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Volumen 7 de la colección Más Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición es de 1997 y fue por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Más Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Orfeo, el que volvió del infierno / El rey Midas / El rapto de Perséfone / Pigmalión y la mujer estatua / Circe, la hechicera / Los amores de Zeus / Monstruos / Narciso
Volumen 7 de la colección Más Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición es de 1997 y fue por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Más Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Orfeo, el que volvió del infierno / El rey Midas / El rapto de Perséfone / Pigmalión y la mujer estatua / Circe, la hechicera / Los amores de Zeus / Monstruos / Narciso
Volumen 7 de la colección Más Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición es de 1997 y fue por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Más Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Orfeo, el que volvió del infierno / El rey Midas / El rapto de Perséfone / Pigmalión y la mujer estatua / Circe, la hechicera / Los amores de Zeus / Monstruos / Narciso
En todas ls libres,
La Mar de Cuentos
Un viaje a 10s mundos imaginarios
as espléndidos de la humanidad
(Cuneros ve a serovoct causa
(lst de Gail Mone, Dib de iam Menénds)
‘Ms cunnros ne La sarovocts Gaze
‘Curnros pe 14s Ma y Uns Noces
(tats de Grail Mones. Dibyosde Liam Menénd2)
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los de Gaels Mone. Dies de Ona Ros)
CCanaLtenas De LA Missa Rows
‘tats de Gralla Monts, ibs de Ose Rj)
Los cursos ne Peanaut
Tc de Gis Mote Diba ce Sa)
Anmaszas ne Juay a Zowno
(tse de Horii Clemente. ito de Tabs)
Los vians x Guurve
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(erin de Heber Carder de Mar ite)
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Deiter xv Ene sho, Dt Ul 125,105)
‘Beare fren penne Telos 3064191318.
‘Mas cuentos de la Mitologia griega
MONSTRUOSLA MAR DE CUENTOS
Mis cuentos de la Mitologia Griega
MONSTRUOS
Relatos de
GRACIELA MONTES.
Diujos de_
LILIANA MENENDEZ
aLos griegos no sélo concebfan bellos dio-
ses, semejantes en todo alos humanos, pero
inmortales y mucho més luminosos: también
imaginaron una gran cantidad de monstruos.
Seres extrafios, aberrantes, aterradores e in-
comprensibles que parecfan nacidos de pe-
sadillas. A diferencia de los dioses, que te-
nfan su casa en el esplendoroso Olimpo 0
en el Océano 0 en el tenebroso submundo
del Hades, los monstruos eran més bien te-
rrestres. Estaban siempre al acecho y podian
aparecérsele a uno por cualquier parte. A
veces vivian en el fondo de una gruta,o en-
cima de un acantilado, se ensefioreaban en
tun campo o cortaban los camihos, siempre
listos para asustar al humano.
Las serpientes y los dragones eran espe-
ciales para meter miedo. Inmensos, visco-
0s, de piel escamosa, echaban fuego por
las narices y trituraban con su triple hilera
de dientes.Asf eta Pithén, por ejemplo, una de las
sierpes més famosas,
Pithén habja nacido justo después del di-
luvio, del fermento de ese barro espeso que
ccubrié la tierra
Los griegos, como muchos otros pue-
bios, hablaban de un gran diluvio, envia-
do por Zeus, del que sélo se haba salvado
tuna pareja, una mujer y un hombre: Pirra
y Deucalién, de la estirpe de Prometeo, el
inéroe que habfa regalado a los humanos el
fuego.
En esos dificiles tiempos de reconstruc-
cci6n Pith6n era el terror hecho serpiente. Y,
‘como todo monstruo, era sobre todo incom-
prensible. “Pithon” significa en griego pre-
‘gunta, enigma, lo que tal vez ni siquiera tie~
ne respuesta. Y la pregunta més dificil que
se hacfan los hombres, en ese como en to-
dos los tiempos, era la pregunta sobre la
muerte.
En todo caso, nadie sabfa de dénde habfa
salido Pith6n. Posiblemente era hija de
Forcis, el viejo dios del mar, que se especia-
lizaba en engendrar monstruos espantosos.
Con lo que Pithén terminaria siendo herma-
na de Lad6n, la serpiente de cien gargantas
que ayudaba al gigant6n Atlas a cuidar el
jardin de las Hespérides, y del monstruo
marino que derroté Perseo con su espada, y
de la Hidra de Lemna, la de las muchas cabe- ,
zas, que Hércules enterr6 por fin en el fon-
do de la tierra, y del dragén sin suefio que
cuidaba el vellocino de oro en el bosque sa-
grado de Célquida, y muchas otras sierpes,
todas horribles de ver, implacables y repug-
nantes.
Algunos, en cambio, aseguraban que
Pithdn era hija de Ares y de la ninfa Tilfosa,
y que habfa nacido en medio de la guerraEn lo que todos coincidfan es en que te-
nfa cresta de oro, tres lenguas y tres filas de
dientes trituradores.
Los hombres nunca pudieron con ella.
Pithén s6lo pudo ser derrotada por un dios,
Apolo, el més luminoso de todos. Le arrojé
desde el aire una de sus certeras flechas, que
se clav6 en la garganta,
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Los griegos jamés olvidaron el servicio,
y en ese mismo sitio levantaron un templo
donde una sacerdotisa “la pitonisa”, justa-
mente, pedfa la ayuda del dios para respon-
der a las preguntas sobre el destino y sobre
la muerte.
Cadmo también tuvo que derrotar a un
dragén-serpiente para fundar la ciudad de
‘Tebas.
Fue cuando salié en expedicién para res-
catar a su hermana Europa. Zeus, disfraza-
do de toro, Ia haba secuestrado. Hicieron
un alto en el camino y Cadmo mandé a sus
hombres a buscar agua en un bosquecito
nuevo, en el que jamés nadie habia penetra-
°do. En medio del bosque habfa una cueva y
tuna fuente de agua viva, pero junto a la cue-
va habfa una sierpe. Tenfa, como Pithén,
cresta de oro, triple lengua, triple hilera de
dientes, ojos de fuego y un cuerpo repug-
nante, henchido de veneno. Anunciaba su
presencia con un espantoso silbido,
Cadmo le hace frente con tres armas: pri-
‘mero la piedra, después la jabalina, después
Ja lanza. Con las dos primeras fracasa pero
la lanza, por fin, atraviesa la garganta del
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monstruo y lo clava contra el tronco de un
Arbol.
Entonces recibe instrucciones de los dio-
ses, Tiene que arrancarle los dientes al dra-
g6n y plantar esos dientes en la tierra, como
si fueran semillas. De ah nace una cosecha
de hombres armados de pies a cabeza, dis-
puestos a ira la guerra, que pelean entre sf'¥
se destruyen, hasta que no quedan sino cin-
0. Con es0s cinco primeros pobladores co-
‘menzaré la ciudad de Tebas.Esos mismos dientes, tan temibles, sonos
que deberd luego sembrar Jas6n, tras arar el
campo del rey Eetes, para demostrar que es
un valiente.
Est claro que las serpientes inquietaban
Ja imaginaci6n de los griegos.
Dos grupos de temibles trillizas, las
Erinias y las Gorgonas, estaban asociadas
con ellas.
Las Brinias eran vengadoras y persegufan
alos culpables de crimenes que no habian
recibido su castigo. Eran medio mujeres y
medio péjaros, y volaban a gran velocidad.
Tenfan dientes largos, lenguas colgantes y,
por cinturén, juna serpiente! En la mano Ile~
vaban létigos que hacfan restallaren el aire,
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asustando con la culpa a los criminales. Pin-
chaban y azuzaban y no dejaban vivir. Los
griegos les tenfan mucho miedo y trataban
de congraciarse con ellas, que eran tan im-
placables, améndolas justamente “Euméni-
des”, que quiere decir “benévolas, buenitas”,
aunque de buenitas no tuvieran nada. Se
decfa que eran hijas de Temis, la Justicia, y
Las Gorgonas eran todavia més feas que
las Erinias, aunque se les parecfan un poco.
‘Tenfan largos colmillos, garras de oro y ser-
pientes en lugar de cabellos. Y escamas en
ugar de piel y dos pesadas alas de oro en la
espalda. Eran espantosamente feas. Tanta
fealdad era imposible de mirai, segdn pen-
1Bsaban Ios griegos, que siempre amaron lo
hermoso. El que miraba ese horror ala cara
terminaba duro, convertido en piedra,
Perseo, el héroe, logré cortarle la cabeza a
una de ellas ~Medusa, la tinica mortal— gra-
cias a que no la miré a la cara sino que le
dio Ia espalda, y se gui6 por la imagen re-
flejada en la bruitida superficie de su escu-
do. Como contaba con la hoz de oro que le
habia regalado Hermes, la degoll6 de un solo
tajo y metié la cabeza en su morral. Luego
sa fealdad le serviria para petrificar a mu-
chos de sus enemigos.
Del cogote tronchado de Medusa naci6,
segtin se cree, Pegaso, el caballo alado, que
luego ayudard a otro hétoe, Belerofonte, a
derrotar a su propio monstruo. Porque los
monstruos, ademés de aterrat, tenfan esa
funcién para los griegos: Ia de permitirle al
héroe hacerse héroe, al derrotar el miedo.
15Y, hablando de voladoras terribles y de
‘mujeres que se mezclan con animales, ahi
estaban las Harpas y las Sirenas.
Las Harpias, a las que algunos lamaban
“hediondas” y también “hambrientas”, te-
nfan rostro de mujer y cuerpo de péjaro,
Siempre voraces, siempre pélidas, rondaban
como buitres a los moribundos y empor-
caban el suelo con sus inmundos exeremen-
tos. Al viejo Fineo lo perseguian especial-
mente. Cuando los argonautas, de regreso
hacia su pais después de haber rescatado el
vellocino de oro, acamparon en la costa,
‘cerca de su casa, les rog6, desesperado, que
Jo ayudaran a liberarse de ellas. Los argo-
nautas las ahuyentaron hasta hacerlas levan-
tar vuelo y luego le pidieron a Boreas, el
viento que limpia el cielo, que las persiguiera
por el aire hasta alejarlas del todo de esas
regiones.
Las Sirenas, mujeres-péjaro también elas,
porque para los griegos no eran mujeres-
peces sino mujeres-pdjaro-, anidaban en la
costa, sobre rocas y acantilados. Las Sire-
nas cantaban muy bien. Y su canto seductor
enloquecta a los marineros, que terminaban
arrojéndose al agua.Ulises y sus compafieros se salvaron de
ellas gracias al consejo de Circe, que les
habfa recomendado taparse Ios ofdos con
cera para no sucumbir al hechizo. Todos se
los taparon menos Ulises, que amaba las
experiencias nuevas y no querfa perder esa
oportunidad de escuchar un canto que tal vez,
nunca més volveria a oft en su vida. Pero
para no arrojarse al mar, como al parecer
hacfan todos, pidié que lo ataran fuertemente
al palo mayor del barco, De ese modo, aun-
‘que tal vez haya enloquecido como todos
mientras dur6 el canto, oy6 Io que queria
¥ luego, poco a poco, cuando el canto
ces6, recupers la cordura,
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‘Tos, fauces. Poco a poco toda ella se volvig
‘Avveces, detrés de los monstruos habia una
historia muy triste.
Erael caso de Escila. Habja sido una ninfa
bellisima. Glauco, el joven dios del mar, se
habfa enamorado de ella y habia recurrido a
Circe, la hechicera, para que lo ayudara a
ganar sus favores. Circe se enamord a su vez
del dios enamorado y trat6 de seducitlo, Pero
sin suerte: Glauco no pensaba sino en su be-
a ninfa, Entonces Circe se veng6 de Escila
transforméndola en monstruo.
‘Un dia estaba bafidndose en el mar, como
de costumbre, y sintié extrafias las piemas.
‘Trat6 de tocarlas con la mano y en lugar de
sus bellos muslos encontré sierpes, tentécu-
‘monstruosa, tan monstruosa como bella ha-
bia sido, Doce pies inmundos, seis cogotes
de siexpe, y una voz.que se torné ladrido, El
temperamento, antes tan dulce, se le agri6.
Escila se volvié ermitaitaEscondida en una cueva en los acantila-
dos de la costa de Sicilia, aguardaba el paso
de los barcos. Anunciaba su presencia con
un ladrido atroz y agudo, como de perro re-
cién nacido. Entonces estiraba alguno de sus
muchos cuellos y atrapaba en sus fauces a
tun marinero. Fue asf como Ulises perdié a
seis de sus compafieros.
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El peligro se hacia atin peor porque vivia
en vecindad de otra monstrua, Caribdis,
monstrua sin cara que, desde el fondo del
‘mat, sorbfa de repente el agua provocando
un remolino y un abismo en que las naves
se precipitaban. Huir de Caribdis, y a la vez
de Escila, era tan dificil como ganaile al des-
tino.
21Otra especie que abundaba era la de los
gigantes. Hijos de Gea, a tierra, recibfan de
ella toda su fuerza, tanto que Hércules, para
derrotar a uno de ellos, Anteo, tavo que sos-
tenerlo en el aire con los brazos porque, en
cuanto tocaba tierra, recuperaba los brios.
Se consideraba que Zeus, después de su
famosa batalla contra su padre, Cronos, los
habia encerrado a todos en el fondo de las
grutas y volcanes, y que eran los responsa-
bles de los terremotos y las grandes erup-
ciones. Cada gigante tenfa su particularidad.
Algunos, como Briareo, tenfan cien brazos,
Otros, como Tifén, exhalaban fuego. Los
ciclopes tenfan un solo ojo, como sucedfa
con Polifemo. Eran todos muy fuertes: En-
celado necesit6 que le pusieran encima al
‘monte Etna para sujetarlo. Y algunos eran
casi invulnerables, como Talos, el guardin
de Creta, cuyo cuerpo era de bronce puro,
salvo el tendén del tal6n, frdgil y més pro-
pio de un humano.
‘Aunque los olimpicos sentfan bastante res-
peto por los gigantes —al menos en una oca-
sin habjan estado a punto de tomar por asalto
el palacio de Zeus y todos habfan salido hu-
yendo despavoridos-, hay que reconocer que
fa veces, grandulones y todo, resultaban un
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poco ingenuos. Ulises derrot6 a Polifemo con
un engafio y Hércules, para conseguir las
‘manzanas del jardin de las Hespérides, le hizo
‘reera Atlas, el que sostenfa el mundo, que lo
reemplazarfa en el puesto definitivamente.
23Los Centauros, en cambio, eran otra cosa,
Hijos de Ixién y de Nefele, eran mitad hom-
bre y mitad caballo, pero parecfan especial-
mente civilizados. Se los tenia por mons-
truos buenos y por gente respetable. Algu-
nos, como Quirén, eran excelentes médicos
y auténticos sabios. A menudo se los elegia
como tutores y maestros, y se los invitaba a
las casas para las fiestas.
2%
Justamente fue en un casamiento, el de
Pirftoo con Hipodamia, cuando se produjo
Ta mayor gresca de que se tenga recuerdo
centre la especie de los hombres y la de los
centauros. Y fue culpa del vino. Eurito, uno
de los centauros, quiso montar a la novia.
Se armé una famosa batahola entre Lapitas
y Centauros, tan pero tan famosa que termi-
1n6 siendo un tema favorito de los artistas.
2sAl parecer los Centauros se volvian muy
impetuosos cuando se enamoraban porque
Jaotra gran enemistad, que fue la de Héreu-
Ies con el centauro Neso, tuvo la misma cau-
sa, Fue cuando Neso cruzaba el arroyo lle-
vando a la esposa de Hércules, Deyanira,
cn la grupa. La vio demasiado hermosa ¥
quiso poseerla en mitad del rfo. Hércules lo
mat6 con sus flechas, pero el centauro mo-
ribundo consiguié su venganza. Le pidié a
6
Deyanira que recogiera su sangre y la guar-
dara en un frasco, diciéndote que era un fil-
tro de amor infalible. Deyanira hizo lo que
el centauro le pedia, y, un tiempo después,
temiendo que Hércules se hubiese enamo-
rado de otra mujer més joven, embadurné la
tuinica del héroe con esa sangre coagulada.
YY aunque la lavé luego, de manera que no
quedaron rastros visibles en la tela, el he-
chizo persistié. Y no fue filtro de amor sino
veneno fatal, que termin6 por matar al mas
luchador y esforzado de los campeones.
También los sétiros -medio hombres,
‘medio macho-cabrfos— merecfan el respeto
de los humanos, aunque fueran, como los
centauros, demasiado propensos al vino e
incontrolables en materia de amores. El dios
Dicnisos los tenfa por sus mejores compa-
fieros.
2Una de las cruzas més extrafias fue la de
Ja Quimera: cabeza de leén, cuerpo de ca-
bra y cola de serpiente. Y volaba por los ai-
res como una tormenta. Hacfa desastres en
Licia, Belerofonte logra derrotarla gracias a
que trepa el aire montado en Pegaso, el ca-
ballo alado, al que habia amansado gracias
al freno y la brida de oro, obsequio de la
diosa Atenea.
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Estaba su pariente, el Grifo, cabeza y
‘cuerpo de le6n pero alas y plumas de 4gui-
la, experto en encontrar tesoros escondi-
dos y en cuyos nidos habfa 4gatas en lugar
de huevos.
Y el tacitumo y solitario hombre-toro, el
Minotauro de Creta, hijo de Pasifae y de
Zeus en su forma de toro, encerrado en su
propio laberinto.
Y el feroz perro del Hades, Cancerbero,
el de tres cabezas, con sus tres pares de ojos
rojos y sus tres fauces siniestras.
Y toros con pies de bronce.
Y jabalfes con cerdas como picotas y col-
millos del tamafio del de los elefantes, como
el que derrota Meleagro.
Muchisimos monstruos.
29Pero, as{ como comenzamos con Pithén,
la serpiente-dragén de la pregunta, elegimos
terminar con otto monstruo pregunt6n: la
Esfinge de los enigmas.
La Esfinge merodeaba el camino real que
llevaba a la ciudad de Tebas. Tenfa cuerpo
de le6n y cabeza y torso de mujer. Solfa vér-
sela al acecho sobre una pefa, dispuesta a
lanzar su acertijo sobre cada viandante. Si
respondfa bien podia seguir adelante, si no
encontraba la respuesta morfa deshecho en-
tte sus garras.
La pregunta era al parecer sencilla:
,Quién es el animal que por la maiiana
camiina en cuatro patas, al mediodia en dos,
y en tres al caer la tarde?
ero nadie fue capaz de responderla,
‘Hasta que pas6 Edipo, él develé el enigma.
=Es el hombre -le respondi6 a la Esfin-
ge-. Gatea cuando es nifio, en su adultez
camina en dos pies, y al legar a viejo nece-
sita del bastén, su tercera piema.
Y aunque la vida de Edipo tavo muchas
zozobras luego, y mucho sufrimiento, ése
fue un momento de gloria para él y para to-
dos los griegos: el pensamiento de un hom-
bre acababa de derrotar el enigma de un
‘monstruo.
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