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Manos de hombres
El deseo de edificarle a Dios una casa en la cual habitara
naci en el corazn del rey David, pero ste no pudo llevar a
cabo tal proyecto porque Dios mismo le dijo que era hombre
de guerra y sus manos haban derramado mucha sangre (1
Un llamado a la santidad
Me seris una nacin santa
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,
nacin santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciis las virtudes de aquel que os llam de las tinieblas a
su luz admirable (1 Pedro 2:9). Muchas veces, el nfasis se
pone en que los cristianos recibiremos tal o cual cosa de
Nuestro Seor, por haber credo en l. Ciertamente Dios, en
Su misericordia, ha preparado cosas maravillosas para los
que le aman (1 Corintios 2:9), y debe ser un motivo de gozo y
esperanza para nosotros, pero no debemos olvidar que Dios
nos ha adquirido con Su preciosa sangre, y nos ha escogido
para ser una nacin santa de sacerdotes que ministren
delante de l.
Enfoqumonos en la segunda parte del pasaje de 1 Pedro
2:9 para que anunciis las virtudes de aquel que os llam
de las tinieblas a su luz admirable. Fuimos creados y
escogidos con un solo propsito: Servir a Dios y anunciar el
evangelio al resto del mundo. Vez tras vez cantamos en
nuestros himnos que hemos de llevar la preciosa semilla del
evangelio, pero, lo hacemos? El evangelismo, en muchas de
las iglesias modernas, es una cosa muerta que nadie realiza
porque nadie sabe como hacerlo, ni tiene inters en aprender.
A lo ms, una o dos veces al ao se hace una campaa de un
da de evangelismo, o una cena para invitar a algn
inconverso, pero el resto del tiempo, las almas de los
hombres se pierden y nadie hace nada Dnde est nuestro
deseo de anunciar las virtudes de aquel que nos llam de las
tinieblas a Su luz admirable? De igual manera, dnde est
nuestra santidad? Porque yo soy Jehov, que os hago subir
de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seris, pues,
santos, porque yo soy santo (Levtico 11:45).
Somos templos del Dios viviente y por tal motivo nuestra vida
debe ser una vida de santidad. Que la gracia del Seor sea
con todos nosotros hermanos, amn.
Recordemos el pasaje de la tentacin de Jesucristo en Lucas 4:113, cuando el diablo lo llev al pinculo del templo y lo ret a saltar
porque escrito est: A sus ngeles mandar acerca de ti, que te
guarden (versculo 9). Pero Jess no salt, no porque Dios no lo
hubiera podido proteger, sino porque escrito est No tentars al
Seor tu Dios (versculo 12).