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El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qu cantis la rosa, oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
derechos
suaves,
y todo te lo doy
me pertenezca,
silencio
desnuda:
el habla de los
curvados sobre el
puro de la tierra
la hienden los
Conozco
el
trigo
que
madura
-sol en monedas acuadoy
las
mujeres
que
transportan
su llamarada entre los
brazos.
Generaciones de labriegos
van por el cauce de mi
canto;
el vaso
nardos.
En el silencio de mi madre
dorma el yuyo de los
campos,
la yerba-luisa, el toronjil,
blanco
de
los
S de la harina maanera
que agosto vuelca de un
cedazo
y de los pozos que gotean
en
un
crepsculo
de
cntaros.
Sabidura de mi sangre
donde
los
llantos
fermentaron.
Sabidura de mi pecho.
Sabidura de mis manos.
Porque conozco y s la
tierra,
vivir siempre deslumbrado
y conversando ir por ella
con la semilla y con el rbol.
Lento,
en
la
tarde
silenciosa,
por este surco voy pasando;
surco sutil hecho en el
tiempo
Si de repente me muriera,
como
se
cae
un
campanario,
retemblaran las campias
en un galope de centauros.