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Una pequeña reflexión cruquiana.

Sobre los centros regionales y la misión universitaria.

Quisiera orientarme, mas allá de mis limitaciones y penas personales, hacia la búsqueda de respuestas
sobre nuestro futuro como instancia académica dedicada al trabajo universitario en agronomía, ciencias
agrícolas, agrarias, desarrollo rural o lo que mas se acerque a la definición de la realización de estudios,
docencia e investigación en y con los agentes o actores del llamado sector primario de la economía,
donde se ubica la agricultura en su concepción amplia.
Recalco, TRABAJO UNIVERSITARIO, por aquello de que a veces nos confundimos con el trabajo
que le compete a las agencias gubernamentales del sector en los horizontes convencionales del
pensamiento burocrático desde el poder. El TRABAJO UNIVERSITARIO, tiene por compromiso
esencial la contribución al entendimiento de los fenómenos, digamos, hechos, humanos y naturales,
desde la perspectiva de la ciencia como premisa básica, pero sin cerrarse a la comprensión de otras
formas de acercarse al conocimiento de la realidad, y en su caso buscar su validación, para difundir,
divulgar, enseñar, informar, transmitir, educar, formar, con esta perspectiva a la sociedad de la que
forma parte y a la que se debe y con la que interactúa. Bajo estas consideraciones, las exigencias del
trabajo universitario se centran en la búsqueda de una concepción del mundo desde una visión integral,
antidogmática y por lo tanto abierta a la discusión, a la discrepancia y al diálogo constructivo al interior
y sobre todo al exterior de los recintos propiamente universitarios, la universidad debe acompañar y
mantener la conciencia crítica de la sociedad, debe estrechar su relación con la cotidianeidad pero con
la visión histórica y ubicar los problemas y vías de solución, respondiendo con programas de enseñanza
acordes con esa necesidad de que la ciencia y el conocimiento sean para todos y para mejorar la vida de
los seres humanos. Debe entonces armonizar el interés por la profundización de los conocimientos pero
estar siempre alerta de su aplicación adecuada, hay en esto un imperativo ético que no puede ser
soslayado al momento de abordar la formación de individuos que construyen el futuro de ellos y del
conjunto social.
Hay algunas interrogantes que hacerse: ¿La Agronomía está en el horizonte de la enseñanza
universitaria en México? ¿Que tanto se ha respondido al reto de contribuir a mejorar la agricultura o la
vida rural en el país? ¿que niveles de comprensión hemos alcanzado sobre los problemas que enfrenta
la agricultura nacional, regional, local? ¿que tanto se ha dejado aquella enseñanza “libresca” a la que se
aludía hace mas de treinta años? etc...etc..
Tratar de contestar estas y otras muchas preguntas que de seguro surgen cuando uno se pone a pensar
en el trecho andado, no es fácil sin la tentación de caer en los lugares comunes de la crítica adversa de
que no hemos cumplido con la tarea, de que hay quienes tienen la culpa de lo que nos pasa o de que no
hemos podido encontrar a los líderes “gurus” que necesitamos etc. etc..... Y ahora, todavía más, nos
regodeamos haciendo agendas de investigación, planeaciones estratégicas, asambleas, congresos de
desarrollo y lo último …...congreso general de centros de nuevo. ¿ nos mueve todavía la reflexión
sobre nuestro quehacer como universitarios? O ¿hemos alcanzado tal grado de conformismo que ya ni
nos ocupa el pensar y menos actuar en la transformación del medio rural de este país?....creo
optimistamente que aún estamos a tiempo de rescatarnos como proyecto original y originador de otros,
que hagan visualizar un futuro por lo menos decoroso de nuestra instancia.
Para esto es menester expresar nuestro refrendo en la tarea básica como profesores investigadores
UNIVERSITARIOS, resumida en los siguientes puntos:
1. Adquirir y contribuir al conocimiento teórico-práctico sobre el medio rural desde una visión
integradora con todas sus complejidades.....ser investigadores.
2. Prepararnos en las formas y contenidos de la enseñanza....ser profesores. Ser y estar dispuestos
a construir conocimientos como facilitadores del proceso educativo con estudiantes de todos los
niveles formales e informales, preparados para la vida.
3. Saber integrar las famosas funciones universitarias en propuestas académicas dinámicas, a
través de la formación de equipos que se mantengan en el dialogo abierto y actualizado con las
realidades científico sociales del país.
En otras palabras, buscar otras percepciones de la realidad convencional a que nos ha llevado la
agronomía clásica dominante en el siglo XX e iniciada con los enfoques cartesianos del cientifismo
positivista. Desfilan ante nuestros ojos las rupturas epistemológicas en variados campos del saber y
hemos sido muy parcos y poco comprometidos para encontrar nuevas rutas para el desarrollo del
conocimiento en el ámbito rural. Por ejemplo los avances en el conocimiento integrado en ecología; los
descubrimientos y avances de la genética y las repercusiones bioéticas de su aplicación a la producción
de alimentos; los avances en los enfoques participativos hacia la democratización del desarrollo local;
las críticas al crecimiento económico como base ideológica del progreso y desarrollo; los retos
ambientales de un cada vez mas claro cambio de los climas del planeta, que afectarán indudablemente a
los procesos de producción agrícola; la gran discusión sobre los sistemas agroindustriales o
agroalimentarios corporativizados que nos son impuestoas como la base de la alimentacion humana; la
búsqueda de alternativas como la agroecología que se va convirtiendo en un sólido planteamiento para
el futuro de la produccion agrícola y que recoge y actualiza un viejo anhelo: el de basar el avance del
conocimiento agrícola-agrario-agronómico en la propia experiencia de los pueblos; el gran avance en
los sistemas de obtención de información geográfica que hace del análisis regional un paseo por la
historia ambiental de los paisajes agrícolas-agrarios, nos puede proporcionar visiones en el tiempo y de
coyuntura de como las regiones agrícolas llevan su dinámica y se redibujan cotidianamente; la
significancia política de la agricultura en una sociedad agraviada como la mexicana que no ha podido
emerger en horizontes de igualdad por la grosera diferenciación social y económica que nos oprime y
deprime sobre todo en la sociedad rural, presa de la inseguridad y el narcotráfico. Por otro lado nuestra
marginación consciente o inconsciente de las discusiones de las concepciones sobre la complejidad en
las ciencias, y de los modelos emergentes de análsisis como el de la sociedad del riesgo, los diálogos de
saberes y de las iniciativas educativas que parten del reconocimiento de la flexibilidad y adecuacion de
programas acordes con las necesidades reales de los individuos.....en fin.... alejamiento de las miras, de
las que quizás nunca nos apropiamos en todo su compromiso, de contribuir al desarrollo conceptual,
educativo, de la UACh y de la propia agronomía, que nos dan claras señales de que nuestros derroteros
han de modificarse.
Modificarse en un perspectiva mas claramente definida de nuestra misión educacional en y hacia el
sector rural, necesitamos transitar de los planes y programas clásicos hacia novedosas opciones que
comprendan por lo menos lo siguiente:
1. Que la formación sea un compromiso del propio estudiante en el diseño curricular de su
conocimiento útil y de los profesores que le facilitarían el camino, en una relación estrecha de
preparación para los retos que implica la vida laboral basada en la producción agrícola en
sentido amplio.
2. Proporcionar las facilidades para que la enseñanza sea a través de una experiencia de
integración con equipos humanos en la resolución de problemas reales y que parta del propio
conocimiento del estudiante para enfrentar su solución, con el apoyo de los profesores a su
disposición.
3. Partir de tres pilares básicos que agrupen el conocimiento para desarrollar una propuesta que se
irá afinando durante la estancia de aprendizaje: El funcionamiento de la naturaleza, el
funcionamiento de la sociedad y las estrategias para instrumentar un proyecto de vida integral a
nivel individual, empresarial o con grupos sociales.
La idea subyacente a estos planteamientos, es que diseñemos programas lo suficientemente flexibles y
sólidos conceptualmente, para que el egresado cuente con las herramientas, conocimientos y criterios
para echar andar una forma de producción agrícola al nivel que él defina, que puede ser con un ejido,
unión de productores o simplemente como una empresa agrícola, o continuar con su exploración
cognitiva en estudios posteriores, pero que le garantice un “modus vivendi” en el medio rural, con el
compromiso de contribuir con su ejemplo y experiencia a que otros continúen con la responsabilidad
social de la producción de alimentos sanos y convenientes para que la agricultura se reinvindique en la
sociedad “modernizante” que nos trata de englobar.
Asi de utópico, como quizás se vean estas pequeñas reflexiones, podemos decir que ya hay
experiencias en el mundo que apuntan a cuestiones como las que por lo menos deberíamos detenernos a
pensar.
Gracias y un saludo fraternal.
Angel santos Ocampo.
Morelia Michoacán 5 de febrero de 2010.

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