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Sea lo que fuere lo que san Ambrosio quiso decir exactamente con estas
palabras, es cierto que la eliminacin de la muerte, como tambin su
aplazamiento casi ilimitado, pondra a la tierra y a la humanidad en una
condicin imposible y no comportara beneficio alguno para el individuo
mismo. Obviamente, hay una contradiccin en nuestra actitud, que hace
referencia a un contraste interior de nuestra propia existencia. Por un lado,
no queremos morir; los que nos aman, sobre todo, no quieren que muramos.
Por otro lado, sin embargo, tampoco deseamos seguir existiendo
ilimitadamente, y tampoco la tierra ha sido creada con esta perspectiva.
Entonces, qu es realmente lo que queremos? Esta paradoja de nuestra
propia actitud suscita una pregunta ms profunda: qu es realmente la
vida ? Y qu significa verdaderamente eternidad ? Hay momentos en
que de repente percibimos algo: s, esto sera precisamente la verdadera
vida , as debera ser. En contraste con ello, lo que cotidianamente
llamamos vida , en verdad no lo es. Agustn, en su extensa carta sobre la
oracin dirigida a Proba, una viuda romana acomodada y madre de tres
cnsules, escribi una vez: En el fondo queremos slo una cosa, la vida
bienaventurada , la vida que simplemente es vida, simplemente felicidad
. A fin de cuentas, en la oracin no pedimos otra cosa. No nos
encaminamos hacia nada ms, se trata slo de esto. Pero despus Agustn
Pienso que Agustn describe en este pasaje, de modo muy preciso y siempre
vlido, la situacin esencial del hombre, la situacin de la que provienen