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HISTORIA Y SINGULARIDADES CRISTIANAS

Significado cristiano de las fiestas judías

Las fiestas judías y las


prefiguraciones del Cristo
Armando H. Toledo

“Celebrarás esta fiesta


en honor al Señor tu Dios […]
Y tu alegría será completa”.
−Deuteronomio 16:15

LA PROMESA DE LA DESCE*DE*CIA

Hace miles de años, en el huerto de Edén, Satanás indujo a los primeros hombres a rebelarse contra su
Creador. El enemigo hizo surgir dos cuestiones de suma importancia: 1) puso en tela de juicio la veracidad
de Jehová y la justicia de su gobierno.

“¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese
árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y
del mal”. (Génesis 3:1-6. NVI1)

2) Dio a entender que los seres humanos servirían a Dios por puro interés. Esta última cuestión se planteó
explícitamente en tiempos de Job.

“¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio? […] Pero extiende la mano y
quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!” (Job 1:9-10;
2:4-5)

Jehová Dios tomó cartas en el asunto inmediatamente. Mientras Adán y Eva estaban aun en el
Jardín de Edén, preanunció el medio que emplearía para resolver dichas cuestiones de una vez por todas.
Prometió que vendría una “simiente” o Descendencia que, después de sufrir una ‘mordedura en el talón’,
le aplastaría la cabeza a Satanás (Génesis 3:15).

1
A menos que se indique otra cosa, las citas bíblicas serán tomadas de la Sagrada Biblia ueva Versión Internacional en español.
Cuando se trate de alguna otra versión, se indicará junto a la cita bíblica.
1
Con el paso del tiempo, Jehová fue arrojando más luz con respecto a lo que había preanunciado,
indicando que su cumplimiento sería cosa segura. Por ejemplo, le prometió a Abraham que la
“Descendencia” procedería de su linaje. Le dijo: “Puesto que me has obedecido, todas las naciones del
mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia.”2 Jacob, nieto de Abraham, llegó a ser el padre de
las doce tribus de Israel. Cuando estas se transformaron en nación hacia el siglo XVI a.C., Jehová les dio
un conjunto de leyes que incluía varias fiestas anuales, de las cuales el maestro Apolos dijo: “La ley es
solo una sombra de los bienes venideros, y no la presencia misma de estas realidades” (Hebreos 10:1), a lo
cual el apóstol Pablo añade conclusivamente: “la realidad se halla en Cristo” (Colosenses 2:16-17).
Algunos aspectos de las fiestas judías prefiguraron cómo se cumpliría el propósito que Jehová
tenía para la Descendencia, y su celebración era motivo de gran regocijo para el pueblo. Un breve análisis
de estas fiestas nos proporcionará más fe en las promesas de Dios.

APARECE LA DESCE*DE*CIA

Miles de años después de que Dios la preanunciara, la Descendencia apareció en la persona


histórica de Jesús de Nazaret. El apóstol Pablo aclara que “las promesas se le hicieron a Abraham y a su
descendencia. La Escritura no dice: ‘y a los descendientes’, como refiriéndose a muchos, sino ‘y a tu
descendencia’, dando a entender uno solo, que es Cristo”. (Gálatas 3:16) Como hombre perfecto que era,
Jesús se mantuvo fiel hasta la muerte, probando así que las acusaciones de Satanás eran puras mentiras; y
como no había heredado la mancha del pecado humano, su muerte constituyó el sacrificio perfecto, pues a
través de ella redimió del pecado y la muerte a la prole fiel de Adán y Eva. La muerte de Jesús en el Monte
de la Calavera se corresponde arquetípicamente con la ‘mordedura en el talón’ que la serpiente antigua
daría a la Descendencia de prometida.
Jesús murió el 14 de nisán3 del año 33 de nuestra era. Y precisamente en esa fecha tenía lugar la
feliz celebración anual judía de la Pascua. En ese día, las familias comían un cordero sin defectos, lo que
debía traerles a la memoria la sangre del cordero que salvó la vida de los primogénitos israelitas cuando el
ángel de la muerte exterminó a los primogénitos de Egipto el mismo 14 de nisán, pero de 1513 a.C.
(Éxodo 12:1-14) Hoy sabemos que el cordero pascual era solo un símbolo arquetípico de Jesús, de quien el
apóstol Pablo llegó a decir: “Cristo, nuestro cordero pascual, ya ha sido sacrificado” (1ª Corintios 5:17). Al
igual que la sangre de aquel cordero, hoy la sangre de Jesús salva de la muerte eterna a todos aquellos que
depositan su fe en el Cristo que muere en su lugar (Juan 3:16, 36).

EL PRIMER RESUCITADO

Al tercer día después de su muerte, Jesús fue resucitado para que presentara al Padre el valor de su
sacrificio. “En efecto, Cristo no entró en el santuario hecho por manos humanas, simple copia del
verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios a favor nuestro” (Hebreos
9:24). La resurrección de Jesús fue también prefigurada en otra festividad. Justamente el día después del
14 de nisán empezaba la fiesta de las Tortas no Fermentadas, y el día siguiente, el 16, en la fiesta de las
Primicias, los israelitas llevaban al sacerdote una gavilla de las primicias de la cebada ―el primer cereal
que se segaba― para que la meciera delante de Jehová, según lo ordenaba Levítico 23:6−14. ¿No les
parece bastante apropiado que ese mismo día del año 33 Jehová Dios frustrara los malvados planes del
Diablo de silenciar para siempre al “testigo fiel y veraz”? El 16 de nisán del año 33, el Espíritu hizo que
Jesús volviera a la vida4, y le otorgó vida eterna convirtiéndolo no solo en “el primer hijo entre muchos
hermanos” (Romanos 8:29), o el “primer hijo de la resurrección” (Colosenses 1:18), o el futuro “soberano
de los reyes de la tierra” (Apocalipsis 1:5) sino también en el “soberano de la creación de Dios”
(Apocalipsis 3:14).

2
Génesis 22:15-18. El énfasis es mío.
3
correspondiente a marzo-abril de nuestro calendario.
4
1ª Pedro 3:18.
2
Con su triunfo sobre la muerte, Jesús vino a ser “primicias de los que murieron” (1ª Corintios
15:20). A diferencia de los que habían resucitado antes, él ya no volvió a morir nunca más, sino que
ascendió al cielo y se sentó a la diestra del Todopoderoso, esperando a que Dios mismo lo instale como
Rey ungido del próximo Reino celestial. Dios le dijo al Mesías resucitado: “Siéntate a mi derecha hasta
que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Salmo 110:1). De esto, Pedro dijo bajo inspiración
divina: “A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos” (Hechos 2:32-33). Satanás
continuará por algún tiempo más su reinado apócrifo sobre el actual sistema de culturas y civilizaciones,
pero en la cruz Cristo le asestó el golpe mortal que lo aniquilará eventualmente a él y a su perversa
descendencia, ‘pasando finalmente el reino del mundo a ser de nuestro Señor y de su Cristo, el cual reinará
por los siglos de los siglos’ (Apocalipsis 11:15)5

LA OTRA DESCE*DE*CIA
Ya hemos dicho que Jesús era la Descendencia que Dios prometió a Eva en Edén, y la que
utilizaría para “destruir las obras del diablo” (1ª Juan 3:8). Sin embargo, las mismas palabras de Jehová
Dios a Abraham indican que en un sentido más amplio, su descendencia también estaría formada por más
de una persona: sería “como las estrellas del cielo y como la arena del mar” (Génesis 22:17). La aparición
de otros miembros de la “descendencia” fue representada por otra alegre festividad. Contando 50 días
desde el 16 de nisán, Israel celebraba la fiesta de las Semanas, tal como lo prescribía la Ley:

“A partir […] del día en que traigan la gavilla de la ofrenda mecida, contarán
siete semanas. En otras palabras, contarán cincuenta días incluyendo la mañana
siguiente al séptimo sábado; entonces presentarán al Señor una ofrenda de grano
nuevo. Desde su lugar de residencia le llevarán al Señor, como ofrenda mecida de
las primicias, dos panes hechos con cuatro quilos de flor de harina, cocidos con
levadura. […] El sacerdote mecerá los dos corderos, junto con el pan de las
primicias.” (Levítico 23:15-17,20)

En esta ofrenda mecida, el sacerdote sostenía los dos panes en las palmas de las manos, levantaba
los brazos y los movía de un lado a otro. Este movimiento simbolizaba la presentación de las ofrendas a
Jehová.
En los días de Jesús, la fiesta de las Semanas se conocía con el nombre de Pentecostés, palabra que
se origina, a su vez, de una palabra griega que significa “quincuagésimo” o “cincuentavo”. En el
Pentecostés del año 33, nuestro gran Sumo Sacerdote, Cristo resucitado, derramó su Espíritu Santo sobre
un grupito de 120 discípulos que estaban reunidos en Jerusalén. En virtud de este hecho se convirtieron en
“hijos adoptivos” y “coherederos con Cristo” del Reino que viene (Romanos 8:15-17). Se convirtieron en
“parte de una nueva creación”, en una nueva nación a la cual Pablo llama “el Israel de Dios.” (Gálatas
6:15-16)
Los dos panes que se mecían delante de Jehová en la fiesta de Pentecostés fueron una sombra
arquetípica de la congregación de discípulos cristianos. Debe recordarse que, en la simbología paulina, la
levadura es siempre un símbolo de la corrupción y del pecado que mora en la carne.6 Así, el hecho de que
el pan se horneara con levadura daba a entender arquetípicamente que dichos cristianos aún conservarían
la levadura de la corrupción y del pecado heredado por sus padres; pero a pesar de esto, podrían acercarse
a Dios sobre la base del sacrificio redentor de Jesucristo (Cf. Romanos 5:1,2). Ahora bien, ¿por qué dos
panes? Si nos seguimos guiando por la teoría de arquetipos, el que sean dos panes quizá quiera indicar que
los discípulos cristianos provendrían de dos grupos diferentes: primero de los judíos naturales y después de
los gentiles. Lo anterior se refuerza dado que los que “pertenecen a Cristo, son la descendencia de
Abraham”, y eso independientemente de si se es judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer. (Gálatas
3:26-29)

5
Ver además: Apocalipsis 20:1-3, 10.
6
La levadura simboliza la corrupción, ya desde el Antiguo Testamento. “La razón principal que hacía proscribir el pan fermentado
en la octava de Pascua y en las ofrendas […] era que la fermentación es una manera de putrefacción” (Vigouroux).
3
Estos panes se elaboraban con harina de las primicias de la cosecha del trigo. De la misma manera,
los nacidos de nuevo, los cristianos bautizados, son llamados “los primeros y mejores frutos de su
creación” (Santiago 1:18). Es decir, son los primeros a quienes se les perdonan los pecados mediante la
sangre derramada de Jesús. Y en esta posición, los nacidos de nuevo, que después serán, como cristo, los
hijos de Dios glorificados, pronto se les dará “autoridad sobre las naciones” para que las gobiernen “con
puño de hierro” (Apocalipsis 2:26-27), y verán como ‘el Dios de paz aplastará a Satanás bajo sus pies’
(Romanos 16:20). Y al menos de los judíos redimidos por Cristo, Juan dijo: “Son los que siguen al
Cordero por dondequiera que va. Fueron rescatados como los primeros frutos de la humanidad para Dios y
el Cordero” (Apocalipsis 14:4. Énfasis mío.).

“Por una fe inteligente…”

© 2002. La UCLi. México.


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