“Todas las prestaciones económicas que tengan su causa en accidente de trabajo o enfermedad profesional se aumentarán según la gravedad de la falta, de un 30 a un 50 por 100, cuando la lesión se produzca por máquinas, artefactos o instalaciones, centros o lugares de trabajo que carezcan de los dispositivos de precaución reglamentarios, los tengan inutilizados o en malas condiciones, o cuando no se hayan observado las medidas generales o particulares de seguridad e higiene en el trabajo, o las elementales de salubridad o las de adecuación personal a cada trabajo, habida cuenta de sus características de edad, sexo y demás condiciones de trabajo». El recargo es un aumento de la cuantía de todas las prestaciones económicas derivadas de un accidente de trabajo o enfermedad profesional, que recae directamente sobre el empresario sin posibilidad de seguro; y se configura expresamente como una responsabilidad «independiente y compatible con las de todo orden, incluso penal que puedan derivarse de la infracción». La LPRL prevé que «las responsabilidades administrativas que se deriven del procedimiento sancionador serán compatibles con las indemnizaciones por los daños y perjuicios causados y de recargo de prestaciones económicas del sistema de la Seguridad Social que puedan ser fijadas por el órgano competente de conformidad con lo previsto en la normativa reguladora de dicho sistema» (art. 42). Para que se pueda imponer este recargo al empresario tiene que ocurrir: -Que se haya producido un accidente de trabajo o una enfermedad profesional que cause una lesión en el trabajador. -Que el accidente sea consecuencia del incumplimiento por el empresario de la normativa de prevención de riesgos. -Que este incumplimiento sea negligente, es decir, se haya dado por falta de diligencia (relación causal) en las obligaciones empresariales en esta materia. En definitiva, el trabajador accidentado recibirá una prestación económica mayor (incremento de un 30 a un 50%), siendo el empresario el obligado a pagar esa diferencia o recargo como penalización por su incumplimiento. TRAMITACIÓN: ITSS O INTERESADO INSS –135 días máximo-; reclamación admva. previa y vía jurisdicción social. TASS –capital coste-; reclamación previa y vía contenciosa.
RESPONSABILIDAD CIVIL
La primera vía para una protección complementaria
de los accidentes de trabajo, que se añade a las prestaciones de la Seguridad Social, se contempla en el art. 127.3 LGSS. Este precepto establece que la existencia de responsabilidad criminal o civil de alguna persona, incluido el empresario, no excluye el acceso del trabajador a las prestaciones de la Seguridad Social, añadiendo que «en estos casos, el trabajador o sus causahabientes podrán exigir las indemnizaciones procedentes de los presuntos responsables criminal o civilmente». Las prestaciones de la Seguridad Social y la indemnización por responsabilidad civil a cargo del empresario constituyen, pues, dos técnicas que atienden a la reparación del daño por parte del empresario, pero que se diferencian en función del criterio de imputación (una responsabilidad objetiva asegurada obligatoriamente y una responsabilidad por culpa en la indemnización adicional) y en el alcance de la reparación (una indemnización tasada en el caso de las prestaciones de la Seguridad Social y una indemnización completa hasta el total del daño en el caso de la responsabilidad civil por culpa). Conforme a la jurisprudencia del Tribunal Supremo, en la cuantificación de la responsabilidad civil empresarial por accidente de trabajo deben deducirse las cantidades reconocidas al trabajador en concepto de prestaciones del sistema de Seguridad Social o de mejoras voluntarias, pues todas ellas cumplen la función de resarcir el daño que para el trabajador supone el accidente de trabajo. No procede, sin embargo, deducir el importe del recargo de prestaciones por omisión de medidas de seguridad dado su carácter sancionador. Al margen de las posibles compensaciones que puedan realizarse para obtener la reparación íntegra del daño, la determinación del «quantum indemnizatorio» plantea evidentes dificultades al no existir una norma legal expresa limitadora del derecho a la restitución. Atendiendo a los criterios aplicados por los tribunales del orden social, se pueden establecer las siguientes reglas: a) La indemnización debe ser adecuada, proporcionada y suficiente para alcanzar, reparar, o compensar plenamente todos los daños y perjuicios (daño emergente, lucro cesante, daños materiales y morales) que se acrediten sufridos en la esfera personal, familiar y social. b) La concurrencia de culpa del trabajador siniestrado, permite atemperar la cuantía de la indemnización, en proporción a la participación en el resultado lesivo del propio trabajador. Para formar el criterio judicial valorativo, los órganos judiciales, pueden acudir analógicamente a otras normas del ordenamiento jurídico que establezcan módulos indemnizatorios ante secuelas o daños producidos por determinados eventos. En este sentido es frecuente que los tribunales acudan a los módulos indemnizatorios previstos en el anexo de la DA 8ª de la Ley 30/1995, sobre responsabilidad Civil y Seguro de vehículo de motor, que constituyen, en todo caso, un criterio de referencia opcional pero en ningún caso de aplicación directa u obligada (STS, 2-10-2000 [RJ 2000, 9673] y STSJ Cataluña, de 27-6-2005 [JUR 2006, 38137]). Durante el 2007, las cuantías vigentes de las indemnizaciones por muerte, lesiones permanentes e incapacidad temporal que resultan de la aplicación del sistema de valoración de daños y perjuicios causados en accidentes de circulación, están contempladas en Res. 7-1-2007 (RCL 2007, 265). c) La fijación del importe indemnizatoria es facultad del Juzgador de instancia; la discrecionalidad que al respecto le compete no es susceptible de impugnación, salvo que se manifieste una evidente desproporción entre el daño realmente inferido y la retribución satisfactoria establecida. El plazo de prescripción de la acción para reclamar la indemnización de daños y perjuicios es de un año y computa desde el día en que la acción pudiera ejercitarse. La determinación de ese día depende de las siguientes circunstancias: a) En todo caso, cuando se han iniciado actuaciones penales por el accidente laboral del que trae causa la acción de reclamación de daños y perjuicios, ésta no puede iniciarse hasta el fin de la causa penal. b) No existiendo proceso penal, si la reclamación de daños deriva de una incapacidad permanente originada por un accidente de trabajo, la acción no puede iniciarse hasta que el beneficiario tenga un cabal conocimiento de las secuelas del accidente y de las mermas que tales secuelas producen, tanto en su capacidad de ganancia, como en su patrimonio biológico, por ello y ese conocimiento se produce con la correspondiente resolución administrativa firme dictada en el expediente de invalidez, por tanto el punto de partida para el ejercicio de la acción de daños y perjuicios, debe situarse en la fecha de la resolución administrativa firme de la Entidad Gestora. Se declara la competencia de la jurisdicción laboral para el conocimiento íntegro de una demanda de indemnización de daños y perjuicios, por accidente de trabajo, y la responsabilidad civil o patrimonial del empresario alcanza a los promotores o directores técnicos de la obra, aunque no exista vinculación contractual alguna entre el responsable y el trabajador, imputándose la falta de adopción de las necesarias medidas de seguridad en prevención de riesgos laborales (STS 22-6-2005, RJ 2005/6765). La Sala Especial de Conflictos de Competencia del Tribunal Supremo se ha inclinado por la competencia del orden social de la jurisdicción, señalando que «el daño causado en un accidente de trabajo, cuando concurre omisión por parte del empresario de las medidas de seguridad legalmente establecidas, se deriva de un incumplimiento de las obligaciones que constituyen contenido esencial del contrato de trabajo», de manera que la reclamación fundada en su incumplimiento «está comprendida dentro de la rama social del derecho y de acuerdo con lo dispuesto en los arts. 9.5 LOPJ y 1 y 2 LPL, , la competencia para su conocimiento se debe atribuir al Juzgado de lo Social». Las razones a favor de la competencia del orden social son concluyentes. -La responsabilidad por los daños derivados de los accidentes de trabajo es una responsabilidad contractual. -Aunque la responsabilidad se calificara como extracontractual, la jurisdicción también correspondería al orden social, pues éste no conoce sólo de las cuestiones litigiosas derivadas del contrato de trabajo, sino de todas las que afectan a la rama social del Derecho (art. 9.5 LOPJ).