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grino, contemplador sin razn del mundo sin propsito, Prncipe del
Gran Exilio, eue dio, al partir, al ltimo mendigo, la limosna extrema de
su desolacin.
t4
Detesto la lectura. Siento un tedio anticipado de las pginas desconocidas. Slo soy capaz de leer lo que ya conozco. Mi libro de cabecera
esla Retrica del Padre Figueiredo,2r donde leo todas las noches, por la
cadavez ms milsimavez,la descripcin, en el estilo de un portugus
conventual y perfecto, las figuras retricas, cuyos nombres, mil veces ledos, no he aprendido todava. Pero me arrulla el lenguaje (...) y si me faltasen las palabras justas22 escritas con C, dormira inquieto.
Debo, a pesar de ello, al libro del Padre Figueiredo, con su exageralo que puedo
cin de purismo, el relativo escrpulo que siento
-todo
sentir- de escribir la lengua en que registro con la propiedad que (...)
Y leo:
l5
No conozco un placer como el de los libros, y poco leo. Los libros
son presentaciones a los sueos, y no necesita presentaciones quien, con
21.
t6
He meditado ho en un intervalo de sentir, en la forma de prosa que
uso. En verdad, cmo escribo? He tenido, como todos han tenido, el deseo pervertido de querer tener un sistema y una norma. Es cierto que he
escrito antes de la norma y del sistema; en esto, por tanto, no soy diferente de los dems.
Analizndome esta tarde, descubro que mi sistema de estilo se asien-
siglo xvur.
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el pscudnimo de Cndido
serse.27
t7
Desde que las ltimas lluvias han dejado el cielo y se han quedado
limpio, tierra hmeda y brillante- la claridad mayor
en la tierra
-cielo
de la vida que como el azul ha vuelto a lo alto, y en la frescura de haber
habido agua se ha alegrado abajo, ha dejado un cielo propio en las almas,
26. El autor
27.