8).

SOLIS20 establece que las sentencias de la Sala propician consenso inicial y acuerdos
fundamentales que a lo dicho por FERNÁNDEZ SEGADO se reactualizan
permanentemente:

“preservando el texto constitucional de las interpretaciones y la instrumentación partidista


que puedan pretender los distintos gobiernos y centros de poder, manteniendo así su
supremacía efectiva sobre las fuerzas políticas y sus productos jurídicos ocasionales
(Arias:sf,9). ”

Ciertamente, en buena teoría, la naturaleza política de un programa de gobierno está


legitimada por el voto de investidura que recibe el Presidente de la República en tanto se
configura en una aproximación ideológica del partido que gana un proceso eleccionario.
Aproximación y compromiso que, es de suponer envuelve al nuevo Gobierno con el
ciudadano, siendo el primero mediador del administrado. Para implementar el programa o
ideario político, el partido y las nuevas autoridades que lo representan, requerirán apoyo y
un amplio despliegue de convencimiento hacia las otras fuerzas políticas y sociales que
componen el sistema político (Arias: sf, 9).

Sería interesante hurgar un poco más acerca de la crítica recibida por las últimas
administraciones sobre la deficiente puesta en marcha de los compromisos de gobierno y el
programa ofrecido en campaña. Este es un planteamiento que requiere una investigación
mayor, solamente lanzar la idea que hay limitación al libre ejercicio de la voluntad de un
grupo humano –partidario- para romper el esquema preestablecido, mismo que está
prediseñado y que tiene como fuente primaria la Constitución y la interpretación que de los
distintos contenidos que de ella se haya hecho. (Arias: sf, 9).

La doctrina reconoce que los contenidos constitucionales tienen una significación más
política que jurídica21 Así pues, cuando un gobierno pretende socavar la seguridad social,
encuentra que hay un sinnúmero de sentencias que protegen el acceso universal a la salud
pública y su sostenimiento, resumidamente acepta que la seguridad social tiene tres
particularidades: a) sistema de contribución forzosa tripartita del Estado, los patronos y los
trabajadores, b) se le concede en forma exclusiva a la Caja de Seguro Social la
administración y gobierno de los seguros sociales; c) los fondos, los inmuebles y las
reservas de los seguros sociales no pueden ser transferidos ni empleados en finalidades
distintas a su cometido.22 Igual sucede sobre la declaración de la Sala sobre la obligación
del Estado en la protección de la belleza natural y el medio ambiente por ser de evidente
interés particular y social.23 (Arias: sf,9).

Otro ejemplo como la prohibición vía interpretación jurisdiccional de impedir las


exploraciones petroleras o proyectos hidroeléctricos en áreas protegidas o reservas
indígenas imponen bordes inquebrantables a quienes deseen llevar a la práctica propuestas
políticas de Gobierno, en este caso en materia energética. Hacer Gobierno, cumplir un
Programa Político, implementar una propuesta de partido, un enfoque ideológico es de
difícil consecución si no se tienen esclarecidas las tendencias de la Sala de lo
Constitucional. (Arias: sf, 9).

III. Territorios convulsos del plano político que sucumben


en el mundo jurídico
En la política y en el quehacer privado está presente y se fragua el antagonismo, la
transacción y el acuerdo, el problema radica cuando esta causalidad es disfuncional, se
desaceita entre las fuerzas legítimas, gobierno- oposición-ciudadanos, ó bien, individuos-
empresa-gobierno. La búsqueda de salidas apropiadas ha enfrentado escuelas y corrientes
científicas, entre las contemporáneas moldeadas desde el Siglo XX tenemos:
- El organisismo positivista (Durkheim) que determina que en la sociedad se expresa la
organización jurídica, en ese sentido el derecho resulta un hecho social;

- el realismo jurídico (C. Comte) que afirma que el derecho es derecho judicial y la función
de la jurisprudencia en todas las sociedades es colocar, tanto como sea posible, a las más
audaces de sus innovaciones, así no se obstaculiza la adaptación social de las viejas
fórmulas a las necesidades presentes de la evolución social;

- el conductismo social (Tarde) que extiende al derecho su idea de imitación y la invención


como base de lo social, descarta la idea de evolución lineal y define un silogismo práctico,
cuya premisa mayor es el estado de aspiraciones, pasiones y apetitos; la menor, el de
conocimiento, creencias e ideas. Estima al derecho como derivado de una impredictible
cantidad de variables. En Weber desarrolla las causas de la racionalización del derecho en
una forma racional-legal de administración del poder; mientras que en Rudolph von Ihering
el derecho expresa siempre ciertos intereses sociales. De su parte;

- el organisismo historisista (Sorokin, Hauriou) que reflexiona sobre la relación del


derecho con los restantes subistemas no jurídicos de control social, vincula la organización
social de los grupos, sistemas que no necesariamente están en conflicto pero pueden estarlo,
cuando esto ocurre hay que reforzar el mundo del derecho y;

- el funcionalismo (Talcott Parsons, Friedman, Luhmann y Bobbio) que ha sido


particularmente fructífero dentro de la sociología jurídica, reconociendo la suposición de un
sistema actuante que permite determinar el aporte que distintos elementos (entre ellos, los
subistemas de control social) tanto como funciones como disfunciones. Trata de
comprender los fenómenos sin marginar los aspectos históricos, mostrando una visión útil
de un momento determinado en la historia de cualquier estructura social, Interesa resaltar a
Luhmann cuando señala que el pasaje de la “frontera del imput” hacia la “frontera del
output” debe ser realizado en la dogmática jurídica con realismo orientando las
consecuencias de la acción. Bobbio identifica la disfunción y la función negativa –
estructura del conflicto- en el sistema, alejándose de los funcionalistas tradicionales que
entienden una positividad integradora en el sistema. . (Arias: sf, 10).

Es indiscutible que la Sociología, la Ciencia Política y el Derecho han buscado formas de


entender el papel de la ciencia en la resolución de los planos sociales y políticos y de
resolver el antagonismo y el conflicto de partes. A la larga nuestros magistrados
constitucionales y sus cuerpos subalternos no son conscientes de estas teorías. Sus
interpretaciones, muchas de ellas mecánicas, plagadas de enfoques literales, históricos,
gramaticales, volitivos y organicistas25 tiene como anodino precedente la interrogante
¿Qué entiende la Constitución, qué entiendo yo y cuál es el mal menor que produciría la
sentencia en la sociedad? (Arias: sf, 10).

La contención de fuerzas en terrenos como la reelección –disputa generacional,


ideológico/faccional y partidaria-26; las garantías ambientales –protección abundante de
áreas territoriales versus disposición libre de la propiedad privada-; el interés público de
cesar la publicación de encuestas político electorales tres días antes de un proceso
eleccionario versus la libertad de empresa y comercio para no impedirlo27; la exigencia de
abrir cuentas de los partidos políticos en el sistema financiero nacional por interés público
aunque exista la figura de secreto bancario28; la obligación de las instituciones de la
seguridad social a dotar de alimentos o medicamentos, son solo algunos casos en que se ha
delegado el ejercicio del poder deliberativo y resolutivo a un órgano, en principio ajeno, al
que originalmente le correspondía resolver en primera instancia, en un Estado Democrático
con una clara estructura de división de poderes. (Arias: sf, 11).

Hay una feroz transitividad del ejercicio del poder hacia una esfera que en ocasiones ejerce
discrecionalidad, misma que surge de la interpretación. Esas concesiones o supremacías,
muchas veces irrevocables están moldeando un contrato social en este país de depósito
decisional no en el pueblo a través de un referendo o plebiscito, no en los miembros
pasajeros de turno del Ejecutivo o Legislativo o el drama operativo de éstos, sino en un
elenco de jueces de carrera que duran en sus cargos en promedio doce o dieciséis años,
órgano concentrado y colegiado, relativamente pequeño con decisiones expeditas y eficaces
según la exigencia de lo planteado y los actores que se imbrican a su derredor. (Arias: sf,
11).

La evolución de los asuntos, la plasticidad de las controversias es susceptible ya no sólo de


criterios dominantes, por descripción repetitiva de los antecedentes sino de elementos
novedosos de resolución de crisis. El aggiornamento o la homeostasis como objetivo no
planeado está latente sin necesidad de nueva legislación o cambios estructurales de carácter
administrativo “Reforma del Estado”. En el fondo hay apuro para preservar el sistema en
dimensiones constructivas y reconstructivas (Arias: sf, 11).

Además de fiero defensor de los derechos individuales y las conquistas sociales por
imperativo del capítulo correspondiente a las Garantías Sociales en la Constitución de la
República; en determinado momento, como especulación, el órgano jurisdiccional, por
división de votos, podría abrir su exégesis forzando sus interpretaciones, y asintiendo la
apertura de mercados en sectores históricamente de reserva constitucional, avalando la libre
concurrencia y aceptando las privatizaciones dirigidas a desmontar un tipo de Estado
creado y surgido a la luz de la Constituyente de 1949, todo ello por falta de acuerdo de
quienes son los encargados de ejercer la voluntad general (legislativo). No obstante,
cuidado con voluntad general que se gesta artificialmente, la aparente, que no es
precisamente la genuina, sino la exteriorizada por los medios de comunicación,
intermediarios interesados del ciudadano, ni tampoco de una corriente de pensamiento, un
grupo social, un grupo empresarial o un partido político en particular que, igualmente, son
intermediarios (Arias:sf,11).

La presión social y de grupos que se ejerce en el sistema político, se canaliza como factor
co-determinante29 y con mucha tensión hacia los profesionales de la justicia, en buena
medida hacia los miembros de la Sala Constitucional, quienes en aras de no perder su poder
de influencia, tienen filtros de admisibilidad que, a nuestro juicio, debe ajustar el órgano
judicial con una metodología transparente y rigurosa (Arias: sf, 11).
CARRETERO SÁNCHEZ30, entre otros factores, reconoce elementos presionantes
internos y algunos correlativos externos, veamos:
Internos:
- La interpretación del caso analógico
- La metodología de los resultados: la eficacia del Sistema

- La elección de un método interpretativo, cuestión difusa en nuestro medio


- La propia ideología del juez en las opciones elegidas
- La contribución con la decisión personal al perfeccionamiento del Sistema

Externos:
- La actuación de grupos de interés ante el caso presente y su repercusión informativa
- La opinión y propuesta de las organizaciones políticas sobre las soluciones
- El establecimiento de unas verdades ideológicas mínimas de las que se debe partir en la
interpretación de normas
- La consecuencia de la generalización masificada de un caso jurídico por una decisión
judicial
- La utilización ideológica de los instrumentos jurídicos
- Consideración de la ideología política de la mayoría parlamentaria o del Gobierno de
turno
- La falacia ideológica de la independencia cuando la sentencia en un sentido o en otro, ya
está predeterminada ideológicamente (Arias: sf, 12).

IV. El juez políticamente identificado

El juez políticamente se ha identificado con el llamado “principio democrático”, que


respeta el pluralismo político, las minorías, las ideologías y las concepciones y prácticas
políticas (Arias: sf, 12).

Incorpora en su agenda los problemas que devienen de un “caso”, igual como sucede con la
política como resultado, selecciona y formula las alternativas aplicables. A simple vista es
un proceso de racionalidad al que se le añade compromiso, la composición de ese
compromiso, a nuestro juicio, viene precedida de una ubicación ideológica no abstracta,
según sea una política regulativa, distributiva, redistributiva o institucional. El juez
categoriza y adopta posición. Su discurso ideológico lo plasma según la corriente de
pensamiento en la que se sienta cómodo, misma que ha surgido de su vivencia personal o
bien por compartir el ideario de las fuerzas que lo impulsaron y lo llevaron a ese alto
reducto (Arias: sf, 12).

En el ámbito argentino, BERGALLI indica que “...los magistrados judiciales ejercitan

Perfectamente el juez se puede identificar con una determinada clase social, puede ser
defensor de las clases económicamente fuertes, de la clase trabajadora o de los estratos
medios. Así se puede alejar o acercar a convenciones colectivas, abrazar la libre
contratación, restituir derechos adquiridos por pensiones o salarios, obligar la
indemnización inmediata por expropiación de inmuebles, sobrevalorar la libertad de
empresa y subir o bajar el tono del interés público colectivo o común (Arias:sf,12).
Incluso puede ser proclive al Estado como productor de Servicios o enfatizar el mercado y
el libre intercambio como fórmula o modelo a seguir. Puede ser conservador o progresista,
aquí entra el elemento de conciencia social de los jueces. (Arias: sf, 13).

Formalmente el juez es independiente, lo que presupone autarquía entendida como la


facultad para gobernarse a sí mismo. DROMI sobre este particular se manifiesta de la
siguiente forma: “Por ello la independencia política, la autarquía económica y la
identidad institucional son atributos que especifican la existencia del juez verdadero, el
juez de la Constitución.”32 Esa autarquía formal, aunque no necesariamente política,
conduce al juez a un proceso intelectual de examen y resolución. (Arias: sf, 13).

Cuando hay problemas estrictamente políticos trasladados a la esfera judicial, como aquel
de transferencia de competencias de Gobierno Central a los Ayuntamientos, hay aspectos
personales de la justicia, elementos subjetivos del sistema (jueces), que abrazan o no un
esquema o tendencia de descentralización de los servicios públicos. En la decisión, además
de lo racional-axiológico contribuye la parte de formación personal, de suyo, las
resoluciones contribuyen a la validación del sistema “sentencia social.” (Arias: sf, 13). 33

Cuando el juez se identifica con una causa, como la sensibilización de género, adopta una
concepción, en este caso, elaboró amplios alcances interpretativos sobre las cuotas de
participación política de la mujer, más allá de la realidad participativa –su número- y los
resultados reales. El último Voto34 en esta materia, obliga al Presidente de la Asamblea
Legislativa a reflejar proporcionalidad de hombres y mujeres en la integración de las
Comisiones Permanentes, exigiendo que distribuya a las féminas en los distintos paneles de
formación de la ley. La sentencia que se comparte por el fondo creó tácitamente, sin
reforma reglamentaria un inciso nuevo en el artículo 27 del Reglamento Legislativo como
deber del Presidente, ya no como atribución (Arias: sf, 13).

ciertos papeles (roles) sociales mediante los cuales se presentan como imbuidos de una
capacidad para comandar o delinear el comportamiento social de los ciudadanos”.31

Cuando hay una posición ideológica compartida se da una suerte de encorsetamiento de los
razonamientos, en un modelo repetitivo de obtención equivalente de conclusiones. Esa
coherencia de valores vinculados y creados por el juez se concibe como “armonía
ideológica”, la que, en síntesis es relativa. Así como hay discusiones sobre el valor de un
poema, la honradez de una conducta, el valor de un bien y la discrepancia sobre elegancia,
belleza o justicia; el subjetivismo ideológico de valor interpretativo entraña el mismo
ejercicio (Arias: sf,13).

V. El ciudadano frente al abuso y omisión del poder, búsqueda de justicia

Uno de los puntos positivos de la relación, en ocasiones dialéctica, entre el administrado y


la administración es contar con procedimientos de resolución de disputa que ventila un
tercero. (Corte) (Arias: sf, 13).
Se ha ido admitiendo y hoy es parte de la memoria colectiva, el referente “salacuartazo”35
término popular que encierra la figura disuasiva de “aliado” frente a lo que podría
representar una actitud autoritaria, omisiva o abusiva del funcionario o empleado público.
(Arias: sf, 14).

El ciudadano ha llevado sus asuntos personales, individuales a resolución directa del


Tribunal Constitucional, sin que existan niveles intermedios de valor judicial. Este hecho,
sumado a la renuncia de competencias de otros órganos del Estado y la puesta a discusión
de temas de esos mismos órganos y poderes en el estrado judicial ha “empoderado” a los
jueces de manera que prohíben, suprimen, combaten, autorizan, impiden, ordenan y
realizan por “control de constitucionalidad” en todo territorio, sector o coto de cuya causa y
de acuerdo a los antes cuestionados filtros previos de admisibilidad, sea necesario atender;
porque, justamente, la constitución es dogma, es organización, es estructura social, son
derechos individuales y sociales, son preceptos, en campos variopintos donde lo político es
siempre inmanente (Arias:sf,14).

Los tribunales norteamericanos primero, y luego por apropiación, nuestro Poder Judicial
adoptaron la regla de razonabilidad y proporcionalidad como límite al ejercicio del poder
arbitrario, proporción entre el medio empleado y el fin perseguido. Ambos principios, de
discrecionalidad absoluta, según el caso concreto, han sido utilizados en docenas de
expedientes, facilitando las salidas jurisdiccionales y políticas como remedios menos
gravosos, restringiendo poder a las oficinas administrativas y obligando cambiar procesos a
lo interno. Sobre el principio de razonabilidad DROMI refiriéndose al caso argentino ha
dicho que “En esta política judicial, y fundamentalmente en los criterios de razonabilidad,
encontramos la brújula de la Corte sobre la reducción y la ampliación de sus
competencias por razón de las materias que debe entender. La razonabilidad, como
formulación lógica de su propia política, le ha permitido controlar la oportunidad y
conveniencia de leyes o actos estatales (Arias: sf, 14). 36

La justicia al servicio ciudadano se ha visto fortalecida por un lado; empero, por otro, el
poder sobre la administración es tal que es difícil definir con precisión hasta donde llega,
motivo de una exhaustiva investigación (Arias: sf, 14).

Cuando se menciona que ha sido fortalecido el ciudadano el ligamen es en cuanto al


impacto o resultado individual de sus gestiones. La Sala, ciertamente, ha dado un carácter
indiscutible de dignidad a la persona, ha defendido sus derechos siempre en desarrollo de la
personalidad. Donde han concurrido reparos, ha sido, en fallos, sobre todo, de control de
constitucionalidad que “pellizcan” el orden político, las competencias de otros poderes, la
paz social, la producción de un final respecto de intereses en juego y la política
judicializada. (Arias: sf, 14).

Para el común, la Sala y su producto –sentencias- es fuente de derecho que rebasa el


esquema tradicional de referencia: primero ver el voto y luego observar la ley. El asunto
subyace en que la política y la ley se han adoptado con el fin de lograr un objetivo social, y
la interpretación que del juez va a tener y de hecho está teniendo en el plano individual
causa un efecto práctico de soporte o alteración de las aspiraciones que ha suscitado una
demanda cada vez mayor de acceso a ese tipo de justicia. Al garantizar la regla de la
justicia y respetar una jerarquía de valores se sube en abstracción, más allá del contenido de
la norma, con la delicada posición de desviarse o contradecir la intención del legislador.
Otra vertiente interesante es la modificación de la realidad política por acción e impulso en
movilización de la maquinaria de las políticas públicas que ejecuta u omite la
Administración por orden del judicial. (Arias: sf, 15).

VI. La modificación de la realidad política

La Sala Constitucional y Políticas Públicas

Tal y como se planteó en la sección I de este trabajo, es claro que en nuestro sistema formal
de pesos y contrapesos, el poder judicial está desempeñando funciones políticas esenciales,
como poder autónomo capaz de sujetar a los otros poderes bajo el imperio de la
Constitución y la ley, a diferencia de otros países (Vg. México) donde implícita o
explícitamente es subordinado del Poder Ejecutivo (Arias: sf, 15).

La situación política actual de desencanto de la política, de desconfianza en los políticos, de


incremento del abstencionismo, de empate de fuerzas ideológicamente opuestas, crea
condiciones objetivas para que irrumpa el Poder Judicial, Tribunal Constitucional como
catalizador de la pluralidad de las fuerzas en conflicto, situándolo como un competidor más
del poder, resuelve pugnas, asegura que las decisiones políticas fundamentales satisfagan
principios político constitucionales y expone al sistema a cambios político legales
necesarios para lograr un “buen Gobierno” (Arias: sf, 15).

La existencia efectiva de un gobierno de la Constitución y las leyes, pero sobre todo, de las
interpretaciones, asegura un ejercicio del poder. Erradica antinomias y modifica la realidad
política, como sucedió con el voto reciente sobre la anulación de la Reforma Constitucional
de 1969 que prohibió la reelección presidencial (Arias: sf, 15). 37

La función finalista, coercitiva y erga omnes le dota al Judicial de ilimitadas posibilidades


para manifestarse y ser eficaz en lo jurídico y en lo político. Como se demostrará, una
decisión jurídica puede contener o conlleva una acción política pública, de respuesta y de
movilización del engranaje administrativo o legislativo. Bajo el manto de imparcialidad se
legitima la política pública, elemento de privilegio que no gozan los otros actores políticos
estén o no en Gobierno. En teoría el juez se coloca por encima de los intereses en pugna
(Arias: sf, 15).

El caso de la discusión acaecida el año anterior y este año sobre si eran 174 o 200 días
lectivos es una clara razón para informar que el tema pudo quedar salvado en sede
ministerial sin necesidad de un espacio judicial. Empero como todos los asuntos de
conflicto político se dirimió nuevamente en sede judicial. En este caso la Sala finalmente
ratificó el Convenio Centroamericano sobre Unificación Básica de la Educación de 1962,
ratificado mediante Ley No. 3726 del 16 de agosto de 1966 indicándole a la señora
Ministra:
37 Hasta la fecha tenemos únicamente el “por tanto” del Voto No. 4320-03, que declaró
con lugar la acción que declaró inconstitucional la reforma al artículo 132.1 de la
Constitución Política. Se está a la espera de la redacción del cuerpo de la sentencia. (Arias:
sf, 15).

“...adoptar las providencias pertinentes a efecto de restablecer el ciclo lectivo en doscientos


días, todo ello, tomando en consideración el Derecho a la Educación consgrado en la
Constitución Política y el interés superior del niño reconocido en diversos instrumentos
internacionales de Derechos Humanos. Todas esas garantías hacen impostergable la
ejecución inmediata del fallo (Arias: sf, 16).”38

La distribución de competencias va a dictar responsabilidades al Gobierno (Central o


Descentralizado por territorio o por especialidad). Tal es el caso de la Caja Costarricense de
Seguro Social y el Ministerio de Salud cuando se emprenden acciones y decisiones en el
sistema sanitario. Igual podemos decir de la seguridad ciudadana a cargo del Ministerio de
Seguridad Pública y en algunos cantones con Policía Municipal (Arias: sf, 16).

Sobre el tema de la obligación de una política pública desacertada en sanidad, que mereció
aclaración, fue la del uso del “latex”39 en los centros hospitalarios del país, cuyo
fundamento no fue propio de una análisis mesurado con audiencia oral, sino, se desprende
del Voto, de una búsqueda en Internet de artículos relacionados con alergias por polvo de
látex. Indudablemente a falta de mayor peritaje y personal idóneo en cuestiones médico-
quirúrgicas, la resolución resultó deficiente, por considerarse ese material importante en un
sinnúmero de trabajos. Obviamente, en pacientes de espina bífida y personal sujeto a
alergias crónicas el tema tiene dimensiones restringidas. Una prohibición insuficientemente
meditada pudo afectar la atención y el desenvolvimiento organizacional de un ente estatal.
Las políticas públicas comprenden diferentes niveles escalonados de intervención que van
desde lo más genérico que afecte al común, hasta lo más específico que afecte un ciudadano
en particular. Para tener claro el esquema se propone:

- Elites Institucionales y Políticas (Dirección Política)


- Las políticas las hacen en función de: a) Intereses colectivos, b) Grupos sub-
representados.
- C/ Política Pública (Proceso): Fases y Etapas.
- Construcción de un problema público: Agenda Gubernamental
- Órgano encargado del diseño de la Política Pública: Órgano que ejecuta/Implementa
- Evaluación y control (Org. de diseño y Dirección)
- Monitoreo del Conjunto de estrategias (Arias: sf, 16).

Decíamos que hay varias escalas, así se habla de política económica en términos amplios;
no obstante, al bajarse de nivel, se puede hablar de política monetaria, fiscal, de empleo,
industrial, de producción, etc. Si a la vez tomamos una categoría de las mencionadas, por
ejemplo, empleo, se razona sobre políticas de empleo juvenil, política de contratación
laboral, política de riesgos de trabajo, entre otros. Es natural que en el proceso político
administrativo se sucedan y entrecrucen una multitud de intervenciones (actos políticos y
administrativos) que derivan en una decisión. Gráficamente lo podemos observar así:
INICIACIÓN

Conflictos y
Demandas Ciudadanas y tensión social
Construcción del problema e incorporación en la agenda
Una “issue” insatisfecha (Arias: sf, 17).

ELABORACION
Formulación de alternativas y selección de respuestas
Gobierno Negocia y procesa.
Otorga atención rutinaria o política
modifica, define
Participación de un actor o pluralidad de ellos (Arias: sf, 17).

IMPLANTACIÓN U OMISIÓN
Implica actuación, decisión e intervención o bien desatención
Combinación de decisiones: Por discrecionalidad político-administrativa, por potestad de
imperio, por coerción, por exigencia de la ley
(No son transacciones o acuerdos voluntarios) (Arias: sf, 17).

RESULTADO

Satisfacción exitosa o razonable


Insatisfacción
Agrava el conflicto: Contención

¿En cual ventana del proceso típicamente administrativo de políticas públicas ingresa la
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia? A nuestro juicio, la Sala IV ingresa a
partir de la segunda ventana, ya que la primera es el resultado del conflicto o demanda
ciudadana, insatisfecha por los órganos político-administrativos. (Arias: sf, 17).

El órgano judicial a manera de “caja negra” procede a procesar las alternativas dependiendo
de la pretensión, selecciona la respuesta en un conjunto de decisiones “considerandos”,
donde está perfectamente implícita o explícita una política pública, la que conlleva en fase
de resultado el acatamiento de reglas por parte de las instituciones. En otras palabras, la
interpretación vaciada en el fallo, puede contener planos políticos, elementos de reglas de
actuación, definición de modelos de hacer las cosas, así como relación con valores. (Arias:
sf, 17).

En atención al cuadro anterior, hay que añadir que se reconocen dos concepciones, la
primera, la de los intereses individuales que son las aspiraciones y demandas de los
individuos de una sociedad dada, son intereses subjetivos protegidos jurídicamente. Sin
embargo, los deseos o intereses individuales pueden estar en conflicto unos de otros, de ahí
la reconciliación y armonía de tales intereses en conflicto a cargo de las instancias político-
administrativas y judiciales. Por otro lado, están los intereses sociales que están latentes en
un contexto y que sirven de límite a las pretensiones individualistas, éstos son intereses
colectivos que pueden ser promovidos o acogidos por la legislación, el gobierno (Poder
Ejecutivo) o bien por el Poder Judicial en sus resoluciones; representan, si no la totalidad,
una extensa gama de valoraciones vigentes que están en conflicto en una sociedad dada.
DAVID siguiendo a POUND40, señala que las demandas individuales, a fines del
juzgamiento de su viabilidad axiológica, deben ser subsumidas en una de las categorías de
intereses sociales. ¿Qué modelo racional de intereses sociales puede resultar factible para
nuestro medio en virtud de las sentencias de la Sala de lo Constitucional? A continuación
tenemos algunos compartimentos que pueden funcionar para tal ejercicio:

- Intereses sociales de la seguridad general


- Intereses sociales de la seguridad de las instituciones económicas
- Intereses sociales de moralidad general
- Intereses sociales de progreso general
- Intereses sociales de la vida humana individual (Arias: sf, 18).

Los intereses deben ser inferidos de la situación fáctica, la Constitución y, en general, del
derecho positivo, no solo racionalizados y legitimados por un órgano colegiado de siete
magistrados sino por una gran proporción de los miembros de la sociedad. Implica
entonces, una axiología finalista, teleológica, según sugiere Patterson (Arias: sf, 18). 41

Lo anterior nos lleva a considerar el derecho como instrumento del conservadurismo o


como herramienta de avance social y la actuación judicial en la esfera de la producción de
sentencias como alternativa de decisión entre una u otra posición. El siguiente cuadro nos
clarifica cómo se puede incidir desde la Administración de Justicia en políticas públicas
(Arias: sf, 18).

CIUDADANIA

JUEZ
1. Lobby de cara a los tomadores de decisión
2. Campañas de movilización social
3. Formación de alianzas para la promoción de agendas específicas
4. Participación en Comisiones, Consejos, mesas, procesos de concertación, etc.
5. Influencia en candidatos y partidos políticos
6. Provocación del desarrollo de casos judiciales para establecer jurisprudencia en torno a
un tema específico.
7. Desarrollo y difusión de investigaciones en temas sociales.
8. Mostrar el impacto de innovaciones alcanzadas en proyectos de pequeña escala.
9. Influenciar medios y periodistas
1. El juez en democracia antes de tomar decisión “sentencia” pide informes y consulta
expertos.
2. Tiene como referencia la norma suprema que es una Carta Política (Vgr. Art. 73 CCSS ó
art. 45 Propiedad Privada)
3. Controla procesos de otros órganos (Actos de la Administración central y
descentralizada, Asamblea Legislativa)
4. Evalúa beneficios sociales colectivos y derechos subjetivos, así como posibles
afectaciones
Para finalizar, más específicamente ¿Cómo se manifiesta la intervención del juez?
a. Transformando condiciones de vida (Vg. Votos sobre medicamentos, paisaje, medio
ambiente)
b. Respetando el statu quo (Vg. Votos sobre pensiones, derechos adquiridos)
c. Variando las reglas de juego (V.gr. Derecho a la Autodeterminación Informativa)
d. Allanando el camino a temas controversiales (V.gr. el Informe FMI sobre Costa Rica en
poder de BCCR) (Arias: sf, 19).

Conclusión:
1. Conviene enfatizar que en ocasiones hay un falso apoliticismo que siempre se ha
atribuido como característica principal de esa Administración de Justicia. Bajo ese prurito
se han ocultado algunas veces los verdaderos intereses en juego que han influido en las
actitudes de la magistratura, por supuesto, en menor medida en nuestro país que en otras
latitudes. (Arias: sf, 19).

2. Es interesante observar, analizar y examinar algunas decisiones de la Corte Suprema de


Justicia en los últimos años, sentencias que llevan a la reflexión sobre la praxis judicial.
Aquí acometemos la propuesta central, de sostener que el Poder Judicial se mueve
furtivamente (poder lenitivo) en esquema de autogobierno o cogobierno dependiendo del
asunto o sector estatal. (Arias: sf, 19).

3. Asimismo, nuestro Estado Democrático se ha adjetivado y hoy por hoy Costa Rica tiene
un Estado Constitucional de Derecho que ideológicamente se ha acomodado
mayoritariamente a la tesis del Estado Social y de Derecho ello como consecuencia del
marco de la Carta Fundamental, ésta producto de la Constitución de 1871 revisada en la
Constituyente de 1949. Asamblea que aceptó las garantías sociales de 1946 e impulsó una
nueva fisonomía de Estado, sólido y robusto surgido en buena media por los cambios
propuestos por la Junta Fundadora de la Segunda República y los escasos diputados
socialdemócratas. (Arias: sf, 19).

4. En otro orden, en la Sala ha habido una franca minoría para hacer de este país un Estado
Gendarme Liberal de Derecho, tesis no aceptadas por la mayoría del pueblo, resistencia que
pervive en el ciudadano de la que es respetuosa el órgano constitucional. (Arias: sf, 19).

5. Finalizar este pequeño ensayo de forma optimista, apuntando que es criterio del autor,
que la gran mayoría de votos de incidencia individual y aún aquellos que tuvieron un
impacto extensivo o masivo, han sido, generalmente, acertados salvaguardando el sistema
político y democrático. No obstante, el autocontrol es un referente obligado, cada vez que
se quiera admitir un asunto que arrastra conflicto social (Arias: sf, 19).

6. Como autorreflexión es indudable que la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema


de Justicia se ha quedado no con el Tercio del Poder propio de la división tripartita de
poderes sino que ha ido más allá, está en la cúspide y es el poder por encima de los poderes
(Arias:sf,19).
-Fin-
Bibliografía
ACKERMAN, Bruce y otros: “Fundamentos y alcances del control judicial de
constitucionalidad”. Investigación colectiva del Centro de Estudios Constitucionales de
Madrid. Cuadernos y Debates No. 29, Madrid, España, 1991.
ARAGON, Manuel: “Constitución y Control del Poder”. Ediciones Ciudad Argentina,
Buenos Aires, Argentina, 1995.
ARIAS, Bernal: “Reformas Constitucionales (Constitución de 1949) Costa Rica”, 1ª
edición, Investigaciones Jurídicas S.A., San José, Costa Rica, 2001
BELTRÁN DE FELIPE, Miguel: “Discrecionalidad Administrativa y Constitución”,
Editorial Técnos S.A., Madrid, 1995.
BERGALI, Roberto: “Estado democrático y Cuestión Judicial. Vías para alcanzar una
auténtica y democrática independencia judicial”. Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1984.
CARRETERO SÁNCHEZ, Santiago: “Controversia sobre el criterio sociológico de
interpretación de las normas”. Monografía. Servicio de publicaciones de la Facultad de
Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, 2000.
CAVERO LATAILLADE, Iñigo y ZAMORA RODRÍGUEZ, Tomás: “Los sistemas
políticos”. Editorial Universitas S.A., Madrid, 1996.
BALBÍN, Carlos F.: “El Control de los actos políticos”, En: “Fundamentos y alcances del
control judicial de constitucionalidad”, Cuadernos y Debates No. 29, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, España, 1991.
BERGALLI, Roberto: “Estado Democrático y Cuestión Judicial”, Ediciones Depalma ,
Buenos Aires, Argentina, 1984.
BOBBIO, Norberto: “Contribución a la teoría del Derecho”, Fernando Torres Editor S.A.,
Valencia, España, 1980.
DAHL, Robert: “La Democracia”, reimpresión en castellano, Taurus, Grupo Santillana de
Ediciones S.A., Madrid, España, 1999.
DAVID, Pedro R: “Sociología Jurídica”. Editorial Astrea, Buenos Aires, 1980.
DE VEGA, Pedro: “La reforma constitucional y la problemática del poder constituyente”,
3ª reimpresión, Editorial Técnos S.A., Madrid, España, 1995.
DIAZ, Elías: “Derechos Humanos y Estado de Derecho”, en: LOPEZ GARCIA, José
Antonio y DEL REAL, J. Alberto (eds.) “Los derechos: entre la ética, el poder y el
derecho”, 1ª edición, Editorial Dykinson, Seminario de Estudios sobre la Democracia,
Universidad de Jaén-Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, España, 2000.
DROMI, Roberto: “El perímetro del poder”, Ediciones Ciudad Argentina, Fundación
Centro de Estudios Políticos y Administrativos, Buenos Aires, Argentina, 1996.
- “Los jueces. Es la Justicia un tercio del poder?”. Ediciones Ciudad Argentina, Buenos
Aires, 1992.
27
FUCITO, Felipe: “Sociología del Derecho”, Reimpresión, Editorial Universidad, Buenos
Aires, Argentina, 1999.
HABERMAS, Jürgen: “Facticidad y Validez”, 2ª ed., Colección Estructuras y Procesos,
Serie Filosofía, Editorial Trotta S.A., Madrid, España, 2000.
HERRENDORF, Daniel E.: “El Poder de los Jueces”. Editorial Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, Argentina, 1994.
MENDEZ DE SMITH, Elisa A.: “Las ideologías y el derecho”. Editorial Astrea, Buenos
Aires 1982.
MONTEJANO, Bernardino: Ideología, Racionalismo y Realidad”. Editorial Abeledo-
Perrot, Buenos Aries, Argentina, 1981.
NATERA PERAL, Antonio: “El liderazgo político en la sociedad democrática”. Cuadernos
y Debates No. 107, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2001.
PATTERSON, Edwin: “Pund´s Theory of Social Interest”, Nueva York, Macmillan, 1922.
PECES-BARBA, Gregorio: “Los valores superiores”, 1ª. Reimp., Editorial Técnos S.A.,
Madrid, España, 1986.
PEREZ FRANCESCH, Juan Luis: “El Gobierno”. Editorial Técnos S.A., Madrid, 1993.
POUND, Roscoe: “Contemporary Juristic Theories”, 1940.
RODRÍGUEZ OCONITRILLO, Pablo: “Ensayo sobre el Estado Social de Derecho y la
Interpretación de la Constitución”. 1ª Edición, Colegio de Abogados de Costa Rica, San
José CR, 1995.
RUBIO LLORENTE, Francisco: “La forma del poder”. Colección Estudios
Constitucionales. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1997
SAGÜES, Néstor Pedro: “La interpretación judicial de la Constitución”, Serie Derecho
Judicial, Ediciones Depalma, Buenos Aires, Argentina, 1998
- “La interpretación constitucional instrumento y límite del juez constitucional”, en:
“Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano”, 1ª edición, bajo el auspicio de la
Fundación Konrad Adenauer, la Asociación Venezolana de Derecho Constitucional, la
Asociación Costarricense de Derecho Constitucional y la Biblioteca Jurídica Dike,
Medellín,Colombia, 1996.
SOLIS FALLAS, Alex: “La dimensión política de la Justicia Constitucional”, Impresión
Gráfica del Este S.A., San José, Costa Rica, 2000.
VALLÉS, Joseph M.: “Ciencia Política”, 2ª Edición, Editorial Ariel Ciencia Política,
Barcelona (España), 2002.
VON BERTALANFFLY, Ludwig: “Teoría General de Sistemas”. 3ª reimpresión, Fondo
de Cultura Económica S.A de C.V, México D.F., 1993.

Selección de Votos y Sentencias:


- Sentencias Nos. 0769-98, 0770-98 y 0771-98 de las 14:30 horas del 6 de febrero de 1998,
de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
- Sentencia No. 11657-2001 de las 14:43 horas del 14 de noviembre de 2001 y Sentencia
No. 8409-99 de las 15:27 horas del 3 de noviembre de 1999.
- Sentencias No. 6802-98, 1954-97, 1953-97, 6222-98 de la Sala Constitucional de la Corte
Suprema de Justicia.
- Expedientes judiciales no resueltos Nos. 4200-03, 4777-03, 4485-03, 4530-03, 4540-03 y
4699-03. Todos admitidos y pendientes en la Sala Constitucional de la Corte Suprema de
Justicia.
- Sentencias Nos. 06842-99 o 00673-2000 y 2091-2000 sobre la aplicación del artículo 29.1
inciso a) del Convenio 102 de la OIT, respecto al término “residencia”. Asimismo,
Sentencia 05078-2003 de las 14:32 horas del 11 de junio del 2003.
- Sentencia No. 2003-01432, de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
- Sentencia No. 6256-94 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
- Sentencias Nos. 5893-95, 1394-94 o 3705-93 de la Sala Constitucional de la Corte
Suprema de Justicia.
- Sentencia No. 2003-2771, en fase de redacción con voto salvado de minoría. Sala
Constitucional.
- Sentencia No. 1997-1750 de la Sala Constitucional.
- Sentencia No. 2003-03489, de las 14:11 horas del 2 de mayo de 2003 de la Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
-.
- Sentencia 2003-04819, de las 10:52 horas del 30 de mayo del 2003.
- Sentencia No. 4320-03, “por tanto” que declaró con lugar la acción que declaró
inconstitucional la reforma al artículo 132.1 de la Constitución Política. Se está a la espera
de la redacción del cuerpo de la sentencia.
- Sentencia No. 2002-11515, de las 8:52 horas del 6 de diciembre de 2002.

Notas

1 Realizó el Programa de doctorado en Derechos Fundamentales en la Universidad


Complutense de Madrid. Especialista en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid (CEPC). Abogado y Politólogo.
Asesor Parlamentario en la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica y Profesor
en la Maestría Centroamericana de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica,
cursos de Procesos Parlamentarios, Administración de Justicia y Políticas Públicas y
Control Político y Económico de la Administración Pública.

2 Ponencia a ser presentada en el I Congreso Centroamericano de Ciencia Política: “La


toma de la Democracia: Nuevos retos para la sociedad civil y la élite política en
Centroamérica”, a celebrarse en el Auditorio de la Ciudad de la Investigación de la
Universidad de Costa Rica, los días 12,13 y 14 de agosto de 2003. Revisión y versión final
de fecha 14 de julio de 2003.
3 Cfr. Vallés, Joseph M.: “Ciencia Política”, 2ª Edición, Editorial Ariel Ciencia Política,
Barcelona (España), 2002.
4 Cfr. Von Bertalanffly, Ludwig: “Teoría General de Sistemas”. 3ª reimpresión, Fondo de
Cultura Económica S.A de C.V, México D.F., 1993.
5 Vid. Creación de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. “Reforma a los
artículos 10, 48, 105 y 128 de la Constitución Política”, Ley No. 7128 del 18 de agosto de
1989. En: ARIAS, Bernal: “Reformas Constitucionales (Constitución de 1949) Costa
Rica”, 1ª edición, Investigaciones Jurídicas S.A., San José, Costa Rica, 2001, pp. 233 y ss.
6 SAGÜÉS, Néstor Pedro: “La interpretación judicial de la Constitución”. Ediciones
Depalma S.A., Buenos Aires, Argentina, 1998, p.22.
7 Concepción que admite el trato igualitario para participar en el proceso de toma de
decisiones sobre las políticas que vaya a seguir la asociación cuyos criterios reconocibles
son: la participación efectiva, la igualdad de voto, posibilidad de instruirse sobre las
políticas, ejercitar control sobre la agenda y plenos derechos de ciudadanía a partir de una
edad reconocida de adulto. DAHL, Robert: “La Democracia”, reimpresión en castellano,
Taurus, Grupo Santillana de Ediciones S.A., Madrid, España, 1999.
8 Cfr. Resolución 2000-02306 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de
las 15:21 horas del 15 de marzo de 2000 contra el Decreto Ejecutivo No. 24029-S,
publicado en La Gaceta No. 45 del 3 de marzo de 1995.
9 HABERMAS, Jürgen: “Facticidad y Validez”, 2ª ed., Colección Estructuras y Procesos,
Serie Filosofía, Editorial Trotta S.A., Madrid, España, 2000, p. 319.
10 BALBÍN, Carlos F.: “El Control de los actos políticos”, En: “Fundamentos y alcances
del control judicial de constitucionalidad”, Cuadernos y Debates No. 29, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, España, 1991, pp. 35-65.
11 Cfr. Sentencias Nos. 0769-98, 0770-98 y 0771-98 de las 14:30 horas del 6 de febrero de
1998, de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
12 Cfr. Sentencia No. 11657-2001 de las 14:43 horas del 14 de noviembre de 2001 y
Sentencia No. 8409-99 de las 15:27 horas del 3 de noviembre de 1999.
13 Cfr. Sentencias No. 6802-98, 1954-97, 1953-97, 6222-98.
14 Cfr. Expedientes judiciales no resueltos Nos. 4200-03, 4777-03, 4485-03, 4530-03,
4540-03 y 4699-03. Todos admitidos y pendientes en la Sala Constitucional de la Corte
Suprema de Justicia.
15 Vg. Los fallos de la Sala Constitucional tales como el No. 06842-99 o 00673-2000 y
2091-2000 sobre la aplicación del artículo 29.1 inciso a) del Convenio 102 de la OIT,
respecto al término “residencia” entendido por ese órgano judicial como permanencia en un
régimen de pensión, causando confusión al Estado y creando expectativas a miles de
trabajadores, especialmente a los del sector de educación, comprometiendo lo indicadores
macroeconómicos en vista de que abrió la expectativa de pensionarse con el 100% del
último salario y con un mínimo de veinte años de antigüedad y cotización. A todas luces el
dictamen de la Procuraduría General de la República y la nota aclaratoria de la OIT
vinieron a despejar la verdadera interpretación en el sentido que residencia iba relacionada
a un territorio, es decir, a los derechos restringidos de jubilación de un extranjero según los
años de permanencia en ese territorio. Todavía mediante Sentencia 05078-2003 de las
14:32 horas del 11 de junio del 2003, la Sala no admitía enderezar su entuerto jurídico
declarando no a lugar la gestión formulada por el Procurador Adjunto de la Procuraduría
General de la República.
16 Vid. Habermas, Op. Cit., p. 314.
17 Cada enfoque tiene sus propias peculiaridades, se parte de concepciones diferentes
desde el punto de vista filosófico y político. Así tenemos que el Estado Liberal de Derecho
abraza posiciones recelosas del sufragio universal y proclives en el mundo del trabajo y de
la economía al “laissez faire, laissez passer” con un fuerte intervensionismo en pro de la
propiedad privada, el orden público y militar, con dura represión de huelgas y protestas.
Estado despreocupado por los derechos sociales, económicos y culturales vinculados a
necesidades de salud, enseñanza, vivienda, trabajo, etc. para las grandes mayorías. El
Estado liberal se mueve en una sociedad individualista, fuertemente clasista y elitista, pues
el ámbito institucional y gubernamental es de baja participación, la movilidad social y el
asenso son reducidos en clara exclusión de sectores obreros, partidos socialistas, sindicatos
y organizaciones sociales. El Estado liberal defiende a ultranza la economía competitiva de
libre mercado, la acumulación privada de capital, las plusvalías y excedentes. Es un Estado
fiero defensor de la protección jurídica de libertades y de ciertos derechos fundamentales,
civiles y políticos (pensamiento, expresión, religión, etc.). Como respuesta y como
alternativa gradual se gesta el Estado Social y Democrático de Derecho con firme rechazo a
los sistemas totalitarios de corte comunista y fascista, que viene a llenar las insuficiencias
del modelo liberal proponiendo participación e igualdad real, sufragio universal, políticas
de bienestar y una expansiva acción social del Estado con servicios de calidad para más
amplios sectores sociales. Acepta el principio de legalidad y del control y responsabilidad
de la Administración con una legislación mayormente pactada, concertada potenciándose la
legitimación y paz social. Este tipo de Estado no rompe con el modo capitalista de
producción, acepta la acumulación privada y el mercado con correcciones, regulaciones y
redistribuciones (intervención en gastos e ingresos fiscales), empero no renuncia a reformas
progresivas que transformen el sistema como mayor igualdad, derechos y libertades. La
propiedad privada es igualmente un derecho, sólo que se impone en bien común y la
expropiación cuando sea necesario para la colectividad. Crea y potencia en el sector público
estatal actividades económicas de operación de servicios y hasta producción de bienes, esta
última actividad cada vez menos aceptada por los ideólogos sociales. Finalmente, reconoce
al igual que el Estado Liberal las libertades y los derechos civiles y políticos, y además,
reclama implantar y hacer efectivos con carácter de universalidad los derechos sociales,
económicos y culturales derivados de las necesidades básicas de la salud, la enseñanza, la
vivienda, un régimen de prestaciones de seguridad y pensiones. Para mayor abundamiento
ver: DIAZ, Elías: “Derechos Humanos y Estado de Derecho”, en: LOPEZ GARCIA, José
Antonio y DEL REAL, J. Alberto (eds.) “Los derechos: entre la ética, el poder y el
derecho”, 1ª edición, Editorial Dykinson, Seminario de Estudios sobre la Democracia,
Universidad de Jaén-Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, España, 2000, pp.
123 y ss. En nuestro medio: RODRÍGUEZ OCONITRILLO, Pablo: “Ensayo sobre el
Estado Social de Derecho y la Interpretación de la Constitución”. 1ª Edición, Colegio de
Abogados de Costa Rica, San José CR, 1995.
18 SAGÜÉS, Néstor Pedro: “La interpretación constitucional instrumento y límite del juez
constitucional”, en: “Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano”, 1ª edición,
bajo el auspicio de la Fundación Konrad Adenauer, la Asociación Venezolana de Derecho
Constitucional, la Asociación Costarricense de Derecho Constitucional y la Biblioteca
Jurídica Dike, Medellín,Colombia, 1996, p.36.
19 Cf. Herrendorf, Daniel E.: “El Poder de los Jueces”, 2da. Ed., Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, Argentina, 1994.
20 SOLIS, Alex: “La dimensión política de la justicia constitucional”, Impresión Grafica
del Este S.A., San José, Costa Rica, 2000, p. 311.
21 Cf. DE VEGA, Pedro: “La reforma constitucional y la problemática del poder
constituyente”, 3ª reimpresión, Editorial Técnos S.A., Madrid, España, 1995, p. 165.
22 Cfr. vg. Sentencia No. 6256-94 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de
Justicia.
23 Cfr. Sentencias Nos. 5893-95, 1394-94 o 3705-93 de la Sala Constitucional de la Corte
Suprema de Justicia.
24 Cfr. Fucito, Felipe: “Sociología del Derecho. El orden jurídico y sus condicionantes
sociales”. 1ª edición, Editorial Universidad, Buenos Aires, Argentina, 1999.
25 Sobre criterios metodológicos de argumentación jurídica cuando se interpreta, tenemos:
Lógico, histórico, sistemático, gramatical, sociológico y finalístico o teleológico.
26 Cfr. Sentencia No. 2003-2771, en fase de redacción con voto salvado de minoría. Sala
Constitucional.
27 Cfr. Sentencia No. 1997-1750 de la Sala Constitucional.
28 Cfr. Sentencia No. 2003-03489, de las 14:11 horas del 2 de mayo de 2003 de la Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
29 Se dice co-determinante en el sentido de que el órgano original que debió resolver o
actuar era otro órgano de la Administración Pública ajeno al Poder Judicial.
30 Cfr. CARRETERO SÁNCHEZ, Santiago: “Controversia sobre el criterio sociológico
de interpretación de las normas”, Monografía, Servicio de Publicaciones de la Facultad de
Derecho, Universidad Complutense de Madrid, España, 2000, pp. 104-105.
31 Cf. BERGALLI, Roberto: “Estado Democrático y Cuestión Judicial”, Ediciones
Depalma , Buenos Aires, Argentina, 1984, p. 1.
32 DROMI, Op. Cit., p.46.
33 Sobre criterios sociológicos de interpretación de normas confrontar: CARRETERO
SÁNCHEZ, Ob. Cit., UCM, 2000.
34 Cfr. Sentencia 2003-04819, de las 10:52 horas del 30 de mayo del 2003.
35 Referencia a la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, también conocida
como Sala IV.
36 DROMI, Roberto: “Los Jueces, ¿Es la Justicia un tercio del Poder?”, Ediciones Ciudad
Argentina, Fundación Centro de Estudios Políticos y Administrativos, Buenos Aires,
Argentina, 1992, pp. 167-168.
38 Cfr. Sentencia No. 2002-11515, de las 8:52 horas del 6 de diciembre de 2002, de la Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
39 Cfr. Sentencia No. 2003-01432, de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de
Justicia.

40 POUND, Roscoe: “Contemporary Juristic Theories”, 1940, citado por DAVID, Pedro
R.: “Sociología Jurídica”, Editorial Astrea, Buenos Aires, Argentina, 1980, p.104 ss.
41 PATTERSON, Edwin: “Pund´s Theory of Social Interest”, Nueva York, Macmillan,
1922. 24

S-ar putea să vă placă și