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Este criterio realizativo - productivo nace con el cine documental mismo, pero en los últimos años
se ha tratado de imponer una dinámica de producción al documental, importada del esquema
industrial del cine de ficción. Argentina, no escapa a esta realidad.
El documental comenzó a ser un producto rentable para las empresas productoras y se abrieron
diversas instancias de financiamiento en el mundo para la producción de estas obras. A la histórica
demanda de los circuitos universitarios (USA y Canadá) se le sumó el interés de las cadenas de
televisión para incorporar este tipo de cine a la programación de sus canales.
Desde el punto de vista de las empresas que producen ese tipo de films, el documental tiene costos
mucho más bajos que la ficción, la inversión es menos riesgosa y poseen una identidad muy fuerte
en sus contenidos, que los hace atractivos para públicos con realidades distintas. Para Argentina
después del 2001, la demanda aumentó, en USA y Europa.
Existe actualmente un sector en crecimiento constituído por público de todo el mundo, que consume
este tipo de films. El documental brinda una mirada más rigurosa y creativa al abordar un tema, que
las producciones de televisión y conserva algo que estas últimas han perdido, la mirada del
realizador, el punto de vista crítico del artista que realiza el film, la independencia de su mirada.
En este sentido vale plantear que el documental no debe perder su norte: ser una pieza de valor
social, político y artístico, en la carrera alocada por convertirse en una mercancía cada vez más
rentable. Y es necesario que los contratos para obtener financiamiento no afecten la independencia
de la mirada, o por lo menos ser conscientes como realizadores que esto puede ocurrir.
El proceso material de producción nos define como sujetos, determina nuestra mirada, establece
como recortamos esa realidad a retratar y nos da elementos concretos, tangibles, para desarrollar el
proceso creativo. Si nosotros delegamos la planificación y el control de la producción a un tercero
(sea persona física o productora), ajeno al proceso realizativo del film, un gestor cuyo objetivo final
es realizar su trabajo obteniendo la mayor rentabilidad y no entiende el objetivo social artístico de la
obra, vamos a dejar de participar en una parte fundamental del film. Parte del proceso creativo nos
va a ser vedado.
Como cada obra es única, no podemos hablar de formas de producción preestablecidas. Con cada
film diseñamos un esquema de producción acorde a las necesidades del mismo, garantizando su
factibilidad con la mayor libertad artística.
Para ello establecemos prioridades, el proceso realizativo ante todo necesita de un elemento
indispensable, según nuestro punto de vista, el tiempo.
Vale detenerse en este último punto, es necesario tomar conciencia de dos elementos incompatibles
entre sí: el tiempo y la ganancia.
A mayor tiempo de producción, menor ganancia. Por lo tanto para obtener mayor ganancia
inevitablemente es necesario reducir los tiempos de producción.
Existe otra relación, producto de las múltiples experiencias documentales: a mayor desarrollo de la
investigación (más tiempo de producción) y más enriquecimiento del proceso creativo - realizativo.
Para nosotros la obra nace cuando un grupo reducido de personas, nos integramos a un proyecto
desde la afinidad artística y humana, unidos por la necesidad de contar una historia.
Entonces el equipo de trabajo no está vinculado por el mero interés de la supervivencia económica.
Se conforma por la necesidad de contar una historia y sobre ese eje plantea la reglamentación del
vínculo económico.
El desafío es planificar la producción para generar un círculo sustentable que nos permita trabajar
exclusivamente en nuestros documentales y en áreas que nutran la práctica documental. Obtener esa
sustentabilidad implica una pelea permanente para no condicionar el contenido y la forma de las
obras.
Podemos pensar la producción de nuestros films de esta manera porque concebimos al documental
como un producto social y no como una mercancía que busca alta rentabilidad en el mercado.
Para sostener esta lógica productiva es necesario evitar los contratos con las casas productoras,
porque imponen otras prioridades y sostienen una concepción de la producción distinta.
En este sentido nos vemos obligados a planificar y producir nuestras obras, al mismo tiempo que
desarrollamos distintos roles en áreas técnicas del film.
Conocemos las herramientas con las que filmamos y post-producimos, por esto elegimos la
tecnología que utilizamos. No nos sentimos obligados a trabajar con vanguardias tecnológicas, si
éstas no contribuyen positivamente al desarrollo del proyecto. Porque entendemos que las nuevas
tecnologías en video digital, deben servir para desarrollar la multiplicación de miradas y estéticas, y
no para establecer una nueva carrera tecnológica que condicione desde los costos, las realizaciones
documentales presentes y futuras.
Siempre nos motivó un objetivo como realizadores: tener las herramientas adecuadas para contar
nuestras historias. No el concepto inverso, que últimamente se impulsa desde algunos sectores de la
producción: tener las herramientas y los formatos requeridos según las necesidades de las salas y
cadenas de comercialización, si no las historias no pueden ser contadas.
Este último criterio, impulsado por los laboratorios, y algunos sectores de la producción industrial,
ha logrado que en nuestra ley de cine se considere película nacional solamente a los films exhibidos
en soporte de 35 mm. Una incoherencia de esta índole sólo puede ser comprendida bajo la lógica
que los laboratorios, al igual que las productoras, buscan unicamente el aumento del capital propio
y no el enriquecimiento del patrimonio cinematográfico de nuestro país.
La independencia, una palabra tan usada y desvirtuada en la última década pasada, implica
capacitación. Adquisición de conocimiento. Si no poseemos conocimiento, difícilmente tengamos
las herramientas necesarias para sostener la independencia. Podemos tener financiamiento pero si
no poseemos conocimiento, y cedemos la gestión de diversas áreas a terceros ajenos a la concepción
de la obra, vamos a convertirnos en dependientes. Dependientes tanto de un productor que gestione
económicamente la obra, como de un equipo de técnicos que desarrolle la tarea material del proceso
productivo.
En la figura de Realizador Integral, entendemos, se fusiona la labor del investigador riguroso que
explora a través de un método para poner a prueba su tesis, con la sensibilidad del artista capaz de
transmitir las verdades que se descubren ante su cámara, de una manera crítica y emotiva para llegar
espectador.
Es por ello que nos sorprende con extrañeza como un sector importante del documental actual,
ligado a ciertas Escuelas y Festivales de Cine Documental del mundo, plantean una división entre el
proceso de Creación e Investigación.El proceso creativo está arraigado en el proceso productivo
material. Éste último es el que estimula nuestros sentidos, activa nuestra capacidad de observación,
crítica y asociativa y se potencia con el desarrollo de la investigación.
¿Cómo va a ser nocivo para el proceso creativo que desarrolla el realizador tener más herramientas
para entender, captar y plasmar en la película la realidad que lo atraviesa?
¿Como se puede manejar los tiempos técnicos, los ritmos cinematográficos, la estética de la imagen
y el sonido, si desconoce la realidad a registrar?
Actualmente las formas de financiamiento para producir un documental en Argentina nos son
muchas.
También existe la alternativa de los fondos internacionales: Jan Vrijman, Altercine, Göteborg,
Huber Balls, Sundace, Visión Sud Est, Ibermedia, etc. Que con distintas regulaciones otorgan
financiamiento para diferentes instancias del proceso de investigación, producción y post-
producción.
Muchos documentalistas, la mayoría, sustentan sus obras con financiamiento propio. Intermediando
la producción cinematográfica con la práctica docente o la tarea técnica – realizativa en diversas
áreas del audiovisual (institucionales, publicidades, video clips, etc).
El gran problema que atraviesan, es que los fondos con los que cuentan (al ser propios) son muy
escasos y el tiempo para abocarse de lleno a la producción de sus obras, también.
Pero el escollo más importante en la realización documental se presenta cuando la obra está
terminada. ¿Como dar a conocer la obra? ¿Cómo realizar un lanzamiento que revele la existencia
del film al conjunto de la sociedad?
Actualmente con el uso de las nuevas tecnologías; Internet (descarga directa, mails masivos de
publicidad, webs, etc.) proyectores portátiles, soportes de exhibición de alta calidad y bajísimo
costo (DVDs), se ha comenzado a abrir instancias muy incipientes de lo que en un futuro debería
conformarse como un circuito de exhibición y distribución de cine documental, sustentable, pero
cuyo objetivo final no sea la mera recuperación económica, sino la difusión de las historias, las
ideas, el recorte del mundo que estos films registran.