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Descriere:
Ingo ha perdido su pelota. buscándola, encuentra algo inesperado: un huevo. Lo lleva a casa y al cabo de cinco días el huevo se abre y sale un pequeño dragón. todos lo reciben con alegría y le ponen el nombre de drago. Pero drago empieza a crecer y crecer...pobre Ingo cuantas cosas le van a suceder.
Ingo ha perdido su pelota. buscándola, encuentra algo inesperado: un huevo. Lo lleva a casa y al cabo de cinco días el huevo se abre y sale un pequeño dragón. todos lo reciben con alegría y le ponen el nombre de drago. Pero drago empieza a crecer y crecer...pobre Ingo cuantas cosas le van a suceder.
Ingo ha perdido su pelota. buscándola, encuentra algo inesperado: un huevo. Lo lleva a casa y al cabo de cinco días el huevo se abre y sale un pequeño dragón. todos lo reciben con alegría y le ponen el nombre de drago. Pero drago empieza a crecer y crecer...pobre Ingo cuantas cosas le van a suceder.
EL BARCO
| Mira Lobe
Ingo y Drago
llustraciones de Susi WeigelFigen mae 205,
Fe tet
Sect
Testes Son Weigh
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Temes
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Dopo es 085,
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Ec sero estaba al tinal det parque,
donde ya no habia flores, ni caminos,
ni bancos. Solo crecian unas matas
altisimas como en una selva.
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5Ingo se _metio entre los arbustos
para buscar su pelota. La habia perdi-
do en el seto mientras jugaba con ella.
Eh, pelota! —Hlamé—. jNo te es-
condas!
Se meti6 atin mas entre el ramaje.
Una hormiga le hizo cosquillas en la
plerna. Las espinas de una rama le
arafaron la cara. No habia rastro de
la pelota.
«iNo se puede esfumar asi como asi!
—pens6 Ingo—. Y, encima, ¢qué me
lira mamé si liego a casa sin ella?
Pero, ées que siempre tienes que per-
derlo todo? {Con qué vas a jugar aho-
ra?”, me preguntaré enfadada. Y mi
hermana Mara dira: “jLa mia ni se te
‘ocurra tocarlal”».
Ingo siguié buscando. Se tir6 al
suelo y se arrastré como pudo por
debajo de unas ramas. Hasta que com-
prendi6 que todo era inuti
«iLa pelota ha volado! La dejo por
imposible».
De repente, el seto se acabé. A
continuacién ‘se extendia_un verde
prado. ¢Seria verdad lo que veian sus
‘ojos? Normalmente, donde acababa el
6—_——
seto estaba el muro gris de la fabrica.
En cambio, hoy veia aquel prado cu-
bierto de una hierba espesa y suave,
brillando al sol. En medio se veia algo
redondo y de colores.
"—iEs mi pelota! —exclam6 Ingo.
Pero enseguida dijo—: No, no es. No
tiene Ios mismos colores ni la misma
forma, Esto parece un huevo.
Corrié hasta aquel objeto y lo levan-
46. Bra grande, pesado, y al tocarlo lo
not6 caliente a causa del sol. La cés-
cara tenia unos colores preciosos, mu-
cho més bonitos que los de su pelota.
—iHHola, huevo! —Ie dijo el mucha-
cho—. Te levaré conmigo a casa.
‘Ahora eres mio.
Ta vuelta no fue nada facil, pues
levaba una mano ocupada. Por eso
iba con cuidado, despacio, para que
no le pasara nada al huevo. Las raices
y las ramas le cerraban el camino. Los
espinos no le dejaban andar. Pero
Ingo avanzaba tranquilo. Mientras, le
hablaba carifiosamente a su huevo:
—No tengas miedo, yo te cuidaré.
ste es un seto horrible, pero pronto
estaremos af otro lado. Te levaré a
casa, te haré un nido muy c6modo.
Estaras de maravilla. Ya verds lo bien
ue vas a estar.
‘Cuando, al fin, dejaron el seto atrés,
Ingo estaba cubierto de aranazos y se
le habian enredado pequefias ramas
cen el pelo. Llevaba la camisa fuera de
los pantalones. Se la puso bien y guar-
d6 el huevo entre la camisa y la piel.
'—Para que no te vea nadie —le dijo,
‘A continuacién ech6 a correr por el
parque. Aguello era digno de_verse:
jun nifio desgrefiado, agarrandose la
barriga con las dos manos y hablando
solo
& 9
:
aAl pasar por la fuente, un chucho
empez5 a ladrarle. Era ‘el perro de
iguel y Petra. = E
—iEh, Ingo! —grito Miguel—. y que era asqueroso y repug-
nante.
—Desde hace mucho —contest6
Mara.
61Poor ta anne, Drago le demostro
al padre de Ingo lo bien que se le daba
andar con las patas traseras. Mientras
Caminaba, iba alternando los grufidos
con los ronroneos. De vez en cuando
2
se caia, pero volvia a ponerse dere-
cho y seguia valientemente hacia de-
ante. El padre se ti6 y lo alabo:
—jDrago se ha vuelto todo un mu-
chachote!
E intent6 que le diese la pata, como
hacen los perros. Pero Drago mo era
tun perro. Por primera vez resopl6,
pero tan bajo que sélo lo oyé Ingo.
Todo un muchachote de verdad
—repitié el padre—. Si no dejara man-
chas por todas partes...
—Ahora tiene su cajén en la terra-
za... —dijo Ingo.
“4Pero no lo usa nunca! —grité
Mara—. ¥ el cochecito se le ha queda-
do pequefio.
Ingo dijo:
—De todas formas, ahora que ya
puede caminar no lo necesita. Y por
Jas noches puede dormir en la caja de
carton de la aspiradora,
Y si sigue creciendo? —pregunto
Mara—. 2Y si se le queda también
pequena?
Ingo le iba a decir que podria dor-
mir en el sofa del salén, pero su padre
se le adelanté:
63—Si Drago se hace més grande que
la aspiradora, tendra que marcharse.
—iNo, por favor! —suplicé Ingo—.
zAdénde ira entonces?
Se arrastr6 con Drago hasta su cue-
vay le pregunt
—