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Efectos de la mariguana: ¿qué sucede en el cerebro?

Feggy Ostrosky y María Elena Medina-Mora

En México 2.4 millones de personas han probado la mariguana y la


población más expuesta son los jóvenes y los adultos de 18 a 34 años

La doctora Feggy Ostrosky Solís-Solís, directora del Laboratorio de


Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), presentó una
investigación acerca de la mariguana que forma parte del macroproyecto
“Desarrollo de nuevos modelos para la prevención y el tratamiento de
conductas adictivas”, financiado por la máxima casa de estudios.

El objetivo de este macroproyecto, en el cual participa un gran número de


investigadores, es estudiar los efectos y el tratamiento de trastornos asociados
al consumo de sustancias en estudiantes universitarios.

La especialista afirmó que en México 2.4 millones de personas entre 12 y 65


años han probado la mariguana y la población más expuesta son los jóvenes y
los adultos de 18 a 34 años. La farmacodinamia de esta sustancia depende de
la vía de administración; si es inhalada o fumada en cigarrillos y pipa el efecto
es rápido, entre uno y 10 minutos, y provoca sudoraciones hasta de tres horas;
si es oral el inicio es lento y los efectos agudos duran de 30 a 60 minutos con
periodos de hasta cuatro horas.

Refirió que los consumidores piensan que la mariguana no produce


dependencia. No obstante, se sabe que puede afectar el desarrollo cerebral; un
inicio temprano, antes de los 17 años, disminuye el tamaño total del cerebro y
el porcentaje de materia gris, y en animales se ha asociado con neurotoxicidad
en el hipocampo, el centro que tiene que ver con el aprendizaje y la memoria.
“Los estudios tanto en animales como en humanos han encontrado que la
administración continua de diferentes dosis causa tolerancia y dependencia,
porque tras el cese abrupto del consumo los pacientes reportaron síndromes
de abstinencia que se manifiestan con ansiedad, fatiga, irritabilidad, depresión,
decremento del apetito y del sueño; todos estos signos disminuyen cuando se
les administra la sustancia”, explicó.

Añadió que los estudios neuropsicológicos sobre conductas adictivas están


enfocados en dos aspectos: por un lado, encontrar el sustrato neurobiológico
de los trastornos adictivos; y por el otro, identificar cuáles son las habilidades
cognoscitivas que están preservadas y afectadas en los sujetos adictos. Este
tipo de información puede contribuir a generar intervenciones terapéuticas y
preventivas más eficientes.

La doctora Ostrosky afirmó que el enfoque de su investigación ha sido entender


qué sucede en el cerebro a causa del consumo de mariguana, para lo cual
disponen de pruebas neuropsicológicas y electrofisiológicas, así como de
estudios de neuroimagen cerebral.
En materia neuropsicológica las pruebas miden procesos de atención y de
memoria, funciones visoespaciales y ejecutivas, lenguaje, denominación,
fluidez y aspectos afectivos; asimismo, permiten estudiar los tiempos simples y
complejos de reacción. Las pruebas electrofisiológicas miden el tiempo de
procesamiento del cerebro.

“Tenemos una batería de estímulos emocionales muy novedosa para investigar


la vida emocional de las personas que consumen mariguana. Con esto
podemos tener un mapeo de qué sucede en el cerebro cuando están
procesando los estímulos con contenido emocional. La neuroimagen nos
permite estudiar el metabolismo cerebral y observar que está pasando en el
cerebro”, comentó. Además, hacen pruebas de mediciones psicológicas
gracias a un inventario de temperamento y carácter, de depresión, ansiedad,
escalas de impulsividad y cuestionarios de antecedentes de déficit de atención.

Explicó que reclutan a los sujetos para el estudio mediante la repartición de


panfletos en el campus universitario. Los criterios de inclusión son: consumo
nulo o seguro de alcohol; no consumir otras drogas; una historia de consumo
de mariguana de dos años mínimo; presentar abuso o dependencia de la
sustancia según los criterios del DSM-IV. Denominan “abuso” cuando el uso de
la sustancia es recurrente a pesar de tener consecuencias laborales, legales,
interpersonales, escolares y sociales. Es “dependencia” cuando ya presentan
tolerancia, la utilizan para aliviar los síntomas de abstinencia, se emplea gran
cantidad de tiempo en conseguir y consumir la droga y han tenido muchos
intentos para suspender su uso.

La investigación se realiza con 64 estudiantes universitarios, 32 son


participantes del grupo control y los otros 32 son consumidores de mariguana
clasificados en abuso y dependencia. Tienen entre 21 y 23 años; los
catalogados en el rubro de abuso iniciaron a los 18 años y llevan cuatro años
de consumo, los de dependencia empezaron a los 16 y llevan siete años
consumiendo. Calcularon los episodios en los que han usado la sustancia y
encontraron que los de abuso han consumido 95 veces al año y los de
dependencia 386 veces por año, es decir, más de una vez al día.

En cuanto a las pruebas de atención y memoria, la población control obtuvo


127 puntos, equivalente a resultados brillantes, mientras que quienes tienen
dependencia obtuvieron 102, es decir, hubo 25 puntos de diferencia, lo cual es
muy significativo. Los de consumo moderado presentan problemas en la
codificación y la evocación de la memoria verbal, en la evocación de la
información visoespacial y en varias funciones motoras, y se distinguen de los
de consumo frecuente porque éstos tienen problemas de atención sostenida y
selectiva, en la memoria verbal y no verbal, en flexibilidad mental y en la
producción de una serie de palabras con características fonológicas. En los
inventarios de depresión, ansiedad, impulsividad y déficit de atención se
encontraron diferencias significativas entre los sujetos controles y los que
tienen dependencia, sobre todo en los índices de ansiedad. En las pruebas de
personalidad, que midieron rasgos de temperamento y carácter, descubrieron
que los sujetos que consumen mariguana tienen más fatigabilidad y
excitabilidad exploratoria, son apáticos y tienen un alto nivel de espiritualidad.
Mediante el estudio de tomografía por emisión de positrones comparan las
áreas del cerebro que están funcionando diferente entre el grupo control y los
consumidores, encontrando diferencias significativas en regiones parietales en
el primer cuadrante, en regiones temporales y en el cerebelo de ambos
hemisferios. “Son muchachos funcionales que siguen estudiando, que no están
reprobando aún sus materias, pero que al ser comparados con los controles ya
están funcionando diferente y su cerebro tiene ciertas alteraciones”, puntualizó.

En conclusión, en esta población el consumo continuo de mariguana está


estimulando zonas del cerebro que tienen que ver con la inhibición, la
formación de categorías, la fluidez verbal, la atención, la memoria, el
aprendizaje y el control motor. Las alteraciones en áreas de atención y de
memoria tienen implicaciones en los logros académicos y el desempeño
apropiado en diversas actividades cotidianas, indicó la especialista.

La doctora Ostrosky afirmó que existe relación entre el perfil neuropsicológico y


la edad de inicio del consumo de mariguana en consumidores con abuso y
dependencia: el riesgo de afectar las funciones es más grave cuando se
empieza a consumir antes de los 17 años, y esto tiene que ver con la
maduración del cerebro a lo largo del desarrollo.

Finalmente, como la mariguana estimula los circuitos que tienen que ver con el
control inhibitorio, la motivación y las cuestiones de recompensa, la especialista
hizo énfasis en que esta droga no es inocua, por lo que es importante tener una
visión integral que pueda orientar a las personas para que no caigan en el
consumo.

La doctora María Elena Medina-Mora Icaza, directora general del Instituto


Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, contextualizó la
investigación que expuso la doctora Ostrosky. Comentó que la idea del
macroproyecto fue conjuntar dos de las grandes tareas que tiene la UNAM:
formar profesionales que puedan salir de la universidad con habilidades que les
permitan desde las diferentes áreas de su especialidad enfrentar el tema de las
adicciones y desarrollar un modelo que permitiera a la UNAM enfrentar el
problema.

“La universidad nos lanzó el reto de formar este gran modelo, que estuvo
formado por investigación básica para determinar en los individuos por qué
empezaban a consumir drogas en comparación con los que no
experimentaban, y con base en esto encontrar mejores respuestas. El proyecto
que desarrolló la doctora Ostrosky forma parte de esta área de investigación,
complementada por las áreas de prevención, tratamiento y evaluación de
resultados, todos fundamentados en un gran modelo diagnóstico”, señaló. Para
concluir, agradeció a la doctora Ostrosky su gran esfuerzo en esta fructífera
investigación.

Elaboró: Licenciada Elena Cuevas Blancas. Departamento de Difusión y


Ediciones.

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