BL. HOMBRE-KITSCH, BL ARTISTA-KITSCH
Matei Calinescu.
93-2008)
El fenémeno del kitsch no se entiende adecuadamente
sin tomar en consideracion la funcién del consumidor de
“supuesto arte’, Esto exige analizar la compleidad del la-
mado "hombre-kitsch,” Autores con intereses diversos
como Hermann Broch, Ludwig Giesz(fildsofo de la feno-
menologia), Glo Doriles (critico de arte), Richard Egenter
(tedlogo catélico) y otros han sopesado el concepto de
“hombre-kitsch’, Este tipo de hombre, dicho Hanamente, es
el que tiende a vivir como kitsch incluso lo que noes kitsch,
ya sean obras o situaciones. Bjerciendo de turista, por ejem-
plo, el hombre-kitsch “ktschizaré” no s6lo los monumentos
de la cultura sino los paisses de la naturaleza (Harold
Rosenberg esti en lo cierto cuando seftala que las Mon-
taitas Rocosas son Kitsch). Lo que caracteriza al hombre-
kitsch es su inoportuno sentide hedonistico ante lo artsti-
co o lo bello, Par motivos de orden hist6rico, sociolégico y
cultural, el hombre- kitsch quiere lenar su tiempo libre con
acuanta emocién pueda a cambio del menor esfuerzo. Su
objetivo es el distrute sin esfuerzo,
La idea del hombre-kitsch puede resultar mas clara sila
enfocamos no sélo desde un punto de vista estético sino
también ético. Este enfoque combinado resuata, mais alld de
su problematicidad tedrca, inevitable toda ver que la ati
tud estética del hombre-kitsch ~y del artista-kitsch, tam-
bin implica una ineptitud moral bisica, Hermann Broch
acierta cuando sefala: "El sistema del kitsch exige de sus
Seguidores que ‘irabajen bonito, mientras el sistema del
arte impone la orden moral de trabajar bien’ EI kitsch es el
elemento del mal en el sistema de valores del arte.”
Este elemento se percibe en la caracteristica fundamental
dol kitsch: mentix! Ast considerado, el problema suscita la
‘cuestin de la intencién, En la mayoria de los casos el men-
tiroso pretende engafiar (sea cual sea su propésito tiltimo),
Pero también hay mentirosos convencidos de que lo que
dicen es, 0 puede ser, cierto. Fl artista-kitsch puede no
fener una intencién consciente 0 explicita de producie
kitsch, pero no anda muy alejado de dicha conciencia
‘cuando piensa en su obra no tanto en fancién de su inteine
seca validez (la conminacién ética de Broch a "trabajar
bien!") como de su aceptacion por euantos muds consumi-
ores, es decir, por su éxito econdmico, El artista-ktsch
1. Solves ecutein ksh = mena eta ase Uber “Ecae“La
‘rurara del ctv gusto" en ApocalitieHdgt, Borpan, Mii
1965,
6
recurre alos usos de a "belle de la misma manera que el
mmentiroso recurre a los usos de a credibilidad. En cltima
instancia, el que se convenza de que lo que hace es un arte
bbueno y honesto, resulta completamente irrelevante. No es
agui lugar para trata el problema de la moralidad o inmo-
ralidad de la mentira, basta recordar que existen las ment
ras bienintencionacas. También las hay que confunden
para proteger, 0 para agradar. Aunque casi siempre las
rmeatiras buscan, directa 0 inditectamente, no el beneficio
ajeno sino el propio, no conviene olvidar que, a un nivel
mas sutil, la mentira est estrechamenterelacionada con la
ironia, Hl irdnico puede hacerse pasar por ignorante de lo
aque conoce (la ignorancia simulada es la clave de la ironia
soctitica; puede fingir que le gusta lo que aborrece, o que
cree en lo que descree. En este sentido, conviene subrayar
aque kitsch, especialmente en sus manifestaciones més
palmarias, se presta muy bien a la lectura irénica. Esto
explica el gusto por el kitsch de destacados representantes
de la vanguardia negativista, como también explica la sen-
sibilidad camp, donde la ironia viene a ser una elegante
exculsa para disfrutar de lo mas basto del kitsch,
Buscando la analogia: el artista-kitsch miente estética-
‘mente dela misma manera que el"seductor’ barato lo hace
enel diaa dia. Saca provecho (con mas 0 menos talento) de
las debilidadese ilusiones de sus ‘victimas’. Aunque no hay
aque olvidar que estas "victimas’ ~atacadas por un actuali-
zado sindrome Bovary- desean ser engafadas, La propen-a creer en las "mentirasestéticas’ del kitsch (y la con-
jente huida de la dura verdad y cruda realidad) indica
Ja presencia de un sentido critico poco desarrllado o atro-
fiado, La pasvidad mental y la perezaespiritual son propias
del, sorprendentemente poco exigente, consumidor de
isch. Asi teoldgicamente, Richard Egenter puede estaren
locierto cuando equipara el kitsch con el pecado de a pere-
za Segiin Egenter, siempre cabe percibir el mensaje artist-
cco como “una invitacién aa pereza yal mero disfrute, pero
esto se tora deshonesto cuando se aduce la excusa de la
experiencia estética (J. Porque, tanto del artista como del
espectador, el arte exige esfuerzo y seriedad siesto no ocu-
tre, la actividad artistea se convierte en una huida de la
realidad, Puede converse no solo en una afectada refle
xi6n sobre a realidad sino en una puerta de entrada para el
‘mal. Satin se presenta con més brio y faclidad vestido de
simbolo artstico que de concepto cientific’” Conviene,
no obstante, senlar que el esfuerzo honesto y la seriedad
no atajan el kitsch (suele ocurrir lo contrat), y que la
bbroma, la ironia y el reise de uno mismo pueden ser sali
ficas, En términos historios, la reaccién moderna contra el
Romanticismo adopt no infrecuentemente actitudes lige
138 y despreocupadas, contribuyendo asia reconsiderar la
idea del arte como juego. Sea como fuere, el esfuerzo y la
seriedad no solucionan el problema; mas ain si tenemos en
2. The Desction of Cia (eaducelin inglesa de Kisch and
‘Grstenoer) Franciscan Herald Press, Chicago, 187, 9.75
cuenta que la seriedad resulta muy ficl de fingit El buen
humor, lo guasén, resulta, sin duda, mas dificil de imitar, le
ahi que gran parte del kitsch (especialmente el mas tosco)
sea abiertamente sentimental y pomposo y rara ver preten
da invitar a fa juguetona ligereza.
Qué es, en definitiva, el kitsch? No existe, por despracia,
‘ninguna definicién gue por s sola pueda servir. Sin embar
go, combinando el enfoque histrico (el kitsch surge del
Romanticism) el sociolégico (el kitsch estéestrechamen
te unido al industralismo y al desarrollo del ocio) ye est
tico-ético (el kitsch es arte fas, produccién de “mentiras
estéticas"), podemos aprehender stisfactoriamente el fend
meno. El kitsch, puede decirse, es un producto de Ia
rmodernidad, muy ligado al nacimiento y desarollo del
consumismo estético. Un elemento esencial a la hora de
reconocer ¢ identificar el kitsch es su disponibilidad en
cantidades dictadas por la demands existente. El kitsch se
prodluce para el mercado y, ya sea caro 0 barat, est com
pletamente sometido a las leyes del mercado. Atractivo
para las multitudes, y a menudo producido para el const
‘mo masivo, el kitsch sirve para proporcionar una satisfac
id inmediata a las necesidades o pretensiones estéticas 0
seudo-estéticas de un ampli piblico que anhela el estilo de
vida dela clase media. Bésicamente, el mundo del kitsch es
el mundo de la simulaciénestética, La definicién corriente
del kitsch como sinénimo de mal gusto resulta demasiado
mprecisa. De ahi que proponga esta definicién comple‘mentata del kitsch como engafio y auto-engait. Esto plan=
tea una serie de cuestiones morales (ante todo, de moral
dad esttica) alas que apunta la idea de Hermann Broch del
kitsch como "elemento del mal en el sistema de valores del
arte” Pero, como he sefialado, no conviene exagerat los
Peligros del kitsch. Proponiendo “copias" de casi todas las
formas conocidas de art, el kitsch indica (a veces con més
ppremura de lo que quisiéramos creet) el camino hacia los
originales. La "pedagogia” del ktsch es, sobra decitlo, nega-
tiva e involuntaria, Pero, as, inesperadamente, esta dimen-
sin del kitsch retoma el viejo motivo cémico del engafia-
dor engaiado.
Pras finales del ensayo “The Benevolent Monster: Reflections
‘on KITSCH a an Aesthetic Concept’ revista Cla, im. 6 1976
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