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26/11/2009 El Apocalipsis en su contexto histórico.

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El Apocalipsis en su contexto histórico.
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Publicado por: juanstam 29/01/2009 2009
El Apocalipsis en su contexto histórico lun mar mié jue vie sáb dom
26 27 28 29 30 31 1
Ningún libro se escribe en el vacío. El Apocalipsis, como cualquier
2 3 4 5 6 7 8
otro libro, se entiende bien sólo en estrecha relación con su
contexto. Se escribió frente a un contexto complejo, que podemos 9 10 11 12 13 14 15
llamar los múltiples "mundos" de Juan: su mundo político fue el 16 17 18 19 20 21 22
imperio romano, bajo el emperador Domiciano. Su mundo 23 24 25 26 27 28 29
geográfico fue la provincia romana de Asia Menor, aunque 30 1 2 3 4 5 6
probablemente nació en Palestina. Su mundo existencial fue la isla
penal de Patmos. Su mundo literario consistió en las escrituras Mensual
hebreas, la vasta biblioteca de escritos apocalípticos y rabínicos, y noviembre de 2009
en menor grado los rollos de Qumrán. Su mundo espiritual, octubre de 2009
además del Antiguo Testamento, abarcó su ministerio pastoral, su septiembre de 2009
llamado profético y la vida litúrgica en las comunidades. De julio de 2009
algunas de estas áreas del mundo de Juan hemos hablado ya, y junio de 2009
otras son de por sí evidentes. mayo de 2009
abril de 2009
marzo de 2009
El imperio romano a finales del primer siglo: Después de haber
febrero de 2009
sido una monarquía (753-510 a.C.) y una república (509-31 a.C.),
enero de 2009
bajo el reinado de Augusto (cuyo nombre propio era Octavio) diciembre de 2008
Roma se convirtió en imperio (31 a.C-527 d.C.). Augusto tomó el noviembre de 2008
título de princeps senatus, que a diferencia de consul no se octubre de 2008
compartía con otro colega igual ni tenía que someterse a septiembre de 2008
elecciones anuales. Bajo su larga y muy eficiente administración, agosto de 2008
concentró en sus propias manos todo el poder, incluso el de vida y julio de 2008
muerte, de guerra y paz, en Italia y en las provincias. Además, junio de 2008
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26/11/2009 El Apocalipsis en su contexto histórico.… junio de 2008
logró una sucesión pacífica del poder para su hijo adoptivo, Tiberio. mayo de 2008
Su dinastía duró hasta el suicidio de Nerón en 68 d.C. Esas abril de 2008
reformas dieron gran estabilidad al imperio e inauguraron un largo marzo de 2008
período de pax romana. febrero de 2008
enero de 2008
En general, esa oferta de paz y prosperidad ganó mucha simpatía diciembre de 2007
en toda la cuenca del Mediterráneo, pero el precio -- el poder noviembre de 2007
septiembre de 2007
absoluto de las autoridades romanas -- fue muy alto y llevó a
agosto de 2007
muchos abusos. La expansión de Roma se debió a la hábil
julio de 2007
combinación de diplomacia cuando era posible y violencia y mayo de 2007
crueldad cuando eran necesarias. Al decir de Tácito, "ellos marzo de 2007
saquean, masacran y roban, y lo llaman imperio; producen una febrero de 2007
desolación y lo llaman paz" (Agrícola 30.6), e imponen "una paz enero de 2007
manchada con sangre" (Ann 1.1). De Herodes, que hizo matar a
casi todos sus hijos como potenciales rivales, el pueblo bromeaba,
"es mejor ser el cerdo (hus) de Herodes que ser su hijo (huios)".
La crucifixión de Jesús, y la ejecución de Pedro y Pablo en Roma,
hicieron de la violencia imperial un tema muy presente en la
conciencia de los cristianos.

Una amenaza aun más seria que la persecución, según la


percepción profética de Juan, era la adoración al emperador como
a un dios. Este culto imperial, que ya llevaba una larga historia, era
especialmente fuerte en las provincias orientales. Ya hemos
mencionado el gran templo al emperador en Éfeso y las presiones
sociales de participar en esa idolatría. Los cristianos fieles
pagaban un precio muy alto por no conformarse a la religión del
imperio. Y la amenaza era mucho más grave debido a la presencia
de los nicolaítas, que pretendían adorar a Cristo y a César a la vez.
Fiel heredero del profeta Elías, Juan planteó la disyuntiva radical,
"O César o Cristo", pero jamás los dos.

Como cristiano, pastor y profeta en este contexto, era inevitable


que Juan hablara sobre el imperio romano a través de su libro. No
debe sorprendernos la presencia enfática de ese tema; lo
sorprendente hubiera sido su ausencia. Estamos acostumbrados
a leer el Apocalipsis sólo espiritualmente, en clave de
predicciones. Nos traumatiza cuando la interpretación del libro trae
temáticas políticas, económicas y sociales, y surge
inmediatamente la acusación de estar "politizando" el evangelio.
Es cierto que el mensaje bíblico no debe politizarse cuando de
hecho no es político, o politizarse más de lo que es. Pero hay otro
error que es también una infidelidad exegética, que consiste en
"despolitizar" el mensaje bíblico cuando de hecho es claramente
político. Es muy acertado el popular refrán, "Todo es político, pero
la política no es todo".

1. Juan denuncia el sistema político del imperio romano: Aunque


es el emperador, o su sumo sacerdote en Éfeso, que le tiene
preso a Juan en la isla penal, él no duda en protestar los abusos
del imperio. Desde el primer capítulo Juan declara que Jesucristo
es "el soberano de los reyes de las naciones" (1:5; ho arjôn tôn
basileôn tês gês) y así constituye a Cristo en rival de César, con lo
que Juan desafía la autoridad de su perseguidor. En seguida Juan
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desconoce al trono en Roma, al ver otro trono mayor, establecido
en los cielos (Ap 4-5). En esos dos capítulos, Juan articula una
teología del poder totalmente opuesto al régimen imperial.

Con la séptima trompeta culmina la primera mitad del Apocalipsis


y comienza algo nuevo y distinto. Nace del mandato a Juan a
"profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes"
(10:11). Es la única vez que esa fórmula cuatropartita incluye
"reyes", y denunciar a reyes es lo que Juan prosigue en seguida a
hacer: profetiza contra naciones y reyes (Ap 12-19). Con el
capítulo 12 Juan describe cuatro derrotas de Satanás, el dragón,
que lo dejan frustrado y furioso. En su desesperación el diablo
organiza un equipo de trabajo, para intentar con una táctica nueva
lo que antes no había podido hacer. Primero saca una bestia del
mar, que ejerce el poder del diablo mismo (13:2,4,7), pretende ser
dios para recibir adoración (13:1,4,6) y hace guerra contra los
santos (13:7). Más adelante, Juan presenta un cuarto personaje, la
ramera sentada sobre siete montes (17:1-3,9) y nos informa que
las siete cabezas de la bestia son esos siete cerros (17:9), donde
reside "la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra"
(17:18).

De estos datos queda obvio que los creyentes de Asia Menor


entenderían que Juan estaba hablando del imperio romano y de
Roma, su ciudad capital. Todo el relato de estos dos capítulos es
para comunicarles que detrás del imperio romano está Satanás
(13:2,4). Por eso, cualquier adoración al emperador es simple y
llanamente culto satánico, como queda muy claro en 13:4, "y
adoraron al dragón que le había dado autoridad a la bestia, y
adoraron a la bestia". ¡Qué respuesta más contundente a la herejía
nicolaíta!

La descripción del imperio romano como una bestia y la ciudad


como una ramera fue muy atrevida. En un momento cuando serias
amenazas se cernían sobre las iglesias y Juan mismo era
prisionero, ese lenguaje era imprudente. Además, al emplear estos
términos y estos símiles tan chocantes, Juan no sólo sigue a
Daniel y la tradición apocalíptica sino también adopta el lenguaje de
la oposición política dentro del Imperio. Suetonio, en medio de su
relato sobre Calígula, dice, "hasta aquí lo del emperador, ahora
tenemos que contar su historia como monstruo" (Calig 22). Entre
los enemigos de Nerón era especialmente común describirlo como
bestia. Filóstrato escribe, "He visto muchas bestias fieras en
Arabia e India, pero esta bestia, que se suele llamar tirano, no sé
yo cuántas cabezas tiene, ni como son sus garras ni sus
colmillos... Es más salvaje que las bestias de la montaña y la
selva, pues hasta los leones pueden ser domesticados, pero
acariciar esta bestia sólo la hace crecer en ferocidad y devorar a
todo lo que está a la vista. De las fieras nunca se ha sabido que
comieran a su propia madre, pero Nerón se sació con ese plato"
(Vit.Apol. 4:38). A Domiciano, Plinio lo llama immanissima belua
("bestia monstruosísima"), "que dentro de su cueva hace correr y
lame la sangre de la humanidad" (Panegírico 48:3). Estas
descripciones destacaban dramáticamente la inhumana crueldad
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del tirano y su aparente indomabilidad, más allá de todo control
humano y racional.

La segunda bestia, que el diablo saca de la tierra, tiene cara de un


benigno cordero, pero su voz es la voz del dragón, del mismo
Satanás (13:11-18). Con su buena cara, es "el Ministro de
Propaganda" (F.F. Bruce 1969:653; Mounce 1998:257) y "la
encargada de relaciones públicas" de la primera bestia. Läpple
(1971:154) lo considera el teólogo oficial de la bestia. Para Wink
(1986:93) la segunda bestia representa "la maquinaria sacerdotal
de propaganda del imperio". Bruce lo relaciona con el culto a
Roma y al emperador, floreciente en Asia Menor, y
específicamente con el sacerdocio de ese culto imperial en la
provincia (CERTEZA 137b). Con su linda cara de cordero, que
disfraza su verdadera naturaleza diabólica, este falso profeta, al
decir de Arens y sus co-autores (1999:1697), promueve una
"teología oficial del Estado" que provee "un excelente ministerio de
propaganda" para el desgobierno de la gran bestia.

Con esta segunda bestia Juan desenmascara el aparato


propagandístico del imperio. La segunda bestia, mejor conocida
como el Falso Profeta, imita al satánico dragón, que siempre
engaña a las naciones. Sin excluir la posibilidad de una referencia
a las señales falsas de los últimos tiempos, es más probable que
Juan se refería a técnicas engañosas de los cultos de la época;
estatuas hablantes y relámpagos simulados (13:13-15) eran trucos
de uso frecuente en la época. Otro pasaje del Apocalipsis describe
la propaganda de guerra de la bestia como ranas que salen de la
boca del dragón y sus dos bestias para ir a todos los reyes de la
tierra e incitarlos a la guerra. ¡Parece del siglo XXI! Hoy esas ranas
pasean alegres por las pantallas de nuestros televisores todos los
días.

2. Juan denuncia el sistema militar del imperio romano: Ya hemos


mencionado la violencia y la crueldad en que se basaba el poderío
romano. El segundo caballo, de color rojo como la sangre, se
dedica a quitar la paz de la tierra y poner a la gente a matarse (6:3-
4). Para tal efecto, le es dada una gran espada (majaira megale).
Ese término probablemente significaba una espada retorcida o
sable, como era el arma del legionario romano en la expansión del
imperio (Arndt Gingrich, p. 497). Juan parece entender que el orden
y la paz del imperio se basaban en la violencia, llevando esa "paz
manchada con sangre" de que habló Tácito. En un solo año, 140
a.C., el ejército romano dejó totalmente arrasadas a dos ciudades
importantes, Corinto y Cartago. De verdad, el imperio romano
anduvo por todo el mundo mediterráneo montado en el caballo rojo
del terror organizado.

Según el Apocalipsis, el dragón y sus aliados son terriblemente


sanguinarios. El dragón rojo pretende comerse al niño apenas
nazca. Su agente, la bestia del mar, hace guerra contra los santos
(13:7) y la segunda bestia proclama, por medio de una estatua
hablante, una sentencia de muerte contra todos los que no adoran
a la imagen de la primera bestia (13:15). La ramera, alias
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Babilonia, está borracha con la sangre de los santos y los mártires
(17.6). En ella está la sangre, no sólo de profetas y santos, sino
"de todos los que han sido asesinados en la tierra" (18:24). En
conjunto el imperio representa un régimen asesino y bestial.

El capítulo 16 tiene dos referencias muy claras a la violencia y la


guerra. En primer lugar, la segunda copa cambia el mar en sangre
y la tercera hace lo mismo con toda el agua dulce (16:3-4). Estas
dos plagas recuerdan la primera plaga de Egipto que convirtió el
Nilo en sangre, lo que una interpretación judía entendía como
castigo por haber manchado las aguas del río con la sangre de los
niños hebreos. En el mismo sentido, el ángel de las aguas explica
el significado de estas dos copas que cambiaron el agua en
sangre:

"Justo eres tú, el Santo,


que eres y que eras,
porque juzgas así:
ellos derramaron la sangre de santos y de profetas,
y tú les has dado a beber sangre,
como se lo merecen." (16:5-6)

La sexta copa también, con ironía y cierto humor, denuncia el


militarismo. De la boca de los tres personajes diabólicos (el dragón
y las dos bestias) salen sendas ranas con una tarea mundial: ir a
todos los reyes de la tierra e incitarlos a una guerra. Las ranas
representan obviamente la propaganda imperial que con sus
mentiras promueve la agresión militar (16:13-14,16). La figura de
ranas que llegan a todos los palacios del mundo y persuaden a los
reyes no deja de ser simpática y chistosa (¡los reyes conducidos
al Armagedón por tres ranas!), pero a la vez el relato nos enseña
que la propaganda belicista y mentirosa es satánica. Igual que el
jinete del caballo rojo, estas ranas quitan la paz de la tierra y ponen
a la gente a matar.

3. Juan denuncia el sistema económico del imperio romano: Lo


que menos se espera encontrar en el Apocalipsis es un análisis
agudo de la economía del imperio romano. Eso se debe en parte a
nuestra tendencia a leer este libro fuera de su contexto histórico, y
por otra parte nuestro poco conocimiento de la economía del
imperio romano del primer siglo, que nos hubiera permitido
reconocer estas alusiones. Las evidencias exegéticas muestran
que Juan tuvo un entendimiento profundo y acertado de temas
económicos, y una gran preocupación por la justicia económica..

El Imperio Romano fue el primero en dominar todo el mundo


mediterráneo, desde Inglaterra hasta el mar Caspio y las fronteras
de los partos al otro lado del Éufrates. Jamás la humanidad, en
toda su historia, había visto un bloque económico y comercial tan
inmenso, ni ciudad alguna había cosechado los beneficios
materiales del imperialismo como lo hizo Roma. El botín de los
triunfos militares, las valiosas obras de arte de Grecia, Egipto y
otros países conquistados, y los constantes tributos de las
colonias y provincias, tanto en dinero como en productos, todo fluía
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hacia Roma para llenar de riqueza y lujo a la ciudad capital.
Floreció un amplísimo comercio, en beneficio principalmente de la
Urbe (y las minorías privilegiadas del Orbe). El Talmud conserva
un dicho popular: "al mundo bajaron diez medidas de riqueza, y
Roma se quedó con nueve".

El caballo negro (6:5,6). El tercer caballo, de color negro, es


obviamente de carácter económico. Su jinete lleva una balanza,
que símboliza la vida comercial. Después una voz anuncia los
precios de la canasta básica, que son de verdad precios de
espanto: "Un kilo (un quénice) de trigo, o tres kilos de cebada, por
el salario de un día (un dênarion)" (6:6). Según el Antiguo
Testamento, el vender trigo por peso significaba gran escasez y el
correspondiente racionamiento. La voz procede "de en medio de
los cuatro seres vivientes" (el orden creado de la vida consciente);
no parece ser la de un ángel ni de uno de los cuatro seres
vivientes. Se deja intencionalmente ambiguo, pero parece
representar algo así como "la voz del comercio", una
personificación de las fuerzas económicas que pregonan sus
precios criminales.

El denario era sueldo del jornalero por un día de trabajo, y el


quénice, equivalente de 1,079 litros, era la ración diaria de trigo
para una sola persona. Cicerón nos informa que normalmente el
denario compraba doce quénices de trigo y 24 de cebada (In
Verrem, 3.81). Así el precio de trigo que pregonaban marcaba un
aumento de doce veces, y el de cebada, alimento de animales (1
R 4:28) y de los más pobres (Rt 2:17; Ezq 4:9), un aumento de
ocho veces. El tercer caballo corre a galope hoy, y su galopante
"inflación" afecta precisamente a los alimentos indispensables
para la sobrevivencia de "los de abajo".

En seguida el texto hace otro anuncio: "Pero no dañes el aceite y el


vino" (6:6): Esta frase es bastante enigmática, y ha recibido las
interpretaciones más diversas. No faltan los que ven aquí dos
símbolos del Espíritu Santo. Para algunos, significa que la sequía
que produce la hambruna en la región era todavía limitada, de
modo que no alcanzó a los olivos y las vides, que tienen raíces
más profundas. Otros señalan que el aceite y el vino son lujos,
mientras que trigo y cebada son necesidades. Creemos que José
Salguero resume la mejor explicación: unos años antes, para bajar
el precio del pan en Italia, Roma comenzó a comprar enormes
cantidades de trigo de Egipto y África. Al caer el precio del pan en
Italia, los agricultores romanos cambiaron sus cultivos de granos
por la vinicultura. Se produjo entonces una abundancia de vino, de
modo que en el año 92 Domiciano decretó que "no se plantasen
más viñas en Italia y que en las provincias se destruyesen la mitad
o más" (Suetonio, Domiciano 7). Eso había de favorecer, con típica
parcialidad, a los vinicultores de Italia en perjuicio de los
agricultores de las provincias. Sin embargo, los latifundistas de
Asia Menor se rebelaron contra el edicto de Domiciano, quien a la
postre se vio obligado a rescindirlo.

El tercer caballo es claramente una protesta enérgica contra el


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comercio internacional explotador. Mientras el pueblo muere de
hambre por falta de trigo y cebada, los latifundistas cultivan uvas y
aceitunas para la exportación lucrativa. Mientras falta la
alimentación mínima de los obreros del campo, abundan los lujos
para los terratenientes y los privilegiados de la ciudad capital.

Recientemente, Gregory Beale, del seminario teológico Gordon-


Conwell, ha defendido sistemáticamente una interpretación
económica de las primeras trompetas (1999:472-480) y las
primeras copas (814-21), con énfasis en la hambruna y la crisis
alimentaria como castigo divino. Señala, por ejemplo, que con la
segunda trompeta, cuando el mar se convierte en sangre, se
destruyó, inexplicablemente, una tercera parte de las naves (8:9).
Beale interpreta eso, que no es una consecuencia lógica de un
mar de sangre, como expresión del juicio divino sobre el comercio
marítimo (1999:477).

La marca de la bestia: totalitarismo económico: Al fin del capítulo


12 el dragón es arrojado del cielo, y en el capítulo 13 moviliza todas
sus fuerzas para su encarnizada lucha contra la descendencia de
la mujer. El capítulo 13 es una descripción del poder político (13:1-
10), poder ideológico (13:11-15) y el poder económico (13:16-18)
del satánico imperio. Sorprende un tanto que el capítulo 13 termine
precisamente con la opresión económica, como su punto
culminante. Sorprende también que la horrenda "marca de la
Bestia", que planteaba una opción de vida y muerte para los
cristianos, tenga en su contexto un solo punto de referencia, de
carácter económico: el poder comprar y vender.

La función de la marca es una sola, el controlar en forma total la


vida económica de todos, de la cual depende la existencia misma
de cada uno. Representa un boicoteo de los negocios y el control
del empleo de los que no se afilian a la Bestia. Significa la
deshumanización y la muerte lenta, mediante las fatales sanciones
económicas, que se aplican en servicio de un sistema injusto,
discriminatorio, que es a la vez sacralizado y diabólico. Aplasta al
no-conformista y al des-adaptado, que no lleva las "marcas" del
sistema opresor.

El imperio romano nunca practicó este tipo de bloqueo ideológico


discriminatorio para estrangular económicamente al sector de la
población que discrepaba de su sistema. Tampoco aparece nada
parecido en otros escritos apocalípticos. Ese hecho revela la
originalidad de Juan y su marcada concentración en los temas
económicos. Muy lamentablemente, desde el siglo pasado se ha
comenzado a aplicar este tipo de bloqueo económico
discriminatorio sólo por el delito de no estar de acuerdo con la
ideología oficial de determinado país.

La ramera, su fornicación y su borrachera (Ap 17-18): El


simbolismo del relato de la ramera plantea unas preguntas un
poco curiosas: ¿Cómo pudieron los reyes de la tierra fornicar con
una ciudad (Babilonia, la ramera; 17:2,18)? ¿Qué significa que las
naciones "bebieron el excitante vino de su adulterio" y se
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emborracharon (18:3)? Pablo Richard (1994:159) señala la
relación de las palabras pornê (prostituta), porneia (prostitución), y
porneuô (prostituirse) con el verbo extra-bíblico de pernêmi,
vender, venderse. Richard percibe esa misma connotación
comercial en este texto: los reyes se prostituyen en Roma, donde
se venden por una cuota de poder y riqueza. Como comenta
Pikaza (1999:191), Roma era "un mundo que se vuelve compra-
venta" de vidas y almas, poder y riqueza.

En el AT, especialmente en los escritos proféticos, el adulterio (o


fornicación) y la prostitución fueron símbolos muy comunes para
diversas formas de desobediencia y pecado, mayormente de Israel
pero también de otras naciones. La frecuente idolatría de Israel se
describía como adulterio, por ser infidelidad a su pacto con Dios,
entendido como un matrimonio (Dt 31:16; Is 57:3-13; Jer 5:7; Ezq
43:7,9 y algunos otros pasajes). En dos casos los profetas acusan
a otras naciones de prostitución. Isaías, después de denunciar a
Tiro larga y vehementemente por su explotación comercial de
otros países, lo tilda de ramera (23:17-18). En los mismos
términos, Nahum denuncia a Nínive, capital del poderoso imperio
asirio, como "ciudad sedienta de sangre... insaciable en su rapiña
(3:1), "esa ramera de encantos zalameros, esa maestra de la
seducción" (3:4). Nahum condena también el comercio de Nínive
("Aumentaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo",
3:16) y a sus dignatarios y oficiales (3:17).

Franz Delitzsch describe la "prostitución" que menciona Isa 23:17-


18 como "actividad comercial" que "con miras sólo a la ganancia
material, no reconoce ningún límite divinamente establecido, sino
realiza un tráfico promiscuo con todo el mundo, como una
prostitución del alma". Swete también lo comenta en este sentido:
"Aunque la acusación de `fornicación' podría justificarse
ampliamente por las condiciones morales de Roma bajo el
imperio, es probable que se refiere principalmente a la total
venalidad de la capital, que estaba dispuesta en cualquier
momento a vender cuerpo y alma por un buen precio" (1951:184).
Puesto que el énfasis central de Apoc 18 es fuertemente comercial
y económico, parece que la "fornicación" de 17:2 y 18:3 se refiere
particularmente al espíritu mercantil de la capital imperial.

Peor aún, Roma ha exportado su corrupción y su consumismo a


todo el imperio, haciéndoles a las naciones beber del vino de su
pasión impura (14:8 griego; Swete) y embriagándoles con el influjo
intoxicante de su lujo, su vicio y su idolatría (17:3). Roma estaba
ebria con la euforia de su riqueza y su poderío (18:7) y seducía y
emborrachaba a las naciones con el mismo espíritu.

El desarrollo posterior de este texto demuestra a las claras que la


prostitución y la borrachera de la ramera consistía en la seducción
embriagante de sus lujos: "ella se entregó a la vanagloria y al
arrogante lujo" (18:7) y "los reyes de la tierra cometieron adulterio
con ella y compartieron su lujo" (18:9). Fue mediante este
comercio internacional de lujos ("frutos codiciados, cosas
suntuosas y espléndidas", 18:14) que "sus comerciantes eran los
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magnates de la tierra" (18:23; cf. 18:3,15). Era una especie de
"lujolatría" muy parecida al consumismo desenfrenado de nuestro
tiempo.

El lamento de los comerciantes: Lo más explícitamente económico


de todo el libro del Apocalipsis es la endecha de los comerciantes
(18:11-17) y de los transportistas marítimos (18:17-19) por la
destrucción de Babilonia. Junto con los reyes aliados, que lloran la
pérdida de su poder político (18:9-10), los comerciantes
internacionales del imperio lamentan a gritos la pérdida de la gran
fuente de su fortuna. El pasaje es largo, sumamente detallado y
específico, y con fuerza abrumadora denuncia el comercialismo y
la lujolatría del Imperio Romano. Juan reproduce, como si fuera el
"registro de cargamento" de un barco, la lista de casi 30 productos
del más exquisito lujo. Tanto detalle hace sospechar que Juan
frecuentaba los muelles de Éfeso para conversar con los
marineros.

Ezequiel, en un pasaje muy parecido que sin duda le inspiró a


Juan, desglosa una lista aun más larga de los productos del
comercio de Tiro (Ezq 27:3-36; ¡51 productos!). Lo sorprendente
es que las dos listas son distintas, porque cada una corresponde
al comercio de su momento histórico. De la lista de Ezequiel,
Apocalipsis omite unos 25 productos, entre ellos ciertas maderas
(pinos, encinas, cipreses); algunos bordados y telas; tres metales
(hierro, estaño, plomo); ébano, topacio, corales, rubíes; mulas y
chivos. La lista del Apocalipsis añade unos diez productos: perlas,
seda, escarlata, mármol, mirra, harina refinada, carruajes y
esclavos.

Estos productos procedían de todo el mundo conocido, desde


Inglaterra hasta la China; llegaban a Roma comerciantes y
embajadas aun de los pueblos orientales. Augusto había
organizado muy bien la patrulla marina que controlaba la piratería e
hizo posible el constante movimiento comercial. Plinio informa que
una flota de más de 100 barcos viajaba constantemente al Mar
Rojo y a la India (Hist.Nat. 12.41). El tráfico marítimo entre
Alejandría y Roma, con duración de unos 10 días, era
especialmente nutrido. Un eficiente sistema bancario y crediticio, y
la unidad monetaria del imperio, facilitaban mucho todo este
comercio.

Unos datos al azar darán una idea de la magnitud de este


comercio. Según Plinio (Hist.Nat. 12,41,2), cada año el imperio
gastaba cien millones de sestercios en perlas de Arabia, India y
China. Se practicaba la minería en España, Bretaña, y al norte del
Danubio; las minas generalmente pertenecían al estado, y los
mineros eran en su mayoría esclavos. El lino venía de Egipto, la
púrpura de Fenicia (extractada por un proceso sumamente
laborioso y costoso), y la seda de China. La "madera olorosa"
(citum, o tuya), traída desde Argelia, se utilizaba en muebles
lujosos, que a veces tenían un precio equivalente a un latifundio de
122 hectáreas por una sola mesa (Plino, Hist.Nat. 13,20,30). El
cinamomo de China valía unos 300 denarios por libra, y el amomo
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de India y otros lugares costaba unos 60 denarios por libra.
También venían coches, a veces adornados con plata.

Llama poderosamente la atención que tanto la lista de Ezequiel


como la de Juan corresponde detalladamente a su contexto, a los
productos de lujo que de hecho se transportaban en su época. En
el año 95 d.C. la lista no pudo ser igual que la de Ezequiel en el
año 600 a.C. Por supuesto, sería muy diferente una lista de
productos de lujo de nuestro siglo XXI (automóviles Mercedes
Benz, relojes Rolex, televisoras, microondas). Tampoco es posible
espiritualizar los productos, para interpretarlos simbólicamente.
Estos hechos muestran a las claras que Juan estaba pensando
económicamente, con mucho conocimiento del tema, y que
también aquí, casi llegando a finales de su libro, Juan sigue
pensando en el imperio romano.

4. Juan denuncia el sistema ideológico del imperio: Todo sistema


político tiene una infraestructura ideológica, que a menudo es
religiosa. Tal fue el caso del imperio romano. Aunque el mundo
greco-romano tenía una abundancia de deidades, y no era
problema agregar uno más o no agregarlo, los romanos del tiempo
del N.T. buscaban consolidar la unidad del imperio mediante una
religión común de todo el imperio, y una religión explícitamente
política, de adoración al emperador. Los nicolaítas se sentían muy
inclinados a acomodarse con esa religión oficial del sistema
imperial.

El libro del Apocalipsis elabora lo que podemos llamar una


"demonología del imperialismo". Detrás de todas las estructuras
políticas, económicas y sociales del imperio, el autor percibe
fuerzas espirituales en combate mortal. La lucha entre el imperio y
la iglesia, entre el emperador y los cristianos, es el "proscenio" en
primer plano de este otro drama todavía más vasto y decisivo.
Contra el trono de Dios y del Cordero, se levanta el "trono de
Satanás" (2.13) y su bestia feroz. El libro comunica esta teología
anti-imperialista por medio de un fascinante drama, de cuatro
personajes malévolos.

El dragón es un monstruo cocodriloide que se identifica con toda


claridad como "la serpiente antigua, que se llama el Diablo o
Satanás, el cual engaña al mundo entero" (12:9; 20:2). El dragón
comienza su campaña con una lucha cobarde contra una mujer
encinta y un niño. Pero en esa lucha, sorprendentemente, nada le
va bien y termina desesperado. En la furia de su frustración, ¡el
diablo decide crear el imperio romano!

El capítulo doce (que debe incluir 13:1) enseñaba a los primeros


lectores dos verdades muy importantes. Primero, el imperio
romano es un invento de Satanás. El dragón ha dado su mismo
trono y autoridad al emperador, y por lo tanto, adoración al
emperador es culto al diablo. La ideología del imperio es un invento
de Satanás. En segundo lugar, les explica que el diablo está tan
furioso porque ha sido derrotado y humillado. Detrás de la
persecución de los cristianos de Asia Menor está la victoria
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26/11/2009 El Apocalipsis en su contexto histórico.…
definitiva del Cordero sobre ese dragón. Eso les permitió ver en la
misma persecución que sufrían, la señal firme y segura de la
victoria del evangelio. Mientras la victoria celestial en el capítulo 12
es obra directa de Dios, la victoria en la tierra, para la iglesia
metida en la realidad histórica (cap. 13), es por fidelidad hasta el
martirio (cf. 12:11).

La Bestia, evocada del mar por el mismo diablo, es agente fiel de


su progenitor. Este extraño monstruo es una amalgama de las
cuatro bestias de Daniel 7, que también salieron del mar. Juan
cambia muchos detalles del relato de Daniel, omite lo que no le
interesa y añade otros detalles que corresponden a su propio
contexto. Las bestias de Daniel 7 fueron cuatro, por ser cuatro
imperios enemigos de Israel. En el Apocalipsis es una sola bestia,
con una extraña mezcla híbrida de las cuatro en una sola, porque
había un solo enemigo frente a la iglesia: el imperio romano. Esta
bestia tiene siete cabezas (detalle ausente en Daniel), que según
17:9 representan las siete colinas de Roma y a la vez siete de sus
reyes. Estos detalles confirman la conclusión de que el imperio
romano es una bestia al servicio de un dragón. La ideología del
imperio es una religión satánica.

Hoy día, el verbo "satanizar" tiene un significado peyorativo, como


uno de los peores pecados en la ética social y política. De cierto,
es muy peligroso absolutizar alguna postura política, como el
supremo bien, y demonizar otras como el mal absoluto. Juan, sin
embargo, nos enseña que de hecho el diablo se mete en la
política, y mucho. Juan reconoce la presencia de Satanás en la
esfera política y no tiene reparos en "satanizar" al imperio romano.
Tan errado es ver al diablo donde no está, como no verlo donde sí
está.

Una tarea de la ética política cristiana, para la iglesia como


comunidad profética hoy, es discernir y señalar las fuerzas
satánicas en los procesos políticos, desde la óptica del reino de
Dios y su justicia. Por eso, ausentarnos de la política puede
significar dejarle la cancha al diablo.

El falso profeta (13:11-18): Esta segunda bestia, con cara de


cordero pero voz de dragón, procede de la tierra, lo que sugiere
que probablemente era un personaje conocido en Asia Menor.
Barclay observa al respecto que el culto al emperador no se
impuso desde arriba, desde Roma, sino al contrario surgió desde
abajo promovido por los pueblos de provincia (p. 323). En ese
proceso, toda la organización política y religiosa de las provincias,
con sus magistrados, diócesis, y sacerdocios regionales, hacía su
aporte a la promoción del culto imperial. Así fue como la segunda
bestia surgió "de la tierra" asiática (pp. 326,338).

Aunque la segunda bestia parece inocente y relativamente débil, de


hecho "ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de
ésta" (13:12 BJ). Como representante oficial del imperio y Sumo
Sacerdote de la religión imperial, logra que las masas rindan culto
a la imagen del emperador. Persuade a la gente erigir una inmensa
juanstam.com/dnn/Blogs/…/Default.aspx 11/16
26/11/2009 El Apocalipsis en su contexto histórico.…
imagen del emperador como objeto de su adoración (13:14-15), y
utiliza cuatro métodos para engañar a la gente e inculcar la
idolatría imperial: (1) la poderosa retórica de su "voz de dragón"
(13:11); (2) sus sensacionales prodigios (13:13-15); (3) severas
sanciones económicas contra quienes no reciben la marca de la
Bestia (13:16-18); y (4) la pena de muerte contra los "disidentes"
que no la adoran (13:15).

Como "Ministro de Propaganda", el falso profeta promueve "la


ideología del poder" que sacraliza al imperio (Barsotti, op.cit. pp.
180-185.). Cullmann (op.cit., p.92) resume muy bien su función
dentro del sistema total:

La segunda bestia representa el poder de la propaganda religioso-


ideológica del Estado totalitario. En esta pretensión seudo-religiosa
se manifiesta lo diabólico de este falso profeta, que se presenta
como si fuese el verdadero profeta del verdadero Dios. En realidad
hace propaganda para su dueño, el diablo, el Estado totalitario....
Todo Estado totalitario necesita una ideología que sea una parodia
de la fe.

El tema central en la exposición de estos tres personajes -- el


dragón, la bestia y el falso profeta -- es la denuncia de la idolatría
en que se fundamenta el imperialismo, con sus reclamos de poder
absoluto. Era una idolatría sutil, a menudo velada, capaz de
seducir también a muchos cristianos, como los nicolaítas. En su
mensaje anti-idolátrico, Juan sigue a la iconoclasia de los profetas
hebreos. La denuncia de ellos debe darnos mucho que pensar
ante los nuevos ídolos del mundo moderno.

La Ramera (Ap 17-18): Hemos visto que la ramera, conocida


también como la gran Babilonia, simboliza a la ciudad capital del
imperio. Se caracteriza por dos vicios: la prostitución y la
embriaguez. Por eso la denuncia contra ella se concentra con
mucho énfasis en los aspectos del poder económico y político y en
su sangrienta persecución de todo disidente (17:6; 18:24; 19:2). En
todo imperio, el centro (la capital y las cabeceras provinciales con
sus élites) siempre se enriquece a expensas de la periferia
empobrecida. En el caso de la ramera, a diferencia de las dos
bestias, hay muchas y claras referencias a los pecados
económicos pero el texto no tiene ninguna referencia a su idolatría.

El cap. 17 es rico en ironía vigorosa y hasta burlesca. En la época


de la Pax Romana, cuando la "Ciudad Eterna" parecía invencible y
muchos pueblos adoraban a la dea Roma, el profeta pinta un
cuadro totalmente diferente. Roma se cree diosa pero no la es;
más bien, es todo lo contrario ¡es la gran Ramera, madre de todas
las rameras! La iglesia, en cambio, es madre pura (12:1-2) y la
"desposada, dispuesta como una esposa ataviada para su marido"
(19:7, 21:2,9). La prostituta cabalga, no sobre un caballo blanco
como si fuera diosa en alguna estatua ecuestre, sino sobre una
repugnante bestia escarlata, con siete cabezas y diez cuernos. El
imperio romano es una bestia, inspirada por un dragón, y la ciudad
capital es una ramera que anda montada sobre ella, borracha con
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26/11/2009 El Apocalipsis en su contexto histórico.…
sus nauseabundeces y con la sangre de sus víctimas (17:6;
18:24).

Este "drama del dragón", de que la ramera es el último personaje,


tiene profundo significado teológico, tanto para la demonología
como para la teología de la política. A diferencia del énfasis en los
evangelios sinópticos sobre la posesión demoníaca de individuos,
en Pablo y el Apocalipsis Satanás se mueve casi exclusivamente
al nivel de "poderes y potestades". En este relato el dragón, detrás
del imperio, es el Diablo mismo. La Bestia simboliza al imperio
como tal, y el falso profeta a todas las fuerzas religiosas e
ideológicas (sacerdocio oriental, culto imperial, magia, filosofía)
que se ponen a las órdenes del imperio. Y la tremenda prostituta,
montada sobre la Bestia, es la gran Roma, capital del imperio.

La ramera, que aparece por primera vez en el capítulo 17,


desaparece del escenario a finales del mismo capítulo cuando es
desnudada y quemada por su amantes (17:16-17). Un detalle
interesante, y muy hermoso, es la simetría con que Juan
estructura este largo relato. La ramera, última en entrar al
escenario, es la primera en salir. Las dos bestias, que aparecieron
en segundo y tercero lugar (13:1,11), son también segunda y
tercera en ser juzgados, cuando son lanzadas al lago de azufre y
fuego (19:20). Eso deja al dragón sólo, igual que estaba a finales
del capítulo doce. Sorprendentemente, Dios no echa al diablo
también al infierno, junto con sus dos aliados, sino le da mil años
de prisión preventiva (20:1-3). Esto da mayor fuerza dramática al
final de relato: el dragón, cuando es liberado, no ha cambiado nada
y pretende provocar otra guerra más (20:7-10) y ahora sí, al fin, es
también lanzado al castigo eterno. De ese modo, el primero en
entrar (12:3) es el último en salir.

Conclusión: Como preso y como pastor de siete congregaciones


amenazadas por el imperio, a Juan no le convenía inmiscuirse en
temas que no afectaban directamente a la iglesia, como por
ejemplo el militarismo o los precios de los granos básicos. Pero
como profeta, no pudo callarse. De la misma manera que levantó
la voz por todas las víctimas de la violencia, sean cristianas o no
(18:24), también pronunció su palabra profética sobre los graves
problemas sociales de su tiempo.

Juan vivía con el corazón en el cielo y los pies bien puestos en la


tierra. Tuvo visiones de Dios, y muchas, pero también tuvo una
visión muy realista de las crudas realidades del imperio romano.
En el cielo oyó el cántico de millones de ángeles (5:11-12), pero en
la tierra donde vivía escuchaba con compasión el clamor de los
hambrientos y empobrecidos (6:3-6). Realizó su misión profética
entre dos tronos, uno que estaba en Roma y el otro en el cielo,
establecido y firme por los siglos de los siglos. Su clara visión del
trono eterno transformó su visión del trono imperial.

¡Que Dios nos ayude a seguir el valiente ejemplo de este héroe de


la fe!

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Cometarios (3) Agregar Comentario

Re: El Apocalipsis en su Por Manuel Antonio Arguedas


contexto histórico. Castro el 08/03/2009
A ver hermano Juan, me cuesta entender esto, usted dice que: "Es
cierto que el mensaje bíblico no debe politizarse cuando de hecho
no es político, o politizarse más de lo que es. Pero hay otro error
que es también una infidelidad exegética, que consiste en
"despolitizar" el mensaje bíblico cuando de hecho es claramente
político"<br><br>O es político o no es político. Mi opinión es que el
mensaje bíblico en su mayoría es político, por ejemplo los profetas
del Antiguo Testamento no se cansan de denunciar la corrupción
de los politicos, la explotación, etc. de Jesús ni se diga, el sistema
que propone Jesús y le llama Reino de Dios es un cambio político
radical, véase que por su propuesta se enfrenta con un verbo muy
violento a la clase política de su época (Jesús frente a Pilatos) un
corrupto no puede tener autordad sobre mí a menos que le sea
dada por Dios, esa es la respuesta de Jesús a un político. Gracias
por compartir su conocimiento con nosotros

Re: El Apocalipsis en su contexto Por Juan Stam el


histórico. 08/03/2009
De acuerdo, querido Manuel. Sigo la consigna de Leonardo Boff:
"Todo es político, pero la política no es todo". Debemos evitar una
evasiva apoliticidad pero también un reduccionismo político. ¿Te
parece? Un abrazo, Juan

Re: El Apocalipsis de San Juan: Por Tiologia y


Liberacion el
Esperanza de un pueblo que sufre
11/07/2009
Cielo nuevo y Tierra nueva<br><br>Esperanza de un pueblo que
sufre<br><br>El Apocalipsis de San Juan: Una clave de
lectura<br><br>El Apocalipsis fue escrito entre los años 90 y 100.
No se sabe el año exacto. Para facilitar las cosas, vamos a decir
que fue escrito en el año 95. Era una época de
persecución.<br>Después de la muerte y resurrección de Jesús,
el Evangelio se esparció rápidamente. En todas partes surgían
pequeñas comunidades. En poco tiempo la Buena Nueva de Jesús
traspasó las fronteras de Palestina. Entró en los límites del Imperio
Romano: Asia Menor, Grecia, Italia. No fue un camino fácil. Hubo
muchas dificultades y persecuciones, pero el sol brillaba a pesar
de todo. El viento era favorable.<br>Sin embargo, el cielo fue
cubriéndose poco a poco de nubes. Una tempestad se avecinaba.
La escuela del Imperio Romano enseñaba que el emperador era el
Señor del mundo (13,4.14). Y los cristianos decían lo contrario:
“Jesús es el Señor de Señores!” (17,14; 19,16). ¡Y no era una
pelea sólo de palabras! El imperio tenía sus dioses (2,14) y era en
nombre de estos falsos dioses, en el que el emperador se
declaraba Señor del mundo. Todos debían rendirle culto (13,8-15).
juanstam.com/dnn/Blogs/…/Default.aspx 14/16
26/11/2009 El Apocalipsis en su contexto histórico.…
Así, ayudado por la religión, el emperador había conseguido un
sistema para controlar la vida del pueblo (13,16-17) y para explotar
a los pobres, para aumentar el lujo de los grandes (18,3.9.11-
19).<br>Para los cristianos, Dios es uno solo. Y si Dios es uno
solo y Padre de todos, ¡entonces todos somos hermanos! Por
esto los cristianos procuraban vivir como hermanos en nombre de
su fe. Ponían en común sus bienes (Hch 2,44-45; 4,32-34). Decían
que todos eran igual (Gál 3,28; 1 Cor 12,13; Col 3,11) Condenaban
a los ricos que explotaban a los trabajadores (Sant 5, 1-6). No
querían apoyar el sistema injusto del Imperio Romano
(18,4).<br>Por tanto, no era una pelea sólo de palabras, ni una
discusión sobre los dioses allá en el cielo. Se trataba también de la
organización de la vida del pueblo aquí en la tierra. La nueva
organización iniciada y anunciada por los cristianos, amenazaba el
sistema del imperio. Tarde que temprano esto iba a traer un
conflicto abierto. De hecho, treinta años después de la muerte de
Jesús, el emperador Nerón decretó la primera gran persecución.
Sucedió en el mes de julio del año 64 y fue el inicio de los
males.<br>Volvió la paz después de Nerón. Pero no era paz. Era
solamente un tregua. Todos sabían que el imperio no iba a permitir
a las comunidades que creciesen y se expandiesen. Las
comunidades eran como hormigas. Ponían de cabeza al sistema
del imperio desde dentro. Por eso el emperador Domiciano
decretó una nueva persecución alrededor del año 90, esta vez
más violenta y mejor organizada. Domiciano torturaba a los
cristianos para forzarlos a abandonar su fe.<br>Por eso al llegar el
fin del primer siglo, parecía haber llegado también el fin de la
marcha de las comunidades. Las puertas estaban cerradas. Todo
el poder del mundo se volvía contra los cristianos. Muchos
abandonaban el Evangelio por miedo y se pasaban al lado del
imperio. En la comunidad se decía: “¡Jesús es el Señor!” Pero
fuera, el emperador de Roma era quien mandaba realmente como
Señor todopoderoso. Y es en este fin del primer siglo, época de
persecución, cuando fue escrito el Apocalipsis.<br><br>¿PARA
QUIENES FUE ESCRITO EL APOCALIPSIS?<br>Juan escribió el
Apocalipsis para el pueblo de las pequeñas comunidades
esparcidas por el Imperio Romano, sobre todo por Asia Menor
(1,4.11). ¿Cuál era la situación de ese pueblo?<br>Era un pueblo
perseguido (1,9). En el momento de escribir el Apocalipsis, el
mismo Juan estaba preso por causa de su fe (1,9). La
persecución era violenta (12,13.17; 13,7). Había prisioneros (2,10)
y muchos ya habían sufrido el martirio (2,13; 6,9-11; 7,13-14;
16,6.17; 18,24; 20,4). Era muy difícil mantener la fe (2,3-4). El
control de la policía era total; nadie podía escapar a su vigilancia
(13,16). Quien no apoyaba el régimen del imperio, no podía vender
ni comprar nada (13,17). La propaganda era enorme (13,13) y se
infiltraba en la comunidades (2,14.20). El emperador era
presentado como si fuera un nuevo Jesús. Hasta decían que él
había resucitado (13,3.12.14). La tierra entera lo adoraba como si
fuera un dios y apoyaba su régimen (13,4.12-14).<br>El pueblo de
las comunidades tenía además otras dificultades. Estaba el
cansancio natural después de tantos años de caminar (2,2). Había
bajado el entusiasmo del primer fervor (2,4). Estaban los falsos
líderes que se presentaban como apóstoles y no lo eran (2,2).
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26/11/2009 El Apocalipsis en su contexto histórico.…
Corrían doctrinas equivocadas que traían confusión (2,6.15); las
persecuciones por parte de los judíos (2,9; 3,9); el problema de
otras religiones que se mezclaban con la fe en Jesús (2,14-15.20).
Algunas comunidades se estaban muriendo (3,1); otras, aunque
debiluchas, continuaban firmes en la fe (3,8). En general era gente
pobre y hasta indigente (2,9). Las comunidades más ricas se
acomodaban engañadas por su riqueza (3,16-17). ¡No eran ni
frías, ni calientes! (3,15).<br>Es para este pueblo de las pequeñas
comunidades, para quien Juan escribe su libro. Como hoy,
también en aquel tiempo eran los débiles y los pobres los que
continuaban firmes en la fe y en la lucha. Había quienes confundían
las cosas, sin entender su sentido correcto. ¡Todos perseguidos!
¡Todos necesitados de una palabra de luz, de aliento, de coraje!
En aquel tiempo eran otros los nombres. Hoy ellos se llaman María
José, Antonio y Raimundo...<br><br>continuara.......

Su
Nombre:
Título: Re: El Apocalipsis en su contexto histórico.

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