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Esta es una web compuesta por unos trescientos cincuenta archivos de texto y más de un centenar
de imágenes. Su contenido gira en torno a la historia, preferentemente del siglo XIX, aunque sin
olvidar otras épocas: historia moderna y siglo XX. Quien ha diseñado y redactado este conjunto es
un profesor del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Autónoma
de Barcelona, cuyos intereses académicos y docentes se orientan hacia la historia española y
europea del siglo XIX. Se puede obtener más información yendo a mi perfil profesional.
Desde su primera e incipiente versión en el verano de 1996, la web ha ido creciendo hasta
presentar los siguientes tres ámbitos bien delimitados:
la docencia, centrada en las asignaturas que he dado a lo largo de estos años:
programas, bibliografías, guiones, dossiers electrónicos y tests de autoevaluación
constituyen los materiales que aquí figuran, con la intención de aprovechar las
posibilidades que en este campo ofrece la red
los enlaces, una colección de cerca de 850 direcciones de historia, clasificadas,
comentadas y actualizadas de forma periódica, con la que intento facilitar a quienes
de una u otra forma están interesados por la historia el acceso a aquellas páginas y
recursos de historia moderna y contemporánea que considero más valiosos
los textos, publicaciones propias que giran en torno a la época revolucionaria y
napoleónica (1789-1815), relacionados con mi actividad investigadora y divulgadora:
una pequeña colección de artículos, libros y comunicaciones, descatalogados,
todavía no editados o aparecidos en ediciones de difícil acceso
Buena parte del material contenido en la web gira en torno a los siguientes tres temas históricos:
Curso 1997-98
1. Las divergencias en torno a la medición del crecimiento económico 2. Hacia una revolución
industrial menos uniforme, lineal y determinada por la tecnología
bibliografía
bibliografía
La historia de esta controversia (hasta 1975) se recoge en el libro editado por A. J. TAYLOR, El
nivel de vida en Gran Bretaña durante la Revolución Industrial (Madrid, Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, 1985), que sintetiza el estado de la cuestión en la "Introducción" e incluye las
principales aportaciones a la polémica hasta aquel momento, entre ellas Hartwell, Hobsbawm y
Thompson. Los años posteriores han estado caracterizados por los intentos de cuantificación de
las variables en juego, la atención a las variantes regionales, el análisis de indicadores no
económicos susceptibles de medición (especialmente la estatura) y una mayor atención a las
condiciones de vida de la mujer trabajadora. Algunas de estas orientaciones, junto a una síntesis
del tema, se encuentran en el cap. 1 de John RULE, Clase obrera e industrialización (Barcelona,
Crítica, 1990). Dos estados de la cuestión más recientes son los de FONTANA y CANALES, ya
indicados en en la relación de lecturas entregada con el programa. Pero, para un conocimiento de
primera mano, lo mejor es recurrir a algunos trabajos de investigación: desde el lado favorable a
una mejora de las condiciones de vida (especialmente de los salarios reales), el importante artículo
de P. H. LINDERT y J. W. WILLIAMSON, "English workers' living standards during the Industrial
Revolution: a new look", Economic History Review, 1 (1983), pp. 1-25, así como el de N. F. R.
CRAFTS, "Real wages, inequality and economic growth in Britain, 1750-1850: a review of recent
research", en P. SCHOLIERS (ed.), Real wages in 19th and 20th century Europe: historical and
comparative perspectives (Oxford, Berg, 1989), pp. 75-95 y el libro de J. G. WILLIAMSON,
Capitalismo y desigualdad económica en Gran Bretaña (Madrid, Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, 1987), que, aunque dedicado a estudiar la desigualdad (que considera que
aumentó a lo largo de la revolución industrial), dedica bastantes páginas a argumentar en favor de
la mejora de las condiciones de vida de la población trabajadora durante aquel período. Los
estudios sobre indicadores sociales arrojan algo de agua a esta descripción optimista. Como los
temas de que tratan son muy variados, valgan solamente a modo de ejemplo algunas referencias
de trabajos recientes en los campos de la estatura y el grado de alfabetización de la población.
Sobre el primer aspecto, el libro de R. FLOUD, K. WATCHER y A. GREGORY, Height, health and
history: nutritional status in the United Kingdom, 1750-1980 (Cambridge, C.U.P., 1990) y el
artículo de P. JOHNSON y S. NICHOLAS, "Male and female living standards in England and
Wales, 1812-1857: evidence from criminal height records", en Economic History Review, 3
(1995), pp. 470-481. Este último es también un exponente de la creciente atención a cómo vivía la
mujer trabajadora. Sobre los niveles de alfabetización, S. NICHOLAS y J. M. NICHOLAS, "Male
literacy, 'deskilling' and the industrial revolution, Journal of Interdisciplinary History, 1 (1992), pp.
1-18
TEMA 3. TRABAJADORES O CLASE TRABAJADORA
1. Thompson y sus críticos 2. La naturaleza del cartismo 3. Las razones del reformismo
postcartista: aristocracia obrera o pervivencia del legado radical 4. Fin de siglo: cultura y conciencia
de clase
bibliografía
Esta bibliografía no intenta ofrecer una lista seleccionada de títulos sobre la historia de la
población trabajadora y el desarrollo del movimiento obrero británico, sino solamente señalar
aquellos trabajos relevantes en función de su capacidad para provocar debates sobre los puntos
indicados en el guión de este tema. Entre las varias obras generales que pueden ser útiles para
proporcionar una visión general de la historia de los trabadores británicos, a tener en cuenta: E. H.
HUNT, British Labour History, 1815-1914, Londres, Weidenfeld and Nicolson, 1981, una amplia,
equilibrada y bien documentada síntesis. Si partimos de E. P. THOMPSON, lo mejor es empezar
con su obra más característica, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona,
Crítica, 1989, 2 tomos (1ª ed., 1963), de la que nos interesar en especial el "Prefacio", donde
explica su concepto de "clase". Una selección de los caps. del libro habría de incluir los caps. 7, 8 y
9 (componentes de la población trabajadora), pero es difícil separar partes. Para una síntesis
actualizada de los planteamientos de Thompson, y algunas de las líneas de crítica suscitadas
(hasta el final de la década de 1970), a tener en cuenta el cap. 6 de R. MORRIS, Class and class
consciousness in the Industrial Revolution 1780-1850. Posterior al libro de Morris, aunque
también con unos planteamientos afines a Thompson, es la obra de J. RULE, Clase obrera e
industrialización, cuyos caps. 11 a 14 describen la organización y movilización de la población
trabadora durante la revolución industrial. Reflexiones críticas en la estela de la obra de Thompson
se encuentran en H. J. KAYE y Keith MCCLELLAND (eds.), E. P. Thompson. Critical
perspectives, Londres, Polity Press, 1990. La discusión sobre la naturaleza del cartismo la reabrió
G. S. JONES, en un extenso artículo recogido en Lenguajes de clase (Madrid, Siglo XXI, 1989;
ed. inglesa en 1983), iniciador de lo que vendría a conocerse como "giro lingüístico", que acabaría
concediendo al lenguaje un papel decisivo en la construcción de las identidades colectivas (en
detrimento de las fuerzas económicas y sociales). Una crítica de este planteamiento se encuentra
en Neville KIRK, "En defensa de la clase. Crítica a algunas aportaciones revisionistas sobre la
clase obrera inglesa en el siglo XIX", Historia Social, 12 (1992; en inglés, 1987), pp. 59-100. En
años posteriores, la controversia entre oponentes y partidarios del "giro lingüístico" se ha venido
produciendo en parte a través de las páginas de la revista Social History, con intervenciones,
entre otras, de MAYFIELD-THORNE (1992, pp. 165-188) y KIRK (1994, pp. 221-240), ambas en
contra, y de VERNON (1994, pp. 81-97) y JOYCE (1995, pp. 73-91), en su defensa. El artículo de
JONES, "El proceso de la configuración histórica de la clase obrera y su conciencia histórica",
Historia Social, 17 (1993), pp. 115-129, es una aportación más en la línea de la "deconstruction"
de la clase como categoría de análisis histórico fundamentada en una realidad económica y social.
Por lo que se refiere al cartismo, alguna de las limitaciones del análisis lingüístico para dar cuenta
del contenido del movimiento han sido resaltadas por P. A. PICKERING, Chartism and the
Chartist in Manchester and Salford (Londres, Macmillan, 1995; especialmente el cap. 9) El
período que sigue al cartismo se caracteriza por el predominio de prácticas sindicales reformistas y
la supeditación política al partido Liberal. Para explicar este comportamiento HOBSBAWM
desarrolló la idea de la existencia de una aristocracia obrera (en sendos artículos incluidos en
Trabajadores, Barcelona, Crítica, 1979, cap. 12, y El mundo del trabajo, Barcelona, Crítica, 1987,
cap. 11), el estrato cualificado de los trabajadores que componía el grueso de la afiliación sindical.
Si se considera que el cartismo no se separó de los planteamientos del radicalismo, no resulta
anómala la presencia de prácticas reformistas ni la colaboración política con el liberalismo.
Argumentos en este sentido en E. F. BIAGINI y A. J. REID (eds.), Currents of radicalism
(Cambridge, C,U.P., 1991) y en P. JOYCE, Visions of the people (Cambridge, C.U.P., 1991), a
considerar en el marco del tema dedicado a la política. El desarrollo, desde fines de la década de
1880, de un sindicalismo más abierto, masivo y reivindicativo, influido por ideas socialistas y
propicio a la presencia política con voz propia de los trabajadores, ha sido considerado por
HOBSBAWM como una prueba de la madurez que la clase obrera, que ahora (y no durante el
primer tercio del siglo XIX) adquiriría una homogeneidad y unos perfiles culturales característicos
(1987, caps. 9-10). Aunque se han aportado pruebas en favor de esta homogeneidad (M. SAVAGE
y A. MILES, The remaking of the British working class, 1840-1940, Londres, Routledge, 1994),
también se ha señalado el carácter pasivo y claudicante de esta cultura obrera (JONES 1989, cap.
4) y, de manera más radical, se ha indicado que el desarrollo de una cultura material común a la
población trabajadora no se acompañó de una identidad de clase, sino de un interclasista
populismo (JOYCE 1991)
bibliografía
La burguesía ha sido objeto de menos estudios que los trabajadores, a pesar de que el siglo XIX
fue, indiscutiblemente, su siglo. Y no existe, para este grupo social, una obra equivalente a la de
Thompson. Tampoco existen obras de s¡ntesis sobre el conjunto de la burguesía británica de
proporciones adecuadas. Ante esta ausencia, quizá lo mejor sea comenzar por un libro general
sobre la burguesía europea del siglo XIX, a fin de disponer de una perspectiva comparada en la
que situar la homónima británica durante este período: J. KOCKA y A. MITCHELL (eds.),
Bourgeois society in nineteenth-century Europe, Oxford, Berg, 1993 (con aportaciones para
Gran Bretaña del propio Mitchell y de Hobsbawm). También dentro de este enfoque comparado
cabe mencionar sendas aportaciones de J. KOCKA "Estructura i cultura de la burgesia europea el
segle XIX. Reflexions comparatives des d'un punt de mira alemany", Recerques, 28 (1994), pp. 9-
22, y "The middle classes in Europe", Journal of Modern History, 67 (1995), pp. 783-806 , la
primera de ellas de interés metodológico, en la línea de este historiador alemán de combinar
elementos de Marx y de Weber.
Para precisar el concepto y características de esta burguesía, pero ya centrados en el caso inglés,
es útil la aportación de J. SEED, "From 'middling sort' to middle class in late eighteenth- and early
nineteenth-century", en M. L. Bush (ed.), Social orders and social classes in Europe since 1500:
studies in social stratification (Londres, Longman, 1992, pp. 114-135). D. WAHRMAN,
Imagining the middle class. The political representation of class in Britain, c. 1780-1840
(Cambridge, C.U.P., 1995), ofrece una perspectiva diferente: la de rastrear la aparición en el
lenguaje político de la clase media, una categoría mental de contenido cambiante a través de la
cual se organizarían y construirían las experiencias sociales. El eco de Jones es patente. Entre los
diversos trabajos que abordan las dimensiones y características de los variados componentes de
esta burguesía figuran los de W. D. RUBINSTEIN (parte de ellos incluidos en Elites and the
wealthy in modern British history: essays in social and economic history, Brighton, Harvester
Press, 1987), Y. CASSIS "Bankers in English society in the late nineteenth century", Economic
History Review (1985), pp.210-229 , G. CROSSICK (la introducción de este autor y las
aportaciones que figuran en el libro dirigido por él, The lower middle class in Britain 1870-1914,
Londres, Crom Helm, 1977) y T. R. GOURVISH, "The rise of the professions", en T. R. Gourvish y
A. O'Day (eds.), Later victorian Britain 1867-1900 (Londres, Macmillan, 1988), pp. 13-35. La
principal discusión, que afecta a la propia validez del concepto burguesía como entidad unitaria, es
la existente en torno a la división entre burguesía industrial y burguesía comercial y financiera, a su
vez en relación con la posible adopción de pautas características de la aristocracia, a tratar en el
último apartado.
Quien más persuasivamente ha argumentado en favor de la formación de una identidad burguesa
unitaria es R. J. MORRIS en Class, sect and party. The making of the British middle class,
Leeds 1820-1850 (Manchester, Manchester University Press, 1990), un estudio monográfico
centrado en Leeds en el que analiza la red asociativa que articula los diversos sectores de esta
burguesía. Otra monografía importante es la R.TRAINOR (Black country élite: the exercise of
authority in an industrialized area 1830-1900, Oxford, Clarendon Press, 1993). El más concreto
punto de los orígenes socioeconómicos del empresariado británico se desarrolla en F. CROUZET
(The first industrialists, Cambridge, C.U.P., 1985) y P. HUDSON (The genesis of industrial
capital: a study of West Riding wool textile industry c. 1750-1850, Cambridge, C.U.P., 1986)
Dos momentos importantes en la afirmación de esta burguesía y en la articulación de una alianza
con la aristocracia son la reforma parlamentaria de 1832 y el movimiento en favor de la abolición de
las leyes de cereales, a su vez objeto de diferentes estudios que no vamos a considerar aquí. Las
posiciones del empresariado británico durante las décadas centrales de la época victoriana se
abordan en G. R. SEARLE, Entrepreneurial politics in Mid-Victorian Britain, Oxford, Clarendon
Press, 1993.
Por último, la polémica sobre la adopción o no adopción por parte de la burguesía de formas de
vida típicas de la "gentry" ha dado lugar a una extensa literatura, a relacionar tanto con la
importancia a conceder a la burguesía de la "city" como con las causas del declive de la economía
británica. Argumentos a favor, en uno u otro sentido, en los trabajos de RUBINSTEIN, en S.
NENADIC "Businessmen, the urban middle classes, and the dominance' of manufacturers in
nineteenth-century Britain", Economic History Review (1991), pp. 66-85 y en P. CAIN y A. G.
HOPKINS, British imperialism: innovation and expansion, 1688-1914 (Londres, Longman,
1993). En contra, M. J. DAUNTON, "Gentlemanly capitalism' and British industry 1820-1914", Past
and Present, 122 (1989), pp. 119-158, y, con matices, R. TRAINOR (además del libro ya indicado,
colaboración en A. L. Beier, D. Cannadine y J. R. Rosenheim, The first modern society. Essays
in honour of Lawrence Stone, Londres, C.U.P., 1989: "The gentrification of Victorian and
Edwardian industrialists", pp. 167-197)
bibliografía
Para una visión general de la vida política británica es útil la síntesis de Stephen J. LEE, Aspects
of British political history, 1815-1914 (Londres, Routledge, 1994). Corona, Parlamento y Partidos
constituyen los tres elementos del sistema político británico durante el período. La primera es
analizada por D. CANNADINE, "The last Hanoverian sovereign?: the Victorian monarchy in
historical perspective, 1688-1988", en A. L. BEIER, D. CANNADINE y J. R. ROSENHEIM, The first
modern society (Cambridge, C.U.P.,1989, pp. 127-165). Un estudio reciente del funcionamiento
del Parlamento y de los partidos políticos, y de las relaciones entre ambos, es T. A. JENKINS,
Parliament, party and politics in Victorian Britain (Manchester, Manchester Univ. Press, 1996).
Las sucesivas reformas y el desarrollo de los partidos son uno de los temas más característicos de
la historia política británica sobre el siglo XIX. El libro de Robert PEARCE y Roger STEARN,
Government and reform, 1815-1918 (Londres, Hodder & Stoughton, 1994) es una breve
introducción a la primera cuestión, con enfoque pedagógico. Menos específicamente destinado a
estudiantes de historia, aunque también conciso, es Eric J. EVANS, Political Parties in Britain,
1783-1867 (Londres, Methuen, 1985). El período siguiente puede cubrirse con John BELCHEM,
Class, party and the political system in Britain, 1867-1914 (Londres, Basil Blackwell, 1990).
1.- Continuidad o ruptura. 2.- Costes y beneficios. 3.- Las fuerzas impulsoras del Imperialismo. 4.-
Popularidad de la ideología imperialista.
bibliografía
La expansión imperial británica puede seguirse en cualquiera de las dos siguientes obras: Michael
W. DOYLE, Empires, Ithaca, Nueva York, Cornell University Press, 1986; Ronald HYAM, Britain's
imperial century, 1815-1914 (Londres, Macmillan, 1993, 2ª ed.), y Bernard PORTER, The lion's
share. A short history of British imperialism 1850-1983 (Londres, Longman, 1984, 2ª ed.). Un
tercer libro, más dedicado a los aspectos interpretativos, es el que componen la colección de
ensayos editada por C. C. ELDRIDGE, British Imperialism in the 19th century (Londres,
Macmillan, 1984). Dos síntesis recientes son Andrew PORTER, European imperialism, 1860-
1914 (Londres, Macmillan, 1994) y Frank MCDONOUGH, The British Empire, 1815-1914
(Londres, Hodder & Stoughton, 1995); el primero abarca el ámbito europeo y se centra en las
interpretaciones del imperialismo; el segundo es más sistemático y se centra en el caso británico.
En español son útiles las páginas que le dedica V. G. KIERNAN, Esplendor y ocaso de los
Imperios Europeos, 1815-1960, Madrid, Ministerio de Defensa, 1990.
Lo de las fuerzas impulsoras del imperialismo admite una doble lectura: el carácter endógeno
(metropolitano) o externo (periférico) de los factores que sostuvieron e impulsaron la expansión
imperialista, una cuestión que se encuentra debatida en las diversas obras que tratan del
imperialismo, y que se reactivó con la aportación de GALLAGHER y ROBINSON, para quienes el
reparto de Africa tuvo mucho que ver con las condiciones (de inestabilidad) de estos territorios,
frente a las interpretaciones clásicas (Hobson, Lenin) del imperialismo como fenómeno originado
por la dinánima interna de las grandes potencias. Pero modernamente la cuestión de las fuerzas
que impulsan la expansión imperial se ha reactivado en el sentido de quiénes son los grupos
socioeconómicos que están detrás de ella. En esta línea es fundamental la aportación de P. J.
CAIN y A. G. HOPKINS, British imperialism: innovation and expansion 1688-1914 (Londres,
Longman, 1993), una defensa del papel del capitalismo comercial y financiero londinense y de las
conexiones entre esta oligarquía y la aristocracia terrateniente (de ahí que hablen de "gentlemanly
capitalism") en la expansión colonial, interpretación que ya habían avanzado en anteriores trabajos
("Gentlemanly capitalism and British expansion overseas", I (Economic History Review [1986],
pp. 501-525 y II (EHR [1987], pp. 1-26). Dos críticas recientes a este planteamiento se encuentran
en D. CANNADINE, "The Empire strikes back", Past and Present, 147 (1995), pp. 180-194, y en
G. INGHAM, "Britrish capitalism: empire, merchants and decline", Social History, 3 (1995), pp.
339-354.
La idelogía imperialista se extendió a partir de la década de 1870 por las Islas Británicas, al igual
que por el continente europeo. Se procuró servir de ella el poder como elemento de cohesión social
(socialmperialismo). Una buena introducción a esta tema en W. BAUMGART, Imperialism: the
idea and reality of British and French colonial expansion, 1880-1914, Oxford, O.U.P., 1982. En
el Reino Unido fueron sobre todo los conservadores quienes cultivaron la veta de un patriotismo
belicoso y expansivo (ya desde los tiempos de las guerras napoleónicas los gobiernos tories
habían recurrido a la propaganda patriótica) para asegurarse la popularidad, algo que era
especialmente necesario en tiempos de aumento del censo electoral. Disraeli hizo uso de ello
durante su mandato (1874-80) y se sirvió de la agitación patriotera ("jingoísmo") para contrarrestar
la movilización radical y pacifista despertada por su política de defensa de apoyo a Turquía en los
Balcanes (1876-78). Dos libros sobre el tema: Ann P. SAAB, Reluctant icon: Gladstone,
Bulgaria, and the working classes, 1856-1878 (Londres, Harvard Univ. Press, 1991) y R.
SHANNON, Gladstone and the Bulgarian agitation 1876 (Hassocks, Harvester, 1975), esta
última desde una perspectiva más estrictamente política. La actitud proimperialista siguió presente
entre los conservadores en las siguientes décadas, especialmente a través de Chamberlain, quien
unió defensa del Imperio con planteamientos proteccionistas y reforma social (E. H. GREEN, The
crisis of conservatism: the politics, economics and ideology of the British Conservative
party, 1880-1914, Londres, Routledge, 1995). Es tema debatido la capacidad de arrastre que la
propaganda patriótica e imperial tuvo sobre los sectores populares. Frente a la posición de Richard
PRICE (An Imperial war and the British working class, Londres, 1972; y "Society, status and
jingoism: the social roots of lower middle class patriotism, 1870-1900", en G. CROSSICK, ed., The
lower middle class in Britain 1870-1914, Londres, Croom Helm, 1977, pp. 89-112), que defiende
el no apoyo de la población trabajadora a la exaltación jingoísta y a la guerra boer, posiciones más
matizadas en A. SUMMERS, "Militarism in Britain before the Great War", History Workshop, 2
[1976], pp.104-123, y en H. CUNNINGHAM,"The language of patriotism 1750-1914", History
Workshop, 12 [1981], pp. 8-33). Del mismo CUNNINGHAM, The Volunteer Force (Londres,
Croom Helm, 1975). Pero quizá lo más interesante son los estudios que, bajo la dirección de John
M. MACKENZIE, están apareciendo en la Universidad de Manchester, y que subrayan la
penetración de una cultura imperialista entre los sectores populares (music hall, prensa, textos
escolares, literatura juvenil). Tres títulos sobre todo: Propaganda and Empire (M.U.P., 1985),
Imperialism and popular culture (M.U.P., 1986) y Popular Imperialism and the military
(M.U.P., 1991)
http://seneca.uab.es/historia/do3bib6.htm