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FOTOCOPIADO: CENCE otet ‘Seeanbibes tm Folio SF " te SE. Ioterzons ltnoamericans (© 2004 CésteAica (© 2004 Intrzona editor S.A, Lavalle 750, piso 19° srsvinterzonaediorscom ‘nfointrronaeditors com Dist: Tineo Comunicaién Imagen de apa: Fernanda Laguna, "Vos y yo" 2000, crlico sobre tela. Genilens Galeria Beller y Felicidad ISBN: 987-21014-6.9 Impreo en abil de 2008 ‘dota poi reproduce prc de ors, por eahyirmed proce sin perme pes dl eto 0 oe Tle Gece Nv Of, i 4, Coed de Buna ie Sac £500 cempees César Aira Yo era una chica moderna mayo qort ayn be Yo era una chica moderna, que salia mucho. Salia para mantenerme al tanto de lo que pasaba, y ademés porque ‘me gustaba, Tenia que compensar las horas que pasaba cencerrada en el trabajo. Siempre se estaban inauguran- do lugares nuevos, lugares tematicos... No es que fuera ‘a buscar chicos, era otra cosa. A veces, al revés, iba con algiin chico para sacérmelo de encima. Una vez, justa- ‘mente la noche que empez6 esta historia, fui a una dis- co mindscula, preciosa, intima, con un pibe que habia pasado la tarde del sébado conmigo. Yo todavia no lo sabia, pero ya estaba harta de él, aunque lo conocta de ese mismo dias es decir del dia anterior, porque todo em- ez6 a la medianoche. Le dije que queria ir a bailar, se- ‘gura de que habria conocidas con los que él podria ha- cer buenas migas. Efectivamente, mis predicciones se cumplieron: me enconteé con Aldo, Atilio, Anfbal... y Ada. Después de Ja excitacién de alguien nuevo, los amigos viejos me pa- recfan mas deseables, o mas divertidos, o més sdlidos. Era como si el pibe se disolviera, una pierna se le iba pa- ra un lado, un brazo para otro, la cabeza caia, un pie sa lia volando, =:Quién es? ~me pregunté Aldo. ¢Cémo se lama? 8___ Yours una ches moderna ‘Me molesta que me hablen en es0s lugares. A la mi- sica hay que cesperarla, aunque sea uma porquerta. Nun ca respondo a una pregunta, yen realidad ni siquiera las ‘ogo. Prefiero una comunicacién por gestos, por movi- ‘mientos, siguiendo la onda de la miisica. Eso de andar sgritindose al ofdo para hacerse entender, en las discos, es tuna pérdida de energia. ‘Ada bailaba con un chico alto y flaquisimo que me gust6, hasta que me di cuenta de que era el pibe que ha- bia ido conmigo. Yo me habia puesto un vestidito geis con breteles. Ada tenia una blusa fucsia, y una gorra Aldo una campera inflada roja que no se sacé. Lila de negro. El gato de azul. La falta de luz y de espacio transformaban todo. Una esté adaptada a cierto tipo de ambiente. En una disco tan pequefia “salir” a bailar era “en- rar”, Todos bailaban con todos, pero sin mirarse. Noté aque el pibe se sentia feliz de estar alli. Me dije que yo tam- bién debia sentirme feliz, ya que me daba lo mismo. En realidad no me senia feliz ni desdichada. Eso me hizo be- bery desencadené buena parte de lo que sucedi6 después ‘Terminé toda arafada, despeinada (igual levo el pelo ‘muy corto), con sustancias pegajosas én distntas pastes del cuerpo (que me costaba localizar) pero en mi cama, en medio de la mafiana. No recordaba nada pero las César Ain 9 conversaciones con Lila las recordaba perfectamente, hasta la Gltima palabra. a Xo borracha? Yo ebria? Yo amnésica? No, imposi- ble. Conociéndome, era imposible. Y sin conocerme también. Fra un espacio reciclado. Bl lustre que tenfan las pa- redes habia sido logrado.. con betin, Me lo dijo Aldo, aque era el duefo. Tenian terraza, 2 la que transportaban Jas macetas con plantas florida, de flores blanca, todas Jas mafianas para que tomaran sol. Iban a habilitar late raza también, para cocktails y recepciones, las noches de verano, ‘Me llev6 a la terraza a conocerla. Eso lo recuerdo. {Pero por qué “arafiada”? ¢Me habia agarrado un gato ‘montés, me habia reventado ea la caca una pifata de vi rio? Eso no lo recordaba. All ariba: bajo las estrellas, ambaleante por todo lo que habia bebido, me pregunt6 qué me parecia esta idea: mientras consegufan la plata para acondicionar la terra- za, de convenfa poner un czcuito de patinaje y alqular patines? :No seria peligroso? Miré por los bordes. Era un tercer piso, no crefa que hubiera mucho peligro, al con- trario, la aleura pode dale emoci6n. Me dio un poce vértigo,y ete que iba a vomicar. Con la excusa de ausi- liatme, se propas6 con fas manos. Con Aldo hiabiamos 10___Yoers una chica moderna sido compafieros de colegio, novios por un breve lapso, yo estaba orgullosa de que se hubiera asociado con perio- distas para abrir la disco més chica de Buenos Aires. Pe- +0 ng estaba enamorada de é1, nunca lo habia estado, ‘Todo el espacio alrededor alternaba entre edificios al- tos y bajos, y en el claro que dejaban los bajos se veia mas lejos alternar otros altos y bajos, y asi sucesivamen- te. Algunas ventanas estaban iluminadas, algunas se apa- gaban cuando las mirdbamos. Aldo tenia una camiseta negra pintada con lunas blancas. Recordé la primera vez que habia visto la luna, muchos aftos atrés. Debié de ser ese recuerdo el que me hizo olvidar todo lo demas, Aldo me miraba, y me dijo: “Hay dos lunas. ~iSi? @De veras? Una aqui, otra aquf ~dijo tocando con la punta del ddedo primero un vidrio y después el otro de mis anteojos. ‘Me parecié poético, y habria querido verme a mi mis- ‘ma, 0 que me sacaran una foro. Pero cuando buscamos {a luna en el cielo, no la encontramos. Por algtin motivo, segufa sintiendo las manos de Aldo en la piel, en los lu- ‘ares secretos de mi cuerpo donde me habia tocado. Una chiea alta, de pantalones muy ajustados, pelo rojo oscu- +0, medio dorado, con flequillo, los labios muy pintados, ‘me arrincon6 en la escalera, César ira 1 =Yo sé que s0s lesbiana. En Buenos Aires hay sola- mente dos esbianas, y vos sos wn. Dame un beso. “Yo no soy lesbiana -protesé-. Eso es una leyenda. “Yao sé. Insisté hasta eobarme un beso De pronto, en medio de una exquisita proliferacién de sexo, droga, alcohol, misica, flores, todos se estaban aburriendo. Mis amigos aparecan como realidades, no ‘como suefios. Quise decifle algo a Lila y la llevé a la ras- tra al bafio. (Yo habia venido directamente dela terran, ‘como una tromba.) =ZViste la chica alta, de flequillo, de jeans ajustados? Quiece acosarse conmigo. Lila puso ls ojos redondos como dos monedas. =zTe guste? “Me gusta més que los hombres, pero tego miedo de aque después dejen de gustarme las mujeres. Ela no es tna mje BS una cosa. “A mi me gusta muchisimo. Se llama Porfiria, es - mana, cuando era chica la afectaron las radiaciones de ‘Chernobyl y ahora no puede dejar de crecer. =Cémo la conociste? “Me la present6 Alo. ~eAtilio? Pero si Alo. iba a decir “Aiio no exs- te", pero me contuve, 12_Yoornuns ches modema Ela viv en Pris xu ci Vino lar una pe cl. Me ero preguntand vos ea lesbian mE au le ii! “Qs una leyenda Le misc ca atonadora. Media hora ah enzo cn ea ea de isfron yuna terminate srr, coe convuiones.Y yo pas tna hor, de unas de. Lo gue no comprendo eco se sir ls doce: se ca gue eng fc a ene moma paso de lo qe avanabn en ccustaniy pormals de modo que una hora se volvia media. * Porkia no vl hablar de sexo nia haceme pro povciones.Resedo gue en la ea me mote uo reader donde sla mis, aogaas ple pot hunazo, Lo enaba con uae loon, co ro anal bssando su coi en cl eee Er ho so, on olor yope spl La errs nab osrrsins, o ands haba enconsed ee un gue adem cabn ila en lca de wos dense ies la senor guna por un insti fase cia Mtn dele moss ne, gas clano me ex vce “Me pets vv ta ells “Las teri songu no quits Soy my pene, César Aa 13 ‘como todos los europeos. Pero tené en cuenta lo siguien- te, para ahorearte problemas: son peliculas al reves: n serio? Si, son peliculas de oscuridad, que se proyectan so- bre la luz, ‘Nos fuimos en dos taxis, «lo de Ada. Cuando llega mos me di cuenta de que Lila no habia venido con noso- ‘wos. Les dije que volveria a busearla. Se elevaron voces de protesta. Decian que era algo nunca visto, volver « tuna disco después de haberse ido. Cort! y enconteé al ta- xista en la puerca, Por suerte se habia demorado contan- do la plata, ordenando los billetes en su carterita, me su- bia su auto como una flecha y le dije que volviera al si- tio donde lo habiamos tomado. No se acordaba cual era. Yo menos. Pero fuimos, y lo encontramos. Si alguna ver estas paginas eaen bajo la visa de algin leetog, le doy un consejo: nunca intenten volver, en medio dela noche inmensa de Buenos Aires, la disco mas peque fa, Sies la més grande, si. Pero la mis chica, io sue. Es como tratar de atrapar un tomo en el fondo del maz Guando el taxi pacti6, en mi cerebro habia, a modo de despedida, un par de ojos tristes: los de Porfiia a i- fia que nunca dejaria de ezecer hasta que la cabeza fe le- sara alas nubes. Parecfan decirme: no volveremos a ver- nos. Es tu decision, no l 14 Yoers una chica moderna sa noche sofié que estaba en una especie de feria ‘con una chica muy parecida a Lila, aunque no era Lila, charlabamos y nos refamos, muy buena onda... Se acer- caba una definicién, y al pasar por un cabertizo, con to- da la intencién de entrar y quedar al abrigo de las mira- das, yo miraba adentro buscando una excusa plausible, seitalaba unas piedritas en el suelo y le decia: “Entremos aqui, que quiero ver esto.” Ella me precedia, riéndose; Sbamos hacia un rincén y yo la tomaba en brazos y la besaba en la boca. Ella me abrazaba con una sonisa, y decia algo que significaba “por fin”. Lo mismo signifi- caba la avidez con que me metia la lengua en la boca. Pero, qué curioso para un suefio erético, yo no tenia tiempo de disfrutar de ese beso; o silo disfrutaba, no me acuerdo, Se habia metido en el cobertizo un cura, alto y flaco, de sotana negra, y se ponia a arreglar algo en la cama; el lugar era muy chico, ademas de precario; ape- nas entraba la cama, y habia un espacio estrecho entre Ja cama y la pared, que era donde estabamos y donde evolucionaba el cura. La abertura por la que habiamos entrado no tenia puerta, Era la celda pobrisima, mas ‘que austera, miserable, de ese cura. Como sucede en los suefios, yo era yo, pero el otro ppersonaje, esa chica parecida a Lila, era una condeuisa- ‘in de muchos. Podria nombrar ademas de Lila a otras Csr Aira 15 tres 0 cuatro chicas (Ada, Amanda, Celia, Evelina) de las ‘que habia tomado algo. Pero lo que no dejaba lugar a du- das es que era una chica, no un chico. Y yo nunca habia tenido suefios eréticos con chicas. Me pregunté si no ha- brfa un deseo homosexual oculto en mi, desconocido pa- +a mi misma. Quizés la leyenda de la que Porfiria se ha- hecho eco era el eco de una realidad en la.que yo par- ticipaba sin saberlo. Como si alguien estuviera escribien- do mi vida, y le ocultara algunos datos a los lectores, y ‘yo, aun siendo la protagonista, fuera también un lector. Estas explicaciones que trataba de darme, en mi per~ plejidad, despertaron un oscuro recuerdo del sueiio que no habia romado en cuenta aunque habia estado presen- te todo el tiempo: yo no era exactamente yo, sino un hombre, un escritor famoso, y esa chica plural y sonrien- te una lectora, deslumbrada por mi fama y mi persona: lidad, Peso por supuesto, era imposible. Lo anoto antes de olvidarme. iW Lo que nos habia extraviado a Lila y a mi esa noche era Ja extensién sin accidentes del abursimiento. Yo nunca ime abucro, tengo ese don. Pero a veces, sobre todo cuan- do-una esté en grupo, el aburrimiento se hace objetivo y entonces no hay cémo resstirlo: hasta yo me vuelvo un objeto mas, una cosa inerte, un mufieco de loza, El tiem- po se vuelve una planieie blanca, no hay un plegamicn- to, un érbol, no hay marcas por las que una pueda com- probar que por ahi ya paso. ‘Durante el viaje en taxi se habia largado a lover Lila es- taba invtada al cumpleaiios de Ada, por eso se habia sepa ado del grupo. En realidad yo también estaba inviteda ‘Ada nos habia invitado a ls ds juntas, quieds suponiendo ‘que sino iba una no iba Ia otra. Pero yo me habia olvida do completamente Le dij a Lila ene eaxi, que ya habia bebido demasiado, era imposible que pudiers beber mas por esa noche, empezaba a olvidarme de todo. ~2¥ yo? -me dijo, ~2Vos qué? “Estoy borracha, Lo estar de veras? Cuando me lo dijo nd-me pare id nada raro, pero después si, me pareci6 rarisimo. La liuvia arreciaba, las calles empezaban inundarse, ¢ 18 Yours una chica moderne César Ava 19 agua sonaba como un tambor en el techo del taxi. Ada vivia en un departamento en la avenida Cérdoba. Deci- dimos entrar ala fiesta empapadas, tomadas de la mano, chorreando como drboles, el pelo pegado al erineo, Lila su pelo rubio, yo el mio negro, y abonar el mito salvaje de las dos amigas inseparables que se quieren y compas- ten sus novios sin celos ni envidias. Pero en el departamento de Ada no habia nadie. Es tuvimos tocando el portero eléctrico un rato, y después

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