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Los Samurái: El pasado y el presente


Dr. Hiroaki Sato  Febrero 2010

El historiador militar británico John Keegan comienza su libro, Una


historia de la guerra, refutando el famoso dictamen del soldado prusiano Carl
von Clausewitz Sobre la guerra: “La guerra es la mera continuación de la
política por otros medios.” Keegan continúa indicando que “el original en
alemán expresa una idea más sutil y compleja que las palabras traducidas,”1
pero, de cualquier manera, la idea de Clausewitz sobre la guerra era
“incompleta”.

La gente hace o evita la guerra, no siempre con un propósito político


racional como sugirió Clausewitz. Para ilustrar su punto, Keegan cita cuatro
ejemplos: los polinesios de la Isla de Pascua en el Pacífico, los zulús en
Sudáfrica, los “guerreros esclavos” mamelucos en el Medio Oriente, y los
samurái (侍) en Japón.

En realidad, las diferencias en las circunstancias históricas y las


posiciones geográficas pueden ser demasiado grandes para que estos cuatro
grupos sean comparables, pero sí tuvieron una cosa en común: en cada uno, la
clase guerrera tuvo en un momento la llave del destino de la sociedad.
Lo que nos interesa aquí es el momento que Keegan eligió para los
samurái, también llamados bushi (武士).

1
John Keegan, A History of Warfare (New York: Alfred A. Knopf, 1993), p. 3. “What Is
War?” Dictum 24, On War (originally, tr. J. J. Graham, 1908; abridged ed., Penguin Books,
1968), p. 119. The German original for the dictum: “Der Krieg ist eine bloße Fortsetzung
der Politik unter Einbeziehung anderer Mittel.”

2
Él podía fácilmente haber elegido el momento en el cual la clase
guerrera dominante se abolió a sí misma, alrededor de 1870. En cambio, optó
por el punto en el que los samurái rechazaron el arma superior que se había
hecho disponible recientemente y que rápidamente demostró su poder
destructivo, la pistola, y revirtieron a su arma centenaria, la espada.

El historiador lo hizo para mostrar que “la Guerra puede ser, entre otras
muchas cosas, la perpetuación de una cultura por sus propios medios.”2 El
significado de que los samurái “renunciaran a la pistola” es único. Como notó
el profesor inglés Noel Perrin de la Universidad de Dartmouth en
Renunciando a la pistola (1979) y como argumentó el físico Freeman Dyson
de la Universidad de Princeton

en Armas y esperanza (1984), esta decisión nos indica que nosotros los
seres humanos no necesariamente estamos predestinados a recurrir a armas
cada vez más sofisticadas y destructivas.
Mediante ese acto, en todo caso, los samurái extendieron su
supervivencia por otros 250 años, como dice Keegan, desde alrededor de
1600 hasta mediados del siglo XIX.

Para nuestros propósitos, irónicamente, si no fuese por esos dos siglos y


medio, lo más probable es que no estaríamos hablando de los samurái y su
ethos hoy. Fue principalmente durante el pacífico y libre de guerra Período
Tokugawa (徳川時代 1600-1868)—así llamado porque Tokugawa Ieyasu (徳川
家康 1543-1616) unificó Japón y estableció su dinastía—que el bushidō (武士

道), “el camino del guerrero,” comenzó a ser discutido y formulado.


2
Keegan, p. 46.

3
Aun más irónicamente, fue hacia el final de la Era Meiji (明治時代
1868-1912)—tres décadas después de que los samurái, junto con su símbolo,
la espada, se convirtieron en una cosa del pasado y Japón se estaba dirigiendo
rápidamente hacia armas cada vez más avanzadas y destructivas—que el
bushidō como la mayoría de nosotros lo conocemos, como un sistema moral,
ético japonés, tomó forma y comenzó a ser conocido por todo el mundo.

Pero antes de continuar adelante, una breve historia del Japón está en
orden.
Japón estableció su primer gobierno propiamente dicho alrededor de
700, con un sistema legal y regulatorio según el modelo chino, con el Tennō
(天皇) como gobernante con poderes tanto políticos como militares. En ese
sentido, fue un gobierno bajo lo que hoy llamamos control civil. (Tennō, la
palabra china significa “soberano celestial,” generalmente se traduce como
“emperador,” lo cual es engañoso, pero aquí puedo usar “emperador” e
“imperial” donde sea apropiado.)

Sin embargo, el Tennō, y la aristocracia que le suministraba apoyo


burocrático, gradualmente perdieron el control de los samurái, sus servidores
armados. (Los samurái son similares a los “caballeros, guardias o escoltas,”3
según indica Nitobe Inazō (新渡戸稲造 1862-1933), de quien pronto oiremos
más.) Al final, desde mediados del siglo XII hasta mediados del siglo XIX, los
samurái o bushi gobernaron el país, con el shōgun (将軍), originalmente el
3
Inazo Nitobe, Bushido: The Warrior’s Code (Ohara Publications, 1979), p. 14. Bushido is
available on the Internet as a Google book and as part of Project Gutenberg
http://www.gutenberg.org/etext/12096

4
delegado militar del Tennō, como señor.

Interesantemente, durante esos 700 años los samurái nunca perdieron la


sensación de que el Tennō era el gobernante legítimo y ellos, los samurái, eran
usurpadores. En gran parte debido a eso, cuando su gobierno militar colapsó,
los samurái restauraron el Sistema de Tennō (天皇制度), en 1868. Eso fue lo
que el Rescripto Imperial a los Soldados y Marinos (gunjin chokuyu 軍人勅諭),
emitido en 1882, francamente permitió.

El Rescripto Imperial detallaba los ideales de la conducta de los


soldados para un ejército conscripto moderno. Al hacerlo, se convirtió en el
primer documento importante que dio forma a la visión actual del bushidō.
El segundo fue un libro pequeño que Nitobe Inazō escribió en 1899:
Bushido: El alma del Japón.

Nitobe, quien había estudiado en los Estados Unidos y en Alemania y


posteriormente fue Subsecretario General de la Liga de Naciones, quería
mostrar que Japón tenía un sistema moral, ético comparable al del
cristianismo. Con ese fin, él no solo salpicó el Bushido con anécdotas
homilíacas del pasado, sino que también lo llenó con una colección de
referencias a pensadores occidentales. El libro se convirtió en un bestseller
internacional.

Entre otros, al Presidente de los Estados Unidos, Teodoro Roosevelt


(1858-1919), el promotor de la “vida ardua” y las causas imperialistas, le
gustó. Nitobe lo indicó en su prefacio a la décima edición del libro (Mayo de
1905): “El Presidente Roosevelt le ha hecho un inmerecido honor al leerlo y

5
distribuir varias docenas de copias entre sus amigos.”

Había un toque de ironía en esto: Mary Elkinton, la americana con la


cual Nitobe estaba casado, era miembro de la secta absolutamente pacifista, la
Sociedad de Amigos o Cuaquerismo. No obstante, para su décima impresión,
Bushido había sido traducido al maratí, alemán, bohemio y polaco, con
traducciones al noruego y al francés en camino y con ediciones en ruso y en
chino en el horizonte. (Estoy seguro de que también fue traducido al español
no mucho después.)

Entonces, Japón ganó su guerra con Rusia (1904-1905). Su victoria se


produjo principalmente porque el Presidente Roosevelt como mediador se
puso del lado del Japón. Como muchos observadores occidentales, él estaba
impresionado por el valor y la disposición al autosacrificio demostrados por
los soldados japoneses, una impresión sin duda reforzada por el libro de
Nitobe.

Él no estaba solo. El autor inglés, socialista y pacifista H. G. Wells


(1866-1946), por ejemplo, obviamente cambió su opinión anterior de los
japoneses como parte de la “raza amarilla” y comenzó a promover al samurái
como el “ciudadano ideal del Estado Socialista.” El semanario socialista, La
Nueva Era, incluso celebró una conferencia sobre el tema en mayo de 1907.

Años más tarde, el poeta escultor Takamura Kōtarō (高村光太郎 1883-


1956) llamaría la victoria “el primer bocado en la tragedia de expansión del
Japón” que llevó al militarismo del país y terminó, como todos ustedes saben,

6
con la derrota aplastante del Japón. Pero eso fue cuarenta años después.4 Los
mismos japoneses estaban impresionados con la victoria.

Los intelectuales y editores japoneses comenzaron a competir para


averiguar y definir el bushidō.
Como resultado, algunos han argumentado que mucho de lo que
consideramos bushidō hoy en día debería realmente llamarse “bushidō Meiji”
(明治武士道). Destacado entre ellos en tiempos recientes está el profesor de
ética de la Universidad de Tokio Kanno Kakumyō (菅野 覚明 ) quien escribió
un libro argumentando precisamente eso: Bushidō no gyakushū (武士道の逆
襲), 2004.

Entonces, ¿qué dijo el Tennō en su Rescripto para Soldados y Marinos?


¿En qué hizo hincapié Nitobe Inazō en Bushido?
En su rescripto militar de 1882, el Tennō le dijo a sus soldados, en una
prosa tachonada con antiguas palabras y locuciones chinas, que se adhirieran a
los siguientes cinco principios:

• Lealtad (忠節 ): En el patriotismo, “El deber (義) es más pesado que las
altas montañas, la muerte más ligera que una pluma de ganso (鴻毛).”
• Etiqueta (礼儀 ): Sean siempre respetuosos con los hombres de rango
más alto, pero los hombres de rango más alto deben ser compasivos y
amables con su subordinados.

4
Hiroaki Sato, tr., A Brief History of Imbecility: Poetry and Prose of Takamura Kōtarō
(University of Hawaii Press, 1992), p. 136.

7
• Valor (武勇): Sean valientes en la batalla, pero sean amables y
armoniosos en la conducta diaria.
• Sinceridad y deber (信義): Sean sinceros con sus palabras y lleven a
cabo su deber.
• Frugalidad (質素): Eviten los lujos como si fuesen la peste.

El primero de estos, “la muerte es más ligera que una pluma de ganso,”
fue un giro intencional de una frase de uno de los libros del gran historiador
chino Si Maqian (司馬遷 145?-86 A.C): “Un hombre está destinado a morir.
Pero su muerte puede ser tan pesada como una montaña o tan ligera como una
pluma de ganso.” El quinto mandato de ser frugales fue originalmente
religioso, pero fue agregado teniendo en cuenta un motín reciente en el nuevo
ejército por salarios más altos.
Sin embargo, en general, estos principios tenían sus raíces en “las cinco
normas (五常)” o las cinco virtudes básicas del Confucianismo (儒教):
humanidad, deber, etiqueta, sabiduría y sinceridad (仁義礼智信).

Esto sucedió porque el Confucianismo era la filosofía del Estado


durante el Período Tokugawa, y los hombres que escribieron el rescripto,
tales como Nishi Amane (西周 1829-1897) e Inoue Kowashi (井上毅 1843-
1895), fueron inculcados en las enseñanzas de Confucio desde la infancia.
Por su parte, Nitobe Inazō, un cristiano converso con idealismo
Confuciano, lo reconoció rápidamente al formular lo que era el bushidō.

“En cuanto a las doctrinas estrictamente éticas, las enseñanzas de


Confucio fueron la fuente más prolífica del Bushido,” escribió. Luego

8
enumeró y discutió los atributos primarios del bushidō: “rectitud o justicia”
(義); “valor, el espíritu de osadía y resistencia” (勇); “benevolencia, el
sentimiento de aflicción” (仁); “cortesía” (礼); “veracidad y sinceridad” (誠);
“honor” (名誉); “el deber de la lealtad” (忠義); etc.

Lo que hace del bushidō presentado así “bushidō Meiji” es, para
simplificar el asunto, que ignoró al propio samurái, al propio bushi.5
El proceso de poner el énfasis en los principios abstractos ocurrió, por
supuesto, durante el gobierno Tokugawa. Mientras los samurái estaban
peleando y matándose unos a otros, el asunto era personal, familiar y “tribal.”

Ellos arriesgaban sus vidas por el honor, por la perpetuación de los


nombres familiares, y por el grupo del cual eran parte. Cuando el país fue
unificado y los guerreros dejaron de ser guerreros, convirtiéndose en
burócratas, la razón de ser del samurái cambió de personal a pública o,
podríamos decir, administrativa.

Entonces, cuando la clase samurái se abolió a sí misma para crear una


nación-estado moderna, lo que era público se convirtió en nacional y
universal.
Lo más notable en este sentido es el énfasis en lo que he nombrado
como “patriotismo” en el Rescripto Imperial de 1882. En el original, la
palabra es hōkoku (報国), la idea de que se está en deuda con la nación por el
simple hecho de haber nacido en ella y,

por lo tanto, se debe pagar esa deuda a través del esfuerzo. Era una idea
5
Kanno Kakumyō, Bushidō no gyakushū (Kōdansha, 2004), p. 11.

9
que estaba ausente o no había sido recalcada en anteriores discusiones del
bushidō. En discusiones anteriores, cuando se resaltaba la lealtad (忠), era a
una persona en particular, el amo y señor.
Al presentar su idea del bushidō, Nitobe tenía que hacerla nacional y,
por lo tanto, universal.

Su objetivo era argumentar, para “el distinguido jurista belga” M. de


Laveleye, que Japón sí tenía un sistema ético comparable con el de Occidente.
Japón en esa época estaba luchando para demostrar a los poderes occidentales,
“las civilizaciones avanzadas,” que era una nación merecedora de su atención
y estima. Eso explica por qué, de las 157 personas nombradas en el índice de
Bushido, solo veinte son japonesas, diecisiete de ellas samurái históricos.6

El bushidō o ethos samurái cambió con el tiempo. Para comenzar con


un ejemplo cuya fuente no he podido comprobar, el jefe militar y arquitecto de
castillos Tōdō Takatora (藤堂高虎 1556-1630) es famoso por su observación,
“Un samurái no puede ser llamado samurái hasta que haya cambiado de señor
siete veces.” Esto se supone que es parte de sus “lecciones de casa” (家訓)

pero sus lecciones de casa—que consistían en más de 200 artículos—


que están plenamente citadas y explicadas en la Internet no la incluyen.7 Aun
así, podemos creer que Tōdō Takatora debió haber dicho algo así; de hecho, él
cambió su lealtad un número de veces, finalmente aliándose con el vencedor
final, Tokugawa Ieyasu. Él fue un brillante sobreviviente en una era que

6
Kanno, p. 17.
7
http://blog.goo.ne.jp/ota416/c/f6c53dc92b7c97d7318f65f91137c977/1

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presenció siempre cambiantes luchas hegemónicas violentas.

Dos siglos y medio más tarde, Fukuzawa Yukichi (福沢諭吉 1835-1901)


escribió un tracto para denunciar a dos distinguidos líderes contemporáneos
precisamente por esa clase de comportamiento: Katsu Kaishū (勝海舟 1823-
1899) y Enomoto Takeaki (榎本武揚 1836-1908). ¿Qué hicieron los dos
hombres para ganarse la ira ética de Fukuzawa?

Ambos eran funcionarios de alto nivel en la última fase del gobierno de


Tokugawa. Pero Katsu, Ministro del Ejército, persuadió con éxito a su
gobierno de que se rindiera ante las fuerzas imperiales que se aproximaban.
Entonces, después de que el nuevo gobierno Meiji fue establecido, él se
desempeñó en varios cargos importantes. Enomoto tomó un camino similar.

Después de perder una batalla final crucial como Viceministro de la


Armada de Tokugawa, se desempeñó en cargos aun más ilustres con el nuevo
gobierno.
Fukuzawa, aunque reconoció su valor—especialmente de Katsu, quien
salvó al populacho de la capital del caos desastroso de la guerra—
argumentaba que ambos hombres deberían haberse retirado de la sociedad de
un todo,
añadiendo que, al no hacerlo, estaban pisoteando el shifū (士風), la
manera del samurái.
Él tituló su tracto Yasegaman no setsu (痩せ我慢の説), “sobre pretender
estar satisfecho con lo que se tiene aunque se sepa que se puede obtener algo
mucho mejor cambiando sus principios.” En otras palabras, estaba quejándose
de que los dos caballeros no se adhirieron a esa pretensión honorable.

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Lo notable de esto es que Fukuzawa era un destacado defensor de la
“civilización y la ilustración” (文明開化) pero estaba usando como principio
rector un dictamen antiguo que aparece en los escritos del historiador chino Si
Maqian, “Un súbdito leal no sirve a dos señores; una mujer casta no tiene dos
maridos.”

El dictamen podría haber funcionado, más o menos, en tiempos


pacíficos, pero hubiese sido impráctico para la mayoría de los samurái durante
la Era japonesa de los Estados en Guerra (戦国時代 ). Si cada samurái se
hubiese quedado con el primer hombre que eligió servir, una gran proporción
de los guerreros hubiesen perdido su habilidad de funcionar, al menos en
teoría, para cuando el país fue unificado a principios del siglo XVII.

Esto no es para sugerir que la conducta de Tōdō Takatora obtuvo la


aprobación unánime de los compañeros guerreros y jefes militares. Pero era
una época en la cual muchos feudos peleaban unos contra otros por la
hegemonía local o nacional y los guerreros y jefes militares se pasaban al otro
lado o buscaban un aliado diferente cuando su lado era vencido. El legendario
espadachín Kamiizumi Hidetsuna (上泉秀綱 1508?-1577?) fue uno de tales
guerreros.

Así que veámoslo como otro ejemplo del cambiante ethos samurái.
Aquí me basaré en la premisa de que el ethos samurái o bushidō, como
muchos conceptos similares, es en parte cuestión de interpretación
retrospectiva.

12
Algunos de ustedes deben haber visto Los Siete Samurái (七人の侍), la
película de Kurosawa Akira (黒澤明 ) de 1954. En una secuencia cerca del
principio de la película, un samurái de mediana edad toma prestado un hábito
de monje, se afeita la cabeza y, con dos bolas de arroz que ha preparado, pero
sin espada, rescata a un niño que ha sido tomado como rehén por un hombre
que está amenazando con matarlo con una espada desenvainada.

En esa historia, el samurái mata al secuestrador—arrebatándole la


espada en un movimiento de relámpago. Recuerdo como, en mi adolescencia,
mis amigos hablaban sobre el sorprendente uso de Kurosawa de la cámara
lenta al mostrar al hombre que el samurái había cortado tambaleándose fuera
de la choza y cayendo lentamente al piso.

Esa fue la versión de Kurosawa de una historia contada sobre el


espadachín Hidetsuna. El escenario de la historia de Hidetsuna y lo que sucede
en ella son más o menos lo mismo, excepto que el espadacín, nuevamente
aproximándose al secuestrador sin su espada, no mata al hombre sino que lo
vence luchando.8 La presunción es que, si el espadachín lo mata, no es un
buen espadachín.

En contraste, Kurosawa, al representar a un pequeño grupo de samurái


luchando contra una horda de bandidos merodeadores, tuvo que presentar al
samurái líder como un hombre de determinación de acero. El hecho de que
Japón había salido de una guerra y estaba siendo acusado de crímenes de
guerra y tal pudo haber influido en la decisión de Kurosawa.

8
Hiroaki Sato, tr., The Sword and the Mind (Overlook, 1986), pp. 2-3.

13
La historia de Hidetsuna, a su vez, resonaba a una mucho más antigua,
la que representaba a un comandante guerrero quinientos años antes,
Minamoto no Yorinobu (源頼信 968-1048).
Un día uno de sus subordinados, también un buen guerrero, llega a
donde él muy agitado, lloriqueando. Yorinobu le pregunta por qué y se entera
de que un ladrón ha tomado como rehén al hijo del subordinado en su casa y
está amenazando con matar al niño.

“Deja que tu pequeño niño sea herido de muerte si es necesario,” le dice


Yorinobu a su subordinado. “Solo con esa actitud podrías llamarte guerrero. Si
te preocupas por ti mismo, te preocupas por tu esposa o tu hijo, no lograrías
nada. No temer significa no preocuparte por ti mismo, no preocuparte por tu
esposa o tu hijo.”

Entonces, diciendo que solo había dicho eso porque se suponía que
debía decirlo, Yorinobu toma su espada, va a la casa del subordinado y, cerca
de donde el ladrón tiene tomado al niño, pregunta “¿Tomaste a ese niño como
rehén porque querías mantenerte vivo, o porque querías matar al niño? ¡Dime
lo que piensas sin rodeos!”

El ladrón responde que por supuesto que no quería matar al niño, él solo
quería vivir. Yorunobu persuade al hombre de que deseche la espada. Su
subordinado quiere matar al ladrón cuando lo arrastran al patio, pero Yorinobu
le dice que el hombre hizo lo que hizo porque era tan pobre que estaba
desesperado y lo que se necesita es compasión.
Entonces coloca al ladrón sobre un caballo con suficiente comida y un

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arco y flechas para protección, y lo deja ir.9

Si esta historia, recopilada en la gran antología de cuentos del siglo XII


Konjaku monogatari shū (今昔物語集), estaba basada en algo parecido a un
hecho real, tuvo lugar alrededor del año 1000, ciento cincuenta años antes de
que la clase samurái dominara el país.
Quizás la declaración sobre el bushidō más famosa de todos los
tiempos es esta: “El camino del guerrero, he hallado, es morir” (武士道と云は、
死ぬ事と見付たり).

Yamamoto Tsunetomo (山本常朝 1659-1719) lo dijo, y aparece al


principio de una considerable colección de sus observaciones y comentarios,
Hagakure (葉隠). Para cuando Yamamoto hizo la declaración, el gobierno
Tokugawa tenía un siglo, pero la idea de que un samurái debe estar preparado
para la muerte en cualquier momento, que siempre debe tener en mente la
muerte, era común en cualquier samurái que pensara en el asunto, ya fuese en
tiempos de paz o en tiempos de guerra.

Pero la declaración de Yamamoto se hizo particularmente famosa


porque él usó la palabra bushidō, dándole así un aire de definición sucinta.
Durante la Segunda Guerra Mundial, de hecho, a medida que la
situación para Japón se hacía desesperada día a día, Hagakure se convirtió en
el libro leído entre la juventud, junto con Le Sens de la mort del autor francés
Paul Bourget (1852-1935), nos dicen.

Todos los jóvenes japoneses, siempre que estuvieran suficientemente


9
Hiroaki Sato, Legends of the Samurai (Overlook Press, 1995), pp. 72-74.

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sanos, esperaban ser reclutados y enviados al frente.
En todo caso, cuando se compara a Yamamoto con el jefe militar Tōdō
Takatora, se ve la diferencia. El Artículo 1 de sus lecciones de casa dice,
“Desde el momento en que dejas tu habitación [en la mañana], debes pensar
que hoy es tu turno de morir.

Con esta determinación final, no serás perturbado por las cosas” (寝屋を
出るより其日を死番と可得心かやうに 覚悟極る。ゆへに物に動する事なし). Tanto

Yamamoto como Tōdō hablan de la necesidad de que un samurái esté


preparado para morir, pero la diferencia entre los dos es clara. Se hace más
claro con lo que dicen después.

Yamamoto, quien no tuvo oportunidad de pelear en un campo de batalla


y tuvo una muerte pacífica, hasta donde sabemos, continúa la determinista
primera proposición con esto: “En una situación donde haya elección, solo
puedes elegir de una vez morir.” Él no deja espacio para una alternativa.

En contraste, Tōdō, quien pasó por un número de batallas,


definitivamente sugiere, en los siguientes tres artículos de sus lecciones de
casa, 2, 3, y 4, que la preparación mental para morir o ser matado en cualquier
momento no significa que no se debería estar preparado para un resultado
diferente. Puedes ser vencido en la batalla, pero no matado, por lo tanto debes
estar preparado para tomar el siguiente paso cuando te encuentras que estás
vivo.

Debo añadir una cosa, sin embargo. Aunque él promovía “la muerte
frenética” (死狂い), Yamamoto tenía otras cosas, a veces contradictorias, qué

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decir. Aquí hay dos: (1) Solo manteniendo la muerte en mente constantemente
puedes ser libre; (2) Como la vida es corta, debes disfrutar lo mejor que
puedas, haciendo lo que quieras hacer.

Yamamoto, mientras insistía en resaltar la devoción leal a un señor,


también expresaba impaciencia con las “racionalizaciones” (理屈)
(mayormente de Confucio) tales como “lealtad” (忠) y “rectitud” (義).
¿Qué es bushidō?

Mishima Yukio (三島由紀夫 1925-1970), el escritor que eligió matarse


por desentrañamiento y decapitación, aseguraba que el “invasionismo o
militarismo no tenía nada que ver con el bushidō de entrada.” Él se sintió
obligado a indicar eso porque el “bushidō Meiji” se mezcló inexorablemente
con el militarismo japonés y porque él, quien formó un pequeño “ejército
privado”llamado la Sociedad del Escudo (楯の会),

fue acusado de revivir el militarismo de nuevo. El movimiento


estudiantil estaba en su apogeo, y a la par que el sentimiento general se estaba
volviendo en contra del movimiento por recurrir con facilidad a la violencia,
los japoneses estaban nerviosos sobre el militarismo que destruyó su país
menos de un cuarto de siglo antes.

En todo caso, Mishima, un admirador del Hagakure de Yamamoto


Tsunetomo, definió el bushidō como algo personal. Un hombre de bushidō es
alguien que, él decía, tiene un firme sentido de respeto por sí mismo, asume la
responsabilidad por sus acciones, y se sacrifica para encarnar esa
responsabilidad. Esto probablemente es lo que más acerca a la esencia del

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bushidō, al menos en lo abstracto.

En realidad, es un poco peligroso mencionar a Mishima aquí, porque su


propio caso es demasiado complicado para el tema en cuestión. Aun así,
podemos decir que su juicio de que el bushidō finalizó con el General Nogi
Maresuke (乃木希典 1849-1912) fue algo extraño. Como algunos de ustedes
saben, el desentrañamiento del General Nogi el día del funeral del Tennō
Meiji (明治天皇 1852-1912) afectó a mucha gente en el mundo.

Si la expresión final de responsabilidad era matarse uno mismo,


preferiblemente mediante el desentrañamiento, un número de comandantes
durante la siguiente Segunda Guerra Mundial expresaron su sentido de
responsabilidad tomando sus propias vidas. El primero entre ellos por rango
fue el Ministro del Ejército, General Anami Korechika (阿南惟幾 1887-1945),
quien se mató para disculparse por la derrota del Japón.

Lo hizo después de que el Tennō se puso del lado de los que


argumentaban a favor de la rendición, en lugar de pelear hasta el último
hombre, en agosto de 1945.
Los soldados reclutados de las modernas fuerzas armadas creadas en la
Era Meiji tenían poco que ver con los samurái. No obstante, algunos ideales
samurái persistieron.

Por una parte, se esperaba que un soldado que iba a la batalla estuviera
dispuesto a morir—convertirse en soldado significaba aceptar la muerte.
También, en el Rescripto Imperial de 1882, el Tennō ordenó a sus hombres
que trataran su vida tan ligeramente como una pluma de ganso. A eso en parte,

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es justo decir, se debieron las bajas desmesuradamente altas en el ejército y la
armada japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.

Eso, además del hecho de que las aventuras militares japonesas


terminaron devastando completamente el país, explica por qué aun aquellos
que quieren ver cosas admirables en el bushidō tienden a evitar el período de
medio siglo, de 1895 a 1945, al discutir su pasado marcial. Podría decirse que
fue desde la llegada de Wikipedia que los japoneses comenzaron a hablar más
libremente, abiertamente, sobre los generales y almirantes de ese período.

En cambio, si quieren hablar sobre el bushidō o cualquier cosa que se le


parezca, ellos tienden a reinterpretar y presentar a las personas y los
acontecimientos anteriores a la mitad del siglo XIX—es decir, antes de que
Japón se abriera al comercio y la diplomacia internacional, uniéndose así,
debemos añadir, al espíritu imperialista de la época.

Un claro ejemplo de esta parcialidad, si me permiten llamarla así, es la


serie “drama de gran río” (大河ドラマ) de la corporación emisora del Japón
NHK: la serie dramática de TV, con segmentos semanales de 45 minutos o
más. La mayoría de los casi cincuenta dramas desde que la serie comenzó en
1963 ha tratado sobre personas de la clase samurái pre-Meiji, pero ninguno
sobre los guerreros posteriores.

¿Sobrevive el bushidō o el espíritu samurái en la sociedad japonesa de


hoy? Para responder esta pregunta, hice varias encuestas informales, algunas a
través de mis jóvenes amigos por vía de la Internet.
Las respuestas que he recibido evidencian que no hay una definición o

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concepto claro del bushidō, lo cual es comprensible.

Algunos de los que respondieron eran suficientemente conocedores para


postular, en gran parte correctamente, que es un sistema de pensamiento
fuertemente influenciado por la ética confuciana. Algunos han sugerido que el
espíritu samurái está manifiesto en cosas tales como la dedicación leal a una
causa, cualquiera que pueda ser dicha causa (incluyendo el fenómeno otaku), y
la disposición de sacrificar los deseos personales por el bien mayor, sea para
un grupo o una corporación.

La asociación del bushidō con la dedicación leal a una causa viene del
dō, “el camino” (道; dao en chino), de bushidō—la idea originalmente budista,
según lo entiendo, de que se puede alcanzar la iluminación dedicándose a una
sola cosa. En este sentido, quisiera citar la respuesta de mi propio hermano
Masamichi (政道), aunque en este caso la dedicación tiene que ver con trabajar
en un grupo.

Masamichi trabajó con Toyota Motor durante cuarenta años hasta su


edad de retiro obligatorio el año pasado; pero entonces una de las subsidiarias
de Toyota le pidió que trabajara para ellos, así que él continúa haciendo el
trabajo que hizo durante muchos años. A lo largo de los años en Toyota, él
avanzó de jefe de sección, a jefe de grupo, a jefe de fábrica.

Reflexionando sobre cómo el espíritu del bushidō pudo haber


influenciado el trabajo en Toyota, él concluyó que podría manifestarse en la
ayuda mutua espontánea dentro de un grupo. Siempre hay alguien que se
retrasa, ya sea porque no entiende bien su tarea o porque no es tan competente

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como algunos de los otros. Cuando se nota alguien así, los que están más
adelantados o son más capaces lo ayudan voluntariamente, sin que se los
pidan.

Toyota es un lugar notoriamente duro para trabajar, mi hermano me


escribió. La reputación de la compañía es que, para la mejora continua de la
productividad y el esfuerzo para alcanzar la perfección, conduce a sus
trabajadores de la manera de “exprimir a las momias por sangre”. Pero sin el
trabajo en equipo voluntario y espontáneo y los esfuerzos voluntarios y
espontáneos para mejorar en cada grupo, Toyota no estaría donde está hoy en
día, dijo Masamichi.

Muchas gracias.

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