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Resumen
Hoy en día, todos podemos ser testigos de que un nuevo mundo ha tomando
forma en este milenio. Las cosas han cambiado y en parte, esta transformación o
cambio de época como algunos le han denominado, obedece a la globalización y
a la revolución tecnológica que ha trastocado nuestro modo de pensar, de trabajar,
de comprar, de hacer negocios, de comunicarnos y relacionarnos con otros. Las
Tecnologías de Información y Comunicación han jugado un papel fundamental en
la conformación de la llamada sociedad de conocimiento, generándose con ello,
nuevas formas de vivir y entender los sistemas políticos, económicos, sociales y
culturales.
Ante este panorama, es claro que el mundo actual, en toda su complejidad,
demanda una educación distinta y para ello, alumnos y docentes requieren de una
alfabetización tecnológica que les permita desenvolverse y participar
competentemente en esta nueva sociedad. Ello, implica una transformación
profunda en los sistemas educativos para afrontar los nuevos retos que demandan
modelos más constructivistas, desde perspectivas situadas, reflexivas y
experienciales, que ponen en el centro al alumno y potencian su habilidad para
construir conocimientos en un ambiente cada vez más interconectado y
cooperativo. Para ello, se requiere comprender que hoy en día, se han
transformado las maneras en que los individuos aprenden, y el aprendizaje está
indisolublemente ligado a las competencias que nos permiten desenvolvernos en
una sociedad cambiante y compleja, así como al desarrollo integral de la persona
que involucra todas sus dimensiones. El presente artículo busca describir de qué
se trata este nuevo contexto, qué retos y panoramas abre para la práctica docente
y qué implicaciones tiene en la educación para repensar el sentido de las prácticas
educativas soportadas en la tecnología.
I. Introducción
Hoy en día, todos podemos ser testigos de que un nuevo mundo ha tomando
forma en esta primera década del milenio. Puede decirse que vivimos colmados
de datos, imágenes, frases e íconos que han transformado la percepción que los
seres humanos tenemos de nosotros mismos, pues se ha modificado también la
apreciación que tenemos de nuestro entorno. “Nuestra circunstancia no es más la
del barrio o la ciudad en donde vivimos, ni siquiera la del país en donde
radicamos. Nuestros horizontes son, de carácter planetario” (Trejo, 2001).
Ante esta realidad cambiante, ¿Cuáles son las demandas de las sociedades del
nuevo milenio? ¿Qué retos y desafíos plantean para el aprendizaje? El presente
artículo describe las características de nuestro contexto actual para identificar
algunos elementos que obligan a un cambio profundo en las prácticas docentes,
considerando, las nuevas maneras de aprender que hoy en día se están
generando. Lo anterior, con la finalidad de ampliar el conocimiento de los docentes
y gestores de las instituciones educativas al respecto, y poder vislumbrar
alternativas que permitan la formación de una ciudadanía que pueda “vivir,
aprender y trabajar con éxito en una sociedad cada vez más compleja, rica en
información y basada en el conocimiento” (CMSI, 2003).
II. La nueva sociedad
Tomando las palabras de López Carrasco (2009) podría decirse que pasamos de
una sociedad homogeneizadora, estable, predecible, repetible, lineal y objetiva
con procesos educativos rígidos, a una era de la inteligencia interconectada donde
los ciudadanos estamos inmersos en un diálogo universal y sin fronteras
aparentes, con esta oportunidad de ser más activos, intercambiar nuestras ideas,
visiones y opiniones. Ello nos da la posibilidad de asumir un papel más activo pues
se ha facilitado el acceso al conocimiento y además podemos producirlo e
intercambiarlo colectivamente, al eliminarse barreras geográficas y temporales-
espaciales.
Sin embargo, “nos enfrentamos también a una extraña paradoja puesto que la
sociedad de conocimiento, no necesariamente ha traído consigo personas más
informadas y más competentes en el acceso, uso y aplicación de la información.
Krüger (2006) explica que “mayor conocimiento produce también más
desconocimiento” porque mientras los conocimientos aumentan con gran rapidez,
el saber de lo que no sabemos aumenta con velocidad aún más vertiginosa. Así
pues dicho autor señala que uno de los rasgos de esta nueva sociedad, es
justamente la incertidumbre. Además las brechas que de por sí existían entre los
diversos países, se ensanchan más debido a que comienza a crearse una nueva
hegemonía en donde “la información y el conocimiento se están transformando en
recursos privados que pueden ser controlados, vendidos y comprados, como si se
tratara de simples mercancías y no de elementos fundamentales de la
organización y el desarrollo social” (CMSI, 2003).
Ante este complejo panorama, hoy por hoy ya no esta en duda que las
Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) han creado nuevas formas de
alfabetización que no podemos dejar de lado si pensamos que los procesos
educativos implican también, ser competentes en el mundo digital. En este
sentido, ¿Cuál es el impacto de esta nueva sociedad en los procesos educativos?
¿Qué demanda a los docentes del nuevo milenio? ¿Cuál será el perfil más idóneo
para formar con éxito, a las nuevas generaciones? ¿Serán competentes en el
mundo digital y podrán diseñar estrategias que ayuden a los alumnos a
desenvolverse eficientemente en esta nueva sociedad? A continuación se
abordarán las problemáticas a las que hoy se enfrentan los docentes, así como los
nuevos panoramas pedagógicos dentro del contexto actual.
III. Panoramas y retos de la práctica docente en las nuevas
sociedades.
Hoy por hoy se sabe que las TIC pueden convertirse en instrumentos útiles para
mejorar la calidad y eficiencia de los procesos educativos pues ayudan a crear
entornos de aprendizaje que promueven la creatividad e innovación de los
alumnos, revolucionando la forma en que se obtiene, se maneja y se interpreta la
información. Lo anterior ayuda a ir “avanzando de la docencia al aprendizaje
autodirigido, y, del aprendizaje como un evento único al proceso de aprendizaje
durante toda la vida” (UNESCO, CONFINTEA V, 1997).
No obstante dar este paso no es tarea fácil. Gross y Contreras (2006) advierten
que “cuando hablamos de la integración de las tecnologías en la educación, éstas
suelen ser presentadas desde la mirada del cambio y de la innovación. Sin
embargo, pueden usarse de una forma completamente tradicional sin cambiar ni
alterar metodologías y concepciones educativas”. Al respecto, L. Mestres (2008)
añade que “…a pesar de que el profesorado es el elemento clave para favorecer
el uso de las TIC en los centros educativos, tiende a utilizarlas para mantener los
patrones de docencia tradicionales sin innovar…” Lo anterior obedece a que
frecuentemente, reducimos el uso de las TIC al de herramientas para trasmitir o
acceder a la información y bajo esta mirada, el propósito de la educación se sigue
definiendo como la adquisición de conocimientos. Ello se debe a que “el cambio
que ha tenido la tecnología educativa en los últimos años no se ha compaginado
con el desarrollo de los métodos didácticos en el aula…Por ello, algunos docentes
están pasando directamente de la tiza y el pizarrón a modernos sistemas
tecnológicos sin haber trasegado por ayudas educativas intermedias” (Tobón,
2006). Así pues, la lógica de los sistemas tradicionales entra en conflicto con las
nuevas tendencias en donde es el propio alumno quien, de forma progresiva,
desarrolla estrategias para planear, gestionar los recursos de las TIC y valorar su
propio aprendizaje, contando con el docente, como un facilitador.
Por ello, debemos comprender que la incorporación integral de las TIC a los
procesos educativos requiere de nuevos roles tanto para el docente como para el
alumno así como una resignificación de la educación en sí misma. Lo anterior,
incluye también nuevas maneras de diseñar experiencias de aprendizaje
significativas, situadas, experienciales y reflexivas, así como una didáctica
específica que no se reduce al aula. Bajo este enfoque, el centro está en el
aprendizaje y no en la enseñanza.
Así pues, queda claro que la formación en el uso instrumental de las TIC no basta,
pues es preciso promover en el profesorado habilidades y competencias para
aprovechar al máximo las posibilidades de la tecnología en el contexto educativo,
adaptarla a las metodologías didácticas (para evitar así que sean un mero
complemento de la formación) e integrarlas al proceso de enseñanza-aprendizaje.
Lo anterior debe partir de reconocer que hoy por hoy, el propio aprendizaje, tanto
en la manera de entenderlo como de promoverlo y construirlo, se ha visto
transformado. De ello hablaremos en el siguiente apartado.
En los tiempos que corren se han transformado las maneras en que los individuos
aprenden y ello abarca la forma y el contenido “…pues han cambiado los
espacios educativos…y la enseñanza ha rebasado el marco del sistema educativo
tradicional para alcanzar los ámbitos laborales y comunitarios...Se ha pasado de
los modelos de enseñanza conductistas, que implicaban el papel protagonista del
profesor a los modelos constructivistas, que ponen en el centro al alumno y
potencian su habilidad para construir su conocimiento…en un ambiente cada vez
más interconectado y cooperativo” (Sánchez, 2005).
Ante este panorama, ¿Las instituciones educativas están formando personas para
la nueva sociedad o más bien para una que ya ha caducado? ¿Cuál sería su
papel? ¿Cómo deben reconfigurarse para afrontar los retos presentes?
Por otro lado, se quiera o no, el aprendizaje de los alumnos se ha visto de por sí,
modificado por las TIC debido a los múltiples gadgets que posibilitan escenarios y
situaciones antes no previstas generando nuevas formas de expresión escrita,
auditiva y visual. Los niños y jóvenes de hoy conforman una e-generation frente a
la cual, la escuela debe replantearse. Este nuevo contexto para aprender,
obedece en parte a la llegada de la Web 2.0, llamada la red de las personas (y ya
no sólo de los datos) en donde el usuario no sólo lee, lo hace de manera
hipervinculada reconociéndose una lectoescritura digital en donde nos podemos
convertir no sólo en buenos lectores y escritores, sino en editores, publicadores y
colaboradores. Lo anterior ha sido posible gracias a sitios como las wikis, los
blogs, las redes sociales, por mencionar algunos, que forman parte natural de la
vida cotidiana de muchos niños y jóvenes (López, 2008a). Por lo tanto, el
aprendizaje ya no es exclusivo de las aulas, además se da fuera de ellas con
posibilidades que rompen las barreras del tiempo y del espacio y además, nunca
termina, puesto que es un proceso permanente.
“En el futuro inmediato se avizora una mayor expansión de los modelos educativos
soportados por las TIC, abarcando diversos contextos educativos, presenciales y
no presenciales, en prácticamente todos los niveles” (Díaz-Barriga, G. Hernández
y M. Rigo, 2009). Indudablemente, lograr la transición de una educación tradicional
para una sociedad que ha dejado de existir, a una nueva educación para las
sociedades del conocimiento y del aprendizaje, no es tarea fácil, por que los
cambios están sucediendo con gran rapidez. Como docentes, nos brinda la
oportunidad de innovar pero también nos exige un cambio profundo en nuestras
prácticas para aprender y enseñar en entornos diferentes a los acostumbrados y
sobretodo, un cambio de mentalidad, ya que no debemos olvidar que también
somos alumnos que no dejamos de aprender nunca. Los procesos de formación
docente y el debate en torno a estas nuevas sociedades deben estar muy
presentes para que a partir de reflexiones serias y profundas, exploremos nuevos
caminos de ver y entender la educación.
Cierto es que la tecnología por sí misma no es la fórmula mágica para resolver los
diferentes desafíos didáctico-pedagógicos que hemos enfrentado por años.
Tampoco la alfabetización tecnológica de los docentes contribuirá a ello, si sólo
se emplea como accesorio en las nuevas políticas educativas sin que se genere
un cambio profundo en la manera de educar. Por lo tanto, no constituyen un fin,
sino un medio que debe emplearse de manera muy crítica y consciente. Lo que sí
queda claro es que las TIC no son una moda pasajera y su integración a los
procesos educativos, no es una opción, sino una exigencia de la nueva sociedad.
No obstante, también es preciso asumir que nuestro país tiene un reto aún mayor
pues hoy en día, pueden reconocerse las nuevas formas de exclusión social
relacionadas con el conocimiento, ya que sólo un 22% de la población tiene
acceso a Internet y no contamos con la infraestructura ni los recursos suficientes
que permitan equidad en su uso y acceso. Ello podría ocasionar que nos
“desconectáramos” de esta nueva sociedad con serias repercusiones en nuestra
calidad de vida y con pocas posibilidades para ser escuchados y participar, tanto
en la producción de nuevo conocimiento, como en la aplicación del conocimiento
ya existente para el progreso y desarrollo de México.
Díaz-Barriga F. (2006). Enseñanza situada: vínculo entre la escuela y la vida. México. Ed.
Mc Graw Hill