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América aborigen De los primeros pobladores a la invasion europea dibliotece basica de historia Raul Mandrini Profesor de Historia egresaco de |a Universidad de Buenos Aires, fue hasta 2009 profesor titular ¢ investigador del Instituto de Estudios Historicn-Sooiales e la Universidad Nacional del Centro de la Provincia Ge Buenos Aires, teniendo a su cargo la catedra de Historia Americana Prehispénica. Actualmente es investigador 2d honérem an el Museo Etnografica Juan B, Ambrosetti de la Universidad de Buenos Aires, Sus Investigaciones se centran en la historia de Ios pusblos originarios de la region pampeana y sus edyacencias. Acemés de articulos en libros y revistas, es autor de Volver al pais de jos araucanos {con Sara ‘Oftelli, 1992), Los indigenas de fa Argentina. La visién del “otro” (2004) y La Argentina aborigen. De los primeros pobladores a 1910 (2008, en esta coleccién). Coma compilador y editor, publioé Huelias en fa tierra, indics, agricuitores y hacendadios en fa pampa bonaerense [con A. Reguera, 1994), Las fronteras hispanocriolas dal mundo indigena letinoamericano en los siglos XVI y XIX. Un estudio comparativo (con C. C. Paz, 2002), Vivir entre das mundos. Las frontaras de! sur de ie Argentina, Sigios Xvil-XIX (2006) y Sociedades en movimiento. Los puebios inolgenas de América Latina en el sigio XiX (con A, Escobar y 8. Orteli, 2007), ‘yg | wr La Vee Tabac, Mano biblioteca basica de historia Ditigida por Luis Alberto Romero siglo veintiuno —_ meio en Me swan sentadteres. com at Biglo wd editores, mexico e7F0 DE. ALA 248, FONED Le aside salto de pagina bibtiotoca nueva, anthropos i 08 pnts 206, BS 22010 wren, ew wae bUlkeccrumvaes See Mandlrini, Rati José Amnétiea aborigen: De los primeros pobladores a kt inva pea- 2° ed= Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 201%. 288 p- il 29x16 can= (Biblioteca hasiea de historia // dirigiela por Luis Alberto Romero) ISBN 978-087 2347 1, América. 2. Puchlos Originarios CDD 305.8 © 201g, Siglo Veintiuino Editores S.A, Edicidn al enidacio de Yamila Sevilla y Valeria Afi6n Disetio de coleccisn: tholén kunst Disetio de cubierta: Peter Tjebbes Mapas: Rubén Nahuel Mandini ISBN 978-087-029-345"7 Impreso en Antes Grificas Delsur // Alte, Solier #450 Avellaneda, en el mes de septicnnbre de 2015 Hecho el depdrito que marca la ley 11.95 Imprexo en Argentina // Made in Argentina Presentacién, El historiador y el mundo indigena 1" 4. Construir la historia del mundo prehispanico 7 La cuestidn de tas fuentos, Cémo llamamos a nuestros aciores. EI ‘Nuevo Mundo": diversicad y heteroganeidad, La diversidad geogratica. La diversicad lingiitstica y cultural. B problema de tas Glasticaciones. Las bandas. Les tritus. Las jefaturas. Los estacios antiguos 2. América en el momento de Ia invasién europea: un mundo en movimiento 3a Cazadores recolactores do las tiorras fias del Norte. Cazadores dele tundsa tea, Cazedoros recolestores del bosque boreal “taiga”. Pescadores de salman de |a costa pacfica de Canacs. Las tieras templadas de Amética de! Norte, La ragiin da 10s bosques orientales, Los pueblos del occidente ce América cel Nowa. El érea intermedia: Elirperioincsico y sus peniferas. Las tierras balas orlentales de América de Sur, Pueblos de las berras hajas tropicales y subtropicales. Los pueblos ce las llanuras y mesetas meridionales 3. De la llegada al continente al surgimiento de las sociedades aldeanas 63 Los primeros americanos. Les origeres del problema. Los primers pobladores del continente americana. Cl ingreso al continente american, La lerga marcha a traves del continents Los proludios de un gran cambio. El fnal de la Edad del Hilo. La produccién ee alimentos y la Revolucion Necttica, Low agricultores americanos, Los sios do la agrfoultura en Mowonmérica. L § Inolos do la producciin de alimentos en los Arion oontraies, Lat velo do bas comunictackas alcloan B América aborigen Los inicios de un nuevo orden social (ce. 3000 a.C.-800 a.C.) 81 Mescamérica y los Andes centrales: espacios de dversidad y-contrastes, Los hombres y su ambiente. Mescamérica, Les ‘Andes centraies. Los incios do ia compleidad social en los Andes centrales, Afanzamlento de la produccién de alimentos y del seddantaristno, Los primeros osriras ceremoniales. El apogee de les grandes centros ceremoniales andines. Las transformaciones dal segundo rrijervo antes Ue Cristo. Deserralios, mtegraciones: yy estilo regionales, Las fronleras y més allé. La vide aldeana yy el surgimiento de la dosigualdad social en Mesoamerica. 8 afianzemiento de le vida neolitica, Apogeo de la vide aldeana y comienzo de la difereniciacién social El surgimiento de las primeras civilizaciones (800 a.C.-200 a.C.) 109 Sociedad urbana, estado y ohizacion. La civiizacién olmeca de La Venta en Mesoamerica. El orgen de Is tradicion clmeca, La Venta y las jefaturas del Formativo medio, Eno! portal de huevos tiempos. Los comienzes de la cilizacién en los Andes ccentrales: Chavin. Qué fue Chevin, Chavh di Huan el temple yy sus ocupantes. La reign, ia iconogratfa y al arto de Chevin, La sociedad, el templo y os rtuaies. La expansion del estilo ya realign de Chavin. Mas aid del universe de Chain Consolidacién de las sociedades urbanas (c. 300 a.C.-250 d.C,) 135 Los Andes centrales desoues ce Chavin: los esarrollos fegionales. La declinacion de Ghavin, Las grandes tradicionas rogionales de la costa. Las sociedades al altipiano: Pucara y los inicios de Tiwenaku, Consolidacién de las grandes tradicionas Urbanas en Mesoamérica Los olmecas de la costa del golfo: ‘ros Zapotes. 6) estilo de izapa an las tierras altes de Chiapas y Gvatomaia, Monte Albén y el surgimiento del esiado en Oaxaca, El valle de Méxice y el nacimiento de la tradicidin teotihuacar Los comienzos de ia eilizacion maya ce las terras bajas El desarrollo de los estados regionales (c. 250 d.C.-700 d.C.) 187 Las grandes e'vilizacicew dota iroanas mesoamericanas, E apogee ivizncl6n tootihuaacana en ol contro de México. Loy hnico 9 mayas durante la época elisica. La cultura zapoteca clasica en ‘Oaxaca, El ejaro Norte, El apogeo de las socedadles uroanas en el mundo andino. Transtormaciones ecaromicas, sooales y pollicas. Arte y tecnologia: la era de los maestros artesanos. Mas alld de los Andes centrales 8, Integraciones regionales y experiencias imperiales (c. 700 d.C-1150 d.C,) 183 Los Andes centrales: las experiencias de Warl y Twaneku. Las grandes intograciones regionaies. El fenémeno Wari, Tiwanaku y su Area de interacciones. Las integraiones regionalos meridionalos. El fal de ls grandes integrecicnes regionslos anvinas. 6 fr de as formaciones olasicas y los inicios del Posckisico en Mesoameérica. El colapso de las sociedacies urbanas cldsicas. El esplondor de la cevilzacisn maya, Elfin de les grancies centros mayas. El Eploésion ‘on las thomas altss centrales. Las lefares tlerrass dal Norte, Los inioos del Poscdsioo mesoamericano: ia expariencta tokoca. Los mayas a comienzos dal Poscissico 9. Interregnos: reajustes y nuevos caminos (c. 1150-1460) 213 Elmunels mesnemericana, El centr de Mexico. Los mexica y el ‘camino nical hacia el imperia, La expansion mixteoa en Oaxcca. El Oaeident y la formaci6n del estado tarasco. Los mayes del Posclasico. £1 lajano Norte, Desaratos regonsles tardios en los Andes. Elreino chimd. Los sefiares del Cuzco, Los seftorios faymara ial altiplano y los Andes mericionales. Las grances, jofaturas cel area intermecia 410. Los grandes estados Imperiales: incas y mexica (c. 1450-1530) 239 El Tawentinsuyu, Las bases materiales del estacio inca. EI funcionamiento de la sociedad y +1 estado. Mas allé de las fronteras de| Tawantinsuyu F) mosaico mescamerioano. El imperio de la Triple Alianza. Mas allé ce las {ronteras imperiales Epilogo. El mundo trastocado 267 Anexo 273 Bibliografia breve 283 Presentaci6n El historiador y el mundo indigena El territorio que hoy llamamos América comprende des enor- mes masas continentales unidas por un estrecho corredor te- rrestre y un conjunto de islas y archipiélagos vecinos a sus costas. Su nombre actual y su unicad geogréfica se deben a los europeos, que lo invadieron a fines del siglo XV. Fueron también esos invasores quienes extendieron a todos sus po- bladores el nombre de “indias” que les asigné Cristébal Colon en 1492, convencido de haber llegado a las Indias. En este tiempo, ni este territorio era América ni sus pobladores eran indies. Es la historia de esos pobladores originarios la que pre- sentamos en este libro. Resulia poco comin que un historiador escriba un Tibro sobre. los aborigenes americanos, pues el estudio de tales sociedades dista de haber sido un tema privilegiado por esa disciplina. Tal afirmaci6n, vilida en general para toda América Latina, lo es en especial para la Argentina, cuya historiografia académica, de raiz positivista y liberal, tome forma en el siglo XIX y acompans al proceso de construccién de los estados nacionales modemos en el continente, Conscientes 0 no, y pese a los cuestionamientos realizados, los historiadores somos sus herederos y esa herencia mareé en buena medida nuestra vision del pasado. En efecto, por razones politicas, ideoldgicas, o simplemente por su ncepciGn de Ja historia, los historiadores ignoraron la existen- propi cia de una sociedad indigena o bien recurrieron a imagenes estereo- lipadas para dar cuenta de ella. En €1 mejor de los casos, sélo ciertas sociedades, aquellas que crearon grandes “civilizaciones’, fueron toma- das en consideracion, siempre en el marco de la brisqueda de races de una identid \ nacional o como telén de fondo del escenario donde se I siglo XVI traviesa atin hoy los libros de texto desarrollé la conquista europea en Ce en uso, Lit histor Jistintos matices, esta vision americana comienza con Colén =o con el desgra 12 América aborigen ciado viaje de Solis si nos referimos al Rfo de la Plata~ y apenas se le dedica algiin capitulo 0 paginas preliminares a la presentacién de un panorama descriptivo acerca de quienes ocupaban el continente en es momento. Salvo raras excepciones, ese esquemitico pantallazo sucle ser atemporal, plagado de errores y lugares comunes. 'n Ia atomizacién del conocimiento que impuso el positivismo, el estudio de las culturas aborigenes americanas quedé en el campo de las mievas disciplinas que, siguiendo la tradicién estadounidense, se rewinen bajo el nombre de Antropologia. Constituidas a fines del siglo XIX, sus contenidos, las teorias en boga y sus nombres especificos Antropologia fisica (hoy hablamos de biolégica), Arqueologia, Et nografia y Emologia~ variaron segiin Jos momentos y las tradiciones nacionales. En cualquier caso, todas elas se ocuparon de los pueblos denominados “primitivos”, caracterizacién que remitia tanto a los que precedieron a la expansién curopea como a los que esa expansion hallé, en el siglo XIX, en Asia, Africa y Oceania. Los pueblos ameri- canos, referidos de manera gener de la categoria de primitivos, ala cual se asociaron los calificatives de “salvajes” 0 “harbaros”. Asi definidos los campos, el mundo indigena qued6 fuera de Ia his toria. Aquella definicién que aprendimos en la escuela la historia. co- mienza con la &s la totalielad de Jos pueblos americanos prehispanicos fue dgrala y, hasta hace muy poco tiempo, las escasas escrituras reconocibles no podian ser lefdas, 0 bien no eran consideradas verdaderas escrituras. Pero las cosas cambiaron, y los historiadores (al menos algunos) también. al como “indies”, quedaron dentro critura- sirvid de justificacién a los historiadores: casi En este contexto, me propongo recuperar una historia ignoracta y olvidada, cuando no expresamente borracia. Mientras escribo esto no puedo dejar de lado la imagen de fray Diego de Landa, obispo de Yu- catiéin, quemando cédices mayas, 0 el recuerdo de las peripecias de los manuscrites de fray Bernardino de Sahagtin. Uno buscaba borrar el pasado; el otro, conservatlo. El recuerdo del pasado era peligroso, pues cl pasado comtin y su memoria constituian elementos centrales en la construcci6n de las identidades nativas, Recuperar ese pasado tiene aqui un doble sentido, Por un lado, im- plica reinsert ren la historia un amplio campo del conoeimicnto, que nunca debié haber sido abandonado, Por el otro lado, se trate de un acto de justicia en tanto significa reintegrar @ la historia de la buamani dada pueblos sociedades y culturas, Lat eonquiali eur@ped y lox extuidos que nacieron de la disgregacién de tos imperios catoniaten maryinaron Presentacién 13 y expulsaron de sus tierras a los aborigenes americanos, pero también los expulsaron y borrs Claro que me propongo llevar a cabo esta tarea conforme a los re- querimientos de la historiografia actual. En este marco, la historia de los pueblos aborfgenes americanos antes de la conquista europea cons lituye un capitulo relevante en la historia general de la humanidad. ron de la historia. Cuando Tos europeos conquisiaron el continente, esos pueblos tenian uras de si una histori jenios, con logros comparables alos del Viejo Mundo: habian comenzado a producir alimentos, s¢ habia de- sarrollado Ta vida en aldeas y luego en ciudades; habian alcanzado altos hiveles de complejidad social y politica, y notables desarrollos tecnolé- de muchos m ics, esiéticos € intelectuales, Como historiadores y como americans no debemos ni podemos olvidar o perder ese pasado. Construir ese relato supone redefinir nuestra concepeién de la histo- ria y del quehacer del historiador, elaborar nuevos conceptos y teorias, desarrollar distintas metodologfas y ul cidn, De alli que este li Uinitaria del pasado aborigen prehispanico al tiempo que busca llegar al lizar otras fuentes de informa- se proponga ofrecer una visién general y lector no especializade, interesado en el t ma. Por ese motivo, aunque sin separarnos de la rigurosidad del conocimiento cientifico, hemes evitado los teenicismos de la jerga aeadémiea, las complejidades del len- puaje cientifico y el abuso de la cita erudita, Aunque apoyada en la informa conocido prestigio, la sintesis que ofrecemos es personal y, en muchos as de re- }6n brindada por especia aspectos, la organizacion de los contenidos y del relato que presenta- nos se aleja dle los marcos comiinmente aceptados, asf como de las pe- rlodlizaciones arqueolégicas convencionales, al tiempo que prioriza los ynandes procesos sociales. De allf que releguemos a un segundo lugat 1, desctipeién del material arqueoldgico y documental para enfatizar el niilisis de los cambios y continuidades en la organizacién econémica, |, politica y cultural de las sociedades involucradas. J conganizacién de este libro requiere aclaraciones. Después del primer Capitulo, destinado a plantear algunas enestiones preliminares, ofrece- Hos an panorama general de las poblaciones del continente en el mo- Hento inicial de ks exploraciones espaiiolas, hacia 1500. Este capitulo ationa algunas ideas frecuentes sobre los pueblos originarios. En primer lugar, quedard clare que Amériea no era un continente vacto ni 44 Anibric aborigen poco poblado, y que los pocos los espacios no ecupados eran aquellos donde las condiciones aimbientales cran tan extremas que hacian im- posible la vida humana. En segundo lugar, ese andlisis nos mostrara la multiplicidad de adaptaciones creadas por las comuniclades humanas, Ia vatiedad de formas econdmicas, sociales y politicas, y la diversidad y riqueza de sus manifestaciones culturales Dicha heterogeneidad era producto de la historia de los poblado- res originales, ima historia de cerca de veinte milenios, marcada por profundas y complejas dinamicas. A esa historia dedicaremos ocho capitulos (del 3 al 10) centrados en los grandes procesos sociales qu se desarrollaron en ambos continentes, desde el poblamiento inicial hasta el surgimiento de las formas econdmicas y sociopoliticas mis complejas, expresadas en las dos grandes construcciones politicas en- contradas por los espatioles, los imperios azteca ¢ inca. En tanto, el epilogo se centra en el impacto de la presencia europea sobre las so- ciedades aborigenes A lo largo de esa historia cambiaron los hombres y las sociedades: también se transforms el entorno fisico con el cual esas sociedades interactuaban. Insistiremos @ menudo sobre esas mutaciones, annque recordando siempre que las comunidades humanas no eran receptoras pasivas de ellas, sino que actuaban sobre el medio y lo transformaban. Ademés, es preciso tener en cuemta que la percepcién misma de los medios y paisajes, asi como la organizacién del espacio, eran distintas de las nue Lo mismo ocurrfa con las divisiones de ese espacio, El caracter na- Cionalista de las historiograffas latinoamericanas proyeets hacia el pasa do (al tiempo que las convertfa en atemmporales) las grandes divi politicas de su época. Sin embargo, no tiene sentido alguno hablar de “México”, “Perit” 0 “Brasil” cuando nos referimos a realidades que se remontan milenios atras, Por eso, cuando utilizamos referencias a juris- dicciones politicas y/o administrativas actuales, slo queremos facilitar al lector 1a ubicacién geogréfica del acontecimiento refi La cronologia, esencial en el trabajo del historiador, suele presen- tar también serios problemas en relacin con este tema. Sélo para los mayas del perfodo clésico disponemos de series de fechas precisas, y algunos datos de los momentos inici eras. mes ido. Jes de ta conquista permiten es tablecer ft bre dataciones radiocarbé: algunas datac lox nes més 6 Menos seguiras paral Lox MeN esto le Low fechaedos descansa se rales de la época prehispinica. F] aso Garbonio HM, métode \itilisade desde mediados del siglo XX Prasentacion 15 Los fechados obtenidos de esta manera fueron fundamentales para la historia aborigen, que por primera vez dispuso de un marco tem- poral general mas 0 menos seguro. Ahora bien, en primer lugar, es preciso tener en cuenta que no se datan hechos sino que, a través de los restos conservades de seres vivientes, se indica el period aproximado en que esos seres muricron. Es posible datar otros hechos u objetos por isociacién, aunque las fechas ast obtenidas serdn siempre indirectas y uproximnadas, Por ejemplo, una fecha reconstruida a partir de un trozo de madera proveniente de ua dintel de un temple no indica cudndo fue construido ese temple, sino el momento en que fue cortade el arbol diel que proviene esa madera... Una obra de este cardcter es posible gracias al esfuerzo previo de mu- chos investigadores de distintas disciplinas, en especial de arquedlogos, historiadores yantropélogos; su trabajo nos ha brindado los materiales esenciales para constcuir esta historia de los pueblos originatios. A te- dlos ellos (Seria imposible nombrar a cada uno) expreso mi reconod- nto, Sin embargo, no quisiera dejar de lado algunas menciones par- tientares Un reconocimiento especial a Alberto Rex Gonmilez, maestro y amigo que guid mis primeros pasos en estos temas, euya ausencia seré ilicil de llenar; a Alfredo L6pez Austin y Carlos Navarrete, entraiiables amigos que afios aueis orientaron iis primeras incursiones en el mun- (lo mesoamericano; también a Luis Millones, quiet con sus trabajos y a través de largus conversaciones me introdujo en los complejos cami nos del mundo andino, Tampoco puede olvidar a mis alumnos de la sidad Nacional del ina manera también participaron en la conformacidn de este loxte, En esa ur His "1 Jus dlisensiones y comentarios realizados en las clases. Por tiltimo, agra- Jo XXI Editores de \imentina al aceptar una obra atin en proyecto, ya Susana Bianchi, por esti dedicado a los 1 pueblo Qom, Unive ntro de la Provincia de Buenos Aires, que sidad dicté, durante veinticinco aftes, un curso de ive \ de América prehispanica; gran parte de este libro fue escrito wiir de los materiales que wtilicé en esos cursos, enriquecido con dlesco la confianza de Luis Alberto Romero y de iencia. Este libri i permanente apoye, aliento y p dexcendientes de los pueblos originarios, en particular que ain lucha por sus legitimos derechos, 1. Construir la historia del mundo prehispanico Eseribir una historia de las sociedades prehispanicas no es tarea facil. Ademis de la enorme extensién espacial y tempo- ral, su reconstruccién es compleja y exige un enorme estuerzo puesto que requiere cambiar los modos cle hacer historia. Esa dificultad se prefundiza atin mas debido al caracter de los tes- timonios disponibles y a la enorme diversidad social, cuttural y lingtistica de las poblaciones involucradas. Construir una historia de las sociedades indigenas supone una concepeién diferente de la historia, dado que implica la incorpo- racién de herramientas tedricas y metodolégicas distintas, en muchos casos provenientes de ous disciplinas, y el uso de testimonios de un lipo diverse al que el historiador esta acostumbrado, Partimos de una concepeién de la historia como historia de sociedades (historia social, cn el sentido que le dio Eric Hobsbawm) consideradas como realidades lotales y complejas. Pensamos en una historia global que incluye kt to- alidad del pasado humane: no hay, por le tanto, sociedades sin cambio o sin historia. La cuestion de las fuentes F) acceso a esa historia presenta problemas iniciales especificos. Los acostumbrados a trabajar con documentos escritos, se 1 casi en total orfandad, pues la América prehispan historiadore: ca, con excepcion de los mayas y zapoteeas el perfodo clisico, no desarrollé tn -verdaclero sisterma de escritura, esto es, capaz de registrar de modo Cabal el lenguaje babludo, Para accede! ese pasado debemos recurrir los restos materiales “objetos, utensilios, herramientas, edilicios, tum bas, desechos de la vida cotidiana= que la arqueologia ha recuperado, Claro que estos lestimonios nos informan acerca de numerosos aspec+ 48 América abongen tos de la vida de esas comunidades, pero también dejan otros en total oscuridad, Esto es asi porque varios aspectos de la vida social no dejan testimonios materiales y sélo pueden inferirse a partir de otros restos; ademas, el registro arqueolégico es incompleto, muchos materiales se han perdido o han sido destruidos por la accién del tempo, de factores naturzles o por obra del hombre, Por tltimo, el aniilisis y la interpreta cién de los restos conservados presentan una extrema dificultad. Los documentos esctites prehispanicos son, como senalamos, muy ‘escasos. Su lecitira ¢ interpretacién olrecen numerosas dificultades, y la informacién obtenida sélo permite atisbar una infima parte de la real dad social, Los textos mayas, sin duda los mas importantes, se refieren a los grandes sefiores, a sus vidas y sus hechos; se trata de biografias ¢ historias dindsticas destinadas ante todo a legitimar el poder de esos sefiores. Fl resto de los documentos escritos disponibles fue producide por los europeos y, algunos, por mestizos y miembros de la nobleza in- digena. En el mejor de los casos, datan de Tas primeras décadas del pe- riodo colonial, aunque a veces recogen tradiciones mas antiguas. Esos testimonios (relatos y cr fraciones de viajeros, ensayos y studios de funcionarios y misioneros, documentacién adr vida de esas sociedades en los momentos previos a la invasion europea; micas de exploradores y conquistadores, na- nistrativa, judicial y religiosa) iluminan en parte la no obstante, apenas constituyen un momento fugaz en una historia de nilenios y su uso presenta serias dificultades al historiador. Ocurre que esos documentos fueron producides en condi his- toricas particulares. El descubrimiento de América planteé a los curo- peos interrogantes sobre el mundo desconocido que se presentaba ante ellos y, en especial, acerca de sus habitantes, cuyas costumbres y formas de vida (‘an distintas a las europeas) descubridores y conqnistadores ion comenzaron a observar con asombro. También observaron las profun- das diferencias: vastos imperios, mexica ¢ incas, convivian con tribus que practicaban una agricultura rudimentaria y con pequeiias bandas moviles de cazadores recolectores Ese mundo variado y contradictorio provocé reacciones disfmiles: de la contemplacién y el asombro inicial se pas6, unas vece: G6n y cl encandilamiento ingenuos, otras, @ Ia indignada protesta, la conden: para la perspectiva cristiana, Ambas r ala admira- y la repulsion ante costumbres extranas, algunas abe unites cciones tuvieron Nigar ante un mundo al que no habia posibilidad ni inteneidn de comprender, Tam poco hubo tiempo suficiente, ya que ese univers pronto fue desir tien Jado y destruico. CConstruir la historia cet mundo pretispanica 19 De todos modos, y aun sin proponérselo, quienes destruyeron ese mundo fueron los mismos que, en innumerables textos, también con- tribuyeron a su conocimiento, Sin embargo, esos testimonios no son faciles de usar, debido tanto a problemas de conservacién, escritura y Iengna como de interpretacién. Viajeros, conquistadores, funcionarios y misioneros transcribieron sus impresiones, en las cuales la visién del “otro” se encuentra atravesada por prejuicios, ambiciones, intereses, te= mores ¢ incomprension, Ademis, buena parte de esa informacién era obtenida mediante intérpretes, informantes natives que respondian a otros intereses, Se despliegan asi, ante el historiador, miiltiples lentes, de diferentes formas y colores, que median su acceso al pasado, defor- mando las imagenes una y otra ver hasta volverlas, a veces, inasibles. El chogue cultural fue profundo; de alli que resulte tan dificil sepa- rar lo real de lo imaginario, la verdad de la fantasia en los relatos. Las exageraciones (en las distanei ndios) son frecuentes y pueden conducir a serias errores: a menudo an interesadas y servian para realzar méritos y disimular faltas; otras el tamano de las cosas, el numero de veces resultaban del temor y el asombro ante lo desconocido, Tampoco er ficil expresar en términos comprensibles para el ptiblico europeo al quc iban destinados esos escritos objetos y realidades pars las cuales no existian palabras ni conceptos adecnados en lengua castelina. Asi, por cjemplo, para describir un guanaco, Antonio Pigafetta, cronista de la cxpedicién de Hernando de Magallanes, formulé la siguiente (y asom- brosa) deseripcién: “Este animal tiene cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y cola de caballo; relincha como esie tltimo”. Cémo Ilamamos a nuestros actores 180 comin denominar “indios” a los pueblos que ecupaban el con- incite americana cuando Cristébal Coldn arribé a sus playas en 1492. Fue el propio almirante quien lo usé por primera vez, conyencide de huiber arribadoa la India, meta esperada de su travesfa atkintica. Algunos nios después Los spa ples sabfan ya que © a sus descendientes. Durant ras fueron Ilamadas “Indias Occidentales”. Con distintos argumentos, desde hace algunos aios el as tierras no eran Ja India, vero eb in re se mantuvo y se extend érmino “in- dio” es duramente cuestionado, Eu los Estados Unidos se utiliza el de Native Ameri abori~ ns". En los paises de habla hispana se prelirid genes’, “indigenas’ u“originarios®, que tienen un significado similar, 20 America aborigen incluso son aceptados por Jos propios descendiente rho es posible afirmar que tales denominmaciones sean mds Legitimas que Inde “indio”, rechazada por las connotaciones peyorativas y degradan- tes que adqpirié con el tiempo, pues se lo asimil6 a “salvaje” © “parba- ro". De alli que, aclaraciones mediante, evitemios su uso en este libro, Claro que el que haya sido acuilade por es motivo de absoluto rechazo: al fin y al cabo, los otros términos son En cualquier caso, los conquistadores tampoco también europeos. Sin embargo, las mayores objeciones se vineulan con Jas implicancias de tal terminologfa, ya que supone cierra untidac de las poblaciones americanas que no existié en la realidad, lo que podria tener serias consecuencias metodaldgicas. De hecho, las peblaciones americanas se caracterizaban por su diversidad lingtistica y cultural, que no pas6 inadvertida para los europeos Por ese motivo, no existe cn las Ienguas indigenas americanas un tér- raino eqivalente; la identidad del native se encontraba dentro de los limites del grupo étnico al que se adscribia y las relaciones entre estos grupos eran a menndo conflictivas. Por tanto, no debe extrafhar que mu chos se aliaran a los conquistadores para enfrentar a sus tradicionales rv vales éinicos. Fl concepto de “india” (0 sus sustitutos) como revelador de hina unidad de las poblaciones americanas es producto de la conquista; no se trata de una categoria cultural, racial o émica, sino social. Hl indio era, por definicién, cl sometido, Durante la conquista, eta condlicion de conquistados confirié cierta unidad a poblactones émicamente diferen- tes y permit representacion espafiola de la sociedad colon dle dos “republics” separadas de manera tajante (poco importa que la realidad fuera mas compleja) refor2s y legitims esta identidad. De alli que en este libro se utilicen dichos términos despojandolos de todo contenido étnico. rechazo hacia ciertas formas de “indigenismo romantico”, bastante: a la moda entre ciertos grupos, que supone la existencia de una esencia 0 formular una identidad comin frente al conquistador. La jal como Ia yuxtaposicién a postura se complementa con un abjerto espfrita puros que subyacen a In diversidad exterior y perduran a (raves el tiempo. El “Nuevo Mundo": diversidad y heterogeneidad E] mundo americano prehispinico tiene un valor iniguabable para los Cientificos sociales interesados en la’ problematicn de tay diferencias culturales, Gi indo los enropeos arribaron a lax playaa americans del ‘Gonstnir la historia del mundo prehispanico 21 continente, este ofrecia una extraordinaria variedad natural y cultural. Por un lado, la multiplicidad de paisajes, climas y suelos se correspon- 1 con Ja diversicad de comunidades de animales y plantas, por otro, | pluralidad de comunidades humanas se expresaba en la diversickad cultural, social y lingiistica. La diversidad geogratica Vrolundos contrastes geogralicos caracterizan al continente america ho, Enorme isla continental que se extiende del Arico al Antartico, lus aguas de las dos mayores masas oceduicas, el Pacifico y el Adantico, hain sus costas occidentales y orientales; el Ecuador la corta en dos partes formando grandes franjas elimaticas comparables, aunque inver liday, que se extienden hacia el norte y el sur. De oeste a este el perfil del continente ¢s asimétrico, Al oeste, pa- hilclo al Pacifico, un enorme sistema cordillerano lo atraviesa desde Mask hasta Tierra del Fuego. Geologicamente joven, su estructura es compleja: coexisten alli elevacios cordones montafiasos, grandes vole cs profiindos, altas mesetas y planicies, y las mayores alnuras dol continente, En América del Norte, ese sistema es conocide con el nombre gencral de Rocallosas; en América del Sur, como Andes. La ica Central, que articula amisas masas continentales, esti cubierta de montafias. Sobre el litoral del Pacifico lias Hlanuras son muy estrechas, a veces inexistentes, y las montaiias lle asi hasta la costa misma. hes, val Wn gosta franja de tierras de Ame MI oriente de esos grandes sistemas se extienden inmensas Hanuras formacas por extensas cuencas fluviales, como la del Mississippi en el (ey kas del Orinoco, el Amazonas y el Plata en el sur; cerca del litoral \(hintico emergen algunos macizos y cordilleras, menos elevados y ge0- lopicamente antigues, com formas suaves y redondeadas producto de la prolongada erosis n. En los extremos del continente, dos antiguos ma- (ni Lorman extensas planicies, el escudo canddico y ka meseta patagé- WiGt Alyunos alloramientos rocosos antiguos rompen Ia uniformidad ‘le Hlantias y phinicies, como Los sistemas serranos del sur bonaerense ode tay pa central. Foo relieves inciden en la direccién de les yientos y la distribucién de ». Lats Huvias, abundantes en el Adaintico, disminuyen de bate este haste eneontarse con las altas cordiller iw prceipitaeie en cambio sobre 6 Pacitico son excepeionales, salvo en la ona ecuatorial y los exiremos, Hone y sur, La combinacién de esios elementos (relieve, latitud, condi- » clinniticay) dio lugar a ta formacién de wna vaviedad de pais 22. América anonigan cada uno con sus recursos caracteristicos, que abarcan desde la estepa polar al bosque tropical, de las extensas pracderas templaclas a as sabanas tropicales, de bas mesetas cesérticas a los fertiles valles mnontafiosos. Tal diversidad de ambientes incidié en la diversidad cultural, aunque no en el sentido del detenninismo geogréfico tradicional. Ante cada am- iente, las conmunidades humanas encontraron obstécules y postbilidades y, pata sobrevivir y reproducirse, desarrollaron estrategias y iecnologias especificas, al tiempo que claboraron miiktiples dispositives cuiturales y sociales. Ast, desde amey temprano, cada comunidad interactué con su ambiente, lo modifié y recres para aprovechar mejor sus recursos. En él siglo XV, cuando arribaron los europeos al continente, el paisaje de algunas vegiones, como los Andes centrales y Mesoamérica, habia sido profimdamente transformado por comunidades que habjan i complejas estxategias econdémicas, sociales y politicas para su uso ‘iado La diversidad lingiistica y cultural Lacantidad de familias lingifsticas, Lenguas individuales y vasiantes dia- lectales que se hablaban en ¢l continente es notable. Los expecialistas difieren en la cifra exacta de lenguas habladas y en el lugar de cada una de ellas en las clasificaciones lingifsticas, pero coinciden en que, en ¢l momento de la invasién europea, el ntimero de Jenguas o idiomas har blados (sin considerar variantes dialectales) babrfa roudado los dos mil, Fl mapa lingiifstico del continente presentaba entonces el aspecio de tun abigarrado mosaico donde muchos pueblos con diferentes lenguas podian convivir en espacios a veces reducidos, comparticndo incluso jina misma cultura, Es probable que esta caracteristica fuese resultado dle los intensos snovimientos de pueblos y de Tas frecuentes migraciones que tuvicron lugar a Jo largo de toda la historia prehisprinica, La diversidad lingiiistica no impidid, sin embargo, relaciones ¢ inter- cambios entre comunidades que hablaban lenguas ininteligibles entre sf, las cuales encontraron mecanismos para comunicarse: sin ellos, el prolongado funcionamiento de extensas redes de intercambio no ha- bria sido posible, La habilidad lingiifstica de os pueblos americanos es destacable; esto se observé en especial Iucgo de la invasi6n europea muy pronto numerosos indfgenas aprendieron a hablar con fhides, el castellano ¥ actuaron como intérpretes y traduetores de los conqutista dores; en Las escuelas mision anciscanas de Mesoamérica, jovenes dela nobleza indigena utilizaron la lengua eastellana para elaborar cr6 nicas o historia locales, ¢ incorporaron el alfabeto lating para escribir sug propias lengua. Construir ia historia del mundo prebispénieo 23 No fue menor la pluralidad cultural de Jos pueblos americanos. Ha- 2.1500, coexistian en el continente distintas economias (desde las for- mas més simples de caza y recoleccién hasta las mas complejas practicas agricolas) y diferentes formas de sociedad (desde las organizaciones de bandas hasta “estacos” e “imperios”). A ello ¢s preciso agregar la multiplicidad de costumbres y practicas sociales, de creencias y précti- cas religiosas, de habilidades teenolégieas, de expresiones simbélicas y estéticas. En este marco, cada grupo configuraba su propia identidad, cs decir, la forma en que se reconocfa a sf mismo y era reconocido por los otros, Ja cual se transformaba con el tiempo, conforme variaban las, iones histéricas. Por tanto, es claro que no existia en la América prehispanica nada que pudiera expresar la idea de unidad entre las poblaciones originarias del continente. El problema de las elasificaciones Aunque la pluralidad del mundo prehispanico atrae a los estudiosos interesados en. la problematic de las diferencias sociales y culturalcs. también puede convertirse en un obstdculo para la investigacién. Al igual que los estudiosos de las ciencias naturales, enfrentados ala multi vivas, los cientificos sociales necesitan agrupar a esas poblaciones © sociedades de acuerdo con ciertas caracteristicas crucia- les, definidas a partir de criterios establecidos previamente. Obtienen \si “tipos” © “taxones" que agrupan a distintas sociedades con rasgos semejantes y permiten organizar la informacién empirica, realizar com- paraciones mas amplias y formular hipétesis generales. Sin embargo, no debe olvidarse que tales tipos o taxones no constitu- yen re plicidad de forms lidades sociales en si mismas, sino que son construcciones aia \iNieas de los investigadores, Se wata de herramientas o insirumentos \wOricos titiles para clasificar (operacién fundamental en el campo de li Ciencia), pero las sociedades asi caracterizadas no pierden su indivi- ‘ualidad ni sus rasgos propios, Mas alld de las operaciones intelectuales explicar los procesos histéricos, el objeto final de los calidades sociales concretas, ubicadas en un tiempo Hinnancleas, hecesarias pa Nisioriadlores si y expacio dete Desde fa sey inci mitad del siglo XIX, con Ja conformacion de las odlernay (entre ellas Ia Historia y la Antropologfa), las ela- Micaciones adquiieron enorme importancia, en especial respecto de 4\\\Wellas soeiedides «ue Ho pertenecian al ambito del mundo europeo occidental contempor >, ya fireran las denominadas “prebistéricas”, Jw vociedaces “prinitivas® (que adn habitaban lugares remotos de Asia, 24 Amériga aborigen Africa y Oceania), 0 las que habian ocupado el continente americano antes del arribo de los europeos. Existieron distintas clasificaciones, y los criterios que las sostenian se fueron modificando. Las més conocidas, formuladas por los arqued- criterios visibles en los restos materiales, como la tecnologia (piedra tallada, piedra pulida, metales), las pract- logos, apelaron ante todo ‘eas econdmicas (que definian grupos recolectores, cazadores, cultiva- dores, agricnltores) y los modos de movilidad y asentamiento (segtin los cuales se las caracterizaba como némadas, seminémadas, sedentir rios aldeanos, sedentarios urbanos). Ademas, algunos de estos eriterios comenzaron a asociarse: la piedra tallada con la caz; nomadismo; la piedra pulida con la presencia de cultivos; el sedentaris- mo aldeano con técnicas como la cerdmica y ¢! tejido; los metales con aagricultura desarrollada y la vida urbana, En tanto, los evolucionistas decimondnices erearon tn modelo que supania tres grandes estacios 0 -recoleccion y el momentos (salvajismo, barbarie y civilizacién) en el proceso evolutivo por el que habrian pasado todas las sociedades, Tal esquema incorporaba los criterios tecnoldgices vineukindolos con las formas de matrimonio, parentesco, gobiemo y religion. Sin em- argo, tales asociaciones y las clasificaciones derivadas de ellas, elabo- radas en principio para cl continente europeo, demostraron su ineficar cia cuando, ante la acumulacién de informacion proveniente de otros continentes, se intent6 aplicarlas a otras sociedades. Esto ocurrié en los estudios acerca del continente americano, verdadero muestrario de excepciones respecto de las rigidas clasificaciones tradicionales, ‘Adems, al extenderse, los términos que denominaban a los distin- tos esiadios evolutives fueron adquiriendo connotaciones valorativas de ese modo, “civilizacién” se convirtié en sindnimo de una sociedad avanzada, culta y sofisticada —cuyo modelo por excelencia era la socie- dlacd europea occidental de esa Epoca~ en tanto Los etros clos, “salvajis mo” y “batbarie”, con una fuente carga peyorativa, se aplicaban a todas aquellas sociedacles, tamnbién lamadas “primitivas”, que ne habian al canzado tales logros. Las dos tltimas cayeron hace tiempo en desuso {al menos en el campo de la Antropologia), pero Ia oura sigue siendo empleada, aunque con un sentido mas especifico. des con un mayor grado de complejidad, cuyos rasgos basicos consisten ¢ refiere a socieda- cn Ia presencia de ciudades, una marcada divisién social del trabajo, desigualdad social y wna organizacién politica centralizada con una idvologia, & as dlileren cialmente religic sa, que justifica el poder y ciay sociales, Se corresponde, en ebesquema que dat mos ueygo, con las Construir ja historia cel mundo prehispanico 26 jefaturas avanzadas y los estados antiguos. En ese sentido usaremos el término, sobre todo en aquellos casos en que no resulta claro si se trata de una u otra forma polftica. En cambio, cuando hagamos referencia al significado valorativo tradicional, aparecera encomillado. Hacia mediados del siglo XX, los antropélogos vinculades al nevevo- lucionismo estadounidense plantearon la existencia de diferentes lineas cvolutivas, esto ¢s, de una evolucién multilineal, a diferencia de Ja uni- lineal, que postulaban los antiguos evolucionistas. Con esta idea como base, comenzaron a analizar Ja evolucién particular de Jas sociedades originarias americanas, elaboraudo sus propios esquemas clasificatorios. El esquema mas completo y exitoso fue desarrollado por el antro- pélogo estadounidense Elman Service, quien, a partir de informacion ctnografica, reconoci6 cn la América indigena cuatro tipos de socieda- des (bandas, tribus, jefaturas y estados antiguos) que, al mismo tiem- po, marcaban la cvolucion sociocultural del continente, Para Service la evolucion de las sociedades e poblacién, El crecimiento del ntimero de personas y grupos dentro de iedad demandaba formas cada yea mas complejas de integra cidn social y cultural. Los tipos reconocides por Service constituyen, pues, cuatro formas distintas de integracién sociocultural, ordenadas segtin su complejidad. El esquema de Service fue adoptado y aplicado por numerosos inves ligadores; aunque con algunas adiciones, y con frecuencia desprendido ha relacionada con el aumento de la una so ce sus implicancias evolutivas, todavia se lo utiliza y constituye una base ‘iil para una clasifieacién de las sociedades aborigenes americanas, tae sou que de todos modos no resulta nada sencilla Realizado a partir de informacién etnogriilica, este esquema presen- la sus primeros problemas cuando consideramys a sociedades que slo conocemos por documentacién arqueolégica (restos materiales), pues sic tipo de circunstancias no siempre da acabada cuenta de los aspec- acién. os sociales y politicos que ocupan un lugar cenual en la clasi investigador debe determinar cules son los rasgos criticos del material arqueolégico, rasgos que mostearian, con un mar yen aceplable de seguridad, la presencia de una banda, una tribu, una jelaiunto un estado. No obstante, como el registro arqueoldgico munca © conipleto incluso puede ser muy limitado-, es probable que esos gos evitivos solo puedan decumentarse de manera parcial Kir estos casos, enci Hu efeeto, no es dificil dist ngquir, en términos arqueolégicos, entre tn Campamento de cazadores y una ciudad o centro urbano, y econo: cor en ellos la presencia de una banda y un estado, respectivamente. 26 Amnirica aborigen Otras veces, en cambio, resulta dificil saber si un asentamiento de grandes dimensiones cra una aldea muy grande © una pequeita cine dad y, por lo tanto, decidir si sus ocupantes constitufan una jefarura o un estado incipiente, No debemos olvidar que las sociedades cambian de modo permanente y que esos cambios, pequefias y casi impercep- tibles, dejan pocos rastros en el registro arqueolégico y sélo pueden apreciarse en el largo plazo. Las bandas no se wansforman de un dia al otro en tribus; una jefatura no desaparece de repente para dar lie gar aun estado. Como sefialamos, las categorias de banda, tribu, jefatura o estado son Lipos 0 taxones clasificatorios y no refieren a una realidad social particu lar, A pesar de ello, las clasif investigadores. Cémo se definen tales tipos 0 taxones 0, dicho de otro modo, qué significan los conceptos dle banda, tibu, jefatura 0 estado es Jo que explicaremps a continuacién. caciones contintian siendo tiles para los Las bandas Se trata de sociedades pequefas, compuestas por varias familias vineu- Iadas por el parentesco, cuyo ntimero de miembros, que varfa segtin Jos recursos disponibles, rara ver excede algunas decenas. Los matri monios se acuerdan entre miembros de distintas bandas (exegamia) y la nueva pareja sucle residir con Ia banda del yaron (vitilocalidad). Por lo general estan integradas por varones casados, sus mujeres fordneas y los hijos solteros. Fl parentesco, que integracion de la banda, regula el lngar de cada individuo, sus derechos y sus obligaciones. Cada banda controla un territorio definido, por el que se desplaza para obiener distintos recursos, en general siguiendo un ritmo esta- cional anual. En ciertas épocas pueden compartir espacios con owas bandas, donde obtienen algunos recursos en conjunto. Ademés, estos encuentros se utilizan para intercambiar bienes y, en especial, para acordar intercambios matrimoniales, donde cada banda entrega y reci- be mujeres, y que contibuyen a establecer alianzas. Su econom(a se sostiene en la obtencién directa de recursos de la nat sy fan segtin las condi- sticula el funcionamiento y la ralezaa través de la eaza, la recolecci6n y la pesca, aunque la importan los modos en que se llevan adelante estas précticas va ciones particulares del territorio. La produccién artesanal, de cardcter do- méstico, se reduce a bienes de ‘amientas, artefactos {cil transporte (he y utensilios necesarios) y adornos personales. No hay comercio, y los in owidlal, tercambios, regidos por el parentesco, se ajustan a reglas cle recip) ‘Construir la historia del mundo grehispanice 27 Esas mismas condiciones regulan la amplitud y el ritmo de movilidad (nomadismo). En. situaciones especiales, cuando existen abundantes recursos estables en un espacio reducido, las bandas pueden residir de modo mas 0 menos permanente en un mismo lugar. Intemamente, no presentan més diferencias sociales que las derivadas del sexo y la edad, criterios que también regulan la division del trabajo. No hay lideres 0 je~ fes formales y, aunque surjan individuos prestigiosos por sus habilidades personales (un cazador valeroso, un rastreador habil o un shaman reco- nocido), s6lo los ancianos, cabezas de las distintas familias, mantienen cierta autoridad para resolver conflictos internos o tomar decisiones ¢o- lectivas, como el traslado del campamento o la venganaa de una ofensa, Las tribus FI ntimero de miembros de las tribus, muy variable, depende de cir- cunstancias particulares excede unos pocos miles de personas, Se trata de sociedades multico- munitarias, esto es, formadas por distintas comunidades © unidades sociales de base. Estas unidades se expresan en la presencia de cieria aunque mayor que el de las bandas, rara vez cantidad de asentamientos, aldeas o caserfos, no mucho mayores que los de las bandas aunque suelen ser mas estables, y son raros los casos en que toda la poblacién se concentra en una sola aldea, E problema basico es la integracién de esas comunidades en la uni- dad mayor que es la tribu, proceso en el cual el parentesco juega un pa- pel central. Si, come en las bandas, cada comunidad forma un grupo de de parentesco real, este se extiende al conjunto de la tibu por medio dle un sistema ampliado, que se expresa en una genealogia que conecia 4 los diferentes grupos o Inajes mediante el reconocimiento de un le jano ancestro comtin. Gomo descendientes de ese ancestro, los linajes © comunidades son, en principio, iguales. La solidaridad entre los tina- jes es reforzada por otras instituciones voluntarias, como asociaciones ynerreras, fraternidades religiosas 0 grupos de edad, que atraviesan de manera horizontal a las comunidades locales. Su organizacion interna también es muy variable, Los jefes de los li- hajes, ya veces también las distintas asociaciones tienen gran peso en la Vida social y politiea, aunque quienes ejercen ciertas funciones tribales base econdmica suficiente y dependen de idades. En algunos casos puede constituirse cieria al, de ui carecen, en gen sit prestigio y habi jorarquia de jefes tribales, e incluso alguna aldea puede Megara funcio- al nar como “capital” dle esto, no se observan roles in embargo, m jerenclas sociales hereditarias, 28 América aborigen La economia tribal suele asociarse pricticas horticolas 0 agricultura ple, aunque en rea dades. La recipros si Jidad puede abarcar un espectro ampli de activi- fad rige los intercambios cotidianos, si bien surgen formas més complejas, como la redistribucién, que permiten a cada comunidad acceder a recursos que no encuentra cn sus tierras, pero que existen en las de otra, Las jefaturas Las jefaturas (chigfdows, en inglés) o seforios eran entidades polit regionales que aglutinaban « mltiples comunidades bajo ln autoridad permunente de un jefe. A diferencia de los tipos anteriores, las jefaturas, gue podian alcanzar una poblacida de algunos miles de personas (inclu so, a veces, decenas de miles), mostaban algun tipo de “as varquizaci6n social, expresada por la posicién © rango clevados que ocupaban ciertos Jinajes y comunidades. El parentesco cra erucial en Ia articulacién de « las diferencias que emanaban de ella, estaban justificadas por la mayor 0 as sociedades: la superioridad de ciertos individwos y linajes, asf como menor proximidad genealdgica al jefe, cayo linaje ocupaba el lugar ands alto en el sistema de parentesco, y por ende, en la jerarquia social La estructura genealégica de cada jefatura, con su organizacién je- rarquica de los linajes, deriv de condiciones histéricas particulares, como antigtiedad, ubicacién, riqueza o prestigio. La superioridad del linaje del jefe provenfa de su mayor cercania genealdgiea respecto del fundador mitico, en especial a partir del principio de primogenitura. Asi, el jefe ocupaba un lugar central en todos los aspectos de la vida social, y su figura estaba rodeada de complejos rituales y ceremonias. Se reconocen al menos dos niveles en el cjercicio de la autoridad: los |jefes de las comuniclades locales y, por encima de estos, el jefe superior El poder de este tiltimo dependfa, sin duda, de la importancia de su linaje, pero también de su control sobre ka producci6n y el intercambio de bienes, de sus capacidades y habilidades personales (incluidas las fericlas a la guerra) y de una ideologfa itil para legitimar ¢ institucio- nalizar las desigualdades que se manifestaban en el seno de la sociedad. También dependia de la fuer defender los recursos de Jas comunidades bajo su mando. Hacia 1492, las jefaturas instala za yuerrera (su séquito 0 seguidores) para en distintas regiones del continente mostraban sus dimensione miihiples forma: actividades econémicas, patrén de asentamiento y poderes y atributos de los jefes dependian de cireuns s histrieas particulare Consituir la historia del mundo prehispanioo 28 Los estados antiguos Los estaclos constituyeron la forma sociopolitic da en el mundo americano prehispsnico. Mas extensos y con mas po- mas avanzada aleanza. bblacién, los estados antiguos conservaban algunos rasgos de las jefaturas (rango, reglas suntuarias, distancia entre las comunidades, papel del Ii der), aunque con diferencias cualitativas significativas, Organizaciones politicas altamente centralizadas, la articulaci6n de las comunidades que las integran no se expresa en extensos de sistemas de parentesca, \unque ‘tales sistemas jueguen un papel central dentro de los distintos cstamentos de la sociedad, sito que se asocia al territorio comiin en que \iven. En ese territorio pueden coexistir distintos centros (desde gran- hasta aldeas) organizados en forma jerarquica, a menudo con funciones especializadas. Uno de ellos acitia como capi len residir el rey © sefior, su séquito o corte, y los altos funcionarios. El vey, su linaje 0 los dioses a los que representa aparecen en tiltima rincia como los propietarios de ese territorio; en tanto, las demas comunidades pierden su caracter de propietarias y, aunque a vece dles ciudaces ‘al; alli suwe~ ins con- «van algunos derechos, en la prictica se convierten en usufractuarias dle esas tierras. La sociedad se divide cn clases o estamentos claramente difevenciados, lo cual se expresa a uavés del acceso a determinados bicnes suntuarios. El estado, expresién abstracta de esa unidad mayor, Visible en la figura del rey o seiior, se separa del resto de las comunida- des, que deben contribuir, por medio de su trabajo o de tributes, a su wostenimiento y al de la elite gobernante, La apropiacion de esos exce- denies constituye la base material del poder de] sefior y del estarnento jobernante. Intermediario 0 representante tinico de las divinidades, a veces ado- hado como una divinidad, el sefior ejerce un poder total asociado a la 1: eneabeza la organizaci6n religiosa, encarnada en una jerarquia de sacerdotes, y dirige la administracion del estado a través de una bure- Chicii © jecarqufa de funcionarios, reclutados en ambos casos dentro de |i. clite, cuya posicién depende, en principio, de la voluntad del senor. Janibién dirige la vida econémica: regula el acceso a las tierras, organiza li actividades productivas, establece y recauda los tributos, redistribuye hiches y controla los intercambios a distancia, en especial de bienes con s los resortes que as yuan li reproduccién material y simbética de Ia vida social y politica. Avinisino, cierios desarrolios culturales como el calendario, los sistemas ‘lo valor simbolico. Ein suma, el rey controla tode de cOmputoy registro, y los Complejos sistemas tcolgicos expresados en timan y ficilitay tales controles, liltowy vituales permiten, ley 2. América en el momento de la invasi6n europea: un mundo en movimiento Afines del siglo XV, cuando Gristébal Golén exploraba las cos- tas americanas, numerosos pueblos vivian en el continente y ocupaban la mayoria de los ambientes habitables. Esas pobla- ciones, presentes alli descle muchos milenios atras, hablaban numerosas lenguas y tenian profundas diferencias sociocul- turales, resultado de las diversas geografias, las respuestas y estrategias que cada pueblo habia elaborado y los complejos procesos histéricos que habian vivido. También se trastada- ban, migrando en busca de mejores oportunidades a regiones. lejanas 0 desplazandose en pequefios grupos para comerciar, buscar materias primas escasas, guerrear o participar en proce- siones y ceremonias. Hacia 1492, bandas, tribus, lian en el espacio americano, Las bandas, presen del poblamiento, conservaban sus rasgos basicos, aunque habfan cam- hiado para adaptarse a distintas condiciones. Tribus, jefaturas y estados, cn Ganbio, resullaron de la historia de esas sociedades en el continen- lc, historia que comenz6 con los primeros pobladores y culminé con las grandes construcciones politicas del siglo XV, los estados azteca e inca, en Mesoamérica y los Andes centrales respectivamente, donde coexis- tian con jefaturas cfatnras y estados antiguos coexis- desde el comienzo estaclos menores, EI panorama era mds variado en otras regiones. Las bandas ocu- paban extensos espacios: todo el tercio septentrional de América del Norte, gran parte del occidente de los actuales Estados Unides y norte de México, las Hanuras y planicies del tereio meridional de América del Sur, y las Zonas interiores de las grandes cuencas Hluviales tropica- Jes. En algunas regiones coexistian con poblaciones de agricultores. Lay tribus ocupaban las zonas boscosas del sudeste y algunas pa tes del sudoeste de los actuales Estados Unidos y el noroeste de México, asi como las tieeras bajay tropicales de América del Sur y parte de los 32 America aborigen +s meridionales, y conv se encontraban al sudeste de los Estados Unidos, algu- nos puntos de las costa pacifica del Canada, la mayor parte de Amé- rica Central y los Andes Septentrionales (actuales Golombia y norte de Ecuador), las grandes islas del Caribe, las tierras hajas cereanas a la desembocadura dé los rfos Orinoco y del Amazonas, y partes de los Andes meridionales. fan con bandas y sociedades de jefatura, Estas iltima Gazadores recolectores de las tierras frias del Norte Las tierras frfas septentrionales, que cubren 2 y al bosque boreal o taiga. La primera, extendida a lo largo del borde septentrional del continen- te, carece practicamente de arboles, sus inviernos llegan a durar nueve un tercio de América del Norte, corresponden a la tundra drti meses y las lemperaturas pucden bajar hasta 70 grados bajo cero. Re cibe pocas precipita congelado, el agua supert ciones, pero como el subsuclo permanece siempre cial no penetra y forma gran cantidad de riachuelos y lagos. Sus eseasos pastos alimentan manadas de caribties, recurso fundamental para los cazadores. Alsurde la tundra se encuentra cl bosque boreal o taiga, amplia fran- ja que se exticnde por el interior canadiense, con recursos alimenticios pobres y una poblacién escasa y dispersa. Su lism ampli acumula més regularmente, pues su cubicrta boscosa limita Ta accién de los vientos y las radiaciones solares. Ese bosque ofrecia proteccién & plantas, animales yal hombre. En el oeste, la angosta franja costera del Pacifico en el actual Canada, Tiuviosa y encerrada entre él mar y las montatias, contaba con los ricos recursos icticolas del océano y de Jos torrentosos rios que bajaban de las montatias, cuyas laderas boscosas brindaban abundantes maderas. , muy frfo, presenta variaciones estacionales aun ma que en el Artico, y la nieve se Cazadores de la tundra drtica Conocidos con los nombres genéricos de “esquimales” 0 “inuit", esos cazadores desarrollaron un modo de vida especializado, ajustado al frie extremo y la poca variedad de recursos de la regién, Distribuidos entre Alaska y Groentandia, hablaban dialectos de la misma lengua, inupiak y por su modo de vida se relacionaban con los pueblos del norte de ta estepa siberiana, cl antiguo hogar de sus ancestros, El territorio jnuit comprendia dos ambitos diferentes: la tundra y el mar que bafaba sus it debievon adaptarse a ambos América an el momento cle Ia invasién europea $3 MM ee ee ee eae El pais de los esquimales LLargos inviernos con dias que son casi noches y temperaturas muy bajas caracterizan el extenso y monéteno territorio esquimal. En los verancs, cortes y un p9s9 menos frios, casi no existe la neche: ¢/ sol tibio esta. siempre sobre el horizonte y las sombras se alargan sobre el frio suslo. Su calor no llega a descongelar al eubsusio, por lo que al agua del dashiclo de ia superficie no denetra en la tierra y forma riachuelos y lagos en la su- pertcle, Los inuit se movian en ie tundra y en ol mar que bara sus costas, ‘gue durante buena parte del afio contindan uno al otro, cubiertes por el hielo. Estas condiciones explican mucnos aspectos de su tecnologia y su modo de vida. &l grabado, de mediados del siglo Xx, muestra una aiden inuit con las tradlicioneles viviendas construides con blocues de hilo {iglbe), una canoa, trineos, los perros usados para tirarios y las gruesas vestimentas do piel. ‘Aldea Inuit préxina a bahia Frobisher, en la isla de Baffin (grabado), on Charles Francis Hal, Arctic Researohes and Life among the Esquimaux, Nuova York, Harper & Brothers, 1865. 4a” Ki tierra, estos pobladores ¢ I en cambic n conocer en detalle los habitos de respecto a la helada superticie del mar, ante el comportarniento de los animales yabean, Co animales que debian entender como el del hielo mismo: una masa helada se movia, a yeces con rapi- dey y violencia; otras, de modo imperceptible, seygin las temperaturas, 34 Amétioa aborigen os vientos ¥ las corrientes marinas. No obstante, los recursos de mar eran demasiado ricos para ignorarlos: osos polares (peligrosos pero de gran valor), pequeiios invertebrados, peces, mamiferos y, en primavera yrverano, aves. De ese ambiente tan particular obtenian los recursos para alimen- tarse y protegerse. Las herramientas de caza, como los arpones, eran confeccionadas con hueso. Pieles y cueros servfan para hacer mantos y prendas de vestir; con césped, bloques de hielo, huesos de grandes animales y trozos de madera recogidos en el mar 0 los ries construian sélidas viviendas com guardapuertas, y se alumbraban y calentaban con aban usando tiendas porti- tiles de piel y embarcaciones del mismo material; en invierno, en cam- bio, recurrian a trineos tirados por perros y a paletas para nieve. La pertenencia del individno a una banda era Jaxa y el territorio de cada grupo estaba poco determinado debido a la baja disponibilidad de recursos, st cambiante distribucin y las amplias migraciones estacio- nales de los animales, lo que obligaba a una amplia movilidad. De alli que los desplazamientos de los hombres fucran frecuentes y erriticos. Kimparas de aceite. En el verano se movil Cazadores recolectores del bosque boreal o “taiga” Hacia el siglo XVI, las bandas de cazadores recolectores que vivian en Ja taiga hablaban lenguas de dos familias distintas: los del este de Bahia de Hudson utilizaban lenguas atapascanas, en tanto las del este empleaban lenguas algonquinas. Su modo de vida se adaptaba a las condiciones especiales del bosque boreal. Los chipppewa w. ojibua, que hablaban una lengua algonquina y vivian al norte de los grandes lagos, ejemplifican este modo de vida Su tecnologfa, equiparable a la de sus vecinos del Norte, incorpord recursos locales, como Ia corteza y Ia madera que abundaban en el bos- que, y las pieles y cueros de los animales cazados. Viviendas y utensilios se acomodaban al clima: en invierno, vivian en sélidas chozas de lefios y troncos, usaban trineos tirados por perros y fabricaban calzado para la nieve; en verano, tiempo de movilizarse, empleaban corteza de los Gaboles para fabricar viviendas livianas y ficiles de Wansportar, canoas en las que se desplazaban por los ados al cuerpo. Las herramientas eran, en general, de piedra tallada y afilada. La caza terrestve era su principal fuente de alimentos, El bosque pe 3 y vestidos ajus mitia también recolectar algunos vegetales y los rios hacian posible la peseit, En invierno se reun jan en grupos mayores con poci movilidad a causa de la nieve y el intenso frie, En verano, en cambio, se dividian América en ol momento de la invasién europea 35 cn unidades familiares para cazar, recolectar y pescar por separado, y algunas bandas, dirigidas por jefes cazadores, se reunfan para seguir al yeno en su migracién anual hacia la tundra En invierno, el movimiento estacional de lay bandas y su organiza- cién flexible les permitéa, cuando se reunfan, compartir informacién sobre el entormno y establecer vinculos mediante ¢] intercambio de mu- jeres. Estos mecanismos, y el hecho de utilizar dialectos inteligibles de la misma lengua, hacfan posible el establecimiento de extensas redes de comunicacion ¢ intercambio, tanto ente las mismas bandas como con los pucblos de fa estepa siberiana; en el este existieron, incluso, contac- (os ocasionales con navegantes vikingos Pescadores de salmén de la costa paeffica de Canad4 Kin Ja angosta franja costera del Pacifico se desarrollé un modo de vida uptado a las condiciones locales, en particular al mar. Los recursos slimenticios basicos provemian de la pesca, sobre todo del salmén, cuyo cielo de vida condicionaba los movimientos de los pescadores. La iiudera de los bosques cercanos, principal materia prima, servia para Consiruir casas, enormes canoas para trasladarse y pescar, grandes em- blemas herdldicos tallados —tétem o postes tovémicos-, mdscaras y una variedad de utensilios domésticos. Las herramientas basicas se realiza- pan en piedra alilada y pulimentada, La vida tan en- conocidos- era mas compleja que la de los cazadores de la jundra y la taiga, La abundancia de grandes peces y una adecuada onga- nizacién de la actividad pesquera permitian recoger y cntidad de alimento, Ese recurso, estable y abundante, hizo posible ka vida sedentaria en aldeas permanente y el desarrollo de un sistema de ila linaje residia en una gran casa comunal de madera y va ‘ios linajes podian asociarse para residir en una aldea tinica, dentro de |v cual existia un ordenamiento jerarquico de esos linajes y, por ende, social de estos pescactores —haidas, kniakiutly nootkas almacenar gran bingos, ©: dle sus jeles Aunque sélo vivian en ellas unas pocos centenares de individuos, Gudht aldea conformaba una jefatura, cuyo jefe, cabeza del linaje prine- va considerado duefo de las casas y Ingares de pesca, y era quien celebraba los principales rituales, El mas conocido y estudiado, deno- ininado “pédlach”, consistfa en un gran festin en el cual se regalaba, des (Hila, quemaba 6 consumfa una enorme eantidad de dienes, Guanto Hnayor era ka cantidad de bienes, mayor era el prestigio y la autoridad » debe haber servi del jefe que ofveeia el festin, Hate consumo sunt 36 Amica aberigen do para mantener al maximo la imtensidad de la obtencién de bienes, y prevenir asf eventuales cambios en la disponibilidad de los recursos. Las tierras templadas de América del Norte La regién de los bosques orientales Atravesada en el esi por los montes Apalaches, ecupa casi toda la mitad orient 1 de los actuales Estados Unidos. Los bosques que la cu- bren, més cerrados en el este, se vuelven mas ralos hacia ¢l veste, al- ternando con espacios abicrtos cubiertos de hierbas. El clima es muy frfo en el norte y més templado hacia el sur; en el oeste, mas | mar, la amplitud térmica es mucho mayor. Esas diferencias incidieron jos del en la vida de sus pobladores pero no obstaculizaron los contactos en- we las distintas comunidades, que establecieron estrechas relaciones entre si Hacia 1500, en la regién se hablaban numerosas lenguas per ienceientes a distintas familias: algonguéna, como la de los mohicanos; iroqués, hablada por los ancestros de los cherokees; siowx, como la de los ereeliy los choet Todas esas comunidad s combinaban, en diferente gratlo, practicas ayricolas, caza, pesca y recoleccién, Para la agricultura se aprevechaban quema, adecuado para las zonas boscosas, que consistia en el desmonte de parcelas boscosas, la quema de troncos, ramas y malezas, cuyas cenizas servian como fer tilizantes, y la siembra de las semillas en pequefios pozos. La parcela culivaba durante algunos afios; cuando bajaba su rendimiento, era abandonada para que el bosque se regenerara y se abria otra nueva. Se cultivaban mai, frijoles y calabazas, ademas de otras plantas locales. las Iuvias y se utilizaba el sistema de roza, o tala FI bosque cra una importante fuente de recursos: se cazaban alees, 0808, linces y pumas, que brindaban carne y pieles, y se recolectaban Dayas, uvas silvestres y [rutos secos como mueces, castaiias y bellotas. En a costa athintica se recogian almejas y ostras, y se capturaban langostas y peces. Al oeste, donde la lanura herbacea desplaza panlatinamente al bosque, las comunidades se dividfan a comienzos del verano, terminada la siembra, para la caza del biifalo, y regresaban a sus poblades para ka cosecha, a comienzos del otoiio. A pesar de las diferencias en t malo y grado de concentnacion de los poblados, en la region predominaba una onganizacidn de tipo tibal aunque, en algunas partes, como la cuenea del rio Ohie y li Cuenca media del Mississippi, hay indicios de alta coneenineln de poblicion América én el momento Ge la inves 6n europea 37 en aldeas simacas en tomo a centros con funciones ceremoniales, prin- cipalmente funerarias, Al mulos, grandes plataformas) que revelan rituales colectivos y complgjos mecanismos de articulacién. En ocasiones, varios centros cercanos estar se levantaban construcciones ptiblicas (ni ban conectades por terraplenes de Gera que debea haber sido utiliza dos para realizar procesiones. At tt La tradicion Mississippi: Cahokia La tradicién cultural Mississippi, cuyo inicio se remonta ures mil afies atrés, se caracterizé por grandes esentamientos con construcciones publicas, como timulos y grandes plalalormas piramiciales. Esos cen- tres vivieron su momento de apogeo unos dos o tres sigios antes de la llegada de los europeos, aunque algunos, como Grand Village, secuian funcionando en el siglo XVI, El mas importante de tales ventrus fus, sin duda, Cahokia, en tlinois, al ceste del ro Mississippi y muy cerca de Saint Louis, la capilal de Missouri. La ilustracion muestra la reconstruc- cién cel area ceremonial de Cahokia, con sus monticulos y la emeall zacla que lo rodea. Cahok'a fue abandonacia pocas décadas antes de la llegada de los espafioles, aunque la tracicién Mississipp! percurd por Inds tiempo. Nustracién: revista National Geographic. Ai” Hin esa Ultima etapa se expandi6, junto a los timulos y al monticulo- feryplo, un sistema religioso Hamado “culto meridional de la muerte”, Heconocible por un eonjunte de simbolos que inclufa un ojo Horén 6 ado, eruces, eireulos solares, fechas bilobuladas, manos hum esos largos y hombres danzando, r 1 se reproventaban animales come nascon. ne jor e eruces en la pal te mtiviados, Tamnbi ils, felines 38 América aberigen yserpientes emplumadas, y una figura de hombre-pajaro. Estaban reali zados sobre distintos objetos, como adornas de concha y cobre y piezas ceramii mando, hachas y enchillos de pedernal cuidadosamente tallados, insig- nias © simbolos de estatus y autoridad. s, depositados en las tumbas de los sefiores junto a bastones de La cultura Mississippi presencié el desarrollo de marcadas desigual- dades sociales, que se inseribieron en los ajuares funerarios y en el surgimiento de sociedades de jefatura. Es dificil pensar que una orga- nizacién tribal pudiera encarar construcciones de tales dimensiones: en Cahokia, por ejemplo, el Monticulo Monk, una enorme plataforma para templo, tenfa unos 30 meuos de altura y su base cubria unas 6 hectireas. Los pueblos del occidente de América del Norte Al oeste del Mississippi, a la altura del meridiano 98, se inicia otra re- gi6n que se extiende hasta la costa del Pacifico, cubriendo el occidente de los Estados Unidos y gran parte del norte de México, Esta enorme masa territorial se diferencia de la anterior, ante todo, por la dureza de su clima (mds drido y seco a medida que se avanza hacia cl este), transparencia de sus ciclos, la creciente amplitud térmica y la presencia de tn enorme macizo montaiioso. las Rocallosas, que corre de noroeste a sudeste. Dominan los desiertas y las mesetas (mesas © cuencas), con paisajes lunares donde emergen grandes bloques aislados de piedra de extrafias siluctas, cerros aislados de empinadas laderas y cumbres pla- nas, y cordones de grandes montaias, algunas con nieves permanentes, que rompen ka monotonia del paisaje. En otras partes, largos canones, angostos y profundos, come el del rio Colorado, o los de Chelly y Chaco, cortan las mesetas marcando el recorrido de los rfos que Jos abricron, En las Rocallosas que se extienden entre las montaiias y la Hanura baja del Mi nacen los ris que atraviesan las planicies herbiiceas ssippi para volcar sus aguas en este rio, como el Missouri y sus afluentes, Whi- te, el Arkan: golfo de México a través de una amplia Hlanura costera, La angesta costa del Pacifico, en cambio, es seca y con escasas precipitaciones por efecto de la corriente oceanica fria de California, que corre a lo largo de ta costa occidental. Ta vida humana trascurrié fundamentalmente en los valles de los gran- is y Red; otros, como el rio Grande, llevan sus aguas al des rios, las amplias y dridas mesetas y los desiertos, como el sonorense, donde se desta las siluetas de mezquites y saguayos, o cactn de Grga no, Meset sy desiertos parecen inhabitables a quien no los conoee, pero América en el memento de la invasion europea 29 los pobladores nativos supicron obtener de ellos los recursos para sobre- vivir y prosperar. Si cousideranos el ambiente natural, los paisajes y las formas de vida de sus pobladores, se distinguen tr 's grandes subregiones’ las grandes planicies, la Gran isten cualidades comunes: los hombres migraban con frecuencia de una a otra y sus pobladores mantenian activos comtactos. suenca y el sudoeste, No obstante, entre ellas es Agricultores de las grandes planicies Al oriente de las Rocallosas se extendian las grandes planicies. Sus pe- bladores aborigenes se convirtieron, por obra de novelas, cine y televi- sidn, en el prototipo del indio americano: erguidos sobre sus caballos, con tocados de plumas, y provistos de arces y flechas, hachas y rifles, corr \ quienes horrorizaban cuando arraneaban las cabelleras de sus ene- inigos, para volver luego a sus campamentos de tiendas portitiles de forma cénica, les tipis. Usta imagen, sin embargo, no corresponde a los aborigenes de fines del siglo XV: no habia entonces Uadicionales “pieles rojas” vivian lejos, en los bosques orientales, y los locales eran agricultores que desde hacia siglos uabajaban fan en aldeas estables junto a los rfos. Los més conocides In tras las manadas de bisontes o atacaban caravanas de colonos, ifles ni caballos, los ancestros de los poblador ray (mandanes, hidatsas, kivwas y pawnees) eran horticultores aldeanos que wtian un mismo modo de vida, aunque hablaban lenguas de las fimnilias sioux, caddo y tanoa, Visas planicies fueron escenario de amplios movimientos de pueblos (que se desplazaban hacia el oeste y el sur por razones demogréficas, inicas y/o sociales, desde los bosques orientales o desde el actual Wwrritorio canadiense respectivamente, Quiza, la poblacién habfa creci- (lo 1nocho en su tierra de origen, o Dien los recursos se habian reduci- J, obligandolos a desplazarse hacia lugares mas productivos; tal vez, 4) comunidad vecina habia aumentado su poderfo yamenaraba su onoma, lo cual los forzé a buscar territorios mas seguros, los dos ‘or del Missouri; los tiltimos, en ta Mandlanes, hidaisas y pawnees habian Hegado desde el este: prhneros vivian la euienea sup Hienea del rto Platte, Los kiowas, en cambio, venian de las praderas del Hote y se establecieron al sur del rio Arkansas, También del norte vi Ijtin tiempo después, otros grupos de cazadores recoleetore: amo lox nadene, mas wrde conocidos como apaches; en el siglo XVIL weibaron los comanches, de lengna numic, La vida e Jaw praderas 40 Ameri aborigen distaba de ser pacifica, ya que las redes de intercambio y reciprocidad entre conmnidades no impedian las hostilidades pueblos creaba conflictos per el control de tierras y recursos. La ob- tencién de im importante botin era siempre atractiva y, ademas, en la 1 llegada de nuevos guerra los vencedores podian alcanzar gloria y distincién al demost su valentfa Hacia fines del siglo XV, la economia de esos pueblos dependia tanto de la caza como de los cultivos, Todos cazaban, en especial el bisonte, pero también animales mds pequerios. El valioso bisonte pro- porcionaba abundante carne, y sus pieles servian como abrigo en los helados inviernos. Claro que cazar un bisonte a pie, con lanza 0 arco y flecha, era dificil y demandaba conocimientos, destreza, fuerza y organizacion grupal. La ea grupal, y entrenaba a los futuros guerreros, aunque sus resultados fure- sen aleatorios. La subsistencia cotidiana dependia, en realidad, de los cultivos, la caza de pequeitos animales, y la recoleccin de frutos y vegetales silves- es, Realizado por mujeres y nitios, el cultive se practicaba a lo largo de ‘ando la humedad aportada por las aguas en tiempo de crecida. Desatrollaron varios tipos de maiz, porotos o frijoles y cala- bazas que, consumidos en conjunto, provefan aminodcidos fundamen- tales para la vida. El maiz tenia, adem, valor religioso algumos grupos cultivaban tabs ‘na actividades rituales y ceremoniales reforzaba la solidaridad y la cooperacin los rios, aprovec! y ritual ‘0, destinado tambsi ye ee ee eee ee Las aldeas de los mandanes Hacia 1492, 1s mandanes vivian en grandes aldeas, con numora: sas casas redondas -a veces mas de un centenar— ubicadas muy juntas unas a las otras y ordenadas alrededor de una plaza donde sa realizaban juegos y ceremonias. Empalizadas de troncos les permi- tian protagorse major de los ataques de otros gruoos que quisiaran apoderarse de los alimentos que almacenaban de un afo a otra. Las casas, construidas por las mujeres, legaban a los 12 metros de did- metro y alojaban a varias familias, brindando eficaz proteccién contra otros humanos, el frio Gel invierno, el calor del verano, y el viento de laa planicies. Esta tradicién constructiva se mantuvo hasta el siglo XIX, como lo muestran las pinturas de Geoge Catlin, quien wisit6 la region hacia 1832. América en el momento de la InvasiGn europea 41 George Catlin, Letters and Notes on the North American Indians, editado ‘901 MacDonald Mooney, Nueva York, Gramercy Books, 1975, p. 140. i” én lineas generales, conformaban tipicas sociedades wibales, Cada aldea constitnia una unidad independiente, més alld de los vinculos lingii cra el principio organizador de la sociedad, y las fam agrupaban en clanes. Cada clan velaba por los suyos, incluidos nitios y ancianos, y mantenia un culto sagrado con objetos a los que adscribfan poderes mégicos. Asociaciones masculinas, en especial de guerreros, atravesaban a la sociedad y contribufan a fortaleccr los lazos entre lina- iesy clanes. No hay indicios de designaldades sociales hereditarias. Las diferencias se relacionaban con el sexo y la edad, 0 tenfan que ver con io y las cualidades personales de cada individuo: un cazador diestro, un hbil rastreador, un guerrero valeroso, un shaman eficaz 0 ticos, culturales y/o de intercambio con las otras. El pare: el prestig un anciano sabio deben haber gozado de consideracién especial. Sin embargo, Hioridad no se transmitia a sus descendientes, y se limi- taba a algunos momentos y situaciones particulares. Cazadores recolectores de la Gran Cuenca li bra dival oeste por las Rocallosas y al sur por el profundo caaén del rio Go- ran Cuenca, cn cambio, era una meseta extensa, alta y sec lorade, A pesar de la eveayer de agua, animales y vegetales, los pueblos 42 América aborigen que alli vivian (sheshones, utes y paiutes, divididos en comunidades loca- les dispersas, apenas vineuladas por él lenguaje y algunas costumbres) lograron desarrollar los conocimientos y habilidades para sobrevivir, de modo trabajoso y austero, en ese ambiente hostil. Sostuyieron incluso intercambios con regiones vecinas, que les permitian acceder a obsidia- na, conchas del Pacifico, productos agricolas y pieles de bisonte de las praderas, Con diferencias, todos compartian un modo de vida cazador recolec- tor en el marco del cual la dispersién de los recursos los obligaba a mo- vilizarse de manera constante, al ritmo de las estaciones, para obtener los, Conocer el terreno y lo que cada lugar brindlaba era eseneial para sobrevivir, Enire la primavera y el otono la recolecci6n era fundamen- tal: las mujeres buscaban hojas y brotes, bayas y frutos, semillas, mueces y piiones para la alimentacién, plantas de uso medicinal y juncos para elaborar bolsas, canastos y otros wtensilios, En aes de abundancia, los pifiones se almacenaban como reserva para el duro invierno. En tanto, los hombres cazaban, Roedores, marmotas y ardillas, con sobrepeso por la inactividad invernal, ¢ 1 presas ficiles en Ta pri vera, ast como los pajaros, algunos de gran porte como el urogallo, que estaba en época de apar pes era el centro de la actividad masculina; a veces, algunos grupos cazaban un bisonte, También era importante la captura de conejos, cuyas pieles usaban para confeccionar ropas y mantas. La dureza del entorno y la escaser de recursos obligaban a buscar otros recursos complementarios. Rios y lagos ofrecfan pece y sus huevos. En el desierto, ademas de aves, abundaban los batacios, serpientes, iguanas ¢ insectos (hormigas, yrillos, cigarras y saltamon- tes) que brindaban un suplemento de proteinas crucial en tiempos de carestia. Enfrentadlos a frecuentes traslados, sus utensilios, alojamientos y ri- tuales religiosos eran menos elaborados que en otras partes. Con los recursos disponibles (cucros, pieles, huesos, tendone! micnto. En etono, la caza de antilo- reptiles, aves acuiticas s, maderas, juncos y totora) claboraban lo necesario para sobrevivir: la vida némada alen- taba viviendas temporarias y un utillaje de facil transporte: Ia piel de antilope, habilmente Gabajada por las mujeres, era fundamental para confeccionar vestimentas; cueros (le alce y biifalo servian para levantar tiendas o tipis; sauces y arbustos provefan abrigo en cualquier cireuns- tancia; mimbres y totora se conyertian en canastas, cl 1s y LAM pas; madera, cueros y picles eran utilizados para confeccionar zapatos para viajar durante el wwierno. Amética en el momento dela invasion europea 43, En este contexto, los paiutes del valle del rio Owens fueron una ex- cepcién, Aprovechaban el agua del rfo para irrigar (mediante peque- fias represas, pozos y canales) sus dridas tierras. Inundaban los prados cereauos, lo cual favorecia el crecimiento de las plantas silvestres y una ‘ecoleccién mas rendidora que, aunque no los libraba del nomadismo, permitia una residencia mas prolongada en el lugar y la construceién de viviendas mis solieas. Los pueblos del sudoeste estadounidense y el noroeste mexicano iI sudoeste incluye los actuales territories de Arizona, aeste de Nuevo México y sur de California aunque, histérica y geogrificamente, la re- gin se prolonga hacia el sur por el norte de México, formando una unidad que supera los Himites politicos actuales, El ambiente, avaro en recursos, oblig6 a los hombres a desarrollar estrategias y dispositivos culturales para sobrevivir. La aridez extrema domina la mayor parte de la region, donde la falta de agua impide el cultivo, aunque en algunas partes luvias 0 rfos permanentes forman oasis donde la agricultura es posible Hacia 1500 vivian allé diversos grupos humanos: algunos tenian larga iradicién agricola y de vida en aldeas; otros, en las areas mils aridas, iantenian un fuerte énfasis en la caza y la recoleccién. Varios de es- oy tillimes eran recién legados y provenian de las grandes planicies. | as profundas diferencias culturales y lingiiisticas entre las poblaciones de Tar gion cran producto tanto de la diversidad ambiental como de Jos cominuos movimientos de poblaciér aunque lenguas y cultura no, siempre coincidian: entre los preblo 0 anasazi, con la misma tradieién cultural, hablaban neve lenguas distingas; los grupos de lengua yuma ‘enfan profundas diferencia ¥ papagas, ambos de lengua o’odham culturales, y lo mismo ocurria entre pimas suficiente Los mticleos agricolas se localizaban en Ios oasis con agi jnuia el cultivo. La meseta del Colorado, en el noreste de Arizona y no- Hneste de Nuevo México, y el valle medio del rio Grande eran el hogar dle los anasazi; la enenea del r » Gila y sus principales afluentes, en el reste de Arizona, alojaba a los pina, 0 akimed o'odhanr, el valle infe- Hor del rio Colorado y ka meseta veci valifornia, estaba scupado por yuonas 0 quechanos; los valles y piedemontes de la Sierra Mucre a, en el surde cidental, en Sonora y el oeste de Chihuahua, en México, eran ol huibitat de yaquis, wayas y rardmust o tarahumaras. Hl mayor ees hive didlo por lox expatotes pues viv artollo agricola lo aleanzaron los anasazi o puebl 1 en grandes aldeas permanentes, 44 Amnérica aborigan a diferencia de sus vecinos némadas de las planicies y el desierto. Los anasazi aliernaban el cultivo con la caza y la recoleccién en las areas desérticas vecinas, asi como la erfa de pavos, destinados a fines rituales. Enfrentada esa agricultura a condiciones adversas, adquirieron los co- nocimientos necesarios y las técnicas para vencer las dificultades. Por i, porotos, cala as, algodén y tabaco, Adems, fabricaban finas y bellas ceramicas, y medio del riego lograban abundantes cosechas de n ba tejfan delicadas mantas y prendas de vestir de algodén, productos que, con los granos, constituian la base de las relaciones que mantenian con los eazadores recolectores de la region, quienes tafan desde las estepas y praderas las apreciadas picles de bisonte. No obstante, junto con el conocimiento, las técnicas y el trabs duro, para obtener el éxito agricola era necesario cumplir con los rita les apropiados. Los anasazi crearon un rico y complejo ceremonial que se extendia a lo largo de todo el afio y, puesto que la agricultura era el ee de la vida econdmica, la mayor parte de ese ritual se vinculaba con ruegos y plegarias por Iluvias y buenas cosechas, Ademas de asegurar la vida de la comunidad, esas ceremonias y rituales colectivos aportaban las bases para el orden social y para la integracin del individuo, MM a aa a aaa aa aa Los poblados anasazi Los anasazi vivian en grandes asentamientos -zaldeas grandes 0 pe- quofias ciudades?— fundamentaimente construides con adobe que, en muchos casos, ocupaban descle hacia tiempo. Su ubieacién y su propia estructura ponen de manifiesto el clima de confictos que se vivia, pues en general se alegian sitios allos de dificil accaso ~como en Acoma, que ermitieran ver desde lejos la presencia de intrusos o tuvieran ventalas dofensivas frente a posibles atagues. ‘Gada asentarniento estaba constituido por grandes edilicios de varios pisos escalonacios, integrados por viviendas compactas a mode de apartamentos, a las que se accediia por los techos medi maviles de madera que podian ser retiradas en caso de peligro. Euificios yapartamentos, adyacentes unos a olros, permitian en momentos de cima severo 0 ataques enemigos pasar de una unidad a olta sin salir fuera, Otro elemento fundamental eran las kivas, construcciones cirou lores subtorréineas destinadas reuniones de hombres, La foto muestra el aspect le escaleras a acl vidacies rilualas y ceremonialas, y a 1ual cle Taos, pueblo que fue reconstruida, ‘América en ol momento de la invasién europes 45 Franklin Folsom y Mary E. Folsom, Ancient Treasures of the Southwest, Albuquerque, University of New México Press, 1994, p. 103. i” Sin unidad politica y con estructuras laxas de gobierno, logr fuerte integracién social mediante la participacién colectiva en cere monias y ritnales, y el funciona pecie de cofradias, orientadas a organizar tales rituales, que tenfan su centre de reuniOn en las kivas. A pesar de sus vinculos culturales, con frecuencia las relaciones entre las comunidades fueron conflictivas y ca (lid con firmeza su autonomia, a la cual debe haber con- Uibuido la diversidad lingiiistica. En la cuenea del rio Gila, zona de Ihivias escasas, los pimas, 0 akimiel o'odham productan algodén, matz, porotos y otros cultivos ut cl agua de los ries para regar las arida nales. Completaban la dieta por medio de la recoleccién de plantas silvestres y, en menor medida, de Ja cau. Intercambiaban productos alimenticios con los cazadores recolectores papagos, con vemajas para en aldeas dispersas, Hamadas Holes, formadas de casas redondas de ramas y barro que compartian aron una ento de asociaciones de hombres, es- una dete ando tierras cercanas mediante ca- ambos. Vivé ancherias” por los espa: una enramada central y un area de cocina. Fan el oeste de Arizona y el este de California, region muy arida don- en unos pocos ros permanentes. vivian iherefios (moha- Ves, quechanos, coeopas y maricopas), en Corno al curso inferior del tle s6lo se encontwaba agua listinias comunidades de Jengua yuma. Los yanas Ho Colorado y el valle medio del Gila, aprovechaban las inundaciones provoeaday por las erecidas para practicar una agricultura de humedal 1 las plinteles aluviales, Adenmis de cultivar mata, porotos y calabazas, 46 América aborigen pescaban en los rios y cazaban en las planicies cercanas, en tanto las mujeres recolectaban las vainas del mesquite. Esa dieta, no demasiado variada, les permitia cubrir sus necesidades alimenticias y disponer de algtin tiempo libre. En el noroeste de México, sobre la costa del golfo de California, en los valles de la Sierra Madre Occidental y en el desierto yecino, vivian yaquis, mayos y tarabumaras (Ilamados asf por los espafioles) que ha- blaban lenguas de la familia uto-azteca, Yaquis y mayos cultivaban maiz, porotos y calabazas en las tierras vecinas a los rfos, aprovechando la hu- medad aportada por las erecidas; los tarahumaras se beneficiaban con las Huvias del verano, Fn las aguas del golfo, yaquis y mayos recogian mariscos y capturaban rébalos cerca de la costa; hacia el interior, sagua- to brindaban {rutos yos, mezquites y otros vegetales del desie semillas. En las areas mas dridas, de altas mesetas y desiertos, donde la falta de agua limitaba 0 impedia el cultivo, la vida humana dependia de los escasos recursos silvestres, vegetales y animales, y requeria habilidades granos y y conocimientos especificos. Alli se mantuvo el antiguo modo de vida cazador recol s del noroeste de Arizona, al sur del Gran tor. Los yuma Caitén, obtenian la mayor parte de su subsistencia de la eaza y la reco- leccidn, se movian sobre amplias superficies al ritmo de la maduracion de las plantas, vivian en asentamientos dispersos con viviendas preca rias, su organizacién politica era laxa yen su cultura material se desta- caban la cesterfa y la cerdmica, Los papages o tohono 6’odham adaptaron su vida a las duras condi ciones del desierio sonorense (en el sur de Arizona y Nuevo México) donde las frentes de agua eran eseasas. La recoleccién de cactus ¥ de otras plantas del entorno, como los altos saguayos, era la actividad prin- cipal. También cazaban una variedad de pajaros y animules, incluidos borregos salvajes, venados, jabalies, pavos salvajes, codornices, gansos y conejos. Al igual que los yumas, mantenian activos intercambios con los agricultores veeinos Mas al sur, ya en territorio mexicano, el desierto sonorense se ex- tiende sobre un yasio altiplano encerrado entte los cordones oriental y occidental de Ia Sierra Madre. Los numerosos aunque poce conocidos grupos que alli vivieron, pequeiios y con alta movilidad, fueron Hama- dos chichimecas por los pueblos del centro de México, Las principales diferencias entre ellos derivaban de la diversidad ambiental y de los recursos disponibles, Se vieron obligados a explotar un ampli espeetro de recursos con énfasis, en cada caso, en alguna actividad partieutirs ha América en el memento de la invasién eurapea 47 recoleccién de vegetale: Ivestres era la més importante, pero también caraban, sobre todo animales pequeties, y cuando era posible pesca ban en lagunas de agua dulce y cultis ban, Ademas, participaban en extensas redes de intercambio con los agricultores de las sierras y complejas sociedades de Mesoameérica, Diestros con cl arco y las fle chas, adquirieron fama como cazadores y guerreros; en sus incursiones y asaltos empleaban flechas envenenadas, y se hicieron famosos por su crueldad con los vencidas. En la arid costa del golfo de California, en Sonora, los s ban, sino que obtenian del mar la mayor parte de sus escasos alimentos, erinno cultiva- como tortugas marinas, mariscos y peces, usando pequefias canoas para un solo hombre, El agua también era escasa, salvo durante las intensas pero breves lluvias del verano. El hambre y la sed marcaban la vida coti- diana de los seris, Mas al norte, los pueblos costeros del centro y sur de California supieron aprovechar los recutsos excepcionales del Pacifico, in, Esta prospesidad, base de iniensos intercambios y del surgimiento de algunas diferencias sociales aleanzando una alta densidad de pot hasadas en la riqueza, se centraba en la recoleccién de bellotas, y en ly captura de peces y mamiferos marinos en el litoral, recursos ambos ahundantes y gsiables, De las bellotas obtenian harina, con Ja cual se Nacian panes y potajes. En el mar pescaban en botes de madera; en ios y lagos usaban balsas de juncos. Esas actividades implicaban gran inovilidad y s6lo en invierno se formaban grupos mas numerosos, que se reunfan en aldeas. Un esta misina Epoea, algunos migrantes del norte, los na-dence, Ma- jnados “apaches” por los hop, que hablahan Jenguas atapascanas y pro- venian del noroeste de Canada, comenzaban a tomar contacto con los inlluy6 poco en su 1 y, excepto los navajos, 0 dineh como se llaman a si mismos, puchlas del sudoeste. EI contacto con los anasas econom imantuvieron el énfasis en la caza y la recoleccién. Hacia 1500, como sesultado de Ia adaptacidn a los distintos ambientes, los grupos habian Comensade a diferenciarse. Algunos, que continuaron viviendo en las planicies, conservaron su modo de vida némada, con énfasis en la caza de bisontes y antilopes, ) uuuntuyieron suis contactos con los poblados anasazi del rio Grande, donde iintercambiaban las pieles de los bisontes. En cambio, los apaches wcidentales, estableciclos en seetores montafosos ec ca del Mogollén, Wentaron la recoleccion de bayas, bellows, piiones y semillas, que Combinaban con la eaza de animales pequeios y con algunos cultives, Fos chiricaliuas, en el desierto sonorense sobre el actual limite entre 48 Arrésica aborigen México y los Estados Unidos, desarrollaron un modo vida seminémada de cara y recoleccién con alta movilidad; no desdeiaren ocasionales pricticas horticolas, y soliam atacar y saquear poblados cercanos, Los navajos fueron wm caso particular. Instalades hacia 1500 en la planicic arida del noreste de Arizona y noroeste de Nuevo México, itt Garon profundos cambios en su mado de vida para acomodarse a su nuevo hogar. Mantuvieron su lengua, pero modificaron sus tradiciones para legitimar su derecho sobre las Gerras que ocupaban, adoptando rasgos y habilidades de sus yeeinos anasazi, Convertidos en agricultores exitosos, el maiz pas6 a simbolizar el crecimiento y yitalidad de este pueblo. Aprendieron a tejer el algodén, elaborar ceramic el suelo pinturas con arenas coloreadas, pricticas que inte; vida como expresiones propias de su cultura, Mas tarde, aprendieron de los espaftoles la metalurgia y la cria de ovinos, que ocuparon un he gar central en su economia y cuya lana enriquecid su produccion textil. ‘ay Irazar en aron a su El complejo mundo mesoamericano En ef extremo sur del sistema montaitoso de las Rocallosas, Mesoamé- rica abarcaba gran parte de México, todo Guatemala y Belice, y parte de Honduras y El Salvador. Paisaje imponente dominado por elevatlas mesetas ¥ grandes volcanes nevados, fue escenario de un rico proceso histérico, como resultado del cual el panorama econdinico, social y por litico de Ja region era, hacia 1500, extremadamente complejo. Aunque sus pobladores compartian na tradicién cultural comin, constituia un heterogéneo mosaico donde se hablaba un abigarrado conjunto de lenguas pertenecientes a distintas familias y donde convivian diferentes tradiciones culturales regionales con fuerte identidad, algunas de ellas, como los ma de gran antigiiedad. yas, zapolecas y mixtecas, aaa Maaa eae ee Tenochtitlan, la Venecia americana Liegados al valle de México, tras les primeros sncuentros con los envia. dos de Moctezuma, Cortés y sus hambres avanzaron hacia Tenochti tian, verdadera Venecia emericana por cuyos canales circulan numero: alapa, en el sur del centro ‘sas canoas. Lo hacen por la calzada de Iztar del valle, *...ontré por una calzada seitala Gor s3- que va por medio de este dicha guna de dos lequies, hasta llegar la gran cluctac! do Torniatittan (Teno: cohithlan), que esta funclada en medio de fa cata laguna (,..} ented che Ne América e” el momento de la invasién europea 49 gar al cuargo de la ciuded! de Temixtitlin, a la entrada de otra calzada que Viene a dar de la Tierra Fime a esta otra, esta un muy fuerte baluarte con dos torres [...|, ¥ No tiene mas que cos puertas, una por donde entran y otra por donde salen [...|. Y junto a la cludad esté un puente de madera L..]y poralll esté abieta la calzade, porque tenga lugar el agua de entrar y salir [...] y también por fortaleza de la ciudad, porque quitan y ponen unas vigas muy largas y anchas, de las que dicho puente esta hecho "Pasadio este puente, nos salié a recibir aquel setor Muteczuma (Mootazuine)...” La ilustracién, incluida en la obra de Fray Diego Durdn, muestra ese en- cuentro entre Cortés y Moctezuma. Texto: Hernan Cortés, Cartas de la Conquista de México, §° ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1970, op. 55-56; ilustracién: Fray Diego Durén, Historia de Jas indies de la Nueva Espana e islas de la Tierra Firmé...,t. ll, México, Portia, 1987, lam, 58. a La situacion social y politica también era compleja, En ese momento {i base del sistema social y politica mesoamericano eran los altepeme, Jeinos © ciudades-estado. Se trataba de comunidades independientes, ot suts leyesy limites, con una ciudad central residencia de los “dioses” dle lvelite, tierras de cultivo que la rodeaban, una mareada estratifica- social y un rey 6 aloan? que la gobernaba, Aunque habia amplias ililevencias en tamaiio de poblacién y superficie, asf como en rique- +), Lecusos y grado de autonomia politica y econémica, la estructura ile lodias elas era seme nzas O confe- doriciones, o dependia de otros miis ricos © poderosos, Las guerras y Fonflictos, babituales, no impedian profundas interretac mtegraba te, La mayorta nes, Flujos comerciales, redes parentatey entre elites y alianzay politicas formaban 50 América abarkgen una intrineada wama, motive por el cual los acontecimientos locales impactaban de diversas manetas sobre el coujunto. También exi én econdm tia una mareada jerarquizac ica y politica Cuatro zonas constituian verdaderas areas nucleares: el valle de Mé- xico en el centro, la cuenca de Patzcuaro en el occidente de México, el valle de Oaxaca y la Mixicca alta, y algunos nticleos del territorio maya. Otras regiones actuaban como areas intermedias o periferias de esos micleos a los cuales se vinculaban por el comercio, la provision de recursos clave o la dependencia politica, Algunos centros urbanos como ‘Tenochtitan-Tateloleo, Tzintzuntzan, Zaachila, Mayapan, Ix mehé, Aztatlan, Mertitlan, Panuco, Tlaxcala y Xicalanco, entre otros, actuaban como verdaderos nudes del sistema. Se destacaba 1 dos gra cles construcciones politicas enfrentadas, que controlaban amplios territorios: el imperio azteca, la mas exten: lo largo de su historia, y el imperio ta xico. También surgieron en otras regiones nucleares organizaciones ry a creada en la regién a sco, en el oceidente de Mé- de tipo imperial, aunque mas chicas y mucho menos poderosas. (A la situaci6n de Mesoamérica en esta época nos referiremos con uni detalle en el capitulo 10.) El area intermedia Hacia 1500, las ¢ ador y Colom bia y la mayor parte de América Central formaban el area | termedia” debido a su posicidn, pues lindaba al norte con Mesoamériea yal sur con los Andes centrales, dreas con las cuales mantuvo Contactos erras alias y las Tanuras costeras de E: mada “in- de mutua influencia desde época antigua. E1 paisaje presenta, sobre cogrifiea, y se escalona en espacios relativamente cercanos, punas 0 planicies todo en Colombia y Ecuador, una alta complejiciad 1 ic 0% herbiceas de altura, altos valles andinos ¢ importantes extensiones de tierras bajas tropicales, tanto sobre el Pacitico como en las pendientes oricntales de los sistemas mor fiosos. El elima, que por su latitud debe- ria ser calido, en cambio es moderado debido a la altura, y oscila entre las t6rridas tierras bajas y los climas miis templados y frescos de las tie r asi no existen altas. Las lluvias son abundantes en toda la regién zonas secas aridas. ‘América en el mamente de la invasion europea 51 he Los muiscas y la leyenda de El Dorado Los jefes muiscas ocuparon un lugar importante an ritos y caremonias, y 8a asocieoisn con las divinicades constituia el fundemento de su poder. Elritual mas importante, conocido como “El Dorado”, se realizaba en el lago Guatavita 9 impresioné a los espartoles, dando lugar a una leyenda muy extendida en la América colonial, El ritual ora una reaflmacién del derecho @ ejercer of podtor: all son de la musica y mientras los incensa- flog ahumaban e| aire, el jefe, con adomos de oro y jplumas, ofrendaba junto a sus sacerdotes y auxiiares objetos de oro y esmerakias que eran arrojados a las aguas del lago desde una balsa. En un momento de le Ceremonia, 6! jefe mismo era empolvedo can polvo de aro lteralmente, era dorado- para luego sumergirse y lavarse en las aguas del ago. 1 oro fue fundamental sn la elaboracion de adores y joyas usadas por los jefes en ceremonias y rituales para expreser el caracter religioso de su poder. El pendiante de oro de la ilustracion, proveniente de la cultura. tairona, en la sierra de Santa Marta (Colombia), muestra a un sacerdote con tocado de aves, méscara y bastén ceremonial Richard Townsand (ed), La antigua América, El arte de fos parajes sagrados, Chieago, The Art Institute of Chic p. a 52 América aborigen El area tiene una larga y rica historia: la presencia de comunidades agricolas sedentarias se remonta, al menos, a comienzos del tercer milenio antes de Cristo y, poco después del comienzo de nuestra era, se observa cierto grado de complejidad social y politica que con el tiempo condujo a sociedades de jefatura. Hacia fines del siglo XV las dades locales habfan desarrollado una gran variedad de acap- taciones ecolgicas, con marcada fragmentacién politica y miltiples estilos culturales regionales, aunque con una relativa homogeneidad Jingifstica, pues predominan las lenguas chibchas y paeas, agrupadas en Ta familia macro-chibeha. Cuando llegaron los europeos, el extremo sur (actual Ecuador) for maba parte del imperio incaico que, tras una dura y larga resistenc commu a, habia dominado la yona ¢ impuesto patrones culturales propios que alteraron la organizacién lo tradicional. En el resto de la regién, mas alla de diferencias estilisticas y adaptativas, la gran mayorfa de las uni dades sociopoliticas todavia eran sociedades de jefatura, con los rasgos haisicos dle este tipo de organizacién (véase el capitulo anterior). Caracteristicas de la regién fueron las jefaturas de los chibchas 0 mutiseas en ¢1 altiplane cundiboyacense, que legaron a integrar dos ra Ne yada de Santa Marta, considerada por algunos estudiosos un estado in- grandes confederaciones, asi como la de los taironas, en Ta Sie ia de centros como Buritaca 200 © Ciudad Perdida, probablemente una verdadera ciudad, construida sobre el filo de un cerro, con marcada estratifica- cidn social y un complejo sistema vial. Estos seforios basaban su economfa en una desarrollada agricul- tue cipiente debido a su densidad de poblacion y a la presence , centrada en el maiz, la papa y la mandioca, en la cual variaban los sistemas de cultivo segrin las caracteristicas regionales: agriculmra de roza o tala y quema, cultivo en andenes, riego en pequeiia escala. Tambi n compartian numerosos rasgos tecnolégicos, como la pre- sencia de arquitectura monumental para residencias de elite, tumbas y templos, y €l notable desarrollo de Ja tejeduria, tanto en algodén como en lana, la cerdmica y, sobre todo, el trabajo del metal (oro, plata, cobre 0 aleaciones como la tumbaga), cnyos productos tenian uso ritual o eran objetos de prestigio para la clite. Las varinciones ambientales gencraron fuerte interdependencia entre las sociectades que controlaban diferentes recursos, y fortalecieron los intercambios de tipo comercial América an @| momento de la invasién europse 63 El imperio incaico y sus periferias Hacia fines del siglo XV, extendido sobre los territorios andinos de los actuales estados de Ecuador, Pert y Bolivia, norte y centro de Chi- le y noroesie de la Argentina, se encontraba la mayor y mas pode- rosa organizacién imperial del mundo prehispanico. Desde Cuzco, su capital, situada en el valle del mismo nombre en kas Gerras altas andinas, cerca de la cuenca del Urubamba, los ineas constreyeron en poco ticmpo un vasto imperio que asombré a los conquistadores es- paiioles por su extensién, pero mas atin por su compleja organizacién politico-administrativa y las fabulosas riquezas que sus scores habian lograde reunir. Las conquistas les permitieron a los incas movilizar contingentes de mano de obra en una dimension nunca antes lograda, Dispusieron asi de la energia humana necesaria para emprender grandes proyec- los constructivos. Uno de ellos fue expandir la agricultura en la region. serrana, especialmente el cultivo del maiz, que requerfa importantes obras de infraes ructura, Otro fue un magnifico sistema de caminos, denominade “eapaciam”, que unia las distintas regiones del imperio y permitia el rapido desplizamiento de mensajeros y tropas. También consi uyeron ingentes depésitos provinciales donde se acumulaban Jos excedentes destinados a sostener los ejércitos y ka adiministracién regional. Laagricultura, en especial el maiz, fue la base de la economia incai- (i, aunque la mayorfa de la poblacién se alimentaba de whéreulos y chuttu, Otros recursos fundamentales para el estado fueron los rebaiios metales preciosos. Ta les recursos (maiz, auquénidos, guano y metales) dle auquénidos (Hamas y alpacas), €! guano y lo an tan esenciales {uc el estado establecio sobre ellos un estrecho control, La obtencién de dichos recursos fie un importante acieate para Tas conquisias, Asi ocurrié, por ejemplo, con las rieas tierras de cultivo de \iguunos valles del oriente andino como el de Cochabamba, los grandes ieharios de Hamas y alpacas de los seftores collas y lupacas del altiplano, 0a presencia de metales y de una poblacién con larga experiencia en mictilurgia en cl noroeste argentino y el norte de Chile, Estas conquis- hic expandicron Ja red caminera © impusieron formas incaicas de ex- plomicion del trabajo, organizacion administrativa y modelos culcurales, inf come Ta Leng del impe io, el quechua. 114 ef capitulo 10 yeremos con mas detalle el uncionamiento de este Inperio que, eel momento de ta invasién europea, suftia transform clones, pues ty Comunidades loc los 4e-vesaun afectaclas por ln pérdida 84 Amnéxica aborigor de las tierras mas productivas. cuyo usufructo habia pasado a la elite incaica. Las exigencias de trabajo, cada vez unis pesadas, redueian la mano de obra disponible para las labores comunitarias, al tiempo que aumentaba el nimero de indiyiduos separades de sus comunidades y alejados dle su tierra de origen En ese contexto, no faltaron las resistencias y levantamientos, repri- midos con violencia, ni los conflictos entre Los linajes reales cuzqueiios que culminaron en una verdadera guerra por la sucesi6n entre Huas- car y Atahualpa. Este conflicto deriyaba del funcionamiento de la clite cuzqueiia, pues las tierras obtenidas por cada inca pasaban a su linaje 0 panaca, encargado de mantener el culto a la momia real; por ese motivo, cl heredero debia conquistar nuevas tietras para dotar a su propio linaje. Cuando Hudscar Hegé al poder, los dominios incaicos habian alcan- vado sus limites ecolégicos; algunos intentos de conquista fuera de alli fracasaron y, ademés, las grandes distancias @ las que debian despl- nperio. Cuando Hudsear buses limitar los privilegios de las panacas, el conilicto estallé zaixe los ejércitos conspiraban contra la unidad del con virulencia @jércitos que se encontraban en el extremo norte del imperio (actual Fenador), quien finalmente vencid a su rival, lo capturs y ordend su gjecuci6n, Los ecos del conflicto atin persistian cuando Pizarro y Alma- gro desembarcaron en la costa norte del actual Peri, Los linajes rebeldes apoyaron a Atahualpa, jefe de los En ese momento, también las fronteras del imperio eran escenario de coniinuos enfrentamientos. En el norte, las pequenias jefaruras del actual territorio ecuatoriano habfan opuesto tenay resistencia; para so- mieterlas, el estado movilizé enormes recursos y contingentes humanos, incluidas algunas poblaciones sometidas, de probada fidelidad al Inca, que fueron desplazadas y asentadas como colonossoldados en ese te- rritorie, Mas al norte, los senorios de 1a actual Colombia, entre los que se destacaban los de los muiscas, unian a su capacidad de resistencia un medio ambiente diverso y desconocido para los incas. MMM a a a a aa Atahualpa en Cajamarca Al caer la tarde del 15 de noviembre de 1532, Atahualpa, supremo sofior del Tawantinsuyu, avanzaba con una muttitudinaria cornitiva hacia Caja onde lo esperaban extratios desc mare nocidos, Su jale era Francisce Pizarro, a quien, durante la marcha, hablan Yisitacio altos clignatarios do) Imporio, El Inca lle llevadio en sue andas y #aniado ap gu tlane, aslonto “América en el momento de la invasion europea 65 bajo. de madera emblerna do Poder. La numerosa comitiva, sus colondos vestuarios y ricos tocados y adornos asombraron a los visitantes, “la dalantera de la gente ~relata Xarez, secretario de Pizarro comenzé a entrar en la plaza; venia delante un escuadrén de indios vestides de una ‘brea de colores a manara de escaquies; astos venian quitando las pajas del suelo y barrisndo el polvo, Tras estos venian otras tres escuadras vestidos de otra manera, todos cantando y ballando, Luego venia mucha gente con ermaduras, patenas y coronas de ‘oro y plala; entre estas venia Alebalioa [Atahvalpal on una itera aferrada de pluma de papagayos do Muchos colores, guamacida de chapes de oo y plate.” Guaman Poma dilpuja en su obra al encuentro anire Atahualna y Pizarro, COMQVISTA Fine Texto: Francisco de Xerez, Verdadera relacién dle la conquista det Peni, Madrid, Historia 16, 1985, pp. 110-111; iustracton: Gueman Poma de Ayala, Ef primer Nueva Corénica y buen Gobierno, t. Il edicion de John ¥. Murra y Rolena Adorno, México, Siglo XX, 1980, lam. 882, p. 385, a” |avextensa frontera oriental m de la cuenca ama reaba el paso de la regién andina a las ritorio, el clima erras baj Onica, En ese ilido, los abundantes Iuvias y la cerrada vegetacion selviitica se convirtier 7 en obsteicutos exist i tlvables para los ¢jércitos andinos, acostumbrados Vattos amblentes, Vivian alll poblaciones belicosas que se dexplazaban 56 América aborgan con rapidez a lo largo de los rios y Hegaban hasta los contrafuertes an- dinos para realizar rapidos y violentos ataques contra los asentamientos fronterizos. Los ms violentos, de lengua tupi-guarar a quienes Jos incas Hams como veremos luego. Por tiltimo, en el sur, en la regién central de Chile, los ineas encon- traron dura opesicién en Jas poblaciones locales, los reehe (“la gente verdadera” o “los verdaderos hombres”) @ araucanos, que detuvicron cl avance incaico en el rio Maule, La resistencia de los reche se vio favore- cida por las caracteristicas de su territorio htimedo y boscoso, extrafio para los inca lidad, su organizacion social laxa, en que los linajes jugaban un papel central, y la ausencia de un mando politico estable y centralizado. eran los guerre- ros awe, ron despectivamente “chiriguanos’, , asf como por sus asentamientos dispersos, su gran movi- Las tierras bajas orientales de América del Sur Las tierras bajas de América del Sur, al oriente de los Andes, ocupan fcie y se extienden desde las cos ra del Fuego. Cruzada por la mayoria de las franjas s del mas de das tercios de su sup. be hasta Tie icas, predominan en. ellas las extensa Car lin : Hanuras formadas por cueneas Huviales como las del Orinoco, el Amazonas y el Plata; al sur se encuentra la vasta meseta patagdnica. Pueblos de las tierras bajas tropicales y subtropicales En las tierras bajas tropicales y subtropicales el elina es edlide; se ale (ernan zonas de altas precipitaciones y areas secas, selvas topicales y abanas, Los grandes rios y sus afluentes forman una enorme red por han y movilizaban las poblaciones origi- sobre stu medio de la cual se comunic ias. Aunque fue de poblamiesto temprano, poco se conoe historia, pues la humedad y la selva perjudican la conservacién de los materiales, lo cual dificulta sobremanera el trabajo de los arquedlogos Hacia 1492, sus habitantes, diseminados a lo largo de selvas, bosques y estepas, eran heterogéncos y se desplazaban con frecuencia por cl te rritorio y hacia las tierras vecinas. Se reconocen, al menos, dos grandes jones econdmicas: adapta Jos agricultores, asociados at los grandes ros yal bosque tropical, y los cazadores recolectores, que vivian principal mente en las estepas interiores. Algunos cazadores fecolectores, sith en Dargo, habian comenzado a ineorporar ocasionales privetioas horticolay asus actividades. América on 6! momanto de la Invasion europea 67 Agricultores del bosque tropical La vida de los agriculiores tropiea cién riberefia: asemtados en zonas forestales, vivieron y obtuvieron sus les muestra una notable orienta- principales medios de vida de los rfos mas importantes, que ademas ban para comunicarse, migrar, guerrear y comerciar. Canoas ¥ piraguas fueron, por esos motivos, un instrumento fundamental para su existencia, Su subsistencia, basada en el cultivo extensive en las plinicies aluviales, utilizaba el sistema de roza o tala y quema, En sus variedades amarga y dulce, la mandioea era el producto principal, aunque también cultivaban mai dulces © batatas, mani, cala- bazas, algadén y tabaco. La pesca en los rios y en el litoral atkintico cra una fuente abundanie y estable de proteinas; la recoleceién y la cua completaban sus recursos, Algunos grupos disponian también de utiliza > Papas perros y patos domésticos. le Vivian en grandes casas levantadas con materi de residfan grupos ligados por un linaje comin. Esas casas formaban pobladas establecides junto a los rus, dotados de empalizadas. La es perecederos, don- tructura social era laxa; sus vinculos no superaban las afinidades eultu- niles y lingiisticas, En sa mayoria estaban organizados en tribus, aun qjue en algunas partes (el oriente boliviano, el curso medio ¢ inferior del Amazonas, la costa venezolana y las Grandes Antillas) existian ya Jstinas sociedades de jefatura, Vupinamnbdes, gu aranfes, avas 0 chiriguanos y shuaras fucron tipicos ayricultores del bosque tropical. Guaranies y avas, emparentados con Jos primeros, habluban una lengua del grupo mpéguarant y partici- paban de un amplio desplazamiento de pucblos desde su tierra origi- hal, on cl este del actual Brasil, al sur del Amazonas. Los guaranies se Wwentaron junto a los rfos Parana y Paraguay, ¢ incluso alcanzaron Las villas dol vio de la Plata; sus parientes ava avanzaron hacia el oeste y Heytren hasta los contrafuertes andinos, donde atacaron la frontera (lel imperio incaico, sas migraciones, impulsadas por ereencias cn Whi Herne mejor de abundancia y paz (la Hamada “ Wiuinciaban las proteeias) eran sin duda respuestas a problemas de- licos y econdémicos en su hogar original. Los shu ra sin mal” que ras, 0 jfvaros, las cabezas de cron sofisticados agriculto- Hel oriente de Beuads famosos por cortar y reduc Jw enemigos pane usarkas como trofeos, fu Hon y eficientes earadores. 88 Amerca aborigen Za eT Los tupinambées Los lupinambées, lteraimente “los mas entiguos”, constitutan un conjunto discarso de més de Un centenar de alcieas corcanas a la costa atiantioa del acttial Brasil, Aunque con estrechos lazos culturales y lingtistioos, esas aldeas eran independientes y a menudo estaban en guerra unas con otras, Periddicaments migraban buscando nuevas tierras pues el cultivo de roza, su principal actividad econémica, agetaba los suelos 'uego de algunos afios. Las aldees, como lo muestra el grabado, estaban formadas por grandes casas rectangulares, regularmente entra cuatro y acho, construidas con materiales perocibles -maderas, ramas y pala ubicadas en torno a una gran plaza rectangular. Gada casa alojaba a un patrilinaje de hasta treinta {arrilias nucleares, cada una con su propio compartimente y fogén en el interior. Camo otros agr'cultores tropicales, fabricaban ceramioas y utiliza ban profusamente le madera. llustracion: Hans Stacen (c. 1525-1579), Warhattige Historia und besch- relbung eyner Landtschafit der Wilden Nacketen... [Verdadera histaria y descrigcién de un pais de salvajes desnuidos, feroces y canibales, ‘ene! Nuevo Mundo, Améica...] (1557); reproducido en Josephy, Alvin M. (in) (ed), America in 1492. The World of the Indian Peoples before Antval of Columbus, Nueva York, Vintage Books, 1991, p. 177 (por error ol autor Io atribuya a Johann yon Staden). a” tuado Avnética en al momanio de la invasién europea 59 Cazadores recolectores de las sabanas tropicales y el Chaco Otros pnehles conservaron su antiguo modo de vida cazador recolec- tor. Organizados en bandas, vivian prineipalmente en estepas y zonas escarpadas cercana fos. Lejos de los grandes rios, a los que legaban de manera ocasional, los alimentos eran en general escasos y su economia se orientaba al aprovechamiento del mayor niimero de recursos disponibles, con gran dependencia de plantas y animales. Su movilidad se ajustaba a la distribucién estacional recursos: agrupados en macro bandas, permanecian durante un Giempo cerea de Tos cursos de agna y luego se dispersaban en pequeiias bandas para recolectar y eazar por los pastizales del interior. Muchos pueblos del Gran Ghaco (norte de Argentina, oeste de Para- guay, oriente de Bolivia) compartian este modo de vida, como aquellos que hablaban lenguas de la familia guayeurtt, es decir mbayaes, pay anaes, tobas © qom, abipones, mocoviesy prilagaes. Fl paisaje del Gran Chaco ws a los cursos superiores de los de esos es duro y amenazante; la Hanura, arida; las lagunas y pantanos, forma los deshordes de los rfos (Bermejo, Pilcomayo), alternan con, monte cerrado; domina el clima subtropical con estacién seca, y el dos pr srano es la estacién Huviosa. Guaranies y chiriguanos pereibfan al Chaco como un Ingar probibi- dlo y despreciaban a sus pobladores; sin embargo, para los guaycurtées era una tierra de abundancia, con mas variedad de alimentos silvestres tales que el bosque tropical, Las semillas de 1a algarroba, secas y inolidas, podfan consumirse todo el aio; fermentadas, se transforma ban en chi cha, una bebida csencial cn ceremonias y rituales, En los istian numerosas variedades de as con cogollos comestibles. Algarrobas y palmeras proveian ma pantanos y junto a los grandes ros palm orias primas para fabricar utensilios necesarios para la vida cotidiana. 4 reyién era apta para la ¢ vay, durante la temporada estival, los rios w colmaban de peces. Ja recoleccién de vegetales regulaba todos los aspectos de la vida, pues obli haa los pueblos a migrar en un ciclo anual que marcaba laces, La recoleceién de la algarroba reunia a las sndlas en lugares fijos, donde se renovaban el iamo de las acti inculos parentales, se wordaban mate monios, se celebraban fiestas, bodas y grandes riuales colectivos. Env la temporada de pesea, esos pueblos dejaban sus ter Hos y se dirigian apresuradamente hacia los rios Bermejo, Pileomayo y wvayguuay Dowle temprano ef espacio chaquefio presencié desplazamientos de poblacién, Sigloy antes que los ava, lo hicieron otros horticultores 60 América abvorigan ama6nicos, quiza de lengua arawak, como los chané, luego sometidos por Ios ava. Estos movimientos obligaron a desplazarse a quienes no pudieron resistir 0 no aceptaron someterse, acentuando la movilidad habitual. Fl territorio chaqueio sirvid, ademas, como conexién entre las tierras andinas y las tierras bajas del litoral. En contacto con pueblos cultivadores, algunos cazadares recolecto- res incorporaron pricticas agricolas a su modo de vida, Hacia 1500, varias de estas comunidades ocupaban enclaves mas 0 menos reducidos yconvivfan con los agricultores tropicales. También es posible que algu- nos migrantes tupé-gnaranies abandonaran parcialmente sus pricti a8 agricolas al instalarse en regiones con condiciones adversas ¢ intensifi- caran la eaza y la recoleccion, como habria ocurrido con los sirionos © mbia (“el pueblo”), en el oriente de la actual Bolivia. Cazadores recolectores y horticullores de la Mesopotamia Junto alos rios Parana, Paraguay y Uruguay (la llamada Mesopotamia), grupos de carador grandes rios incorporaron la pesca y adoptaron el use de canoas, con- vivian con algunas tribus de horticultores amazénicos. Entre ellos se encontraban los caigang, ubicados en Misiones, el interior correntino y elsur de Brasil; los charriias, establecidos en la.costa oriental del Rio de Ia Plata, en el actual Uruguay: y los querandies, que se extendian desde el centro-sur santafesino y el norte bonaereuse hasta las primeras serra- nias cordabesas. Entre los horticultores estaban los chend-timbties en el Parana inferior y los recién Hegados guaranies, quienes, presentes en el norte de Ja Mesopotamia desde el siglo IX, a comienzos del siglo XVI se habfan asentado en el Uruguay medio, ¢l Parand inferior y el delta, Ellos introdujeron practicas horticolas y la fabricacién de cerémica en- tre algunos antiguos cazadores recolectores cercanos a los grandes rfos, principalmente en el Parani medio y el delta de este rio Los grandes tfos de la Mesopotamia constituyeron activas vias por 1500, con itorio densamente poblado numerosas en! s recolectores del interior, que al acerearse a los donde circulaban personas, bienes y conocimientos. Ha vivian en este te iades, a veces en forma pacifica y en ocasiones involucradas en guerras y con- la region, como las que vivian en las selvas y bos«ues del sur brasileno, las as flictos, Estos pueblos mantenian contactos con poblaciones ajer extensas Hanuras situadas al occidente, las sierras pampeanas &, incluso, Tas ti as altas del actual noroeste argentino. Amérea en #l momento de la invasion europea 61 Los pueblos de las llanuras y mesetas meridionales En las extensas llanuras y planicies que ocupan el extremo meridional de Améri del Sur, entre la cordillers andina y el Adantice, vivian, des de varios milenios antes, bandas de cazadores recolectores que habjan laptado s del espacio 1 modo de vida y su cultura a las particulares condiciones Cazadores recolectores de las llanuras Hacia 1500, la Nannra pampeana estaba ocupada por bandas de cazado- res recolectores cuyo modo de vida se habia transformado a lo largo del dad fundamental, se habia diversificado para aprovechar los recursos de los tiempo, a los enales los enropeos Hamaron *f pas”, La cava, ac distinios dmbitos; en tanto, la recoleccion de vegetales tuvo especial importancia en algunas zonas, como en el monte pampeano. Ademis, se recogian moluscos terrestres 0 de agua dulce, y se pescaba en rios y lagune como los quer dian capturarse lobos marines. La Mlexibilidad de este modelo les permitié vivir en distintos medios y , sobre todo entre grupos cercanos a los grandes cursos de agua, andies. Finalmente, en la costa atkintica honaerense po- hacer frente a los cambios ambientales. Organizados en pequenas ban- das, se desplazaban a pie yacampaban junto a lagunas y cursos de agua, siguiendo itineraries determinados por la distribucidn de los recursos, tanto alimentici Numerosos bienes, materias jos como materias prim: primas eseasas u objetos de alto valor simbélico, aveces provenientes de lugares muy alejados, cireulaban por el tezritorio pasando de grupo en. grupo. Esos contactos se extendian hasta las ierras situadas al oeste de los Andes, las sierras centrales, el noroeste argentina y el Chaco. Cazadores patagénicos y pescadores recolectores fueguinos AL sur del rio Negro, en Ia vasta meseta patagénica, vivian cazadores recolectores conocidos mas tarde con los nombres genéricos de pate wones o tchuelches, Aunque compartian los rasgos basicos de su modo de vida, hablaban diferentes dialectos, reconocian los territorios pro- pios de eada grupo y presentaban dife encias en sus expresiones sim- holicas, como pinturas rupestres, tabletas grabadas, pinturas realizadas 1 los manos de piel o quillangos, y pinturas corporales. Las variables de dos grande 1s: los tehuelches del norte, o guénaken (mas dialectales permiten afirmar la existenci grupos con diferencias inte tumbii se Hamaron a sf misinos *pampas”), al worte del rio Chubut y AL sur de ese rf, los tehuelches meridionates o chonerets, a quienes los 62, Amevoa aborigen primeros visitantes europeos denominaron “patagones”. Las manifesta ciones simbélicas expresaban In identidad étnica Las grandes distancias y los aridos espacios interiores obligaron a sus pobladores a concentrarse en los valles de los ries patagonicos y en algunas partes de la costa, donde la presencia de agua hacfa posible la vida. Los del norte fireron fundamentalmente cazadores terrestres, en tanto los del sur combinaron Ja cava con la pesca y la recoleceion de mariscos en la costa atlintica. E] guanaco y el Handd fueron fundamen- tales; también se capturaban otros animales menores, como cl zorrino, buscado por su piel, La densidad de poblacién, en general muy baja, asi como la alta movilidad estaban determinzdas por la distribucién de los recursos, los ciclos estacionalesy el movimiento de los animales. En algunos lugares protegidos, como el valle del rio Chubut, se produjo una importante concentracién de poblacién; las ofrendas unerarias halladas sugieren diferencias de jerarquia entre los allt sepultados. Mas alld del Fstrecho de Magallanes, en el interior de Tierra del Fuc- go, los onas (selk’nani), emparentados con los chonecas, desarrollaron iles similares. Eu cambio, en las islas y canales vecinos, los yamanas (yaligashaga) y los alacalufes (kawésyar) representaban un inode de vida especializado, adaptado a un medio marino frfo y riguro- so, Tambi formas cultui 1n denominados “canoeros’, ajustaron su vida a los recursos del mar (recoleccién de moluscos, pesca con linea, caza de lobi rinos, nutrias y aves), continuando, ma- aunque con variaciones, un modo de vida que s¢ fiaban los recursos terrestres, animales y vegetales, que podian abtener en las costas. Las grandes canoas sobre las que virtualmente vivian, hechas con cor- eras de arboles, y el uso del arpon fueron los elementos mas significa vos de su cultura. En cada canoa, donde se trasladaba toda una familia, ardia siempre un pequeno fuego sobre una base de ticrra y piedras. Con las pieles de lobos marinos confeccionaban grandes mantos, guan- tes y polainas para protegerse del intenso fio de la remontaba varios milenios atras. Sin embargo, no desde- én. 3. De la llegada al continente al surgimiento de las sociedades aldeanas Hace veinte mil afios, en plana época glacial, pequefios grupos de cazadores que marchaban hacia el Este, siguiendo el mo- vimiento de los animales de caza, atravesaron, sin advertirlo, las tierras de Beringia, entonces un extenso puente terrestre que unia el extremo nororiental de Asia con América. Muchos milenios después, los descendientes de esos antiguos cazado- res habian alcanzado e! extremo meridional del continente y, en algunas zonas, habian transformado de manera radical su antiguo modo de vida: esos cazadores recolectores se estaban convirtiendo en agricultores aldeanos. Los viajes de Cristobal Col6n, a fines del siglo XV, y las prime- \s exploraciones castellanas durante los afios posteriores tuyieron un profundo impacto en las mentes europeas: el universo se ampli mas uli de donde Ja imaginacion medieval podfa haber supuesto y, « me- dida que las puevas tierras eran conocidas, los europeos tomaron con- Ciencia de que se hallaban ante un mundo nuevo (para ellos). Numero- 1s interrogantes se plantearon entonces. Los mayores y mas acuciantes Quiénes er Fes que ANto sé asemejaban a hombres y, sin embargo, tenian len- w telerian a los habitantes de esas nuevas tierras. n esos Jus, costumbres y modos de vida tan distintos a los de Europa? Fran tealinente Inumanos? Si lo eran, qué hacian en ese mundo aislado y Jojano? Gane Nequiz Rae [01 actual tarritorio Maxicano ese inicio esta documentado en sitios como valle drido ce Tehuacan @n Puebla, ta sierra de Tamaulipas al nordeste de Mexico y ol valle le Oaxaca, En el actual Peri, los inictos del cutive parson on ja Cueva Guitarrero (al norte del Callojén de Huaylas} y en brigos y Cuevas de la region ce Ayacucho donde, al igual que en la puna 74 América aborigen de Junin, mas al sur (Telarmachay), estén documentados los primeros pesos de la domesticaci6n de camélidos, rasgo caracterisiico de los Andes centrales. Es problable que otro nucleo independiente se deserrollara an las selvas caidas sitvades ai oriente de la cordilora andine, a” Los descubrimi gunda tesis, aunque remontan sus inicios mas atrés en el tiempo. Le hallazgos arqueolégicos en los actuales territorios de Meaico y P mostraron que las primeras experiencia con cullivos son casi conten poriineas de los primeros restos del Viejo Mundo. No habria habido, pucs, tiempo suficiente para largos procesos de difusion. ntos realizados en las tiltimas décadas respaldan la se- u Los inicios de la agricultura en Mesoamérica En cl continente americano esos primeros testimonios de plantas cub tivadas aparecen en el contexto de los cambios que se producian. a co- mienzos de la era postglacial. En efecto, entre hace 7000 y 5000 a.C., los pobladores del la recoleccidn de vegetales silvestres, aunque habian comenzado a do- mesticar al menos tres plantas: un tipo de calabaza, chile (aj alle mesoamericano de Tehuacan subsistian a partir de rea yeast te (palta). En Tamaulipas, los pobladores contemporincos vivian tam- bién de la recoleccién de plantas silvestres, aunque cultivaban al snenos dos tipos distintos de calabaza. En Oaxaca, 108 oeupantes de la cueva Guili Naquitz dejaron, entre otros muchos restos vegetales, pequenios frijoles negros y eascaras, polen y semillas de calabaza, fechados hacia 7400 a.0. Estos frijoles podrian ser silvestres, pero las calabazas marcan el comienzo del cultivo en ese valle. A partir de 5000 a.C,, el inventario de las plantas cultivadas se inere- menté y crecié su participacién en la dicta. Los pobladores del valle de ‘Tehnacan incorporaron otros cultivos, entre ellos el maiz, que Megé a ser el principal componente de la dieta mesoamericana y, a fines de esta fase, alrededor de 3500 a.C., ya disponian de varios tipos de cala- bazas, ajies, {rijoles, amaranto, aguacates y zapotes. En la misma época, en Tamaulipas existian ya varios cultives: faltaba el maiz, introducido muy tarde, pero habia calabazas, chile, frijoles y amaranto, Hallargos aislados en otros sitios refuerzan este modelo general Un milenio y medio despu ya, en buena parte de Mesoamerica, la base de la alimentacién; ade- iis, se afirmaba la tendencia al sedentarismo, se habia introducido hacia 2000 a.C., el cultivo const In cerdmica y se cultivaba el algodon, En is) mais alli de variantes int locales o diferencias cronolégicas, el proceso general muestra que, Was Be la legadia al continente a surgimrisnio de tas sociedacies aldeanas 75 ti large perfode de aprovechamiento de los ancestros silvestres del maiz, el frijol, ka calabaza y otros vegetales, los cazadores recolectores del Tehuacan, Tamaulipas y Oaxaca, por nombrar s6lo algunos, empe- 2.von a eultivarlos, manteniendo patrones de alta movilidad. Al princi- piv, se tataba del complemento de una dieta basada en la recoleceion le vegetales y, en menor medida, de la caza. Luego, el cultivo ocupé un lugar cada vea mas importante y se acentud la tendencia a establecer semtamientos estables. En ese contesto, la agricultura ya era capaz de propiciar una activa vida en alde: Los inicios de la produccién de alimentos en los Andes centrales Vn elactual Peri, los hallazgos realizados en la Cueva Guitarrero (ea un pequeto valle al norte del Callején de Huaylas) y en algunos abrigos y ‘uevas de la regién de Ayacucho muestran que, hacia 7000 a.C. y quizas Niles, sus Ocupantes ya cultivaban. En Ja primera s¢ obtenian porotos y \\( hacia 6500 a.G,, aunque es posible que los cultives existieran desde \I menos 8000 a.C. Ademis, los ancestros silvestres de estas especies son tiativos de las cilidas y hrimedas laderas boscosas orientales, de donde deben haber sido traidos a la sierra. 8 Ayacucho, los primeros testimonios de cultive, algo mas tardios, de la cueva Pickimachay, donde se hallaron, junto a huesos ile animales y abundantes semillas silvestres, cascaras de calabara, se- inillis de quinoa domesticada y vapallo comin. Al parecer, también Ww dlieron entonces los primeros pasos hacia la domesticacién del euy # conejito de Indias, Hacia 3000 a.€., los pobladores de Ayacucho ya ‘ilivaban algo de maiz, papas, calabazas, frijol comin, Iicuma, quinoa ) probablemente coca, Ademas, utilizaban plantas silvestres y comian Hanne de cuy, ciervos y camélidos americanos. probable que algunos de esos camélidos estuvieran ya en proceso de domesticacion, un rasgo que diferencia a Ta regién andina de Mesoa- Heri, Las Investigaciones realizadas en abrigos rocosos ¢ 1) an a Junin, como Telarmachay, indican que, hacia 40000 a. Hine y quiziis alpacas eran mantenidas en recintos © corral Jaalta puna , lla- ee Tolarmachay y la domesticacién animal en los Andes 1 4500 metros de NIH, 1o8) CAzAelOFAB que, entre hice 7000 y 7000 altos, visltaron a: Fr Folarmachay, abtkyo rocose on ta puna ce Junin, jonalmente ol ugar dejaron gran Ganticlacl di restos ORaOR Al COrnIINEO

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