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Este documento resume un libro de dos tomos escrito por el sacerdote cubano Felix Varela en el siglo XIX. El libro analiza la impiedad, la superstición y el fanatismo y sus efectos en la sociedad. En el primer tomo, Varela discute seis tipos de impiedad y cómo lleva al descontento y la desconfianza. En el segundo tomo, analiza la superstición y cómo distorsiona la religión verdadera. Varela argumenta que la religión y la filosofía deben estar en armonía y que la
Este documento resume un libro de dos tomos escrito por el sacerdote cubano Felix Varela en el siglo XIX. El libro analiza la impiedad, la superstición y el fanatismo y sus efectos en la sociedad. En el primer tomo, Varela discute seis tipos de impiedad y cómo lleva al descontento y la desconfianza. En el segundo tomo, analiza la superstición y cómo distorsiona la religión verdadera. Varela argumenta que la religión y la filosofía deben estar en armonía y que la
Este documento resume un libro de dos tomos escrito por el sacerdote cubano Felix Varela en el siglo XIX. El libro analiza la impiedad, la superstición y el fanatismo y sus efectos en la sociedad. En el primer tomo, Varela discute seis tipos de impiedad y cómo lleva al descontento y la desconfianza. En el segundo tomo, analiza la superstición y cómo distorsiona la religión verdadera. Varela argumenta que la religión y la filosofía deben estar en armonía y que la
Cartas a Elpidio Sobre la impiedad, la supersticin y el fanatismo en sus relaciones con la sociedad. Ed. Cubana, Miami 1996, 2 tomos, 428 pp. Felix Varela fue un escritor, poltico, educador y escritor de fines del s. XVIII y principios del XIX. Entre algunas de sus obras se pueden mencionar Instituciones, Apuntes Filosficos, Lecciones de Filosofa, etc. Su pensamiento tuvo gran influencia en la juventud de su tiempo, y algunos han llamado al siglo XIX de Cuba como el siglo de Varela. Fue introducida en Roma la causa de su beatificacin y la Iglesia lo reconoci como siervo de Dios. Este libro es una reproduccin facsimilar del que fuera publicado en 1944 y 1945 por la Universidad de La Habana. En un principio el P. Varela se haba propuesto escribir tres volmenes, uno sobre la impiedad, otro sobre la supersticin y un tercero sobre el fanatismo. Pero slo escribi los dos primeros. Aunque se publicaron por separado, la Editorial Cubana presenta ambas obras agrupadas en un solo libro. El mismo P. Varela manifiesta su propsito en el prlogo: Las cartas a Elpidio no contienen una defensa de la religin, aunque, por incidencia, se prueban en ellas algunos de sus dogmas. Mi objeto ha sido... considerar la impiedad, la supersticin y el fanatismo en sus relaciones con el bienestar de los hombres, reservndome para otro tiempo el presentar un tratado polmico sobre esta importante materia. No creo haber ofendido a ninguna persona determinada, pero no ha sido posible prescindir de dar algunos palos a ciertas clases. Quisiera que hubieran sido ms flojos; pero estoy hecho para dar duro, y se me va la mano. Y contina diciendo: preveo que puede acarrearme algunos enemigos, pero ya es familia a cuyo trato me he habituado (tomo I, p. 1). El primer tomo dedicado a la impiedad o irreligiosidad est dividido en 6 cartas. - En la primera distingue tres clases de impos, los que niegan la existencia de Dios, los que se hacen un ser supremo e ilimitado sujeto al capricho de las creaturas y los que reconocen la existencia de un Dios que les da una ley, pero se niegan a acatar a Aquel y a stas. Finalmente habla del descontento del impo, al que le da dos causas: la contradiccin con el resto del gnero humano y la duda acerca del carcter permanente del bien. - En la segunda muestra cmo al descontento le sigue la desconfianza. Y as el honor, la virtud y la confianza se tornan cosas intiles, siendo que sta ltima es fundamento de toda clase de relaciones humanas, que han de fundarse en los principios morales. Adems, hay hombres que pretenden demostrar que la moralidad no depende de la religin, y buscan sostener el absurdo de que hayan impos virtuosos. - En la tercera carta trata las causas de la impiedad, que son de dos clases: las que tienen origen en el corazn o en el entendimiento. El vicioso comienza desatendiendo a la virtud y termina hacindole frente. - En la cuarta aconseja como tratar a los impos, y afirma que es mejor emplear la dulzura y la caridad, pero al mismo tiempo la firmeza. Luego analiza la tolerancia religiosa en Estados Unidos (pas en el que viva cuando escribi el libro). - En la quinta: expone las quejas justas e injustas de los impos. - En la sexta: dice que al impo le enfurece la religin, que en vano pretende presentar como ilusin, pues es su misma alma la que le dice que la ilusin es incompatible con la felicidad verdadera. En el segundo tomo hace un anlisis de la supersticin: - En la primera carta afirma que el hombre debe tener un conocimiento exacto del creador como base de la religin. Y como la exactitud de un conocimiento depende de la conformidad con su objeto, que es uno e inalterable, el conocimiento debe ser igual, si no es error. As, la religin, ora natural, ora revelada, debe ser una e inalterable, en tanto que la pluralidad de religiones es un absurdo filosfico. De este modo, la supersticin consiste en adorar una divinidad fingida o en tributar culto absurdo a la verdadera. Y como la supersticin destruye la unidad de sentimiento, y con esto la paz, los hombres tienen que recurrir a la tolerancia, que es una medida de paz, pero tambin de divisin. De donde resulta que la supersticin es peor que la impiedad y que la hereja a causa de su disfraz sagrado. - En la segunda habla de cmo la poltica usa de la religin. - En la tercera expone cmo impedir la supersticin, y as aconseja la prudencia y la paciencia. A esto agrega que no hay ningn derecho en sacrificar el presente en aras del futuro esta consideracin slo debe tenerla en mente el hombre en lo que atae a la vida eterna, pues es la fingida prudencia la que difiere con excusas lo que debe ser obra del presente. Otro medio que aconseja es sustituir el desprecio del supersticioso por el aprecio personal, lo que evita que el supersticioso se sienta como mrtir de una causa injustamente perseguida.
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RECENSIONES
- En la cuarta opina sobre el influjo de la supersticin en los pueblos.
- En la quinta trata sobra la tolerancia religiosa, que puede ser teolgica, legal y civil. Concluye este tomo con un apndice que le sirve para sustanciar con datos histricos una serie de crticas que hace a los protestantes en la ltima carta. Acerca del nombre del libro, algunos autores han interpretado la personalidad de Elpidio como una figura simblica, representativa del conjunto de discpulos de Varela, otros en cambio, basados en la lectura de algunos pasajes de la obra han sostenido que Elpidio fue un personaje real, y que viva en Cuba cuando Varela le dirigi sus cartas. Es de destacar en este libro que varias veces cita a los Santos Padres (t. I, pp. 45, 48, 82, 95; t. II, pp. 33, 172, 176, ...), de los cuales dice: [Elpidio] sabes cunto ridiculizan los impos las obras de los Padres de la Iglesia, y no ignoras que la mayora de ellos ni siquiera han visto los estantes que las contienen (t. I, p. 38); a la Sagrada Escritura (t. I, p. 42; t. II, p. 45); y el desarrollo que hace de algunos artculos de la Suma Teolgica (t. I, pp. 41, 45;t II. 63 ); las relaciones que establece entre fe y razn, y as dice: la santa religin y la amable filosofa observan desde el alto cielo este campo de dolor, y compadecen la miserable suerte de los que por no conocerlas han credo dividirlas (t. I, p. 19), y luego dir: una religin irracional y una filosofa irreligiosa son dos monstruos del abismo, que en vano procuran ataviarse con vestidos ajenos (t. I, p. 20); tambin manifiesta la estrecha unin que hay entre religin y libertad: los dos santos principios de la felicidad humana, la justa libertad y la religin sublime, estn en perfecta armona y son inseparables (t. I, p. 31); tambin la estructura lgica de sus raciocinios cuando tiene que refutar algn argumento o principio falso, o alguna postura equivocada (t. II, pp. 104, 112,...); pero, sobre todo, el P. Varela es un hombre de fe, convencido de los principios cristianos, que lo llevan a defender la religin: nadie habla ms de religin que quienes no la tienen, y al paso que aseguran que es una quimera, tratan de ella da y noche (t. I, p. 10), o: nada hay ms temible que un ignorante con pretensiones de filsofo en materias de religin (t. I, p. 83). A modo de sntesis de su pensamiento, podemos decir con el A.: el impo es el hombre del momento, mientras que el justo es el hombre de la eternidad (t. I, p. 24). Sem. Higinio Rosoln, 2 de Filosofa