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SARTRE: DEL YO TRANSCENDENTAL A LA CONCIENCIA SIN YO Amparo Arifio Verda Abstract, Sartre rejects the Husser's «transcendental Ego». Sartre thinks that conscious- ness is pure «intention, and is empty of all content. Because of it consciousness feannot contents an «ego». Consciousness is self-origin. Thus the Ego cannot be ‘onsciousness’s origin. For Sartre the «ego» -the «l>- is a production of the cons- ciousness’s activity. And so appears the I for the adequate reflection. The active feonseiousness, the genuine conscioustess is «inéféchie» and impersonal. During infaney there are only «ifléchie» consciousness. When the rellexive activity of the consciousness begins, the consciousness produces the «I>. The «l» i the perpetually unfinished total form its past activity. But the inadequate reflection confuses cons~ ciousness with 1 1. La critica surtreana al «Yo transcendental» de Husserl La idea de que la conciencia orignara, la conciencia genuina, es impersonal la expuso Sartre por primera vez en La tanscendance de Ego. Esta obra eserita por Sarire en 1934, durante su estancia ex Berlin pare estudiar la fenomenologia hus- serliana- result dterminante para toa su obra posterior, ya que en ella se esboza la que ser a idea sartreana de concienca En La transcendance de Ego Sarre critica la idea husseliana de un yo tans- éendental que permanece ms alé de a conciencia y ue parece produc, sendo fl mismo tiempo, una estructura suya «Después de haber considerado que el Yo ‘ra una produccién sinttica y tanscendente de la conciencia (en las Investigaciones ‘Logias) -dice- (Husserl) a vuelto, en la Teas, la tess clisica de un Yo trans- condental que se encontrara detrés de toda conciencia, que seria una estructura necesaria de esis coneiencas, uyos rasgos (Ista) carian sobre todo fenémeno due se presentasc en cl campo dela atencin. De este modo, la concienciatrans- endental se hace Figurosamente personal. "ra wancendence de Ego, p20. rrr} AGORA 10 (1991): 119.127 ( Univemidade de Santiago de Composela Por su parte, Sartre trata de llevar la reducci6n fenomenolégica a sus dtimas cconsecuencias, haciendo caer al «jo» bajo la epocké, con lo que la conciencia se hace impersonal. La conciencia impersonal de la que nos habla Sartre tanto en La transcendance de 'Ego como en L'étre et le néant (a partir de ahora E. N.), es una conciencia eminentemente intencional. Dirfamos aGn més, e3 pura intent, puro fuir constante hacia el objeto del que es conciencia, Ins hhusserliana, que va ehacia las cosas mismas», la conciencia sartreana va «bs objeto», se dirige al mundo, lo presencia. La conciencia intencional husserliana -dice Sartre, en Situations [- no es una conciencia «fagocitaria», «digestivan, que se «tragues el mundo al conacerlo; por cl contrario, el mundo -el objeto al que se dirige la concienca- no se incorpora a ella por el hecho del conocimiento. La concieneia, como pura presencia ante aquello que ella misma no es, permanece vacia, «Conocer -dice Sarire- es ‘estallar hacia’ (©éclater vers) desprenderse de la himeda intimidad géstrica para irse alld afuera, sds allé de sf, hacia lo que no es st, all, junto al drbol (al que se pone como objeto de conocimiento) y, sin embargo, fuera de él, puesto que éste se me escapa y me rechaza, y no puedo perderme en él mas de lo que él se pierde en mi, més de lo que él puede diluirse en mi fuera de él, fuera de mi. El corocimiento no puede ccompararse legitimamente a la posesién. En la conciencia no hay nada, excepto un ‘movimiento para huir de sf misma, un deslizamiento fuera de sf; si, lo que es im- posible, entrarais ‘en’ una conciencia serais arrebatados por un torbellina y arro- jados al exterior, junto al érbol, en plena polvareda, pues lz conciencia no tiene ‘dentro’ no es mis que el exterior de sf misma yes esta hufda absoluta, este negarse ser substancia, lo que la constituye como conciencian” Resulta claro que, si se concibe ast la concieneia, no s6lo la cosa conocida no se incorpora a ella sino que, por si misma, la conciencia no tiene contenido alguno, ai ‘capacidad para tenerlo, Por lo que se refiere al «yo», esto significa que se le ha de ‘exclu, necesariamente, en tanto que contenido y en tanto que estructura de la En La transcendance de Ego Ia conciencia es transparente el objeto se encuen- tra fuera de ella, Precisamente «objeto» y «conciencia», «percipi» y «percipiens», se oponen por definicién: cada uno es Io que no es el otro. Y la presencia de un «Yo» en la conciencia resulta incompatible con su transparencia, pues introducinia ten ella la «opacidad» que caracteriza al objeto. Pero no basta con excluir al «yo» en tanto que contenido o estructura de la conciencia. Tampoco puede aceptarse -como segan Sartre hace Husserl- que el «yo» sea el origen de la conciencia, Para Sari la conciencia, ademas de vaefa y rans- parente ¢s una espontanetdad absotula, no se deriva a pari de ninguna otra cosa nt puede ser «producida» por nada. La conciencia es en tanto que aparece, su ser es aparceer y su aparecer es su ser’. Resulta, pues, imposible que el Yo sea el origen de la conciencia, Por el contrario, Ia existencia de la conciencia ha de ser, necesa- riamente, previa a la del yo. ® Une de fondamestale dea phésoméoolope de Hest Vintentionsitn. a Stations p30 > La monsendance de Ego, p28 20 2. GA qué llamamos «yo»? Pose a toda esta argumentacién resulta evidente, incluso para Sartre, que todos hablamos del «yo» Para la reflexion impura las «cualidades» serian la causa dltima de nuestros actos. Para esta reflexion «inadecuada» -como también la lama Sartte-cualidades,estados 4: por atime, cada una de avestras vivencias, emanarian de una «psyché» © «yo ‘substancial. “Todo esto, repetimos, slo seria asf para una reflexién itadecuadsa, falseadora. Para lo que Sarire considera una reflexida «pura» o adecuadh -esto es, aquella que. se limita a deseribir la corriente de vivencias que constituye Ia conciencia, enten- diendo la instantaneidad de cada una de ella: el Yo, lo psiquico, lejos de aparecer ‘como el sujeto activo, es decir, como la causa de acciones, estados y cualidades, 0 ‘como el ongen de la conciencia, no es més que un producto siempre inacabado y, por lo tanto, no substancial- dei fuir de Ia conciencta ya transcurrido. La conciencia no emana del «Yo>, por el contrari es lt actividad de la con- ciencia la que, a lo largo de toda su existencia, va produciendo aquello a lo que amamos «yor. Y en tanto que esta actividad continue no habré de entenderse el Yo o la Payehé como algo acabado o substancial Asi pues, para Sartre el «jo» no es mis que un modo de referirse al pasado de cada conciencia, Pero el pasado de una conciencia est modificéndose continua mente mientras dura la existencia de ésta, «Phyché», «jo» y «esencia» serfan con- ‘ceplos equivalentes, dependientes los tres, en tanto que son productos suyos, de la cexstencia de la conciencia. Pues, como es bien sabido, para el pensamicato sartrea- no la exstencia precede a la esencia En cualquier caso, y es necesario tenerlo presente, sea como producto 0 sea ‘como productor de Ia conciencia, el Yo s6lo aparece ante I reflexion, En la con- ciencia provia a la reflexién, Ia conciencia siméfléchien, no hay ningtn «yo», ni producido por ella ni produciéndola. Volveremos sobre esto. 3. La eritica de Sartre a la psicologia Hemos visto como en La tanscendance de 'Ego Sartre hace equivaler Yo y psique ¥ los distingue de la conciencia. En la misma linea dice en £, N.: «Entendemos por ‘Peyche" al Ego, sus estados, sus cualidades y sus actos. El Ego, bajo a doble forma ‘gramatical del Je’ y el ‘Mo’, representa a nuestra persona en tasto que unidad psiquica transcendent» Esta concepcion es el fundamenty dc las eiticas sarticanas a la psicologia en general, ala que acusa de no uilzar el método fenomenologico y de confundir, por festa casa, conciencia y psyche. El empleo del método fenomenolégico permitri, cen cambio, la reflexion pura con la que se hace posible la distincién entre «concien- cia» y «yon. Pero la psicologia, baséndose en la reflexion impura, investiga la Psyche para explicar la conciencia, «Llamamos Psyché -prosigue Sartre poco después-@ la Lee at emda, p 208 m totalidad organizada de estos existentes virtuales y transcendentes que son un acom- pafante permanente de la reflexién impura y los cuales son el objeto natural de las Investigaciones psicolbgicasy”. 'Y es que «Yor y «Paychés son dos palabras que apuntan a un mismo concepto yhacen dela realidad humana, con la que supuestamente se identtican, una realidad ‘acabada, definida y definble, Es decir, con otras palabras, un absoluto substancial, ‘una cosa, un ser-en-s, Mientras que uns adecuada actitud fenomenol6gica nos haria ddescubrit que la conciencia es puro dinamismo intencional, carente de «contenidos» Ytransparente en si misma, que no se suede explicar por ninguna otra cosa que no Sea el hecho de la conciencia y que, ¢2 tanto que es puro dinamismo intencional, hhunca esté defintivamente acabada. Per esa causa no puede ser de modo absoluto, con la plenitud de ser con la que las cosas «son» ‘De modo que, como resultado de la reflexion impura, que convierte la conciencia cen un objeto, en un er-soi, cualquier teoria psicologica sobre la realidad humana resultaré necesariamente errénea y falweadora, 4. Conciencia sin Yo, conciencia «irréfléchie» Llegado este punto, resulta evidente que para Sartre la conciencia nies el yo, ni emana de un yo, No obstante, es también manifesto que toda conciencia conoce ‘un yo al que considera propio. Este yo aparece, seqiin Sartre, Gnicamente ante la reflexién que, cuando es adecuada o «pura», lo considera un producto de la con- ciencia y, cuando es inadeeuada o «impuray, lo entiende, por el contrario, como el origen de la conciencia, ‘Volvamos ahora al andlisis de la idea sartreana de conciencia para descubrir, por un lado, cGmo y cudndo aparece el yo ante cada conciencia -o, dicho con otras palabras, eémo y cudindo comicnza la actividad reflexiva de una conciencia- y, por tro, qué clase de conciencia es aquella que existe antes de la reflexién 0 con Independencia de ésta. ‘Al comienzo de este articulo hemcs afirmado que para Sartre la.conciencia es intento, direccion hacia un objeto que no es ella misma. Sin embargo, hemos dejado pendiente la explicacién de como puede ser «conciencia de sf» esta conciencia que tno puede ponerse a sf misma como objeto de su invent Sogin Sartre, el objeto de la reflesion solo puede ser una conciencia «pasada», ces decir, un momento Ya «sido» de la actividad de la conciencia, La «conciencia en accién» que es la conciencia presente, es conciencia posicional del mundo -pone el ‘mundo como «objeto» al que se dirige intencionalmente- y conciencia no posicional de sf misma. Esto quiere decit que, para Sartre, la conciencia es conciencia de sf, sin pperse por elo como objeto par mms en tat qu connie no pos Este conocimiento no posicional que la conciencia tiene de si misma, apuntado 7 Lene ele néans pp. 210211 SC La waucendane de Eg, pp. 2621 3 por Sartre en La vunscendance de Ego, dari lugar -llevado al plano ontol6gico en E, Ne-alconcepto de étrepour-so y con a la idea de la nada.como sfisura interna del ser de li conciencia. Pero de esto nos hemos ocupado en otro lugar y m0 volveremos ahora sobre ello” I hecho es que la conciencia de Ia que nos habla Sartrs es tal que no puede ‘er puesta como objeto de conocimicato, lo que implica que, ea tanto que conciencia activa, en tanto que conciencia actual, no puede ser objeto ce reflexi6n. Es, por lo tanto, y asf la denomina Sartre, conciencia irfiéchie. Esta conciencia, que puede poner su actividad pasada como objeto de st reflexion, permanece siempre no reflexiva 0 siréfléchie» con respecto 2 si misma, Cada momento presente de la coneicneia no es més que presencia intencional, posicional ante cl mundo, ¥ no posicional con respecto a sf misma, “Tal conciencia ha de ser impersonal, no puede contener un «Yor puesto que, como hemos visto, el yo es, justamente, producto de la acividad reflexiva de li cconciencia sobre sus vivencias o momenios de conciencia ya pasado, El yo no puede estar en la conciencia actual y no debe ser confundido con ella Por eso la concicacia «iméfléchie» parece «perderse» en mundo. Asf, cuando tratamos de reconsteuir, mediante el recuerdo, lo que fue un momento de eonciencia pasado, encontramos tan solo la conciencia de las cosas a las que aos hemos dirigido Yel recuerdo de la cbrumosa» presencia no posicional de la ccnciencia ante s misma ‘en su actividad intencional dirigida hacia of mundo, pero no encontramos aunca un Yo acompafiando @ estas concionciss, Nos parece que seria interesante ilusirar estas afirmaciores con el ejemplo que sobre este punto pone Sartre en La transcendance: «Hace v9 momento me encon- traba absorto en mi lectura. Voy a tratar de recordar las crcunstancias de mi lectura, ri actitud, las lineas que estaba leyendo, Asi voy a volver a suscitar no s6lo estos detalles exteriores, sino un cierto ‘espesor’ de conciencia iréfiéchie, ya que los ‘objetos s6lo pueden haber sido percibidos por esta conciencia y permanecen rela tivos a ella, Esta conciencia no es necesario ponerla como abjeto de mi reflexion, por el contrario, es preciso que dirija mi atcnci6n a los objetos nuevamente susci tados, pero sin perderla de vista, mantenicndo con ella una especie de complicidad € inventariando su contenido de modo no posicional. El resultado no es dudoso: riicntras yo lea habia conciencia de! libro, de fos protagonistas de la novela, pero cl Yo no habitaba esta conciencia, esta conciencia era solamente conciencia del ‘objeto y conciencia no posicional de ella misma, Captados estos resultados atética mente, puedo ahora acerlos objeto de una tesis y declarar: n0 habia Yo en la concienciaindfiéchien". ‘De modo que el «Yow s6lo puede aparccer ante la conciencia que refleviona una vex ha sido producido por esta conciencia como algo distinio de sf misma. Ast es ‘como lo captaria na reflexion adecuads, «pura», mientras que la wreflexion impura © inadecuada trataria de hacer coincidir yo y conciencia actual es decir, «yO» y cconciencia sirrfléchie»- lo que es Gnticamente imposible. CA. Ano «la genesis dl conepiosrteano de bert abacutn en Cuademas de Flosfta » Gioia a6 pp 08-118, Valen, 198 To manacendance de VE pp 303) ms La cuestién cuyo planteamiento queda ahora pendiente es de qué modo y en ‘qué momento de su existencia concrets comienza la actividad reflexiva de la con- encia. O, lo que es lo mismo, cwindo yeémo ademas de drigirse intencionalmente. hacia ef mundo, teniendo al mismo tiempo conciencia no posicional de si misma como «conciencia-del-mundo», la conciencia se dirige hacia su propio fluir ya pa- sado, para captarlo posicionalmente. Esto equivale a preguntar, por una parte, eudndo aparece ante la conciencia lo que llamemos el propio yo y, por otra, qué significado tiene para la conciencia el hecho, descubierto en la reflesiOn pura, de {ue el yo es un producto suyo, algo cos lo que no puede identificarse. “Tanto en el relato breve L'enfance alun chef como en sus estudios sobre la vida de los eseritores Baudelaire y Genet on el inicio de autobiogrefia que expone en Les Mots, Sarte ilustra perfectamente el tema de la aparicion de la actividad refle- ssva de una concioncia mediante la descripcin de la infancia de los protagonistas ‘Como la conciencia originaria es conciencia no posicional de s{ misma como para intentio dirigida hacia el mundo », por ello, es impersonal, la conciencia del nifo, en el tiempo anterior a la reflexion, seré una conciencia sin yo que, ademés, ignorar4 posicionalmente su fata de yo ', em efecto, en las obras que hemos mencionado, Sartre describe la conciencia infantil como conciencia posicional del mundo que es, al mismo tiempo, conciencia ‘no posicional de s{ misma. Durante una primera etapa de a infancia, parece que la conciencia no reflexiona sobre su propia actividad, no conoce posicionalmente su Muir intencional pasado. ‘Asi, en tanto que ser, el nio se identifica entonces con lo que otras conciencias las coneiencias de los adultos que lo rodean- ven, dicen y esperan de él. Al hacerlo ast testé considerdndose a sf mismo como un objeto més del mundo. ‘Antes de la reflexi6n elnino es, en lo ijléchie, un ser pleno, un absoluto cuya cxistencia esta asegurada por la presencia de los oiros, es decir, por el hecho de parecer como objeto ante la conciencia de los demés. Al no ponerse a si mismo ‘como objeto de reflexién, lo que sabe de si es lo que le dicen los otros. Se puede decir que existe tan s6lo en, ante y paw los otros. "Ast habla Sartre, en Les Mots, sobre su propia infancia: «Mi verdad, mi cardcter yy mi mundo, estaban en manos de los adultos; yo habia aprendido a ver por sus ojos; yo era un nifo, ese monstruo que ellos fabricaban con sus desdichados deseos. Siestaban ausentes, dejaban tas si su irada, mezelada con a luz; yo corra,saltaba, a través de esta mirada que me conservaba mi naturaleza de nifio modelo, que ‘ontinuaba ofreciéndome mis juguetes y el universo»". 'Y esto es asi hasta el punto de que el ser de los niios parece depender plena- rmeate de las palabras, de la opini6a, de Ia mirada de los adultos. Este es el motivo (que hace pensar a Lucien, el protagonsta de Lenfance d'un chef, que si las amigas ‘de sti madre siguen toméndolo por una nifa, puede legar en efecto a convertirse fen nia, ¥ lo piensa tan seriamente que se prequata sino serd en realidad una nina, sin saberlo, Pues no sabe de sf mismo, de lo que «es», més que lo,que los demés le dicen, Depende, er su ser y para ser, de la opini6n de los demés™ 3 dar Mots 9. 66, 1G, enfants marries cots de Sree en Le Mw 1s El ser que el ni recibe de los adultos lo justfica, ya que lo conviert, en cierto modo, en algo necesario, Para el nfo resulta posible vvtse exmo habiendo legado al mundo para lenar un hueco en los deseos y esperanzas de sus padres, de sus mayores. Es esto lo que daba a Baudelaire, en su primera infancia, la apariencia de una existencia plenamentejustfcada, en tanto que se identifcaba con el amor que su madre sentia por él. ¥ esta es también la causa por la que Sartre peasaba, en los primeros afos de su vida, que el «Progreso» del que su abuelo le hablaba era cl largo camino que condueta a él" Para Sartre, esta es la situacin en la que se encuentra todo individuo durante los primeros afos de su vida, es decir, durante la primera Gpoca de cxistencia de tuna conciencia concreta, Mas tarde, hacia ls 6 67 aos, parece comenzar, progr: sivamente, la actividad reflexiva de la conciencia. Este hecho comporta el descubri- riento de la propia falta de ser («manque dtr»), es decir, el descubrimiento de ta propia nada y, con ello, la evidencia de que la propia existencia no es necesaria sino, muy al eontrario, injustiicable y gratuita. Y noes s6lo eso, la actividad reflexiva de la conciencia pone de manifiesto también que los otros -es decir, en este caso Jos adultos, los padres- aquellos que garantizaban su plenitud de ser, no son tampoco seres absolutos. Puede decise, pues, que durante el periodo en ef que la conciencia es solo conciencia de sf de modo «iéfiéchie», no se plantea la cuesion del «Yor, ni como presencia ni como falta. Solo mediante una reflexion adecuada -la«reflexi6a pura Ae la que hablabamos unas paginas antes- aparece, no un yo substancil, sino un yo ‘que es distinto de la concieacia y un producto de ésta Pero, como dice Sartre, «puede ocurrir que la conciencia se produzca de repente a si misma en el plano reflesivo puro. Tal ez no sin Ego, sino como escapando al Ezo por todas partes, como dominéndolo y sosteniéndolo fuera de ella mediante una ereacién continuaday®, Por la reflexion, la conciencia que, no poscionalmente haba sido siempre con- ciencia «impersonal»-conoce poscionalmeate su falta de «ype. Este hecho supone cl conocimiento posicional de la propia nada, es decir, dela propia falta de ser (manque d'éie) ¥ comporta, con el descubrimiento de la kbertad absoluta como correlato de la nada, la aparicia de la angusta 5. Mala fe y «yo» La angustia es, precisamente, la causa de que el «yo» sea utilizado por la con- ciencia von ol fin de eninancarat su falta de set, su nadia, ocuténdose de cate modo ‘si misma, la libertad absoluta que, es el corzelato de la naca de su ser Ya en La transcendance de VEgo -cuando todavia no ha hablado de angustia ni de libertad como lo hard después, en B. N.- Sartre dice que tal vez la mision de este et Radel, 9.1. Cf Les Mow, p 2 "5 La mancendance deo, p82 126 yo al que la reflexién impura identifica con la conciencia, sea tratar de ocultar el hheeho de que la conciencia es una espontaneidad absoluta, es decir, el hecho de que noes mis que una corienteintencionaldirigida hacia el objeto, y sin otro origen que Su propia actividad. «La conciencia se horroriza ante su propia espontancidad> “dice Sartre”. por eso intenta oculérsela mediante la falsa idea de un «yo» que seria «sujeto» y «causa» de su actividad, y cuya existencia resutaria incompatible con esa espontaneidad absoluta que la concicncia quiere ocultarse, Esta es la idea {que Sartre desarrollard en E. N. como la teorta de la mala fe 0 mauaise foi ‘La mala fe es el intento que realizs el powr-sof, la conciencia, para ocultarse @ si mismo la nada que toda concieneia comporta ea tanto que fisura interna de su ser. Esta fisura por la que se desliza la nada cs, segin dice Sartre en E. N., la distancia interna en el ser de la conciencia que posibilita el conocimicnto no posi ional que la conciencia tiene de sf misma En. N, Sartre muestra -y esto ha sido ya materia de otro trabajo nuestro”- que nada» y «libertad absoluta» soa consituiives del ser para-si, de la conciencia. Y ‘como cuando la conciencia, por medio de la reflexion adecuada, conoce posicional- mente st nada, su liberad, se angustia, no de ls intentos de ocultarselas asf misma cs tratar de identificarse con un «o>. un «psiquismo», un «carcter.., es decir, ‘con algo definitivamente «hecho», que goce de la plenitud de ser de los objetos, esa plenitud de ser de la que la concienciz earece. En resumen, podemos decir que en el pensamiento sartreano la conciencia ni tiene ni es un yo. La conciencia produce al yo a lo largo de su existencia como sums, siempre inacabada, de su actividad intencional Pero cl yo no ¢s nunca la conciencia actual, esd siempre en el pasado, precisamente como lo que la conciencia ha sido {no es ya, Pues justamente, en tanto que la «conciencia pasada» ya novs conciencia, puede ser puesta como objeto. Para Sartre cualquier olra interpresacién, en especial toda aquella que haga de yo» un singnimo de la conciencia, nc es sino un acto de mala fe mediante el que la conciencia trata de acultarse cual es su auténtica realidad, es decir, el hecho de aque la conciencia no es més que inten, dirigids hacia el mundo y proyectada hacia el futuro, imposibilitads, por eso, de coincidir con su ser. En una palabra, trata de ‘ocultar, de «ignorat», cl hecho de que la eonciencia siendo como es pura existencia, no puede idemtificarse con ninguna esencia, Amparo ARINO VERDU Universidad de Valencia cf La wancondance de VER, pp. 81-82. 17 p Avo: Litead abot era condiconda ov 10 Sar, Barston, PPU, (8 tens). wm

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