Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los 8 días del mes de abril
de dos mil ocho, reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de la Excma.
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala "B", para conocer en los
recursos interpuestos en los autos caratulados: "B. de M. M. B. c/ Medicus S.A.
y otro s/ daños y perjuicios" respecto de la sentencia de fs. 704/717 el Tribunal
estableció la siguiente cuestión a resolver: ¿Es ajustada a derecho la sentencia
apelada? Practicado el sorteo resultó que la votación debía efectuarse en el
siguiente orden Señores Jueces Doctores: MAURICIO LUIS MIZRAHI.-
GERONIMO SANSO - CLAUDIO RAMOS FEIJOO.//-
De lo hasta aquí expuesto se desprende que los médicos que practican una
cirugía meramente embellecedora asumen una obligación de medios;
conclusión fundamental en lo que hace al factor de atribución aplicable (ver
Bueres, Alberto J., "Responsabilidad contractual objetiva", JA, 1989-II-964;
Vázquez Ferreyra, Roberto A., "Daños y Perjuicios en la cirugía plástica:
obligaciones de medios o de resultado", JA, 1995-IV-396). Ello hace que han
de jugar las reglas generales que apuntan a la responsabilidad subjetiva; lo que
significa decir que será la idea de culpa la que intervendrá, conforme a los
parámetros de los arts. 512, 902 y 909 del Código Civil. Sin embargo, soy de la
opinión que la diligencia y pericia que se exigirá cuando se practiquen actos
médicos -se traten o no de cirugías estéticas- presentará ribetes especiales. Es
que si bien hace ya más de un cuarto de siglo fue precisado que las ciencias de
la salud tienen sus limitaciones y que siempre existe un álea que puede
escapar a las previsiones más prudentes, se subrayó de todas formas que
-cuando interviene la vida o la salud de las personas- hay una natural
predisposición a juzgar con rigor la actuación profesional (ver CN Civ., Sala E,
19-12-1977, LL, 1979-C-20, voto del Dr. Cichero). En otras palabras, la
diligencia siempre se ha de apreciar con un criterio severo, de modo que no
existirá en esta materia exclusión de las culpas pequeñas. Ello es así porque al
estar en riesgo la integridad o el aspecto físico de un sujeto, la menor
imprudencia, negligencia o descuido más leves, tendrá una dimensión especial
que le ha de conferir una particular gravedad, susceptible de desencadenar la
responsabilidad profesional (ver Cám. Fed., Civ. y Com., Sala I, 10-8-84, ED,
111-110 y LL, 1985-A-612, (36.757,S). En suma, lo que habrá que dilucidar
cuando se articule la responsabilidad de médicos, es si éstos han extremado
todas las previsiones y cautelas para evitar el resultado acaecido y que motiva
el reclamo del paciente.-
Así las cosas, una vez que -en un supuesto dado- quedó establecido que el
daño tiene su causa en el obrar del médico, el paso siguiente es indagar si se
halla presente el factor de atribución culposo. Para ello tendremos que analizar
si un resultado determinado -el perjuicio padecido por el paciente- se imputará
subjetivamente a su autor. Por eso, a diferencia de la relación de causalidad
fáctica, en este caso estamos ante un concepto jurídico, pues hay que
investigar si se le impone o no a un sujeto la obligación de reparar el daño
sufrido por el otro. Nos hallaremos, por ende, en el campo de la imputatio iuris,
en tanto habrá que saber si se hace responsable a alguien por el menoscabo
de que da cuenta quien articula el reclamo.-
Desde otra perspectiva, cabe resaltar que una labor fundamental del juzgador
en procesos como el presente es meritar las experticias practicadas en el juicio
ya que éstas devienen relevantes cuando se discute la responsabilidad de los
facultativos. Sin embargo, debe repararse que las conclusiones de los expertos
se han de evaluar según las reglas de la sana crítica (art. 477 del ritual) y la
libre convicción del juez, en atención a que las normas adjetivas no acuerdan el
carácter de prueba legal al dictamen de los peritos (ver esta Sala, "Tarrio
Cabanas de Ludovico, Mercedez c/Cabanne, Ana María", expte. libre Nº
255.011, del 5-4-1999).-
Ahora bien, en el momento del examen por los profesionales médicos la Sra. B.
de M. tenía cincuenta años; y los expertos destacan los cambios morfológicos
que se producen en la mujer después de los cuarenta años, denominados
"premenopausicos" (ver fs. 423 vta.) que se "acompañan de aumento en la
flaccidez cutánea, atrofia mamaria y otros síntomas propios de la deprivación
hormonal" (ver fs. 625, pregunta 10). Entonces, "aunque la cirugía haya sido un
éxito el paso del tiempo influirá inexorablemente" (ver fs. 469 vta. y 616); de
donde se sigue que "el pliegue que se observa en la actualidad puede ser
producto del desplazamiento de los tejidos al ptosarse la glándula" (ver fs. 616,
respuesta 8). Vale decir, que el pliegue importante que presenta la mama
izquierda, que no se observa en la mama derecha, es "producto de la flaccidez
actual de la piel de la actora en la zona" (ver fs. 617, pregunta 14), de modo tal
que la "ptosis mamaria y los cambios de forma en los complejos
areolomamilares pueden ser producto de la distensión evolutiva de la piel de la
paciente en relación a la edad, el tiempo transcurrido y las características
personales de su cicatrización y respuesta a la movilización de los tejidos" (ver
fs. 618, pregunta 22). En síntesis, "el estado actual de la paciente no refleja el
resultado inmediatamente postoperatorio. Teniendo en cuenta que se trata de
una mujer de 50 años de edad, se considera que la ptosis que actualmente
presenta se pudo producir con posterioridad a la intervención quirúrgica
realizada hace 5 años" (ver fs. 620, pregunta 29, y fs. 688, pregunta 4).-
El otro aspecto a meritar es que la experticia de fs. 613/626 está suscrita por el
Dr. Esteban Garré ( y por lo tanto avalada y hecha propia por él, ver fs. 626),
que es nada menos que el consultor técnico de la actora. Y los consultores
técnicos, en el régimen procesal nacional, se erigen en verdaderos defensores
de la parte que los designan -presentando una figura estrictamente análoga a
la del abogado- en lo que hace al diligenciamiento de la prueba pericial (cfr.
CNCiv., Sala D, en autos "Miraglia C/ Rotela y ots.", del 14/11/2007, LL On
Line). Por lo tanto, entiendo inaudible que ahora venga la apelante a
controvertir lo que sostuvo su propio defensor.-
IV. Las costas A fs. 808 vta. la apelante requiere que, de mantenerse la
sentencia de primera instancia, se apliquen las costas en el orden causado.
Anticipo que he de proponer a mis colegas desestimar este agravio.-
Notifíquese y devuélvase.-
--------------------------------------------------------------------------------