Sunteți pe pagina 1din 2

Aldea global

¿Son realistas los resultados


del Informe Pisa?

MANUEL TOHARIA

Hace pocos meses despertó gran sensación la publicación del ‘Informe


PISA’ que había analizado las capacidades en ciencias de los alumnos
de diversos países. Es probable que todos recuerden que España quedó
por debajo de la media, mientras, Finlandia batía, y de lejos, a todos los
demás. Una mala clasificación española, aireada por los medios de
comunicación como si de un mal resultado deportivo se tratase. Y, desde
luego, no sólo no es eso sino que dicho informe puede resultar en
muchos aspectos sumamente engañoso.

Nadie puede dudar de las dificultades que entraña la enseñanza en España, no sólo por el
tradicional retraso en adaptarnos a las características de los países más modernos sino –
sobre todo– por los problemas de cambios de planes de enseñanza e incluso grandes leyes
educativas, según quién gobierne, y también por la dificultad añadida, especialmente
relevante en el último decenio, de una inmigración masiva que ha poblado nuestras aulas de
alumnos con un nivel cultural medio inferior a lo habitual. En muchos casos, derivado de
un idioma distinto, y en otros de una deficiente educación básica o infantil en sus países de
origen.

Todo ello es conocido, y hay que aceptar que requiere urgente solución; aun así, cabe
preguntarse por qué hemos llegado a esa extraña mitificación del citado ‘Informe Pisa’.
Que sólo es una especie de radiografía de cómo aplican sus saberes los jóvenes de 15 años
a la vida práctica, y no tanto una competición para ver quiénes son los más listos.

Eso sí, esa fotografía –muy mediática pero de enfoque limitado– de la realidad educativa
apenas sirve para construir un retrato fiel del nivel formativo de nuestros jóvenes. Porque
para tener un buen diagnóstico de los resultados del sistema educativo es necesario
observar varias de estas instantáneas –tomadas desde distintos ángulos, o sea edades,
saberes, aplicación de esos saberes, etc.–, y no fijarse tan sólo en esa especie de
clasificación liguera, que encuentra tan fácil acomodo en los periódicos.

Además, las pruebas evaluadoras dependen a veces bastante más de la adaptación a ellas
que puedan tener los alumnos –por haberlas ensayado mucho en clase, por ejemplo– que de
su real comprensión o incomprensión de los problemas planteados o las enseñanzas
asimiladas.

La instantánea obtenida
por el ‘Informe Pisa’ –muy
mediático pero de enfoque
limitado– apenas sirve para
construir un retrato fiel del
Por tanto, y a pesar de su formato de ‘hit-parade’ nivel formativo de nuestros
clasificatorio, el informe Pisa debe ser considerado en su jóvenes
justo término. Es decir, lo que importa no es la clasificación
sino la nota en relación con las demás. Y en este sentido, de los países analizados, salvo un
pequeño grupo (apenas la cuarta parte) que están realmente muy por debajo de la nota
media, y unos cuantos que están por encima, los demás, España incluida, están en un
entorno de puntuación que no difiere mucho de los peores a los mejores. De hecho, España
está en el mismo intervalo de puntuación (más menos cinco por ciento) que la mayoría de
los países desarrollados: entre los puestos 12 y 30 están casi todos los países similares a
nosotros. Por encima están once países nórdicos u orientales, de estructura educativa,
socioeconómica y desde luego cultural muy diferente a la nuestra, y muy por debajo todos
los demás países, en su inmensa mayoría pobres o con graves problemas de tipos diversos.
En cuanto a la riqueza, precisamente, España está en la situación que cabe esperar en
función de su PIB, o bien en función de su inversión en educación.

Todo esto no significa que estemos bien; pero desde luego no estamos tan mal como indica
la oleada 2006 del ‘Informe Pisa’. Un informe que es lo que es; que puede resultar útil, pero
que ni es el oráculo de Delfos ni el examen definitivo para los enseñantes y los sistemas
docentes.

Manuel Toharia es director científico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y presidente
de la Asociación Española de Periodismo Científico.

S-ar putea să vă placă și