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Los acertijos de la información

Mario Acha

Hace muchos años, cuando vivía en el reino de los vientos y apenas era un

jovencito cargado de ilusiones, me encontraba tratando de conciliar el sueño en

una prisión perdida de los andes luego de algunas implicaciones injustas que

tuve en un sonado caso político, cuando de pronto, después de una aterradora

tormenta eléctrica, llegó de visita un diminuto adivino de feria que hablaba muy

despacio, entró a mi celda, me miró con compasión y me condujo nerviosamente

por un largo pasillo hasta llegar a un cuarto con dos pequeñas puertas de

madera custodiadas por dos impenetrables guardianes, y me dijo rozándome el

oído: “una de esas puertas te conducirá fuera de prisión, la otra a una muerte

pavorosa. Tendrás oportunidad de hacer una sola pregunta a uno de los dos

guardianes, pero habrás de saber, (y sonrió con malicia) que uno de ellos es

perverso y mentiroso, y el otro, es justo y siempre te dirá la verdad. Tómate tu

tiempo, usa tu inteligencia y formula tu pregunta, si aciertas ninguno de ellos se

opondrá a tu salida, si fallas, nada en este mundo podrá salvarte”, luego cruzó

los brazos, se dio media vuelta y desapareció entre las sombras del pasillo.

A la mañana siguiente me presenté muy decidido y seguro ante los dos

guardianes, hice lo indicado, y por supuesto, salí libre. ¿Cuál fue la pregunta?

Como ayuda les diré por el momento, que la pregunta está en la información que

recibí y que la respuesta está al final de este artículo.

Las complejidades de la información

Hoy sabemos que existe una relación directa entre información e inteligencia, las

operaciones militares se apoyan en información estratégica, las decisiones

sociales y políticas se toman con información analítica, los tratados

internacionales se vigilan con información confidencial, el lanzamiento de un

nuevo producto se respalda con información de mercado. Conclusión: la


inteligencia es información. Pero esto lo sabemos desde que Homero nos narró

la historia del caballo de Troya o desde que la CIA metió sus narices en casi

todos los países.

La información es y puede ser, como todos los objetos fabricados por el hombre,

útil (por ejemplo la dirección de mi oficina), superflua (como mi horóscopo),

erudita (la teoría de los quanta), simple (el día de la semana), compleja (una

circuito integrado), seria (la Constitución), graciosa (un chiste político),

entretenida (una película de Spielberg) , aburrida (una función de fotos

familiares), inentendible (una explicación de Cantinflas), usable (la guía de

teléfonos) o desechable (el periódico de ayer). Sin embargo la información

posee también características angustiantes y aterradoras, es cambiante, inasible

y acumulable. Y para colmo de nuestra intranquilidad, día a día se transforma la

manera de buscarla y utilizarla. Antes, bastaba interrogar al enemigo, torturarlo,

descifrar sus códigos, interceptar señales de humo, telegramas o llamadas

telefónicas, hoy, con los sistemas globales digitales, la información fluye

gigantesca, desmembrada y a la velocidad de la luz por el planeta entero

(Internet). La manera en que la gente busca, produce, usa o interactúa con la

información ha cambiado dramáticamente y ello afecta a su vez las relaciones

de poder y autoridad. Ya no es fácil engañar a las personas, ya no se soportas

las respuestas prefabricadas, lo que se quiere es acceder a todas las piezas de

información para sacar uno mismo sus propias conclusiones y ello es

inteligencia.

Veamos, un bosquimano de la etnia de los pigmeos cuando caza, busca

información visual y táctil en el suelo de la selva, trata de reconocer huellas en el

barro, detecta y analiza ramas quebradas, escucha con atención los cambios

sonoros de su entorno, aves que levantan vuelo, silencios prolongados, chillidos

sorpresivos y huele profundamente el aire a cada paso que da, es decir, utiliza

sus cinco sentidos para ubicar a su presa. El sabe que de ello depende la
supervivencia de él y la de su familia, por eso su concentración se enfoca en

todas sus posibilidades de control corporal. No se conformaría con que alguien

le narre la ruta que siguió la presa,

Un inquisidor, tiene un registro diferente de búsqueda y lectura de información,

primero, escucha con atención los comentarios acusatorios de los aldeanos

convocantes, identifica y observa con cuidado al supuesto poseso, reconoce sus

síntomas diabólicos y procede a obtener, mediante la ayuda de refinadas

torturas, la confesión que lo libere de toda culpa humana. Él está convencido

que de ello depende la salvación de su propia alma, por eso se concentra en

confusas capacidades espirituales, en sus infinitos prejuicios humanos y sobre

todo en el poder que le fue adjudicado en la tierra.

Un agente de inteligencia, tiene una aproximación totalmente diferente para

procesar información, es metódico y sistemático en la recolección de la misma;

primero, localiza a los sospechosos, analiza sus comportamientos políticos y

económicos, sus afiliaciones partidarias, remontándose hasta la secundaria si es

posible; luego escucha durante meses, con la ayuda de sofisticados aparatos

electrónicos, sus conversaciones privadas; para finalmente transmitir sus

apreciaciones, a personas que pueden decidir embargos económicos,

invasiones militares o ejecuciones clandestinas. Él está convencido que el poder

está de su parte y que su labor tiene connotaciones patrióticas, por eso se

protege, con todo los dispositivos posibles, en lo que sus jefes quisieran

escuchar. Sin embargo, nunca podrá estar seguro, pues en cualquier momento

él también puede convertirse en otra pieza desechable. ¿Será cierto que

información es todo aquello susceptible de censura?

Atenea, era la diosa de la crueldad de la guerra, emparentada, con las

sanguinarias valkirias, luego, por algún motivo oscuro, se civilizó poco a poco,
hasta convertirse en la Diosa de la sabiduría. ¿Será entonces, que el saber

esconde la crueldad? o que ¿Toda sabiduría es violencia?

El caso reciente del escritor Indonesio Pramoedya Ananta (71 años), candidato

asiático para el premio Nobel, es digno de tomarse en cuenta. Ananta fue

encarcelado por el régimen militar del general Suharto durante catorce años,

sistemáticamente se le negó, bajo pena de muerte a quien lo hiciera, todo

material de lectura y escritura posible; entonces Ananta con gran ingenio y

pasión humana, procedió a componer verbalmente su obra literaria. Todas las

noches recitaba de memoria el devenir de su historia, hasta que la fijó en su

mente y en la de sus compañeros de prisión. De esa desesperada manera,

redescubrió el principio básico de las grandes sagas, de los mitos y de la Biblia:

la información dramatizada. Repitió la prehistórica situación del anciano

recitador de cuentos alrededor de la hoguera primigenia.

Dando la vuelta al círculo

Ninguna tecnología de mundo contemporáneo se está desarrollando más rápido

que la tecnología de la información y no hay parte de la sociedad que se

transforme tan de prisa como la que se ocupa de ella.

La mayor parte de nosotros está familiarizado con algunos de los indicadores de

esta apasionante era de la información, por ejemplo, sabemos que la capacidad

de procesamiento de los microchips se duplica cada 18 meses, esto significa

que tendremos ordenadores cada vez más pequeños, veloces y con mayor

capacidad de almacenar información, o que uno de los hombres más ricos del

mundo ha hecho su fortuna vendiendo programas de proceso y manejo de

información digitalizada (Bill Gates).

En esta era, donde podemos acceder a servicios de cable con 500 canales de

televisión y millones de interlocutores en Internet, las personas pueden acceder,


con suma facilidad y a un costo moderado, a muchas y diversas fuentes de

información. Hoy es posible encontrar en las redes de información electrónica,

desde emotivos comunicados de ejércitos revolucionarios, hasta volcánicas

imágenes pornográficas, recetas para un suicidio sin dolor o invocaciones

vaticanas del llamado Santo Padre. Las opciones y conclusiones dependen

ahora del lector, ¿Nos habremos liberado de la actitud dogmática al que nos

acostumbró el libro impreso?. Como ejemplos de dogma recordemos los libros

sagrados de las religiones o aquellos que entronizaban ideologías y

pensamientos políticos, ¿Recuerdan el manifiesto comunista? ¿el librito rojo de

Mao? ¿Los escritos de Ho Chimin?

Con la enorme cantidad de información que hoy ofrecen las redes electrónicas,

nos estamos enfrentando finalmente a nosotros mismos, ello nos obliga, a

medida que navegamos y exploramos nueva información, a tener que tomar

decisiones a cada paso que damos. Hemos dado la vuelta a un círculo evolutivo,

hemos regresado a la actitud sensorial del bosquimano cazador, sólo que

nuestra presa y nuestros motivos son ahora diferentes y cambiantes día a día.

Con los cinco sentidos

La sala se oscurece lentamente, durante breves segundos sale un tenue humo

blanco de dos cajas negras, y yo me preparo nerviosamente para recibir algunas

sorpresas visuales. De pronto, muy decidida y a gran volumen, empieza la

música, con mucho ritmo y bajos profundos que golpean la parte alta del

estómago de los espectadores. Elefantes nadadores, leones enfurecidos, tigres

poderosos y leopardos azules, saltan nerviosos de pantalla en pantalla. Luces

multicolores navegan intensamente por el humo blanco y rebotan finas y rectas

en pequeños espejos cuadrados previamente dirigidos. Rozan veloces y sin

dolor mi asustado cuerpo, hasta estrellarse en las paredes blancas de la sala. -


FUERZA.
La música sube aún más de volumen y una gigantesca catarata de agua se

precipita sobre nosotros, el agua salpica y ruge por todos lados, las luces

vuelven a salir del fondo, atraviesan la pantalla y brillan con inusitada fuerza

eléctrica, formando instantáneamente, en piso y techo, peces rojos saltarines


que aparecen y desaparecen a gran velocidad. - FLUIDEZ.

El sonido se desplaza de un lado a otro de la sala, creando la ilusión de

diferentes fuentes emisoras. Las luces aumentan su frecuencia y atacan

despiadadamente a la pantalla, produciendo, al tocarla, efectos

chisporroteantes, el agua se convierte en fuego y la lava corre entre las butacas,

instintivamente levantamos los pies, el pulso se acelera y la respiración se corta.


- EMOCIÓN.

Suenan unas trompetas romanas y en las tres pantallas gira lentamente y con
brillos inusitados: - SU NUEVA GRAN COMPUTADORA DE BOLSILLO.

Se prenden las luces y aparece sorpresivamente, un vendedor muy hablador

que nos explica a boca de jarro y sin darnos tiempo a reponernos de la

experiencia sensorial, emotiva y manipuladora que acabamos de pasar, las

bondades de un nuevo producto de consumo tecnológico. Como nuestras

defensas subconscientes han sido derrotadas frente a la agresión múltiple de

nuestros sentidos, caemos redonditos en la compra del producto y conste que

son las únicas palabras que escuchamos.

Efectivamente las nuevas técnicas de transmisión de información para venta, ya

no apelan al lenguaje oral, ni siquiera a la razón, ¿Desde cuando vender es algo

razonable?, ahora las ventas se dirigen a las fibras corporales más sensibles

que tenemos, a nuestros finos y evolucionados sentidos, en realidad a tres de

ellos por el momento. Sin embargo, seguimos más que nunca, apelando al
enorme concepto de la información, que va desde las posibilidades sensitivas

que poseemos, hasta las intelectuales, pasando por las genéticas, pues todas

ellas pueden ser recepcionadas por algunas de nuestras características

humanas.

Esto nos lleva a analizar las recientes dramáticas protestas universales por la

destrucción de tres mil 300 embriones humanos en una clínica inglesa. Las

razones fueron simples y legales, se habían vencido plazos preestablecidos, no

se localizaron a los donantes y tuvieron que ser destruidos. Sabemos que los

embriones llevan una extraordinaria carga de información genética y que son

posibilidad de descendencia y evolución humana. También sabemos que los

implantes embrionarios no son muy efectivos, sólo uno de cada seis embriones

implantados tiene éxito, siempre y cuando el huevo esté recién fertilizado, si ha

sido congelado, la efectividad baja a uno por cada nueve. Esa es la razón por la

que se extraen varios a la vez en cada operación y los sobrantes son

congelados y guardados, pero en la práctica no podemos seguir acumulando

embriones para siempre. ¿Cuáles son entonces las implicancias éticas y

morales por destruir embriones congelados? Al vaticano no podemos

preguntarle porque rechaza de plano la fertilización “In-Vitro” (en probeta), así

como toda manipulación genética que no venga de la mano de Dios, y si

recurrimos a las leyes, ellas todavía no están preparadas para situaciones

humanas como éstas. Entonces, solamente quedamos nosotros, otra vez solos

con nuestra conciencia y nuestro profundo sentido ético y compasivo. Si la vida

en latencia es información potencial y la información es vida, entonces la

inteligencia es información ¿Usted que opina?

Y como lo prometido es deuda y toda omisión es una ofensa, aquí va la

pregunta del acertijo de la información precisa que me salvó la vida y me costó

una noche tensa y desvelada:


“¿Dime guardián, si yo le preguntara al otro guardián si puedo salir de la prisión

por la puerta que tu cuidas me contestaría si o no?”


Si la respuesta es no, salgo por esa puerta, si es si, salgo por la otra.

Compruébelo, no es tan difícil, sólo tiene cuatro posibilidades.

México, agosto de 1996

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