Privacidad y Web 2.

A
trás han quedado los años en en el que éste o sus “amigos” cuelgan
los que la mayor preocupación fotos, comentarios, vídeos, iconos…) Por
sobre nuestra privacidad se supuesto que le he avisado, pero la infor-
centraba en las operadoras de mación ya está demasiado diseminada
telecomunicaciones y empre- para volver a meterla en el redil.
sas de marketing, cuyo principal pecado
consistía en la cesión y uso no autoriza-
do de nuestros datos personales, con
fines casi siempre publicitarios. En este
escenario todo el “daño” a nuestra priva-
cidad quedaba circunscrito al ámbito de
unas pocas empresas.

Hoy, mañana y de momento durante

los próximos años, la amenaza a nuestra
privacidad partirá del uso casi irrespon-
sable que hemos dado a las nuevas
herramientas de la Web 2.0, y en concre-
to a las redes sociales.

Un buen amigo, directivo de respon-

sabilidad desde hace varios años, ha
tenido la mala fortuna de perder su pues-
to de trabajo a consecuencia de la crisis.
Su currículum es intachable, forjado
durante años de estudios universitarios,
Pedro máster y experiencia internacional. Sus
Serrera Cobos
referencias son inmejorables. Sin embar-
Director del Centro de
Sistemas de Información go, si yo fuera el responsable de contra-
Fraternidad Muprespa
tación de una empresa y recibiera su
candidatura, probablemente no le con-
trataría. No me sentiría cómodo tras
haber leído su “muro” de Facebook (el
“muro” es el perfil público de un usuario,

febrero 2010 128

 buenas prácticas
Otra buena amiga, divorciada reciente-
mente, ha optado por desnudar su intimi-
dad como terapia de recuperación tras su
separación. Preferencias, creencias, gus-
tos, aficiones, fobias, música, fotos… no
queda nada por contar ni por descubrir. En
este caso, se me antoja difícil que puedan
contratarla para un puesto de responsabili-
dad… ni tampoco comenzar una nueva
relación -por puro aburrimiento-. Ya lo dice
el refrán: “El muro es el espejo del alma”.
El tercer ejemplo es el de un tal “Pe-
dro Serrera” que también vive en Face-
book. Por su “muro”, conozco su empre-
sa, su puesto de trabajo, estado civil, for-
mación universitaria, creencias religiosas
e ideología política. Pero no soy yo, es
otro señor con mi mismo nombre. Como
el hombre duplicado de Saramago.
Estos tres casos son un mero ejemplo
del auténtico problema de privacidad
que existe hoy en día, vinculado al uso de
las nuevas herramientas de la Web 2.0.
La gravedad de esta situación no se pue-
de ni comparar con otro asunto que sin
embargo está originando más debates: el
normas y d-tic
Hoy, mañana y próximos
años, la amenaza a
nuestra privacidad
partirá del uso casi
irresponsable que hemos
dado a las nuevas
herramientas de la Web
2.0, y en concreto a las
redes sociales
uso de cookies por parte de buscadores
y otros sitios web con la mera finalidad
de dibujar un perfil de consumidor y ofre-
cer publicidad on-line.
Algunos de los problemas que puede
ocasionar para los usuarios esta dinámi-
ca explosiva de compartir información
personal son:
Laborales: todos los departamentos
de selección de recursos humanos
129 febrero 2010
tienen el deber de consultar Internet
para completar la información dis-
ponible sobre sus candidatos.
Familiares: las relaciones de pareja
pueden verse afectadas seriamen-
te por malos entendidos surgidos a
raíz de información publicada por /
sobre / contra la respectiva pareja.
Seguridad: los malhechores cuen-
tan con una información inimagi-
nable hasta hace bien poco para
urdir y perpetrar fechorías, que van
desde el fraude al chantaje, y en
países desestructurados, secues-
tros y actos violentos.
Es evidente que de unas consecuen-
cias “molestas” hace unos años por la
pérdida de nuestra privacidad hemos
pasado a unas consecuencias nefastas.
Y curiosamente, los principales respon-
sables no somos sino nosotros mismos.
¿Qué soluciones pueden arbitrarse
ante esta delicada situación? ¿Pondremos
nuestras esperanzas en una legislación
más intervencionista sobre Internet? ¿O en
la capacidad sancionadora de la Agencia
Española de Protección de Datos? Lamen-
tablemente, la única solución para contro-
lar definitivamente quién hace qué en Inter-
net y poder exigir responsabilidades pasa
precisamente por un sistema de identifica-
ción unívoca para cada usuario, mediante
certificado digital. Pero este remedio es
peor que la enfermedad que pretende
sanar, pues convertiría un espacio de parti-
cipación espontánea -la base de la Web
2.0- en un escenario de vulneración siste-
mática de las libertades de los internautas.
Por ello, sólo nos queda el remedio
más antiguo y eficaz contra los males de
este mundo: educar, formar y divulgar.
Obama ya ha comenzado a predicar con
el ejemplo, cuando aconsejó a los niños
de 14 años sobre cómo convertirse en
Presidente: “be careful about what you
post on Facebook because in the YouTu-
be age whatever you do, it will be pulled
up again later somewhere in your life”.
Y siempre nos quedará la solución de
contingencia: dentro de algunos años, el
“muro” de los futuros directores de
recursos humanos quizás pueda ser más
indiscreto que el nuestro.