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Herclito
Herclito camina por la tarde
De feso. La tarde lo ha dejado,
Sin que su voluntad lo decidiera,
En el margen de un ro silencioso
Cuyo destino y cuyo nombre ignora,
Hay un Jano de piedra y unos lamos.
Se mira en el espejo fugitivo
Y descubre y trabaja la sentencia
Que las generaciones de los hombres
No dejarn caer. Su voz declara:
<<Nadie baja dos veces a las aguas
Del mismo ro>>. Se detiene. Siente
Con el asombro de un horror sagrado
Que l tambin es un ro y una fuga.
Quiere recuperar esa maana
Y su noche y la vspera. No puede.
Repite la sentencia. La ve impres
En futuros y claros caracteres
En una pgina de Burnet.
Herclito no sabe griego. Jano,
Dios de las puertas, es un dios latino.
Herclito no tiene ayer ni ahora.
Es un mero artificio que ha soado
Un hombre gris a orillas del Red Cedar,
Un hombre que entreteje endecaslabos
Para no pensar tanto en Buenos Aires
Y en los rostros queridos. Uno falta.
East Lansing, 1976
Son los ros
Somos el tiempo. Somos la famosa
parbola de Herclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro,
la que se pierde, no la que reposa.
Somos el ro y somos aquel griego
que se mira en el ro. Su reflejo
cambia en el agua del cambiante espejo,
en el cristal que cambia como el fuego.
Somos el vano ro prefijado,
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adis, todo se aleja.
La memoria no acua su moneda.
Y sin embargo hay algo que se queda
y sin embargo hay algo que se queja.
Glosas a Herclito
1
Nadie se baa dos veces en el mismo ro.
Excepto los muy pobres.
2
Los ms dialcticos, los multimillonarios: