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Tecnociencia - Entrevista - Francisco J. Ayala http://www.tecnociencia.es/entrevistas//fyala/entrevista1.

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Si hay alguien en el mundo que sepa de evolución, ese es sin duda Francisco J. Ayala. Este biólogo
español, nacido en Madrid, lleva más de 30 años trabajando en Estados Unidos, donde se sitúa
entre los primeros puestos en el mundo de la ciencia. No en vano revolucionó la teoría de la
evolución al ser pionero en la aplicación de la biología molecular a la investigación de los procesos
evolutivos, mejorando considerablemente nuestra comprensión del origen de las especies, la
diversidad genética y la estructura de poblaciones. Aunque su contacto con la ciencia no se limita al
ámbito de la investigación, ya que también ha participado activamente en política científica
internacional, educación y divulgación. Y por si todo esto fuera poco, se le considera uno de los
fundadores del floreciente campo de la filosofía de la biología.

Pregunta. Desde que Charles Darwin publicó en 1859 "Sobre el origen de las especies", ¿han cambiado mucho
nuestros conceptos sobre la evolución?
Respuesta. Sin duda. El estudio de la evolución ha avanzado muchísimo, aunque el principio de selección natural, que es el
concepto más básico propuesto por Darwin, sigue vigente. Para que se haga una idea, el cambio es similar al que ha
experimentado la física desde tiempos de Newton. Podríamos pasarnos horas hablando de los nuevos descubrimientos, pero
hay algunos especialmente importantes. Por ejemplo, durante mucho tiempo se conocía sólo la existencia de un tipo de
organismos, los eucariotas, entre los que se encuentran animales y plantas. Ahora sabemos que hay tres formas
radicalmente diferentes de vida: eucariotas, bacterias y arqueas. Los dos últimos son mucho más diversos y abundantes en
términos tanto de número de individuos como de biomasa. Eso nos resulta extraño porque no los vemos, pero las bacterias
viven incluso por debajo de la superficie terrestre. Los evolucionistas han conseguido reconstruir la historia de cómo se
originaron estas tres formas de vida y la biodiversidad dentro de cada grupo.

P. Y sin embargo una de las grandes preguntas que los científicos aún no han logrado responder es cómo y
dónde surgió la vida en la Tierra. ¿Alcanzaremos algún día la respuesta?
R. Claro que sí. En el momento actual hay varias teorías sobre el origen de la vida, y alguna de ellas nos permitirá averiguar
cómo se inició. Sabemos que la vida apareció hace aproximadamente 3500 millones de años, es decir, 500 millones de años
después que la Tierra. Los avances más recientes indican que probablemente las moléculas iniciales fueron moléculas de
ARN que podían, además, tener funciones enzimáticas. También parece evidente que todos los seres vivos actuales
convergen hacia un origen único: una forma de vida que, aunque pudo coexistir con otras, fue la única que dejó
descendientes.

P. La Genética y la Biología Molecular, dos disciplinas desconocidas en tiempos de Darwin, han tenido mucho
que ver con el conocimiento actual de la evolución.
R. En efecto. Darwin supuso la existencia de una variación que es hereditaria. Pero desconocía como se originaba esa
variación, eso que conocemos como mutaciones, o cuál era el mecanismo de la herencia. Hoy sabemos que la herencia está
determinada por la secuencia de letras en el ADN. Y hemos averiguado cómo éste se expresa en el organismo,
traduciéndose primero a ARN, que luego se expresa en proteínas que forman la estructura principal del organismo y son las
que llevan a cabo las funciones vitales - las enzimas o fábricas -. De esta forma podemos entender mejor la evolución.

P. A pesar de que la evolución es una de las teorías científicas más contrastadas de todos los tiempos, en
Estados Unidos existe una pugna intelectual entre los evolucionistas y los creacionistas. Hace poco la Junta
Educativa de Kansas aprobaba la enseñanza de la llamada teoría del "diseño inteligente". ¿Cómo ha vivido estos
acontecimientos?
R. Estados Unidos tiene una tradición religiosa fundamentalista muy fuerte. Hay que tener cuenta que parte de este país fue
fundado por grupos cristianos que habían emigrado desde Inglaterra y Holanda precisamente porque allí eran perseguidos
por ser activistas. Los evangelistas, sus herederos, están convencidos de que la ciencia es materialista, un naturalismo que
pretende excluir a Dios del mundo. Y quieren que las ideas de la presencia divina se introduzcan en las escuelas. A mí y a la
mayoría de los científicos no nos parece correcto introducir ideas religiosas dentro de las clases de ciencia.

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P. Como pretenden los creacionistas…


R. Así es. El "creacionismo literal", fundamentado en la interpretación literal de la Biblia, sostiene que el mundo fue creado
hace 6.000 años y que todo lo que vemos es fruto del diseño de un creador inteligente. Estas ideas no son teorías científicas
y, por lo tanto, deberían enseñarse en clases de religión o de filosofía. Y debo añadir que a mí los conceptos de diseño
inteligente me parecen muy mala teología, además de ser mala ciencia.

P. ¿En qué sentido?


R. Implican que el diseñador inteligente es un Dios perverso e incompetente. Si nos fijamos en los humanos, por ejemplo,
vemos que nuestra mandíbula no es suficientemente grande para dar cabida a todos los dientes, e incluso tenemos que ir al
dentista para sacarnos las muelas del juicio. Tampoco es adecuado el diseño del canal de natalidad humano, demasiado
estrecho para que pase con holgura la cabeza del neonato, lo que ha provocado la muerte de millones de niños a lo largo de
la historia. Un ingeniero que hubiera creado un diseño así habría sido despedido inmediatamente. El diseño incompetente es
lo que uno espera de la selección natural, que va cambiando las cosas poco a poco dependiendo de mutaciones, de cambios
que son favorecidos o no según dejan más o menos descendientes. El resultado son organismos adaptados al ambiente, que
funcionan correctamente, pero no del mismo modo que si hubieran sido diseñados por un ingeniero, que hace diseños lo
más adecuados posible desde el principio.

P. Eso cabría esperar…


R. Tampoco tiene sentido desde el punto de vista de un diseñador inteligente que el brazo humano, la pierna delantera de
un perro, el ala de un murciélago y la aleta delantera de una ballena tengan las mismas estructuras óseas. ¿Qué ingeniero
crearía ruedas y alas con las mismas estructuras? Sin hablar de todo el parasitismo, incluso del sadismo, que existe en los
seres vivos. Atribuirle eso a Dios es considerarlo cruel y por lo tanto es una blasfemia.

P. Otro asunto que ha estado rodeado de polémica recientemente en Estados Unidos es el uso de células madre.
R. El gobierno de Bush, políticamente conservador y apoyado por cristianos fundamentalistas, sostiene que para estudiar
con células madre se deberían usar los embriones que ya estaban en uso hace 3 ó 4 años. Pero sólo en lo que respecta a
fondos públicos del gobierno federal. Con fondos privados, en este país se pueden hacer estudios con células madres
empleando embriones "nuevos" con total libertad. Además, en Estados Unidos solemos encontrar un gran contraste entre
los estados individuales y el gobierno federal. De hecho en el Estado de California aprobamos hace unos meses un
presupuesto de 3.000 millones de dólares para dedicarlo a investigación con células madres.

P. En su opinión, ¿se convertirán estas células en la panacea de la medicina del futuro?


R. Posiblemente. La razón por la que las células madre son tan prometedoras es que pueden dar solución a problemas en el
desarrollo de los organismos que, aunque en apariencia son bastante sencillos, traen de cabeza a los científicos. Por
ejemplo, si nos hacemos un corte en la mano los tejidos se cicatrizan y se cierra la herida. Sin embargo, si nos dañamos un
nervio los tejidos nerviosos no se regeneran. Si averiguamos cómo hacer que las células nerviosas humanas se multipliquen
podrían curarse los miles de parapléjicos que hay en el mundo, así como enfermedades neurodegenerativas como el
Parkinson o el Alzheimer. En principio, parece que la respuesta podría estar en las células madre. El tiempo nos dirá si es
así.

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P. Los avances de las ciencias biológicas suelen ir acompañados de un debate bioético. ¿Es la ética otra
consecuencia de la evolución?
R. La ética es un atributo propio de los seres humanos que, claramente, depende de nuestra inteligencia avanzada, que es
la que nos da la posibilidad de anticipar las consecuencias de las acciones. No puede haber moralidad sin esta capacidad.
Apretar el gatillo de una pistola no es por sí mismo una acción moral. Se convierte en una acción posiblemente inmoral si lo
hago con la intención de matar a una persona, porque puedo anticipar que al apretar el gatillo la bala va a matar a mi
enemigo.

P. En cierta ocasión definió usted como analfabetos científicos a "quienes carezcan de los conocimientos
suficientes para poder responder a los planteamientos técnicos que influyen de forma significativa en nuestra
vida cotidiana y en el mundo de la actividad política". ¿Cómo está la sociedad actual de alfabetismo científico?
R. Terrible… Hay un gran analfabetismo científico en todo el mundo. En general, hace falta impulsar la educación científica
por tres razones fundamentales. En primer lugar ayuda a tener una vida satisfactoria en el mundo moderno, que es un
mundo altamente tecnológico. El segundo motivo es que favorece la búsqueda de empleo y, para un país, el avance
industrial. Finalmente es importante para tomar decisiones con respecto a las actividades públicas y políticas. Muchas de
las propuestas que hacen los gobiernos y las leyes que dictan tienen implicaciones científicas y tecnológicas muy
importantes que debemos entender.

P. ¿Qué papel juegan en todo esto los medios de comunicación?


R. Inicialmente, la educación científica tiene que ser impartida en las escuelas, pero cuando este período termina depende
casi totalmente de los medios de comunicación. En este sentido también se observa una gran deficiencia. Los periódicos, la
televisión y la radio ofrecen pocos contenidos científicos. La ausencia de secciones de ciencia en la mayoría de la prensa
contrasta con que dediquen una sección semanal, a veces diaria, a la astrología. Una situación que podría calificarse de
lamentable, si no vergonzosa.

P. Usted mantuvo un estrecho contacto con la prensa como presidente de la Asociación Americana para el
Avance de la Ciencia (AAAS), que publica la revista Science, entre 1993 y 1996.
R. Sí. Durante ese tiempo establecí diálogos con directores de periódicos y medios audiovisuales estadounidenses. El
argumento con el que la mayoría de ellos - con excepciones notables como el New York Times - justificaban la falta de
contenidos científicos era que los anunciantes no quieren publicitarse en las páginas o programas de ciencia, porque
consideran que no despiertan el interés en el público. Esto crea un círculo vicioso: la gente no ve ni lee ciencia porque
carece de una base de educación científica, y los medios no desarrollan contenidos de ciencia porque no interesan a la
gente. Y es necesario estar informados porque la ciencia sigue avanzando.

P. Hemos hablado de la revolución que produjo Darwin. Antes había sido Copérnico con su teoría heliocéntrica.
¿Es previsible que asistamos pronto otra revolución científica de esta magnitud?
R. En cierto sentido diría que no. La revolución copernicana se entiende muchas veces como el hecho de desplazar a la
Tierra de ser el centro del Universo a ser un planeta más girando a través de una estrella típica. Y la revolución darviniana
como la pérdida de la posición central del hombre dentro de la vida en la Tierra para convertirse en una especie más. A mí
me parece, sin embargo, que lo importante de la revolución copernicana fue que permitió entender la realidad material en
términos científicos, con teorías universales que se pueden comprobar empíricamente por medio de experimentos.
Copérnico se dejó fuera de esta explicación a los seres vivos, y Darwin vino a completarlo, de tal forma que desde
entonces tanto la realidad orgánica como la inorgánica pueden ser explicadas desde la ciencia. Después ha habido otras
revoluciones científicas también importantes, como la teoría de la relatividad o el descubrimiento del ADN. Y, en mi
opinión, actualmente los científicos se enfrentan a tres grandes cuestiones científicas sin resolver: la transformación de
huevo a adulto, la transformación de cerebro a mente y la transformación de antropoide a humano.

P. ¿En qué consisten? 3

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R. La transformación de huevo a adulto se trata de cómo una información contenida linealmente en el ADN se convierte en
una realidad cuatridimensional: un organismo adulto complejo que "vive en el tiempo". La transformación de cerebro a
mente tiene que ver con la forma en que las transmisiones químicas y eléctricas de neurona a neurona se convierten en
pensamientos, ideas, imágenes,… que conforman la conciencia individual. Y la transformación de antropoide a humano
tiene que ver con explicar cómo una diferencia del 1.5 al 2% del ADN genera las grandes diferencias que observamos entre
los monos y los humanos, en concreto nuestra inteligencia y, asociada con ella, las creaciones sociales, políticas, artísticas,
literarias, científicas,…

Recientemente el periódico The New York Times apodaba a Francisco J. Ayala (Madrid, 1934)
como el "Hombre del Renacimiento de la Biología Evolutiva". Y no le faltaban motivos.
Investigador incansable, no sólo ha hecho importantes aportaciones a lo largo de su trayectoria
en la genética de poblaciones y la evolución biológica, incluyendo el origen de las especies, la
diversidad genética de los organismos, el reloj molecular de la evolución y la evolución
humana. También ha contribuido al estudio de uno de los grandes males de la humanidad, la
malaria. No menos importantes son sus incursiones en el ámbito de la filosofía de la biología, la
bioética o el intenso debate sobre la relación ciencia-religión. De todo ello ha escrito
prolíficamente en más de 860 artículos y dos decenas de libros. Tareas que ha compaginado
con una vocacional labor docente.

Doctorado por la Universidad de Columbia en 1964, el profesor Ayala ha sido presidente de la


American Association for the Advancement of Science, de la Society for the Study of Evolution y
del Board of Biology del National Research Council. Formó parte activa del Consejo de Gobierno
de la National Academy of Sciences, del Consejo Nacional sobre el Genoma Humano de Estados
Unidos, del Comité Científico Ejecutivo de la Environmental Protection Agency, de la Comisión
de Ciencias Biológicas del National Research Council y del Consejo Nacional de Ciencias Médicas
Generales de los National Institutes of Health.

Además de ser integrante de diversas asociaciones científicas de Estados Unidos, Francisco J. Ayala es miembro
extranjero de la Real Academia de Ciencias de Madrid y de la Academia de Ciencias de Rusia. Entre otros
reconocimientos ha recibido la Medalla de Honor de Oro de Mendel de la Academia Checa de Ciencias, el premio a la
Libertad y Responsabilidad Científica y la Medalla del College de France, y la Medalla Nacional de la Ciencia en
Estados Unidos.

Su relación con España sigue siendo intensa a pesar de llevar afincado más de treinta años en Estados Unidos.
Muestra de ese vínculo son los títulos de Doctor Honoris Causa concedidos por la Universidad Complutense de
Madrid, la Universidad Central de Barcelona, la Universidad de León, la Universidad de Valencia o la Universidad de
Vigo, entre otras.

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