ambiente o de la distribución y abundancia de los seres vivos, y cómo esas propiedades son afectadas por la interacción entre los organismos y su ambiente. El ambiente incluye las propiedades físicas que pueden ser descritas como la suma de factores abióticos locales, como el clima y la geología, y los demás organismos que comparten ese hábitat (factores bióticos).
La ecología es la rama de la Biología que
estudia los seres vivos, su medio y las relaciones que establecen entre ellos. Éstos pueden ser estudiados a muchos niveles diferentes, desde las proteínas y ácidos nucleicos (en la bioquímica y la biología molecular), a las células (biología celular), tejidos (histología), individuos (botánica, zoología, fisiología, bacteriología, virología, micología y otras) y, finalmente, al nivel de las poblaciones, comunidades, ecosistemas y la biosfera. Éstos últimos son los sujetos de estudio de la ecología. .El panorama actual no es muy alentador, ni en el ámbito mundial, ni en el ámbito nacional: efecto invernadero, destrucción de la capa de ozono, aumento de los incendios forestales, escasez y contaminación de los recursos hídricos, cambios climáticos, mala distribución de recursos alimentarios, extinción de especies vegetales y animales, etc. Lógicamente, todos estos fenómenos inciden de manera directa o indirecta, pero negativamente, sobre la diversidad biológica o biodiversidad (palabra muy en boga actualmente) de nuestro planeta. Realmente no somos capaces de estimar las consecuencias de todo este proceso, ya que la pérdida de plantas, animales y microorganismos, es decir, el acervo genético que contienen y los intrincados ecosistemas que constituyen, son la fuente potencial de inmensas riquezas materiales, muchas de ellas aún sin explotar, ya sea en forma de alimentos, medicinas u otras sustancias de interés comercial.
Hoy, es urgente la necesidad de proteger
y aún más necesario es su estudio y detallado conocimiento que nos permita una correcta gestión en nuestras políticas de conservación La conservación de especies animales, no es sino, una actividad parcial dentro de otra general como lo es la conservación biológica. Pero, al tratar sobre la conservación de especies animales o al preservar los valores que la fauna puede ofrecer, se ha cometido siempre el grave error, que es el de considerar con exclusividad a los vertebrados y en particular aquellos provistos de pelo y plumas, y se ha olvidado la existencia de seres más "modestos" pero no menos importantes. Para restaurar nuestro ecosistema, se deberá basar en la preservación controlada y cuidado de los "organismos inferiores", como el eslabón fundamental de la cadena biológica que componen su flora y fauna.
Los países más desarrollados ya han
tomado conciencia de estos daños irreversibles; sus investigadores y gobiernos han trabajado y trabajan para conocer su fauna entomológica, su distribución y situación actual. Conocimientos que han sido herramientas imprescindibles para la elaboración de sus legislaturas de protección de los invertebrados y establecimiento de zonas de protección.
Pero, ¿cuál es el estado actual de
conocimientos sobre la fauna entomológica en la Argentina? ¿Cuáles han sido las líneas de política conservacionista?
Sobre estos importantes temas, cabe
preguntar: ¿Qué conocimientos reales tiene nuestra administración fiscalizadora sobre los insectos y las amenazas a sus poblaciones? ; ¿qué criterios hay que considerar para establecer zonas y especies protegidas? ; ¿Qué medidas de gestión habría que poner en práctica?......
Ante esta situación de no saber qué
proteger y cómo hacerlo, el organismo competente en el tema podría instrumentar una ley que "lo proteja todo, por sí acaso". Por una parte, es evidente que sólo una legislación no es suficiente para evitar la extinción de especies en peligro, pues se conocen casos de especies "protegidas" que se han extinguido, incluso entre los Lepidópteros (mariposas). Pero también, por otro lado, una legislación restrictiva en términos científicos es aberrante, por impedir teóricamente, el estudio y catalogación de los insectos, que necesitan de muestreos y trabajos de laboratorio para su correcta determinación. Evidentemente el problema de la protección y conservación requiere una inmediata implementación por parte de idóneos en la materia... pero sigue sin solución.
Tras un análisis de la relación de
nuestras especies, podemos afirmar especialmente el gran desconocimiento actual sobre la situación de las poblaciones de Lepidópteros y de cuáles son las verdaderas razones (causas naturales o debidas a la actividad humana) de su disminución, lo que deriva en una gran paradoja a la hora de enfrentarnos con su protección: ¿Cómo pretendemos conservar lo que aún no conocemos?
En un futuro próximo, y particularmente
por la prospección de nuevas áreas de interés entomológico, deberán considerarse como una estrategia de conservación, acompañada al margen de otras medidas de protección, de investigación y estudio de los requerimientos de las especies, su biología y su situación en cada lugar y momento, como coinciden la mayoría de los autores conservacionistas.
Y aquí se señala la importancia del
aficionado, quien por su pasión en el conocimiento y observación de la naturaleza, brinda su gran aporte a la ciencia: proporcionando y llevando a cabo elevamientos serios que constituyen la fuente del estudio científico; ya que, resulta imposible que un profesional en la materia pueda capturar y determinar tantas especies distintas en los diferentes rincones del país, durante todas las épocas del año, y paralelamente desarrollar sus estudios específicos de laboratorio.
Los resultados preliminares sobre la
distribución de los Lepidópteros argentinos, demostrarán que un número alto de especies consideradas vulnerables o en peligro de extinción no siempre coincide con las áreas protegidas, y viceversa. Los argumentos a tener en cuenta a la hora de planificar las áreas de protección deberán considerar las causales de su posible extinción: vulnerabilidad, desaparición de su planta nutricia, destrucción o alteración de biotopos por talas y deforestación incontrolada, urbanismo, industrialización, repoblación forestal exótica, cambios climáticos, polución atmosférica, invasión de su hábitat por malezas, uso de pesticidas, etc.
Es hora que nuestros gobernantes
brinden el apoyo logístico y financiero necesario e imprescindible para llevar a cabo estas tareas, tomando la debida conciencia sobre la importancia que revisten los organismos inferiores en la naturaleza.
Por ello, estas medidas
conservacionistas deben ser tomadas YA, antes que lamentemos recordar: "Ese hermoso mundo que teníamos y no supimos cuidar".