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CONCLUSIONES
35.- Soy consciente de que, ante la
propuesta que he intentado explicitar,
se pueden experimentar diversas reacciones. Creo, sin embargo, que muchos
no creyentes y no cristianos, quiz hasta ms de los que imaginemos, podrn
compartir con nosotros la sustancia de
la oferta presentada. Comprendo que
se puedan distanciar de los cristianos
en los fundamentos ltimos sobre los
que asentamos esa espiritualidad y aun
en la concepcin sobre los medios para
llevarla a la prctica. A todos les pedira dejaran la puerta abierta al dilogo
y, al mismo tiempo, los invitara amablemente a que comenzaran a convertir
en obra esos rasgos de la espiritualidad
cristiana que hemos querido compartir.
Los frutos, que no se harn esperar, hablarn mejor que todas estas palabras.
36.- Pero lo ms triste para m sera
saber que en el mbito propio de los
cristianos las propuestas de Jess y de la
Iglesia nos suenen a frases bonitas pero
irrealizables, a exhortaciones utpicas
que no tengan nada que ver con el mundo real. Y nos parezca que la invitacin
de Jess al amor, a la misericordia, a
la humildad, a la responsabilidad, no
podran cambiar nada en el mundo tan
complejo en que vivimos. Se repite as
en cada poca de la historia la perplejidad y la confusin del Bautista, que
haba anunciado la venida del Juez
poderoso que transformara el mundo
y ahora, oyendo que Jess es mansedumbre y misericordia, siente que no
ha cambiado mucho. Entonces manda,
desde la crcel, a que le pregunten a
Jess: Eres t el que ha de venir o
tenemos que esperar a otros?
37.- El pasado 12 de diciembre, el
papa Benedicto XVI visit una parroquia romana y all coment ese texto
con improvisadas y sentidas palabras.
Dijo el Santo Padre: En los ltimos
dos o tres siglos muchos han preguntado: Realmente eres t o hay que
cambiar el mundo de modo ms radical? T no lo haces? Y han venido
muchos profetas, idelogos y dictadores que han dicho: No es l! No ha
cambiado el mundo! Somos nosotros!
Y han creado sus imperios, sus dictaduras, su totalitarismo que cambiara
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