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Los nuevos estudios sobre el fenómeno de los caudillismos rioplatenses, en la medida en que problematizan las antiguas certezas
acerca de las bases de legalidad y legitimidad de estos regimenes, cuestionan y matizan las visiones tradicionales sobre el tema. En
este sentido, uno de los nuevos enfoques atañe a la inserción del caudillo en el espacio político provincial y a su vinculación con las
diferentes instancias estatales creadas a partir de 1820. Otro, a la reconsideración de las zonas rurales como ámbitos no exentos de
algún tipo de ordenamiento institucional. En una investigación anterior el análisis del período de Juan Facundo Quiroga en La Rioja
(1823-1831), revelaba dos rasgos cuya elucidación requería de un cambio de perspectiva. En primer lugar, llamó la atención la
coexistencia del poder político personal del caudillo junto a los poderes legales provinciales. En segundo lugar, se observó que la
insistencia del caudillo en justificar su conducta pública apelando al respeto de “las leyes” y de “los derechos del pueblo”, además de
recurso retórico, se vinculaba con un cambio en los mecanismos de legitimación del poder luego de la caída del poder central en 1820.
Lo cierto es que el poder político de Quiroga se asentó tanto en relaciones informales como formales, amparándose en una legalidad
que no escapo a la percepción de los propios actores del proceso. En otra investigación previa se examinó la relación entre finanzas
públicas, construcción del Estado autónomo y política interprovincial en el régimen de E. López. Los resultados reflejaron un fisco
débil, aunque equilibrado por subvenciones regulares de la provincia de Buenos Aires que comprometieron la inicial autonomía
política de Santa Fe.
El propósito de realizar una mayor indagación de algunas de las líneas esbozadas en los trabajos mencionados, es el producto de una
reflexión conjunta acerca de las nuevas posibilidades que ofrece el tema. Un estudio comparativo pareció adecuado para examinar una
cuestión insuficientemente valorada por la historiografía: un conjunto de relaciones formales con importantes implicancias en el
desarrollo del caudillismo, sin negar la importancia y la complejidad de las relaciones informales. Se vera así que los caudillos y sus
milicias se encuentran integrados a una estructura militar de origen colonial que se articula a partir de 1820 en una nueva red
jerárquica y territorial y provincial. El análisis de ciertos aspectos de la estructura política y militar provincial permitirá asimismo
reconsiderar la relación entre lo urbano y lo rural en el acceso al poder de los caudillos. Por otra parte, una indagación del vínculo
entre los negocios particulares del caudillo y las finanzas públicas provinciales permitirá echar nueva luz sobre las estrategias
financieras específicas de acumulación de poder de cada caudillo.
La organización política de las provincias luego de 1820 y la nueva relación entre ciudad y campaña
La cuestión de la relación del poder político del caudillo con la formación de las soberanías provinciales no es por cierto nueva.
Estuvo presente en una serie de estudios que consideraron al caudillismo como expresión de la nueva entidad política surgida a partir
de 1820: la provincia. Sin embargo, la prioridad dada a la determinación de si los caudillos defendieron o no proyectos de
“organización nacional” oscureció la comprensión de dicho fenómeno. En efecto, se descuidó el estudio de las formas de articulación
del poder del caudillo con las instituciones provinciales luego de la caída del poder central. 1820 marca el surgimiento simultáneo de
fuertes aspiraciones autonómicas en los pueblos y de las nuevas formas de poder del caudillo. De allí la creación de las Salas de
Representantes en su doble función de depositarias de la llamada soberanía del pueblo y de la soberanía de la provincia. Aquí reside
una de las claves para comprender la nueva relación que se establece entre la ciudad y la campaña luego de 1820. Relación que había
sufrido por entonces una importante modificación y de la cual las zonas rurales surgían como algo más que espacios de reclutamiento
de hombres y campos de batallas. La participación de la campaña en al vida política santafesina se había insinuado antes del dictado
del Estatuto de 1819. Esta norma local incorporó a los departamentos de la campaña en las elecciones para Gobernador y Sala de
Representantes. Es sin duda el carácter provisorio de este rudimentario conjunto de normas el que le otorgó a López la posibilidad de
revocar artículos, según lo demanden las circunstancias. A partir de 1830 abundaron los decretos del caudillo, en correspondencia con
el ejercicio de facultades extraordinarias otorgadas por la Sala. De esta forma, aunque la Junta de Representantes aparecía como la
depositaria de la soberanía popular en el mencionado Estatuto, no es posible afirmar que su desempeño fuera condicionante para el
caudillo; por el contrario, la Sala acompañó la gestión de López.
En La Rioja, el ascenso del poder del caudillo no implico que desaparecieran las autoridades locales, sino que curiosamente se
mantuvo cierta estructura política legal. Al igual que Santa Fe, La Rioja trató de dar forma a sus instituciones locales basándose, por
una parte, en las funciones de gobierno heredadas del régimen colonial, y creando, por la otra, nuevas instancias de gobierno con
cierta demarcación de sus facultades. Pero La Rioja, a diferencia de Santa Fe, no logró darse una carta constitucional, sin embargo, de
la documentación existente se desprende la vigencia en parte del Reglamento Provisorio de 1817 dado por el gobierno central. Desde
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la comandancia general el caudillo, artífice de la política riojana, mantuvo así relaciones de conflicto, de acuerdo y hasta de
acatamiento a ciertas disposiciones de la Sala de Representantes. Por otra parte, el proceso de incorporación de la campaña a la vida
política se inició en esta provincia antes que en Santa Fe.
La legitimación que brindan las Salas de Representantes a las acciones públicas de los caudillos es evaluada por éstos como necesaria
al momento de pactar acuerdos con otras provincias. De manera que la incorporación de la campaña en la vida política de las dos
provincias es no sólo el producto de la presencia de una nueva fuerza militar, sino también resulta de la extensión de la representación
política al ámbito rural.
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distintos tipos de usufructo. Asimismo, el cobro de servicios militares a provincias en conflicto podía adoptar variadas modalidades:
recomposición de ganado, reconocimiento de gastos militares, gratificaciones en dinero a los jefes de divisiones e imposición de
garantías usurarias. En suma, cuando el cobro se efectuaba, contribuía a engrosar los siempre escasos fondos genuinos del Estado
provincial. La figura del caudillo se fortalecía ante la sociedad local al generar oportunidades varias de beneficios económicos. Entre
1820 y 1838, los préstamos del común y las remesas de dinero desde Buenos Aires auxiliaron al fisco santafesino de manera regular.
De este modo la tesorería provincial pudo afrontar los fuertes gastos militares que conformaban el grueso de los egresos fiscales y
logra un equilibrio en sus cuentas. Estas frecuentes remesas de dinero dieron la posibilidad a López de liberar progresivamente a los
vecinos de Santa fe de contribuciones forzosas. Asimismo, y con el objeto de buscar una mayor eficiencia financiera, la organización
fiscal santafesina contempló una distribución territorial de recursos y gastos.
En al visión que Quiroga legó de su papel en el financiamiento de las milicias, la tesorería provincial no habría realizado desembolso
alguno para cubrir gastos militares. ¿Qué nos revela su propio archivo privado? El ascenso al poder de Quiroga, basado en el control
militar de los Llanos, se habría vinculado con un rasgo peculiar de esta zona: la codicia de la provincia de San Juan quien se abastecía
de ganado en aquella región. A partir de 1819, los Llanos reciben creciente atención por parte del gobernador, pues se trata de
asegurar un ámbito rural en peligro. Al mismo tiempo, crece la dependencia de toda la provincia con respecto a aquel territorio y a
quien se arroga su defensa y protección. El provecho que el caudillo extrajo de esta circunstancia excedió el ámbito militar y se
extendió a su propia estrategia comercial. A partir de 1823 Quiroga cuenta con consignatarios por medio de los cuales abastece de
carne al comercio al por menor de San Juan y envía ganado para invernar. Así, tanto la acción militar como comercial del caudillo
neutralizan los peligros que se ciernen sobre los Llanos. El archivo privado testimonia, por otra parte, una notable combinación de
actividades pecuarias, comerciales y usurarias con distintas provincias. Sus actividades mercantiles incluían varias operaciones donde
se combinaban las de comercio y crédito y que sus transacciones no se limitaban al ganado y a los cueros. Dentro de las actividades
crediticias se destacó el financiamiento a terceros a través del préstamo de sumas importantes de dinero en la Rioja y en otras
provincias. Asimismo se registran dos habilitaciones para el establecimiento d estancias en la provincia de Buenos Aires. El caudillo
compró gran parte de las acciones del Banco de Rescate y Casa de Moneda de La Rioja, empresa que sucedió a una Sociedad de
Minas de Famatina constituida por una ley provincial de agosto de 1824, con el objeto de explotar el mineral de esa región. Para esta
empresa se asoció con dos comerciantes importantes de Buenos Aires, Ventura Vázquez y Braulio Costa. En suma, el conjunto de
actividades que realiza Quiroga dibuja el perfil de un caudillo que es al mismo tiempo mercader y estanciero, más orientado en sus
últimos años a la especulación financiera y a la realización de operaciones mercantiles crediticias que a la propia producción ganadera.
De manera que Quiroga se encontraba en excelentes condiciones para auxiliar financieramente al Estado provincial. En este sentido,
su archivo proporciona información relevante sobre préstamos en dinero al Estado y auxilio a las tropas en ganado y armamentos
realizados por el caudillo en reiteradas oportunidades. Sin embargo, el mismo archivo privado no autoriza a dar crédito a esa tentadora
afirmación que ubica al caudillo como único sostén de la estructura militar provincial. La financiación de esta estructura durante su
actuación tuvo por lo menos tres canales. El fisco riojano se hizo cargo de la provisión de diferentes insumos para las milicias de su
provincia. En primer lugar se destacan los socorros en dinero y vestuarios para las tropas, en segundo lugar, los aportes en
armamentos, en tercer lugar, el Estado auxilia con ganado vacuno y caballar de su propiedad. De las contribuciones de los vecinos a
las milicias, el auxilio en ganado es considerado por el gobierno bajo la figura de un empréstito a cubrir por el Estado o con carácter
de donación. Pero también se puede encontrar otro tipo de evidencias para situaciones de emergencia. Hay casos de extracciones de
animales no autorizadas oficialmente y realizadas en ciertas situaciones de conflicto milita y reunión de ganado sin distinción de
“persona, condición o propiedad”. Quiroga, finalmente, realiza aportes en dinero y en ganado al Estado para el sostenimiento de las
milicias de la provincia y mantiene su propia milicia de los Llanos en reiteradas oportunidades.
La relación entre finanzas particulares y fisco provincial es diferente en ambos caudillos, desde el momento en que distintos son los
lugares a partir de los cuales ejercieron su poder. Pero es innegable que tanto López como Quiroga usaron su influyente posición para
favorecer sus negocios particulares. Sin embargo, los caudillos no lograron constituirse en sostén exclusivo de las tesorerías
provinciales. Esas generaron recursos propios aunque siempre insuficientes.
A modo de conclusión
El estudio buscó advertir sobre la existencia de un conjunto de prácticas consuetudinarias y vínculos formales que articularon las
relaciones de los caudillos con el ámbito institucional provincial, las milicias y otros agentes económicos. La inserción de los caudillos
dentro de estructuras políticas provinciales los habría llevado incluso a mostrar cierto interés por mantener un relativo, aunque muy
imperfecto, funcionamiento institucional. La organización de la estructura militar en ambas provincias se apoyó así en una red
jerárquica y territorial que fue al mismo tiempo urbana y rural. Haciendo uso de esta organización preexistente, los caudillos
desarrollaron su capacidad social de convocatoria en su condición de propietario rural y de jefe militar. De modo que existió una real
articulación entre la estructura militar provincial y la capacidad de mando del caudillo. El cambio de la relación entre la ciudad y la
campaña también se enlazó con la modificación del carácter de la representación política que posibilitó la inclusión por vía legal del
ámbito rural a la vida política local. En lo que hace a la tenencia de bienes –tierras, acciones, intereses por préstamos- intervinieron
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instrumentos legales, atentos al valor acordado por la sociedad local o al conjunto de prácticas vigentes en la época. Los caudillos
emplearon también otros medios para acrecentar sus patrimonios, como el saqueo de ganado o dinero en las invasiones a otras
provincias. Sin embargo, estas prácticas no constituyeron las únicas fuentes de enriquecimiento personal ni de financiación de las
provincias.
[Noemí Goldman – Sonia Tedeschi, “Los tejidos formales del poder. Caudillos en el interior y el litoral rioplatenses durante la
primera mitad del siglo XIX”, en Noemí Goldman – Ricardo Salvatore (compiladores), Caudillismos rioplatenses. Nuevas
miradas a un viejo problema, Buenos Aires, Eudeba, 2005 (1998), pp. 135-157. ]