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SABER
Silvia Cano Garca
No existe mejor fragata que un libro para llevarnos a tierras lejanas, dice Emily
Dickinson poeta estadounidense (1830-1886). Es cierto.
Segn datos de las estadsticas mundiales el ochenta por ciento de los lectores
son mujeres, y en pocos campos de la actividad humana ha ganado la mujer tanto
terreno como en la escritura. Estudios realizados en las escuelas muestran que los
nios dan menos valor a la lectura, se mueven ms, escuchan menos. Creo que lo
fundamental es esto: escuchan menos. Los varones se interesan menos por las
historias de los otros. Nosotras sentimos una curiosidad insaciable por los otros,
que puede desembocar en chismorreos de patio de vecinos o en grandes obras
literarias, y a veces en ambas cosas a la vez. Desde nuestras abuelas y nuestras
madres, las mujeres hemos almacenado historias, y asido geniales narradoras.
Tal vez s exista, pues, una actitud especial de las mujeres ante la lectura, tal vez
s haya desempeado en nuestras vidas un papel singular y distinto, y nos haya
ayudado a adquirir otra visin del mundo y nos haya hecho en otras pocas ms
peligrosas.
Lo cierto Para m formar lectores es una tarea lenta, placentera e infinitamente
satisfactoria, actividad muy poco valorada por la sociedad, por los medios de
comunicacin y, particularmente, por los jvenes: a muchos adolescentes que
forman parte del club de lectura el lector pensante les da vergenza reconocer
ante sus amigos que son lectores. Por otro lado, histricamente, los grandes
lectores han sido considerados como tipos raros o locos.
Cuando nos proponemos promover o animar la lectura, debemos recordar que leer
no es un juego, sino una actividad cognitiva y comprensiva enormemente
compleja, en la que intervienen el pensamiento y la memoria, as como los
conocimientos previos del lector. Leer, una vez adquiridos los mecanismos que
nos permiten enfrentarnos a una lectura, es querer leer, es decir, una actividad
individual y voluntaria.