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RECARGO DE PRESTACIONES

ART. 123 LGSS


“Todas las prestaciones económicas que tengan su
causa en accidente de trabajo o enfermedad
profesional se aumentarán según la gravedad de la
falta, de un 30 a un 50 por 100, cuando la lesión se
produzca por máquinas, artefactos o instalaciones,
centros o lugares de trabajo que carezcan de los
dispositivos de precaución reglamentarios, los tengan
inutilizados o en malas condiciones, o cuando no se
hayan observado las medidas generales o particulares
de seguridad e higiene en el trabajo, o las elementales
de salubridad o las de adecuación personal a cada
trabajo, habida cuenta de sus características de edad,
sexo y demás condiciones de trabajo».
El recargo es un aumento de la cuantía
de todas las prestaciones económicas
derivadas de un accidente de trabajo o
enfermedad profesional, que recae
directamente sobre el empresario sin
posibilidad de seguro; y se configura
expresamente como una responsabilidad
«independiente y compatible con las de
todo orden, incluso penal que puedan
derivarse de la infracción».
La LPRL prevé que «las responsabilidades
administrativas que se deriven del procedimiento
sancionador serán compatibles con las
indemnizaciones por los daños y perjuicios
causados y de recargo de prestaciones
económicas del sistema de la Seguridad Social
que puedan ser fijadas por el órgano competente
de conformidad con lo previsto en la normativa
reguladora de dicho sistema» (art. 42).
Para que se pueda imponer este recargo al
empresario tiene que ocurrir:
-Que se haya producido un accidente de
trabajo o una enfermedad profesional que cause
una lesión en el trabajador.
-Que el accidente sea consecuencia del
incumplimiento por el empresario de la
normativa de prevención de riesgos.
-Que este incumplimiento sea negligente, es
decir, se haya dado por falta de diligencia
(relación causal) en las obligaciones
empresariales en esta materia.
En definitiva, el trabajador accidentado
recibirá una prestación económica mayor
(incremento de un 30 a un 50%), siendo el
empresario el obligado a pagar esa diferencia o
recargo como penalización por su
incumplimiento.
TRAMITACIÓN:
ITSS O INTERESADO
INSS –135 días máximo-; reclamación admva. previa
y vía jurisdicción social.
TASS –capital coste-; reclamación previa y vía
contenciosa.

RESPONSABILIDAD CIVIL

La primera vía para una protección complementaria


de los accidentes de trabajo, que se añade a las
prestaciones de la Seguridad Social, se contempla
en el art. 127.3 LGSS. Este precepto establece que
la existencia de responsabilidad criminal o civil
de alguna persona, incluido el empresario, no
excluye el acceso del trabajador a las
prestaciones de la Seguridad Social, añadiendo
que «en estos casos, el trabajador o sus
causahabientes podrán exigir las
indemnizaciones procedentes de los presuntos
responsables criminal o civilmente».
Las prestaciones de la Seguridad Social y la
indemnización por responsabilidad civil a cargo
del empresario constituyen, pues, dos técnicas
que atienden a la reparación del daño por parte
del empresario, pero que se diferencian en
función del criterio de imputación (una
responsabilidad objetiva asegurada
obligatoriamente y una responsabilidad por
culpa en la indemnización adicional) y en el
alcance de la reparación (una indemnización
tasada en el caso de las prestaciones de la
Seguridad Social y una indemnización completa
hasta el total del daño en el caso de la
responsabilidad civil por culpa).
Conforme a la jurisprudencia del Tribunal
Supremo, en la cuantificación de la
responsabilidad civil empresarial por accidente
de trabajo deben deducirse las cantidades
reconocidas al trabajador en concepto de
prestaciones del sistema de Seguridad Social o
de mejoras voluntarias, pues todas ellas cumplen
la función de resarcir el daño que para el
trabajador supone el accidente de trabajo. No
procede, sin embargo, deducir el importe del
recargo de prestaciones por omisión de medidas
de seguridad dado su carácter sancionador.
Al margen de las posibles compensaciones que
puedan realizarse para obtener la reparación íntegra
del daño, la determinación del «quantum
indemnizatorio» plantea evidentes dificultades al no
existir una norma legal expresa limitadora del
derecho a la restitución. Atendiendo a los criterios
aplicados por los tribunales del orden social,
se pueden establecer las siguientes reglas:
a) La indemnización debe ser adecuada,
proporcionada y suficiente para alcanzar,
reparar, o compensar plenamente todos los
daños y perjuicios (daño emergente, lucro
cesante, daños materiales y morales) que se
acrediten sufridos en la esfera personal,
familiar y social.
b) La concurrencia de culpa del trabajador
siniestrado, permite atemperar la cuantía de
la indemnización, en proporción a la
participación en el resultado lesivo del propio
trabajador.
Para formar el criterio judicial valorativo, los
órganos judiciales, pueden acudir
analógicamente a otras normas del
ordenamiento jurídico que establezcan
módulos indemnizatorios ante secuelas o
daños producidos por determinados eventos.
En este sentido es frecuente que los tribunales
acudan a los módulos indemnizatorios
previstos en el anexo de la DA 8ª de la Ley
30/1995, sobre responsabilidad Civil y Seguro
de vehículo de motor, que constituyen, en
todo caso, un criterio de referencia opcional
pero en ningún caso de aplicación directa u
obligada (STS, 2-10-2000 [RJ 2000, 9673] y
STSJ Cataluña, de 27-6-2005 [JUR 2006,
38137]).
Durante el 2007, las cuantías vigentes de
las indemnizaciones por muerte, lesiones
permanentes e incapacidad temporal que
resultan de la aplicación del sistema de
valoración de daños y perjuicios causados en
accidentes de circulación, están contempladas
en Res. 7-1-2007 (RCL 2007, 265).
c) La fijación del importe indemnizatoria es
facultad del Juzgador de instancia; la
discrecionalidad que al respecto le compete
no es susceptible de impugnación, salvo que
se manifieste una evidente desproporción
entre el daño realmente inferido y la
retribución satisfactoria establecida.
El plazo de prescripción de la acción para reclamar
la indemnización de daños y perjuicios es de un año
y computa desde el día en que la acción pudiera
ejercitarse. La determinación de ese día depende de
las siguientes circunstancias:
a) En todo caso, cuando se han iniciado
actuaciones penales por el accidente laboral del que
trae causa la acción de reclamación de daños y
perjuicios, ésta no puede iniciarse hasta el fin de la
causa penal.
b) No existiendo proceso penal, si la reclamación
de daños deriva de una incapacidad permanente
originada por un accidente de trabajo, la acción no
puede iniciarse hasta que el beneficiario tenga un
cabal conocimiento de las secuelas del accidente y
de las mermas que tales secuelas producen, tanto
en su capacidad de ganancia, como en su
patrimonio biológico, por ello y ese conocimiento se
produce con la correspondiente resolución
administrativa firme dictada en el expediente de
invalidez, por tanto el punto de partida para el
ejercicio de la acción de daños y perjuicios, debe
situarse en la fecha de la resolución administrativa
firme de la Entidad Gestora.
Se declara la competencia de la jurisdicción
laboral para el conocimiento íntegro de una
demanda de indemnización de daños y
perjuicios, por accidente de trabajo, y la
responsabilidad civil o patrimonial del
empresario alcanza a los promotores o
directores técnicos de la obra, aunque no exista
vinculación contractual alguna entre el
responsable y el trabajador, imputándose la falta
de adopción de las necesarias medidas de
seguridad en prevención de riesgos laborales
(STS 22-6-2005, RJ 2005/6765).
La Sala Especial de Conflictos de Competencia del
Tribunal Supremo se ha inclinado por la competencia
del orden social de la jurisdicción, señalando que «el
daño causado en un accidente de trabajo, cuando
concurre omisión por parte del empresario de las
medidas de seguridad legalmente establecidas, se
deriva de un incumplimiento de las obligaciones que
constituyen contenido esencial del contrato de
trabajo», de manera que la reclamación fundada en
su incumplimiento «está comprendida dentro de la
rama social del derecho y de acuerdo con lo
dispuesto en los arts. 9.5 LOPJ y 1 y 2 LPL, , la
competencia para su conocimiento se debe atribuir
al Juzgado de lo Social».
Las razones a favor de la competencia del orden
social son concluyentes.
-La responsabilidad por los daños derivados de
los accidentes de trabajo es una responsabilidad
contractual.
-Aunque la responsabilidad se calificara como
extracontractual, la jurisdicción también
correspondería al orden social, pues éste no conoce
sólo de las cuestiones litigiosas derivadas del
contrato de trabajo, sino de todas las que afectan a
la rama social del Derecho (art. 9.5 LOPJ).

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