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lid rsa Clea opt para naa be Seremeantrart Cus sues sto oc mat, y paar ls de ‘maa yo spr, uns ebatorl y amurieSee (le hanexi aun on ed elcaa or ex. Proen el arte Te per in nmi any ks meas est Pernand mur, que 1a prpararén para etterar envi os mies que acarra (ert, attr de rst se rere conla ce itr Elo aque, un ser esporl ue conuica co es alma os ries qe sad, aul ce rest, elven qu face cue lcaaut ee aay ys less evan ~ ELANIMERO DEL DESIERTO SARA BERTRAND REA IG-IAG CAPITULO TEMA cana aia que no quis ot, Suvosons, peto no la escuché. En cambio, me concentré en Jas arrugas que se le formaban en la comisura de los labios yen esa forma cargante de enfatizar sus pala- bras con un movimiento apresurado de las manos, como si le hablara a un sordomudo o a una nifita, yyoyano era una nifia, cudndo lo iba a entender? Dijo: Cuando llegues a Copiap6 tienes que tomar un sranfer hasta Caldera. Me ayes? No pierdas tiempo, primero asegirate un cupo en el sazafr. Después puedes comprarte algo para comer o qué se yo. Llevo el celular—intenté acallasl ~Si sé, pero no te servird de nada si te quedas en medio del desierto, sme entiendes? Asegtirate un cupo en el transfer, después haces lo que quieras =zPor queé lo repites todo, mama? Porque jmfrate no mésl, estés en la luna dijo tomaindome la cara con las manos. ‘Me corri bruscamente, ~Déjame —le pedi Dame tun abrazo ~insist6, No seas latera, mamé—reclamé, pero no era abu- rrimiento, sino una furia que me ctizaba los pelos. Apreté los dientes y pregunté: -:Qué mis quieres? —Que le des un abrazo a tu madre -pidié y no sé por qué la dejé abrazarme. No se lo merecta. Me smandaba a Caldera para deshaverse de mf y 80 10 selo iba a perdonar. Pretendia que creyera su histo- fia de que serian unas vacaciones estupendas... Ja. Sabja perfoctamente lo que estaba haciendo, aunque lo disimulara con frases como “seré un tiempo ma- savilloso; conoceris el desiert, zn0 te emociona?” No, no me emocionaba, me apartaba de la casa sin pensar en my como era un estorbo para ell, preferfa sacarme de escena, Esa era la verdad. Me temblaban Ios labios de la rabia, ~Suéleame —le pedf con indiferencia impostada. No queria que me vieran abrazada a ella como una isla. Me sols y exhalé cansada, ~Algiin dia vas a entender dijo con los ojos Ilenos de igtimas. Hice como si no la hubiera escuchado. 8) ~gNecesitas dinero? No. ~zLlevas todas tus cosas? En la mochila ~Recuerdas lo que te ped? —Me lo dijiste mil veces, mama Para mi también es diffi, No parece ~dije y me arrepentt de inmediato, rues no queria que sospechara mi enojo ni menos ‘oc utboam noe qe ah seins garganta, Queria que suftiera mi indiferencia, que se artepintiera de mandarme lejos y que me rogara para que me quedara en la casa. Enun movimiento inesperado, me bes6 en a frente. ~ Hey! ~alegué- eres rt la que me obligate a viajar. ~Es necesario, ya lo entenderis. Ya me lo dijste ~contesté y se me cerré la gar- ganta, pero no le di el gusto de verme lorar. No se lo merecia. Mi mamé no se merecia nada. En ese ‘momento, la odiaba. Ya, Andate de una ver~dijo sefialando la puerta de embarque con ojos lorosos. Tave una sensacién parecida al hambre o ala f- tiga, pero no dije nada. Di media vuelta, me ajusté los audifones, encendi mi Ipod y caminé hasta el avién, Una ver dentro subi el volumen al méximo: Cuando memoricestados sus recovecos _y decidas otra vee regresar ya no extaréagu en el mismo lugar, cantaba Shakira cen medio de una bateria rockera que me tranquilid y lloré por primera vez en esos dos largos mess. CAPITULO I WO insite por la ventanilla como me pidié expre- samente que lo hiciera. Locé todo el camino y ese dliminuto acto de ebeldia me senté bien, aun cuando mi madre no podria reprocharme. Soo cl hecho de pensar que mis tarde me preguntaria si habia visco imo se vefa Santiago, el deserco y a corillera y yollecomiestaria que no, que no habfa visto nada de nada, porque no me asomé ala ventailla ni una sol vez, me alegr6, Se pondsta futiosa y dia que vivo nla na y que para qué pagd un viaje en avin si Jo mismo hubiese sido que tomara un bus. Para qué confesar que lloré el camino entero? Ademds, lo del lao fue wna sozpresa incluso paca ssakernd ‘mi. Llevaba tanto tiempo aguantindome la pena que pensé que no lo haria nunca, No lloré cuando mi papé vomité en el comedor Y $e cay6 como muerto de la silla. Recuerdo que corti llamar a mi mamé que habla saido de la casey volvi sobre mi padre. Le golpeé el pecho intentando reanimatlo, pero un hilo de sangre se le «scap6 por la boca. Volvi al teléfono y llamé a una ambulancia. Regresé donde mi papd y comprobé ue tenia pulso. Nuevamente, le golpeé el pecho y srité “Paps, papa”, pero el seguia sin eaccionat y no logré moverlo ni un centimetro porque pesaba como un sico de papas y volv a grtar: ~iAyidenme!,jaytidenme, por favor! Después de un tiempo que se me hizo eterno, aparecié mi mamé y la ambulancia. Se lo levaron y'me dejaron en la casa, Nadie me llamé para de- cir si estaba vivo o muerto. Me quedé esperando tuna sefial © que me fteran a buscar, que las cosas, para bien o para mal, se resolvicran. Y aun asf, no lore. Tampoco lo hice cuando llegé mi tia Clara pata Ilevarme a la clinica y mis tios y primos me ete on cara de funeral, se me fueron encima para abrazarme y decirme que podia contar con alos quc todo iba aes ben Pens mt paps se habia muerto y, en un principio, ni siquiera me atrevé a pregunar. ‘Tampocolloré durante esa larg estadi en la clinica Mc mancuve seria, contenida, como si algo se me hhubiese arascado en la garganta. De hecho, cada ver «que ragaba sentfa que un bulto me impediarespitan, 2) EL ANIMERO eps En sos dias me impresioné mucho mi mamé. Mientras yo andaba torpe, sin saber bien qué ha- cer 0 qué era lo que esperaban de mi, ella se ubicé répidamente y comands la asistencia @ mi papé sin Aaquear. Como una enfermera més, Se peocups de cambiarle el piyama diariamente, de frotarle crema en las piernas, de secarle el sudor de la frente y del cuello. Parecia rejuvenecida por el dolor, con una energia ilimitada para derrocharla en mi papd. Eso Entonces, pensé que llorarfa cuando volviéramos a1.casa, pero diez dias después, al regeesar, no hubo ‘momento para ninguna clase de intimidad. Mi casa estaba lena de gente, pues a mi papé lo trasladaron apenas logré salir de su estado critico, pero con un diagnéstico incierto y dificil: pardlisis corporal del lado iequierdo y afasia. En otras palabras, estaba fuera de peligro de muerte, pero no podia valerse por si mismo. Asi es que lo instalaron en. tuna cama-clinica, con un respirador en caso de cemergencia y un turno de enfermeras que rotaron, por la casa. A veces, muy pocas, lo encontraba solo y le miraba su cara pélida con su vista perdida en tun mundo al que no tenia acceso. ‘Mis ias, que se turnaban para acompafiarnos, in- sistéan en que le hablara, que le ira que lo queria, pero yo temia verbalizar mis sentimientos, como si cl hecho de contarle cara cara que me daba susto pensar en que se mutiera, que temfa por nuestra vida, por ese tiempo que nos habia abandonado y {que probablemente no recuperariamos jamés, haria 1 Sara Beran evidente algo que lo era para cualquiera, porque todo era distinto en mi casa, partiendo por él, por ue me sentfa distinca, sin lugar, sin espacio, sin tuna familia, Sin nada, Los almuerzos de los sibados se acabaron, En su ugar, comenzamos a reunimos por las matianas, a 1a hora del desayuno, durante el cambio de turno de las enfermeras. A esa hora, msi mama preparaba café y se sentaba exhausta en la mesa de la cocina, Mecénicamente contaba cémo estuvo mi papé, si logré dormir, si se quej6 y cémo se que, slesubis {a presién o bajé la ficbre, si abei6 los ojos 0 movie alguna parte del cuerpo. Escuchaba sus palabras con un nudo en la gatganta, con ganas de que me acurrucara y me dijera que era una pesiilla y que ime despercaria en cualquier momento, que todo volveria a ser como antes. Con el paso de los dias perdi ese ilusién y me conformé con las maftanas Crei que loraria cualquier mafana mientras la escuchaba, que se desatara la pena que tena con- tenida en la garganta, pero no. ‘Me llené de rabia, Una rabia con poder destruc- ‘or. Una rabia que me hizo irme contra mii propio ‘mundo. Las primeras en darse cuenta fueron mis -mejores amigas, porque en vez de recibirlas con ca. tif, es pedi que me dejaran cn paz, que se fueran ‘la mierda si querian, pero que no me preguntaran mds emo estaba mi paps. Con los tnicos que segu conversando fueron mis contactos del chat, esos ‘muchos emigos con quienes hablébamos estupideses Porque no tenian idea lo que estaba viviendo y me 14) aba simular que nada pasaba realmente, que poi seguir cogureando con chicos, dle mi edad y mmundando mene como fila mas ‘Me imagino que @ mis mejores amigas les resul ii yesmestann hope, eogabrod de pesadeces. Fs que me hostigaban, me llamaban todo df, me convidaban al mall over alguna plfcula ‘yyo iba de mala gana, sintiéndome culpable por dejar ami papé, por abandonar a mi mamé que tabajaba todo el diay porque fimamenteremia que mi papi abril joy preguntas por my yo no srs 6, peor, que estuviera, pero no me reconociera. Te- token um eta aie tub aad cerebro se habia expandido por toda a cabeza y que habia muerto. A veces, meaterorizaban| pea ‘oscuros,terrores humanos, pero perversos, como que Sajal Gepones ins esfeatn atiantracn su propia incapacidads 0 que entrara a mi piezay me rmirara desde los pies de mi cama minutos antes de volarse la cabeza con una pistola. Esas pesadillas me impedian quedarme dormida y me pasaba la noche dando wuetas en la cama. Preferfa estar en mi casa, pasar las horas esperando, Esperando algo que todavia hoy no sé nombrar, algo incierto eindefinido, o tal vez simplemente, esperaba jue sucediera un milagro. Por qué no? Que mi papa cada dia que pasaba, su cara se volvia mis extra y ‘me resultaba dificil recordar en ese rostro palido, de ‘mueca oreida, que babeaba como un anciano, st sontisa, sus ojos chispeantes, us palabras su Yew. Seabed Es cierto que a veces o escuchaba quejars, pero eran uunos lamentos que ni siquiera parecian huranos, sino unos alaridos salidos de unas profundidades cavernosas, como si mis all de la vida, en ese espa io desconocido que hay entre la enfermedad y la ‘muerte, mi papé hubiese dejado de ser él mismo y se hubiese transformado en otro ‘Me acostumbsé a mi rutina de soledad hasta el dia en que mi mamé decidié enviarme de vacaciones al norte, a Caldera, ala casa de mis padrines, ~Pero si no los conozco repliqué. ~Son tus padrinos dijo mi madre revolviendo su taza de café =iMamél ;Apenas los he visto cuatro veces en mi ida! -no mentia en mis quince afios los habia visto muy poco. ~Da igual. Ema es mi hermana y me ha llamado para invitarte, Te as pasado encro completo en San- fiago y seria bueno que selgas antes de que comience l colegio -contesté poniendo fin ala discusion, Dos semanas después me obligé a romar este avién yasentarme al lado de una ventanilla por la que no ‘me asomé ni una sola vez. CAPITULO II EL sransér me de en la plaza de Caldera. Se su- ponia que i sia Ema exari ahi, pero nov ninguna cara conocida, asi esque me sentéa esperar, Hacia mucho calor y una bocanada caliente lo envolvia todo. No sentia el menor apuro por llegar a how de un par de desconocidos, asi es que me queé sentada, paralizada de calor y de rabia. {Tienes fuego? La voz me llegé de lejos. oe i cendedor.. ~Que si tienes fésforos, algiin en No fiumo ~dije avergonzada al tiempo que levancé la vista. Era un chico de mi edad, bastante guapo. Sara Rervand -No te estaba preguntando si fumabas, solo si tenfas fuego. -Nilo uno ni lo oct0 ~contestésintiendo que me sonrojaba, -Ok. Se alejé sin darme las gracias y se senté un par de bancos mis ald al lado de un viejo vestido de manera muy extrafia. El chico le dijo algo que luego debié repetirselo en el oido. El viejo alzd 4a vist y se qued6 miréndome. Me dio susto. Lo tinico que faltabal, me lameneé, un viejo verde y suayudante soplin que vino a comprobar si estaba sola, porque si no, spor qué se me habja acercado? Seguro que pensaron que era un blanco sencillo Para asaltar o comerer algiin otro delito. Eso me cnfureci6. :Queé se crefan? ;Par de delincuentes! Y aunque sent{ miedo, me propuse demostratles que no seria sencillo meterse conmigo, claro que me acomplejé pensar en lo que suceria si mi tia Ema ‘no aparecia... Odiaba la idea de lamar ami mama para contarle que estaba sola en Caldera y que, pese 4 todas sus advertencias, la que habia fillado no era 70, sino ellos. ¥ para colmo, me acasaba un viejo verde que queria robarmie. Elanciano segua sin despinearme la vista cuando decidf moverme para demostrarles que controlaba 4k siruacién, que no era una nitia y que estaba ahi porque queria, no porque me hubiesen mandado a la casa de un par de ingratos que me dejaban plan- tada en una plaza, Me colgué la mochila al hombo, ‘agatré mi bolsoy caminé todo derecho porla plaza, 13) é enfiente de ellos y el viejo no dejé de mirar y peostoran sig igutiter arr pale ee cuando atravesé la plaza en direccién al mar. Mis padrinos tenfan una casa en la playa, no podia ser tan die eaconatl pest — Justo antes de llegar a la costanera que iba juni seearata soma y pedi una bebida. Mela ome ei dun sib eb por vole ala calle, cuando los vi pasar. Se me retorcié el estsmago de impresion y tertor. Pedi otra bebida y me senté en una de las mesas de plistico del local. El hombre que atendla detrés del mesén pregunts: {Te sientes mal? No le contesté. Volvié a preguntar: {Todo bien? ~ZAh2, si, es que tengo mucho calor—dije bajando cl perfil a mi malestar Estas palida, Es el calor -repeti. ~Vienes de Santiago? =No, de La Serena ~menti ~Asies que una papayina ~dijo~ yo también soy de esa zona, de Ovalle, pero levo 20 atios en este yyermo seco. (Glup. Me sent’ acorralada en mi mentiray prefer! pedir la cuenta ~aDe vacaciones? ~siguié el hombre. ~Algo asi ~concesté prepardndome para atrancar, En la calle verifiqué que no quedaran rastros de los sospechosos y enfilé hacia el mar. Pensé que tal T9 vezerael momento de reconocer que estaba perdicia ¥ lo apropiado era llamar a mi mamé. Sopesé mis Posibilidades y la imaginé recriminsindome que por ‘qué no me habfa quedado en la plaza, que por qué no llamé por telefono a mi tia Ema y que por qué otros miles de por qués. ;Qué pereca! Mejor seria que me asaltaran antes de llamarla. “Soy grande”, ime dije, ¥ segut La playa, en ambas direcciones, era demasiado larga. Hacia dénde queda la casa? No tenia idea, ‘Antes de decidirme por un lado u otto, caminé hasta {a orilla, me quité los zapatos, me arremangué los pantalones y met los pies al agua. jEstaba conge- ladal, pero no alcancé a disfrutarlo, cuando los vi ‘huevamente, El vigjo cojeando al caminar y el chico cde mi edad ayudéndolo de tanto en tanto. No me vieron porque enfilaron hacia el sur, recog! mis co- sas ripidamence y me fui en la diteccién contraria, Tenfa que encontrar a mis padrinos. 2] CAPITULO IV UM casa parecia un erizo, Una estructura de madera color café oscuro, redonday, en verde ventas, cada tanto, lecrecian unas puntas como lavas de vidio, Vista desde la play daba la impresién que queria Janzase al mr, porque pesea a edondes, enfaciera proyecinenljera como de cohere apuntando bacia las olas. Me quedé mirindola un buen rat. Nina! dijo una mujer que apareci6 por detré, dela rea, Se me abalana encima con vehemencia, Hiacia muchisimo tempo que nae me lamaba a. Se trataba de una mujer rellena, canosa, con su pelo comado en un tomate deris de la nuca. La fecordaba tan dstnta ~{Tia Ema? ~pregunté. ~Qué bueno tenerte aqui! ~dijo y me aparé para ‘mirarme con una sonia de orejaa oteja- ¥ euénto has crecido, mujer! jEstés tan guapa! -exclamé y volvi6 a abrazarme. Me senti incémoda, pero no me atrevi a desha- cerme de ella. —No te cxperaba sino hasta mis tarde. Habia que- dado con tu mamé en que te recogeria en la plaza. ~Fotuve en la plaza... ~alcaneé a deci, pero ella sme interrumpié. ~Debes estar muerta de hambrey, tomando mi bolsa, desaparecis detris de la reja. Me quedé inmévi La mujer volvié a aparecer. ~Te quedards ahi mucho rato?—pregunt6. Sin decie una palabra, la segui, Una vez dentro, desaparecié por el pasillo con mi bolsa, Me quedé aguardando en la entrada, desde el living escuché el sonido amplificado de un reloj, y ‘no me atrevia a entrar. Demasiadas emociones para un solo dia, supongo. La casa me parecié diferente, La recordaba llena de luz y personas, y ahora, no solo era oscura y so- litavia, sino que parecta una selva, Tenia un par de plantas de interior que se habfan tomado la casa, ‘mimetizdndose con su estructura y sus mucbles. Las ralcescreefan grucsas y rugosas por sus plares,y as hojas, incluso los renuevos que cubrian los adornos de la enerada, se vefanviejos. Comencé a pensar en ‘murmullos, sn atrevermea subir el tono en esa casa suspendida en el tiempo. 2 ‘Tia Ema me sacé’de mis cavilaciones. lina! {Te sientes bien? ~pregunt6 acereindose para mirarme a los ojos. Estoy un poco mareada ~ment! hablando bajito. Ven! Seri mejor qu reste mien reparo algo para comer dijo y mellevé aun cuarto Dette, poco misal del ving speed dlp sillo por una cortina de bambi. Tenfa un ventanal que daba al mar y pegado a él, una cama. Me dio [a impresién que mis tos hacla mucho tiempo que no recibjan a nadie y que esa pieza que oftecian, acababan de armarla para mi. Agu‘ puedes guardar ts coss—seial6 un pequefio cléseta.un costado de la pieza Ok. ={Trajistetoalla? ~pregunt6 con interés “Sit eae el monealabo sin sber «qué Iba [a pregunta. ; AN, porqueaqut habia dead una para ti—contest recogiendo la calla del cléset y continué-+ Bueno, te llamaré cuando tenga lista la comida, zee parece? Qué esperaba que dijera? “Apenas desaparecié detrés dela cortina, me tiré ses fa tx ul een, Dap ie noche, la casa estaba en silencio. Solo escuché el tic-tac del reloj del living. Tenia hambre y sed, ‘pero no quise levantarme. Estaba cansada y triste. Preferi dar media vuelta en la cama y cerrar los ‘ojos. Entonces, me acordé del chico de mi edad y el viejo vestido de manera extrafia. Qué habrie 23 sido de ellos? :Volveria a verlos? La perspectiva de encontrirmelo -al chico, no al vigjo- no me molestaba en lo absoluto. No era solo curiosidad, sme gusté su facha y porte. También sentia ganas de encararl, nadie se acereaa alguien para pedis “fuego” sin siquira tenia un cigaro en la boca y ims encimal, después comer para drslas de soplin Me encretetuve con preguncas como, zquién ser se Viejo? Por qué andaba como distiazado? :Qué ime quiso dect cuando pasé enfiente?;Por qué me segulan? Imaginé las cosas que le dicfa “al chico, no al vigjo~y cbmo, con un pat de frases, le hortari cos sonrisavonta de su cara Ya lo veria! Porque, a esas horas, no cuve ninguna duda de quel volveriuaver Medormfconlasaisfaccin que medio la perspoctvg dle una venganza. Una dulce venganza, CAPITULO V LOS primeros dias de estas cn Ia casa de mis palin ton pot elo qinaging Her no ee os mene demorian un mili e horn de il 05 can 0 craban en el inceno,y las veces que logré enviar eames oem ramets Baers ‘ve, fueron de un par de amigas, de mis amigos n0 supe naa Mest selagueen ni propa cs lene de ener Papo Ire nina 4c el computa dem a Ema sino

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