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BIOGRAFÍA DEL CONOCIMIENTO

Un reflexionar histórico y presente: Vida y otredad

Por: Germán Guarín Jurado

Preámbulo

Quiero resaltar, para comenzar, un asunto existencial: el de restituirnos como


sujetos en nuestro propia vida, y la de los otros. Esto puede ser presentado como
un problema ontológico, o lógico quizá, ya sea porque asumimos al sujeto como el
fundamento primero y el fin último de la eterna universidad (filosófica), ya sea
porque hacemos del sujeto la res cogitans (o cosa pensante), de la que emana
todo conocimiento. Pero, más que un problema ontológico o lógico, se trata, valga
insistir, de un asunto existencial. Sobre todo, somos sujetos constructores de
realidades.

Sujetos potenciales, somos sujetos de voluntad, memoria, imaginación y


reflexión capaces de alterar la realidad, intervenirla y transformarla desde
movimientos reales de autonomía. Lo que no es sólo una enunciación, una
declaración de principio, un manifiesto de independencia. Es una exigencia ética y
política, un desafío de conocimiento y creación tras una “realidad constituyente”.
La realidad no es sólo lo que es, no es sólo lo dado es “lo que podría llegar a ser”
por nuestra fuerza de voluntad y movimiento con el excurso de lo real mismo.

En consecuencia, en nuestra apuesta formativa hemos procedido, en primer lugar,


a redefinirnos y recobrarnos como sujetos históricos vivos, concretos, a
cuestionarnos a nosotros mismos en nuestra calidad de sujetos. No somos sujetos
porque seamos el objeto general, intencional, predilecto de la filosofía o de las
ciencias del espíritu, de las ciencias humanas y sociales, porque seamos el objeto
de un discurso justificador y predicativo, somos sujetos en nuestras propias
circunstancias, somos sujetos en una aquí y en un ahora, en una serie de
coyunturas, dentro de reales movimientos sociales (movimientos obreros,
campesinos, estudiantiles, intelectuales, entre otros), en los cuales decidimos
nuestra autonomía constituyente de realidad, no de manera aislada sino con otros,
como sujetos de vínculos y relación.

Este aprendizaje nos ha costado. Porque no es fácil desapegarnos de estructuras


conceptuales, del razonamiento formal y demostrativo, de discursos teórico-
especulativos sobre el sujeto; lo que no es un desembarazarse lógico conceptual,
paradigmático solamente. Hay algo emocional y desgarrador en esta experiencia,
existencialmente desestabilizador. Es como situarse en la intemperie, naufrago,
sin salvavidas, y aun así, potenciarse como sujeto creador, no claudicar, viajar
hacia lo inédito e indeterminado de la propia realidad.

En cuestión el ego filosofante y la vanidad racional, el narcisismo intelectual, como


sujeto real, histórico y social, el mundo se abre a la mirada, aparece distinto; ya no
como un objeto intencional, como un objeto general de especulación filosófica y
explicación científica, sino como un conjunto de acontecimientos en los cuales se
está implicado situacional, circunstancial, vivencialmente.

El ser y el tiempo, el yo y mis circunstancias, el mundo de la vida de los grandes


filósofos, deja de ser una entelequia intelectual, para comprenderse en la
experiencia vital, en la historia misma que nos sucede como sujetos, en el aquí,
en el ahora, en las coyunturas de situación y de época. Es así que nos
percatamos que al conocimiento, al pensamiento, a las teorías, les subyace una
construcción biográfica en tanto interpretación que los sujetos hacen de su vida,
de su mundo, de su época. Los sujetos vitales, históricos y sociales somos la
potencia misma del conocer y el pensar, según el modo como nos colocamos en
lo real y lo apropiamos, según el modo como significamos y damos sentido a real
vivido.
I. Realidad y lenguajes como método

Desde una relación de conocimiento (función gnoseológica) elaboramos una


conversión fenomenológica de la realidad; para el sujeto vital, histórico, social, la
realidad no es una cosa, un objeto general, intencional, un fenómeno. La realidad
es la vida misma que a todos nos pasa, que a cada uno nos ocurre distinta, es
aquello mismo que nos acontece, como sorpresa, dice Ortega y Gasset, como
enigma, como presente y como futuro, como proyecto. La realidad es en el curso
mismo de nuestra experiencia vital. Al decir de Heller, no solo un plexo de
situaciones y vivencias, sentimientos y emociones, también un sistema de
creencias, marcos generales de significado, cosmo-visiones.

Entonces, nos concierne: La realidad vital e histórica nos concierne, nos pertenece
de modo inmanente, no trascendente. Desde esa inmanencia le damos significado
y sentido. En esta óptica la realidad cumple una función metodológica importante:
es el polo atractor de toda investigación, de todo sujeto investigador, quien se
plega a su realidad como a su propio discurrir, a su particular acontecer.
Zemelman señala que el sujeto vital, histórico se vincula existencialmente a su
realidad, en su movimiento, en sus límites y determinaciones, en sus opciones y
posibilidades, en fin, en sus horizontes.

Por lo que el sujeto no sólo sufre la realidad de manera drástica y dramática,


irreversible. El sujeto es sobre todo, constructor de realidades, constructor de
significado y sentido; morando en su cuerpo, en su mundo, en su tiempo, en su
tierra, en los otros, con los otros, denota, nombra y enuncia lo real significándolo.
Pero, no lo hace en especulativas abstracciones sino desde su edad cronológica,
y desde allí comprender, interpretar el siglo que nos corresponde vivir. Somos
sujetos históricos, vitales, no en 24 horas. Lo somos en una edad histórica, la
nuestra, en una época de sentido, en nuestra generación y la de otros, en el siglo.
Hablamos, entonces, no de cualquier realidad. Hablamos de una “realidad
constituyente” desde la colocación, apropiación, modos de significar y enunciar de
los sujetos, modos de razonar (ver Hugo Zemelman. Reflexiones en torno a la
relación entre epistemología y método. 2009, pág. 28) .También la podemos
llamar “Realidad instituyente” Siempre un modo de denotar, de nombrar, de
“convertir la realidad en un magnifico significante” (Necesidad de de conciencia)
¿Qué denotamos y connotamos, entonces, cuando de nuestra realidad histórico-
social decimos que es una época del mercado, de la razón y la técnica, del trabajo
y la competencia, de la producción y el consumo; cuando decimos que es una
época de la guerra, una época de vértigo, o de información y comunicación
mediática? También hay una función metodológica en el lenguaje, en el uso del
lenguaje desde la historicidad.

¿Cómo usamos el lenguaje desde nuestra biográfica historicidad?, ¿Para qué


nombramos, enunciamos de un modo? , ¿Para qué, por ejemplo, llamamos a
todos nuestras violencias e inseguridades “holocausto”. En Colombia, dicho uso
reproduce toda una ideología del temor, el temblor, de la seguridad democrática y
la reelección, del totalitarismo de Estado, del totalitarismo paramilitar a izquierda y
a derecha. Sabemos lo que el imperio de la ley en las democracias protegidas de
América Latina causó: desapariciones, torturas, ajusticiamientos, exilios,
asesinatos y genocidios. Porqué repetir, rutinizar la historia, momificarla,
empobrecerla en el lenguaje mismo.

Claro, el hambre se llama hambre, la violencia se llama violencia, el analfabetismo


se llama analfabetismo, el miedo se llama miedo; ¿cómo trascender lo real en los
propios lenguajes que usamos para nombrarlo? Bueno, también decimos utopía,
ella es el horizonte en el movimiento de lo real, la posibilidad al nombrar y al
enunciar. Más allá de aquellas condiciones objetivas y subjetivas que la impiden.
Una pragmática de la utopía es una realidad instituyente. Decimos también
voluntad, imaginación, ilusión, esperanza.
II. Plano metodológico- formativo
Plano metodológico- operativo.

Con insistencia hablamos de pensar epistémico, de una epistemología de la


conciencia histórica, no como teoría pura de la ciencia en su larga historia de
autojustificación nomológica sino de comprensión de la relación de
conocimiento. Lo que tiene exigencias en la desparametralización, en la
modificación de lógicas de razonamiento, en la historicidad del conocer y el
pensar. Lo que es más que un discurso. Es una práctica social de construcción
de conocimiento y formación del pensar. A este respecto es válido hablar de un
plano metodológico formativo- operativo, transposición didáctica de la
epistemología de la conciencia histórica o del presente potencial. La profesora
Estela Quintar nos ha hablado de Didácticas no- parametrales desde sus
preocupaciones por el abordaje de las difíciles condiciones argentinas durante
los gobiernos militares. En Colombia, para el caso colombiano y, en general,
latinoamericano, como nos lo enseña ¨Quintar, hemos escrito el texto “Hacia una
didáctica formativa”, especie de comprensión articulada y recontextualizada de la
epistemología del presente histórico y de las didácticas no parametrales.

En el texto “Hacia una didáctica formativa”, sobre la base de la potenciacióndel


sujeto y el nucleamiento de lo colectivo, se presenta la idea de una relación
pedagógica crítica que funda un nuevo estilo epistémico, no sólo un nuevo saber,
una nueva teoría. Hablar de epistemología de la conciencia histórica, de
didácticas no parametrales, bajo exigencias epistémicas y formativas, requiere
maneras distintas, lingüísticas y extralingüísticas de abordar el presente histórico,
por ejemplo desde el testimonio de los sujetos ausentes, anónimos,
exterminados por la marcha ineludible de una barbarie civilizatoria racionalmente
planificada.

Quintar nos sugirió algún día la lectura de Jean Carlés Melich, de su libro
“Ausencia de testimonio. Ética y pedagogía desde los relatos del holocausto” ; en
mi calidad de sujeto me ha preocupado la violencia extrema, la barbarie
civilizatoria sapientemente calculada, ya desde un totalitarismo, ya desde otro.
Zemelman, la propia Quintar nos hablan con frecuencia de nuevos lenguajes, de
otras narrativas, así que Melich permitió acercarse al valor formativo
metodológico del testimonio. Por lo mismo recurrimos a ver la película Escritores
de Libertad. El testimonio de los supervivientes es la voz de quienes la
perdieron, es la memoria reconstruida de un pasado que los bárbaros tienden a
olvidar. Habrá que acercarse próximamente a los testimonios en América Latina,
testimonios de los chilenos, de los argentinos, de los colombianos, de los
salvadoreños, evitar así la pérdida, la obstrucción de la memoria, que nos
identifica en nuestras búsquedas y luchas.

Por lo mismo, cabe pensar lo que se denomina una literaturización de la vida


cotidiana, de la experiencia vital. Sabemos que los escritores, poetas, literatos
y ensayistas del boom latinoamericano, así como muchos otros artistas, han
reconstruido mejor la historia que todos los científicos sociales, que todos los
filósofos sociales. En ellos el testimonio , la crónica social, son lenguajes que
potencian en los sujetos muchos puntos de vista, diferentes aristas de la realidad
social e histórica, así mismo la carta.

En la didacto-biografía intentamos auto-comprendernos desde estos nuevos


lenguajes, nuevos en el sentido que difícilmente son ensayados por las ciencias
convencionales, por la filosofía, más empeñadas en lógicas predicativas y
demostrativas, silogísticas; la Carta al padre de Kafka, el Cuento de mi vida de
Andrés Caicedo, el Olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince, Cien años de
soledad de García Márquez, La resistencia de Sábato, nos enseñan mucho al
respecto, nos enseñan la otra prosa del mundo vital, histórico. El país de la
Canela de William Ospina.

Hoy por hoy , ensayo en la didactobiografía con diversas narrativas: la historia


del nombre, el acta de nacimiento, la cronología de mi edad histórica, la fe de
bautismo, el registro civil de nacimiento, la declaración de renta, antes lo hice con
la carta a un hermano, aprovechando lo que inspiran como narrativa de vida,
como prosa del mundo, como lectura de época, textos documentales, formales,
con los que somos registrados en sociedad. Lo importante es dar testimonio,
argumentar en ángulo, sobre coyunturas de momento y época, que van signando
marcas vitales en mi, en quienes conmigo comparten una generación y muchas
generaciones.

Esta construcción biográfica del conocimiento como la he llamado, se


complementa en lo práctico con los Círculos de reflexión; en ellos se instalan
estas narrativas antedichas. También otras: La pregunta, el diálogo crítico, la
conversación espontánea, necesarias para la formación del sujeto de
conocimiento y pensamiento crítico. En el texto “Hacia una didáctica formativa”
intento elucidar en ello tratándose de una impronta muy especial en la
configuración de un estilo epistémico, de una personalidad intelectual historizada
y social.

Es importante mencionar, para terminar, el valor metodológico de las teorías,


los libros no llegan a nosotros como un conjunto enciclopédico, de biblioteca.
Llegan como relato, como prosa del mundo real. No son la exégesis formal de
una verdad. Son una interpretación histórica de mundo, son una interpretación de
época. Desde tal consideración se intenta el uso crítico de la teoría. En la
relación escritor-.obra y lector (es, as) , el uso crítico convoca lo biográfico, lo
histórico y épocal como manera de acceder a grandes problemas que nos
conciernen a todos. En el trayecto didáctico-biográfico trasuntamos libros y
teorías en pertinencia de problemas epocales, de nuestros lenguajes para
asomarnos a su comprensión, de aspectos relevantes que componen la cultura
latinoamericana, la realidad de sentido en América latina.

Es ineludible que el ego intelectual, el sentimiento de soledad y aislamiento que


produce, la timidez, el miedo, pulsan latentes en nuestras vidas, es el resultado
de una formación ilustrada, de biblioteca, libros e información, de privacidad de
alcoba y buhardilla, otro modo de la época de la razón y del yo, del
individualismo social y metodológico. Lo de fuera asusta, es extraño,
sorprendente. El mundo y el otro emergen súbita, congestionadamente, como un
gran bullicio, una vorágine industrial, una selva de cemento, un torbellino, una
barahúnda incomprensible. Poco a poco esto deviene un extrañamiento
cómplice, lo otro, el otro distinto llegan al yo de manera diversa, nos damos
cuenta que forman parte de nosotros mismos, que son parte de nuestro
acontecer vital, con familiaridad, con no-familiaridad.

Es lo anterior un despertar al otro, a lo otro, muy propio de la experiencia, de la


potencia personal y colectiva. Nos nutrimos del otro, de lo otro en el
extrañamiento cómplice. Por lo que terminan preocupándonos con cierta
nostalgia, con cierto malestar de ensueño y utopía, todas nuestras extremas
violencias, nuestras barbaries civilizatorias, desde nuestras lógicas de
razonamiento, desde nuestros intrincados mecanismos intelectuales. Desde
nuestro “yo pienso”, terminamos formando parte de lo que no nos gusta. La
razón individualista genera múltiples violencias, no sólo en los campos de batalla.

Hay violencias simbólicas e intelectuales, tan reales como las bélicas que son,
simplemente, el modo intelectual de producir la guerra y al guerrero. Esto es
nuestro auténtico malestar. En conjunto hemos fabricado la barbarie, con aguda
y furiosa inteligencia, con rústica sapiencia. Es un dolor muy hondo éste,
produce nostalgia del otro, de los otros. De los excluidos, de los exiliados, de los
expulsados, de los muertos y ausentes de nosotros mismos. Hay un dolor de
ausencia, hay nostalgia de utopía, llanamente, por los sueños perdidos, por el
tiempo ido, por los hermanos y no hermanos que ya no están, porque de algún
modo los hemos condenado a la muerte y al olvido. Con este sentimiento nuestra
teoría ha de ser distinto en adelante.

III Aspectos centrales de la cultura en América Latina


Al problematizar nuestras circunstancias, nuestras realidades epocales, en
Colombia y América Latina, nos encontramos con acontecimientos cruciales de
humanidad que provoca conocer, que provoca pensarlos:

A. La violencia extrema, la barbarie civilizatoria en el continente desde las


democracias protegidas, desde el imperio de la razón monodiscursiva.
♠ Caso Chile
♠ Caso Argentina
♠ Caso Colombia-
♠ Caso Centro-América.

B. La pérdida de la Memoria en América Latina: Olvido y construcción de la


memoria en el continente. diversidad cultural.
♠ Los negros
♠ Los indígenas
♠ Los mestizos

C. Los movimientos sociales en América Latina


♠ Fabricas recuperadas por los trabajadores
♠ Universidades recuperadas por estudiantes

En relación a estos acontecimientos cruciales, las siguientes preguntas:

¿En qué mundo vivimos, en qué época de sentido?


¿Cómo se construye nuestra experiencia humana de mundo en América Latina?
¿Cómo podemos en calidad de sujetos dar testimonio de nuestra propia época?
¿Cómo apropiar y colocarnos en el mundo de hoy?
¿Cómo nombrar y enunciar con historicidad?
Bibliografía Básica

Abad Faciolince, Héctor. El Olvido que seremos


Blumenberg, Hans. Paradigmas para una metaforología
Caicedo, Andrés. La Carta de mi vida.
Guarín Jurado, Germán. Hacia una didáctica formativa
Heller, Agnes.Historia y futuro ¿Sobrevivirá la modernidad?
Kafka, Franz. Carta al Padre.-
Melich; jean Carles. Ausencia de Testimonio-ética y Pedagogía de los relatos del
Holocausto.
Ortega y Gasset. ¿Qué es filosofía?
Ospina William. La escuela de la noche
Quintar,, Estela. La Didáctica como puente para la vida.
Zemelman, Hugo Reflexiones en torno a la relación entre Epistemología y Méto
do.
-----------Uso critico de la teoría
-----------Sujeto existencia y potencia
-----------Necesidad de conciencia
-----------Horizontes de la razón.

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