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ISBN: 978-607-00-0708-8
2009
Primera sesión
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–Mmm, bueno, ¿qué quieres? –dije como con una hueva que
apenas y se podían distinguir las palabras.
–¡Güey, me la chingué! ¡Me chingué a Susana, no mames!
–dijo una voz quebrada, emocionada, con un putero de senti-
mientos encontrados.
–¿Y qué quieres que te diga? ¡Felicidades! ¡Chíngatela otra
vez y ya no me chingues a mí! –estuve a punto de colgar.
–¡Güey, no mames! Me la chingué, es importante, a huevo
que es importante. Es importante para mí.
–¡Vete a la fregada! Importante mi sueño, pinche güey, no
mames, ¿oquei? Habla más tarde, bai. –Alguien está queriendo
lavarse sus dientes con mierda, pensé.
–¡No! Aguanta, te lo juro que es importante. Es tan impor-
tante que me puede afectar para siempre, ¡güey!, para siempre.
Nos vemos en las puertas1 en quince minutos, ¿sale? Ven por
fa, te lo pido como amigo.
–Oquei, nos vemos en quince minutos, bai –colgué. Puse el
celular en mudo. Me dormí.
Desperté después de un rato y medio de malas. Me acordé
de que tenía que ver al pinche David. Me volteé en mi cama
para agarrar el celular y poder ver si había llamadas perdidas,
así como para tener una puta idea de qué hora era. Tenía siete
llamadas perdidas, a huevo era ese vato, pero mi apatía me
obligó a no ver de quién venían.
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La historia de las chanclas es algo que tengo que contar, les tengo
mucho cariño porque las compré una vez que andaba de viaje.
Gracias al mal calculado gasto de las chanclas me quedé unos
buenos días sin comer, lo bueno es que hacía mucho calor y creo
que valió la pena.
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–¿Qué pedo güey? Te traje café y un pan para el chat –le dije,
dándole la mano.
–¿A qué horas te dije que nos veíamos aquí, pendejo? No
mames, güey, te pido un paro y no lo haces –dijo David con
una cara de decepción y emputamiento.
–Güey, si quieres me voy a dormir. La neta no me preocupa
mucho, ya sabes, ¿quieres que me vaya o qué pedo? –me gusta
retarlo, porque siempre se echa para atrás y se enoja.
–No, güey, quiero platicar, ¡a la monda! Además ponte en
mi lugar, tú también te emputarías.
–Eso sí… pero… güey, platica pues, ¿qué quieres que te
diga? ¿Qué pasó o qué pedo?
–¿Te acuerdas de Susana?
–Simón, la morra que te pasaba bien cabrón, ¿no? Una
morenilla, chaparrilla, media enfadosa.
–No era enfadosa pero bueno, simón, ésa.
–Bueno cada quien. La neta sabes que no me cae tanto ese
tipo de morra.
–Sí, pero bueno, el pedo es que… no mames. Ya ves que ayer
te dije que iba a ir a su despedida, porque esta morra se iba a
ir seis meses a San Francisco.
–Simón, me dijiste, ¿cómo se puso esa madre, güey?
–Pues, dos tres, no creas que estuvo bien chila la fiesta. La
neta no te perdiste de mucho. La misma gente diciendo las
mismas pendejadas de siempre. El Mario bien vestido preocu-
pándose toda la noche por no verse mal. ¡Ah!, por cierto.
Adivina a quién vi.
–¿A quién?
–¡Adivina!
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Los tacos del Frank son catalogados por mucha gente como los
mejores tacos de Tijuana. Son inmensos, con salsa buenísima, un
putero de guacamole y venden de todo tipo de tacos: de ceso, de
tripa, de asada, de adobada, etc.
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Si eres mexicano y alguna vez en tu vida te has topado con una
niña fresa de Monterrey sabes que no hay mujer alguna en la faz del
planeta Tierra que te la va a hacer más de tos para que te la agarres
a camaronazos.
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5 Eso me caga: “estamos en tiempo”. Ahí va el significado de tiempo para un hombre: para un
hombre “tomar tiempo” es tener a la morra ahí en lista de espera y a la vez buscar otras viejas,
porque pues no anda con nadie. Ahora, esto es lo que piensa una mujer sobre el “tiempo”: ahí
tengo a mi bombón pensando en cómo podrá mejorar la relación; como no me está viendo
tan seguido como antes, de seguro que él ha de estar pensando en mí. Ahí les va un consejo a
todas las morras, sobre todo a las regias que cómo valen cock, si le das tiempo a tu relación es
lo mismo que darle un cupón a tu vato para que se agarre o se coja a otras viejas, incluyendo
“amigas” tuyas, ¡no seas pendeja!, no lo hagas así.
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Soma fue una empresa que fundó David, que lamentablemente fracasó
por ser administrada por una bola de pendejos. A pesar de que ellos tenían
buenas ideas y diseños diferentes, eran un asco para la administración.
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–¡Ibas bien, güey!, ¿por qué chingados dices esa madre para
cagar toda la seriedad? No mames.
–Güey, no mal interpretes, pero es morra y nos puede
ayudar más, pero no sé si quieras explicarle a tu carnala cómo
está el pedo. Te puedo garantizar que por más cagapalos que
se ponga, nos va a ayudar bastante.
–Oquei, qué te cuesta decirlo así en vez de decirle puta a mi
carnala, güey.
–Bueno, déjame decirte el plan que te va a salvar el culo.
Después me dices tus sentimientos, por lo pronto no me quites
la inspiración, ¿oquei?
–Simón, sorry –dijo poniendo una cara de niño regañado.
–Va, pues una vez hecha la maleta nos vamos de su casa,
con el boleto y la maleta en mano. Lo siguiente sería dejar en
la entrada de la casa una carta que explique a sus padres que
se tuvo que ir antes, no sé por qué, pero se tuvo que ir antes,
luego pensamos en el porqué. Dejamos la pinche nota o un
recado, es más ¡ya sé! Su jefe es profesor, ¿no?
–Simón, ¿y eso qué?
–Aquí te va el secreto, mi pequeño aprendiz –ahora sí tenía
al pobre de David a mis pies, sus oídos eran míos, ya era hora
de que el cabrón se diera cuenta de quién le iba a salvar el
culo. Digo, no quería que ese güey pensara que fue un error
el haberme dicho la pendejada que hizo, todo por caliente;
pero bueno, eso nos puede pasar a todos y siempre es bueno
ayudar. Capaz de que al final de todo me firma horas de servi-
cio social.
–A ver.
–Su jefe es profesor, entonces lo más seguro es que tenga
una cuenta de correo. Lo que podemos hacer es usar la compu-
tadora de la morra ésta, ¿cómo se llamaba el cadáver que está
allá afuera?
–Güey, ¡respeta a Susana!
–Simón, usamos su computadora, nos metemos a su correo,
que no vamos a ocupar la clave porque en su messenger estará
grabada, como usualmente se hace. Una vez en su correo,
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No soy de las personas que tienen que enfatizar, como las regias fresas
que al vato que vean le van a decir: ¡Qué pedo, guaey! ¿Cómo estás, guaey?
Fregón. ¡Tipo que tengo mil sin verte! ¡Te quiero mil! Nunca cambies.
¿Para qué chingados quiero decirle eso a un homie que nomás vi una vez
en una peda?
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Lógica muy estúpida desde el punto de vista masculino, pero lógica.
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El Gitanerías no es nada más un congal, sino uno bien culero. El congal
sólo contaba con dos tipos de mujeres: las culeras y las madreadas, y aunque
uno tratara de verles el lado agradable no lo lograba.
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Físicamente decente, sus modales nos vienen valiendo verga.
El Triángulo es una llantera que está en el bulevar de Tijuana. No digo qué
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bulevar porque nomás hay uno y cambia de nombre cada pinches quince
metros, en fin, es una llantera.
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Decidí ir a ver qué pedo con el joto del David, no vaya a ser
que esté haciendo pendejadas como estar llorando y arrepin-
tiéndose de lo que puede hacer, y decir que se va a denunciar
a la policía. Eso es algo que siempre veo en las películas y la
gente siempre piensa que es la mejor opción, pero la verdad es
que hasta que un conocido tuyo se encuentra en este tipo de
aprietos es cuando decides hacer lo que sea para encubrirlo y
hacer que su puta libertad dure el mayor tiempo posible. Uno
sabe que lo que hizo está mal pero, ¿qué peor castigo que estar
constantemente con tu consciencia diciéndote que acabas de
matar a alguien? Digo, fue sin intención y la vieja ya está
muerta; no se puede hacer nada. No es como que si este güey
es un maníaco que se la pasa matando putas o algo por el
estilo; nomás es un pendejo con muy mala suerte, eso es todo.
No todo lo que uno ve en las películas es cierto. Subí al techo
y vi a este vato sentado abrazándose las rodillas como un niño
que acaba de robar una bolsa de dulces y es atormentado por
los recuerdos de sus actos.
–Güey, te tienes que calmar. No es normal que estés así de
estresado.
–¡Pendejo! No es como que sí lo puedo controlar. ¡Maté a
una morra, a la verga! –dijo casi llorando mariconamente.
–Ya sé, pero ahorita lo que menos necesitamos es que estés
todo alterado. Lo que se requiere es que te quedes tranquilo
y pienses bien –se lo dije de una manera bien calmada. Me
sentía como los policías que te piden que no te suicides o que
dejes el arma y a la hora de la hora te chingan.
–Sí, ya sé. Pero es que ya valí verga. Güey, no mames, ¡ya
valí verga!
–Mira, cálmate, por favor, que te estoy tratando de ayudar.
No es como que estoy aquí para hacerte las cosas más pesadas
de lo que ya son. Hablé con Miguel; me dijo que lo viera en la
llantera, voy para allá y le voy a explicar cómo está este pedo.
Mientras, agarra unas mantas para tapar al cadáver, pero que
no sean tuyas tuyas porque si por algo lo ven, te puede echar
de cabeza eso. Échales un ojo a los vecinos a ver a qué putas
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horas se van, y bajas para arreglar eso. Baja con basura en tus
manos para no levantar ninguna puta sospecha, ¿oquei?
–Va, pues.
–No me lo digas como pinche niño maricón, ¡a la verga!
–Cállate, ¡pendejo!
–Así está mejor. Dame las llaves de tu carro para ir a ver a
ese güey. ¿Quieres algo de la tienda?
–Nah, gracias, güey.
–Va, sale, nos vemos al rato –Me volteé y ya estaba apunto
de bajar las escaleras.
–Güey, aguanta. Toma cien pesos, ponle gasolina al carro,
no me gusta que ande con el tanque medio vacío.
–¿Quieres de la mexicana?
–Simón, con este carro no hay pedo, güey.
–¿Seguro? –Volví a insistir, porque una vez un pariente de
David le puso gasolina mexicana a uno de sus carros y puedo
asegurar que, cerca de una hora después de que le llenaron el
tanque, el carro comenzó a fallar, y no me refiero a algo ligero
sino simplemente no aceleraba. Terminamos llevándolo a la
agencia a que le hicieran una limpia. Al final fue una hueva
porque los planes de aquella vez se cancelaron.
–Ya te dije que sí, que no hay pedo.
– Si tú dices.
Tomé el billete de cien pesos y me dirigí hacia la puerta de
la azotea.
–Va, nos vemos.
Me subí al carro de este güey. Siempre he dicho que, para
realmente darte cuenta de qué tan chaparro es alguien, te
debes de subir a su carro y manejarlo, ahí notas qué tan atrás
tienes que hacer el asiento del carro y los espejos. Este cabrón
era un pinche enano. En un ratillo, como unos siete minutos,
llegué a la llantera; ahí podía ver el carro de Miguel, que al
parecer tenía una llanta ponchada. Me vio y me saludó, pero
se veía algo ocupado con el llantero, como que estaba a punto
de pagarle. Lo esperé sentado en un bote de pintura que
contenía agua.
–¿Qué pedo?, ¿cómo estamos?
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Victors es una caferetía estilo Vips pero mucho más vieja en la escena
Tijuana. Es de los restaurantes en los que las tías se reunían para contarse
sobre los matrimonios de sus sobrinas y media estupidez más. Le tengo
cierto cariño a ese lugar feo.
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Esta es una banda que conocí en Alemania mientras viví en Nuremberg.
Son 100% vegetarianos a pesar de que los hice comer caldo de res una vez
que los invité a comer a mi casa. Tocan New Wave.
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La mentalidad de los tijuanenses sigue siendo de rancho; si sale algo
malo de una familia todos hablan de ello en los cafés, restaurantes, etcétera,
lo cual me viene hasta cierto punto valiendo madre, pero la verdad es que
te excluyen, y eso está ya de la chingada.
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Bueno, la verdad es que no teníamos siempre una puta idea de lo que nos
iba a servir y de lo que no.
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–Bueno, deja agarro las cosas y nos vamos a hacer este pedo,
hay que buscar un café internet en la sección amarilla.
–Neta, tiene que ser uno al que no vayamos o más bien
por una zona en la que no nos movamos, para que no nos
reconozcan.
–Bien, me gusta cuando usas tu cerebro, güey. Pensé que ya
se te había olvidado cómo se usaba ese pedo.
–Dame las llaves del carro y vete cambiando. Te espero en
el carro –dijo David mientras se salía de la casa–. Cierra con
llave cuando salgas. Las llaves están encima de la tele.
–Sí, mamá.
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Las tortas cubanas son el equivalente a los Tacos el Frank, pero en tortas.
Sus tortas se pasan de vergas de grandes y tienen de todo: huevo, carne de
res, jamón, queso, jitomate, aguacate, lechuga, cebolla, etc… Es un buen
lugar para llevar a una mujer embarazada.
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La Revu es la avenida más conocida de Tijuana. Es donde se encuentra
todo el desmadre; parte la ciudad en dos: en el lado de las putas, perdición,
drogas, crímen, etc., y en el lado que habita la gente relativamente normal.
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Es un personaje de la película Pulp Fiction.
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Como lo podría decir Susana.
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Esta es una risa que expresa dolor, no la típica risa de diversión.
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Los Ruffles verdes son las mejores papitas que hay. Siempre me pongo de
buen humor cuando las como. Mi novia acostumbra comprármelas cuando
quiere ponerme de buenas rápido. Tiene de dos sopas cuando la caga, o me
regala papitas o cogemos. Pero la segunda opción pone de buen humor a
cualquiera.
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Arturo es mi compa, su papá se la pasaba robándonos la mota cada vez
que podía el hijo de la chingada.
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Es una novela de Taylor Caldwell, está chila y corta.
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Las tres claves para ponerme de buen humor son comer, dormir o coger.
Mucha gente piensa que me comporto de una manera primitiva y que mis
prioridades son las mismas que las de un animal salvaje.
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El Filippis es un restaurante gringo en el centro de San Diego. Está chilo,
pero no lo considero el mejor de comida italiana.
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–Ya sé, por eso es que te digo que me cuentes todo lo que te
pasa, porque muchas veces el problema es que lo estás viendo
de adentro y no alcanzas a ver las cosas en toda su magnitud.
No quiere decir que sea un genio sino simplemente me ayuda
no ser el afectado por aquella situación.
–¡No mames!, ¿ya viste la línea?
–¡Ah! ¿Empieza desde el Río29? –dije con una entonación
media achilangada; la verdad es que esto se debe a una
persona que me importa mucho pero ha llegado a contaminar
mi acento un poco.
–Ah no, el pedo es que cerraron el paso de la glorieta.
–¡Me caga que hagan eso!
La policía cierra el paso del Río a la altura de la glorieta
con el Monumento al Fierro. Creo que esa glorieta se lleva el
premio de ser la glorieta más fea e incongruente del país. La
gente dice que el monumento representa a una constructora
de México, sea como sea es una mierda de monumento. Hagan
de cuenta que ven las puntas de unas tijeras del tamaño de un
edificio. A veces cierran el paso de la glorieta no sé con qué
pinche fin. ¡Cómo la cagan los policías! Según esto es para no
provocar tráfico, aunque provocan más a la hora de la hora.
Termina uno hasta su puta madre de lejos, lo hacen pasar por
dos glorietas a vuelta de rueda, eso sí, ahí vez a los cabrones
que se sienten hechos a mano, moviendo el brazo para que
todos pasen según esto rápido, pero nada más parece que
están tocando la guitarra como los metaleros en los ochenta.
Sabía que tendríamos que ir al Palacio de Gobierno y luego
ir a la glorieta de Pueblo Amigo para regresar, escuchen
esta pendejada, ¡para regresar a la glorieta del Monumento
al Fierro! ¡Ah!, si haces ese cagadero de fila, te dejan pasar.
¡Ahora sí, señor! Se nota que usted sí tiene ganas de cruzar la
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En Tijuana hay dos zonas muy importantes: el Río y la Revu. En ese
momento nos encontrábamos en el Río. Muchas veces desde la zona del
Río se tiene que empezar a hacer fila para pasar al otro lado.
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Ramiro fue un amigo que murió cuando éramos chicos. Fue mi segundo
contacto con la muerte. En su momento llegó a perturbarme demasiado.
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Para todos ustedes que no se encuentren o no hayan visitado la ciudad de
Tijuana, cuando digo los tubos me refiero a aquellos tubos que se encuentran
en los carriles a unos cincuenta metros de la garita. Cuando uno puede
ver los tubos prácticamente ya está en el otro lado. En los tubos se puede
observar un cartel con los más buscados del FBI y su respectiva recompensa.
La garita tiene alrededor de treinta entradas, así como la entrada peatonal.
Es algo verdaderamente impresionante; para ser una frontera es bastante
grande. Arriba de las oficinas estadounidenses se encuentran cámaras; ellos
dicen que son aparatos meteorológicos, la verdad es que es una pendejada
eso, lo más seguro es que sean cámaras. Dentro de la línea puede uno
encontrarse tiendas de todo tipo de artículos para estafar a los gringos o a
cualquier otra persona que se deje. Generalmente en ese tipo de tiendas se
venden alcancías de todo tipo de personajes, cobijas San Marcos, piñatas,
sombreros, estatuas inservibles y horribles, etc.
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–Tu Filipis –agregó el David, algo contento ya que por fin
habría comida en su gran estómago.
–¡Nice! It’s my favorite italian place. ¿Moisés?
–Jir.
–Where’s your ID sir? –dijo dirigiéndose a David.
–American citisen.
–Could I see an ID?
–Shur –sacó su identificación de California y se la mostró
al oficial.
–Could you open your trunk?
En ese momento nos acordamos de las maletas de Susana.
¡Vergas! ¿Qué podíamos hacer? La habíamos cagado rico
y bonito, en una pendejada. Simple y sencillamente podría-
mos haber evitado este pedo con haber dicho que íbamos
de viaje o lo que fuese, pero no, la cagamos, ahora a ver con
qué chingados nos salía este cabrón. El pedo no es tanto de
haber mentido o, mejor dicho, haberle dicho una verdad a
medias, sino con el pedo de los terroristas a la orden del día
estos cabrones gringos hacen una cagada bien elaborada con
cualquier pedito que les des, eso era lo que me preocupaba.
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–Güir sorri, officer, güi mest ap, Ai dont nou guat tu sei, but
güi truli ar going tu gou to dauntaun Es.Di., da problem is dat
ferst güil stop tu liv dis cloudts tu mai frend.
–Why didn’t you say that in the beginning?
–Aim sorri it slipd mai maind, bot llu can chec if yu guant,
its llust uoumans cloutdting.
–No, it’s ok. I believe you. Just don’t lie to me again.
–Shur, sorri abaut dat.
–Enjoy your meal.
–Shur, tanks. Jav a nais dei.
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Mucha gente me ha dicho que soy un hijo de la chingada malinchista que
no quiere lo que produce su país y la verga. Temo decirles que he escuchado
eso varias veces y no es así como me siento, no porque no considere a
las mujeres mexicanas como mujeres atractivas, con cualidades y mucho
más. Creo que va más por el lado que no logro encontrar muchas cosas o
algunas cosas en común con la mayoría de las mexicanas, no sé cuál sea la
razón pero así es. Esta mujer obviamente que tenía varias cosas en común
conmigo aunque le moleste aceptarlo.
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El centro de San Diego, en mi opinión, es uno de los más chilos que hay
en los Estados Unidos. Considero que la razón por la cual pienso esto es
por el hecho que uno puede estar ahí hasta la hora que uno quiera y no hay
problema alguno, es decir, no hay crimen como suele haber en los centros
de las grandes ciudades de un país, sobre todo de un país violento como
éste.
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Dominos viene de una raíz alemana. Significa plástico.
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Mariana es una morra que está bien chila. Ha sido de esas mujeres con las
que siempre has querido salir y nunca se pudo por una u otra razón. Pero
sigo considerándola una diosa, a pesar de que esté rodeada por una bola de
pendejos.
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Dije pandejo por un personaje inventado por los hermanos Cohen en la
película The Big Lebowski en la que sale John Tuturro como un jugador de
boliche llamado Jesús y su frase es: Cause nobody fucks with the Jesús!!!
Pandejo!!!
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Greyhound es una empresa de transporte en camiones.
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Hay veces que uno quiere hacer algo que se piensa va a ser
un reto, pero a la hora de la hora termina siendo completa-
mente sencillo. El conseguir a alguien consideraba que sería
una parte del plan que nos podía fallar. No pensé que fallara
por negativo, sino por el hecho de que uno no puede influir en
las decisiones de los demás. Creo que es bastante sospechoso
que lleguen dos cabrones que nunca has visto en tu vida a
ofrecerte un boleto de ida gratis a San Francisco para que les
lleves una maleta. Generalmente la gente que llega a la central
ya trae su boleto, esto no lo habíamos previsto. Al entrar al
edificio con la maletota vimos a una muchacha que estaba
sentada, se veía medio hippiosa39, traía botas, un suéter tejido
bastante madreado con colores que no combinan para nada,
una bufanda que no sé por qué si era verano, y contaba con
los típicos collares y pulseras que cargan todos los hippies; lo
único que le hacía falta era el pinche tambor enfrente.
Consideramos que, como buena hippie, no haría preguntas
y tomaría el viaje gratis a donde fuera, aunque el boleto fuese
para ciudad Juárez. Nos volteamos a ver los dos con una cara
de: ¡qué chingón, ya cayó una pendeja! La sonrisa de David
demostraba el regreso de su seguridad. Nos encaminamos
hacia la señorita, quien se encontraba sentada sobre unas
maletas, considerablemente pequeñas para poder contener
todas sus pertenencias. David decidió comenzar con la conver-
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Los hippies son un tipo de persona que nomás no llego a digerir, son de
lo peor. No trabajan, se creen que están en contacto con la naturaleza… mas
no aportan nada a ella. Sólo nos quitan aire y espacio.
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–A ver. Sí, no esta nada mal, los dientes se ven fuertes, ponlo
en el carrito.
–Ahorita, pero aguanta, watcha esta otra madre –le enseñé
unas pinzas bien perras, de esas herramientas que son mil
usos–. Tienen buen agarre, se ven bastante fuertes y no salen
caras, la neta.
–Ponlas en el carrito. ¿Qué otra cosa nos hará falta? –dijo
mientras echaba un vistazo a todas las herramientas que
ofrecía la tienda.
–No sé –contesté mientras ponía las cosas en el carrito.
–Piensa, a ver qué hace falta –al terminar de hablar se quedó
parado pensando con brazos cruzados y piernas abiertas.
–¡Ocupamos bolsas!
–Ok, aparte de bolsas.
–Bueno, creo que es todo, ¿no?
–Sí, espero que sea todo, por lo tanto tenemos lo más impor-
tante. No hay que preocuparnos.
–Vamos por un poco de cloro y toallas de papel.
–Las bolsas, que no se nos olviden.
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Desde el freeway 5 sur se puede ver cómo nuestra ciudad rompe con todo
el orden creado y cuidado por los gringos. Es un desmadre de casas, nuestro
municipio está compuesto por una cantidad idiota de casas, me da coraje, la
gente sigue llegando, invadiendo mi ciudad. Entiendo la razón por la que lo
hacen, pero también sé que muchos de ellos llegan a formar colonias bien
madreadas, donde la gente vive del robo y del crimen. Dañan la imagen
de nuestro país, esa gente que se la pasa pidiendo dinero en vez de pedir
trabajo, ¡pinches huevones de mierda! ¡Pónganse a trabajar! En Tijuana
hay alrededor de novecientas colonias, mientras que los hospitales se
pueden contar con los dedos, las estaciones de bomberos son prácticamente
nulas, los servicios pésimos. La gente sigue llegando a lo pendejo y no lo
podemos parar, lo único que van a lograr es convertir esto en otra ciudad
de México, pudrir la tierra con contaminantes, contaminar el ambiente con
mentes mediocres que no respetan donde viven por la simple razón que no
son de esta tierra que les está dando de comer. Sé que mucha gente viene a
trabajar y hace las cosas bien y con gusto, no me quejo de ellos, el problema
es que la mayor parte de la que viene llega hasta acá a cagar el palo, a rayar
nuestros edificios, a hacer pandillas pendejas, a vender drogas y chingar a
los que tratan de salir adelante. Esos cabrones pueden ir a chingar a su puta
madre, vayan a contaminar sus ciudades pedorras, con su gente cagada que
no aporta nada a la economía del país. ¡Pendejos!
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Tercera sesión
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llavero era uno que nadie tenía, era de una caricatura de los
ochenta, llamada Gumby. Creo que es el mono más fácil de
hacer en la historia del entretenimiento infantil.
–David. ¿Dónde andas, güey?
–Aquí, en la cocina.
–Ah, ok. Pensé que estabas en el baño. Me voy a aventar
un cague porque no puedo pensar cuando estoy lleno de
cagada.
–¡Adelante!
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que me la cogiera. Vive con sus jefes pero sus jefes se fueron a
Mexicali durante el fin de semana. Ella llegó como a las cinco
de la mañana, le abrí la puerta y me la empecé a agarrar, la
morra me pidió que me la cogiera. El problema surgió cuando
se me cerró la puerta de la casa y nos quedamos afuera del
depa. Me sugirió que lo hiciéramos en las escaleras; la verdad
no me la quería rifar con los vecinos, dentro de poco tiempo
amanecería y nunca falta el cabrón que sale a las seis de la
mañana a pasear al perro.
–No necesitas contarle todos los pinches detalles, cabrón.
–Déjame, pinche Moisés, así la quiero contar, ¿cuál es tu
puto problema?
–Tienes razón –me paré y fui a la cocina por un vaso de
agua, tenía la boca seca como el algodón.
–Bueno y luego, ¿qué pasó? –le preguntó José algo intrigado
por la anécdota que le estaban contando.
–Le dije que subiéramos al techo, ahí no habría problema de
que nos vieran. Empezamos a tener relaciones, se prensó del
barandal, éste se venció y terminó cayéndose siete pisos.
–¡No mames!
–¿Por qué chingados todos se ríen de mi historia? ¡No es
chistoso que alguien se muera!
–Es que la suerte la traes de la verga. Es tan triste tu pinche
historia que le regresa a ser chistosa –comenté mientras
entraba a la sala con mi vaso de agua.
–Miren, la verdad está cabrón lo que me piden. Estoy
consciente de que ninguno de los dos es un asesino. Es más,
todavía ni me la creo. Se me hace demasiado pasado de vergas
este pedo. Tienes tan mala suerte, David, que te voy a ayudar.
No tengo por qué chingados meterme en estos pedos. Pero
con una condición.
–Lo que quieras, no hay pedo. Tengo un negocio de puertas
y otro de carnes, lo que se te ofrezca cuando sea. No hay pedo,
pídeme feria si quieres.
–Un poco de carne no estaría para nada mal, pero lo único
que te voy a pedir es que, si por algo se joden las cosas y no
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de rancho y creo que se debe mucho a que las cosas que debe
solucionar el gobierno se quedan a medias. La gente es la que
termina por resolver los crímenes y los acertijos que nunca
llegaron a la luz haciendo una ola gigante de chismes y malas
interpretaciones. Escuché ruidos en la cocina, era David. Salió
al balcón para hacer un poco de conversación.
–¿Qué hiciste?
–Cómo de que, ¿qué hice? –apreté mis puños, no podía
esconder el coraje que le tenía a este cabrón, iba bien el
pendejo, no sé por qué de repente cambió todo para volverse
torpe e inservible para la situación–. Estuve haciendo lo que
tú no pudiste hacer en su debido momento. Estuve haciendo
lo mismo que he estado haciendo todo el día. ¡Ayudándote!
¡Pendejo!
–Perdón. Tranquilo, sé que la cagué.
–Ah, qué chilo que te das cuenta después de que embarraste
todo de vomitada.
–Homie, tranquis. No hay por qué encabronarse.
–Quítate el pedazo de papita que tienes en la barba.
–Ah. Tsss, no me di cuenta.
–Estás hecho un asco.
No pude evitar mi sonrisa, este era definitivamente uno de
esos momentos que te cagan bien cabrón cuando sucede pero
al pasar unos minutos te das cuenta que es una pendejada,
una jalada que haya salido todo mal. Como una vez, tuve una
semana para el lado de la chingada. Todo comenzó cuando
recibí una llamada del Consulado Alemán, me dijeron que
acababa de llegar mi visa a Monterrey, para que fuera por ella
lo más pronto posible. El problema fue que yo les había dicho
que no mandaran mi visa a Monterrey sino que la dejaran en
la Ciudad de México, pero ya ves cómo son los pinches licen-
ciados de mierda, la cagan. La razón por la cual quería ir al
De Efe era sencilla, mi novia se encontraba ahí. De esta forma
mataría a dos pájaros de un tiro. Me castró horrible ya que me
iría por varios años del país y deseaba pasar unos últimos días
con ella. Cagado como la chingada fui a una agencia de viajes
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Ernesto es un amigo que conozco desde que éramos unos pequeñuelos.
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Este tipo de persona es de las que más me estresa porque, por lo general,
no leen por querer saber sino leen por poderse sentir mejor que los demás
y por lo general este tipo de personas carece de opinión. Solamente repiten
las críticas de otras personas.
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verdad no sabría explicarles por qué lo hice, nada más les digo
que lo hice. Exprimí todo lo que pude, vaya que salió mierda,
gracias a Dios no tapé el escusado. Descuartizar un cuerpo
es como subirte a una montaña rusa, al principio no quieres
que llegue a la subida porque sabes que la bajada va a estar de
la chingada, pero cuando acaba el juego quieres subirte otra
vez. Exactamente así es este asunto, no en el sentido de tener
ansias por matar a otra persona, sino más bien cuando uno
está en esta situación lo que busca es llevar las cosas un poco
más al extremo, no quedarte en la orilla. Si vas a ir al infierno
ve al centro de él, no te quedes con la información a medias,
ve al origen del horror pero regresa a la belleza de la vida
diaria. Terminé por arrancar todo lo que consideré que fuera
órgano, a excepción de los ojos y lengua. Una vez terminada
esta tarea agarramos la bolsa negra y la colocamos dentro de
otra igual. Le hicimos un nudo y lo pusimos en la puerta de
entrada. Entre la pared y la puerta, de tal forma que, al abrirla,
la bolsa no podría ser vista por el visitante, a menos que se le
hiciera pasar y cerrara uno la puerta, cosa que no teníamos
planeado hacer en lo más mínimo.
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las bolsas. Así como también estoy contando con que destrui-
rás la cabeza de la morra con el mazo.
–Sí, te debo mínimo eso. Lo sé. No hay pedo, joms, me lo
aviento.
–¿Ya te sientes mejor?
–Simón, estoy mucho mejor que hace rato. Aún me cuesta
trabajo pensar lo que tendré que hacer pero la verdad es lo
mínimo que puedo hacer por mi propio pellejo.
–¿Güey, tienes unos lentes oscuros que ya no quieras?
–Mmmmm. Simón, ¿por qué? ¿Te molesta la luz?
–Ya verás para qué los quiero. Por lo pronto vamos a poner-
nos a trabajar, entre lo que preparo a la muerta tú consígueme
unos lentes.
–Ok, no se hable más del asunto.
Ese güey se fue a buscar los lentes, yo me puse a buscar
una cubeta para enjuagar el cuerpo. Hallé un tupper lo
suficientemente grande para hacer la función de una cubeta.
Me entró un antojo de escuchar música pero me abstuve. ¿Por
qué? Porque la música tiene un poder, hace que los detalles de
las cosas permanezcan en tu mente. Algo común al escuchar
un álbum es que haga a uno recordar ciertas anécdotas que
sucedieron mientras escuchaba uno el disco. Este no era un
momento digno de recordarse, aunque no me ha servido de
mucho el tratarlo de olvidar. En aquel momento no sabía que
permanecería ese día tan grabado en mí como si fuese tatuado
a mi memoria.
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–No sabía con qué podía taparle los ojos a esta cabrona,
porque la neta si está bastante dañada su vista. Ni pedo, a
seguir trabajando. Pásame la segueta, está en la bolsa que
pusimos en el sofá.
–Ok, ahorita te la traigo.
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–Sí, Mollé –contestó José, con uno de los apodos que tenía
cuando era un pequeñuelo.
–Va.
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Anexo 1
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Public ReadOnly Property FadeOut As Song
Get
mFadeOut = FadeOut
End Get
End Property
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–¿Qué pasó?
–No puedo creer que después de tanto tiempo esté aquí de
nuevo. ¿Te acuerdas de la última vez que estuvimos aquí?
–Simón. Fue en un domingo, ¿no?
–Sí, se me hace que era domingo porque el lugar estaba lleno
y habían güeyes de esos hippies con fuego y madre y media.
–Sí es cierto y que nos quedamos un rato ahí cotorreando
–dijo señalando un terreno baldío que se encuentra cerca del
café.
–Güey pues ya pasó cerca de año y medio de eso, güey. Qué
mal pedo que no le pudo caer Gaby.
Gaby es una amiga de nosotros que realmente niña, niña
no es; me refiero en el sentido de gustos, no sexuales. Por
ejemplo, una vez le cayó de visita a mi casa en Semana Santa,
que por cierto rifaron esas vacaciones, y una noche vimos una
de mis películas favoritas. La movie es sobre un asesino en
serie, historia basada en Nueva York a finales de los ochenta.
En fin, al regresar ella a Tijuana lo primero que hizo fue
comprar la película. Claro que ninguna de sus amigas vio la
película con agrado pero eso no importa, el chiste es que ella
es la que la disfruta. Otra cosa que rifa de esta morra es que
no tienes las pinches conversaciones pendejas que tienes con
la mayoría de las morras. Con esto no quiero decir que las
mujeres sean incapaces de tener conversaciones inteligentes,
porque de hecho la mayoría de los hombres también tienen
pláticas bastante pendejas. Mi punto es que realmente es una
del grupo.
–Ya sé, güey –contestó un poco más agüitado de lo que
esperaba, probablemente y empezaba a tener sentimientos
por esta morra. Mas espero a que él lo diga antes de saltar
a conclusiones–. Bueno –continuó David–, ahora sí cuéntame
bien qué pedo con las morras porque nomás escuchaba de vez
en cuando que había una nueva o algo así.
– No, pues simón, güey, básicamente esta morra polaca de
la que te había contado ya hace rato.
–Ah, OK, entonces, ¿sí te quedaste con ella?
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búlgara que estaba ahí por mi casa y había una morra alta de
pelo café que….
–Ah, simón, simón, ya sé cual. No estaba mal.
–Como dijo Bukowski, “Beautiful thoughts and beautiful
women never last”. Al principio rifaba con esa morra pero
terminó por hartarme bien cabrón.
–¿Neta?, ¿y eso?
–Güey, esta era la morra que se quería casar conmigo.
Comenzó a cagarse de la risa David ya que en un correo le
había contado bastantes cosas de esta morra pero por lo visto
no se había acordado que se trataba de la ucraniana.
–No mames, ¿esa era la vieja?
–Sí güey, esa era.
–No mames, pinche vieja. Todavía cuando me acuerdo de
las madres que me contaste me quedo pensando qué chinga-
dos estaba pensando el Moi cuando salió con esa vieja.
–Güey, pues qué querías que te dijera. La neta si llegara
esa morra sin que la conocieras y te empieza a tirar el pedo a
huevo que te la agarras o sales con ella.
–No, pues sí, pero si me doy cuenta que está loca dejo de
salir con ella.
–Güey, cállate, acuérdate de la stalker que tenías, se la pasaba
siguiéndote a todas partes y tú empeorabas cogiéndotela todo
el rato, güey, así es que no me digas… no me digas.
–Claro que no, güey. Pinche vato exagerado.
–Güey, la neta nomás dime cuántas veces te la cogiste
después de saber que estaba loca.
–No me la cogí más que una vez, güey.
–Güey, no mames, no mientas. No te voy a cagar el palo.
Nomás admítelo.
–Moisés… escucha… No me la cogí más que una vez.
–Vete a la verga, pinche mentiroso.
–OK, OK, OK, OK, me la cogí tres veces, pero en la misma
ocasión.
–Güey, a huevo que te la cogiste más veces, güey. No creas
que no se notaba.
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–A ver. Cuenta.
–No.
Se esperó cerca de quince segundos y luego contestó:
–Ándale cuéntame.
–Nel.
–Ya dime.
–Güey, déjalo. No te voy a decir. Aparte de que tus frases no
convencen para nada.
–Vales verga –David, sabía que era inútil discutir, porque
la única razón por la cual no le quería contar era porque él se
guardaba muchas cosas.
–¡Ah, güey! ¿Adivina quién fue a verme?
–¿Quién?
–Adivina.
–¿La Gato?
–Simón.
La Gato es una morra de Finlandia con la que sucedieron
madres, la verdad no me quiero meter mucho a detalle pero
el hecho fue que nos conocimos en un tren y resultó ser que
éramos vecinos y pues comenzamos a vernos. El nombre de
Gato se lo puso Gaby, no sé por qué pero la morra piensa que
parece gato; si me preguntas a mí, Gaby está mal de la cabeza
pero pues convencer a una mujer de algo a veces no es tan
fácil.
–Sí me habías contado de ella, fue como en Semana Santa,
¿no?
–Simón, pero también fue ahora antes de regresarme.
–¿Neta? ¿La morra fue otra vez? ¿Pero ni se llevan tanto,
no?
–Pues la neta no. De hecho a mí también se me hizo un
poco raro que fuera la morra. Pero pues la verdad es que se
me hace muy buen pedo que la morra me visite a pesar de que
vivimos bastante lejos. Además se me hace atractiva, no sé,
tiene algo que sí me atrae de ella, mas no rifa para nada que
es bien insegura.
–Sí, no rifan las personas inseguras, aunque pensándolo
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Silencio.
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Esta edición de Aquí empieza la patria terminó de imprimirse el 10
de abril de 2009, en los talleres de Editorial Acero, en Monterrey.
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