Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
César Ángeles L.
1
Martín 18/ 19. Número dedicado a César Vallejo. Lima, Universidad Particular San Martín de Porres, 2008.
2
Llamo la atención, en dicha edición-homenaje, sobre la página 21 donde aparecen los dos marxistas más
relevantes que ha dado el Perú: José Carlos Mariátegui y César Vallejo, ambos sonriendo a una imaginaria
cámara merced a la “ilustración intervenida” por el reconocida artista plástico del pop nativo Jesús Ruiz
Durand.
3
Una primera versión del mismo apareció en mi libro PELIGRO: RIMBAUD/ Aproximación a Una
temporada en el infierno, y VALLEJO Y EL HUMOR (Lima, 1998). Luego di otra versión corregida para las
revistas electrónicas Espéculo (Madrid) y Ciberayllu (Estados Unidos):
http://www.andes.missouri.edu/andes/Especiales/CALVallejo/CAL_Vallejo.html
1
Es lo que sucede, por ejemplo, dentro del ya mencionado homenaje que realiza
Martín a César Vallejo, con el texto de José Rosas Ribeyro “Un Vallejo propio y mío”4,
que en diversos aspectos coincide con la línea argumentativa de varios escritores e
intelectuales quienes de un modo u otro han ido erigiendo un mural antiVallejo de
antología, donde incluyen, claro, a la propia Georgette Marie Travers Philippart, poeta a
más señas5. Al leer la referida colaboración de José Rosas, evoqué una línea de exégesis
vallejiana cuestionable, por conservadora y miserabilista, respecto del célebre poeta nacido
en Santiago de Chuco. Al respecto, se precisa un trabajo donde se pase revista a lo anterior,
citando y rebatiendo casos concretos; pero se trata de una investigación que en este breve
artículo apenas queda bosquejada. Adelantemos, sin embargo, algunos criterios y
desarrollos.
2
En tales términos se remarca la representación patética, oscura y miserabilista que
muchas veces ha recaído sobre Vallejo, y que ha servido para canonizar una imagen del
poeta que lo aparta de lo que considero (y no solo yo, claro) el esencial carácter
transformador de su escritura, su posición política-poética, y su vida misma, aunque breve,
poderosa. Así, por ejemplo, en algo crucial como la economía, nunca será suficiente
remarcar que sus dificultades no lo sobrepasaron, ya que ya que de(sen)volvió aquella
amistad y fortuna (prestada) con una obra vasta y heterogénea, cada vez más central en
nuestra contemporaneidad. El humor –que no es igual a comicidad (ver nota 2)– que tuvo
alguien como el gran poeta liberteño fue un factor decisivo en lo anterior, en tanto aquel
tiene una naturaleza dialéctica, que bien puede nutrirse de caídas y carencias mutando todo
ello en pura creatividad, como tantos hombres y mujeres en la vida hacen.
Por otro lado, aunque desde el inicio de su artículo Rosas Ribeyro confiesa su
radical rechazo ante los “especialistas” en Vallejo8, apela a Larrea y otros que divulgaron
una particular imagen del poeta y su biografía. Es decir, contradiciéndose se hace eco, cuasi
abogado defensor, de aquellos con quienes contendió su compañera, Georgette, por la
construcción de una imagen del hombre y el poeta, a lo largo de años, como queda
testimoniado en los “Apuntes biográficos sobre César Vallejo” que ella escribió 9. Es sabido
que dichas construcciones son parte esencial de las batallas ideológicas –y, por ende,
cargadas de pasión– que dan forma a la historia. De ahí la centralidad de abrir debate sobre
estos asuntos, y ventilar argumentos y representaciones cada vez que sea políticamente
necesario, como ahora en este trabajo.
Primero, por su genio explosivo e imprevisible del cual hay varias referencias entre
los amantes de la obra vallejiana; algunos de quienes, por diversas razones y circunstancias,
fueron testigos de los cambiantes estados de ánimo de Georgette en relación con la
memoria y el legado de su esposo. Otro factor puede haber sido, como piensa el ya citado
investigador Alberto Aznarán, “el desdén de los críticos y algunos amigos de Vallejo que
no la consideraban con la suficiente preparación, méritos ni experiencia para hacerse cargo
de la inmensa obra del poeta. Basta recordar que Vallejo la conoció cuando ella tenía 16
años”. A partir de lo anterior, una tercera causa de la imagen problemática acerca de
Georgette nace de sus varias disputas y polémicas con amigos e investigadores de Vallejo
(considérense las notas 9 y 11), de seguro, algunas justificadas y otras no tanto. Cabe
preguntarnos si se trató de una actitud que se limitó a lo personal, o si trascendió al terreno
8
Como “el turbulento circo vallejiano” denomina irónicamente este autor a quienes se abocan a la memoria o
el estudio de la vida y obra de Vallejo, autorepresentándose en tanto no académico ni intérprete de la vida y
obra de Vallejo. Pero sí lo es, y aparece como tal ante quienes leemos este número doble dedicado por Martín
a César Vallejo. Su texto tiene un carácter personal y político a la vez. Ello no niega que, en verdad, haya
quienes transmiten un aura de “cofradía” o “aspecto de secta” cuando se ocupan de Vallejo o aun de su
compañera (lo que Max Silva clasifica como “vallejolatras”: ver referencia en la nota 11).
9
Para seguir la pista de las batallas de algunos vallejólogos como Juan Larrea, Gerardo Diego, André Coyné,
Gonzalo More, entre otros, e incluso Pablo Neruda, con Georgette, recomiendo mucho leer estos “Apuntes
biográficos sobre César Vallejo”. En Vallejo, César. Obra poética completa. Lima, Mosca Azul editores,
1974: 351-457.
3
de una posición –pasión– política, que es la última de las razones que quiero aquí dejar
sentada. Mi cuarta hipótesis parte del hecho que Georgette, al ser heredera de la obra de
Vallejo, contribuyó decisivamente y de manera pionera, apenas muerto este, a su imagen
revolucionaria y bolchevique10. Una imagen que contradice la representación abatida y
mendicante de Vallejo en Europa –como la que construyeron, con buena o mala voluntad,
varios intelectuales y amigos luego de su muerte, y que lamentablemente hasta el día de
hoy predomina en el público masivo–, ante la cual ella sentó una clara posición de combate.
Para tal empresa, no tuvo que negar las objetivas dificultades durante su
convivencia con César, sino solo poner sobre la mesa (de operaciones) elementos
concretos, de diferente signo, como la militancia comunista, la fertilidad creativa y la
necesaria disciplina de trabajo que a causa de su diversificada labor como periodista, como
agitador político antifascista y como autor de una vasta, heterogénea y trascendente obra,
tuvo que tener alguien como Vallejo. Una vida heroica, como alentaba el Amauta. Todo lo
dicho redunda en que, para cualquier temperamento anticomunista y conservador, un tipo
de biografía como la emprendida inicialmente por Georgette es simplemente intolerable y
digna de una cruzada contraria, que so pretexto de humanizar al genio de España aparta de
mí este cáliz lleve su retrato –y, por supuesto, el de su mujer– hasta las fronteras de la
banalidad y la caricatura políticas.
4
vida: amigas, amantes o prostitutas”. Lo que omite decir el propio autor a partir de esta cita,
que lo mueve a aparente escándalo o cuando menos a desazón con puchero, es que Vallejo
trataba así no solo a esas “mujeres de su vida”, sino también a sus propios amigos, como se
aprecia largamente en la edición de su Correspondencia completa, preparada por Jesús
Cabel12. Como ejemplo, van estas líneas dirigidas al mismo Juan Larrea: “Espero que me
harás un telegrama para ir a recibirte a la Estación. No te olvides, zorrillo”; y hacia el final
de la olorosa misiva: “Abrazos a todos los zorrillos y otros formidables de tu hermano que
ansía verte por momentos. César” (París 6 de agosto de 1926)13.
5
batallas que conforman la vida están? Y, por cierto, ¿quiénes y sobre todo qué le han de
ocasionar a César más vueltas y revueltas en su ánimo, en su descanso en Montparnasse? A
buen entendedor... no más palabras. Solo poesía. No solo poesía.
cláusula en el contrato que de acuerdo a las leyes de Francia es inalienable. Dicha cláusula de acuerdo al
régimen de propiedad privada de dicho país es que nadie sin su consentimiento puede abrir dicha tumba. De
ese modo lo hizo suyo para siempre, actitud uterina de mujer, quizá haciéndolo el primer y único hijo que
alcanzó a tener. Sobre su lápida mandó grabar parte de este epitafio que escribió para él: Tú mi vida/ tú mi
desgracia/ toda mujer eternamente/ mece un niño/ Nevé tanto/ para que tú duermas/ lloré tanto/ para
desvanecer tu ataúd” (de “Georgette Vallejo, ser otra vez uno”. En: www.danilosanchezlihon.blogspot.com).