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Es así que, por resultar insoportable, el yo en sus relaciones con el mundo, intenta silenciar el acontecimiento haciendo cada vez más énfasis en la posibilidad de recubrirlo y controlarlo todo. La medicalización, la producción, el mercado y la circulación de la información por esa vía que se ha denominado Internet (inter-red) no tienen otra finalidad que esa. Obviamente no se trata de negar su utilidad que bien puede ponerse al servicio de una pregunta por el saber; pero, como podemos constatar con frecuencia, su uso más común se restringe a la fascinación (fascinus) por la imagen en sí misma. En ello se expresa una condición paradójica puesto que el acontecimiento siempre retorna ya que cuanto más se produzcan imágenes, más redes se tejerán como soporte y, por tal razón, más lugar habrá para el agujero. Por tanto, todo aquello que consideramos nuestras grandes revoluciones lo son, por cierto, al pie de la letra, etimológicamente hablando.
Es así que, por resultar insoportable, el yo en sus relaciones con el mundo, intenta silenciar el acontecimiento haciendo cada vez más énfasis en la posibilidad de recubrirlo y controlarlo todo. La medicalización, la producción, el mercado y la circulación de la información por esa vía que se ha denominado Internet (inter-red) no tienen otra finalidad que esa. Obviamente no se trata de negar su utilidad que bien puede ponerse al servicio de una pregunta por el saber; pero, como podemos constatar con frecuencia, su uso más común se restringe a la fascinación (fascinus) por la imagen en sí misma. En ello se expresa una condición paradójica puesto que el acontecimiento siempre retorna ya que cuanto más se produzcan imágenes, más redes se tejerán como soporte y, por tal razón, más lugar habrá para el agujero. Por tanto, todo aquello que consideramos nuestras grandes revoluciones lo son, por cierto, al pie de la letra, etimológicamente hablando.
Es así que, por resultar insoportable, el yo en sus relaciones con el mundo, intenta silenciar el acontecimiento haciendo cada vez más énfasis en la posibilidad de recubrirlo y controlarlo todo. La medicalización, la producción, el mercado y la circulación de la información por esa vía que se ha denominado Internet (inter-red) no tienen otra finalidad que esa. Obviamente no se trata de negar su utilidad que bien puede ponerse al servicio de una pregunta por el saber; pero, como podemos constatar con frecuencia, su uso más común se restringe a la fascinación (fascinus) por la imagen en sí misma. En ello se expresa una condición paradójica puesto que el acontecimiento siempre retorna ya que cuanto más se produzcan imágenes, más redes se tejerán como soporte y, por tal razón, más lugar habrá para el agujero. Por tanto, todo aquello que consideramos nuestras grandes revoluciones lo son, por cierto, al pie de la letra, etimológicamente hablando.
La lucha por la vida exige del individuo muy altos
rendimientos, que puede satisfacer nicamente si apela a
todas sus fuerzas espirituales; al mismo tiempo, en todos los crculos han crecido los reclamos de goce en la vida, un lujo inaudito se ha difundido por estratos de la poblacin que antes lo desconocan por completo; la irreligiosidad, el descontento y las apetencias han aumentado en vastos crculos populares; merced al intercambio, que ha alcanzado proporciones inconmensurables, merced a las redes telegrficas y telefnicas que envuelven al mundo entero (Sigmund Freud, 1908)1. Creemos en los grandes cambios de la humanidad como un modo de evolucin y, con ello, en el horizonte de una felicidad que llegar algn da a colmar ese agujero irremediable que llamamos alma. Y si establezco este lazo entre alma y agujero es, precisamente, porque, al menos en nuestra lengua espaola, agujero de un cilindro es una de las acepciones atribuidas a dicha a palabra. Esta definicin resulta, a mi juicio, psicoanalticamente ms precisa que aquellas derivadas del cristianismo y que la vinculan con la nocin de espritu. Si algo demostr Freud fue que la mayor dificultad a la que se enfrenta ese ser que habla y usa letras (parlttre), es la de tener que arreglrselas con el resto de esos rganos perdidos de los que slo quedan agujeros pulsionales sin posibilidad de representacin. (Propongo escribir la palabra parlttre de este modo, con doble tt y no con una sola como se presenta usualmente, para enfatizar que all, en la homofona que se produce en el idioma francs, se escucha resonar la palabra letra, que significa tambin carta). As pues, esa creencia en los grandes cambios evolutivos no tiene nada que ver con la naturaleza. El animal ms evolucionado, en trminos propiamente dichos, tal vez sea el simio y no el poco modesto y autodenominado Homo Sapiens. Este ltimo ya no se adapta a ningn ecosistema ni hbitat. Gracias al lenguaje por el que es habitado, el parlttre intenta cambiar todo aquello que da cuenta de un orden natural sirvindose de la funcin de la palabra y de la
escritura, para intentar silenciar todo aquello que de acuerdo
con un nuevo orden imaginario (fantasa), resultara perturbador. Ms an, busca hacer equivaler ese nuevo orden imaginario al orden natural, desconociendo as que todo ese movimiento por el cual se ve empujado en su supuesta evolucin es efecto de unas redes de las cuales es preso sin saberlo, a saber, las redes del significante. As, intenta leer el mundo sirvindose de la fantasa y, hasta cierto punto, fracasa en su intencin al desconocer la causalidad material del significante. Prestemos atencin a historiadores como Noah Harari quien califica a la revolucin agrcola como el mayor fraude de la historia. Segn nos dice el autor: El agricultor medio trabajaba ms duro que el cazador-recolector medio, y a cambio obtena una dieta peor. La revolucin agrcola fue el mayor fraude de la historia2. Los cazadores-recolectores, siendo nmadas, corran menos peligros y dedicaban menos tiempo al trabajo, contando as con mayor tiempo para otras actividades y disfrutando de una dieta ms variada y nutritiva. Luego, en la medida en que el lazo por va del lenguaje se haca ms fuerte y las nociones de espacio y tiempo empezaron a operar como modos de reconocer un territorio y un lugar en dicho territorio, ya no referenciado por marcas dejadas con fluidos corporales, sino estructurado como un lenguaje, llegaron a imaginar un futuro retorno a un origen perdido, ubicado en una tierra prometida en la que gozaran de una felicidad desconocida pero aorada. As, domesticaron animales, domesticaron el trigo, se hicieron sedentarios, presos del lenguaje por el cual ya no hay ms primaca del principio del placer. No es algo ajeno a nuestra experiencia, ni a los malestares propios de la cultura, que el mpetu de esa esperanza por retornar a la tierra prometida sigue manifestndose en el triunfo de un eterno fracaso. Podemos hallar al menos dos fraudes ms, a saber, la Revolucin Industrial y, en nuestra actualidad, la revolucin que han provocado las denominadas Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin (TICs). Vale
la pena sealar, llegados a este punto, que la palabra
revolucin guarda en su etimologa un rasgo de irona tal vez olvidado por los ms idealistas, pues ella indica el retorno al punto de partida y que, segn Jacques-Alain Miller3, era algo en lo que Lacan no dejaba de insistir y la razn por la cual no crea en ninguna Revolucin. Ahora bien, no crea el lector que trato de llevarlo hacia el pesimismo. Que el uso que hago aqu de la palabra fracaso no lo desaliente. Lo que esos momentos de revolucin, motivo de tanto orgullo para nuestra ilusin de evolucin en el camino hacia la tierra prometida, expresan, es el retorno al punto de inicio, digamos, de origen, de causa. El fracaso indica, simplemente, el triunfo de algo que est ms all del imperio del principio del placer y que hace que el parlttre tenga que arreglrselas con el encuentro permanente e inevitable con dos modos de acontecimientos que, siguiendo a Lacan, llamaremos, a uno sujeto y al otro lo real. All, donde se trata del acontecimiento, est en juego la efectividad del lenguaje por el hecho de que, muy a pesar de los intentos que se lleven adelante para sostener los semblantes de unidad en el ilusorio orden imaginario, la causa del inconsciente es, de acuerdo con Lacan, una causa perdida: ...la causa del inconsciente y adviertan que en este caso la palabra causa debe ser entendida en su ambigedad, causa por defender, pero tambin funcin de la causa a nivel del inconsciente, esta causa ha de ser concebida intrnsecamente como una causa perdida. Es la nica posibilidad que tenemos de ganarla.4 Perder de vista esta causa perdida implica desconocer, a su vez, la falta estructurante que hace surgir el acontecimiento (symbam, para el estoicismo antiguo) y, por tanto, el yo se esforzar en silenciarlo. Es lo que sealaba Freud desde muy temprano en sus elaboraciones; hay un esfuerzo de desalojo por parte del yo que no soporta Eso Otro perturbador derivado del hecho de que en el origen hay una falta, un alma, un agujero. Y bien, es en torno a ese agujero que se tejen todas
las redes y ellas son, siempre, redes significantes. Bien
podemos pensar en una red de telaraa. En ella hay una articulacin que se sostiene en cuanto red slo porque hay agujero. Esas redes se hacen cada vez ms extensas, operando como enlaces que se sostienen solo en la medida en que producen nuevas articulaciones alrededor de un agujero. As pues, el sujeto del inconsciente se encuentra en estrecha relacin con lo que en el estoicismo antiguo era nombrado con la expresin symbama (), que bien puede traducirse como sujeto del acontecimiento. Ella indica que no puede fijarse el predicado como identidad para el sujeto, pues ste ltimo escapa a la identidad de un ser que se definira por el predicado. El nico ser posible para ese sujeto es el deser dicho en alguna parte, como lo recuerda Lacan en Radiofona y, en tal sentido, es evanescente. Por otra parte, si ese sujeto se manifiesta lo har slo a travs de las redes significantes y, como ya mencionamos, esto es posible debido a la prdida que resta de esos rganos que devinieron agujeros pulsionales. En ese orden de ideas, toda aspiracin por hacer una totalidad, sin falta, est destinada al fracaso. De igual manera, lo real tambin es un modo de acontecimiento. Irrumpe sorpresivamente y se empecina en retornar siempre al mismo lugar. En este caso no se trata de lo que puede ser dicho, como lo que concierne al sujeto, sino de aquello que no puede decirse ni tampoco escribirse y, sin embargo, no cesa de insistir. Insiste en marcar lo que fracasa en el orden imaginario y en producir el circuito que brinda impulso al orden simblico. Eso real es un agujero introducido a partir de la causa perdida efecto del lenguaje. Es un agujero inconmensurable e inagotable. Es as que, por resultar insoportable, el yo en sus relaciones con el mundo, intenta silenciar el acontecimiento haciendo cada vez ms nfasis en la posibilidad de recubrirlo y controlarlo todo. La medicalizacin, la produccin, el mercado y la circulacin de la informacin por esa va que se ha denominado Internet (inter-red) no tienen otra finalidad que
esa. Obviamente no se trata de negar su utilidad que bien
puede ponerse al servicio de una pregunta por el saber; pero, como podemos constatar con frecuencia, su uso ms comn se restringe a la fascinacin (fascinus) por la imagen en s misma. En ello se expresa una condicin paradjica puesto que el acontecimiento siempre retorna ya que cuanto ms se produzcan imgenes, ms redes se tejern como soporte y, por tal razn, ms lugar habr para el agujero. Por tanto, todo aquello que consideramos nuestras grandes revoluciones lo son, por cierto, al pie de la letra, etimolgicamente hablando. Vemos as que la actualidad ciberespacial puede ser, en tal sentido, una revolucin y, como tal, el triunfo de una causa perdida que se manifiesta fenomenolgicamente como la promesa de una tierra prometida o el porvenir de una ilusin, si queremos parafrasear el ttulo del texto freudiano5. Un nuevo orden imaginario que fracasa en su intento de cerrar el agujero para silenciar el acontecimiento y que se ve enfrentado al retorno ineludible de un alma que no se llena y de un sujeto que no se c-(h)alla. Es importante recordar, entonces, que el psicoanlisis no intenta silenciar ni controlar el acontecimiento sino articular la lgica que lo sostiene. Reconocer esa causa perdida y sus efectos, ms all de los semblantes y las ilusiones que intentan inhibir su retorno, como bien indica Lacan, es la nica posibilidad que tenemos de ganarla. Se trata del triunfo por va de una causa perdida. Referencias: 1. Freud, S. (1908). La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna. En: Obras Completas, vol. IX. Editorial Amorrortu, Buenos Aires. 1986, pg. 165. 2. Harari, N. (2014). De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Editorial Debate. Bogot, pg. 98. 3. Miller, J. (2011). Vida de Lacan. Grama Ediciones, Buenos Aires, pg. 41. 4. Lacan, J. (1964). Los cuatro conceptos fundamentales. En: El seminario, libro 11. Editorial Paids. Buenos Aires, 1987, pg. 134.
5. Freud, Sigmund. (1927). El porvenir de una ilusin. En Obras Completas. Vol. XXI. Amorrortu Editores, Buenos Aires. 1986.