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Más de una vez me han preguntado: ¿Puede ser autosustentable una radio educativa online?
Se debe considerar con especial cuidado el asunto ético vinculado a la publicidad en los medios de
comunicación educativos. Los estudiantes son consumidores de productos culturales, que sirven a
su vez como insumos para el estudio y la realización de sus tareas. Por lo tanto es necesario
preguntarse si es posible encontrar anunciantes cuyos productos a promocionar no entren en un
conflicto de intereses con los contenidos didácticos.
Por otra parte, si se trata de una radio exclusivamente online, la ausencia de una frecuencia radial
tradicional, del tipo fm o am, dificulta la mayoría de los ingresos por concepto de publicidad de
empresas en general, no relacionadas con el ámbito educativo. Esto obliga a buscar auspiciantes
muy concretos.
Podemos dividir las temáticas de la radio en dos grandes grupos con sus propias características:
los temas de las ciencias sociales y los temas de las ciencias naturales.
En el caso de las llamadas ciencias sociales debemos ser especialmente cuidadosos del manejo de
grupos de presión que hagan peligrar la laicidad del proyecto. No deberían eludirse las
consideraciones sobre nuestra historia reciente o la opinión especializada sobre políticas actuales.
Pero es imperativo realizar un esfuerzo por mantener la mayor pluralidad de voces posible.
Retomar la pretensión de objetividad de la que adolecen hoy en día los medios tradicionales sería
en sí mismo un hallazgo de la radio educativa. A nivel editorial, lo dicho: mantener independencia
del plano político partidario.
Por otra parte el abordaje de la didáctica en las ciencias naturales, un mundo solo en apariencia
más aséptico, supone otro desafío.
No es fácil escapar a la influencia de los grandes laboratorios, que a su vez financian las
investigaciones de las principales universidades del mundo. Los problemas éticos a los que se ve
sometida la divulgación científica son complejos, y en general tratados con una noble intención de
objetividad que se desdibuja a medida que el medio de comunicación se torna más masivo. Se
considera que la noticia científica requiere una gran simplificación para ser asimilada por las
grandes masas. Por este motivo se recurre al recorte de información, para adecuar la noticia a las
necesidades económicas de la ecuación tiempo/rating del medio. Como consecuencia de esta
simplificación, los comunicadores incurren en falacias, crean falsas expectativas, que terminan
llevando al público a concepciones erróneas, escepticismo,o hasta indiferencia. Este pobre
tratamiento de la información disminuye sensiblemente la capacidad de inferencia y especulación
del público ante un estudio científico.
Los comunicadores se encuentran en una encrucijada, no les pagarán el tiempo que necesitarían
para asimilar y preparar para su difusión una noticia científica. Además si lo hicieran, la falta de
costumbre del público por un análisis exhaustivo los haría desertar a este tipo de comunicación.
Cierto es que los comunicadores tampoco están acostumbrados, si en el mejor de los casos
tuvieran la preparación necesaria. Es muy raro ver en un medio masivo un periodista
especializado en temas científicos.
Como conclusión podemos afirmar que la divulgación científica seria no tiene espacio en los
medios masivos de comunicación por su falta de viabilidad económica. Para revertir esta situación
sería necesario en primer lugar hacerle ver a la población la pobreza informativa con que son
tratados estos temas. Cosa que difícilmente sucederá desde dentro de un medio masivo de
comunicación , porque sería hacer un acto de mea culpa del cual no podrían luego hacerse cargo.
El sentido común nos indica que el ámbito académico /educativo debería ser entonces el
encargado de formar una actitud más crítica hacia los medios. Esto se ha intentado sin mayor
éxito desde siempre.
Director de Radioeducativa.com
www.radioeducativa.com.uy