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Sería fácil ver la caída de Adán como un final bastante amargo y decepcionante
del relato de la creación. Termina destruida la perfección de la creación gloriosa
de Dios. La humanidad creada a imagen de Dios, caída de forma irreversible.
La muerte y la descomposición infectan todas las manifestaciones de vida en
el planeta. Al final de Génesis 3, Adán y Eva son expulsados del paraíso y
enviados a un mundo hostil y sujeto a la maldición del pecado.
No obstante, Génesis 3 no es solo un final triste en la historia de la creación,
sino también el comienzo glorioso de la aventura de redención que colma el resto
de las Escrituras. Génesis 3 contiene la primera promesa de un libertador, y el
resto de la Biblia se dedica a contar la historia de cómo Dios, por medio de ese
libertador, redime a la humanidad caída y al resto de la creación de la postración
en que ha estado sumida por causa del pecado de Adán. Por esta razón, la crónica
de la redención es el verdadero punto final en el relato de la creación, y se debe
reconocer que es un desenlace tan esperanzador, que ni siquiera el ser humano
más optimista habría podido inventar un colofón tan glorioso.
De hecho, la historia de la nueva creación de Dios es más gloriosa que la
combinación de todas las glorias de la creación original. Es la historia del
triunfo de la gracia divina, aquella misericordia y bondad de Dios que los
pecadores no merecen pero pueden recibir de forma gratuita, a pesar de que
solo merecen condenación.
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y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás
entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu
pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. A la mujer
dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con
dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se
enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de
tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás
de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella
todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás
plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta
que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres,
y al polvo volverás (Gn. 3:14-19).
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Epílogo: bendiciones a pesar de la maldición
Primero que todo, las palabras de Dios a Eva implican con claridad que la
humanidad como raza habría de sobrevivir. Eva daría nacimiento a la
descendencia de Adán, y a pesar de que el parto vendría acompañado de mucho
dolor, su mención misma demostró que Dios no iba a destruir a Adán y Eva,
y con ellos el futuro de la raza humana.
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Ahora bien, la bendición más grande que está incluida en las palabras de la
maldición es la promesa de Cristo, el redentor, la simiente de la mujer, aquel
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Epílogo: bendiciones a pesar de la maldición
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia;
y por cuya herida fuisteis sanados" (1 P. 2:24). El profeta Isaías vio por
adelantado la crucifixión de Cristo y escribió: "ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado;
por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga
fuimos nosotros curados" (Is. 53:4-5). El escritor de Hebreos dice: "así también
Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos" (He. 9:28).
El apóstol Pablo dice en lenguaje estremecedor: "al que no conoció pecado,
por nosotros [Dios] lo hizo pecado" (2 Co. 5:21). Dios tomó a su propio hijo
sin pecado ni mancha, le imputó la culpa de nuestro pecado iY luego le castigó
como si fuera culpable de nuestro pecado! Isaías escribió: "con todo eso, Jehová
quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento", porque Él puso "su vida en
expiación por el pecado" (Is. 53:10).
De modo pues que la serpiente no fue la única que resultó herida por la
simiente de la mujer, sino que Dios mismo permitió que Cristo sufriera un
golpe nefasto, al derramar su ira contra el pecado sobre la persona de su Hijo
inocente, quien apropió y llevó sobre su cuerpo la culpa de todo el mundo, la
cual no le pertenecía en lo absoluto.
Este es el evangelio. Es la mejor noticia que pueda darse, y Dios empezó a
revelar este mensaje glorioso a la humanidad caída aun antes de terminar su
maldición inicial en contra de su pecado.
Esto no es todo. Gracias a que Cristo pagó la deuda del pecado a favor de
todos los que creen, además de que sus pecados les sean perdonados, la misma
justicia de Cristo, es decir, todos los méritos de su vida libre de mancha y de
pecado, les son imputados. Esto es algo que pueden apropiar para sí por medio
de la fe, y es la segunda parte de 2 Corintios 5:21: "[Dios], al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en él" (cursivas añadidas). De esta manera, Dios, revierte por completo
los resultados de la caída de Adán. "Porque así como por la desobediencia de
un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" (Ro. 5:19).
En otras palabras, somos revestidos en la justicia de Cristo. En Génesis 3 se
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Apreciado lector:
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