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bombadecobalto@gmail.com
ecibir un diagnstico
de cncer significaba,
hace ms de diez
aos, preocuparse de
compartir la noticia
con nuestros familiares ms cercanos,
buscar al onclogo y radilogo responsables del tratamiento, activar el seguro de
salud y sobre todo crear lazos de confianza
con todos ellos y con quienes se convertiran en actores de este nuevo proyecto de
vida. Pero ser diagnosticada de cncer en la
era de Internet implica, adems, tener que
decidir entre publicarlo en nuestro muro
del Facebook o conservar la noticia en la
esfera cada vez ms reducida de lo privado
y personal. Incluso al elegir la segunda
opcin, esta se esfuma cuando aparecen
los primeros indicios del tratamiento. La
cada del cabello -segn el tipo de quimioterapia que recibamos- es quiz el ms
notorio. Fuera de esta columna annima,
yo he optado por mantener la noticia reservada. No me gustara de otro modo.
Es cuando empezamos a perder el pelo
que lo ntimo irrumpe el espacio de lo
pblico. El uso del turbante o de la
peluca nos delata. Es un signo que
-como dice un amigo lingista- despierta en nuestra sociedad un estado
conmiseracin. Una paciente que
pierde el pelo despierta un estado de
fatalidad y no es vista como ejemplo de recuperacin. Hay miradas
que intimidan, especialmente a
los ms pequeos de la casa,
al punto de rechazar esa tela
envolvente que cubre nuestra cabeza. En el caso de los
pacientes varones -me indica
un onclogo- al perder el
pelo tambin pierden la
confianza de posibles
empleadores, de jefes o
de contactos de negocios pues dan la impre8
El Comercio
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