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C. Rector de la UNAM, Dr.

José Narro Robles


CC Consejeros Universitarios
Opinión pública nacional e internacional

No es justo que el personal académico de la mejor universidad de habla hispana, que


compite de tu a tu con las mejores del mundo (que se desarrollan en condiciones
económicas, culturales y de seguridad muy superiores), tenga un ingreso promedio
(salario, prestaciones y estímulos) menor a cinco mil pesos.
Este promedio se aproxima a los cinco mil pesos sólo porque casi un tercio del personal
académico (11,536) pertenece a la categoría de carrera o tiempo completo, que goza de
ingresos dignos, pero el resto (23,521) vivimos en la pobreza o en la sobre carga de
trabajo laborando en dos o tres instituciones educativas; algunos compañeros trabajan
50 y hasta 60 horas frente a grupo (situación que lamentablemente muchos les envidian,
a pesar de que deteriora la calidad de su vida y de su trabajo).
Más de quince mil profesores, de los 35 mil que laboran en la UNAM, tienen asignadas
menos de 15 horas de clase a la semana, por lo que sus salarios oscilan entre 800 y casi
3,000 pesos al mes. Esto se debe a que cada “hora/semana/mes” se nos paga a menos de
250 pesos. Pero con un nombramiento de 10 horas/semana/mes un académico labora en
realidad 40 horas; 10 horas cada una de las cuatro semanas del mes. Por lo que en
realidad cada hora trabajada se nos paga a poco menos de 60 pesos (en Estados Unidos
y Canadá el salario mínimo es de 9 dólares la hora). Este no es un salario de privilegio,
ni siquiera justo, es una humillación y un trato que no merecemos los académicos de la
UNAM; porque somos trabajadores, no apóstoles. El amor que tenemos por la UNAM,
por la educación laica, pública y gratuita no debe mal entenderse.
Apenas 15 mil profesores de la UNAM son definitivos o de base y 25 mil académicos,
además de ingresos indignos de la importancia y calidad de nuestro trabajo, padecemos
inseguridad en el empleo. Cada ciclo escolar debemos disputarnos los grupos
académicos, en un proceso de asignación que es cada vez más unilateral, por lo que
quedamos prácticamente en la indefensión.
La Universidad Nacional Autónoma de México la integramos los 300 mil estudiantes
que en sus aulas se forman como ciudadanos y profesionales, los 35 mil trabajadores
administrativos y de servicios y los 35 mil académicos, que con nuestra quehacer diario
contribuimos a la creación de nuevos conocimientos, a la divulgación de las ciencias y
la cultura y la formación miles de profesionales. La UNAM, es decir, todos nosotros,
como parte de una de las más prestigiadas y mejores instituciones del país, día a día
remontamos adversidades y a pesar de un entorno social adverso, de limitaciones
económicas y de políticas educativas y científicas poco afortunadas del gobierno
federal, logramos ubicar a nuestra máxima casa de estudios entre una de las mejores del
mundo. Así, la UNAM se encuentra a la altura de las mejores universidades del llamado
primer mundo, pese a localizarse en un país de los denominados en desarrollo, de contar
con serias limitaciones presupuestales y de que sus trabajadores académicos son
injustamente mal pagados.
Por la importancia y calidad de nuestro trabajo y por la relevancia de la institución en la
que prestamos nuestros servicios es injusto que 25 mil profesores vivamos en la
pobreza. Por ello, Señor Rector, Señoras y Señores Consejeros les pedimos sean
sensibles y solidarios ante la precaria situación laboral que padece la mayoría del
personal académico de nuestra Universidad, que somos, además, sus compañeros de
trabajo. Es urgente un aumento salarial relevante, que en realidad mejore nuestras
condiciones de trabajo y la calidad de nuestra vida y la de nuestras familias, no una
broma macabra y de mal gusto. Tenemos derecho a una vida digna.
Señor Rector, acudimos a usted porque en la revisión salarial que se lleva a cabo en la
UNAM la organización titular del Contrato Colectivo de Trabajo del personal
académico, la AAPAUNAM, se allanará a la propuesta salarial que su administración
presente, pues como usted y todos los universitarios sabemos ese es su papel, para eso
fue creada, para controlar no para representar.
Doctor Narro, ¿No cree usted que ya es tiempo de que la universidad deje atrás los
métodos de control sindical y clientelar, para establecer relaciones realmente
democráticas, justas y solidarias con sus trabajadores (todos lo somos y todos somos
parte de la UNAM)?, ¿Vale la pena seguir apoyando estructuras detrás de las cuales se
esconden grupos de interés; mafias que medran con los recursos de la UNAM?

Por mi raza hablara el espíritu


Frente de profesores con hambre de pan y hartos de circo

Enero de 2010

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